Sospechas y certezas (24)

Mi nueva vida. Todo certezas!

(24) – Mi nueva vida. Todo certezas!

Llegamos con Javi y Silvina, antes que llegara el camión, abrí el complejo y entramos los autos.

Me sentía tan extraño… estar caminando por el parque sintiendo que todo aquello sería mi futuro. Recorrí la casa donde viviría, la planta alta, no la conocía, y me sorprendí de lo hermoso de aquello, los dos dormitorios tenían sendos placares, el principal, con un baño privado con un hidromasaje y una hermosa terraza con vista al mar.

Llegó el camión, mientras esperábamos, había preparado algo para comer para nosotros y para los muchachos del camión.

Descargamos todo, acomodamos los muebles y  almorzamos. Despedimos a los chicos del camión y les dije a los chicos de descansar un poco.

Javi y Silvina, se iban al otro día, el domingo era el cumpleaños del papá y los esperaban a almorzar.

Cenamos los tres en la casa y nos fuimos a dormir temprano, los chicos madrugarían el domingo.

Me costó dormirme aquella noche, estuve buen rato mirando el mar, sentado en la cama, no pude evitar que se me cayeran las lágrimas, una parte de mi vida estaba comenzando, pero no estaba seguro de cómo seguiría la otra.

Desayunamos bien temprano y los chicos salieron a las siete y media para La Plata, le di un fuerte abrazo:

-GARBRIEL: Te voy a extrañar!

-JAVI: Tranqui pa! Podemos hablar seguido!

-GABRIEL: Cuando tengan ganas y puedan, no lo piensan y se vienen!

-JAVI: Claro pa!

-SILVINA: Mucha suerte en esta nueva vida! Nos vemos pronto

-GABRIEL: Claro que sí!

Los acompañe hasta la entrada y los despedí.

Volví caminando, mirando todo aquello sin poder entenderlo del todo aún. Todavía me sentía raro.

El martes vino la gente de la empresa que construiría la pileta y los anexos, Arnaldo tenía todo pensado, la ubicación y todo previsto para que la construcción no entorpeciera el funcionamiento del complejo. Lo primero que hicieron, fue poner unos postes y entre ellos unas lonas verdes, que aislaban la obra del resto del terreno.

Nos encontramos con Luciano, el chico de unos veinticinco años, que hacía el mantenimiento del parque, le dije que seguiría contando con él y que entre los dos, haríamos el mantenimiento de todas las instalaciones. También con Celia, la señora que hacía la limpieza, aunque ella me propuso dejar de trabajar, que ya estaba grande y si me parecía bien, su lugar lo podría ocupar su hija, Valentina, se había quedado sin trabajo y había comenzado la escuela nocturna para finalizar sus estudios secundarios, que había tenido que dejar para ponerse a trabajar. Por supuesto no tenía problema, y así fue que Valentina y Luciano, empezaron a trabajar conmigo. Valentina lo hacía todos los días, entre las nueve de la mañana y las quince, y Luciano trabajaba de lunes a sábado, seis horas también, el tenía otros trabajos particulares y acordamos que su horario fuera flexible, de mañana o de tarde de acuerdo a sus otros trabajos, para mí era lo mismo.

La obra de la pileta iba viento en popa, trabajaban diez o doce personas de sol a sol. Junto a la pileta, construirían también unos baños y vestuarios junto con una especie de salón de usos múltiples, que se uniría a un costado de la pileta con un solado donde irían las reposeras. En aquel salón, los viajeros, podían sentarse a tomar algo o comer sin necesidad de volver a sus unidades. También montarían una estructura desmontable de perfiles de aluminio, que permitiría climatizar el ambiente en invierno y desmontarlo en verano.

Mentiría si dijera que el estar solo era una maravilla, durante el día, con el trabajo no era tanto, pero por las noches, era diferente, cenar solo, dormir solo, realmente era difícil. Hablaba casi todos los días con Javi, le mostraba los avances de la obra y charlábamos bastante de todo.

Otra de las personas que extrañaba, era a Aurelio, aquel viejo me había llegado al corazón. Decidí hacerle una propuesta, le diría si se animaba a vender su casa y venirse para acá, había visto una casita a una cuadra y media de aquí que estaba en venta, había que hacerle algunas tareas de mantenimiento y pintura, pero era muy linda.

El domingo lo llamé por teléfono y le conté mi idea, podría estar cerca de mí y de paso más cerca de Mar del Plata, donde vivía su hermana y sus sobrinos. Pensé que me diría que no de plano, pero me dijo que se lo dejara pensar, que también extrañaba mis visitas y nuestras charlas. Incluso le dije que yo mismo lo podía llevar a Mar del Plata cuando quisiera.

El segundo fin de semana, tenía una reserva para mis primeros huéspedes, una pareja que me pidieron venir con su mascota, a lo que accedí sin problemas.

Tenía pensado varias cosas para agregar a los servicios del complejo, como en un futuro no muy lejano ofrecer un servicio de spa, transporte desde y hacia la terminal de ómnibus para aquellos que no tuvieran coche, incluido en el precio de la estadía, y si todo iba bien, proyectar un restaurante, para uso de los viajeros y del público en general, con acceso desde la calle y con lugar para estacionar.

El viernes pasado el mediodía, llegó un auto que tocó el timbre, eran mis primeros huéspedes, estaba un poco nervioso, pero ilusionado. Abrí el portón y el auto entró, al acercarse, vi que eran dos mujeres, algunos años menores que yo, una de ellas bajó y le di la bienvenida, pasamos a la oficina, para el registro. Nos presentamos y lo primero que me preguntó:

-ANDREA: Gabriel, quería preguntarte si hay problema con que seamos una pareja de lesbianas.

-GABRIEL: Claro que no!, son bienvenidas las dos y también tu mascota.

-ANDREA: Te lo pregunté porque en algún otro lugar, hemos tenido que pasar por amigas.

-GABRIEL: En este complejo, no es problema, cada quien vive su vida de la manera que desea, y quien sería yo para juzgar eso, aquí son bienvenidas!

-ANDREA: Gracias Gabriel! Sos muy amable.

-GABRIEL: Lo único que me importa, es que su estadía, sea lo más placentera posible, que se vayan de acá pensando en volver y en recomendar el complejo.

-ANDREA: Ya te diré el lunes cuando nos vayamos!

-GABRIEL: Perfecto! Vamos que le enseño el departamento!

Salimos y me presentó a Mariana, su pareja que bajó con su perrito. Les mostré el departamento, les di las indicaciones necesarias, la hora del desayuno, le entregué un control remoto para el portón de entrada y les dejé la clave de wifi.

-GABRIEL: Cualquier inconveniente o consulta, me pueden tocar el timbre que está junto a la entrada del comedor o discar el cero en el teléfono del departamento.

-ANDREA: Muchas gracias Gabriel!

Había comprado una botella de champagne para obsequiar a mis primeros huéspedes, esa misma noche cuando regresaran, se las entregaría. Y así fue cando las escuché volver pasadas las nueve de la noche me acerqué a su unidad. Un balde de acero inoxidable con hielo y la botella dentro, sobre una bandeja.

-GBARIEL: Perdón buenas noches!

-ANDREA: Hola Gabriel, ¿y esto?

-GABRIEL: Ustedes son mis primeros huéspedes y esto es un obsequio para ustedes!

-ANDREA: Mari, mirá! Gabriel nos trajo de regalo un champagne!

-MARIANA: Ay gracias! Muchas gracias!

-GABRIEL: Es al contrario, a ustedes por haber elegido “Mi destino”

La primera experiencia había resultado exitosa, el lunes cuando se iban, se acercaron a la casa para despedirse y las hice pasar a la oficina. Había preparado un atril con un libro de hojas rayadas, de esos que parecen un libro de actas, para que los viajeros, pudieran dejar escrito lo que quisieran, lo bueno y lo malo, los agradecimientos y las sugerencias. También se me ocurrió, hacer unas tarjetas de descuento para un futuro regreso.

-GABRIEL: Bueno chicas, espero lo hayan pasado bien! En aquel libro pueden dejar, si lo desean, escrito lo que quieran, las buenas y las malas, como un registro de las opiniones de los viajeros.

-ANDREA: Ay sí, yo!

-MARIANA: Yo también!

-GABRIEL: Y esta tarjeta, es de un descuento para su próxima vez, tiene doce meses de validez, es decir que si de aquí a un año, regresan, la estadía, tendrá un veinte por ciento de descuento.

ANDREA Y MARIANA: Gracias! Seguramente volveremos antes, en el verano nos tendrás por aquí!

Se fueron y en verdad me sentí contento, todo había ido muy bien. Al entrar miré el libro de los comentarios, y decía. “Muchas gracias por todo Gabriel! La pasamos de diez! Volveremos! Mariana” y “El complejo es excelente y tu atención maravillosa! Gracias por todo Gabriel! Nos tendrás de vuelta en enero! Andrea.” Eso era todo cuanto pretendía, que la gente quisiera volver.

Llegó el fin de agosto, jueves, día de mi cumpleaños, recibí llamados y video llamadas de Hernán, de Ruben, de Flavio, de Javi y Silvina, de María y sus hijas, cuanto las extrañaba!, de Aurelio y de Brenda y Martín.

Eran como las siete y media de la tarde, y Mora aún no me había llamado, ¿se habría olvidado? Era la llamada que esperaba, tenía ganas de hablar con ella.

Me senté a tomar un Ipa, pensando que este sería el primer día de cumpleaños de mi vida, que pasaría solo, pero bueno, no podía renegar de aquello, había sido mi elección.

Casi a las ocho, me sonó el teléfono

-MORA: Que los cumplas feliz!, qué los cumplas feliz! Que los cumplas amor mío! Que los cumplas feliz!

-GABRIEL: Hola corazón! Gracias! Ya creí que te habías olvidado!

-MORA: ¿Cómo me voy a olvidar? Es más debe estar por llegarte una sorpresa, estate atento!

-GABRIEL: No hacía falta ningún regalo, con tu saludo me bastaba!

-MORA: Ya lo sé! pero te quería sorprender. Estate atento!

Hablamos unos minutos más y me dijo que tenía que cortar, que tenía que hacer un llamado. Me extraño pero no dije nada.

Estaba con un bóxer y una remera, me había duchado y ya no me había vuelto a vestir. Me puse una campera y me senté en la galería del comedor, a terminar la cereza y esperar la sorpresa de Mora, ¿vendría alguna camioneta de entregas? ¿Qué me habría comprado?

El reflector de la entrada del complejo estaba apagado, no esperaba ningún huésped. Miraba el mar, cuando escuché el timbre, a lo lejos veía una persona parada tras el portón, iluminada solo por las luces de la calle, no distinguía quien era y me llamó la atención, si traerían algo me esperaba algún vehículo. Tomé el remoto del portón y me fui caminando hacia la entrada, al acercarme, podía distinguir una silueta de mujer con un bolso en la mano, ¿era lo que me parecía ser? Accioné el remoto y el portón se abrió, el bolso cayó al suelo y aquella mujer, corrió hacia mí. No había dudas, y un par de lágrimas me corrieron, era ella que al llegar a mí de un salto se colgó de mi cuello también llorando.

-MORA: Feliz cumpleaños mi vida!

-GABRIEL: Cuantas ganas de verte tenía!

Y sin dejar de abrazarme, nos besamos, cuantas ganas tenía de besarla!

Volvimos a la entrada a buscar el bolso y entramos a la casa. Mora aún lloraba y nos volvimos a abrazar.

-GABRIEL: ¿Hasta cuándo te quedás?

-MORA: Si no tenés problema, hasta el domingo, el lunes tengo que volver a trabajar!

Y haciendo cara de niño a punto de llorar, le dije:

-GABRIEL: ¿Nada más?

-MORA: ¿Vos quisieras que me quede más tiempo?

-GABRIEL: Claro que sí!

-MORA: Bueno ya lo veremos!

Ese fin de semana, tenía reservadas tres unidades, un matrimonio mayor, un matrimonio más joven con un hijo y una pareja.

Terminamos de cenar cerca de las diez de la noche, caminamos un poco por el parque, le mostré como iban las obras de la pileta, que en una semana o diez días, terminarían.

Esa noche hicimos el amor, suave al principio, besos, caricias, abrazos. Después de su primer orgasmo, la intensidad se fue incrementando, devorándonos, recorriéndonos por completo, sintiéndonos, compenetrándonos, amándonos. Cómo me gusta esta nueva etapa sexual! Mora está más suelta, mas dispuesta, más entregada y yo lo disfruto.

El fin de semana estuvo movido, era mi primer fin de semana con el complejo casi lleno. Mora me ayudó en casi todo, la veía interesada y contenta, se relacionaba con los huéspedes y yo la dejaba, me ayudó cada mañana con el desayuno y con todas las tareas. Inevitablemente me ilusionaba con compartir todo esto con ella, aunque no estaba seguro que ella quisiera dejar todo y venirse conmigo. Tenía el anillo en el cajón del escritorio y pensaba de proponérselo ahora o esperar alguna decisión de su parte.

El sábado por la noche volvimos a hacer el amor, esta vez nos entregamos sin reparos, lo hicimos de todas las maneras, en el estar mirando el mar, en el dormitorio, en la cocina, nos devoramos por horas, no me cansaba de gozar con su cuerpo y la verdad es que perdí la cuenta de los orgasmos que me dio.

El domingo después de servir los desayunos y ordenar todo, preparé algo para almorzar, a las catorce y veinte, tenía que abordar el colectivo de regreso, la verdad que no quería que se vaya, quería que se quedara aquí conmigo, aquí para siempre, pero todavía no estaba seguro de si ella deseaba cambiar de vida.

Llegamos a la terminal unos minutos antes que llegara el micro, todo el tiempo estuvimos abrazados.

-GABRIEL: Te voy a extrañar! No quiero que te vayas!

-MORA: Yo también mi amor! Pero ya volveré!

-GABRIEL: Volvé cuando quieras! Y quedate cuanto quieras!

-MORA: ¿Sí?

-GABRIEL: Por supuesto! Cuanto quieras!

Llegó el micro y a pesar de que sabía que volvería, me sentía triste, no quería que se fuera.

Esta vez, ella no lloró, me abrazó fuerte, me besó y subió al colectivo, Mirándome por la ventanilla, no pude contener las lágrimas, la quería conmigo, la quería para siempre!

Un último saludo con la mano, un beso al aire y un te amo en silencio.

Volví al complejo, aún tenía huéspedes por atender hasta el lunes.

En septiembre, se terminó la obra de la pileta y el anexo, quedó realmente bárbaro, le mandé fotos a Gloria para que lo viera y me felicitó.

Aurelio me llamó y me dijo que había decidido poner su casa en venta y venirse, eso me puso muy contento, y creo que a él también. Ese mismo día, me comuniqué con la inmobiliaria que tenía en venta aquella casita para poder verla bien y arreglar el costo, incluso le pregunté si le interesaba una permuta por una propiedad en La Plata, quizás se pudiera resolver más rápidamente. Me dijo que lo consultaría con su socio y me daría una respuesta.

Una semana después, me dijo que podrían aceptar la permuta pero que su socio tendría que ir a La Plata para ver la casa de Aurelio. Coordinamos un día y le pedí a Javi que estuviera con Aurelio.

Todo resultó bien y a fines de octubre se realizaría la transacción, le pedí al dueño de la casa que me permitiera pintarla y arreglarla antes de esa fecha y no puso objeción. Con Luciano la pintamos toda y la dejamos lista.

El complejo se había empezado a ocupar por completo los fines de semana, y algunas unidades la semana completa.

Cuando se mudó Aurelio, Javi y Silvina lo trajeron en su auto un viernes, y se quedaban el fin de semana.

Javi estaba alucinado con la pileta y con la gente que venía. Asesorado por Mario, socio de Ruben, los ingresos que no utilizaba para el funcionamiento del complejo, los invertía en la bolsa, en acciones y demás inversiones, para multiplicarlos y empezar a saldar cuanto antes la deuda.

A mediados de diciembre, me volví a sorprender hasta las lágrimas, sin saberlo y sin aviso previo, una tarde de viernes que llovía a mares, tocaron el timbre y se me paró el corazón! Desde la casa podía ver a Mora y María, empapadas las dos, con dos bolsos bajando de un taxi.

Corrí a la entrada, Mora me dio un abrazo que me dejó sin aire, me besó como si hiciera años que no nos veíamos. Abracé a María también, me daba mucho gusto verla.

-GABRIEL: Hola María, que gusto verte! ¿Y las chicas?

-MARIA: En casa de su papá, como ya terminaron las clases, se tomó unos días para estar con ellas!

-GABRIEL: ¿Hasta cuando se quedan?

-MARIA: Yo hasta el sábado que viene, tengo que volver con las chicas y al bar el lunes.

-MORA: Yo no sé! ya lo iremos viendo!

Se me dibujó una sonrisa en la cara, Mora se quedaría más tiempo y yo estaba encantado.

El complejo estaba lleno y tendría trabajo de sobra.

Entramos a la casa y subimos a los dormitorios, María dormiría en el otro dormitorio, que también tenía vista al mar desde su ventana.

Esa noche, salimos a cenar los tres, fuimos a un restaurante de San Bernardo, una localidad cercana, había parado de llover y la noche estaba templada.

La cena estuvo estupenda, hablamos y nos reímos mucho los tres. Volvimos al complejo pasadas las doce de la noche, no podía trasnochar demasiado, al día siguiente, tenía que servir los desayunos temprano, aunque la gente no suele madrugar estando de vacaciones, algunas personas desayunaban temprano los días de playa.

Por supuesto esa noche hicimos el amor, tratando de no hacer mucho ruido, no sabíamos que se podría escuchar desde el otro dormitorio.

Tal cual la otra vez que Mora había venido, me ayudó mucho con todo, incluso se enganchaba María, para la hora de preparar los desayunos.

-GABRIEL: Quedate quieta María, estás de vacaciones!

-MARIA: No me puedo quedar mirando como ustedes trabajan y yo sin hacer nada!

-MORA: Dejala Gabi! Que haga algo la vaga esta!

Nos reíamos los tres, la verdad que me sentía tan contento con todo esto, y que Mora me dijera que no sabía cuando se volvería, me dejaba ver, que quizás su decisión, estaba tomada.

El clima en esa semana estuvo perfecto, días de sol y calor que los viajeros aprovechaban en la playa, casi todas las tardes, el complejo quedaba vacío y Mora y María aprovechaban para ir a la pileta.

Mentiría si dijera que ver a María y a Mora juntas, las últimas dos personas con las que había hecho el amor, no me producía nada, sobre todo volver a ver a María con esa bikini, me hizo recordar aquel domingo.

Yo aprovechaba que no había gente, para hacer algunas tareas en el parque y la pileta. La verdad que le había tomado bastante rápido la mano a todo aquello, me organizaba bien con los momentos del día, y Luciano y Valentina, eran dos chicos muy trabajadores, estaba muy contento con ellos, hasta me atrevería a decir, que entre ellos algo estaba por pasar, si es que no estaba pasando ya.

María se volvía a La Plata el sábado por la tarde, el viernes era su última noche y decidimos ir a cenar los tres.

Era una noche de calor, el día de pleno sol había sido muy caluroso, las dos se prepararon para salir. Por supuesto yo ya estaba bañado y cambiado esperándolas.

Me fui a la oficina, estuve chequeando las reservas, contestando algunos mail de consultas y antes de salir, abrí el cajón del escritorio y saqué el estuche del anillo, había decidido que esta era la noche.

Volvimos a San Bernardo, pero esta vez a otro restaurante que tenía un hermoso patio trasero con mesas al aire libre, la noche se prestaba.

Cenamos realmente muy bien, hablamos mucho y nos reímos otro tanto. Realmente los tres la pasábamos bien!

En un momento me levanté, le dije que iba al baño, entré al local, pero no fui al baño, fui hasta el auto a buscar el anillo. Volví a entrar y le dije a la camarera que nos había atendido, que por favor, nos levara una botella de champagne y tres copas a la mesa. Me volví a sentar, seguimos charlando y unos momentos después, se acercó la chica con a botella y las copas.

-MORA: Epa! ¿Y esto?

-MARIA: ¿Por qué vamos a brindar?

-GABRIEL: Porque es una noche hermosa!

La chica terminó de servir las copas y se retiró, y alzando la mía, dije:

-GABRIEL: Porque es una noche hermosa! Por ustedes! Y por el amor!

-MARIA: Por ustedes!

-MORA: Por el amor!

Y luego del primer sorbo, aun con la copa en la mano, saqué el estuche del bolsillo y lo puse sobre la mesa, las dos miraron con cara de asombro, como preguntándose que era aquello. Apoyé la copa en la mesa y abrí el estuche, dentro estaba la cajita, la abrí y antes de girarla, volví a tomar la copa. Sus caras eran un poema, las dos esperando a ver que era todo aquello.

-GABRIEL: María serás testigo!

Y girando la cajita lentamente, dije:

-GABRIEL: Por el amor! Por el amor que te tengo, por el amor que siento que me tenés, me harías el hombre más feliz del mundo, si aceptaras volver a ser mi esposa!

Mora rompió en llanto, la miraba a los ojos, su mirada iba de los míos al anillo, tardó unos segundos creo que en reaccionar y contestó:

-MORA: Claro que sí mi amor! Claro que acepto! Eso que me haría la mujer más feliz del mundo!

Y sacando el anillo de la cajita, se lo puse en su dedo anular. Separó para abrazarme y besarme, María empezó a aplaudir y todos los allí presentes, también lo hicieron.

-MORA: Claro que quiero mi vida! Es todo cuanto quiero amor mío, vivir mi vida con vos! No me importa otra cosa!

María también se puso de pie y nos abrazó a los dos:

-MARIA: Por fin nene! Cuánto tiempo más ibas a esperar! Me pone feliz Mora! Me pone feliz por vos, por los dos! Estoy segura que no se van a arrepentir!

-GABRIEL: Seguro que no! Al menos por mi parte!

-MORA: Por supuesto que no me voy a arrepentir! Y ya que María es testigo te voy a prometer delante de ella, que nunca en lo que nos quede por vivir, te voy a volver a mentir o a ocultarte algo! Palabra de honor!

Dijo poniéndose la mano en el pecho y mirándome fijo a los ojos.

-GABRIEL: Esa promesa es mutua! Y en verdad no me importa si nos casamos o no, el anillo es un símbolo, solo eso, lo que siento es lo importante para mí!

-MORA: Lo que sentimos es lo importante! Es lo más valioso!

Nos volvimos a sentar, Mora miraba el anillo en su dedo con una sonrisa! Seguimos tomando el champagne hasta terminarnos la botella.

-MORA: ¿Y donde conseguiste el anillo?

-GABRIEL: Lo tengo desde antes de tu primer viaje a Córdoba!, Ese fin de semana que te fuiste, iba a ser el día, pero bueno, pasaron algunas cosas! Y por eso Paula, el anillo lo hizo ella, al igual que la pulsera.

-MORA: Ahh! Ahora entiendo! Qué tarada!

Nos volvimos al complejo, caminamos hasta el auto, con las dos del brazo, una a cada lado.

Llegamos cerca de la una y nos fuimos cada uno a su dormitorio, antes de despedirnos, María nos dijo:

-MARIA: Ey ustedes!, no hagan mucho ruido! No cuenten monedas delante de los pobres!

Nos reímos los tres y nos fuimos a la cama.

Por supuesto que hicimos el amor esa noche, aunque nos cuidamos de no hacer mucho alboroto, para que María no escuchara nada.

Al día siguiente, después de la hora del desayuno, preparamos algo para almorzar y llevamos a María a la terminal. Nos despedimos y le dije a María que viniera cuando quisiera, sola o con las chicas, que siempre iba a ser bienvenida.

Volvimos al complejo cerca de las dos de la tarde, en verdad me sentía feliz, sentía que todo se había puesto en el camino correcto, que quizás después de tantas idas y venidas, de sufrimientos, de decepciones, la vida me ponía otra vez en camino, en un camino que estaba deseando.

El complejo estaba vacío, todos estarían en la playa, aprovechamos para darnos un chapuzón en la pileta y estar un rato al sol.

Cuando ya estábamos secos, entramos a la casa, preparamos unos mates y nos sentamos en el sillón mirando el mar.

-GABRIEL: ¿Cuándo volvés a La Plata?

-MORA: La verdad no sé cuando volveré, tengo que resolver unas cuantas cosas!

-GABRIEL: La verdad es que no me importa si nos volvemos a casar o no, solo quiero que te quedes acá conmigo, si es eso lo que deseas!

-MORA: No hay nada que desee mas en el mundo que estar con vos!

-GABRIEL: ¿Y estás segura de dejar tu vida y venirte?

-MORA: Ya desde la otra vez que vine, me encantó, ya tenía tomada la decisión de dejar todo y venir con vos, siempre y cuando vos así lo quisieras!

-GABRIEL: La verdad es que quería que volviéramos a estar juntos hace tiempo, el día después que te fuiste a Córdoba, tenía que retirar el anillo y esa noche te lo iba a proponer, nunca dejé de amarte y no tenía sentido dejar pasar la vida, sin volverlo a intentar.

-MORA: Tampoco dejé de amarte en ningún momento, me sentía tan culpable, tan mal por lo que había hecho, que pensé que nunca ibas a querer volver a estar conmigo. Y sufrí mucho, porque sabía que te había lastimado y que no te lo merecías.

-GABRIEL: La verdad es que no me fue fácil, te mentiría si te dijera que no me enojé con vos, que no me sentí decepcionado, pero así y todo no te pude sacar nunca de mi vida.

-MORA: Se que me dijiste en aquella charla, que por tu parte, no volverías a tocar el tema, pero si algo te quedó por saber, por entender, lo que sea, no te voy a ocultar ningún detalle, solo tenés que preguntarme lo que quieras.

-GABRIEL: No es un tema en el que quiera volver a pensar, pero decidí mirarlo de esta forma, si todo aquello tuvo que pasar para que nos demos cuenta, que los sentimientos están muy por encima de todo lo demás y llegar a este momento, será que el destino o el universo así lo quiso.

-MORA: Igualmente, no quiero que vuelva a pasar algo así, no me perdono haberte provocado tanto mal, tanto dolor.

-GABRIEL: Prefiero mirar para adelante, en lo que nos quede por vivir, en ser un buen compañero, en pasar buenos momentos, en hacer aquello que deseemos, no sé cuánto nos quede por vivir, uno nunca sabe, pero quiero que valga la pena.

-MORA: Claro que sí, de eso se trata! Hagamos que valga la pena!

-GABRIEL: Quiero que no nos guardemos nada! se que quizás estos primeros años, tengamos que trabajar fuerte hasta poder saldar la deuda, pero no quiero que seamos esclavos, quiero disfrutar!

-MORA: Claro que vamos a disfrutar! Esto es trabajo, pero en este lugar, es otra cosa, acá las horas de trabajo no se sienten.

-GABRIEL: Y si todo va bien, en invierno cuando afloje el trabajo, quizás nos podamos hacer algún viajecito, que se yo, a algún lugar con calor!

-MORA: Siii! A Brasil, que siempre nos quedó pendiente!

-GABRIEL: Claro! Así voy a la playa en zunga!

Nos reímos, cuanto me gusta cuando nos reímos!

-MORA: Bueno, si vos vas en zunga, yo me compro una bikini bien chiquita y te vuelvo loco!

-GABRIEL: Si querés, la podés comprar ahora, así no espero hasta ir a Brasil para volverme loco!

-MORA: Chanchito! ¿Me querés ver con una bikini chiquita?

-GABRIEL: Por supuesto! Y cuanto más chiquita mejor! Bien chiquita! Y después te la saco con los dientes!

Y dejando el mate la abracé, la besé y nos desnudamos ahí en el sillón, la devoré, cada centímetro de su piel recorrí con la boca y con la lengua, terminé en su entrepierna, lamiéndola, mordisqueándola hasta arrancarle un orgasmo, después se sentó arriba mío y me cabalgó hasta hacerme acabar. Nos quedamos abrazados y desnudos en el sillón.

-MORA: Gabi, quiero que mi cuerpo sea todo tuyo! Te quiero dar lo que tantas veces te negué, quiero que no nos quede nada por hacer, quiero gozar de cada cosa que se nos ocurra, que la vida sexual que nos quede sea de puta madre, te quiero entregar la cola, se que siempre la deseaste y que nunca me animé, pero ahora lo quiero, quiero que sea tuya, quiero gozar y que goces!

-GABRIEL: Mmmm que tentación!

-MORA: Cuando vos me lo pidas! Cuando vos lo quieras, mi cola es tuya!

-GABRIEL: Sin apuro! Ya lo vamos a probar!

Llegó el fin de año, Javi me avisó que venía con Silvina a pasar el fin de año con nosotros, entonces se me ocurrió decirle a Mora que podrían venir Brenda y Martín también, para estar todos juntos.

Así fue, el fin de año fue maravilloso, Javi y Silvina se quedaron en la casa de abajo y Brenda y Martín en el otro dormitorio de la nuestra, ya que el complejo estaba lleno.

A principios de enero, se mudó Aurelio, Javi le ayudo a preparar la mudanza en La Plata y con Luciano le acomodamos todo en su nueva casa. Por suerte el viejo estaba contento, yo pasaba todos los días un rato, incluso cuando salía a hacer compras para el complejo, lo pasaba a buscar para que me acompañara.

Cuando terminara la temporada fuerte, empezaría la construcción de las otras cuatro unidades, con una modificación que le planteé al arquitecto encargado del proyecto original, dos de esas nuevas unidades serían un poco más grandes, con un dormitorio más, para poder albergar hasta ocho personas cada una.

Hablando con Ruben, sobre la idea de agregar un restaurante en el complejo, me propuso hacerse cargo de la construcción y el manejo del mismo, a cambio de una especie de canon mensual. El restaurante podría ser usado tanto por los huéspedes del complejo como por el público en general. Su idea era que funcionara desde el comienzo de la primavera, hasta semana santa,  en esos meses el complejo estaba siempre lleno, y no había lugares cercanos para almorzar o cenar.

Todo iba viento en popa, por momentos el trabajo era constante, pero no lo sentía, con Mora nos complementábamos muy bien y la veía feliz, incluso me sorprendía la facilidad con que se relacionaba con los huéspedes.

El libro de visitas, estaba lleno de agradecimientos y de buenos comentarios sobre el complejo y los servicios que prestábamos, sobre todo por el desayuno, todos hacían alusión a la calidad.

Volver a vivir con ella era realmente maravilloso, sobre todo en el terreno sexual, nuestros encuentros se incrementaron en cantidad, en intensidad y en diversidad de lugares, pero sobre todo en intensidad, cualquier momento y lugar, se prestaba para empezar, tibiamente al principio, para terminar casi todas las veces extenuados. Y eso me encantaba, cuando estábamos solos en casa, o con el complejo vacio, hasta incluso algunas noches en la playa, Mora andaba muy suelta de ropa, muchas veces sin corpiño para que se le marcaran los pezones con cualquier prenda que tuviera puesta, y eso me volvía loco.

Terminó la temporada fuerte, que suele coincidir con el comienzo de las actividades escolares.

Antes de que empezara la obra de ampliación, nos dejamos dos semanas libres, sin reservas para poder hacer un viaje.

A pesar de estar frente al mar, la temporada de playa, coincidía con el mayor flujo de turistas, con lo que no nos quedaba tiempo de disfrutar del verano, por esto decidimos irnos a Brasil, aquel viaje pendiente.

Dos semanas en Fortaleza, en un complejo de departamentos en las afueras y frente al mar.

Hicimos las reservas, compramos los pasajes y nos preparamos para viajar.

Fuimos las últimas dos semanas de abril, aquí el otoño ya se hacía notar, pero allí nos recibieron días de sol y calor. Alquilamos un auto para poder movernos y recorrer un poco los alrededores y poder ir a algunas playas más alejadas del centro.

Llegamos en horas del mediodía, para nuestra sorpresa la encargada de los departamentos, era una mujer argentina nacida en Rosario, que vivía allí hacía ocho años.

El departamento no era muy grande, un estar comedor con la cocina adosada, un dormitorio con una hermosa cama y un baño muy cómodo.

Nos instalamos, acomodamos todas nuestras cosas y nos fuimos a dar algunas vueltas.

-GABRIEL: Tenemos que encontrar un lugar para comprar es bikini que me dijiste que usarías!

-MORA: Si estaría bueno que también vendieran zungas, así compramos todo en el mismo lugar!

Nos reímos, y caminamos buscando un lugar para comprar todo.

-GABRIEL: También tendríamos que buscar donde comprar algún lubricante, te aviso que esa cola no vuelve virgen a La Lucila…!

-MORA: Mmmmm! Que vacaciones!

Encontramos una galería comercial que tenía un montón de negocios, y uno de ellos era de ropa de verano y trajes de baño de todo tipo, incluso bastantes modelos atrevidos.

-GABRIEL: Yo elijo tu bikini y vos mi zunga, ¿te parece?

-MORA: Dale! ¿El color también?

-GABRIEL: Si, claro!

Nos pusimos a mirar modelitos, miramos primero la sección de hombres, donde Mora encontró unas estanterías de varios modelos de zungas, empezó a mirarlas, algunas mas grandes otras más pequeñas, nos reíamos como dos chicos, imaginándome con aquello puesto, pero estaba decidido a ponerme la que ella eligiera. Después de mirar un rato se decidió por tres modelos diferentes, una no tan pequeña azul y dos más chiquitas, una negra y la otra blanca con solo elásticos en los costados, que unían el frente y la parte posterior.

-GABRIEL: Amor mío, hagamos locuras! Acá nadie nos conoce!

-MORA: Claro que sí! Hagamos locuras!

Esas cosas que para nosotros eran locuras, era salirnos de lo habitual, jugar, pasarla bien, traspasar algunas barreras, esas que nos producían otras sensaciones y que tanto nos gustaba.

Además de esos modelitos, también Mora compró un vestidito claro, como para ir a la playa, corto, apenas unos diez o quince centímetros por debajo del culo, con unos tirantes sobre los hombros, la espalda descubierta y los costados bastante insinuantes, unas sandalias blancas de taco bajo y un manojo de tangas, de varios modelos, colores y tamaños.

Yo me compré también un pantalón blanco del tipo playero, ancho y con un par de bolsillos, una ojotas de cuero de esas que el dedo gordo del pie entra en una especie de aro y el resto del pie queda libre.

Con todas las bolsas, salimos del centro comercial, busqué en internet un sexshop cercano para hacernos de un lubricante, si ella lo quería, su culito me iba a recibir.

A cuatro cuadras de allí, encontré uno y allá fuimos. Al entrar tenía una especie de recepción con un mostrador y un par de vitrinas con algunos objetos expuestos, y una escalera hacia la planta alta, donde había un salón de exposición mucho mas grande. Dejamos nuestras bolsas en un casillero que tenía a tal fin y subimos. Aquello estaba lleno de cosas, a pesar de que nuestro portugués es muy básico, nos hicimos entender, nos mostraron un estante donde estaban los lubricantes, los había de todo tipo, color, sabor y tamaño. Elegimos uno neutro, con base acuosa e hipoalergénico. Después nos pusimos a mirar todo lo que había por ahí, riéndonos como chicos, imaginándonos jugando con aquellas cosas. Una variedad casi interminable de consoladores, muchos tamaños, colores y formas.

-GABRIEL: ¿No querés que llevemos uno de estos?

-MORA: ¿Te parece?

-GABRIEL: ¿Por qué no? Para jugar.

-MORA: Bueno dale, pero que sea de tu tamaño!

Elegimos uno que era más o menos del tamaño de mi herramienta, seguimos mirando y vimos unos consoladores anales, de esos con una forma cónica con la punta redondeada y una especie de tope, también los había de varios tamaños. Todo aquello me estaba excitando sobre manera.

-GABRIEL: Llevemos uno de estos, para jugar un rato antes, y que se vaya dilatando mi amiguito!

-MORA: Que chanchito!

Seguimos mirando todo lo que por allí había, era la primera vez que entraba a un local de estos y la verdad, de solo imaginar todo lo que se podría juagar con estas cosas, me estaba provocando una erección.

-MORA: ¿Y esto?

Me dijo Mora, mirando unas pinzas para los pezones, una en cada punta de una delicada cadenita que las unía.

-GABRIEL: Son pinzas para los pezones, ¿Querés llevarlas?

-MORA: ¿Vos que decís, dolerá mucho? Aunque me gusta cuando me mordés los pezones!

-GABRIEL: Probemos!

Y también las llevamos, ya no podía disimular mi erección y solo esperaba que nadie se diera cuenta.

Y por último también llevamos un vibrador de esos que tienen forma de bala y una especie de colita con el accionador y con varias funciones.

Salimos de allí con todas las compras y volvíamos para el departamento, y le dije a Mora que compremos o que hiciera falta para depilarme, ¿si ella estaba peladita, por  yo no?, Compramos maquinitas, cremas depilatorias y nos fuimos para el departamento, ya quería jugar con todo eso.

Ni siquiera pensamos en cenar, al menos de momento, nos dimos una ducha y nos pusimos manos a la obra. O primero fue mi depilación, Mora se encargó de pelarme y mantenerme todo el tiempo con la pija dura.

Después higienizamos todo lo que habíamos comprado y nos fuimos a la cama a jugar. Yo quería verla con alguna de las bikinis chiquitas, pero me dijo que eso era sorpresa para el día siguiente en la playa.

Nos empezamos a besar y a tocar, Mora ya estaba mojada y le entró de una. Minutos después explotaba en un orgasmo. La di vuelta y le empecé a besar y lamer la oreja, el cuello, a espalda. Fui bajando con mi lengua hasta su culo, se lo lamí integro, le separé los cachetes y me dediqué a lamer su esfínter y a jugar con mis dedos en su culito, el índice fue el primero, entraba y salía con facilidad alternando con mi legua. Después fueron dos, entrando y saliendo, mientras que con la otra mano, le tocaba la conchita y le metía dos dedos también. Tomé el pomo del lubricante y le desparramé una buena cantidad en el culo. Mis dos dedos entraban con más facilidad. Saqué mis dedos, le puse bastante lubricante al consolador anal y empecé a jugar con él en su culito. De a poco iba entrando, cada vez un poquito más, sin dejar de estimular su clítoris.

-GABRIEL: ¿Cómo va corazón, duele?

-MORA: No mi amor, seguí que me gusta!

Cada vez iba más adentro, en un momento me dijo que lo saque y le muestre hasta donde había entrado, le mostré marcando con mi dedo y me dijo:

-MORA: No lo metas todo, un poquito más nada más, después quiero que sea tu pija la que me lo termine de abrir!

Jugué unos momentos más, y después de eso, le dije que se acomodara de costado en la cama, como para hacer cucharita. Le volví a poner más lubricante en su culo y también en la pija.

Le apoyé el glande en el culo y le dije:

-GABRIEL: Yo me quedo quieto, y vos empujá el culo para atrás, así manejas vos la penetración.

Pasé una mano por debajo de su cuerpo, le agarré una teta y le empecé a tocar los pezones, con la otra masajeaba su clítoris, para mantenerla excitada.

Ya había entrado el glande, yo seguía con mis caricias por todo su cuerpo.

Muy de a poco notaba como iba entrando y como su esfínter me aprisionaba la verga.

Aceleré las fricciones en su conchita, para llevarla al borde del orgasmo. Tomé las pinzas, las abrí y puse un pezón en su interior, fui soltando la pinza para que se fuera cerrando, cuando por último la solté, Mora dio un respingo por el dolor, pero se fue penetrando cada vez más. Después el otro pezón, y cada vez entraba más, veía su cuerpo cada vez más pegado al mío, y un nuevo suspiro al sentir la otra pinza morder el pezón.

Tomé el consolador y jugué con su conchita, la recorría toda con la punta, hasta que se lo enterré por completo, suave pero hasta el fondo. Con él empecé un mete y saca, mientras de a poco, seguía invadiendo su recto, y en un suspiro de placer, empujé mi cadera hacia adelante y se la metí completa.

Quería su orgasmo ya! Aceleré las embestidas con el consolador en su concha, mientras mi pija iba entrando y saliendo de su culo, suavemente. Cuando ya no podía aguantar más, aceleré las embestidas por ambos lados acompasando los movimientos y tirando suavemente de la cadenita de las pinzas, para estirar sus pezones.

El orgasmo fue bestial, a los gritos, mientras ella explotaba en su orgasmo, yo le acababa en el culo.

-MORA: Siiiii, llename toda! Cojeme toda! Mi culo es tuyo! Todo mi cuerpo es tuyo!

Después de tanta intensidad, nos quedamos dormidos.

Una tremenda noche de amor, de pasión, de nuevos placeres, recorrer nuestros cuerpos sin dejar ningún rincón sin una caricia, sin un beso, sin una lengua que lo disfrutara, nuevas sensaciones, ¿cómo describirlo? Un goce sin límites.

Al día siguiente amanecimos pasado el mediodía, buscamos un lugar para comprar algo de comida, para luego irnos a la playa. Mora llevaba puesto la bikini blanco que habíamos comprado, el vestidito, las sandalias, un bolsito con algunas cosas y los anteojos de sol. Yo iba en zapatillas, la zunga blanca, un short de baño hasta las rodillas y una remera.

Nos subimos al auto y buscamos una playa alejada, en la qué no hubiera tanta gente. Encontramos una playa que nos gustó. Atravesamos los médanos hasta la playa, extendimos nuestras lonas y nos quitamos la ropa, yo fui el primero en quedar solo con la zunga, y no pude evitar la erección, cuando Mora se sacó el vestido, se había puesto la mas chiquita de las tres, los dos triangulitos de tela apenas cubrían un poco más que sus pezones, por delante la parte de abajo apenas cubría su conchita y en la parte de atrás sólo un ínfimo triángulo de tela, desde la parte alta de la raya de su hermoso culo, Cómo me calentaba Mora con esa bikini!

En aquella playa no había casi nadie, una pareja a unos cincuenta o sesenta metros, y tres mujeres hacia el otro lado a cuarenta ó cincuenta.

Le pedí a Mora que me dejara ponerle bronceador, y para qué mentir tocar todo su cuerpo, me calentó tanto, que le hubiera hecho el amor ahí mismo.

En un momento de la tarde el cielo se cubrió de nubes, aunque seguía haciendo calor, nos quedamos sentados así en la arena mirando el mar y hablando mucho.

-MORA: Gabi, la vez que fuimos con María al complejo, me sorprendí con su cuerpo, lo tenía escondido la guacha, y al verla, no pude dejar de pensar que ese cuerpo y el tuyo habían estado juntos.

-GABRIEL: Es verdad María tiene un hermoso cuerpo.

-MORA: Me imagino lo que lo habrás disfrutado, la miraba pensando que habías estado por ahí!

-GABRIEL: No te voy a mentir, sí que lo disfruté. Y también te voy a decir que verlas a las dos en bikini en la pileta, me hizo pensar que ahí estaban las últimas dos mujeres con las que había tenido relaciones.

-MORA: Con María hemos hablado mucho, incluidos temas sexuales, ¿te puedo preguntar algo?

-GABRIEL: Por supuesto!

-MORA: ¿Tuviste sexo anal con ella?

-GABRIEL: Si, la última vez!

-MORA: Ah no! Me pongo celosa! Se lo hiciste primero a ella!

-GABRIEL: Solo se dio!

-MORA: Te estaba cargando, tontito! Igual ella ya me lo había contado.

-GABRIEL: ¿Y que más te contó?

-MORA: que se la pasó muy bien, que sos muy tierno, muy dulce y muy apasionado y que disfrutó cosas como nunca había disfrutado antes.

-GABRIEL: No te voy a mentir, me gustó mucho su placer, verla gozar es muy gratificante!

-MORA: También me contó todas las fantasías que había vivido en carne propia, en esos encuentros.

-GABRIEL: Realmente es muy sexual!

-MORA: Te puedo decir algo, y espero que no lo tomes a mal!

-GABRIEL: Dale, decime!

-MORA: Me imaginé, como si de verdad estuviera ahí, viéndote coger con María! Viéndote entrando en ella! Y me sentí rara, aturdida! Hasta excitada…

-GBARIEL: ¿Te digo la verdad? Verlas ahí en la pileta, me hizo imaginarlas a las dos, cada una en su mambo, pero aunque hubiera querido evitarlo, la mente se me fue…

Pero eso…

Eso es otra historia…!

FIN.

...¿O principio?