Soy Casada
El se pego literalmente detrás mía en la entrada del metro, si bien es cierto que había muchísima gente y al principio yo pensé que los refregones eran cosa de las circunstancias, en cuanto note su verga hinchada en mis nalgas, empecé a pensar que no era casualidad, a aquel individuo le habría costado horrores colocarse tras de mí entre tanta gente, pero lo consiguió. Yo que llevaba una minifalda blanca con algo de vuelo con encaje me pegue bien los brazos al cuerpo, para que no intentara nada.
Soy Sonia una chica veintiocho años casada, creo que bastante normal, morena, no me considero fea, sin tener un cuerpazo, considero que los hombres me miran lo suficiente para subir mi autoestima, y tampoco quiero mas, mi marido es Carlos veintinueve, muy guapo por cierto, no tenemos hijos! Todavía! ya se sabe la crisis, ¡No!, lo cierto es que llevamos tres años casados y en un par de años nos lo plantearemos en serio, aun somos muy jóvenes y queremos disfrutar un poco mas de esta situación, ya llegara la hora.
Esta historia comenzó una mañana de Sábado que como casi todos los del año, nos levantábamos a las nueve en punto, nos arreglábamos un poco y salíamos a la calle, en el quiosco de la esquina, Carlos, compraba el AS y yo le llevaba a mi madre El Diez Minutos, yo prefería que él fuera al quiosco, ya que el dependiente, me parecía que me miraba demasiado, y no era de mi agrado. Nos dirigíamos dando un buen paseo hasta casa de mis padres que vivían bastante mas al centro que nosotros, había casi una hora caminando. Aprovechábamos a mitad de camino, y desayunábamos en una cafetería muy coqueta que nos gustaba a ambos, el camarero era súper simpático y guapísimo, y me gustaba porque a Carlos parecía que le ponía celoso que el chico me mirara, yo nunca me insinué, pero me gustaba ir algo corta, los sábados, a veces llego a pensar que es para él. Me pongo minifalda y algún escote, que aunque mis pechos no son enormes están muy bien puestos y en su sitio, y al chico no creo que le disguste mirarme, no hay nada de malo en ello, era lo único queme sacaba de la rutina los sábados por la mañana.
Luego de visitar a mis padres volvíamos en metro, aquel sábado seria por las rebajas de verano, que el metro estaba a tope, casi no podíamos movernos para entrar al vagón cuando llegara. Entre tanta gente note que un chico, de nuestra edad más o menos, nos miraba con mucha insistencia como queriendo acercarse, el primer aspecto no me gusto nada, desaliñado barba de una semana, no parecía sucio, seria su imagen pero a mi esos tipos no me gustan, aunque a algunas les pirren, a mi no.
El se pego literalmente detrás mía en la entrada del metro, si bien es cierto que había muchísima gente y al principio yo pensé que los refregones eran cosa de las circunstancias, en cuanto note su verga hinchada en mis nalgas, empecé a pensar que no era casualidad, a aquel individuo le habría costado horrores colocarse tras de mí entre tanta gente, pero lo consiguió. Yo que llevaba una minifalda blanca con algo de vuelo con encaje me pegue bien los brazos al cuerpo, para que no intentara nada.
Mi marido, como siempre no se percataba y todo era haber si encontraba un buen sitio, mientras yo de cada vez notaba mas descaro por parte de mi, llamémosle, compañero. Supongo que al ver que no decía nada a mi marido, ni oponía yo resistencia a sus roces, se fue envalentonado y poco a poco fue apoyando sus manos en mis caderas, pensé en pararle los pies pero, por un momento la situación empezó a excitarme y quise disfrutar un poco mas de sentirme deseada por un extraño, así que lo deje hacer ya que de un momento a otro el tumulto de gente nos haría cambiar de posición y todo terminaría.
No fue así nuestra posición seguía siendo la misma, apenas unos pasos en el interior del vagón, gente pegado por todos los lados que ya apenas me dejaban ver a mi marido, a pesad de estar a un metro de mi. El seguía a la suya levantando la cabeza, intentando encontrar un hueco donde hospedarnos mas cómodos, si ni tan siquiera mirar hacia mi posición, estaban a punto de meterme mano, siendo apuntalada por una verga que no era la suya y el sin enterarse, aquello me excito aun mas el morbo de la situación me empapo mis braguitas blancas preferidas, siempre las llevaba con esta minifalda, por un momento pensé dejarme hacer y así lo hice.
Despegues los codos de mi cuerpo y relaje los brazos, hasta ese momento los había mantenido rígidos para no facilitar nada a mi acompañante, el cual pareció percatarse del mi relajación y comenzó a subir su mano por dentro de mi suéter, con el firme propósito tocar mi pecho. Ya no había marcha atrás iba ha ser manoseada por otro hombre, jamás alguien que no fuese mi marido o mi ginecóloga había tocado mis pechos, me relaje y empecé a disfrutar de todo aquello, no veía el momento de que se atreviera definitivamente a cogerlo, y yo ya era toda suya, en el momento que note su roce en mi pezón, no pude contener un gemido de placer, del cual el se percato y respondió apretándome el pecho con suavidad y empujándome hacia el, hincando su verga mas aun entre mis nalgas, en ese momento mi marido se giro hacia mi y me dijo;
- Cariño ¿Estas bien hay?
En ese momento de vi responderle, que en la gloria pero razone y no pude más que responderle:
- Si mi amor no te preocupes, aquí estoy bien.
La mano de mi acompañante quedaba totalmente sobre mi pecho a la vista de mi marido, quizás por la gente seria que no la vio, pero mi pecho seguía a merced de su mano que para entonces ya había conseguido sacarlo del sujetador y lo tenía a su merced, jugando con mi pezón cosa que me estaba llevando a un punto increíblemente excitante, placer, morbo, estaba entregada a un desconocido.
- No te preocupes, donde vas a estar mejor que aquí Zorra, seguro que con el no estarías tan a gusto.
Me susurro, mientras su otra mano iba tomando posición entre mis piernas
- ¡Déjame cerdo!
Le dije sin mucha convención, ya que cuando me dijo Zorra, note que me mojaba aun mas si cabe, aquella situación me hizo perder la cabeza, me estaba dejando meter mano delante de mi esposo, por un momento pensé en acabar con aquello, pero en ese instante sus dedos consiguieron introducirse en mi vagina, con una facilidad increíble, mi lubricación era total, el insistió,
- Como lo ves Puta, quieres que lo dejemos, o prefieres correrte aquí mismo
Sus palabras fueron ordenes para mi, con esa ultima frase tuve el mejor orgasmo que había tenido nunca, no se como aguante mis gemidos, ni como sostuve mis piernas, no se como disimule mis convulsiones, pero lo hice, que a gusto me quede, daba gracias a Dios y no me importo por un momento que mi marido pudiera enterarse, pero como siempre el a la suya y de que volví en mi, comprobé que no se había enterado de nada, a menos de un metro de mi otro hombre había introducido sus dedos en su adorada esposa, haciéndola sentir el orgasmo mas maravilloso de su vida y el “en Babia”. Por un momento me pareció algo cómico, ya que por lo menos el había estado presente, y siempre podría decirle, sin mentirle, que había sido a su lado el mejor orgasmo de mi vida.
Por otra parte mi acompañante entonces, me exigió su recompensa, cosa mas que comprensible después de lo satisfecha que había quedado, con lo que corresponderle seria lo justo, para dejar el asunto zanjado, y bien zanjado. Por lo que sin cambiar mi posición hice las manos hacia tras y procedí a bajar su bragueta, introduje una de mis manos sacando su miembro hacia mis nalgas, apuntando en todo momento hacia abajo para ser lo mas discreta posible y comencé a masturbar su verga, el miembro en cuestión no era gran cosa mi marido calzaba mas talla que mi acompañante y bien seria por la emoción o por que sufría el buen señor de eyaculación precoz, que no fueron necesarios muchos movimientos para que sus jugos corrieran por mis manos, llegando a manchar mi falda a la altura de mis nalgas, pensé que había sido perfecto, ni tan siquiera me había costado trabajo complacerle, conduje de nuevo la verga a su sitio, saque un clínex de mi bolso, limpie mis manos lo que pude y dando un empujón hacia delante conseguí colocarme mas cerca de mi marido.
Ya llegamos a la estación que era nuestra parada reculemos como pudimos y una vez fuera del metro y en un lugar mas despoblado, contemple estupefacta, como el que había sido mi acompañante de viaje se nos acerca y extiende la mano a mi marido;
- Carlos, como estas cuanto tiempo sin verte, te he visto antes en el interior del metro pero no te he podido saludar, no sabes cuanto me alegro de verte
- Yo también Nicolás, demasiado tiempo, que alegría, te presento a mi esposa
Después de fundirse en un efusivo abrazo, contesto mi marido, acto seguido, Nicolás inclino su cabeza cogió mi mano la arrimo a sus labios y a la vez que la beso, la olio con intensidad, ya que note que aun estaba húmeda debido a mis jugos y pareció regodearse con la situación. Resulto ser un ex compañero de Carlos mi marido, con razón nos miraba tanto antes de entrar al metro, con razón insistió tanto en llagar a donde estábamos. Al inclinarme hacia delante Carlos noto mi falda manchada y lo comento.
- Habrá sido en el interior del metro no se cariño
- Habían dos niños con helados en el interior del metro
Comento Nicolás, que así se llamaba mi acompañante, pienso que para echarme un capote, ya que seguro que noto que yo no sabia bien que decir, puesto bien sabíamos los dos de que era la mancha en cuestión, acto seguido el mismo cambio la conversación y empezó a habrá con mi marido de esto y de aquello, con lo que rápidamente se zanjo el incidente para mi marido, disimuladamente mire hacia atrás cuando pensé que no miraban y mire mi falda, tremenda corrida llevaba encima , un niño con un helado, mi marido se lo creía todo, había chorreado hasta mis piernas y al secarse quedaba como una película blanca de gotas que adornaban mis pantorrillas, mi marido, al verme mirar, me dijo.
- Vamos a casa se que vas incomoda llevas machadas hasta las piernas, mi vida estamos aquí al lado. Acompáñanos Nicolás, es un momento.
Salíamos de la estación acompañados por Nicolás, mi marido le propuso que después de casa saldríamos a tomar algo, había que celebrar el encuentro, comento, y tanto que había que celebrar, pensé, su amigo y yo nos habíamos masturbado delante suya y el ni se había enterado, yo no sabia que era su amigo, pero el, si sabia que era la mujer de su amigo, ya que nos había estado observando antes, menudo sinvergüenza, el tal Nicolás. Este accedió, hasta la noche no tenia ningún plan, comento, cual seria suplan pensé yo, con lo que entre mis pensamientos y mis incertidumbres, ahí caminábamos los tres hacia casa, yo toda la mancha de la corrida de mi “nuevo amigo” Nicolás en mi cuerpo, y mi marido disfrutando del encuentro, con él.
Caminaba callada junto a ellos, dejándoles hablar de sus cosas, y al mismo tiempo intentaba averiguar las intenciones de Nicolás. A medida que avanzaba la conversación, me iba tranquilizando., El estaba solo de paso estaría solo un par de días en la ciudad, para ver a sus padres y se marchaba a trabajar en una multinacional con sede en Asia, tras su divorcio, le comentaba a mi marido, que no había tenido mucha suerte, que necesitaba un cambio y que esta era su oportunidad, para romper con todo y empezar de nuevo. ¡Genial! desaparecerá pronto de nuestras vidas, no quiero líos, pensé, y al mismo tiempo tenia una sensación de alivio inmensa, que me duro bien poco, puesto que cuando voy a prestar atención a la conversación, Nicolás, andaba relatándole a mi marido los motivos de su divorcio, como no su esposa lo había pillado con una amiga de ambos en una fiesta, el achacaba al alcohol su desliz, se disculpaba con que fue la única vez, que por una sola vez no había que ser tan drásticos, pero yo bien sabia que no, que era reincidente y bien que lo sabia yo, que yo supiera ya llevaba dos, la amiga de su mujer y la mujer de su amigo, menudo pájaro el Nicolás. Mi marido lo disculpaba y le daba la razón, cosa que el aprovecho para empezar alabar mi belleza ante mi marido,
- Los hombres somos demasiado débiles ante tanta belleza, sin ir mas lejos tu esposa, mira la, con todos los respetos hacia ambos es preciosas, atlética, sensual, tiene todo lo que tiene que tener una mujer, ni mucho ni poco, en una palabra un bombón. Tiene que ser a la fuerza objeto de deseo de muchos hombres. Estarás orgulloso de tenerla pero, ándate con ojo a mucho despiadado por ahí, y la carne es débil, hasta la de ellas.
El muy sin vergüenza me había descrito perfectamente delante de mi marido, había dejado entre ver que me deseaba, solo le falto decirle lo dura que tenía las tetas y el culo, y que con solo meterme un dedo me empapaba y me corría como una loca, aunque la verdad supongo que el no sabia que con esa descripción me había vuelto a empapar las bragas, menos mal que estábamos llegando a casa. A todo esto ya que mi marido asentía a todo sin problemas, parecía estar encantado con los halagos hacia su mujer, sabia de que el baboso de su amigo casi le estaba diciendo, de forma sutil, que quería follarme. Me hice la despistada y disimule como si no hubiese escuchado nada, ya que Carlos no ponía pegas a las palabras de su amigo, no iba a ser yo la que lo contradijera, en el fondo llevaba mas razón que un santo, la carne es débil, nadie mejor que yo para saberlo.
Ya llegábamos a casa, nuestro piso es pequeño muy recogido, pero para un matrimonio sin hijos, como nosotros, o con pensamientos de tener uno nada mas, era suficiente salón comedor con cocina americana bastante amplio y funcional así como el cuarto de baño y los dos dormitorios con los que contaba, la verdad, es que la decoración que elegimos, convertía a aquella modesta vivienda en un verdadero hogar, lo cual no tardo nada en destacar a su manera Nicolás.
- Carlos, tienes un gusto exquisito para todo, y digo para todo.
Termino la frase, pegándome una mirada de esa que te desnudan. Por primera vez lo mire a los ojos directamente, cosa que parecía que estaba esperando, para mandarme un guiño y una sonrisa cómplice, ¡Dios mío este tío me quiere follar!, fue lo primero que me vino a la cabeza, ¿que hago?.
Les deje solos mientras entraba a cambiar mi maltrecha vestimenta, ya en el dormitorio baje mi minifalda y mis empapadas bragas, que desastre como mi marido no se había dado cuenta, que suerte. Pase al cuarto de baño a refrescarme y limpiarme las piernas de sus jugos, abrí el grifo del bidé con el agua totalmente fría ya que la calentura que llevaba no era poca cosa y había que enfriarla como fuese, a si que pensándolo mejor decidí, que no era para enfriarme, estaba muy caliente otra vez, me recogí un poco el pelo, para no mojármelo y entre en la ducha, al notar el agua cayendo en mi cuerpo, no hacia mas que pensar en lo ocurrido, no me esta sirviendo la ducha para mis propósitos, hice el amago de masturbarme, me roce suavemente sin querer, huyendo de mi misma, deje el chorro de agua hacer de las suyas por un instante entre mis piernas, pero me repuse, no , no ,no, no puedo ser tan Zorra, los dos hombre de mi vida al otro lado de la pared y yo masturbándome, menudo pendón, que manera de dejarme llevar por los instintos mas bajos, que, que, que gusto ¡Dios mío!, no podía parar, me introduje dos de dos como el hizo por detrás, abriendo un poco mi culo empujando hasta lo mas adentro, y allí tuve mi segundo orgasmo en menos de dos hora, creo que nunca lo había hecho, que morbo, que despendole, ¡Dios!. Que a gusto me quede de nuevo, esta vez aunque ahogue mis gemidos para no ser descubierta, convulsione a placer hasta el final, ya me había quedado descansada de tanta calentura y pese estar preparada para el resto del día.
Al vestirme decidí seguir con minifalda, esta vez vaquera, pero me apeteció colocarme tanga en vez de bragas, al fin y al cabo iríamos a tomar algo a un bar y después supuse que el se marcharía y nos quedaríamos solos en casa, a descansar, cuando salí a la estancia donde ellos estaban los vi tomando una cerveza y riendo muy a gusto, En seguida Nicolás reparo en mis piernas que quedaban frente a él.
- Si antes ibas guapa, ahora aun más si cabe. Perdona Carlos no he podido resistir el piropo.
- No te preocupes me hago cargo , vas preciosa cariño
Mi marido entonces me conto el plan, Nicolás nos invitaba a comer y luego tomaríamos una copa antes de que se marchase, estupendo pensé, yo que creía que todo había acabado y casi empezábamos de nuevo.
- Muy bien cariño, como veáis, aquí en el barrio hay buenos sitios, esta bien.
Bueno, miremos el lado positivo, no hare de comer y estaré entretenida, y tanto que lo estaré, dicho esto mi marido entro al cuarto de baño y que sola en la misma estancia con Nicolás que no se cortaba un pelo al mirarme.
- Que buena estas Zorra, nada mas verte he sabido lo puta que eras, vamos a pasar un día increíble, quiero irme a Asia muy contento. Y que el cornudo de tu marido no se entere de nada, ¡Dame tus bragas!
- No
- Quieres que le cuente a tu marido lo ocurrido, crees que le hará gracia saber lo facilona que eres.
- No
- Muchacha, yo solo quiero darme un homenaje antes de irme, y tu resarcirte de tantos años de ser una reprimida, que tiene de malo eso, ¡Juguemos!, no pasara nada que no desees, ¡Dame tus bragas!
Me subí ligeramente la mini falda y obedecí, por que hice eso, que estaba haciendo, no me entendía a mi misma, con esfuerzo para que no me viera mas allá de las piernas se las entregue, al cogerlas las acerco a su nariz, y después de un instante deleitándose con ellas, dijo.
- ¡Ya estas mojada otra vez! Igual ni tu sabias lo puta que podías llegar a ser ¿verdad? Relájate y disfruta, días como este no tendrás muy a menudo.
Otra vez lleva toda la razón, ni yo misma sabia lo puta que podía llegar a ser y por supuestos, días así ni en mis sueños. De repente se escucho la puerta del baño y rápidamente guardo mi tanga en su bolsillo, ya no podía ser más tonta, le había entregado mi tanga, ahora me tenia a su merced ya tenia una prueba para delatarme ante mi marido, para postre yo iba a marcharme de casa sin bragas, con minifalda y lo que es peor, todo esto me había vuelto a poner cachonda, lo que aun me llevaba a un estado de no reconóceme a mi misma, creo que era su voz lo que me trastornaba, yo lo miraba y en realidad no me parecía, ni guapo, ni atractivo, mas bien poca cosa y hasta la polla la tenia mas bien pequeña, que me ocurría. Mi marido salió del baño y me arrojo la falda junto a las bragas que había llevado puestas.
- Toma anda, despistada mira lo que te has dejado en el baño.
Yo recogí las prendas al vuelo, pero las bragas cayeron al suelo, cosa que no paso desapercibida para Nicolás, que cuando me dirigí a meterlas en la lavadora, hizo un gesto como ordenándome que las oliera delante de él, mi marido que nunca se enteraba de nada, quedaba de espaldas a mi con lo que me agache a la lavadora y antes de meter las prendas en ella, preferí oler mi falda que llevaba sus jugos y no así mis bragas, cosa que creo que le produjo mucho mas placer, y a mi también por supuesto, en ese momento de agacharme me di cuenta de que al no llevar bragas tenia que llevar aun mas cuidado si cabe, tuve la tentación de mostrarme ante el pero no, esto había que cortarlo como fuese.
Bueno, por fin salimos de casa eso me hacia estar mas tranquila, caminando por la calle no podría suceder nada, mis sensaciones al ir sin nada debajo de la falda, me tuvieron entretenida en el trayecto, la ligera brisa que notaba, me confortaba mas que molestarme, casi agradecí esta nueva sensación. No tardemos en llegar al restaurante, que estaba a un par de calles de casa, mi marido y yo no habíamos estado nunca nos parecía un poco lujoso para nuestro presupuesto, pero como esta vez íbamos invitados no había problema, siempre no apeteció ir pero nunca nos decidimos, así que esa fue una buena oportunidad, por un momento me sonreí pensando que había que celebra los cuernos de mi marido, aunque bueno, me había tocado, le había hecho una paja a otro hombre, le había entregado mi tanga, le había permitido llamarme zorra y puta sin romperle la cara, pero no me había follado otro que no fuera mi marido, con lo que técnicamente, empecé a pensar que eso no habían sido cuernos, los dedos no son un pene, la paja era un masaje, “ un poco raro”, pero masaje al fin y al cabo, cualquiera podía robarme un tanga y tampoco era la primera vez que tenia un orgasmo, bueno dos en un día si y uno en un metro lleno de gente, si que era la primera vez, pero en fin que no, que no eran cuernos fue un flirteo y un calentón y ya esta, aquí acabaría todo y punto. Me auto convencí rápidamente y que de satisfecha con migo misma, sin remordimientos, en no pasando de ahí, no tenia mas importancia la cosa.
Entre tanto pensamiento enredoso, ya nos habían asignado mesa y hacia ella íbamos los tres, me colocaron entre los dos, que dando ellos frente a frente y yo sin nadie en frente, el restaurante usaba manteles de estos modernos, cortos que no llegaban a cubrir las piernas, con lo que al sentarme, él señor de enfrente, de unos sesenta años acompañado de su señora, tubo una fenomenal vista de mi “coño” hasta que me percate de ello, por su rostro vi que quedo hipnotizado por la visión que le ofrecía, y aunque no podía dejar de mirar mis piernas, disimulaba, me sonrió con complicidad disimuladamente, cosa que me tranquilizo, el estaba con su señora y parecía inofensivo, pese que le había hecho el regalo de su vida, que le había tocado la lotería aquel día al buen señor, y que en llegar a casa se desquitaría con la señora o se haría una paja pensando en mi y quedaría satisfecho el abuelito.
Nicolás, por su lado comenzó a tocar mi pierna bajo la mesa, y mi marido por su parte hizo lo mismo, me vi en un apuro enorme, si no abría las piernas se tocarían entre ellos las manos y se liaría gorda, si las abría al señor de enfrente le pegaría un infarto. No podía prestar atención a lo que hablaban, bastante tenia con controlar que sus manos no sobrepasaran los limites, sobre todo la de mi marido que no sabia que el camino estaba completamente libre entre mis piernas, y no quería que lo descubriera. Estaba sufriendo, por que no notase nada mi marido, tampoco insistían tanto como para llegar a mis partes pero, mis piernas abiertas ante otro hombre me producía vergüenza pero no menos que excitación, empecé a pensar el aquel señor de forma mas que lujuriosa a pesad de que me parcia bastante mayor para mi, lo veía muy atractivo y con clase, parecía bastante acomodado. Decidí cortar la situación, esta otra vez excitada y eso me hacia vulnerable, nada mas pedir la comida dije que iba al baño. Al entrar en el pasillo de los baños note una presencia detrás, en seguida me empujo hacia dentro de unos de los wáteres de señora y allí contra la paradme dijo.
- No puedo mas muchacha, tengo que follarte, me has puesto como hace tiempo no me ponía una mujer. Tu marido es tonto ese otro metiéndote mano y el dándole coba, menudo cornudo esta hecho, ¡abre otra vez esas piernas!
Era el señor de enfrente, mire hacia abajo y no me podía creer el tamaño de semejante instrumento, es verdad que el hombre no podía mas, que erección y en un hombre de su edad, yo no tenia mucha experiencia, con otros hombres, pero me consolé pensando que no seria bueno dejar a el hombre así y que después de descubrir el juego que nos llevábamos podía contarle algo a Carlos, con lo que baje mi mano y comencé a masajear ese instrumento, que grande, que hermosura, si Carlos la tuviera así. Enseguida aparto mi mano y me dijo
- Yo no estoy aquí para que me hagas una paja, quiero follarte, ya estoy lo suficiente mente caliente de tanto mirarte, ahora vas a saber lo que es una buena polla.
Y tanto que lo iba a saber, me empujo con fuerza de nuevo contra la pared puso suavemente mi pierna sobre el inodoro y allí mismo me la clavo de una sola estocada sin contemplaciones, a esas altura de la conversación mi coño ya estaba mas que lubricado y a pesad del tamaño desacostumbrado entro perfectamente, que manera de bombeaba mi nuevo amante, esto si era follar y no lo que había hecho yo hasta ahora , levanto mi suéter saco uno de mis pechos, con la otra mano cogía mi culo para poder hincar con mas fuerza su enorme verga, chupaba mi pezón con ansia, yo no podía reprimir mis gemidos, que diablos menos mal que aquello esta insonorizado pensé luego, porque el espectáculo fue lo máximo, tuve un orgasmo al primer empujón y acto seguido termine mi segundo con el que no quiso demorarse mucho, lo esperaban, como bien me dijo al acabar, quede parada en la misma posición, disfrutando el momento, mientras el recomponía su ropa.
- Tengo prisa lo siento, ha sido un autentico placer el haberte podido probar, toma esto y si te hace falta cualquier cosa no dudes en llamarme, y perdona si te he molestado en algo, esto no es nada habitual en mi, pero hoy es mi cumpleaños cumplo sesenta y después del espectáculo que me has ofrecido ahí fuera no he podido contenerme. Disculpa de nuevo y muchas gracias preciosa.
El buen señor había sido lo mas amable y educado que jamás había conocido, una voz poderosa y a la vez dulce, seguro de si mismo, Después de follarme de esa manera, tan descomunal, me había pedido disculpas, por si me había molestado, molestado me corrí dos veces en un polvo de cuatro minutos y dice que me había molestado, ¡ven y moléstame cuando quieras!, me dije a mi misma. Cuando volví en mi mire mi mano, para ver queme había dado vi una tarjeta de presentación con dirección y teléfono de una empresa y un nombre y detrás un billete de quinientos euros, por un momento me podía haber ofendido, el dinero, pero yo no lo tome como tal, quise pensar me había pagado para tener un detalle con migo, “por las molestias”, metí el dinero en un pequeño bolsillo de la minifalda, me lave como pude y me seque, aquel semental me había dejado una buena cantidad de esperma en mi interior, y al no llevar bragas no quería que chorreara nada por mis piernas.. Bueno orine, me retoque en el espejo y a la mesa otra vez haber que pasaba. El día estaba siendo completo ya no parecía sorprenderme nada de lo que pudiera pasar, sin duda estaba siendo el más intenso sexualmente de toda mi vida. Caminado hacia la mesa, andaba con la sensación de llevar las piernas mas abiertas de lo normal, lo achaque al tamaño de su polla que me había abierto el coño más de lo que era habitual para mí, y la sensación era muy placentera. Ahora si que había que celebrar los cuernos de mi esposo.
Al llegar a la mesa le sonreí discretamente y volví a entre abrir un poco mis piernas para qué disfrutara un poco mas ahora que estaba relajado, no te un gesto de aprobación por su parte y ahora no estaba dispuesta a que ni Nicolás, ni Carlos, tocaran nada mío en su presencia, lo que él había pagado era para él, así que, le pare los pies y no hubo mas lo entendió y pareció dejarme tranquila. La comida fue exquisita muy buena, buen servicio, tenemos que volver aquí, no dejábamos de repetir Carlos y yo, tan cerca de casa y nunca habíamos venido, yo para mi pensaba que mas que perfecta, lo que había disfrutado yo. Al pedir la cuenta como prometió Nicolás saco su visa y pago al venir el camarero con la tarjeta de vuelta traía una botella de Champan de una muy buena marca en la mano, y nos indico que la había dejado pagada para nosotros, el camarero tenia ordenes de no revelar quien, así que uno quedo pensando que era el otro y yo bien sabia quien había sido, el del detalle.
Después del vino que habíamos bebido, las dos cervezas que me llevaban de adelantos mis acompañante y el mencionado Champan, la cosa estaba bastante animada, sobre todo Nicolás, que por un momento parecía haberse olvidado de sus intenciones conmigo. Nos dirigimos a un pub que habría muy temprano en el barrio, eran las cuatro de la tarde aun dudábamos de que estuviera abierto, pero así era , acababan de abrir, en la calle todo luz y al entrar parecía que era de noche, todo bastante oscuro y bohemio, estábamos casi solos, era muy temprano, mas tranquilos estaríamos.
Pedimos unas copas y nos sentamos en el centro en la barra. En ese momento animado por el alcohol Nicolás, volvió al ataque y le dijo directamente a mi marido.
- Que buena esta tu mujer, si fuese la mía no le dejaba ponerse faldas tan cortas, a nada que se agache se le verán las bragas
- Ella sabe como llevarlas, y hasta donde se tiene que agachar.
Carlos pareció entrar en el juego de Nicolás,
- Haber cariño agáchate un poco, veras como no se le ven las bragas
Me vi entre la espada y la pared, entonces me arrime al oído de Carlos y le dije me las tuve que quitar en el restaurante me las había manchado mucho. El metió la mano bajo y falda y lo comprobó toco mi culo disimuladamente y me susurro.
- Que a gusto vas cariño, ahora no te agaches que no quiero que te vea mi amigo
Y en voz alta dijo.
- Bueno nos dejamos de bromas ya nos enseñaras las bragas cuando tu quieras.
Seguía sin enterarse y además ahora iba borracho, este si me follase un equipo de futbol americano delante de el, pensaría que era una jugada normal, por lo meno no insistió mas con lo de agacharme, pero entonces fue cuando el empezó a meterme mano, mientras hablaba con su amigo, entre toque y toque y debido a la anchura de la falda creo que mas de una vez mi coño quedo expuesto a Nicolás, el cual no parecía desagradarle la situación, aunque me dio la impresión que el alcohol ingerido le hacia olvidase de sus planes, entre risas tonterías y demás estaba entre los dos que estaban sentados en sus banquetas y yo de pie con lo que, poco a poco esta siendo sobada y de que manera por los dos, creo que el hecho de no llevar bragas había puesto cachondo a Carlos y parecía se mostraba complacido al verme rozar con Nicolás, animaba de cada vez mas, a este, a ser mas descarado, hasta el punto de cogerme por la cintura y empujarme hacia el, cayendo en su regazo ante mi marido, que solo dijo.
- Haber si se la vas a meter que ahora esta fácil.
Ya iba a contarle a Nicolás, lo que ya sabía pero, y en fin ,al darle pie ya entro el amigo a saco
- Es que pasa, ¿que no lleva bragas?
- Se las ha tenido que quitar, se le han manchado
Contesto el infeliz Carlos.
- Un momento.
Nicolás salió del garito, y yo, que algo tenia que hacer para hacerme la ofendida recrimine a Carlos para disimular.
- ¿Porque se lo has dicho?
- Mujer estamos entre amigos.
- Que vergüenza ¿ahora que? También quieres que me meta mano, ¡como estamos entre amigos!
- Mujer eso no.
- Pues cuando vuelva ya veremos, lo mismo te pide tócame el coño y tu aceptas, como a todo le dices que si. No se si seré yo la que se lo pida.
De esa manera quise asegurarme, ser un poco más puta delante de mi marido, sin que tuviera derecho a recriminármelo.
- Mujer no te pongas así, son bromas
- Bromas ahora veras, lo que son bromas
En esas que Nicolás, aparece por la puerta y llega hasta nosotros.
- Mira lo que te he comprado, aquí tienes mujer, ahora te podrás agachar para enseñárnoslas si quieres, pero eso si te las tienes que poner aquí delante, si tu marido consiente, claro esta.
Estaba jugando con nosotros, me ofrecía de nuevo mi tanga, el mismo que le entregue en casa, con todo el descaro delante de mi marido, se trago que lo había ido a comprar, a esas oras de la tarde y tan rápido, es que Carlos, se lo cree todo, en fin. Yo que estaba haciéndome la cabreada con mi marido y quería aprovechar la situación.
- Ahora mismo me da igual lo que diga mi marido, ¡dámelas! Y estate atento, vas a ser el segundo hombre que me ve ponerme las bragas.
- Un momento.
Agarro el tanga y lo acerco de nuevo a su nariz, como hizo en casa.
- Déjame imaginar el aroma que luego tendrán, lo mismo luego no me dejareis disfrutar de él.
Volvió a aspirar con todas sus fuerzas el olor de mis jugos que estaban en ese tanga, delante de mi marido esta vez, sin el más mínimo pudor, y este otro que debido a mi cabreo y a su borrachera no se atrevía a decir nada. Me coloque entre ellos, mirando hacia la barra para se discreta, y no ser demasiado vista por los pocos que habían en el local, pero eso si subí poco a poco el tanga hasta llegar a mis rodillas, allí me detuve un instante para preguntar.
- ¿Carlos quieres que siga subiendo?
Carlos, trago saliva atónito y asintió con la cabeza, parecía hipnotizado, gozando con la situación, nunca me había visto hacer algo parecido, ni creo que nunca lo imaginara. Proseguí con la operación, y al llegar a la minifalda deje que mis brazos la fueran subiendo, poco a poco, como si yo no me diera cuenta, dejando a asomar todo mi sexo, en ese momento Carlos salió de su trance y pego un pequeño tirón de mi minifalda, para que no se viese nada. Yo me arrime a oído y le dije
- ¿Qué pasa ante quería que lo enseñase todo y ahora me tapas?, llevo un tanga que me ha traído otro hombre y eso no te importa, a saber de donde lo ha sacado a estas horas, igual se lo ha comprado a alguna puta por la calle,¿ eso te gusta? ¿Te pone cachondo? antes no te hubiera importado que tu amigo me la metiera, se lo has puesto a huevo y además le has avisado de que el camino estaba libre.
Lejos de lo que era mi intención de sacarlo de sus casillas y que explotara, una vez mas me sorprendió y me dejo sin palabras
- ¡Follatelo!, ese imbécil no sabe lo que es una hembra como tu, es lo que quieres, ¡Follatelo! Quiero ver lo Puta que eres, quiero que hagas gozar a otro hombre, vuelve a quitarte las bragas y fállatelo aquí mismo, delante de mí
Ahora que hacer, mi marido cabron y consentido además, jamás me había propuesto, algo parecido, yo no sabia que el tenia este tipo de deseos, jamás me imagines antes de este día con otro hombre que no fuera el, y mucho menos delante suyo. Tenia permiso explicito para ponerle los cuernos, pero porque con Nicolás, tenia una verga que seguro de pues de mi aventura de medio día ni notaria. Era morboso, pero en realidad no me atraía tanto, decidí improvisar, dejarme llevar, y le conteste al oído, de nuevo.
- Pide unas copas, ¿quieres que te ponga los cuernos? Me lo voy a pensar, lo mismo te complazco y hoy te acuestas con unos hermosos cuernos, mi amor.
¡Que cínica!, como si lo que lleva encima el día de hoy no fuese bastante, la conversación de nuevo me había mojado mi recién recuperado tanga, tenia licencia para follar, tenia consentimiento para que a su amigo, un momento, pero igual este sabia el tamaño de su pene y no le importaba que fuese con el, igual sabia lo de su eyaculación precoz y sabia que yo no disfrutaría lo suficiente con él. Decidí dejarme querer, coquetear hasta ponerlos bien calientes a los dos, y luego veríamos, me dejaría llevar, haber donde nos encaminaba esto.
Pedimos una segunda ronda de bebidas, entre roces, risa y tocamientos de mi culo por parte de ambos íbamos calentando la situación, mi marido parecía complacido, bien caliente, ya se le iba notando una buena erección, que solo de pensar en ella, a mi me iba calentando cada vez mas, la inocente esposa que había subido a aquel metro esta mañana, se había convertido, cuatro orgasmos después, en una golfa sin control. Lo que hasta entonces me había pasado desapercibido era el camarero de aquel garito, un chaval bien guapo, uno chenta y cinco por lo menos y unos brazos de gimnasio que quitaban el hipo. El por lo visto no había dejado de observar la escena que estábamos protagonizando y se estaba percatando de todo, como buen camarero, no se entrometió en ningún momento, hasta que el calentón le estábamos proporcionando, lo hizo lanzarse. Cuando lo llame para pagar la segunda ronda, para ello me fui a una esquina de la barra, ya que quise pagarle con el billete de quinientos euros, que aquel amable señor me había regalado, y que no sabría como explicar a mi esposo de donde había salido, en aquella posición alejada de mis acompañantes, pedí la cuenta a muchacho.
- Guapo, ¿me dices que te debo?
Yo nunca decía guapo, ni coqueteaba tanto, pero el alcohol me desinhibida, lo suficiente para ser mas lanzada que nunca, el muchacho hizo como que so se enterara, para que le repitiera.
- Que si me cobras BOMBOM
- No tengo cambio para ese billete, guapa, vas a tener que pagarme de otra manera.
- ¿Como?, ¿Como quieres que te pague?
- Quiero tus bragas, esas que te has puesto delante de mí y si te atreves, ves el hueco que queda en la barra, entre aquellas cámaras, delante de el que creo que es tu marido y el otro.
- Si, lo veo
- Entra a escondidas, metete en el y espera que ahora voy.
Yo obedecí, en aquella misma esquina de la barra volví a sacar mi tanga, y allí mismo se lo entregue no me costo nada de trabajo llegar al sitio indicado sin que me viesen, no me hizo esperar, se planto frente a mi y frente a Carlos y Nicolás, que estaban al otro lado de la barra, ignorantes de lo que ocurría frente a ellos. El muchacho, creo que bastante acostumbrado a esta situación, comenzó a darles conversación, a la vez que desabrochaba su bragueta y sacaba una verga nada despreciable que todavía no había conseguido todo se esplendor, lanzo mi tanga a un cesto en el que por lo menos abrían otros treinta mas, y dirigiéndose a ellos le dijo.
- ¿Y la señora se ha ido?
Pregunto a ambos.
- No, no sabemos, estará en el baño
- Tendrá que llevar usted cuidado con una mujer tan guapa como la suya, no se valla con otro.
El camarero, comenzó a llevar la conversación hacia donde el quería, le producía un inmenso placer, por lo visto hacerse chupar la polla ante los esposos, de las que éramos sus “victimas”, a todo esto yo a lo mío, conseguí poner bien dura aquella verga para pagar, dos cubatas y un whisky, mientras el seguía calentando a mi marido. La conversación, que ya estaba en un tono muy caliente, ya que mi marido había perdido los papeles y estaba irreconocible, condujo a Carlos a empezar a descubrir intimidades sobre mí, cosa que dio pie al camarero para hincar la puntilla.
- ¿La chupa bien su esposa?, a mi me encantan queme la chupen, algunas mujeres lo hacen casi por nada, ser camarero a veces es un chollo, y en cuanto una mujer bebe y le ofreces pagarle las copas chupándola ni lo duda
- ¿Si?
- Prueben ustedes un día no falla casi nunca, estas son las de este año nada mas
Se agacho detrás de la barra, sacando su polla de mi boca, y cogió el cesto de sus trofeos y lo mostro ante semejante par de tontos, que con la boca abierto ni se percataron de que las que estaban encima eran mías. El muy canalla cada vez parecía disfrutar mas con la situación, y con la mamada que le estaba proporcionando, a la que decidí poner fin, acelerando mis movimientos y haciéndolo correrse, cosa que me vino de improvisto e hizo en el interior de mi boca. Con disimulo por debajo de la barra me paso una bayeta mugrienta, para que me limpiase , cosa que hice, no podía salir ante mi marido toda manchada de semen, lo que faltaba. No hacia mas que darle vueltas a la cabeza, ¿cuantas tontas abrimos chupado esa polla, bajo la barra? Que ¡hijo de puta! el niñato, y encima se lo contaba a los maridos mientras lo hacia, que tío, sentí entre rabia y excitación por lo ocurrido, jamás lo podía ni imaginar, chupar otra polla que no fuese la de Carlos y por dos cubatas y poco mas, habrán putas que cobren mas seguro. Pero que era yo, sino una gran puta, me habían dejado hacer casi de todo en un solo día, todo lo recatada y reprimida que durante tantos años había sido, se había esfumado en poco más de seis horas. La ama de casa y trabajadora, fiel esposa y complaciente para su marido, que siempre se había apartado de las tentaciones sexuales, ahora se estaba convirtiendo en la puta de todos, sin oposición obediente a todos sus amantes.
Regrese del “servicio” disculpándome por la tardanza y mis dos acompañantes parecían entusiasmados con el camarero, y Nicolás, que ya estaba bien entonado guiño un ojo al chico y a mi marido y me dijo.
- ¿Si te invito a otro cubata me la chupas?
Todos rieron por la gracia de Nicolás, yo me hice como si no supiese nada del asunto, pero que carajo, reflexione por un momento mire alrededor, observe que estábamos prácticamente solos y arrimándome al oído de Nicolás, le conteste.
- Estoy casada de comer polla hoy, así que si quieres algo, tendrás que darme por el culo que es lo que me falta hoy para completar la faena.
Dicho lo cual me volví hacia mi marido, lo mire fijamente a los ojos y sin mediar palabra, puse mis manos atrás de nuevo como ya hice en metro por la mañana, busque el botón del pantalón esta vez y baje suavemente la bragueta de Nicolás, saque su polla que me parecía de juguete, comparándolas con las que había probado ese día, no quería que se corriera muy pronto, así que fui muy sutil ya que su rápida erección me hizo pensar de nuevo en la eyaculación precoz. Cuando pensé que estaba preparado, me incline y apoye la cabeza en las rodillas de mi marido, que seguía atónito y sin mediar palabra, mire hacia arriba, lo mire fijamente y le guiñe un ojo, a la vez que de mi boca salió.
- Métemela de una vez cabrón, mi marido se impaciente, quiere ver a su puta jodiendo por otro, quiere que le ponga unos hermosos cuernos, rápido que hay mas esperando.
Entonces dirigí la mirada hacia el camarero, que asistía perplejo al espectáculo. Nicolás, obedeció se coloco tras de mi con su pene bien tieso, empapo con saliva la punta, levanto mi minifalda dejando bien al aire mi trasero que volvía a estar libre y se dispuso sin oposición a penetrarme por el culo, como le exigí. Introdujo un poco la punta para abrirse camino en mi inexplorado ano, yo sentía un placer nunca vivido era increíble, la penetración por el culo jamás había pensado que fuese tan dolorosa a la vez que placentera, que gusto Dios mío, el seguía poco a poco como no querían hacer daño ya que mis gemidos, eran confusos entre dolor y placer, hasta que en una envestida, note como sin contemplación, esta vez, como penetraba de mi dentro, a lo cual no pude mas que gritar, gritar, gritar de placer, gritar de dolor AHHHHHHHHHHHH.
- ¡Nena!, ¡nena!, ¿que te pasa despierta?, ¿que te ocurre?
Mi marido, de rodillas en la cama, me miraba asustado por mis gritos.
- ¿Que pasa?
- Estas gritando
- ¿Dónde? ¿Qué? ¿Donde estoy?
- Menuda pesadilla, cariño
Me dijo comprendiendo la situación, todo era un sueño, que nochecita, menos mal era un sueño. Baje la mano a mi entrepierna, me fije que llevaba las mismas bragas blancas que al principio de mi sueño, y empapadas por mi flujo, estaba realmente cachonda Carlos ya se había levantado al baño, lo que aproveche para estirarme en la cama, con las piernas abiertas y disfrutar un poco de la aventura vivida.
- ¿Que día es, Carlos?
- Sábado Cariño, vamos a levantarnos que son las nueve, vamos a casa de tus padres y damos un paseo por el barrio, ¿Te apetece?
Como siempre a la rutina, mejor así, que noche, que bien me lo pase Dios mío, si Carlos supiera lo puta que era en mi sueño, se que si se lo cuento, es capaz hasta de enfadarse con migo.
Como todos los Sábado, nos levantemos a las nueve en punto, nos arreglemos un poco y salíamos a la calle, en el quiosco de la esquina, Carlos, compraba el AS y yo le llevaba a mi madre El Diez Minutos, nos dirigíamos dando un buen paseo hasta casa de mis padres que vivían bastante mas al centro que nosotros, había casi una hora caminando. Aprovechábamos a mitad de camino, y desayunábamos en un barecito muy coqueto que nos gustaba a ambos, el camarero es súper simpático y guapísimo, y me gusta porque a Carlos parece que le pone celoso que el chico me mire. Pero aquella mañana algo de razón llevaban sus celos, El chico del quiosco que no me hacia mucha gracia porque me parecía un baboso, por su forma de mirarme, en mi sueño era su amigo Nicolás, y el camarero de mi sueño ya podéis imaginar quien era, el súper simpático. Aquella mañana era especial aquel sueño me había dado vida, estaba contenta.
Al salir de casa de mis padres, nos dirigimos como siempre al metro, que estaba a rebosar de gente, seria por las rebajas. No nos miraba nadie que chasco pensé, este no es mi sueño. Entramos apretujados como pudimos en el metro, Carlos avanzó un poco más que yo, y hay nos quedemos encajados, bueno no era muy largo el trayecto.
En unos Instantes empecé a notar una mano que levantaba ligeramente mi falda, mire hacia abajo y hacia atrás y vi la mano de un hombre con chaqueta, y algo que me llamo la atención unos gemelos de oro a modo de botones de los puños de la camisa. La mano suavemente iba, buscando rozar mis nalgas, cuando me percate llevaba puesta la minifalda de mi sueño, la vaquera, ensimismada por mis pensamientos y los recuerdos de mi aventura nocturna, parecí haberle dado pie a mi acompañante, a proseguir con su propósito y su mano ya apartaba descaradamente la tira de mi tanga de su posición. Dejo deslizar con mucha sutiliza su dedo por entre mis nalgas, consiguiendo lo que era su propósito, tocar el agujero de mi culo que reacciono al notarse penetrado, por la primera falange de su dedo índice. Me gire rápido hacia el para increparle, cuando de repente al mirarle vi que era el viejo de mi sueño. Quede paralizada pegada frente, era casi una cabeza mas alto que yo, así que quede con la cara hacia arriba y él hacia abajo, quedarme muda, no pude mediar palabra, lo hizo lo proseguir en su tarea, esta vez al quedar de frente quedo todo a su merced, con una voz muy dulce, pero muy varonil y segura me dijo.
- No te hare nada que tu no desees, disfruta del momento.
Así hice, apoye disimuladamente la cabeza en su pecho, me deje hacer una deliciosa paja como en mi sueño. Termino produciendo un fantástico orgasmo que disimule bastante bien, justo al acabar me di la vuelta y en ese momento, vi que Carlos conseguía poner a mi lado.
- ¿Estas bien cariño?
- Si, estoy bien
- Pareces acalorada
- Bueno si, ¿Tu no? Hace mucho calor aquí, y con tanta gente.
- Ya llegamos tranquila.
Al abrirse las puertas del vagón para salir, note un pequeño tirón en un lateral de mi minifalda que en principio no preste ninguna atención. Como de costumbre tomamos una cerveza cerca de casa, tuve la mente perdida todo el tiempo, pensando en lo ocurrido, de allí nos fuimos a comer, compramos algo de comida para llevar y a casa. Entrando por la puerta deje caer mi minifalda al suelo, puse la bolsa en la bancada de la cocina, y recosté mi cuerpo en la mesa de la cocina, abriéndolas piernas con mi trasero ofrecido a mi marido, le ordene.
- Métemela por, favor. Lo necesito cariño.
El ante tal ofrecimiento no me rechazo, y sacando su verga, sin sacarse ni tan siquiera el pantalón, me proporciono un polvo perfecto, sublime, quede completamente satisfecha y saciada. El no comento nada lo disfruto como yo, pero no hizo más comentario, no era nada habitual en mí este comportamiento, pero no fue recriminado en absoluto por su parte, igualmente pensó que algo habría pasado que me haría falta un desahogo y así quedo la cosa.
Al recoger la minifalda del suelo y llevarla a nuestro cuarto repare en algo que salía del pequeño bolsillo que tenia, me metí en el cuarto para que mi marido no me viese, y vi que era un billete de quinientos que enrollaba una tarjeta de visita que ponía.
José Joaquín Sáez y Sanz
Director ejecutivo
Grupo Cárnicas Sáez y Sanz S.A.
Ahora trabajo como secretaria particular de director de Cárnicas Sáez y Sanz, somos una multinacional de exportación de productos cárnicos, con sede en quince países de Europa y América, la verdad por mi trabajo viajo bastante, pero con este sueldo que gano ahora, nos compensa el sacrificio a mi marido y a mi, eso si dice mi jefe que esperemos un poco mas para tener hijos, no quiere que pierda la figura.