Sospechas y certezas (19)

Lo que tenga que pasar, pasará... O quizás no.

(19) – Lo que tenga que pasar, pasará. . .O quizás no.

El domingo por la tarde pasé por lo de Aurelio a tomar unos mates y me contó que en unos días ya le entregaban el auto, pero que lo quería cambiar, ya no quería quedarse con ese. Estaba preocupado por sus ingresos, el alquiler del auto completaba lo que necesitaba para vivir y le dije que ya encontraríamos a alguien.

Arrancó esa semana de trabajo y a pesar de todo me sentía bien, como decirlo, como liviano, tranquilo, aquellas palabras de Paula, le habían dado cierta perspectiva de mi vida por venir.

Cruzamos mensajes, audios y llamadas con Mora que me ponía al tanto de cómo iban las cosas por allá.

El viernes por la noche, cené con María en su casa, como siempre nuestros encuentros eran francamente disfrutables, aunque no hubo sexo esa noche.

El sábado fui a mi segunda sesión con Zulema, esta vez no me crucé con Paula, seguramente le hubiera dicho, que si no tenía planes, me espere para otra tarde de café y charla, me gustó mucho hablar con ella, pero ni siquiera habíamos intercambiado teléfonos.

En esta segunda sesión, le seguí contando mi vida, sobre todo la relación con mi madre y con mis hermanos, de mi primer matrimonio, de mi hijo y de mi vida hasta mi primera separación. En esta ocasión, Zulema, intercaló algunas preguntas sobre lo que le iba contando, supongo que para entender como fui viendo mi vida en cada etapa. La verdad, en algún momento pensé que exponerme delante de alguien que no me conoce, me resultaría incómodo, pero aquella mujer conseguía que expresara pensamientos y sentimientos que incluso con nadie los había compartido. Me gustaba la terapia, a pesar de ser la primera vez en la vida, al menos por ahora, no me sentía cuestionado, ni juzgado.

Por la noche hablamos por teléfono con Mora, prefería hacerlo a esa hora para poder hablar tranquilos. Me contó de lo complicado del cuadro de la mujer de Luis, había comenzado a tener falla renal y le tenían que someter a diálisis. El pronóstico no era alentador, estaban intentando un tratamiento para que pueda llegar a un trasplante de médula ósea. Priscila seguía sin estar al tanto de la gravedad del  estado de salud de su madre y también que Luis, andaba de acá para allá todo el tiempo.

Hablamos cerca de una hora, hasta pasadas las once de la noche, me dijo que ya estaba cansada y se iba a dormir.

La semana siguiente, el trabajo estuvo bastante complicado con unos problemas en las instalaciones, que me tuvieron al trote hasta el jueves, saliendo bastante tarde todos los días. Solo pude hacerme tiempo el martes para cerrar la compra de un Ford Ka viejito, que un amigo de Hernán me había conseguido en muy buen estado, para regalarle a Javi de sorpresa.

El viernes era el cumpleaños de Javi y en la agencia le habían permitido cambiar el día. Había hablado con mi ex un par de semanas antes, para ponerla al tanto del regalo y me dijo si no tenía problema, se lo regaláramos entre los dos, que lo pagáramos mitad cada uno. Por supuesto no puse objeción y además me dijo que fuera a su casa ese día por la noche.

Nunca había estado en la casa que compartía con su nueva pareja y le dije que si había algún problema lo podía entender.

Me hacía mucha ilusión ver su cara, cuando le diéramos su regalo.

El viernes por la tarde al salir del trabajo, lleve el futuro auto de Javi a un lavadero, quería que estuviera impecable para la noche. Compré un moño grande, muy grande de esos que se usan en los coches que llevan novios para su casamiento, llegué a su casa pasadas las nueve de la noche, media cuadra antes, paré y puse el gran moño en el techo. Le mandé un mensaje para que su madre abriera, yo estacionaría el auto en la puerta y una vez allí, entraría y le entregaríamos una copia de las llaves del auto en una cajita muy bien envuelta. Le pedí a su novia que por favor filmara con su teléfono la situación, me quería llevar de recuerdo su cara.

Todo salió perfecto, Javi no entendió nuestras caras cuando le dimos aquella cajita, quizás sorprendido porque el regalo era de los dos. Hasta que al abrirla y encontrarse con las llaves de un auto, entendió! Su cara era un poema, una mezcla de sorpresa, de felicidad, de no creer que era cierto, que en verdad me hizo llorar, tanto como lloraba él abrazando a su madre y a mí. Salimos a la vereda y se volvió loco de alegría, no cabía en sí mismo de lo feliz que estaba. Y su felicidad era la mía, no me importaba otra cosa.

Fue a dar una vuelta con su novia, mientras lo esperábamos en la puerta de la casa. Realmente estaba como niño con juguete nuevo.

La fiesta estuvo bárbara, familiares de su madre y montón de amigo y amigas. Cerca de las dos de la mañana, Javi salía con su novia y sus amigos a festejar a algún bar y yo me fui también. Me fui feliz por él, se lo merece, y también por mí.

De camino a casa decidí parar en algún bar a tomarme un whjsky, conocía un par que no frecuentaban los jóvenes, más bien gente de mi edad, e incluso mayores, donde se podía escuchar el rock de nuestra época.

Entré en aquel bar, estaba lleno de gente, fui hasta la barra y me pedí un whisky, caminé por el lugar, buscando un sitio donde apoyarme y apoyar el vaso. No le había alcanzado a dar el segundo trago, cuando a mis espaldas, una voz femenina decía: “Pero que chica es la ciudad!”

Me giré y me sorprendí!

-GABRIEL: Paula! Pero que chica es la ciudad!

-PAULA: Hola Gabriel! Me pareció que eras vos cuando entraste, pero me tuve que acercar, de lejos no estaba segura!

Nos saludamos con un beso y le pregunté:

-GABRIEL: ¿Siempre venís por acá? Yo vengo a menudo y nunca te había visto!

Me miró con cara de pícara y me dijo:

-PAULA: En realidad, es la segunda vez, estoy con una amiga!

Y respondiendo también con cara de pícaro le dije

-GABRIEL: ¿Muy amiga?

-PAULA: Ay, me hacés poner colorada! Por ahora solo amigas, pero quién sabe!

-GABRIEL: Está muy bien, la vida es corta y hay que aprovechar el momento!

-PAULA: ¿Y vos que hacés por acá?

-GABRIEL: Fue el cumpleaños de mi hijo, estuve en casa de su madre, hasta que él y sus amigos se iban a un bar a festejar, y me quería tomar un whisky.

-PAULA: Bueno te dejo, que no quiero que mi amiga, me extrañe! Hasta el próximo encuentro casual!

-GABRIEL: Hasta pronto!

Le dije, repitiendo aquella frase de nuestros primeros encuentros.

Terminé mi copa, escuché un par de canciones más y me fui para casa tranquilo, me hubiera tomado otro, pero en unas horas tenía sesión y no quería llegar con resaca.

En aquella sesión, hice el recorrido de mi vida hasta llegar al divorcio con Mora, cómo en los encuentros anteriores, Zulema me hacía algunas preguntas, sobre todo de mis sentimientos en alguna parte del relato. Cada vez me sentía más cómodo, ¿Qué boludo, cómo no había empezado antes? Al terminar la sesión, Zulema me avisó que los próximos dos sábados, no tendríamos sesiones, se tomaba unos días de vacaciones con su esposa.

La semana estuvo tranquila, como dicen, de casa al trabajo y del trabajo a casa, almorcé con Ruben el miércoles y nos vimos con Javi el jueves.

Cruzamos algunos mensajes con Mora y el viernes pasadas las diez de la noche, necesitaba llamarla, Lola estaba con un sarpullido, se rascaba mucho y no sabía que veterinario la atendía y de paso charlar un poco, en verdad extrañaba charlar con ella.

La llamé diez menos cuarto y no me contestó. Esperé un rato y volví a llamar, tampoco me contestó, quizás no tenía el teléfono con ella. Un rato después, le mandé un mensaje a Brenda, preguntándole como iba todo y si estaba con su madre, porque no me contestaba y necesitaba preguntarle algo sobre Lola.

Unos minutos después, recibí respuesta de Brenda, me puso al tanto de cómo iba todo con la mujer de su padre y con Priscila, pero no me dijo si estaba con su madre.

Unos minutos después, me llegó otro mensaje de ella: “Mamá no está, fue a cenar con Papá”

Tuve que controlar cierto sentimiento de…. ¿cómo explicarlo? ¿Celos? No, definitivamente no eran celos, tal vez como una sensación de ¿Se está alejando, lo que deseaba cerca? No sé, como intranquilidad quizás.

Pero no quería pararme en ese lugar, le mandé un último mensaje a Brenda diciéndole que no había problema, después la llamaría.

Soltar Gabriel….. Ser y dejar ser……

El sábado a media mañana, tomaba un café mirando el diario en Internet, cuando me llamó Mora, hablamos un rato, le conté de Lola y me pasó la dirección del veterinario que la atendía y me puso al corriente de todo cuanto pasaba por allí. Más o menos media hora duró la llamada, nos despedimos y me quedé pensando… ¿Por qué no me dijo que había ido a cenar con su ex? ¿Acaso había algo malo en eso? Lo hubiera entendido perfectamente. Pero bueno…. Ser y dejar ser Gabriel! Las cosas como son!

Llevé a Lola al veterinario, por suerte no era nada grave, solo una alergia, quizás a la cápsulas para pulgas que le había dado hacía dos días.

Volví para la hora del almuerzo y después salí con la cámara a sacar algunas fotos, un amigo de Ruben, me había propuesto participar en una exposición de fotógrafos amateur en un Centro Cultural y quería tener algunas para elegir. Al volver a casa, me preparé unos mates y me senté a mirar la computadora. Entré al correo y en la bandeja de entrada, había un mail de Mora, había sido enviado hacia un par de horas, ¿Por qué un mail?, habíamos hablado hace unas horas. Lo abrí y comencé a leerlo:

“Hola Gabi, se que hablamos hace un rato, pero me sale hacerlo así, como si te escribiera una carta, en ese momento no te dije algo por qué no me animé, no quería que hubiera un malentendido sobre lo que te voy a decir. Hace tiempo me prometí a mí misma, no volver a mentirte, ni a ocultarte nada, no importa las circunstancias en la que nos encontremos, no voy a volver a hacerlo, pero durante la llamada, tenía miedo que no pudiera explicar correctamente como me siento.

Anoche fuimos a cenar con Luis, es por eso que no respondí tus llamadas, por favor no pienses que fue una cita, ni nada que se parezca, el día anterior, me dijo que necesitaba hablar conmigo, supuse que sobre lo que podría pasar con su mujer, yo le dije que no tenía problema, que cuando quisiera, y ayer al llegar a lo de Brenda, me dijo de ir a cenar. No me pude negar, aunque en verdad no me hacía mucha gracia.

Desde la separación no habíamos vuelto a tener una charla, es más desde que llegué, solo nos habíamos saludado y cruzado varias veces donde me agradeció lo que estaba haciendo.

Fuimos a un restaurante a unas cuadras de lo de Brenda, me puso al tanto de la gravedad de la salud de Mónica, que había pocas posibilidades de sobrevida en su estado. Después me contó que no sabía cómo lo iba a poder sobrellevarlo con Priscila, que trataba de no mostrarse mal delante de ella, pero que si su mujer  no lo lograba, no sabía cómo iba a  hacer.

En verdad lo vi abatido, derrumbado y espero que entiendas que no es cualquier persona para mí, en algún momento compartimos la vida y es el padre de mi hija, no me es indiferente, me apena su situación y la de Priscila.

Hablamos de Brenda, de su trabajo, de su situación económica y sobre todo de Priscila.

También hablamos de lo que pasó entre nosotros, me dijo que si bien, quería mucho a Mónica y habían decidido tener un hijo, nunca pudo amarla como me había amado a mí, que dejarme había sido lo más estúpido que había hecho en su vida, pero que pasado el tiempo, no tuvo el coraje de volver.

Mi amado Gabi, no sé que me deparan los tiempos por venir, pero siento, muy a mi pesar, que tengo que estar aquí, aunque mi corazón quiera estar allá.

No puedo pretender que vos estés expectante a como se van desarrollando los acontecimientos en mi vida y entenderé perfectamente, las decisiones que necesites tomar.

Todo esto pasa en un momento de mi vida que hubiera preferido que no pase. Pero siento que el destino, a veces nos pone a prueba.

Te amo como nunca amé a nadie! Pero si no hago esto no estaría tranquila conmigo misma. Por un momento dejo de lado mis deseos y mis necesidades, por apoyar a Brenda, a Priscila y a Luis.

Espero que esto termine pronto, que Mónica pueda sanar y todo vuelva a la normalidad.

Hasta luego mi cielo, espero que la vida pronto nos vuelva a juntar. Estaré deseando ese momento con cada pedacito de mi ser.”

Aquel mail, para que negarlo, me dejó tambaleando. Podía ver sus sentimientos y sus preocupaciones, podía comprender sus decisiones y hasta podía entender que me estaba diciendo que siguiera con mi vida, que no sabía cuando la situación la volvería a acercar a mí.

Y lo miré, ahí, sobre el mueble de estar, como si fuera un recordatorio, aquel estuche con el anillo que había comprado.

Y volví a pensar…Ser y dejar ser….

Si tiene que pasar pasará….

Le iba a responder ese correo, pero no en ese momento, necesitaba pensar.

Respiré hondo, y acaricié a Lola que estaba sentada en el sillón a mi lado.

El domingo por la tarde pasé por lo de Aurelio a tomar unos mates con el viejo, y al llegar a casa, pasadas las seis y media, decidí responder el mail de Mora. Algo para picar y una cerveza, me senté en el sillón, encendí la computadora, abrí el correo, clic en el mail y clic en responder:

“Corazón:

¿Qué si la vida nos pone a prueba? Claro que sí, y a veces, más de lo que quisiéramos, porque irremediablemente, en cada vez, nos exige decisiones, incluso decisiones que no estamos convencidos de tomar.

Lo importante, al menos para mí, creo que también lo es para vos, es ser consecuentes con nuestros sentimientos, ya sabemos que Dios aprieta, pero no ahorca, pero muchas veces deja marcas.

Algunas cosas han pasado desde que te fuiste, cosas que no te he contado, no por ocultarlas, sino porque no se ha dado la oportunidad. Una de ellas es que empecé a hacer terapia, con una psicóloga, los sábados por la tarde, y la verdad es que me sienta bien. Pero eso solo viene a cuento de contarte otra cosa. El día de mi primera sesión, me crucé con una chica que conocía, también paciente de Zulema, es la dueña del negocio donde compré la pulsera de aquel aniversario. Al salir llovía torrencialmente y ella aun esperaba bajo techo, que el temporal aflojara para irse. Tomamos un café en el bar de aquella esquina hasta que se calmó el temporal. Y aquella conversación me dejó un par de frases dando vueltas por la cabeza. A pesar de ser bastante más joven que yo, tenía algunas ideas bien claras, que me han hecho pensar varias cosas desde otro ángulo.

En muchas ocasiones, somos artífices de nuestros destinos, aunque no siempre, en ocasiones otras personas, inciden en nuestras decisiones o pensamientos. Ser y dejar ser, me dijo esa chica, y cuánta razón le encontré a esas palabras…

Cuantas veces creemos que nuestros deseos, nuestras creencias o nuestra forma de ver las cosas, son las correctas y las que los demás debieran dar por ciertas.

Somos como somos, como podemos, como nos han dejado ser o como se supone que debemos ser. ¿Realmente somos como queremos ser, somos lo que queremos ser?

Muchas veces nos empeñamos en conseguir algo en el momento o de la forma que lo necesitamos, aunque, si eso tiene que ver con alguien más, ya no depende solamente de nosotros.

Si tiene que pasar, pasará. El destino y el universo complotarán para que pase. Palabras que me dijo también, y que hacen eco en mi cabeza.

Y por último, también me dijo: Soltar Gabriel,… soltar!

Leyendo tus palabras, hasta me pareció que sin decirlo, me estabas pidiendo disculpas por haber ido a cenar con Luis. Muy lejos de hacer falta.

Sos consciente de tus decisiones, soy consciente de mis decisiones, y así debe ser!

Ni más, ni menos…

Soltar corazón!...Soltar para ser y dejar ser.”

Sin siquiera releerlo, hice clic en enviar. Me terminé la cerveza, y con otra bien fría, me volví al sillón a escuchar música.

Otra semana arrancaba y yo me sentía tranquilo, en paz conmigo, no tuve comunicación con Mora, sino hasta el jueves. Me había terminado de duchar para ir a trabajar y sonó el teléfono, era Mora, no me daba buena espina un llamado suyo a esa hora:

-GABRIEL: Hola Mora, ¿cómo estás?, si me llamás a esta hora, no es nada bueno.

-MORA: Hola Gabi, no, no es nada bueno, hace poco más de una hora falleció Mónica.

-GABRIEL: Uy la puta madre! Que cagada, ¿cómo está Priscila?

-MORA: No lo sabe todavía, anoche Luis habló con Brenda y le dijo que tenía además una falla hepática y el pronóstico era a cada hora más desalentador, los médicos le habían dicho, que era cuestión de horas. Luis había llevado a Priscila a verla ayer a la tarde, cuando aún estaba consciente. Por la noche se complicó y una falla multiorgánica, hizo que su corazón fallara y no la pudieron reanimar.

GABRIEL: Por favor dale mis condolencias a Luis

-MORA: Si claro!

-Me dijo que Priscila no vaya hoy al colegio, que cuando terminara con todos los trámites en el hospital, venía a lo de Brenda y él le contaría lo que pasó con su mamá.

-GABRIEL: Por favor dale un beso de mi parte y otro para Bren.

-MORA: Por supuesto

-GABRIEL: ¿Qué necesitas que haga? ¿Querés que vaya para allá?

-MORA: La verdad, no sé qué va a pasar, no sé qué decirte, me gustaría que estuvieras acá pero no en este momento, quisiera poder tan sentir tu abrazo. Pero creo que esta vez, me va a tocar abrazar a mí.

-GABRIEL: Cualquier cosa que necesites, solo me llamás, ¿Sí?

-MORA: Claro Gabi, te voy a tener al tanto. Te amo con el alma y te mando un beso.

-GABRIEL: Un beso corazón! Te amo también!

Cortamos la comunicación y no podía dejar de pensar en esa pequeña, tan chiquita, me imaginaba la falta que le iba a hacer su madre.

Esos días, me tomaron un poco bajón, la muerte de Mónica, seguramente provocaría un gran dolor en Priscila y su padre y sería Brenda y también Mora, las que tendrían que sostenerlos.

Me ponía en lugar de Luis, y me imaginaba lo destruido que yo estaría.

Pero bueno, la vida sigue con sus desafíos y los iba a enfrentar.

El tiempo lo dirá….