Soy cornudo . . . y me gusta (2)

En la misma fiesta veo de nuevo a mi querida esposa como nunca me imaginé verla, sin embargo, mi respuesta es muy diferente a lo que en verdad creía.

Después de haber atrapado in fraganti a mi linda esposa Brenda en plena acción con su jefe Ramiro dándole las nalgas, yo me fui al convivio, me siento y empiezo a tomarme una cerveza, unos minutos después llega mi esposa muy feliz (después de la re-cogida que le acaban de dar como no va a venir así, pienso yo) y me da un tremendo beso de lengua en el que noto un sospechoso sabor salado que supongo es lo que queda de la corrida de Ramiro.

La fiesta se pone muy animada, mi esposa baila conmigo y con todos sus compañeros de trabajo, trato de poner atención cuando está bailando (pues ahora tengo que poner especial atención en las acciones de mi mujer, para ver si me pone los cuernos con más de uno), pero no noto más allá de alguno que le pone la mano por debajo de la cintura de mi mujer llegando a tocarle el trasero, trato de fijarme en cómo trata a sus compañeros y todo, y la verdad es que no noto nada, solo que con su jefe todos tienen mucha consideración, pero lo creo necesario y prudente.

Yo no tengo la menor idea de qué hacer, atrapé a mi esposa cogiendo con otro y al momento siguiente ella me besa apasionadamente aún con el sabor a verga ajena en su boca; veo a su jefe con cierto odio, no es muy guapo ni atlético ni nada, trato de preguntarme qué fue lo que atrajo a mi esposa, pero recuerdo su herramienta y se me quitan las dudas, digo, la mía tampoco es pequeña, me mide 16 cm, pero es que la de Ramiro es impactante; estoy en ese trance cuando decido hacerme el borracho (no sería la primera vez que me emborracharía en una reunión con sus compañeros) y ver qué sucede.

Horas después me empiezo a comportar como el típico beodo, aunque en realidad lo único que hice fue tomarme una cerveza y echarme otra encima para oler a alcohol: repito las cosas, finjo que me cuesta trabajo hablar, se me olvidan los nombres de los compañeros de mi mujer, me caigo por ahí en la fiesta; en fin, todo lo que odia mi mujer que haga cuando bebo, pero al contrario de otras veces no veo que ella se moleste, en cambio, hasta me soporta. Después de un rato su jefe le dice claramente (tocándole una nalga, me fijo) que yo estoy muy impertinente y que me convenza de ir a dormir a la casa, ella voltea y le contesta al mismo tiempo que le toca el paquete: lo convenzo si después te coges a tu putita. El asiente con la cabeza y ella viene inmediatamente a decirme que ya me veo muy mal y que solo hago el ridículo que me vaya a descansar tantito; yo sé que siempre me dice eso, al final termino dormido dónde me recueste “a descansar”, le digo a mi esposa que tiene razón y al irme a la casa me caigo dos veces, para hacer notar que necesito ayuda, mi esposa me toma de un brazo y su jefe del otro llevándome a la sala donde finjo recostarme y dormirme.

Veo claramente como su jefe se sienta en un sillón al lado del que me pusieron, abre las piernas y le dice a mi esposa:

-         Venga putita, quiero darte verga ya.

-         Claro papi- contesta mi esposa-

Acto seguido mi mujer se arrodilla frente a su jefe, le baja la cremallera del pantalón, le saca la verga (que no estaba muy grande aún) y se la empieza a lamer y a chupar; no lo podía creer, mi esposa iba a coger con otro hombre cuando yo me encontraba justo al lado de ellos, pero parecía que eso poco le importaba ya que ahora se la estaba metiendo toda completa a la boca (bueno, lo que le cabía) y después de cada mamada le lamía los huevos; yo veía como poco a poco se le paraba a su jefe, en eso, Ramiro la toma del cabello y se la clava lo más que puede en la boca y en lugar de que mi mujer se quejara, solo se deja hacer y su jefe se la empieza a coger por la boca literalmente se la mete y saca de manera continua mientras mi mujer solo hace sonidos extraños con la garganta. Después de un rato de estársela metiendo por la boca, Ramiro suelta a mi esposa y ella se saca la verga toda llena de saliva tosiendo y riéndose, y dice:

-         Qué rica verga.

-         Deja de hablar, quítate la tanga, acuéstate y abre bien las piernas, que ahí te va la reata, zorra- le contesta su jefe-

Mi esposa ni tarda ni perezosa se sube la mini que llevaba hasta la cintura, se acuesta boca arriba en el sillón al lado de donde yo estaba, levanta las piernas y se saca la tanga, para después proceder a abrirse totalmente de piernas, Ramiro al verla así se toma la verga con su mano y se la clava de una estocada a mi mujer hasta el fondo, cosa que a ella la hace gritar. Su jefe recarga todo su peso en mi esposa mientras empieza un bombeo lento pero constante. Veo las manos de mi esposa detener sus piernas en el aire mientras se la están clavando bien fuerte. Ella dice:

-         Más papi, más, que rico te coges a tu putita.

Mientras mi mujer gritaba y gemía como loca, su jefe le apretujaba sus pequeñas tetas o le metía los dedos a su boca para que mi esposa los chupara y lamiera mientras las manos de ella mantenían bien separadas y arriba sus piernas. Después de estarle dando un buen rato a mi mujer de esa forma Ramiro le dice:

-         Quiero que te des de sentones en mi verga, quiero ver como tus nalgas se comen mi palo, piruja.

Su jefe se sienta en el sillón y mi mujer dándole la espalda se coloca el animalote de Ramiro a la entrada de su bizcochito y se va sentando en él, ya que tiene todo adentro se empieza a dar de sentones muy duro, muy fuerte, de manera muy rápida; nunca la había visto y escuchado tan excitada, mientras se ensartaba en la verga de su jefe se acariciaba las tetas y gemía y gritaba como loca, Ramiro sólo la tomaba de la cintura o le acariciaba las nalgas a mi mujer.  No duraron mucho así, su jefe le dijo:

-         Putita jariosa, quiero darte por el culo, empínate y ábrete las nalgas.

Era el colmo, estaba seguro que mi mujer no cedería, a mí nunca me había permitido darle por el culo, pero para mi sorpresa se desclavó de inmediato se empinó en el sillón con su rostro mirando hacia mí y se abrió las nalgas con sus dos manos, sólo veo a Ramiro escupiéndole en el culo a mi mujer y enterrando su instrumento en un agujerito que no había sido mío, escucho los gritos de dolor de mi mujer mientras el cabrón de su jefe se la encula durísimo, pero aun así escucho gemidos y peticiones de mi mujer de que le siguiera rompiendo el culo, ya no soporto lo que veo, por lo que decido “despertar” y atrapar a mi mujer en plena infidelidad, al ponerme de pie grito:

-         Pinche Brenda, ¿Qué estás haciendo? No puedo creer que me estés poniendo los cuernos.

-         Alberto, amor, -ahhh, ahhhh, ahhhhh, se la seguía enculando su amante- te amo sólo a ti, pero es que me encanta la verga, perdóname por favor. – Me contesta Brenda, pero sigue dando las nalgas.

Me quedé congelado sin saber qué hacer, a pesar de enfrentar a mi mujer y su amante en plena acción ellos ni se inmutaron, es más, Ramiro le empezó a dar más duro y yo estaba súper excitado, con una erección monumental, en eso su jefe dice:

-         Mira zorra, al cornudo de tu marido le gusta ver como una buena reata te da una buena cogida.

-         Mi amor, que bueno que te guste ver y –aaahhhh, ahhhh, aaaahhhh- saber que tu esposa es una putita, así no tendré que ocultarte nada. - Me contesta Brenda.

-         Me veeeengo, me veeeengo. – Interrumpe su jefe.

Y Ramiro se vacía totalmente en el ano de mi mujer, se pone los pantalones y se sienta. Yo estaba con sentimientos encontrados, tenía muchos celos pero también estaba muy excitado, por lo que no me importó nada y me acerqué, me arrodillé y besé apasionadamente a mi mujer; ella estaba tirada boca abajo en el sillón donde se la acababan de culear, yo me saqué mi verga y se la metí en la boca, el problema es que no duré ni tres mamadas, luego, luego me vine en su boca, y vi la cara de Brenda y seguía bien arrecha, pero pues ya no podía, por lo que de inmediato me fui para su culo, le abrí las nalgas y estaba tan excitado que sin importar ver el culo de mi mujer rebozando de leche se lo empecé a lamer y pues a limpiárselo, ella se empezó a calentar muchísimo y me dijo:

-         Que rico lames, cornudo de mierda, que bueno que te gustan los mecos de mis machos, uy si, que bien, déjame bien limpiecita.

Entre más lamía yo, mi mujer más paraba las nalgas, la verdad es que ese sabor que nunca había probado me estaba encantando, era salado y delicioso. Después de terminar de limpiarle el culo tenía otra erección monumental, por lo que me ensarté a mi mujer por el mismo agujerito que le había limpiado antes de leche de su amante, es decir, por fin y por primera vez en mi vida me la enculé. Pero otra vez no duré mucho, estaba demasiado excitado; pero cuando terminamos, mi mujer me dijo que nos fuéramos y se vistió, yo estaba completamente callado y espantado por todo lo que había visto y hecho ese día.

Al salir, nos esperaba su jefe, mi esposa es la primera en acercarse a despedirse ya descaradamente le da un beso en la boca y el mientras le mete la mano en el culo, cuando me toca despedirme pues me acerco le doy la mano y el me abraza diciéndome al oído:

-         No te preocupes cornudito, diario te la voy a mandar bien llena de lefa.

Continuará . . .