¿Soy camarera de hotel o una puta? (1)

Después de mucho tiempo sin sexo, casada y con 45 años, me dejo llevar como una puta delante de un cliente del hotel

Llevaba años de no trabajar en nada y siendo mantenida por mi marido, que era el único que llevaba dinero a casa. La verdad es que no me quejaba, siempre teníamos para comer, pagar facturas y permitirnos algún que otro capricho pero tenía ganas, ahora que mis dos hijos ya no dependían tanto de mi, de hacer algo por mi misma asi que envié varios curriculums y al cabo de dos meses me aceptaron como camarera de un hotel  del centro de Madrid.

Muy ilusionada empecé mi trabajo arreglando y limpiando habitaciones en la séptima planta del mismo ya que esa era la planta que me asignaron. Al ser un hotel no muy grande cada planta tiene 10 habitaciones solo asi que mi trabajo era relajado y mi carácter y animo estaba muy subido. Además, me facilitaron un vestido de trabajo, con falda amplia y blusa a juego que me quedaba muy bien, me sorprendió ya que en los últimos años mi vestimenta era de pantalones y camisas en todas sus variedades, lo de llevar falda solo era para ocasiones muy especiales.

Os tengo que contar que las relaciones sexuales con mi marido sestaban muertas desde hacía 10 años ya que le descubrí una pequeña infidelidad y desde entonces, unido a que yo estaba en plena fase de criar y cuidar niños pequeños hizo que mi interés por el sexo fuera mínimo tirando a nulo, además que ya no me consideraba a mis 45 años una chica atractiva, me había convertido en una “mujer mayor”. Desde entonces no había tenido ninguna relación sexual y no imaginaba ni por asomo lo que pasaría en los días siguientes a mi ingreso como trabajadora de este hotel.

A primeros de mes nos reunieron a todas y nos comentaron que el hotel iba a estar prácticamente ocupado en las próximas dos semanas por un grupo del cuerpo de bomberos de otras comunidades de fuera de Madrid ya que asistían a un congreso junto a un curso con prácticas. Las compañeras más jóvenes sonreían ya que los bomberos….bueno, ya sabéis, todas nos los imaginamos jóvenes, fuertes y simpáticos, y tenerlos allí durante dos semanas era todo un “acontecimiento”.

Llegaron todos ellos al cabo de dos días y se distribuyeron por todo el hotel como os contaba. En mi planta asignaron cuatro habitaciones dobles para ellos y cuando iban entrando a las habitaciones yo estaba en el pasillo haciendo cosas. Todos me saludaron muy amablemente y además con deje andaluz, cosa que agradecí ya que son graciosos y algunos tenían la mitad de mi edad, podían ser incluso mis hijos. Me propuse cuidarlos al máximo durante esas dos semanas y hacer un poco “de madre” si tenían alguna necesidad o les faltaba algo.

Los días transcurrieron y ellos entraban y salían, al curso, a las practicas distribuidos en turnos y cada vez la relación con ellos era más personal. Les gastaba bromas, los despertaba cuando se quedaban hasta tarde con frases graciosas para hacer sus habitaciones, les llevaba toallas limpias, escuchaba cuando me hablaban algunos de sus hijas pequeñas, de su ciudad y de lo dura que era su profesión. Un día entré a una de las habitaciones creyendo que estaban fuera y me encontré a uno de ellos aún en la cama, solo, ya que su compañero había salido.

-          Pasa, pasa, ya me levanto

-          No hombre, sigue descansando y vuelvo luego

-          No, no, en serio….empieza por el baño mientras echo 5 minutillos más aquí que estoy muy vago hoy, jajaj. Luego cuando acabes entro yo al baño y haces las camas

-          Hay que ver…..que dormilones sois, si ya son las 10 de la mañana!  Venga, empiezo y ya me avisas.

Como me dijo, empecé a hacer el baño de la habitación. Mientras lo hacía escuchaba el sonido que salía de la televisión que tenía encendida y prestaba atención a una noticia que estaban dando afinando el oído. Al prestar atención también oí que el chico mascullaba algo en voz baja pero me interesó, asi que dejé los productos de limpieza y con mucho cuidado me asomé a la habitación intentando que no me viera.

Mi sorpresa fue ver lo que hacía. Se había desnudado, medio tapado con la sabana y se estaba tocando mientras decía cosas inconexas entre gemidos leves. Me metí otra vez al baño para que no me viera con el corazón acelerado y pensando que hacer pero, era una situación un poco “rara”. Me di cuenta de que me había excitado el verlo así aunque fueran solo unos segundos pensando a la vez que yo, a mi edad y sin tener sexo desde hace mucho, me había calentado ver a un chaval de 27 años tocarse de esa manera.

Con las mejillas arreboladas y llevada por la excitante situación volví a asomarme un poco procurando que no me viera y….si, seguía tocándose la polla pero esta vez ya la sabana no la cubría y pude verla en todo su esplendor. Nada que ver con la de mi marido, una polla dura, gruesa y con las venas marcadas que hizo que fijara la vista en el vaivén de su mano subiendo y bajando. Me volví a meter dentro del baño pensando “joder, ¿Qué haces? Te va a ver! Madre mía que bien se lo está pasando y yo aquí a tres metros de esa cama…no, no te dejes llevar, eres una mujer casada, no debes, no deberías….”

Y entonces mi otro yo hizo algo que ni me imaginaba. Después de tocar levemente mis bragas por debajo de la falda y darme cuenta que estaban empapadas como hacía mucho que no sentía, cogí la fregona y salí decidida del baño a la habitación. Al verme salir de sorpresa se tapó rápidamente como disculpándose con la mirada. Unos ojos castaños, pelo y barbita bien cuidados a la moda y guapo a rabiar.

-          Perdón! – Le dije. – No sabía, no debería haber salido, sigue con tus cosas, ya me voy…..-dije con boca pequeña y sin dejar de mirar la tienda de campaña que hacía su polla con la sabana…

-          No, perdóname tú a mí, yo tampoco debería…

No pasa nada, es normal, eres joven y estás lejos de casa, echarás de menos a tu novia, no te preocupes!

-          No, no tengo novia ahora, me dejó hace más de tres meses . perdóname por favor, llevo tiempo si….bueno, sin sexo y no me acordaba de que estabas aquí.

Me quedé mirándolo fijamente, sin moverme y esperando no tener cara de puta. Si hubiera sabido lo mojada que estaba….

-          A ver….es que me da un poco de pena verte así, entiendo esa falta, si tu supieras..

-          E l qué?

-          Lo que produce la falta de sexo, te entiendo perfectamente

-          Ya, si…

-          Bueno, lo dicho, ya he acabado con el baño, me voy a hacer otra habitación y vuelvo después a hacerte la cama, ¿te parece?

Su mano se había ido otra vez a su entrepierna ye entonces me dijo..

-          Sé que no está bien, lo sé, pero sabes? Esta situación me está excitando mucho, no me había pasado antes, nunca, y estoy un poco confundido…..puedo….puedo pedirte algo?

-          Dime

-          Puedes quedarte un momento mientras sigo? Solo quedarte, mira si quieres o no, no te obligo….es muy excitante pero no sé si debo…..joder….-decía sin dejar de tocarse

Yo estaba a mil. Lo pensé un momento, me volví, cerré la puerta de la habitación por dentro y me apoyé en la pared. Mis tetas estaban duras como piedras y los pezones me dolían.

-          Hazlo, que coño. Pero rápido, mis jefes me echarán en falta si me entretengo mucho.

Entonces apartó la sabana y dejó la polla a mi vista, mas hinchada incluso que antes….y empezó a acariciarla despacio, mirándome a la vez. Fueron dos minutos eternos, él gimiendo flojo y yo mirando fijamente ese trozo de carne con la cabeza brillante hasta que dijo algo que rompió la magia.

-          No….no puedo terminar, no sé qué me pasa, nadie me había mirado antes en una situación así, estoy como….descolocado.

Sus palabras llegaban muy lejos a mis oídos. Mi cerebro no regía, seguía mirando la cadencia de su mano subiendo y bajando, absorta. De milagro no había metido mis manos por debajo de la falda para masturbarme yo, era una escena tremendamente sexual y yo estaba ida…

Armándome de valor (y de deseo) le dije unas palabras que pensé que jamás en mi vida hubiera dicho:

-          ¿Me dejas que te ayude y así terminas antes?

Mirándome unos segundos asintió. Así que me fui hacia la cama y me senté a su lado.

(Continuará)