Soy como una ONG para cornudos.
No todo sale como uno quiere o planea, pero hay que estar preparado para cuando surgen oportunidades para follarte a una casada con consentimiento del marido.
Fui varias veces a comer al restaurante de Khaïra y la llamé por teléfono, estaba como desaparecida y tampoco podía levantar la liebre preguntando descaradamente a su madre o a su tía. Llegue a preguntar si estaba enferma o le había pasado algo y con mucha naturalidad me dijeron que estaba muy bien, cosas de los estudios. A mí me seguían tratando con mucha cordialidad. Al final fui distanciando mis visitas, si quería saber de mí, sabia como.
También deje el trabajo por las tardes con Maikel, no quería juntar placer y trabajo. Al tener las tardes libres, tenía más tiempo para hacer otras cosas, entre ellas ir un poco más al gym. En el gym lo que suele pasar, están los que van al principio con muchas ganas y luego desaparecen y estamos luego el grupo de los habituales. Dentro de ese grupo estábamos unos cuantos que, hicimos una amistad, no de amigos íntimos, pero si una buena amistad.
Jugábamos algún partido de futbol una vez o dos a la semana. Corríamos alguna cerrera popular o por algún evento solidario, de los cuales no nos perdíamos ninguno. Nuestras edades estaban de los 25 a los 56. De diversas profesiones. En las duchas había mucho cachondeo y normalmente iban con Toni que era un año menor que yo y un poco más bajo, con la cabeza rapada y contra mí, porque se metían por el tamaño de nuestros rabos. Que más o menos eran iguales, las tres únicas diferencias, el mío era bastante más grueso, estaba depilado y el capullo era llamativo. El en cambio tenía unos testículos muy llamativos por su tamaño. Ni a Toni ni a mi nos molestaba para nada.
Estábamos quedando para apuntarnos a una carrera solidaria. Nos apuntamos todos y Raúl (no creo que llegara al 1,60, muy musculado y de estilo hípster, tanto con su barba, corte de pelo como en el vestir, muy agradable y simpático, de 40 años) como no tenía problemas de horario porque era su propio jefe, dijo que él y yo nos encargaríamos de todo. Ese todo, era hacer la inscripción y ver el lugar donde comeríamos después. Toni me hizo una señal de hablar después. El caso que nos despedimos todos y Toni y yo nos fuimos a tomar unas tapas, ya que éramos los únicos solteros y los demás se fueron a sus respectivas casas. Fuimos a un bar que solíamos ir bastante a menudo que estaba cerca del gym y mientras tapeábamos nos pusimos a charlar.
+ Tú me dirás de que querías hablarme.
+ ¿No has notado nada raro en Raúl?
+ No. ¿Es que pasa algo?
+ Lo mismo son cosas mías, sé que es un tío majo, que se puede tener una conversación, pero no sé, pero nos mira raro.
+ Explícame lo de raro y a quienes nos mira.
+ Pues a ti y a mí, nos mira de una manera distinta, es más si no estuviera casado y con hijos, pensaría que le van los tíos.
+ ¿Es que te ha tirado la caña?
+ No, pero un día me dio la impresión de que me la iba a tirar y corté como pude y prácticamente salí huyendo.
+ Pues yo no tengo esa sensación, todo lo contrario. No es que siempre está diciendo esta tía esta buena o esa otra que pasa por ahí menudas tetas y se le ve en los ojos que no finge, como el resto. Lo mismo te da la sensación de que te mira de otra manera por lo que cuentas, de que vas a locales de parejas liberales. ¿Te acuerdas de ese día?
+ Si me acuerdo. Cuando lo conté y se escandalizaron todos menos tú que lo viste normal y contaste que no ibas a esos sitios, pero que si habías tenido algún rollo con parejas. Y sobre lo que decías de los comentarios que hacen sobre mujeres, tu siempre te mantienes al margen de esos comentarios y te van las mujeres. No tiene nada que ver.
Después de dejar a Toni, pensé en lo que me dijo y en mi mente no estaba ningún momento que me llamara la atención nada de Raúl, nunca le pillé ninguna mirada indiscreta. De todas maneras estaría más pendiente el próximo día de gym. Porque a Toni, no le veía yo disparatando de esa manera si no hubiera percibido algo. Lo mismo es que a Raúl le atraía Toni, ¿Por qué no? todo podía ser.
A la mañana siguiente fui a desayunar con Raúl, que como siempre venia vestido impecablemente, con su traje, una pajarita y sus zapatos con alzas. Como siempre su apretón de manos fue fuerte. La conversación fue todo el tiempo encaminada a la carrera y a la comida de después. Él quería ir a comer a un mexicano, pero otros habían dicho, un chino, un turco, comida española y convencí a Raúl para ir al restaurante de Khaïra y eso sí, le dije que tenía que ser el quien llamara. Me fue muy fácil convencerlo, porque era un poco testarudo y me sorprendió. Mientras estábamos allí, le estuve observando muy atentamente y no percibí nada de lo que me dijo Toni.
+ Ahora que ya hemos solucionado todo eso. Puedo abrirte en confianza mi corazón y que quede entre nosotros. (En ese momento me vino a la cabeza todo lo que me dijo Toni y temí lo “peor”)
+ Te escucho. (No me salieron más palabras)
+ Recuerdas el día en el que Toni hablo de esos locales a dónde va el y que el único que lo entendiste fuiste tú, porque también habías tenido experiencias similares aunque no en esos sitios. (Me hablaba como en clave y no teníamos a nadie alrededor)
+ Si me acuerdo y ¿Qué es lo que pasa con eso?
+ Ahora viene lo más fuerte y lo más delicado. Espero que no me interpretes mal. (Intuía ya por donde iba) Es algo más que una fantasía y me explico. De acuerdo que me gustaría ver a mi mujer con otro. Lo que pasa que lo quiero hacer también, porque mi mujer tiene un poco baja la autoestima. Después de haber tenido dos hijos, se ha quedado un poco rellenita, los pechos le crecieron bastante y si a eso le sumamos que ya los tenía grandes pues imagínate. El caso que cuando estamos en nuestros “momentos” le fantaseo con otro hombre, ella se enardece a puntos insospechados, lo que pasa que cuando acabamos y lo hablamos, me tacha de loco y si no lo hace, empieza a decirme que esta gorda y se viene abajo.
+ No te interpreto mal y dejémonos de tonterías. Tú quieres que me folle a tu mujer y ser un cornudo. Hasta ahí todo claro y no me escandaliza, ahora una pregunta, ¿Por qué yo?
+ Anda que eres suave, joder que directo. Pues sí, básicamente es eso. Y he pensado en ti porque ya que quiero que mi mujer disfrute, que por lo menos sea con un tío que este bien, que sea simpático y que este bien dotado y si la tienes así en reposo, no veas cuando se active.
+ Pues no sé qué decirte. No porque me parezca mala idea, que todavía no lo puedo decir. Lo primero es que nos tenemos que gustar tu mujer y yo. Luego no conozco nada de ella.
+ Es una mujer muy ardiente, tiene 37 años. Ya te he dicho que con algún kilo de más, pero aunque antes estaba de 10, para mi esos kilos han hecho que rebase esos 10. Le cuesta “arrancar” pero cuando lo hace no se detiene en nada y le da igual todo y si la sabes llevar haces con ella lo que quieras.
+ Mis dos últimas preguntas, ¿lo habéis intentado antes con alguien? ¿ella sabe que me lo estas proponiendo o que me lo ibas a proponer?
+ He querido ir a algún local de parejas pero se ha negado en redondo, no le parece un lugar apropiado y sobre todo, le da miedo que alguien nos viera entrar y de poner anuncios en alguna web, tampoco quiere que no se fía de lo que pueda aparecer.
Antes de despedirnos me dijo que su mujer le iría a recoger después de la comida, que así me la presentaba y podría decidir. Decidí no contarle nada a Toni, mantendría pasase lo que pasase el mayor de los silencios. El día de la carrera fue como la de muchas otras. Mucho cachondeo antes de empezar y luego corrimos prácticamente en grupo. Al terminar fuimos al coche de uno de los del grupo y recogimos nuestros chándales. Nos lo pusimos y como era la hora de comer nos fuimos al restaurante. Nada más entrar en el restaurante vi a Khaïra y cuando me vio, que no se lo esperada, se ruborizo un poco y sonrió, cuando nadie la veía me guiño un ojo. Antes de que aparecieran su madre y su tía, me acerque a ella como quien no quiera la cosa. De forma acelerada me soltó, “es que esta mi prometido y mi madre me quito el móvil para evitar que el vea las tonterías del wasap. Pero se va en unos días y ya te llamo, que tengo muchas ganas de verte” y cuando le iba a responder apareció la madre, que por su cara nos había visto hablar. Su cara era de pocos amigos y me saludo con tirantez.
El desarrollo de la comida estuvo divertido. No le quitaba ojo a Khaïra ni a su culo. Ella lo sabía porque siempre que podía se ponía de espaldas a nuestra mesa. Mis compañeros de comida, hacían todo tipo de comentarios subidos de tono de ella, de su madre y de su tía. Me había olvidado de todo, incluso de lo de Raúl que ni acordarme. Terminamos de comer y cuando nos marchábamos, los que habían llevado coche se ofrecían para acercar donde hiciera falta a los que no lo habíamos llevado y Raúl estuvo muy ágil, cuando dijo que él me llevaba a mí. En ese momento recordé lo de su mujer. Al llegar a donde había quedado con su mujer, la vimos fuera del coche y fumándose un cigarro. Me la presento como Mercè, (37 años, un poco menos de 1,70, rellenita como dijo su marido y efectivamente dos tetas inmensamente grandes) pero me fije más en ella el culo era grande y respingón, las piernas eran muy bonitas, bien torneadas y lo mejor, era una de esas mujeres que irradian sexualidad y tenía una cara de ser muy cachonda, aunque hablaba con cierta timidez y cuando nos presentaron, estiro la mano rápidamente, lo que no me permitió darle dos besos de saludos.
Tome la iniciativa y les invite a tomar algo. Mercè no puso muy buena cara, pero al decir si su marido, se resignó y fuimos. Nos metimos en una cafetería y la conversación la llevábamos casi en su totalidad Raúl y yo, porque ella poco hablaba. Mercè nos dijo que salía un momento a fumar y la veíamos por la cristalera. Raúl me pregunto si me gustaba. Le dije que estaba muy bien, pero que la veía demasiado tímida, que no la veía muy predispuesta. Él me decía que era porque nos acabábamos de conocer, que le dejara a él. Cuando su mujer termino su cigarro volvió a entrar y Raúl nos dijo, “disculparme un momento que voy al servicio, si tardo no os preocupéis, que me debe de haber sentado mal algo de la comida” y nos dejó solos, la cara de su mujer fue de contrariedad.
+ En que aprieto nos ha metido tu marido.
+ ¿Por qué? (pregunto nerviosa)
+ Porque no eres muy habladora o es que no te he caído bien y ahora quedándonos los dos solos, que aprieto, ¿no? (se lo dije sonriendo y mirándola a los ojos)
+ Jaja, mi marido que es así de oportuno. No me has caído mal, solo que soy un poco reservada cuando no conozco a las personas. ¿Cuánto hace que conoces a Raúl?
+ Pues no te sé decir, nos conocimos en el gym y poco a poco, hemos ido entablando una pequeña amistad, igual que con el resto de los que hemos ido a la carrera.
Seguimos hablando y sin resultar baboso, le hice ver que era muy atractiva. Logre hacerla sonreír bastantes veces y su mirada ya cambio, ahora estaba más receptiva, aunque tampoco para tirar cohetes. Al regresar Raúl, ella dijo que se iba a fumar otro cigarro. Nada más quedarnos solos le dije a Raúl, “se te ha notado mucho lo de querer dejarnos solos” y el pasando de lo que le decía solo me respondió, “¿Qué tal? ¿Ha habido química?” y mi respuesta no fue lo que esperaba, “pues no sé qué decirte, ya me lo dirás tú, de todas maneras cuando estéis como dices tú en vuestros momentos, méteme a mí en ellos y así vas saliendo de dudas y ya me dirás” mientras hablábamos vi como ella miraba de vez en cuando, cosa que antes no hizo. En cuanto entro terminamos lo que estábamos tomando y nos fuimos.
La verdad que me había gustado la mujer de Raúl, era una mujer con mucho morbo. Esperaba que en un breve tiempo, Raúl me diera buenas noticias, ya que tenía muchas ganas de estar con esa mujer. Al llegar a mi casa vi en los jardines a varios vecinos, entre ellos a Francisco y Alicia, los salude a distancia alzando una mano respondiéndome al saludo Francisco y ella pasando, estaría enfadada conmigo, algo que me daba igual. Me subí a casa, me di una ducha y me vestí cómodo, luego me fui a ver que partidos de futbol echaban. Llaman a la puerta, miro por la mirilla y veo a Francisco. A la cabeza me vino que la mujer le había contado nuestra conversación. No tenía muchas ganas de discutir, pero tampoco quería posponer un mal rollo y abrí la puerta.
+ Hola, perdona que te moleste, ¿puedo pasar? Que quiero hablar contigo.
+ Ah, sí por supuesto, pasa, perdona que no te lo haya dicho. (Entro y nos fuimos a donde estaba viendo la TV) Vale cuéntame lo que pasa.
+ Oye que si te viene mal lo dejamos para otro día.
+ Que va, ya que estas aquí, adelante y al toro (Creyendo que venía por lo de su madre)
+ Lo que te pido que no me cortes y me dejes acabar. (Asentí con un gesto y continuo) somos más o menos de la misma edad, lo que nos diferencia es lo libre que se te ve. No me enrollo y voy al grano. Oigo comentarios sobre ti, que no se si serán ciertos y también oigo a alguna los comentarios favorables que hacen de ti.
+ Los comentarios me dan igual, paso de ellos y ahora hazme el favor de decir a lo que venias, no perdamos el tiempo con divagaciones.
+ Tienes mucha razón. Es un atrevimiento, pero es algo que no puedo contar a la familia ni a los amigos. Bueno ahí va. Mira lo que es en el sexo no me va muy bien de un tiempo para acá. Estoy como inapetente y para el colmo, cuando tengo una erección y me voy a poner el preservativo se me baja. Me cuesta mantenerla. Estoy desesperado y ya no sé qué hacer. Por eso he pensado en que tú lo mismo me podrías echar una mano.
+ Vamos a ver, que yo no me dedico a estos temas. Lo lógico que vayas a un especialista médico y se los expongas.
+ Si ya lo he hecho y no he ido a uno, he ido a tres.
+ ¿Y qué te dijeron?
+ Que estoy bien, que no es nada físico. Que es el estrés, el trabajo. Que todo está en mi cabeza. Luego he ido a un psicólogo y más o menos me ha dicho lo mismo. Pero aunque sigo yendo no solucionamos nada.
+ Pues seguro que cuando te relajes todo volverá a su cauce normal. Has pensado en hacer yoga, que conozco a amigos que les ha ido muy bien.
+ También hago y taichí.
+ Pues seguro que al final con todo eso se te normalizara. Pero perdona una cosa, ¿Qué problemas tienes tu en general? Porque económicos no son, que se te ve que vas muy bien.
+ Son de tipo laboral, por lo menos al principio, mucha presión, mucha competitividad. Aunque luego cuando empecé a “fallar”, vinieron los conyugales. Porque Alicia es muy buena pero cuando se pone cabreada es de aúpa.
+ ¿Pero cuanto llevas así? Si no es inoportuna mi pregunta.
+ Pues empezó a los siete meses de embarazo, que con la disculpa de que no sería bueno, me fui escabullendo. Luego con la cuarentena me fui agobiando más, porque ya mismo se acababa y ahí empezó el fiasco. (La mujer tenía que estar subiéndose por las paredes) Había pensado comprar viagra o algo similar.
+ Tu mismo. Aunque si a los 24 años empiezas a usar eso, no sé. Consúltale a un médico mejor.
+ Como harías tu para “motivarte” si estuvieras en mi situación. ¿Algún juego, algún aparatito, alguna técnica nueva? Porque nosotros es que seamos muy imaginativos en el sexo.
+ Ahí está la clave, en lo que acabas de decir. Usa la imaginación o usar la imaginación.
+ ¿Por ejemplo?
Aquí ya no le deje hablar, aunque creo que no lo hubiera podido hacer. Porque empecé a soltarle todo lo que se me ocurría. Le hable desde hacer el sexting con su mujer o con algún desconocido, al bondage suave. Como también le explique de usar un lenguaje distinto, especifico solo para esos momentos. Cuando dije esto último, no note sorpresa como si la note en lo que le dije con anterioridad. Cuando acabe de hablar, se levantó y se fue muy pensativo. Un poco antes de las 12 de la noche, llamaron otra vez a mi puerta y vi que era otra vez Francisco. Nada más abrir me dijo en voz baja.
+ ¿Te importa que me quede en tu casa esta noche? Es que Alicia me ha tirado de casa.
+ No jodas. ¿Y eso?
+ Porque le he contado que lo había hablado contigo y se ha puesto hecha una furia. Mañana seguro que ya se le habrá pasado.
No sabía qué hacer y le deje quedarse, como nada más tenía mi cama y no era plan de que se acostase conmigo, le deje en el sillón, le di unas sabanas y me fui a dormir. Cuando me levanté el seguía durmiendo y antes de irme le desperté. Se levanto apurado porque se le había hecho tarde. Le deje una llave para que cuando saliera la echase y le dije que por la tarde me la devolviera.
A primera hora de la mañana me llamo Raúl, se le notaba acelerado, me dijo que le había caído bien a su mujer, pero nada más. Se lo habían pasado bien por la noche a mi costa, pero luego en frio cuando el insinuó algo, le dijo que imposible y le tacho de loco, enfermo y más cosas. Raúl me aseguraba que como conocía a su mujer, seguro que era el hombre ideal, además él le había contado que me había visto desnudo y le dio todos los detalles. No me dejaba hablar y me dijo que se le había ocurrido la idea perfecta, “el viernes en vez de ir directo a mi casa, quedamos tu yo, luego llamo a mi mujer y le digo que nos hemos encontrado y que te he invitado a tomar algo a casa, así vemos que sucede. ¿Te parece bien?” mi respuesta fue clara, “me parece bien, pero si dice no o pone muchas pegas, no voy” y así quedamos.
El viernes por la tarde paso a recogerme Raúl, le hice subir a mi casa. Llevaba varios días con el rabo a tope todo el día. Raúl iba a llamar y le dije que pusiera el altavoz. Una vez que su mujer cogió el teléfono Raúl le dijo, “hola amor, me acabo de encontrar con mi amigo Pelayo y estamos tomando algo, le he dicho que se viniera tomar algo a casa, por eso te llamo” ella serena le pregunto si estaba junto a mí y él le respondió que no, que estaba en el servicio y entonces le dijo, “ Raúl es que esas cosas me las tienes que decir antes. No que me pillen de sorpresa. Pero bueno si ya te has comprometido venir. ¿Cuánto tardareis?” Raúl con una sonrisa de satisfacción le dijo que una media hora y ella salto rápido diciéndole que una hora, que tiene que arreglar un poco la casa, la respuesta de Raúl me sorprendió, “si la casa la tienes siempre como los chorros del oro. Vale tardaremos como mínimo una hora, el tiempo justo para que te vistas para ponernos cachondos” y ella le replico, “de eso nada, olvídate, estaré como estoy cuando no viene nadie a casa”
En vez de abrir la puerta Raúl toco al timbre y nos abrió su mujer. Tal como iba vestida y maquilada seguro que no era como estaba habitualmente en su casa. Llevaba un vestuario, no mu recomendado para salir a la calle, pero a pesar de ser muy “llamativo” no era basto. Si estando de pies, se le veía prácticamente todo, sentada tenía que ser un show y el escote que llevaba dejaba ver con más claridad la magnitud de sus tetas, algo exageradas y nunca vi algo semejante. Esta vez sí nos dimos dos besos y como suele suceder cuando me encuentro una mujer así, el segundo de los besos fue más descarado y ella ni se inmuto, es más me miro sugestivamente. Lo que hizo que mi rabo se viniese arriba.
Pero igual que se me vino se me bajo, porque de pronto vi a dos niños pequeños. A uno le costaba andar y el otro más que hablar chapurreaba, este era el mayor. Me entraron ganas de darle un guantazo a Raúl. Al pasar al salón alucine, el salón era más grande que mi casa. En una de las mesas bajas que había, estaba montado como un buffet. La mesa aunque era de las bajas era bastante más grande de lo normal. Ellos se sentaron frente a mí y la visión que tenia de Mercè era absolutamente deslumbrante. Me fijaba más en ellos y era una pareja chocante, sobre todo por la diferencia de estatura y hoy encima llevaba tacones.
Hablábamos del negocio de Raúl, de mi trabajo, de las carreras, de la excedencia que Mercè tenia y que estaba muy a gusto. Mis miradas cada vez más descaradas y cuando la miraba fijamente, ella aguantaba mi mirada. Saltaban chispas y el vino ayudaba a que fueran más intensas. Si no supiera que tenían a sus hijos allí, en ese primer contacto ya habría hecho algo. Dejamos de comer y nos fuimos a unos sillones grandes, esta vez cuando se sentó Mercè, me senté yo, aunque cabíamos los tres. Se oyó a uno de los niños llorar y se levantó Raúl dejándonos solos. Quise soltarle un “puyadita” a Mercè para tantearla y ver por dónde iba ella.
+ Tenias razón el día que nos conocimos, tu marido más que poco oportuno es sencillamente inoportuno. Es más, te diría que las cosas las hace con el culo. (Me senté de lado para verla y ella hizo lo mismo. La diferencia que al llevar pantalones y doblar mi pierna, no se me veía nada, pero a ella que hizo lo mismo, si se le veía aunque se colocó un almohadón)
+ (Se quedo seria a lo que dije y de pronto estallo en risas) No sé porque lo dices pero casi seguro que tengas razón. (Estire un brazo y toque su rodilla acariciándola)
+ Seguro que sabes porque lo he dicho, que se te ve más inteligente que tu marido. Que no sé, pero me da en la nariz, que él se cree que controla todo y me da que no tiene ni idea lo que pasa por tu taimada mente.
+ Ah siiiiii. ¿Y qué es lo que se me pasa? (Con voz sensual y retadora)
Deje que mi mano se metiera por dentro de su corta falda y llegara hasta su coño. Ni se movió solo nos mirábamos a los ojos. Claramente llevaba tanga y lo tenía empapado y cuando mis dedos empezaron a tocarla bien, su mirada se fue perdiendo hasta cerrar los ojos. Oímos la llegada de Raúl y ella me quito la mano de golpe y se sentó de otra manera, yo no la hubiera quitado. Le digo si me puede traer un poco de hielo y vuelve a salir, Le digo a Mercè, “¿Por qué me has quitado la mano?” ella me responde sorprendida , “Porque va a ser, porque venía mi marido” y por su cara entendí que no era del todo consciente de lo que sucedía, así que le dije, “Pues ves a donde quieras y quítate lo que llevas debajo” y apareció su marido con el hielo.
Estábamos los tres otra vez juntos y Raúl me explicaba que su hijo mayor sufría de algo entre terrores nocturnos y pesadillas. Aunque en realidad lo achacaban también a un poco de celos por el pequeño. Por eso lloraba y se despertaba asustado y que cuando ocurría había que quedarse a su lado un poco. Esta vez había traído un escucha bebes, lo puso y se oía de vez en cuando se oía algo, pero nada preocupante. Su mujer se levantó y salió, no tardando en regresar. Se cambio de sitio y otra vez la tenía enfrente. Estaba juguetona, porque abría sus piernas en cuanto se despistaba su marido y se había quitado el tanga.
Por suerte el niño empezó a alterarse, ya sé que no está bien de que me alegrara de eso pero fue así, Mercè hizo el amago, pero solo eso, de ir ella a ver al hijo, pero Raúl se fue nuevamente y ella de manera sibilina le dijo, “hasta que no esté bien dormido no lo dejes” y se marchó. Me fui hacia ella y con cara de preocupación, la di un buen morreo y se apresuró a decirme que solo había sido un juego, pero que no iríamos a más. Aunque era grande y pesaba, la levante y la di la vuelta, le subí la falda y quede prendado del culo tan generoso que tenía. Continúo protestando pero sin alzar la voz. Se lo acariciaba con deleite y a continuación toca su empapado coño, se lo tocaba todo desde el ano hasta el clítoris. Protestaba de aquella manera, sobre todo conteniéndose de que no se la oyera.
Bajé la cremallera de mi pantalón vaquero y se dio cuenta, quiso darse la vuelta mientras me decía, “eso sí que no, no te vuelvas loco” y no la hice caso, en el momento que sintió mi rabo a lo largo de su raja, no quiso moverse más, aunque seguía diciéndome que no. Todo paro cuando se lo metí, entro perfectamente y dejo de decir no para decirme, “es perfecta, me encaja a la perfección, me has llenado” y mientras oíamos a su marido que le tatareaba a su hijo una canción, me follaba desaforadamente a su mujer. Que hacía auténticos esfuerzos por qué no se le escapara nada, solo bufidos contenidos. Ahora estiro un brazo para atrás, hasta que su mano cogió una de las mías que agarraban sus caderas, la apretó con fuerza y sentí como se corría. Se quedo como una estatua una vez que acabo y al oír que su marido no tatareaba, se salió de mí y se puso en pie, eso sí, sin quita sus ojos de mi rabo, diciéndome, “que barbaridad, Raúl me había dicho que la tenías grande, pero nunca me la imagine así, uufffff”
Le estaba diciendo que no me podía dejar así, cuando oímos a Raúl y me metió prisa con cara asustada para que me guardara la polla. Algo complicado por estar empalmado y por el tamaño. Casi me la pillo con la cremallera y a ella le dio un ataque de risa. Raúl llego diciendo, “ya está, se ha quedado roque del todo” y su mujer le dijo que se iba a bajar a la calle, nos quedamos los dos perplejos y ella nos dijo que se había quedado sin tabaco y que iba al bar de enfrente. Raúl nuevamente se ofreció a ir él. Cuando iba a salir llamo a su mujer, que según se levantaba me miro moviendo la cabeza y me levante detrás de ella para saber lo que hablaban. Raúl le decía, “no seas mojigata ni estrecha, haz algo, ponle cachondo y si puedes haz algo” ella con un morro que se lo pisaba le decía, “sabes que no tengo claro lo de que quieres verme con otro y además estando los niños en casa, me corta mucho” él le dijo poco más, pero siempre tratando de convencerla. Lo último que le dijo antes de salir fue, “que ya verás que polla tiene, que si se empalma será tremenda” .
Me quede de pie y al entrar ella, se dio cuenta de que los había escuchado y mirándome de manera intensa me soltó, “sois dos depravados salidos, no entiendo que a ti te guste follarme delante de mi marido, pero mucho menos entiendo a mi marido, que quiera ver como a su esposa se la follan, ¿me lo puedes explicar? A ver si lo entiendo” mi contestación sacarme el rabo y decirle que me lo debía. Soltó una sonrisa pícara, se acercó y se agacho a chuparme el rabo. Menuda mamada que me hacía, su lengua era tremenda. Mi respiración iba en aumento y ella empezó como a tener prisas. Le dije, “vamos a ser claros, tu marido quiere ver cómo te follan, pues dejémosle” ella se sacó el rabo y mirándome me dijo, “no me fio, lo mismo luego vienen tormentas” y entonces la levante, la apoyé en un mueble y se la metí de golpe. No paraba de decirme que no me corriera dentro, aunque yo sabía que llevaba DIU, le decía que no se preocupara y seguí follándomela, cuando vi que estaba a punto me pare. Enfurecida me soltó, “coño no te pares ahora” y le conteste que estaba a punto y ella con desenfreno, agarro mi rabo se lo volvió a colocar y me dijo, “pues córrete dentro, pero no te pares” y nos corrimos los dos a la vez. Fue muy morboso.
Al regresar su marido estábamos sentados y hablando de lo más tranquilo y en asientos separados. La cara de Raúl fue de desilusión, tal como abrió la puerta, que lo hizo muy silenciosamente, con mucho sigilo, creo que esperaba pillarnos enrollados. Le dio el paquete de tabaco a su mujer, que lo cogió y dijo que iba al aseo y se fue, aunque sabía que estaría escuchando porque me lo dijo.
+ ¿Qué? ¿Ha pasado algo? (Con voz emocionada)
+ Pues nada, que tu mujer además de estar estupenda, tiene buena conversación y es muy simpática.
+ No me digas que no has intentado nada.
+ Pues te lo digo. No la he visto a ella muy dispuesta. Creo que estas tu más por la labor que ella. No será tan caliente como tú piensas o me decías.
+ ¿Qué no? (Indignado) Es una caldera en ebullición.
+ Pues la caldera esta hoy apagada.
+ O que tú nos has sabido manejarla.
+ Entérate, lo que tenías que haber hecho, era que se vistiera más provocativa. Por ejemplo haber bailado y meterle mano estando yo, cosas de esas. No estar haciendo el tonto.
+ ¿Dame alguna idea?
+ Un día podemos ir al cine los tres juntos.
+ ¿Al cine? (Extrañado)
+ Si, al cine. Pero antes le tienes que hacer que se vista muy descarada y eso sí, sin pantalones. Que se siente entre los dos y el resto, como no formara ningún follón en el cine, ya me encargo yo.
Oímos a Mercè y cambiamos de conversación aunque Raúl se quedó muy pensativo. Su mujer y yo seguimos hablando y él se puso a mirar su móvil. Nos cortó la conversación para decirnos, “se me acaba de ocurrir que podíamos ir mañana al cine” los ojos de su mujer se iluminaron pero hizo que ponía mala cara y yo dije que por mi bien, que hacía mucho que no iba al cine, su mujer dijo que primero tenía que ver si se podían quedar con los niños y Raúl dijo que él se encargaba de eso, entonces ella dijo que sí. Me aguantaba la sonrisa, porque nos dimos cuenta de las ganas que tenía el tío por ver a su mujer follar.
Habíamos quedado que iría a su casa. La sesión era a las 22:00 horas. Llegue con antelación y llame al portero automático, me contesto Raúl diciéndome que ya bajaban. Salió por el portal Mercè enfundada en una gabardina larga. Me dio las buenas noches y me dijo, “ahora sale el con el coche” y mi pregunta fue clara, “entonces esta noche, ¿Qué pasara?” ella con una sonrisa sugerente me dijo, “que va a tener lo que quiere, lo único que tenemos que putearle un poco, que lo disfrute” y mi contestación fue que estaba de acuerdo.
Íbamos en el coche, ellos sentados delante y yo detrás. Una conversación dentro de lo normal y sin ningún tipo de insinuaciones. No me permitió pagar, que estaba invitado y se fue el por las entradas. No había mucha gente para todas las salas que había. Raúl nos dijo que él iba delante para indicarnos nuestros asientos. Los cogió en la parte de más arriba, los últimos. Mercè se quejó por estar tan atrás, que bien se hacia la tonta y Raúl se justificaba diciendo que era para no oír a nadie comer palomitas en su cogote ni conversaciones, diciéndolo en un tono serio. Me hizo pasar a mi primero y luego a su mujer, quedando en medio como le había indicado.
Me senté y ella se quitó la gabardina, no me extraño que no se la quitara antes. No sé de dónde saco la falda, pero al sentarse se le tenía que ver todo. Se sentó y después de mostrar sus buenos muslos, se puso la gabardina encima de sus piernas, a pesar de que Raúl se ofreció a tenerla el, para que estuviera más cómoda, ella no se la dio. Al ir a hablar con Raúl, mire sus tetas y los botones de su camisa estaban por reventar y se le marcaban dos buenos pezones.
Se apagan las luces, anuncios, tráiler y empieza la película. Era una situación bastante cómica, miraba de reojo, veía el perfil de la cara de Mercè, con su mirada perdida esperando la verdadera acción y su marido, expectante, porque podía intuir lo que pasaría pero no lo sabía, porque tampoco lo sabía yo. Como tampoco se podía saber la reacción de ella y sobre todo la del marido. Porque en alguna ocasión me había pasado, un marido muy decidido pero cuando ve a su mujer con otro, se levanta y dice de irse, que los ataques de cuernos son muy imprevisibles. Llega el momento, empiezo a acariciar con mis dedos muy sutilmente el lado del muslo de Mercè y ella mueve su pierna para sentirme, buena señal, lo que me indica que adelante. Ella se pone en situación y por lo que le dice a su marido y como se lo dice, veo que lo tenía muy pensado. Ella gira su cabeza hacia su marido, hablando con él en voz baja, pero sabiendo que la oigo.
+ Raúl, tu amigo me está rozando con sus dedos y me toca la pierna.
+ Sera casual, no seas mal pensada.
+ Raúl que ahora está subiendo su mano y ya no es un roce, que me la está tocando bien. (No era verdad, pero empiezo a tocársela y la pongo en medio de sus piernas, tapado por la gabardina)
+ ¿Quieres que le diga algo?
+ No, no montes ningún jaleo, pero ¿ha sido idea tuya?
+ Que va, como puedes pensar algo así.
+ No se corta, está intentando llegar ya sabes.
+ Pues aprovecha la ocasión, no diré nada, eso si quieres.
+ Que cerdo que eres, sabes que como llegue me descontrolare, ahora sí, es mejor que le digas algo. (Mi mano ya estaba en su coño y tocaba su clítoris, veía como se mordía disimuladamente el labio)
+ ¿Vas a decirle algo o que vas a hacer?
+ Apáñatelas tú, que siempre dices que eres mayorcita para defenderte.
+ Esas tenemos, pues ahora veras.
Se recostó bien en la butaca y abrió todo lo que pudo las piernas. Agarre la gabardina, se la quite y la puse en el asiento de al lado. Ahora su marido podía ver bien mi mano debajo de su falda. Si en algún momento alguno había estado viendo la película, que lo dudo, dejo de hacerlo a partir de ese momento. Raúl desabrocho bastante la camisa de su mujer y cuando fue a tocarle las tetas ella le dijo, “tú te jodes y solo miras” el no protesto, puso cara de estar orgulloso. No había mentido tenía una mujer muy cachonda y ya no hablaba tan recatadamente. Empezó a tratar de desabrochar mi cinturón como no podía me dijo, “desabróchalo tú, que me falta practica” mientras me lo desabrochaba con una mano, ella me tocaba por encima del pantalón.
Saco mi rabo, lo agarro como un trofeo diciéndole a su marido, “tenías razón es una buena polla, más que una polla, has elegido bien, te gusta ¿verdad? aunque no hace falta que contestes se te ve en la cara” se mojó con saliva la mano y empezó a hacerme una paja delante de la atenta mirada de su marido. A medida que le hacia una paja a ella, se iba poniendo más cachonda y eso le llevaba a que su boca se soltase más y más. “Menuda cara de maricón tiene mi marido, está viendo tu polla y se le cae la baba, si no lo conociera diría que le encantaría estar en mi lugar, ¿sabes que te tenía bien mirada tu polla? Que me ha contado como era y como de grande se la imaginaba, las pajas que se habrá hecho este cerdo?” no la contestaba a nada, la dejaba a ella que se siguiera explayando.
Empezó a estirar más sus piernas, a tensarse y cuando ella le dijo que la mirara bien como un verdadero macho hacía que se corriera, el tapo su boca de forma inmediata y ella se contorsiono sobre la butaca, hasta que se regulo su respiración. A pesar de la oscuridad, con los reflejos de la pantalla pude ver bien las marcas del mordisco en la mano de su marido y ella que se quedó exhausta en la butaca, su pecho subía y bajaba abruptamente. Pero no la paro, no se quedo conforme, se levanto y me hizo ponerme en medio, luego se agacho y empezó a comerme el rabo, miraba a su marido y se lo metía hasta dar una arcada. Lo hacia muy bien y cuando estaba a punto de correrme se lo dije, para que lo oyera también Francisco. Ella se metió con mas ganas el rabo en su boca, hasta que aguantándome decir nada me empecé a correr.
Se atragantó un poco y al hacerlo un poco de semen se le salió. Al terminar, con un dedo recogió lo que se le quedo por los labios y el mentón y estiro su mano para que su marido le chupara el dedo, pero Francisco rehusó el hacerlo echándose atrás. Me dijo que me cambiara de nuevo mirando al marido se metió el dedo en la boca haciendo un ronroneo. Luego lo saco limpio y agarro a su marido fundiéndose en un beso tremendo. Al acabar la película salimos y Francisco me dijo, “te dejamos en tu casa y ya otro día nos vemos” Mercè lo miro con displicencia y le dijo, “no te has empeñado en jugar, pues vamos a jugar a lo grande, que te crees, que una vez que he encontrado un pollón a mi medida, lo voy a dejar escapar sin más. Ahora tu decides, vamos los tres a casa o me voy a solas con el” como pasaban personas cerca de nosotros, Francisco nervioso dijo que siguiéramos hablando en el coche.
Montados en el coche, su marido quiso quedar bien y lo empeoro un poco. Hasta que Mercè le repitió, “tu has sido el que has liado todo, pues vas a tener lo que querías si o si, querías verme con otro, lo veras, querías porque te gusta que te llame cornudo, hoy te lo voy a llamar bien llamado, así que no perdamos el tiempo, conduce y vamos para casa” no se hablo mas de hacerlo o no hacerlo, aunque su mujer no quiso callarse de otras cosas, que podían ofender a su marido.
+ ¿Sabes lo que le pasa?
+ Mujer que lo mismo para ser el primer día, le ha parecido suficiente y quiere ir poco a poco, asimilando las cosas.
+ Tonterías. Hoy lo he tenido claro. Cuando hablaba de tu polla, se le llenaba la boca, la describía con mucho detalle, pensaba que era para provocarme, pero que va, hoy se le caía la baba viéndotela.
+ Dale un respiro, no seas mala.
+ ¿Maaaala? Si le voy a hacer muy feliz, porque ya se lo que quiere. ¿verdad que lo se cornudito? (Francisco la ignoro y eso la cabreo)
+ Venga, no pongamos la situación tensa.
+ No te preocupes si seguro que esta cachondo el muy guarro. Pues maridito, que sepas que si quieres ver algo, vas a hacer de mamporrero y si no te quedaras fuera, así que tú mismo. Bueno de mamporrero y de lo que te digamos.
Iba a tratar de poner un poco de tranquilidad cuando veo los ojos de Francisco por el retrovisor y eran ojos de degenerado, le estaba encantando lo que su mujer decía. Quise comprobarlo y si era cierto, si no me equivocaba, seguro que se pondría mas cachondo, no le quite el ojo mientras le decía a su mujer, “Mercè, pensándolo mejor, creo que tienes razón, lo que no se si sabrás manejar al cornudo maricón que tienes por marido, pero si es un puto” el caso se corre por la expresión que puso y su mujer me decía que ya vería si lo manejaba bien.
Una vez en su casa su mujer fue al baño y nosotros empezamos a tomar una copa, el no hablaba, estaba como avergonzado por descubrir lo que le gustaba y lo anime, “Francisco por mi no te preocupes, no hay nada que me asuste ni me sorprenda, lo que pase entre cuatro paredes se quedara entre ellas, así que como se suele decir, relájate y disfruta, porque yo lo voy a hacer” me lo agradeció con una sonrisa, sin decir nada y alzando el vaso como si fuera un brindis.
Mercè reapareció con un picardías color azul oscuro, trasparente y estaba perfecta. Nos miro le dije que estaba preciosa y ella pidió su copa. Dio un sorbo y le dijo a su marido , “si estas dispuesto y quieres estar, ya sabes que tienes que hacer de mamporrero, así que empieza preparando la habitación” ni lo dudo, ni puso reparos, se fue. Volvió y nos dijo que ya estaba. Al entrar en la habitación me quede sorprendido, parecía un puticlub. La habitación estaba llena de espejos, algunos de ellos de aumento. Paredes, techos y una luz rojiza. Ella se dio cuenta de mi sorpresa y sonriendo me dijo, “cosas de mi marido, para que veas el vicio que tiene” aunque me sorprendió no me disgusto y menos cuando pusieron una luz mas clara, era una habitación para el morbo, el sexo la “depravación”.
Me desnude muy rápido, tenia ganas de follarme a esa mujer. Follármela en condiciones, sin prisas, saboreándola plenamente. Ella también tenia ganas, porque se tumbo a lo ancho de la cama, estiré de ella, coloqué sus piernas sobre mis hombros y empecé a tontear con mi rabo su coño. No protestaba, se limitaba a gozarlo y le dijo a su marido, “a ver cornudo, haz tu trabajo de mamporrero, vamos” y Francisco se acerco a nosotros y mirándome, como si me pidiera permiso, agarro mi rabo y lo coloco en la entra del coño de su mujer. No lo soltaba, hasta que empecé a follármela y no le quedo mas remedio.
Era excitante verla mientras me la follaba, sus buenas tetas se movían a cada embestida que le daba y ella estaba disfrutando un monto. Con la voz entrecortada por la excitación le preguntaba al marido, “¿ya estas feliz? ¿te gusta ver a tu mujercita bien ensartada? Porque esto es una verdadera polla y no la mierda que tienes tu” gire un poco mi cabeza y vi a Francisco pajearse y no es que tuviera una mierda de polla, simplemente que mi rabo era más grande. Empezó a gemir mas fuerte, sabia que estaba muy cerquita ya, aproveche para embestirla con mas vehemencia, con mas rapidez y con un dedo tocaba su clítoris, estallo y que diferencia, como gritaba y además de gritar me decía una y otra vez, “que bueno, que bueno no te pares, por lo que mas quieras no te pares, sigue, sigue, que me vienen más” y se corrió varias veces seguidas, gritaba que nunca le había pasado eso, seguía excitadísima y cuando me corrí ella se volvió a correr un par de veces más.
Su marido se había corrido antes que nosotros y cuando lo hizo uno de sus churretones me cayo en la pierna. Por lo que me fui al baño a limpiarme, que esto era solo el inicio, que quedaba mucha fiesta por disfrutar. Me estaba limpiando y la oía a ella hablar, mas que hablar ordenar, por el tono de voz. Supuse que Francisco quería que me fuera y me daba rabia, pero si se ponía muy mal, me marcharía para que no se estropearan futuros encuentros. Al llegar me había equivocado, porque estaba el marido zampándose literalmente el coño de su mujer con mi corrida. Ella me miraba con cara de excitación y me provocaba con su lengua. Me acerque a ella y le coloque el rabo en la boca, tardo milésimas en tenerlo en la boca.
En nada me crecía el rabo dentro de tan maravillosa boca. Se corrió bastante rápido y en verdad era muy escandalosa, la tía se dejaba llevar, eso era super excitante. Paro de comerme el rabo y me tumbé a su lado, nos besamos y cuando estábamos haciéndolo, sentí la boca de alguien en mi rabo, solo podía ser uno y Mercè cuando lo vio dijo, “joder que perra me pone ver a este maricón bien amorrado a tu polla, uufffff, que calentura, es mejor que en las pelis” y acto seguido quería que hiciéramos un 69 Francisco y yo, quería ver a dos hombres en vivo y en directo. Al negarme se enfadó, creía que era una pose, pero no era así, se puso seria, pesada, borde y desagradable. Hice que se quitara su marido y la dije en tono muy serio, “hago lo que yo quiero y ya te digo que no le voy a comer el rabo a nadie, ¿te queda claro?” y ella muy digna se levando de la cama y me respondió, “pues si no aceptas mis condiciones ya sabes donde está la puerta”.
No fue necesario que me lo repitiera, empecé a vestirme con tranquilidad, pero sin pausa. Francisco se quedo con la cara desencajada y no decía nada. Cuando ya estaba acabando de vestirme, Mercè iba a decir algo y no la deje. “Mercè no quiero oírte más, por lo menos hazme el favor de estar callada, que te has equivocado conmigo y punto” una vez le dije esto me marché, lo hice muy tranquilo y por lo menos me había corrido a gusto dos veces esa noche.