Sospechas y certezas (5)
Basta de sospechas. Esto no da para más!
(5) – Basta de sospechas. Esto no da para más!
Esa semana Mora volvió al trabajo, como siempre la dejaba en su escuela y me iba para el Ministerio. Las tardes eran iguales, llegar a casa y que ella no estuviera.
A media mañana del miércoles, me llama Ruben preguntándome si podíamos almorzar juntos, tenía que hablar algo importante conmigo, por supuesto le dije que si, y me dijo de encontrarnos cerca del Ministerio para que no estuviera tanto tiempo fuera del trabajo. Le dije que si le parecía nos encontrábamos en el bar de Cacho a las trece.
Llegué minutos antes de las trece y Rubén ya estaba en una mesa, saludé a Cacho y a María y saludándolo con un apretón de manos, me senté en su mesa. Le pedimos nuestro almuerzo a María y Ruben me dijo:
-RUBEN: Gabriel, quería hablar con vos porque necesito que hagas un trabajo en mi casa. Tengo cuatro cámaras exteriores instaladas y necesito instalar algunas dentro de casa.
-GABRIEL: Si Ruben, no hay problema, vos me decís cuando y lo hacemos.
-RUBEN: Y necesitaría poder verlas en mi teléfono, ¿es eso posible?
-GABRIEL: Si claro, ¿las que tenés instaladas las ves por el teléfono?
-RUBEN: No, esas solo se graban.
-GABRIEL: Lo vemos y quizás puedas ver todas por el teléfono.
Hizo un pequeño silencio, bajó la mirada, actitud extraña en él, cuando volvió a mirarme me dijo:
-RUBEN: Mirá Gabriel, el tema es así, Marisa es mi segunda esposa, yo quedé viudo hace doce años, mis hijos ya tiene su vida en otros lugares, Joaquín, el más grande que es ingeniero, vive con su esposa en Canadá y Pilar que es arquitecta, vive con su novia en Madrid. Hace unos cinco años conocí a Marisa en Pinamar, me encantó pero le di muchas vueltas antes de decidir una relación con ella, en ese momento yo tenía cincuenta y cuatro y ella veintinueve. Pero después de unos meses ya estábamos saliendo y hace tres años nos casamos.
Marisa tiene una hija pequeña, Sofía de un matrimonio anterior y trabaja por las mañanas en una agencia de viajes de su padre.
Todas las mañanas lleva a Sofi al colegio y de ahí a la agencia y por las tardes suele estar en casa.
El tema es que ante algunas actitudes de Marisa y un poco perseguido que me siento por la diferencia de edad, me gustaría ver que pasa en casa cuando no estoy.
La verdad es que no desconfío de ella, pero quisiera estar seguro.
-GABRIEL: Te entiendo Ruben.
-RUBEN: Te soy sincero, esto que se me ocurrió no me enorgullece, es más, me hace sentirme un viejo pelotudo, pero la verdad es que no quiero encontrarme con sorpresas. ¿Entendés?
-GABRIEL: Claro que te entiendo, y cómo! En este preciso momento estoy en una situación semejante, pero con muchas más sospechas, Mora ha cambiado su actitud conmigo en estas últimas semanas, pasa poco tiempo en casa, hace tres semanas que no tenemos relaciones, el martes fue nuestro aniversario y fue como si nada, le encontré prendas sexys y ropa interior que no conocía, llegó muchas veces a casa en el Fiat de un tipo que no sé quién es, tiene bloqueado el teléfono, y la lista sigue...
-RUBEN: Uy hermano!, tu situación está más complicada que la mía!
-GABRIEL: Ya lo creo! Imaginate si te entiendo!
-RUBEN: ¿Y qué pensás hacer?
-GABRIEL: Te digo la verdad, no sé qué hacer, si la encaro y estoy equivocado, voy a quedar como un tarado, desconfiado e inseguro, pero si no hago nada, me siento como el cornudo que sabiendo que es cornudo, se calla. La verdad no se qué hacer!
-RUBEN: Creo que en tu lugar, esperaría a tener alguna prueba o quizás darte cuenta que las cosas no eran como vos las estabas viendo.
-GABRIEL: Si tenés razón. Cuando vos me digas, ponemos las cámaras en tu casa.
-RUBEN: Tendría que ser de mañana, cuando Marisa no está en casa. ¿Cuánto crees que puede demorar ese trabajo.
-GABRIEL: Supongo que dos o tres mañanas, no más que eso.
-RUBEN: Perfecto, comprá todo lo que haga falta y cuanto antes lo hacemos.
-GABRIEL: Si, por supuesto, yo compro todo y dejame que hable con mi Director para ver como arreglo en el trabajo esas mañanas.
-RUBEN: ¿Quién es tu Director?
-GABRIEL: Flavio López
-RUBEN: ¿Flavio López?
Me hizo un gesto con la mano y tomó su teléfono, marcó a alguien:
-RUBEN: Hola querido, ¿cómo estás? ¿Estás en el Ministerio?... Venite al bar de Cacho que estoy con un amigo…dale te espero.
Cinco minutos después entraba Flavio al bar de Cacho, se acercó a nuestra mesa y con cara de asombro dijo:
-FLAVIO: Hola Gabriel, no me digas que sos amigo de este viejo rufián!
Me dijo con una sonrisa mientras me estrechaba la mano y le daba un abrazo a Ruben.
-RUBEN: Sentate!, ¿un café?
-FLAVIO: Si, claro. No sabía que se conocían!
-RUBEN: Nos conocimos hace un tiempo y es el responsable de todo lo tecnológico del estudio y de mi casa. Es muy capaz, y sobre todo muy responsable.
-FLAVIO: Si, ya lo sé, eso lo veo a diario.
Hablaban de mí como si no estuviera allí, y en un momento Flavio me dirigió la vista y me dijo:
-FLAVIO: Es más, aprovecho la ocasión para contarte algo Gabriel, el lunes pasado, mandé el expediente de solicitud para que se abra el concurso y puedas concursar para el cargo de Jefe del Departamento de Soporte Técnico y Atención de usuarios. Te merecés ese cargo!
Me sorprendieron las palabras de Flavio y solo pude agradecerle mientras Ruben me palmeaba la espalda.
-RUBEN: Escuchame Flavio, necesitaría contar con Gabriel dos o tres mañanas la semana que viene, ¿se puede arreglar eso?
-FLAVIO: No hay problema, lo mando a alguna reunión, o a ver a alguien y listo. Avisame!. Bueno los dejo que tengo una reunión. Gracias por el café.
-RUBEN: Listo, la semana siguiente lo hacemos. Qué buena noticia!!
-GABRIEL: La verdad, no me lo esperaba! Me alegró la mañana.
-RUBEN: Se me estaba ocurriendo algo… ¿Qué te parece si te mando un audio invitándote a un asado el viernes?, lo escuchas delante de tu esposa, para que sepa y ese día te vas como para el asado y te quedás por ahí, y ves que hace ella cuando vos no estás, ¿Qué te parece?
-GABRIEL: ¿Te parece tener que llegar a esto?
-RUBEN: Fijate! Sacate la duda! Quizás tengan una explicación todas tus sospechas, y todo queda en la nada. Yo te mando el audio a la hora de la cena y vos después ves que hacés.
-GABRIEL: Bueno, dale.
-RUBEN: Si aceptás un consejo, querido Gabriel, si en algún momento se confirman tus sospechas, por favor no hagas ninguna locura, no te cagues la vida, actuá pensando la consecuencia que puede tener un arranque de ira o despecho, incluso te puede jugar en contra. Haceme caso!
Conversamos un rato más y volví al trabajo.
Esa tarde al llegar a casa, por supuesto mi esposa no estaba, ya se me había hecho costumbre no encontrarla. Hice algunas compras y preparé la cena.
Mora llegó casi a las nueve, nos saludamos, subió supongo que a bañarse o cambiarse y bajó a cenar.
Estábamos cenando cuando me llegó el audio de Ruben que decía: “Hola Gabriel, ¿cómo estas querido? te espero el viernes en el estudio, adelantamos el asado una semana, porque Néstor tiene que viajar y sabes que no hay quien haga asados como él. Te espero a las ocho y media. Un abrazo mi viejo”
-GABRIEL: Con las ganas de comer asado que tengo!
-MORA: ¿Este viernes? Qué suerte!
Cambiamos de tema y terminamos de cenar. Como estos últimos días, Mora trajo sus carpetas y se puso a trabajar mientras yo lavaba los platos y ordenaba todo.
El viernes llegué a casa como a las cinco de la tarde, todavía no sabía qué hacer esa noche. Mora llegó como a las siete y media, nos saludamos y se fue a bañar.
Pasadas las ocho, decidí prepararme e ir supuestamente al asado, y ocho y cuarto la saludé y le dije que cuando volvía, le avisaba como me lo pedía cada vez que salía de noche.
Di unas vueltas con el auto y lo estacioné a dos cuadras de casa. Me puse la gorra que uso cuando juego al pádel y fui caminando para casa. En la esquina de casa hay una cervecería que tiene mesas en la vereda, como aun era temprano pude elegir una al lado de un árbol desde donde veía perfectamente mi casa. Me pedí una cerveza y me dispuse a esperar.
Habían pasado las nueve y media, la cervecería ya estaba llena de gente y yo ya había tomado tres cervezas.
Faltando minutos para las diez, dobla un auto blanco que me pareció era el de este tipo. Y así fue, encendió las balizas y como la cuadra estaba llena de autos, lo subió a la entrada del garaje de casa.
No bajó del auto, entendí que la venía a buscar y por eso seguía con las luces prendidas.
Minutos después se abre la puerta de mi casa y para mi sorpresa, para que mi corazón quisiera salírseme del pecho, la veo salir a Mora con aquel vestidito negro cortito que le había encontrado entre sus ropas.
La puta madre que lo parió! Se estaba yendo así vestida, con ese tipo y vaya a saber donde!
Y para colmo de males, no los podía seguir, tenía el auto a dos cuadras. El corazón me galopaba y pensaba que carajo hacer.
Fui hasta el auto y vine hasta casa. Entré para ver con que me encontraba.
Una botella de cerveza vacía sobre la mesa, ¿Mora se había tomado toda la botella? Ella nunca tomaba tanto!
Subí al dormitorio, algunas prendas suyas estaban sobre la cama, como si hubiera elegido que ponerse, miré su cajón de ropa interior, no encontré nada raro, hasta que me acordé del cesto del lavadero. Bajé rápidamente a hurgar en él, y ahí otra bofetada, en aquella bolsita sólo había dos tangas, faltaba la negra y el pequeño sobre solo tenía tres pastillas. ¿Se habría tomado una antes de salir o se la habría llevado? ¿Qué mierda eran esas malditas pastillas?
Por la cabeza me pasaban millones de pensamientos, a cual más terrible para mí. ¿A dónde había ido con ese tipo? ¿Por qué me hacía esto? No sabía qué carajo hacer!
Decidí dejar todo como estaba y volver a salir. Me subí al auto y manejé sin rumbo, paré en un bar y me tomé dos whiskys. Volví al auto, estaba tan nervioso que no sabía qué hacer, ni adónde ir. Ya eran casi las doce y estaba bastante borracho, decidí parar en una parrilla, compré un choripán e intenté que mi ropa se llenara de ese olor, para hacer creíble mi coartada de haber estado en un asado, pero no lo pude comer, tenía el estómago revuelto. Volví a parar para tomarme otra cerveza, ya pasaban de la una de la mañana.
Decidí volver a mi casa para ver en qué momento llegaba Mora con ese tipo. En la cervecería de la esquina todavía había gente. Me senté y me pedí la enésima cerveza de la noche, mientras la tomaba le mandé un mensaje a Mora diciéndole que tipo dos, dos y cuarto de la mañana estaba en casa.
Veinte minutos después, dobló ese maldito auto y se volvió a estacionar en la entrada de casa, Mora bajó rápido esta vez y entró en casa.
Mi cabeza no tenía poder de razonar que debía hacer en ese momento, ¿presentarme ya, y encontrarla aun con ese vestido? ¿Increparla? Qué cagón, hoy pienso que lo tendría que haber hecho!
Me terminé la cerveza y fui a buscar el auto, di un par de vueltas y a las dos y cuarto lo dejé en la entrada del garaje, puse la alarma y entré a casa.
Estaba todo ordenado y las luces apagadas. Me saqué la ropa abajo, subí solo en bóxer a darme una ducha. Al pasar por nuestro dormitorio Mora dormía, o al menos eso parecía. Me duché y me acosté sin despertarla. No paraba de pensar, pero con todo lo que había tomado, no tardé en dormirme.
Desperté pasadas las tres de la tarde del sábado, Mora no estaba en la cama. Pasé por el baño y bajé a la cocina. No estaba por ningún lado, se había ido. Sobre la mesa del comedor, una nota suya que decía: ”Salí con mi madre a comprar su regalo de cumpleaños, no te quise despertar”.
¿Estaría realmente con su madre? ¿Me estaría diciendo la verdad? Me contesté que no mentiría metiendo a su madre en ello, pero qué se yo… me venía mintiendo y ocultando cosas desde hacía tiempo.
Tenía hambre, hacía más de un día que no comía nada, me preparé un café y un sándwich de jamón y queso. No tenía ganas de hacer nada, así que volví a la cama con lo preparado y me tumbé a mirar televisión. Mi cabeza iba inevitablemente a la noche anterior, ¿Habría ido a coger con ese tipo?
Decidí intentar poner la cabeza en otro lado, estaba con su madre. Luego del café y el sándwich, me volví a dormir.
Desperté pasadas las siete de la tarde, bajé para ver si Mora había regresado, pero no. Pensé en que podía preparar para cenar y salí a hacer unas compras.
Estaba preparándome para cocinar, cuando casi a las ocho, me llegó un mensaje de Mora: “Cenamos con mamá en el centro y después vuelvo”
-GABRIEL: Perfecto, avisame si querés que las vaya a buscar, saludos a tu madre.
-MORA: Dale, gracias, ella también te saluda.
Desistí de ponerme a cocinar, me sentí un tarado, iba a estar solo y me arreglaría con cualquier cosa.
Unas aceitunas, un pedazo de queso y una cerveza, ¿para qué más?
Cerca de las doce, me fui a la cama y me quedé dormido, no escuché llegar a Mora, no sabía a qué hora había vuelto ni cómo.
Desperté el domingo a las nueve y media de la mañana. Pasé por el baño y bajé a preparar el desayuno.
Cuando me senté en la cama con la bandeja, Mora se despertó y giró para donde yo estaba, como desorientada me preguntó:
-MORA: ¿Qué hora es?
-GABRIEL: Casi las diez
-MORA: Menos mal! Pensé que era más tarde! Dos y media viene Claudia, tenemos que terminar un trabajo.
-GABRIEL: Ah, bueno! ¿Y cómo estuvo la salida con tu madre?
-MORA: Bien, bárbaro! Se terminó comprando un par de sandalias que le hacían falta y estuvimos mirando vidrieras y tomando el té en La esmeralda. Miramos negocios un rato más y me dijo si quería que cenáramos por ahí, que ella invitaba. Hacía tanto que no pasaba un día con ella, que acepté.
-GABRIEL: Está muy bien! No te escuché llegar
-MORA: llegué tipo una y pico, después de cenar, fuimos en taxi hasta su casa y me pidió que tomáramos un té que me quería dar algo.
-GABRIEL: me hubieras llamado, las iba a buscar
-MORA: No, ya era tarde y no te quería hacer sacar el auto. Y me dio una caja con fotos, recuerdos y algunas cosas de mi papá y mi abuela, que quería que yo las tuviese.
Hablamos un rato más, como hacía días que no lo hacíamos, pero yo esperaba que me dijera que había hecho el viernes por la noche, ¿me ocultaría que había salido?
-MORA: ¿Cómo estuvo el asado?
-GABRIEL: La verdad que estuvo bárbaro! Pero me tuve que dar un baño antes de acostarme, tenía un terrible olor a humo.
-MORA: Al final salí el viernes, hable con Julia y cuando le dije que habías ido a un asado, me dijo que no me quedara sola, que fuera con ella a un cumpleaños que tenía. No tenía muchas ganas, me había tomado toda la cerveza mirando una serie, pero me insistió tanto que terminé yendo.
-GABRIEL: Ah! Pero volviste temprano, cuando llegué ya dormías.
-MORA: Si, ni escuché tu mensaje, lo vi ayer cuando me desperté.
Me reconoció que el viernes había salido, pero no como se había vestido ni que aquel tipo la había pasado a buscar y traído horas después, ¿Habría ido realmente con Julia a un cumpleaños o se habría ido a algún lugar con ese tipo? ¿Por qué no me contó que se había puesto? ¿Y la tanga negra? ¿Y la pastilla? Cuantas cosas me ocultaba, la puta madre!
Mi cabeza era una catarata de sospechas, me estaba volviendo loco y sin saber cómo enfrentar todo esto.
Almorzamos algo rápido y a las dos y media en punto sonó el timbre de casa, era su compañera.
Trabajaron hasta pasadas las ocho y yo había decidido proponerle salir a cenar.
Me dijo que estaba cansada y que se quería acostar temprano. Pedimos una pizza y mientras llegaba fui a comprar una cerveza.
Mientras caminaba al almacén, se me ocurrió pensar que quizás se quería acostar temprano para hacer el amor, ya hacía tres semanas que ni nos tocábamos.
Cenamos, nos fuimos a la cama y antes que pudiera siquiera intentar algo, Mora ya estaba dormida.
¿No tenía mi esposa la necesidad de hacer el amor? O acaso saciaba sus deseos fuera de casa? Ese pensamiento me hizo correr un escalofrío por todo el cuerpo.
La puta madre Gabriel! Dejá de pensar tanto en los cuernos! Tenía que tomar al toro por las astas, confrontar a Mora y pedir explicaciones, ¿Qué sentido tiene seguir así? ¿Acaso tengo miedo de saber la verdad? ¿Enfrentá esto, no seas cobarde o te vas a volver loco!...