Soy cornudo ¿que hago?
Un amigo le cuenta a otro como se entera de que es cornudo
Este es un hecho que tal vez para los lectores de esta Web le resulte monótona y carente de “erotismo”, pero tal como me la contaron voy a referirla
.
Autorizo a los Administradores de la Web para hacer las modificaciones que crean convenientes e incluírla en la Categoría que crean oportuna.
Vivo en una ciudad de España, de tamaño medio, aunque procedo de un pueblecito de Andalucía, y hace ya varios años que estoy separado de Marta por las circunstancias que referí en mi relato “…..” de fecha “””” y que fue un mazazo para mí, pero hoy lo tengo asumido, aunque de vez en cuando me pica el gusanillo al verla por la calle tan “buenísima” como estaba entonces.
Desde hace seis o siete años me he encontrado con un "verdadero amigo” de edad aproximada a la mía, creo tiene 50 año, y salimos juntos a muchos eventos, en compañía de su mujer (que dicho sea de paso no está mal, pero menos sexy que mi ex), tales como futbol, carreras de formula1, visitas ciudades, excursiones, pero JAMÁS nos ha acompañado su único hijo que ahora tendrá 22 ó 23 años. Desde hace un par de meses su esposa dejó de salir con nosotros, especialmente en las giras que realizamos fuera de la ciudad y que duraban dos o tres días, y he venido observando que mi “amigo” parece haber caído en una depresión, pues siempre está triste, y se había borrado de su rostro esa sonrisa que le caracterizaba. Pensé que algo le sucedía, así que decidí preguntarle por ese cambio de actitud que me había parecido notar en él. En principio dijo que no pasaba nada pero ante mi machacona insistencia y en uno de los muchos paseos que hacíamos solos los lunes por las mañanas y festivos me confesó la causa de su tristeza, y sabedor de lo que me había sucedido a mi años atrás, me pidió que NO saliese de mi boca nada de lo que a continuación me detalló, que es más o menos lo siguiente:
Como yo bien sabía, era propietario de un pequeño pero lucrativo almacén de papelería, objetos de escritorio, y otros .que al mismo tiempo tenía tienda al público y que llevaban entre los tres de la familia lo que les permitía vivir holgadamente, siendo él el encargado de visitar a los distintos clientes de la zona y su horario por tanto era menos rígido que el de su hijo y esposa. Su mujer vestía de un modo normalito, y en la tienda se colocaba una bata abierta por delante, de color azul por si tenía que echar una mano a su hijo en el almacén y no mancharse, pero había notado ( o al menos así le pareció) que de un tiempo a esta parte se cambiaba en el almacén, dejando la ropa de calle en el armario ropero y que había sustituido la bata de color azul por otra de color blanco, y bajo la misma se perfilaba claramente el sujetador ( que por marcaba claramente sus bien formadas tetas) y si la luz de los focos le daban en su parte posterior también eran visibles sus bragas.
Le preguntó a que era debido ese cambio tan radical en su vestimenta y ella manifestó que era para ir con los tiempos actuales, que le gustaba ser admirada por los hombres que la miraban descaradamente y que a pesar de su edad había notado que se sentía muy joven con ganas de marcha, y mas aún después de que él (su marido) llevaba un tiempo que no le satisfacía sexualmente a raíz de su operación vascular.
Tras esta conversación, que fue sin alterarse y al parecer muy sincera por parte de ella, todavía aumentó su cambio en el vestir, comenzando con emplear sostenes y “tanquitas”, poco propias para su edad, según creía él, y que eran totalmente visibles a través de la tenue tela de sus batas; llegó incluso a estar tras el pequeño mostrador sin sujetador, dejando visibles el canalillo que formaban sus senos e incluso sin abotonar algún que otro botón que hacía tener una espléndida vista de sus pechos ( grandes y erguidos). Pero no era eso lo que le mantenía en tensión sino que notaba que tanto ella como su hijo estaban más tiempo dentro del almacén que en la tiendecita, y en una ocasión en que regresaba de visitar a un cliente había encontrado el letrero de “CERRADO, VUELVO EN CINCO MINUTOS”, hizo tiempo en un bar de enfrente de su establecimiento y transcurridos como unos veinte minutos pudo ver que su hijo retiraba el letrero desde el interior, sin ver que nadie hubiese entrado en la tienda desde el exterior y que mientras el chico lo hacía, su madre lo tenía cogido por la cintura y le besaba la parte exterior de su cabeza. Su tensión arterial notó que subía desenfrenadamente, pero tuvo la suficiente fuerza de voluntad para no salir hacia ellos y cometer una locura de la que tal vez se arrepentiría posteriormente, así que dejó pasar unos días, sin dar síntomas de alteración, pensando que podía haber sido una casualidad, si se dio cuenta que cuando estaban en casa los tres, ella vestía descaradamente con ropas muy holgadas y transparentes que ya no sólo dejaban entrever sus encantos físicos, sino que los dejaba prácticamente al descubierto, especialmente sus opulentos pechos y su pubis cubierto de una espesa mata de vellos rojizos que la hacían más excitante y que su hijo la abrazaba constantemente diciéndole cosas tales como “mamá cuanto te quiero”, que la besaba en los labios ligeramente, y no en sus mejillas, que la sobaba disimuladamente sus tetazas y ella en cuanto podía echaba mano a la entrepierna del chico y en más de una ocasión le oí decir que tenía ganas de que le echase un buen polvo, así que hizo un seguimiento del comportamiento de sus dos seres más queridos, y llegó a la conclusión de que estaba siendo “ corneado” por ambos.
Con toda la tranquilidad que pudo, cierta noche, en la cama, le preguntó directamente a su esposa que había entre madre e hijo, y la muy cínica dijo que nada más que amor entre madre e hijo fraternal, pero ante el cúmulo de detalles que le dio su esposo confesó que desde hacía dos meses más o menos, y posterior a la intervención quirúrgica a que él ( su amantísimo esposo) fue sometido que y que tuvo entre otras secuelas la falta de erección y de eyaculación, había notado que su hijo no la miraba como madre, sino como hembra, que se sintió halagada y que a falta de pan buenas son tortas, por lo que había decidido llevárselo A LA CAMA O POR LO MENOS sentirse como una jovenzuela ante su primer novio, teniendo toqueteos, besos fugaces y pensamientos eróticos con él, aunque comprendía que no estaba bien.
pero fue grande su sorpresa cuando cierto día, al ir a hacer sus necesidades el WC que tienen en el almacenen la parte superior, desde las escaleras sintió ruidos en el interior el mismo y desde uno de los últimos peldaños comprobó que la puerta estaba semi-abierta y por el poco margen que quedaba,, vio a su hijito del alma con la verga en la mano haciéndose una paja, y que el instrumento que con tanto ímpetu movía no era cualquier cosa, sino que se asemejaba a un calabacín largo y grueso, el doble del de su marido o casi, y en que entre gemido y gemido le pareció oír:” quiero follarte mamá”, “me tienes loco con esas tetonas que tienes y ese culazo impresionante”, quiero ver tu chocho y meter mi lengua dentro de él”,” quiero vaciar todo el semen de mis huevos dentro e ti” saliendo al mismo tiempo de su pene un inmenso chorro de lecha blanca y espesa, que a poco me alcanza.
No tuve duda, desde ese instante, bajando rauda hacia la tienda, mientras mi mente me decía que esa polla tenía que ser mía y hacerme gozar al límite y que debía ser penetrada lasta los huevos; y a partir de ese momento empecé a insinuarme con el cambio de ropa, dejándome ver más mis senos, abriéndome tanto en casa como el almacén de piernas para que viese mis bragas, que cambié por tanguitas juveniles y posteriormente ni las usaba para que mi i velludo coño estuviese a su vista el máximo posible, y empecé a fijarme en su pantalones que siempre estaban abultados en su entrepierna.
Y para no aburrirte con mis artimañas de mujer para camelar a nuestro hijo, aprovechando que estabas con tu amigo (Yo) a una excursión de tres días, que era fiesta en nuestra ciudad, en la noche del primer día, ni corta ni perezosa, después de cenar, subí a nuestra habitación y cambie mi indumentaria por un conjunto de sujetador y tanguita rojo pasión que había comprado días antes, con una negligé del mismo color, picante y provocativa y bajé al salón par ver la televisión junto al hombre al que estaba dispuesta esa noche a que fuese mío y que me hiciese suya.
Cuando me vio aparecer de tal guisa, de inmediato su pene se irguió como impulsado por un resorte, destacando su prominencia sobre el pantalón del pijama que llevaba puesto, diciéndome con una voz enronquecida”mamá, donde vas así vestida, pareces una vedette del Moulin Rouge; estás preciosa, como siempre, pero hoy estás que lo viertes, te pareces a Norma Duval con ese cuerpo” y yo le dije:
Mira hijo, ya eres mayorcito y se que puedo hablar contigo de todo así que te ruego me disculpes si me he equivocado, pero me ha parecido ver en tu comportamiento de estos últimos meses, que tu madre te gusta más como mujer que como madre, así que si no es así y estoy equivocada, olvida estas palabras, pero si estoy en lo cierto y mis apreciaciones no son fruto de mi imaginación y sientes algo por mí, quiero que sepas que estoy dispuesta con todo mi ser que hoy y en lo sucesivo me veas como una Hembra ansiosa de Macho; de un Macho potente que me haga sentir que soy mujer, que me haga gozar como unas perra y al que yo también quiero hacer disfrutar de mi todavía (creo) apetecible cuerpo.
Dicho esto, nuestro hijo se levantó del sofá en que estaba sentado, sin decir palabra alguna y dirigiendo sus pasos hacia mi, salvó la corta distancia que nos separaba, me tomó con su potente brazo derecho por la cintura, me aproximó con su mano izquierda mi cara a su cara y me colocó sus ardientes labios entre los míos, que inmediatamente se entreabrieron para recibir su húmeda y juguetona lengua.
Desde ese momento (y según me dijo ella) no hubo entre madre e hijo otra cosa que sexo puro y duro, realizando mi hijo con mi mujer las fantasías eróticas más inimaginables, comenzando en el salón, donde se desnudaron mutuamente y continuando en MI CAMA matrimonial.
Querido amigo, no voy a relatarte las obscenidades que ambos se dijeron en el transcurso de aquellos dos días que estuvimos tu y yo ausente, pero he de decirte que debieron gozar lo indecible, y que mientras ella me lo relataba, sufrí una erección de mi picha, cosa que alegró a mi mujer, aunque tuvo la maldita idea de comparar mi rabo con el pollón e su hijo.
Tal vez algún día te cuente lo que se hicieron y dijeron mutuamente, pero cuando le dije que me quería divorciara, me dijo, con una sonrisa de felicidad que estaría contenta con que lo hiciese, pero que lo pensase bien pues yo saldría perdiendo por varia razones:
Dejaría de tener una “chacha” en casa, tendría que pasarle una pensión pues ella no figura como trabajadora, disfrutaría sin cortapisas de su hijo y de su maravillosa verga y por último, me tendría que marchar de casa, pues la Justicia le adjudicaría el uso y disfrute de la vivienda a ella. Así que después de pensarlo he decidido continuar en casa, pidiéndoles a ambos que por favor no demuestren su apasionamiento delante de mí, a lo que han accedido, pero yo duermo en la habitación de mi hijo y ellos en la ALCOBA MATRIMONIAL.
Y me preguntó ¿Que me dices amigo mío, tu que has pasado por ello, he hecho bien?, y mi contestación fue la siguiente: más vale dormir a cubierto que bajo un puente, y tener siempre una sopa caliente.