Sospechas y certezas (20)

La vida te da sorpresas!

Nota: Perdón queridos lectores por la demora en la continuación de los capítulos, se rompió mi computadora, debí comprar otra y por suerte pude recuperar del disco rigido anterior, todos mis datos. Gracias por la paciencia. Saludos para todos!

Jejen

(20) – La vida te da sorpresas!

En aquel café que habíamos tomado con Paula luego de la primera sesión, me había quedado pensando en algo que Paula me había contado sobre su padre y las propiedades que había heredado y que tenía algunos departamentos en alquiler. En este momento me lo podía permitir y el departamentito me estaba quedando chico. En algún próximo encuentro con ella, se lo preguntaría.

Pasaron unos días en que las comunicaciones con Mora, se habían espaciado, supongo que por todo lo que estarían afrontando, la muerte de un familiar querido conlleva una tristeza que cuesta tiempo remontar. Imaginaba que tanto Brenda como Mora estarían siendo el sostén de Luis y su hija.

Faltaban un par de semanas para la exposición de fotografía y cada momento que tenía libre, salía con la cámara para lograr algunas fotos más, para poder elegir las cinco que expondría.

Un jueves por la tarde, pasé por el bar de Cacho, y mientras me tomaba un café, hablamos un rato con María, me contó que el padre de sus hijas se había quedado sin trabajo, la empresa donde trabajaba, había cerrado. Le pregunté de qué trabajaba y me dijo que hacía las entregas, en una de las camionetas de la empresa.

-MARIA: Estoy preocupada, porque la mensualidad que me pasa por las chicas, me permitía pagar el colegio, sin ese dinero, no me alcanza para seguir pagándolo y voy a tener que cambiarlas de escuela, y además, tengo miedo que vuelva a caer en depresión.

-GABRIEL: María, sabés que contás conmigo, incluso económicamente, no lo dudes ni por un minuto, ¿Sí?

Y en ese momento se me ocurrió una idea que quizás podría ser la solución.

-GABRIEL: María, ¿crees que le pueda interesar manejar un remís? Porque Aurelio, el dueño del remís que manejaba ese tipo, está buscando a alguien para que lo maneje, el alquiler mensual del remís, no es muy alto, pero es un ingreso importante para él, y tu ex podría tener el auto todo el día. ¿Qué decís? ¿Le puede llegar a interesar?

-MARIA: Ah! Eso estaría bárbaro! Seguro que sí, pero igual se lo pregunto y te aviso.

-GABRIEL: Si querés dale mi número de teléfono por si tiene alguna duda. ¿Sabés si tiene registro de conducir profesional?

-MARIA: Si, creo que sí. Es más antes de trabajar en esta empresa, estuvo manejando un remís unos meses, seguramente debe tener.

-GABRIEL: María, prometeme algo, si por cualquier motivo necesitás dinero, me lo pedís, no cambies de escuela a las chicas, ¿Sí?

-MARIA: Si, gracias!

-GABRIEL: Prometemelo?

-MARIA: Si Gabi, te lo prometo! Gracias!

-GABRIEL: Sabés que las quiero mucho a las tres, todo lo que pueda hacer por ustedes lo voy a hacer!

-MARIA: Gracias Gabi!

Me dio flor de abrazo y volvió al trabajo, con esto mataba dos pájaros de un tiro, un trabajo para el ex de María y que Aurelio volviera a tener ese ingreso para estar más tranquilo.

Estaba pensando tomarme unos días de vacaciones, tenía ganas de salir a la ruta, sin un destino definido, a donde pintara, se acercaban las vacaciones de invierno y era una opción, o quizás después, cuando todo el mundo vuelve a trabajar, ese quizás sería un mejor momento, cambiar de aire y de rutina. Una materia pendiente desde hace años, era conocer las Cataratas del Iguazú, quizás pueda ser ese un buen destino o también ir a Uruguay a pasar unos días con Hernán, que tantas veces me ha dicho que vaya a su casa, antes no me podía dar ese lujo, pero ahora, ¿por qué no?

También, se me ocurrió pensar que quizás en las vacaciones de invierno, Mora se pudiera venir quizás unos días, pero bueno, eso era algo que no podía manejar. A pesar de haber tomado este tiempo como necesario para ver las cosas con más claridad, no me podía engañar a mí mismo, diciendo que no la extrañaba, después de aquel fin de semana, tenía ganas de pasar tiempo con ella.

Y cómo las cosas complicadas, pueden aún ser más complicadas, el sábado por la mañana, sonó mi teléfono y era un llamado de Mora:

-MORA: Hola Gabi, ¿cómo estás?

-GABRIEL: Hola corazón! ¿Cómo estás vos? ¿Cómo están las cosas por allá?

-MORA: La verdad que no me siento bien y necesitaba escucharte.

-GABRIEL: ¿Qué pasó?

-MORA: Algo que no me esperaba y que me tiene muy complicada.

-GABRIEL: Contame que es lo que te tiene así, quizás pueda ayudar.

-MORA: Ayer vino Luis a lo de Brenda antes que se fuera a la facultad y mientras Priscila estaba en la escuela para hablar con nosotras dos. No traía buena cara, en realidad desde que falleció su mujer está mal, pero nos vino a decir que desde que habían empezado los problemas de salud de Mónica, en la empresa donde trabaja, había que tenido que dejar la dirección de dos proyectos que tenía a cargo, ese trabajo le demandaba mucho tiempo y responsabilidad, y cómo andaba de acá para allá con ella, no podía cumplir. En la empresa, entendieron su situación, sigue trabajando ahí, pero dejó de cobrar por la dirección de los proyectos y solo cobra el sueldo básico. Los gastos médicos y el funeral, se llevaron casi todos sus ahorros. El trabajo de Brenda, no le permite cubrir todos sus gastos y su padre le pagaba parte de alquiler y los servicios. Hablando con Brenda, le dijo que hasta que no consiguiera un nuevo proyecto en la empresa, no podría con los gastos de ella y los suyos y le propuso que mientras tanto, volviera a vivir a su casa.

-GABRIEL: Entiendo, ¿Y qué dijo Brenda?

-MORA: Que lo entendía, y también que ella podía dejar la facultad por este año y buscar un trabajo de tiempo completo para cubrir los gastos. Pero él le dijo que era una lástima, faltando tan poco tiempo para el final del año. Le dijo que se lo dejara pensar unos días, hasta fin de julio, tenían pago el mes de alquiler. Después que se fue, Brenda debe de haber visto mi cara, esta situación me incomodó y se lo dije: hija no quiero que dejes los estudios, me preocupa tu hermana, pero una cosa es que vos vuelvas a casa de tu padre y otra muy distinta es que yo vaya a vivir allí. Me dijo: te entiendo mamá, pero no sé qué decirte, yo no tengo otra  opción, lo que gano no me alcanza para mantenerme, si papá no puede ayudarme, voy a tener que volver a su casa.

-GABRIEL: ¿Y qué pensás hacer?

-MORA: La verdad, no sé!

-GABRIEL: Escuchame…

-MORA: ¿Qué corazón?

-GABRIEL: Preguntale por favor a Bren si acepta que yo cubra los gastos que su padre no puede de momento. Si está de acuerdo, que por favor me diga cuanto es, y yo se lo transfiero a su cuenta

-MORA: No Gabi, no te llamé para pedirte eso! Por favor! Estoy segura que esta situación no debe ser muy cómoda para vos y lo entiendo, y no es para eso que te llamé.

-GABRIEL: Ya lo sé, pero sabés lo que quiero a Brenda y por ella haría eso y mucho más, pero además que si la situación te incomoda, esta sería una solución. Al menos hasta que todo vuelva a la normalidad.

-MORA: Se lo voy a comentar a Brenda cuando vuelva de la facultad, pero de todas formas…No te llamé para eso, necesitaba hablar con vos, necesitaba escucharte…..Gracias Gabi!

-GABRIEL: No hay nada que agradecer!

La propuesta que acababa de hacerle, en parte tenía que ver con Brenda, pero en parte también con ella. Si realmente se sentía incómoda por tener que ir a casa de su ex, que menos podía hacer yo que intentar evitarlo. ¿Me tendría que preguntar por qué la incomodaba la situación? No, decidí que no! Actué de buena voluntad, si la motivación era otra, esa no corre por cuenta mía. Confío en que me estuviera hablando con sinceridad.

Esa tarde en la terapia, hable con Zulema sobre lo que viene ocurriendo, aunque me pasé de largo algunos capítulos en la cronología de mi vida, necesitaba tratar de aclararme lo que venía sintiendo.

Le di a Zulema todos los detalles de la situación y por primera vez desde que había arrancado la terapia, aquella mujer me cacheteó con un par de cuestionamientos que me hicieron tambalear. Seguramente había dado en la tecla. Y me hizo pensar…

Cuando salí de la sesión, me fui a dar una vuelta para tomar algunas fotos. Mientras estaba haciendo unas fotos en la costa del rio, sonó el teléfono, era Brenda:

-BRENDA: Hola Gabi, ¿cómo estás?

-GABRIEL: Hola Bren, muy bien ¿y vos?

-BRENDA: Ahí vamos. Me dijo mamá que hoy estuvieron hablando de lo que me dijo mi papá ayer, pero Gabi, yo no quiero que te pongas en gastos de esa manera, no es justo para vos.

-GABRIEL: Sabés Bren lo que te quiero y que siempre podés contar conmigo.

-BRENDA: Si, ya lo sé, pero yo decidí venirme a Córdoba y yo decidí vivir sola, no me siento bien aceptando que te hagas cargo del costo de mis decisiones.

-GABRIEL: Mirá, tomalo de esta manera, vos necesitas tu espacio, tu lugar y si yo puedo colaborar en eso, para mí está muy bien. Y además a tu madre no la vi convencida con el asunto de ir  casa de tu padre.

-BRENDA: Gabi, ¿te puedo decir algo ahora que mamá no está?

-GABRIEL: Sí, claro.

-BRENDA: La verdad es que no la veo bien a mamá, se que vino para hacerme el aguante, pero desde que llegó la veo triste.

-GABRIEL: Ella así lo sintió Bren, entendió que necesitabas una mano en todo esto y no lo pensó dos veces, se fue para allá.

-BRENDA: Si, ya lo sé y se lo agradezco todos los días, se el esfuerzo que hace para bancarme, pero también veo cómo se siente. Ayer después que se fue mi papá, estaba pálida, se sentó en el sillón y se quedó un rato sentada sin hablar, tenía la mirada triste, creo que no se puso a llorar porque estaba yo. Después de un rato, cuando se tranquilizó un poco, estuvimos hablando y me dijo que se sentía en una situación que la atormentaba, que por un lado sentía que hacía lo correcto apoyándome, y por otro, que sentía que entre ustedes se acentuaba la distancia y que si se fuera conmigo a lo de papá, se sentiría muy mal por vos, porque tiene miedo de que vos puedas llegar a pensar que entre ella y papá pueda volver a pasar algo.

Sabés que quiero mucho a mi papá y también a mamá, pero también sé lo que se aman ustedes y sé que mamá está sufriendo por estar acá. Supongo que para vos no debe ser nada grato, pensar que mamá y papá vuelvan a vivir en la misma casa, y estoy segura de entenderte, sobre todo después de lo que pasó entre ustedes. Pero te aseguro que mamá te ama con locura.

-GABRIEL: El reencuentro que tuvimos con tu madre después de tanto tiempo, no te voy a negar que fue muy movilizante para mí, pero a veces las cosas no se dan como queremos, hay circunstancias que van desviando el foco y no podemos hacer nada para evitarlo.

-BRENDA: Te entiendo, se que después de la separación, las cosas quizás no puedan volver a ser como antes, pero por el amor que se tienen, vale la pena luchar, no conozco dos personas que se quieran como se quieren ustedes y eso vale mucho.

GABRIEL: Bren, estoy en un momento de mi vida, en el que me replanteo muchas cosas, estoy tratando de enfocarme en lo que me hace bien, tratando de sacar fantasmas y cuestionamientos que lo único que hacen es enquilombarme la cabeza. Necesito un tiempo de paz, de encontrar un camino tranquilo, sin tanto bache.

-BRENDA: Me lo imagino, vos te merecés ser feliz, sos un gran tipo y te mereces lo mejor de la vida. Bueno te dejo que ahí llegó mamá.

-GABRIEL: Bueno dale!

-BRENDA: Acepto tu propuesta, al menos por ahora, pero con una condición!

-GABRIEL: ¿Cuál?

-BRENDA: Que cuando consiga mi primer trabajo como ingeniera, me voy a gastar mi primer sueldo, en un regalo para vos!

-GABRIEL: Trato hecho!

.BRENDA: Te quiero Gabi!

-GABRIEL: Yo también! Dale mis saludos a Martín!

Aquella comunicación y la sesión con Zulema me habían pegado un par de sacudones. Necesitaba aclarar mis ideas y mis pasos a seguir.

La semana entrante en el trabajo le avisé a Flavio que necesitaba tomarme el día lunes, y que seguramente la semana próxima me tomaría las vacaciones, me dijo que no había problema, que me las tomara cuando quisiera.

Tan enganchado estaba con el tema de las fotos que me puse  buscar en Internet, para comprar un lente más para la cámara. Conseguí uno a buen precio en una localidad a unos cincuenta y pico de kilómetros de la ciudad, hacían entregas cada diez o quince días, o podía pasar a retirarlo por el local.

Tenía cierta ansiedad y luego de pagar con la tarjeta, quedé en pasarlo a buscar el lunes siguiente por el local.

El jueves por la mañana, me llamó María:

-MARIA: Hola Gabi, ¿cómo estás? Hablé con Marcelo y me dijo que sí, que le parece buenísimo lo del remís.

-GABRIEL: Bárbaro! Yo lo llamo a Aurelio y le digo que lo voy a ver con un amigo, te parece esta tarde?

-MARIA: Me dijo que cuando que cuando digas.

-GABRIEL: María, ¿puedo preguntarte algo?

-MARIA: Si claro!

-GABRIEL: ¿Sabe quién soy? ¿Sabe de la relación entre nosotros?

-MARIA: Sabe quien sos, y sabe que las chicas te dicen tío, nunca le di detalles, pero sabe que sos mi amigo.

-GABRIEL: Perfecto, pasame su número de teléfono y avisale que lo voy a llamar, arreglo con Aurelio para esta tarde.

Corté con María y lo llamé al viejo para decirle que tenía un amigo que se había quedado sin trabajo y que le alquilaría el remís. Aurelio se puso contento y arreglamos para ir a verlo a las cinco de la tarde.

Llamé a Marcelo para avisarle que si le parecía lo pasaba a buscar y lo íbamos a ver a Aurelio, me dijo que perfecto, me pasó su dirección y a las cuatro y media lo pasé a buscar.

Al verlo salir de su casa, se me cruzó por la cabeza el por qué habría dejado a una mujer como María.

Nos saludamos con un apretón de mano y lo primero que me dijo fue, gracias!

Por el camino le fui contando de Aurelio y el tema del remís.

Cuando llegamos, Aurelio me saludó con un abrazo, estaba contento y eso me hacía sentir bien.

Media hora después, salimos de su casa, listo!, estaba hecho, Marcelo y Aurelio habían firmado el contrato y ese mismo día, ya se fue con el remís. Antes de irse, me dio las infinitas gracias, hasta me pareció que estaba a punto de llorar. Marcelo me había caído bien!

El sábado fui a terapia, la verdad es que me hacía bien. Esta vez me volví a cruzar con Paula:

-GABRIEL: Hola Paula, ¿cómo estás?

-PAULA: Hola Gabriel, muy bien, ¿y vos?

-GABRIEL: Bien, por suerte! Aunque hoy no llueve, ¿Querés esperarme y nos tomamos un café?

-PAULA: Hoy no puedo, pero puede ser otro día!

-GABRIEL: Dale, te llamo y arreglamos!

-PAULA: No creo que puedas llamarme!

La miré sorprendido, cómo no entendiendo y con una sonrisa me dijo:

-PAULA: Si nunca te di mi teléfono!

-GABRIEL: Es verdad!, pero bueno, me las arreglaré de alguna forma, quizás te mande un telegrama.

Se rió y me dijo:

-PAULA: Anotá!

-GABRIEL: Perfecto, así te llamo en estos para consultarte por los departamentos, estoy buscando uno para mudarme.

-PAULA: Tengo uno desocupado que te va a encantar, no es muy grande pero, está muy lindo. Llamame el lunes y lo vamos a ver.

-GABRIEL: Dale! ¿Al mediodía te parece?

-PAULA: Si, perfecto,

Agendé su número en el teléfono y nos despedimos, ya llevaba unos minutos de atraso y Zulema me estaría esperando en la puerta, como siempre.

El fin de semana estuvo tranquilo, empecé a preparar mis cosas para la mudanza, si no era en el departamento de Paula, sería en otro.

El lunes al mediodía, llamé a Paula, me dijo que si quería, la pasara a buscar cuando cerraba el negocio y me mostraba el departamento.

A la una en punto estaba en la puerta de su negocio y en el momento en que ella lo estaba cerrando. Subió al auto y nos saludamos con un beso. Me indicó la dirección a fuimos hacia allí.

El departamento era en tercer piso realmente hermoso, muy luminoso y muy prolijo. El precio era muy conveniente, no se había algún motivo detrás, pero era realmente muy bueno.

Le dije que estaba de acuerdo y en ese mismo momento, me dio las llaves.

-PAULA: Listo Gabriel, ya tenes las llaves, te mudás cuando quieras.

-GABRIEL: ¿Y el contrato, las garantías, y todo eso?

-PAULA: ¿Me vas a dejar de pagar el alquiler?

-GABRIEL: Dalo por seguro que no!

-PAULA: Entonces eso lo hacemos después, no hay apuro! Mudate tranquilo y después lo vemos.

Después de ver el departamento fuimos a almorzar, no fue un almuerzo muy extenso, tenía que volver al trabajo. La llevé hasta su negocio y volví al Ministerio.

Lo llamé a Javi para contarle y esa misma tarde entre los dos mudamos todas mis cosas, que no eran muchas. Le dejé un juego de llaves para que tuviese por cualquier inconveniente.

La semana de trabajo, fue bastante agitada saliendo bastante tarde casi todos los días.

Aunque me pareciera mentira, estaba deseando que llegara el sábado a la tarde para ir a terapia. Ni yo lo podía creer!

Llegó el sábado y aquella sesión estuvo realmente movilizante para mí, Zulema parecía conocerme más de lo que me conocía a mí mismo, por momentos parecía inquisidora, pero cada estocada, tenía un por qué y siempre salía de allí rumiando sus palabras y razonando cada de mis pensamientos y sentimientos.

En un arranque de locura, el domingo me levanté muy temprano, salí con el auto, paré en una estación de servicio a cargar combustible y desayunar. Tomé la autopista en dirección a Buenos aires, Tomé la Panamericana y pasando Zárate, pare en otra estación de servicio fui al baño  y veinte minutos antes de las ocho de la mañana hice un llamado:

-BRENDA: Hola Gabi, ¿Qué raro vos llamando a esta hora?

-GABRIEL: Hola Bren! ¿Estás camino al trabajo?

-BRENDA: Si, ¿cómo sabías?

-GABRIEL: Tu madre me dijo que entrabas a las ocho, ¿a qué hora salís?

-BRENDA: Hoy a las doce y media

-GABRIEL: Después del trabajo, ¿volvés a tu casa o tenés algo que hacer? ¿Priscila está en tu casa?

-BRENDA: Sí, cuando salgo vuelvo a almorzar a casa con mamá, y Priscila está con papá, ¿pasó algo?

-GABRIEL: Buenísimo! Necesito pedirte un favor!

-BRENDA: Decime!

-GABRIEL: Que vayas a almorzar a algún lado con tu madre.

-BRENDA: No entiendo, ¿Por?

-GABRIEL: Cuando estés en el lugar, me mandás la dirección!

-BRENDA: ¿Vas a venir?

-GABRIEL: Estoy yendo!, pero por favor no le digas nada a tu madre, la quiero sorprender

-BRENDA: Ay!! Qué bueno!!! Se muere mamá!!!!

-GABRIEL: Voy a llegar como a las dos de la tarde, cuando estén en el restaurante, me mandás la dirección, cuando esté cerca te aviso.

-BRENDA: Dale!! Uy, que contenta se va a poner mamá!!! Ya quiero volver a casa!

-GABRIEL: Bueno quedamos así! Nos vemos en un rato! Pero no digas nada! si tu madre te dice que no, inventale algo para convencerla!

Manejé tranquilo, en la ruta no había mucho tráfico, solo un poco congestionado en Rosario, pero después muy tranquilo, iba escuchando música y de tanto en tanto me fumaba un cigarrillo.

Entré a la ciudad de Córdoba pasadas las trece treinta, paré en una calle para mandarle mensaje a Brenda, le dije que ya estaba en la ciudad, me pasó la dirección y me dijo que recién habían empezado a comer.

Puse la dirección en la aplicación de mapas del teléfono para que me marcara el camino.

¿Qué si era una locura esto? Sí, claro. Manejar casi ochocientos kilómetros para ir y otros tantos mañana para volver, era realmente una locura! Pero bueno…

Estacioné a una cuadra del restaurante y le mandé un mensaje a Brenda

-GABRIEL: Bren estoy a una cuadra!

-BRENDA: Le digo a mamá que voy al baño y la dejo sola!

-GABRIEL: Dale, ya estoy llegando.

Entré en el restaurante, vi a Brenda irse en dirección de los baños, pero se quedó por ahí para ver el momento y con su teléfono en la mano, ya me la veía haciendo un video del encuentro.

A unos pasos de Mora, casi de perfil, podía ver la tristeza en su cara y la mirada perdida en la ventana que daba a la calle. No me había visto y no pude evitar las lágrimas que me salían sin quererlo.

Tenía su cartera sobre las piernas, su teléfono en la mano y los brazos apoyados en la mesa, tomó el vaso para beber, supongo que un refresco y cuando me faltaban tres pasos para llegar a la mesa, dije:

-GABRIEL: Hola corazón!

Se dio vuelta y su cara cambió de golpe! Se iluminó, abrió sus ojos como el dos de oro, al tiempo que le explotaban las lágrimas, me quedé parado a esa distancia y se levantó tan raudamente que su cartera terminó en el piso junto con su teléfono y el vaso volcado sobre la mesa con el poco líquido que le quedaba.

-MORA: Gabi!!!!!

Recorrió esa poca distancia en un milisegundo y se colgó de mi cuello llorando.

-MORA: Hola mi amor!!!! Que felicidad que estés acá!!!

Me decía con el llanto en su máxima expresión, nos abrazamos como si no hubiera un mañana, no me soltaba y yo tampoco.

Después de ese abrazo eterno, nos separamos en el momento que Brenda se acercaba a nosotros, por supuesto grabando con su teléfono.

Nos saludamos con un abrazo y le dije:

-GABRIEL: Gracias bombón!

-BRENDA: A vos, si hubieras visto su cara! Después te muestro el video.

-MORA: Que alegría!!! Que ganas tenía de verte!!!! De abrazarte!!! ¿Hasta cuándo te quedás?

-GABRIEL: Hasta mañana al mediodía! El martes tengo que volver a trabajar.

-MORA: ¿Nada más? Que poquito!

-GABRIEL: Es lo que puedo!

-MORA: Bueno! Pero por suerte estás acá! ¿Almorzaste?

Y mirando a Brenda, le preguntó

-MORA: ¿Y vos sabías?

-BRENDA: Si ma, por eso vinimos a almorzar!

-MORA: Guacha! Con razón! Y no me dijiste nada!

-BRENDA: Si te decía no había sorpresa.

Mora no me soltaba, me tenía agarrado del brazo como si me fuera a escapar. Y me miraba todo el tiempo, su mirada me mataba, tan solo por eso valían la pena los kilómetros recorridos.

Charlamos un rato y Brenda nos dijo que se iba a estudiar a casa de una amiga y a la noche se quedaba a dormir en lo de Martín, para dejarnos el departamento para nosotros.

Almorcé y después nos fuimos a caminar un rato por el centro, me fue contando todo lo que había pasado y lo que venía pasando, como se estaba sintiendo y las ganas de volver que tenía.

Nos sentamos en el banco de una plaza y seguimos charlando, no me soltaba, abrazada a mí todo el tiempo. Le conté que me había mudado, le conté los detalles y me miró con cara de sorpresa.

Sin que yo dijera nada, salió el tema de Luis, le apenaba verlo mal, era el padre de su hija, habían compartido años de vida, pero después de lo que le había dicho en aquella cena, no estaba cómoda, que ella solo lo quiere porque es el padre de Brenda y porque alguna vez estuvo enamorada de él, pero eso ya hacía tiempo que se había terminado y que le dijese aquello, la había incomodado.

Caminamos otro poco y entramos a un bar a tomar un café.

Charlamos de muchas cosas, le conté de las fotos que iba a exponer, como me iba con la terapia y le conté de Paula. Le cambió la cara cuando le hablé de Paula, pero no había nada de malo en ello, ¿por qué lo iba a ocultar?

Volvimos al departamento de Brenda, en esos días, ella dormía en la cama de Brenda y Brenda en el sillón del estar.

Fuimos al dormitorio, me di una ducha, Mora se recostó en la cama esperándome, salí solo con el bóxer y  me recosté en la cama junto a ella.

Nos abrazamos y nos besamos un buen rato y me dijo:

-MORA: Gabi…. ¿Me hacés el amor?

-GABRIEL: Claro que sí, pero acá no!

-MORA: ¿Por? Brenda nos dejó el departamento para nosotros

-GABRIEL: No me da hacerlo en la cama de Brenda, ¿Y si vamos a un hotel?

-MORA: Ay sí! Dale! Como en los viejos tiempos. Pero no tengo nada sexy para ponerme!

-GABRIEL: Ni falta que te hace.

Me cambié y mientras Mora se terminaba de arreglar, busque en Internet, un hotel alojamiento que no estuviera muy lejos y en lo posible, un buen hotel. Encontré uno a unas veinte cuadras, que parecía muy coqueto, al menos en la página web.

Llegamos al hotel, nos dieron la habitación, entramos con el auto y fue nomás entrar a la habitación y devorarnos, en unos segundos, ya estábamos los dos desnudos comiéndonos en la cama, cuanto extrañaba su cuerpo, la besé y lamí de punta a punta, recorrí cada parte de su cuerpo, cuanto la deseaba!

-GABRIEL: Estás más delgada!

-MORA: Si, baje como tres kilos desde que llegué, ¿Te gusto así o más rellenita?

-GABRIEL: Como sea, te como igual

Y bajé a su entrepierna, la besé la mordí, la lamí hasta hacerla llegar al orgasmo. Me acosté sobre ella y la penetré despacio, pero hasta el fondo, iba y venía despacio mientras la besaba y besaba sus tetas.

Me salí y cambiamos de posición, en cuatro sobre la cama, la penetré desde atrás. Me enloquecía ver su cuerpo y el vaivén de sus tetas en los espejos de la habitación.

Se la volví a sacar y me acosté boca arriba, ella se sentó sobre mi pija enterrándosela hasta el fondo, y se empezó a mover de esa forma que me vuelve tan loco, arriba, abajo, adelante y atrás, en círculos, ya estaba para acabar, pero quería que durara más tiempo.

La abracé atrayendo su cuerpo al mío, me enderecé y giramos los dos sobre la cama, quedando yo arriba. Unas embestidas más y la saqué. Baje lamiendo su panza hasta llegar a su clítoris, se lo besé, se lo lamí, se lo mordí hasta arrancarle otro orgasmo que la hizo temblar, intentando cerrar sus piernas.

Volví a penetrarla, todo mi cuerpo sobre el suyo, y la besé, la besé con pasión y con el amor que le tengo.

Esta vez fue ella la que me pidió que me saliera, me acosté boca arriba y ella arrodillada en la cama, se metió mi pija en la boca. La chupó un buen rato, y yo no paraba de mirar como en cada bajada, trataba de meterá más adentro en su boca, me estaba volviendo loco. Me excitaba muchísimo vernos en los espejos en las diferentes posiciones, sobre todo en el del techo. Una locura!

No sé cuánto tiempo estuvimos haciendo el amor, pero ya no podía aguantarme más, necesitaba acabar, y se lo dije.

Se volvió a sentar sobre mí, y a moverse de esa forma tan sensual, ya no podía más y le empecé a llenar su interior de leche, al tiempo que ella empezaba a temblar con un nuevo orgasmo.

Nos quedamos abrazados mucho tiempo, ella sobre mí, yo acariciaba todo su cuerpo y ella el mío. Nos besamos con ternura… y con amor.

Salimos del hotel pasadas casi a las ocho de la noche, habíamos quedado en cenar esa noche con Brenda y Martín en su casa. Llegamos al departamento antes que los chicos y pedimos la cena por teléfono. Charlamos un rato hasta que llegaron, pasadas las nueve.

La verdad la cena estuvo excelente, pasamos un buen momento y ahora que había podido hablar con Martín me pareció un pibe bárbaro, con ideas claras y me gustaba el trato que tenían con Brenda, muy amorosos los dos.

Brenda volvía a casa de Martín, nos despedimos de ellos en la puerta del edificio, al otro día no los vería antes de volverme a La Plata. Subimos y nos fuimos a la cama, nos acostamos y ya podía ver la cara de Mora, pensando que al otro día me volvía para La Plata. La verdad estaba tranquilo, pero bastante cansado, y no tenía cuerpo para otro round.

-MORA: Bueno Gabi, a dormir que estás cansado.

-GABRIEL: La verdad que sí!

Apoyé la cabeza en su pecho mientras ella me acariciaba la cabeza, hablamos un momento y me quedé dormido al instante.

Desperté el lunes y Mora estaba sentada en la cama y una bandeja con el desayuno sobre sus piernas.

-MORA: Buenos días mi amor!

-GABRIEL: Buen día corazón! ¿Qué hora es?

-MORA: Ocho menos diez.

-GABRIEL: Menos mal, creí que era más tarde!

-MORA: Que felicidad fue abrir los ojos y verte a mi lado!

Me levanté para ir al baño, al volver, le saqué la bandeja del desayuno y le di flor de beso, me abrazó y así nos quedamos un buen rato.

-MORA: No quiero que te vayas tan pronto!

-GABRIEL Tampoco me quiero ir, pero que le vamos a hacer, tengo una semana movida.

Desayunamos en la cama mientras charlábamos, yo emprendía el regreso antes de las doce del mediodía. Salimos un rato a caminar y volvimos al departamento para juntar mis cosas.

Minutos antes de las doce, me acompaño hasta el auto, ya con lágrimas en los ojos. Nos abrazamos un largo rato, nos besamos y subí al auto. Ya en el auto, metió su cabeza por la ventanilla y me volvió a besar con lágrimas en los ojos.

No quise hacer eterna la despedida:

-GABRIEL: De camino antes de llegar a Buenos Aires, tengo que pasar por un local a retirar un lente que compré para la cámara, aprovecho que me queda de paso.

-MORA: No quiero que te vayas!

-GABRIEL: Tranquila, nos vemos pronto! Cuidate!

-MORA: Te amo mi vida, te voy a extrañar!

-GABRIEL: Yo también corazón!

-MORA: Tené cuidado en la ruta!

Un último beso y arranqué…

¿Qué si tenía ganas de irme? No, por supuesto que tenía unas ganas locas de quedarme, pero bueno ya será!

La ruta estaba algo más congestionada, pero el tráfico era fluido.

Durante el trayecto pensé mucho, mucho en ella y en el amor que le tengo, irme y tener que dejarla, me había puesto triste, pero también, me apoyaba en mis últimas decisiones, en ver con tranquilidad como se irían desarrollando las cosas.

Ese fin de semana, lo había decidido por mí, y también quería ver desde el otro lado, que es lo que estaba pasando con ella.

Pero bueno! Quizás el tiempo pondrá las cosas en su lugar. Si tiene que pasar, pasará! Pensé, mientras manejaba tranquilo casi llegando a Buenos Aires.

El local de fotografía quedaba en Villa Adelina, cerca de Buenos Aires, estaba abierto hasta las diecinueve y treinta, me daría tiempo de llegar antes de ese horario, si todo iba bien en la ruta.

Un accidente en la autopista, me demoró más de media hora, después que despejaron un carril, el tráfico se empezó a mover, pero casi a paso de hombre, todavía estaba a tiempo. Empezó a caer la noche cuando tomé una de las bajadas de la autopista y creí que al bajar del retome, me encontraría con una avenida. Pero no, evidentemente, había salido de la autopista en la bajada equivocada. Decidí parar en una calle transversal, y buscar la aplicación de mapas en el teléfono para poder ubicarme y llegar a aquel local por el camino más corto, antes de que cerrara. Escribí la dirección a donde debía ir y de repente alguien abrió violentamente la puerta de auto:

Bajá hijo de puta! Bajate porque te mato!...