Soy actriz porno, mi hijo, mi partenaire (2 y Fin)
Nuestra página web es muy rentable y ampliamos negocio. Hasta trabajamos en promoción del incesto asesorando a una familia con madre dubitativa.
La cifra de suscriptores de pago de la página crecía en progresión geométrica. Otras muchas páginas incluyeron vínculos a la nuestra y no dábamos abasto para responder los correos electrónicos de felicitación o interesándose por el comienzo de mi incesto con mi hijo y de la relación de él con otra mujer tan madura como Lucía, o por mi relación lésbica con ella, o por cómo follábamos los tres juntos. En fin, un éxito.
Para cuando mi barriga estaba en su octavo mes ya teníamos amasada una pequeña capital y habíamos abandonado la idea de dar a nuestro hijo en adopción. Para entonces el inicio de nuestra página mostraba a Kruel Karla con su habitual aspecto imponente sujetándonos a Orko y a mi, Sondra, con sendas cadenas a collares de acero. Orko tenía un dispositivo de castidad en la verga mientras yo, con un grueso y largo pene de arnés bajo mi enorme barriga, penetraba su ano.
Se desbordó la capacidad de nuestra web y hubo que ampliarla cuando empezamos a publicar los videos de mis torturas mostrando la gran barrigona o los de mis sodomizaciones por perros mientras mamaba la polla de mi hijo y Kruel Karla estiraba con una mano las cadenas enganchadas a los anillos de mi clítoris y de mis pezones.
Kruel Karla también se hizo perforar los pezones, los labios vaginales y el clítoris el mismo día que yo completé mi ornamentación con la perforación de los pezones y otros cuatro agujeros más en los labios. Bueno, realmente fuimos los tres a perforarnos y tatuarnos.
Kruel Karla se quedó con mis antiguos anillos de oro ya que yo, en el papel habitual de esclava sumisa los llevaría de titanio. Orko se hizo un piercing con una gruesa barra atravesando el prepucio y dos bolitas en cada extremo. Se puso un anillo en la bolsa escrotal y adquirió un ancho aro para colocarlo en la base de la bolsa escrotal en cuyo forro también se colocó un anillo.
Mis dos perforaciones nuevas de los labios mayores junto con las dos antiguas recibieron una especie de refuerzos metálicos a modo de ojales que servirían para colgar pesos reduciendo el peligro de rasgadura de los tejidos labiales.
Los tres nos hicimos varios tatuajes. Kruel Karla aprovechó para distorsionar el que tenía con las iniciales de su chulo cuando trabajaba de prostituta y se logró que reflejase las iniciales de mi hijo, su actual macho.
Cada uno eligió los tatuajes a su gusto, siempre representando motivos SM, salvo uno obligatorio para los tres: El anagrama de nuestro negocio, que unánimemente decidimos estampar en nuestra nalga derecha por necesidad, ya que Kruel Karla ostentaba en la izquierda el nombre de Orko rectificado a partir de las iniciales de su antaño proxeneta.
Seguimos trabajando y un día nos llegó un correo electrónico que debíamos meditar. Un hombre nos ofrecía 6.000 euros a cada uno de los tres por una estancia de un fin de semana en su casa mostrando nuestra relación en vivo a fin de convencer a su esposa de que admitiese tener relaciones sexuales con el hijo de ámbos.
Orko, y yo convinimos en la opinión de aceptar al oferta, pero Kruel Karla era de la opinión de que aquello era prostitución y no quería regresar a esos tiempos. No tardamos en convencerla, con diccionario en la mano, de que todo lo que hacíamos era realmente prostitución, aunque no la convencional. Pero a fin de cuentas era, como se define: Actividad propia de quien mantiene relaciones sexuales con otra persona por dinero. Karla objetó algo sobre nuestro mutuo amor y no pudo defender que nuestro mutuo amor se expresaba en nuestra cama en privado. Lo de la página web en un estudio y con difusión pública era para ganar dinero y por tanto era lisa y llanamente igual que la prostitución convencional.
Aceptamos la oferta y nos presentamos en una magnífica mansión en el campo el día y la hora acordados. El hombre que nos contrató era alto y apuesto, de unos 45 años, su hermosísima esposa tenía 40 y el hijo 18. Ella se llamaba Gracia y había aceptado como máximo presenciar en vivo nuestra perversa conducta, pero de antemano advirtió que nunca conseguiríamos que se prestase al incesto como pretendían marido e hijo. Para que ellos no dijesen de ella que estaba cerrada de antemano, se había prestado a permanecer desnuda al lado de ellos por lo que pudiera ocurrir durante el espectáculo.
Kruel Karla, Orko y yo nos desnudamos en una salita adjunta al enorme salón donde iba a tener lugar nuestra actuación y nos colocamos nuestros atalajes fetichistas. Salimos a escena con Kruel Karla conduciéndonos a Orko, a gatas con una cadena al cuello, y a mi de pie. con otra cadena enganchada a mi gran argolla del clítoris y estirando éste brutalmente por el propio peso.
No se tomó mucho tiempo Karla para explotar la puesta en escena:
- Esclavo Orko, hijodeputa, calma las ansias de tu puta madre.
Inmediatamente me tiré al suelo para deslizarme bajo él, que estaba a cuatro patas y aferrarme a su herrada polla para acariciarla y mamarla con movimientos y expresiones de incontinencia y lascivia.
- Esclavo Orko, enfría con tu saliva el candente coño de tu puta madre.
Orko se apresuró a completar el 69 tratando mi coño con sus dedos de una manera muy violenta. Introduciéndolos en mis dos agujeros y abriendo estos para que el trío de espectadores contemplase a gusto mis intimidades.
Unos minutos estuvimos manipulando cada uno al otro sus genitales con la mayor brutalidad posible sin llegar a hacernos daño. Cambiábamos de postura siempre para permitir a aquella familia la máxima percepción de nuestras incestuosas y depravadas prácticas sexuales mientras Karla sugería, ordenaba y lanzaba procaces expresiones de acicate.
Me di cuenta de que los dos hombres estaban empalmados, y uno a cada lado de su madre y esposa, intentaron enardecerla. Ella permitió a su marido acariciarla los muslos hasta llegar a la ingle, pero rechazó varias veces la aventurada mano de su hijo, hasta levantarse y sentarse al otro lado de su marido interponiendo a éste con su chico.
Karla hizo avanzar el espectáculo.
Orko, vicioso, fóllate a tu puta madre. Fóllale primero el coño de donde saliste y después el culo. Y después alterna esos dos sucios agujeros de ramera barata.
Sondra, golfa lúbrica e incestuosa, abre bien tus orificios para ofrecer placer al pervertido que engendraste.
Después se acercó al chico de la familia y tomándole con todo desparpajo por la polla lo condujo ante mi para ofrecer su verga a mi boca que acogí con deleite. Me encontraba enculada y encoñada alternativamente por mi hijo con la boca ocupada en el otro chico. Karla se dirigió a Gracia:
- Mira esta hembra. Esta hembra es de provecho. Está dando placer a su hijo y al tuyo. Y a cualquier desconocido que lo quiera. Y hasta a los perros les da placer. Millones de hombres se habrán masturbado tan ricamente viéndola actuar. Tu, en cambio no eres una hembra bien explotada. Eres un desperdicio. Eres hermosa y solo te ocupas de un hombre. Vaya despilfarro de la naturaleza. No mereces ni vivir.
Gracia quedó pensativa. El brillo líquido de sus labios vaginales indicaba que no era nada indiferente a lo que veía. Por fin se entregó ansiosa a las caricias de su marido en un intento de apartar los oscuros impulsos que la invadían. Pero Karla siguió.
- Mira a Sondra. Sondra ya tuvo un hijo como tu y dentro de un mes dará otro al mundo. Tu te quedarás ya seca y desaprovechada. Ven al menos a dar placer a Orko.
Tomándola de los pelos la empujó al grupo que formábamos Orko, su hijo y yo. La empujó al suelo y, mientras la sujetaba con el pié encima de sus riñones, retiró a mi hijo, que estaba trabajando mi coño, y ofreció su adornada polla a la boca de la señora. Ella se quedó dudosa y dirigió una mirada a su marido quien la dirigió un gesto de aprobación.
Aún así estaba reticente, pero miraba como hipnotizada la verga de mi hijo. Karla, impaciente, se puso tras ella, le metió dos dedos en cada comisura de la boca y se la abrió para acoger el pene de Orko. Éste lo introdujo sin miramientos y la mujer comenzó a mamar y chupar ansiosamente como si para entregarse a la lujuria solamente la hubiera hecho falta ese poco de poderío ejercido por Karla.
Nuestra dómina controlaba la situación. Fue a por el marido, Daniel, y lo llevó a ocupar su polla en el lugar que dejó mi hijo. Después retiró a Orko de la boca de Gracia y lo envió a su coño. El efecto de las bolas del prepucio de mi chico debió ser la gota que colmó el vaso de su continencia.
- Aaaahhhh. Dame, Orko. Métela bien adentro. Assssffff .... las bolitas de tu polla ... aaayyyy .... como las siento .... ahhhha .. acelera .... más rápido. Orko, por favor ... por caridad .... por dios ... met ... me ... métemela en el culo. ¡RÓMPEME EL CULO YA!.
Gracia estaba ya entregada totalmente al desenfreno. Cegada por la lujuria solo pensaba en el orgasmo. Karla aprovechó que la boca de ella estaba cerca de su hijo y de mi, en el turbulento hatajo que formaba aquella orgía, y separando el miembro de él lo introdujo en su boca que, no sé si consciente o inconscientemente, lo comenzó a devorar fogosamente.
La astucia de Karla fue determinante para el éxito de la empresa. Cuando Gracia estaba a punto de lograr un merecido orgasmo, retiró la polla de Orko de su coño.
- Agsssgggs cabrón, por qué me dejas así. Sigue follándome. Usa mi culo.
Sus protestas por la ausencia de la polla de Orko en su coño no le impedían seguir friccionando arrebatadamente la polla de su hijo.
Cerda lúbrica, ¿Quieres quedarte sin orgasmo o que te metan en el coño la polla que chupas y frotas?
Lo que sea, quiero una polla en mi coño ... y en mi culo ... la que sea.
Golfa puta. La polla de tu mano es la de tu hijo. ¿La quieres en tu coño?
Siiii, siiii. La polla que sea, de quien sea. La quiero en mi coño.
No hubo que indicarle nada al chico. Rápidamente pasó tras las nalgas de su madre y le metió la verga de un empellón en el mojadísimo y superlubricado coño. En ese instante noté mi útero invadido del semen del marido. Seguramente su orgasmo fue acelerado por la visión de su hijo follando a su propia esposa como deseaba tan intensamente.
Mamá, mamá. Te estoy follando. ¿Te gusta?
Si, mi niño, me gusta, me encanta. Dale en el coño a mamá. Dale después en el culo. Usa a tu mamá. Hazla una hembra provechosa.
Si mamá, serás una hembra bien explotada y útil. ¿Me dejarás preñarte?.
Aaaggsfsf ... si querido si ... sssfsffs gggsss te dejaré preñarme las veces que quieras. Es más ... seré tu amante, tu esclava ... y follaremos juntos con papá. Y seré una hembra servicial y feraz agradando a dos magníficos machos.
Su marido, Karla, Orko y yo contemplábamos extasiados a la pareja, sumida en plena atención a saciar su apetito por la desatada perversión recién descubierta.
Yo me había quedado sin orgasmo y pronto reclamé mi derecho que atendió mi hijo. Daniel cuidó de Karla, la astuta guía de la confabulación, a la que tanto debía.
Hubo algún polvo más esa noche de sábado.
El Domingo, antes de comer, Karla ya había logrado que Gracia se sometiese al apareo con uno de los perros de la finca. Y por la trde consintió en lamer la gran vega de uno de los caballos.
Al despedirnos, Daniel pagó lo prometido y extendió otro cheque más por la misma cantidad ya que, según dijo, antes de llegar nosotros tenía pocas esperanzas de que su mujer accediese a practicar el incesto. Pero no solo habíamos logrado eso, además, de extra, habíamos conseguido otra de sus secretas fantasías: Ver a su esposa practicar zoofilia.
Durante el viaje de regreso, la fértil mente de Karla propuso que incluyésemos en la página una oferta para que quien quisiese pagar las tarifas que estableciésemos, follase con nosotros para la página protegiendo su identidad con una capucha. Estaba segura de que sería un éxito.
El tiempo lo confirmó.
En la actualidad, una vez parida, hago escenas de lactante, también muy demandada. Ahora quien está preñada es Karla, que pidió a su chico Orko que la hiciese hembra en toda su plenitud antes de entrar en la menopausia.
FIN.
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