Sospechas y certezas (18)

Soltar. Ser y dejar ser!

(18) – Soltar. Ser y dejar ser!

¿Qué si me podría arriesgar e intentarlo de vuelta con Mora? Sí, claro, amor por ella me sobra y si la vida me pusiera nuevamente en la vereda del sufrimiento, le podría hacer frente a sabiendas, estaba preparado! Un amor como el que siento por Mora y como el que siento que ella tiene por mí, no se da muchas veces en la vida y cómo dice el dicho, el que no arriesga no gana, y ahí estaba yo pensando si arriesgarme nuevamente o no! ¿Qué soy consciente de lo que pasó con ella? Claro que sí, pero si hubiera sido yo el que se equivocó, desearía una segunda oportunidad, y yo a estas alturas, creo estar dispuesto a dársela ¿De qué vale la vida si no?

Tantas veces le hacemos caso a nuestros sentimientos y tantas nos equivocamos. Apostamos, a veces ganamos y otras nos toca perder, es cierto que cuando nos toca perder, es la parte más amarga, por la que no queremos pasar, pero eso es parte de la vida, jugarse, arriesgar, dar el paso, incluso sabiendo que puede ser el incorrecto, creo que está en nuestra naturaleza, o al menos en la mía, ser consecuente con lo que siento, aunque a veces lo que siento me ponga un poco más boludo de lo normal.

Ahora más que nunca,… marchar al frente…. pero con pies de plomo!

Llamé a Ruben a media mañana, quería empezar terapia y no conocía ningún profesional, él seguro conoce a alguien:

-GABRIEL: Hola Ruben, ¿cómo estás?

-RUBEN: Hola querido, muy bien ¿y vos?

-GABRIEL: Bien, acá recurriendo a tu larga lista de conocidos, quiero empezar terapia y no conozco ningún psicólogo o psicóloga, ¿alguien para recomendarme?

-RUBEN: Si, claro! Zulema Gutiérrez Brandal, una de las mejores psicólogas de la ciudad, ahora te paso el contacto, lo único, no atiende por ninguna obra social.

-GABRIEL: Perfecto, le pregunto si tiene algún turno y cuánto cobra, no sea cosa que tanta reputación me deje pelado!

-RUBEN: No seas pijotero! Lo que cuesta, vale! Ah! Me olvidaba decirte, es una mujer hermosa, pero tengo que decirte que está casada con una médica, para que no te entusiasmes!

-GABRIEL: Ah, bueno! gracias por el dato querido! Te mando un abrazo y en cualquier momento me paso a tomar un café!

-RUBEN: Cuando quieras! Un abrazo.

Quería arrancar y cerca del mediodía, decidí llamarla:

-GABRIEL: Buenos días, ¿La doctora Zulema Gutiérrez Brandal?

-ZULEMA: Si, ¿quién habla?

-GABRIEL: Mi nombre es Gabriel García y un amigo me pasó su teléfono.

-ZULEMA: Ah, sí! Hablamos con Ruben hace poco más de una hora y me dijo que usted me llamaría!

-GABRIEL: Encantado doctora! Quería preguntarle si tendrá algún turno disponible.

-ZULEMA: Sí, tengo algunos turnos disponibles, los martes de diez a once, los miércoles de nueve a diez y los sábados de dieciséis a diecisiete.

-GABRIEL: En las mañanas trabajo, tendría que ser el sábado por la tarde.

-ZULEMA: Perfecto, ¿lo anoto para arrancar este sábado?

-GABRIEL: Si, correcto, para este sábado a las dieciséis!

-ZULEMA: Ya está anotado, ¿A este teléfono le puedo enviar la dirección?

-GABRIEL: Si, por supuesto!

-ZULEMA: Ya se la envío! Y nos vemos el sábado! Un gusto!

-GABRIEL: Muchas gracias doctora, igualmente, nos vemos el sábado!

Al salir del trabajo, decidí pasar por lo de Mora, llegué a su casa, toque el timbre y se abrió la puerta, caminé el pasillo hasta su casa, y a medida que me acercaba, le veía cara de preocupación, su perrita, corrió hasta mí, la alcé y llegué a su puerta:

-GABRIEL: Hola corazón!

-MORA: Hola Gabi, que bueno que viniste!

-GABRIEL: ¿Pasa algo, tenés cara de preocupada?

-MORA: ¿Mate o café?

Me senté en el sillón y haciéndole un gesto para que se acercara, le dije:

-GABRIEL: Después, ahora vení y contame que pasa que conozco esa cara!

Se sentó a mi lado en el sillón y me empezó a contar:

-MORA: Hoy hablé con Brenda y me contó que Mónica, la mujer de Luis, mi ex, le diagnosticaron leucemia, hacía unos días que no andaba bien, y los estudios le dieron bastante mal. Por ahora está en la casa, pero es muy probable que pronto tenga que internarse.

-GABRIEL: Uh! Que cagada! Pobre mujer! ¿Y la hermanita de Bren cuántos años tiene?

-MORA: nueve! Pobre criatura! Para colmo, como Luis anda de acá para allá con Mónica, Priscila se queda con Brenda.

-GABRIEL: Pobre, una situación de mierda para todos!

-MORA: Si, ya lo creo! Le dije a Brenda que me avise cualquier cosa, que si necesita que vaya, me pido días en la escuela. No sé lo que puede llevar el tratamiento.

-GABRIEL: Claro. Cuando hables con Brenda, decile que cualquier cosa que necesite, que no dude en llamar.

-MORA: Dale, gracias! Bueno ahora sí, ¿que querés tomar?

-GABRIEL: Lo que vos quieras, si es por mí, unos mates!

Tomamos unos mates con Mora y charlamos un buen rato.

Cerca de las siete y media, me dijo:

-MORA: ¿Cielo, querés quedarte a cenar?

-GABRIEL: Dale, pero yo te cocino!

-MORA: Bueno dale! Pero alguna vez te quiero sorprender!

-GABRIEL: La próxima, ¿qué querés comer?

-MORA: Lo que usted guste cocinar, señor chef!

-GABRIEL: Muy bien! ¿Carne al horno con papas y batatas?

-MORA: Si, perfecto!

La cena estuvo muy bien, nos tomamos un par de copas de vino hablando de muchas cosas y volvimos a tocar el tema de la mujer de su ex y de Brenda.

Fui al baño y al entrar vi, sobre un estante delante del espejo, una cajita muy coqueta con un montón de anillos, elegí uno y me lo guardé en el bolsillo.

Cerca de las doce de la noche le dije a Mora que me iba para casa, al otro día ambos trabajábamos temprano, creí que me iba a pedir de quedarme, pero por suerte no lo hizo. Creo que estaba con la cabeza en otro tema y yo quería mantener cierta distancia, una prudencial distancia hasta ver cómo se iban desarrollando los acontecimientos.

El jueves al salir del trabajo, pasé por la joyería donde hacía tiempo había comprado aquella pulsera de regalo de aniversario. Me atendió la misma señorita:

-GABRIEL: Buenas tardes, hace un tiempo, compré aquí una pulsera en dorado y plateado con un símbolo de infinito y dos corazones.

-VENDEDORA: Si señor, me acuerdo de usted y de la pulsera, ¿Gabriel verdad?

-GABRIEL: Que buena memoria señorita!, ¿y cómo se acuerda mi nombre?

-VENDEDORA: Dígame Paula por favor! Y permítame tutearlo, lo recuerdo porque pagó con la tarjeta de crédito donde estaba su nombre.

-GABRIEL: Ah claro! Sí, Paula, podemos tutearnos.

-PAULA: Es más, fuiste el primero en comprar uno de mis diseños.

-GABRIEL: ¿Vos fabricás las alhajas?

-PAULA: No todas las que vendo, pero sí muchas de ellas!

-GABRIEL: Perfecto!, me viene bárbaro, porque entré para preguntar si existe la posibilidad de hacer un anillo con esos mismos símbolos.

-PAULA: Claro que sí, pero tendrían que ser de menor tamaño, del tamaño de la pulsera serían muy grandes y no quedarían delicados.

-GABRIEL: Es cierto! ¿Y cuanto tiempo creés que puedas demorar en hacerlo?

-PAULA: Una vez que tenga la medida del anillo, puede estar en un par de días.

-GABRIEL: Perfecto Paula, traje un anillo de ella para que sepas la medida, voy a proponerle matrimonio a mi ex esposa.

Me miró con cara de sorpresa y una sonrisa:

-PAULA: Sos el primer hombre que conozco, que se quiere volver a casar con su ex!

-GABRIEL: Cosas de la vida Paula! Algún día, si se da la oportunidad, te contaré.

-PAULA: Puede estar en dos o tres días.

-GABRIEL: ¿Crees que pueda estar para el sábado?

-PAULA: Sí, seguro para el sábado a última hora, cierro a las trece, para esa hora seguro está.

-GABRIEL: Buenísimo, decime cuanto es!

-PAULA: Me lo pagás el sábado cuando lo venís a buscar, si te gusta como quedó.

-GABRIEL: Perfecto Paula, Muchas gracias, paso el sábado!

-PAULA: No, gracias a vos, te espero el sábado!

El viernes al mediodía, estando en una reunión, me sonó el teléfono, era Mora, lo silencié y seguí en la reunión. Unos minutos después me volvió a llamar, lo volví a silenciar y unos segundos después, entró un mensaje suyo: “Cuando puedas llamame por favor”

No tenía buen presentimiento sobre esas llamadas, y veinte minutos después, al finalizar la reunión, la llamé:

-GABRIEL: Hola Mora, ¿pasó algo?

-MORA: Hola Gabi, necesito que pases por casa cuando puedas, necesito pedirte algo.

-GABRIEL: Si claro, cuando salgo del trabajo voy ¿todo bien? ¿Qué pasó?

-MORA: Cuando vengas te cuento, perdón pero ahora te tengo que cortar, necesito hacer un par de llamadas.

-GABRIEL: Dale, en un rato paso!

Me quedé preocupado por el tono de su voz, había problemas y me podía imaginar que vendrían por el lado de la mujer de su ex.

Cerca de las tres de la tarde, salí del trabajo y diez minutos después estaba en lo de Mora.

Al caminar el pasillo podía ver su cara de preocupación.

-MORA: Hola amor, pasá!

-GABRIEL: Hola corazón, ¿Qué pasó?

-MORA: Bren me llamó esta mañana temprano y me dijo que tuvieron que internar de urgencia a Mónica y que no está nada bien.

-GABRIEL: Uh! Que cagada!

-MORA: Me voy a ir para Córdoba y te lo quería decir personalmente.

-GABRIEL: Está muy bien, me imagino cómo deben estar las cosas allá! ¿Priscila está con Brenda?

-MORA: Si, por eso es que quiero ir, Bren con la facu y el trabajo, no puede ocuparse todo el tiempo de ella.

-GAGRIEL: Claro! Pobre criatura, me imagino cómo debe estar! ¿Está al tanto de lo que le pasa a su madre?

-MORA: Si, pero creo que no de la gravedad de su estado.

-GABRIEL: Claro!

-MORA: Gabi necesito pedirte algo

-GABRIEL: Si, claro. Decime!

-MORA: En realidad, te quiero pedir tres cosas, lo primero es, si te puedo dejar estos días a Lola.

-GABRIEL: Si, por supuesto!

-MORA: Y después, si me podés llevar a la terminal de ómnibus, saqué pasaje para las once cincuenta de la noche y no quiero ir sola.

-GABRIEL: Si claro, yo te llevo!

-MORA: Y lo tercero es…, si te podrás quedar conmigo hasta que me vaya, no sé cuantos días voy a estar allá y te voy a extrañar demasiado!

-GABRIEL: Si, por supuesto! ¿Y con el trabajo como hacés?

-MORA: Hoy después de que me llamó Bren, pedí en el colegio una licencia sin goce de sueldo hasta el fin del año lectivo, y cuando vuelvo a trabajar, la puedo cortar. Solo se puede pedir una vez al año, si pido menos tiempo, y no me alcanzan, luego no puedo pedir más días. Tengo unos ahorros y espero que pueda arreglarme con ellos.

-GABRIEL: Claro! ¿Y hablaste con Luis?

-MORA: No, solo con Brenda, él está en el hospital.

-GABRIEL: Por favor, deciles tanto a Brenda como a Luis, que en cualquier cosa que les pueda ser útil, cuenten conmigo, incluso económicamente.

-MORA: Gracias, se los voy a decir.

Tomamos unos mates charlando mientras mora armaba un bolso con ropa y sus cosas para el viaje.

Cuando ya tenía todo casi listo, nos sentamos un rato en el sillón, ella apoyó su cabeza en mi pecho y yo pasé un brazo sobre sus hombros, seguimos charlando mientras le acariciaba el pelo, los hombros y la espalda. La notaba intranquila, como tensa, y entonces le dije:

-GABRIEL: ¿Te tiene mal todo esto? Te veo preocupada.

-MORA: Si, la verdad que sí, pero no solo eso, también me preocupa irme en este momento, después de tanto tiempo nos hemos reencontrado y no quiero que nada eche a perder eso, lo esperé tanto tiempo, y ahora esta circunstancia, me aleja de vos.

-GABRIEL: Tranquila, esto no va a ser para siempre, y te aseguro que yo haría lo mismo por Javi o por su madre, igualmente podemos estar en contacto por teléfono.

-MORA: Si, claro. Pero te soy sincera, no sé con qué me voy a encontrar, pero tomé la decisión para bancar a Brenda en esta. Sé que es su hermana, pero no quiero que descuide su vida.

-GABRIEL: ¿Vas a parar en el departamento de Bren?

-MORA: -Si, algunos días Priscila va a lo de Brenda y otros va ella a casa de su padre.

Seguimos charlando y cerca de las seis me preguntó que quería cenar, le dije que no cocine, que pedíamos algo por teléfono, y luego se fue a dar un baño.

Me quedé sentado en el sillón, pensando en lo que vendría de aquí en adelante, también que este tiempo sin vernos, sería quizás, esa distancia que necesitaba hubiera entre nosotros para tener las cosas bien claras.

Un rato después, volvió con un vestido de andar por casa y mientras se secaba el pelo, seguimos charlando.

Se sentó en el sillón, se acercó, su cara contra la mía, y me besó. Suave primero, y luego un buen beso a lenguas batientes. Nos abrazamos y nos seguimos besando cada vez con más intensidad.

Me miró a los ojos durante unos segundos y con voz suave me dijo:

-MORA: ¿Me hacés al amor Gabi? Te quiero llevar adentro!

Nos volvimos a abrazar y besar, cada vez más apasionadamente.

Nos paramos sin dejar de besarnos y fuimos para su dormitorio, nos desnudamos uno al otro y nos acostamos besándonos y acariciándonos. Mi erección estaba a pleno y nos dejamos llevar. La besé de punta a punta, mientras acariciaba todo su cuerpo, ella se dejó hacer. Sus ojos entrecerrados cuando llegué a lamer su clítoris, ya estaba muy mojada. Fui suave al principio, pero fui subiendo en intensidad, hasta sacarle el primer orgasmo, un hermoso temblor!

En la posición del misionero, la penetré suave pero profundamente, por momentos aceleraba las embestidas y luego bajaba el ritmo, su cara me decía que lo estaba disfrutando y su segundo orgasmo me lo confirmó.

Cambiamos de posición, me acosté boca arriba y ella se sentó introduciéndose mi pija de un solo sentón, apoyó sus manos en mi pecho y se empezó a mover lento, subiendo y bajando, yendo hacia adelante y hacia atrás con sus caderas, haciendo círculos, mientras yo le tocaba las tetas y jugaba con sus pezones entre mis dedos, una locura!

Se agachó para besarme mirándome a los ojos, y con la voz entrecortada me dijo:

-MORA: Gabi, sos el hombre de mi vida! Todo mi cuerpo es tuyo, no sé lo que va a pasar de aquí en adelante, pero mi cuerpo siempre va a ser tuyo! Te amo con el alma y con el cuerpo!

Nos volvimos a besar, no puedo decir que aquello que había escuchado no me emocionó, lo hizo y me llegó bien adentro! ¿Podía yo decir lo mismo?

-GABRIEL: Desde que nos conocemos, mi corazón y mi cuerpo han sido para vos, aunque el cuerpo se haya distraído por ahí, alguna que otra vez, mi corazón siempre estuvo atado a vos!

-MORA: No me quiero ir!

-GABRIEL: Ya lo sé!

Hicimos el amor hasta pasadas las nueve de la noche, cambiando de posición varias veces, tratando de aguantar mi eyaculación para estirar ese momento.

Estando ella a cuatro patas, y yo penetrándola desde atrás ya no podía aguantar más y se lo dije:

-GABRIEL: Ya no puedo aguantar más! Voy a acabar!

Y sin darme tiempo ni a pensar, se salió, se dio vuelta y se puso mi pija en la boca, la chupaba y la pajeaba y yo ya no pude aguantar más.

-GABRIEL: Voy a acabar!

Y lejos de desistir en su tarea, de rodillas en la cama, acabé inundándole la boca de semen, ella no dejó de chupar en ningún momento, y mirándome a los ojos, siguió y siguió hasta que ya no me quedó nada por salir, aminoró la velocidad del meneo y me siguió chupando hasta que sentí que la erección empezaba a menguar. Se la sacó de la boca, la lamió y la volvió a chupar, me temblaban las piernas y la pija volvía lentamente al estado de reposo.

Se arrodilló a mi altura y nos besamos con pasión, creo que si no tuviera que irse, seguiría toda la noche!

-GABRIEL: ¿Y esto?

-MORA: ¿Te gustó? Te lo debía!, esto y muchas cosas más!

-GABRIEL: ¿Si? ¿Y qué cosas más?

-MORA: Ya habrá tiempo para eso!

Nos duchamos juntos, mientras esperábamos la comida que habíamos pedido. Nos cambiamos y cuando llegó la comida, nos sentamos a cenar.

Veía cierta tristeza en su cara, aunque tratara de disimularla y en un momento, un par de lágrimas cayeron de sus ojos.

-MORA: No me quiero ir

-GABRIEL: Ya lo sé, pero si Bren te necesita, está bien que estés con ella.

-MORA: Si, ya lo sé.

-GABRIEL: Si querés dejame un juego de llaves, y me doy una vuelta de vez en cuando para ver que todo esté bien.

-MORA: Si, claro, ¿y de paso me podrás regar las plantas cuando vengas?

-GABRIEL: Claro que sí!

Pasadas las once y cuarto, cargamos sus cosas en el auto y salimos para la terminal, al volver, pasaría a buscar a Lola.

Llegamos a la terminal, bajamos el bolso y llegamos al andén, el colectivo no había llegado aún.

Mora me tenía abrazado y no me soltaba. Diez minutos antes de la hora de partida, llegó el colectivo, despachó el bolso en la baulera y volvió a abrazarme, estaba llorando.

Me besó mil beses mientras me decía que me amaba, todos los pasajeros habían subido, solo faltaba ella. Le di un último beso, y con lágrimas en los ojos subió al colectivo.

-GABRIEL: Avisame cuando llegues, así me quedo tranquilo!

-MORA: Si, claro!

Desde la ventanilla me miraba con cara triste, me decía que me amaba y me tiraba besos, mientras el colectivo retrocedía para salir del andén. La seguí con la mirada, la veía llorar a mares. Cuando el colectivo salió de la terminal, lloré también.

El sábado por la mañana, pasadas las ocho, me despertó el sonido del teléfono, un mensaje de Mora avisándome que ya estaba en el departamento de Brenda.

Tenía turno a las once en el taller para el cambio de aceite al auto y luego pasaría por la joyería.

Pasadas las doce y media salí del taller, se había demorado el service con tanta gente, no estaba seguro si llegaría antes de la una al centro.

Para colmo de males se venía una tormenta, el cielo completamente gris, con nubarrones amenazantes, el tráfico estaba complicado.

Faltando un par de minutos para la una, estacioné a unos metros de la joyería, corrí hasta la puerta y al girar el picaporte, estaba cerrado. La puta madre, no había llegado, pero bueno, tampoco había apuro alguno. Volvía caminando al auto, cuando sentí mi nombre:

-PAULA: Gabriel!

Paula me llamaba desde la puerta de su negocio.

-GABRIEL: Hola Paula, creí que ya habías cerrado!

-PAULA: En realidad, con este día ya me hubiera ido, pero te estaba esperando.

-GABRIEL: Perdón! Es que vengo del taller y con el tráfico se me hizo tarde!

-PAULA: No pasa nada, Pasá!

Entré al local mientras ella buscaba debajo del mostrador:

-PAULA: Me tomé el atrevimiento de preparar un estuche, ¿Qué te parece?

Y abriendo el estuche, estaba el anillo, hermoso había quedado y tomando la cajita le dije

-GABRIEL: Está bárbaro! Me encanta! Y el estuche es perfecto!

-PAULA: Quedó delicado ¿No?

-GABRIEL: La verdad que hacés unas cosas muy lindas, la verdad te felicito!

-PAULA: Gracias! Me alegro que te guste!

Preparó el estuche en una bolsa y me lo entregó. Volví a pagar con la tarjeta y cuando me iba me dijo:

-PAULA: ¿Será hoy?

-GABRIEL: En un principio, quizás hubiera sido hoy, pero como dice el dicho, el hombre propone y Dios dispone, Por cuestiones de fuerza mayor, se pospone hasta vaya uno a saber cuándo!

-PAULA: Uh, que macana, perdón por preguntar!

-GABRIEL: No pasa nada, cosas de la vida!

-PAULA: Bueno ya será!

-GABRIEL: Muchas gracias Paula, quedó muy bonito! Hasta pronto!

-PAULA: Chau Gabriel! Suerte!

-GABRIEL: Gracias!

Me fui del local, aun no llovía pero no faltaría mucho. Llegué a casa, saque la ropa seca de la soga y me preparé algo para almorzar.

Hoy arrancaría terapia y quería estar tranquilo y sin apuros.

Llegué al edificio de la psicóloga faltando dos minutos para las cuatro de la tarde, aun no llovía pero calculaba que saldría de allí con agua.

Toque el octavo “A” y Zulema respondió:

-ZULEMA: ¿Quién es?

-GABRIEL: Buenas tardes doctora, soy Gabriel García.

-ZULEMA: Pase por favor.

Sonó la chicharra de la puerta y entré, caminé hasta el ascensor y al llamarlo, vi que venía bajando.

Al llegar, se abrió la puerta hacia un lado y me sorprendí…

Bajaba Paula! Y con cara de sorpresa me dijo:

-PAULA: Hoy me dijiste hasta pronto, pero no pensé que sería tan pronto!

-GABRIEL: Hola Paula, ¿vivís acá?

-PAULA: No no, acá atiende mi psicóloga.

-GABRIEL: ¿Octavo “A”?

-PAULA: Si!

-GABRIEL: ¿Zulema?

-PAULA: Si!!

-GABRIEL: Ah pero que chica es esta ciudad!! Voy para ahí!

-PAULA: Realmente!

-GABRIEL: Bueno, te dejo que no quiero llegar tarde!

-PAULA: Si, claro, nos vemos!

Nos saludamos con un beso y subí al octavo, Zulema me esperaba en la puerta, nos saludamos dándonos la mano y me hizo pasar. Ruben tenía razón, que hermosa mujer y que elegante!

Me pidió algunos datos que anotó en su agenda. Pasamos a una habitación donde ella se sentó en un sillón de estilo y me indicó que me sentara en un sillón de tres cuerpos que se encontraba en ese lugar muy delicadamente ambientado.

-ZULEMA: Puede usted acomodarse como guste, sentado, recostado y si prefiere se puede acostar.

-GABRIEL: Sentado está bien, al menos por ahora.

-ZULEMA: Señor Gabriel, por lo general no tuteo a mis pacientes, salvo que así lo requieran.

-GABRIEL: Doctora, me parce muy bien, pero en general, no trato de usted a nadie, salvo que me lo pidan, en verdad, no me sale, mi trato es respetuoso y ubicado, pero creo que involuntariamente, tuteo a todo el mundo. Si usted no tiene inconveniente, me gustaría que nos tuteáramos.

-ZULEMA: Me parece perfecto Gabriel, a partir de ahora nos tutearemos.

-GABRIEL: Gracias doctora! Me cuesta mucho hablar de usted, incluso con mis máximas autoridades.

Sonó el timbre pero ella no atendió, y me explicó que por respeto al paciente no atendía ni el timbre ni el teléfono durante las sesiones.

-ZULEMA: En esta primera sesión, me vas a hablar de tu infancia, lo que recuerdes, con quien vivías, cómo te sentías, la relación con tu padre, con tu madre y con tus hermanos, si los tuvieras o con quien vivieses en ese momento. Luego si nos queda tiempo, de tu adolescencia y tus relaciones de esa época.

-GABRIEL: Perfecto!

Y comencé a contarle mi vida, mi niñez, el abandono de mi padre, los esfuerzos de mi madre, la relación con mis hermanos, con mis amigos, llegando casi hasta mi adolescencia.

En un momento se levantó y encendió la luz de aquella habitación, el cielo estaba cada vez más negro y los relámpagos y los truenos no cesaban.

Yo hablaba y ella solo tomaba nota, en ocasiones levantaba la vista mirándome.

Se largó a llover torrencialmente. Luego de hablar de mi adolescencia, de mi primer matrimonio y, de mi hijo, faltando cinco minutos para que terminara la sesión, me dijo que seguiríamos en la próxima.

Nos levantamos, caminamos hasta llegar al escritorio que estaba junto a la puerta, le aboné la consulta y luego de saludarla con un beso, me despedí hasta el sábado que viene.

Al salir del edificio, en la puerta me vuelvo a encontrar a Paula.

-GABRIEL: Paula, ¿todavía acá?

-PAULA: Antes de salir, pasé al baño de Zulema y olvidé el teléfono, me di cuenta cuando lo busqué para pedir un taxi. Le toque timbre, pero sé que con pacientes no lo atiende, me tocó esperar.

-GABRIEL: Si, lo escuché! Que garrón! Una hora acá abajo!

Tocó el timbre de Zulema y le explicó lo sucedido, le dijo que suba a buscarlo y antes de entrar me dijo:

-PAULA: ¿Me esperas? Ya bajo!

La esperé y al bajar nos pusimos a charlar debajo de aquella marquesina.

-GABRIEL: Si no tenés problema, te alcanzo donde vayas, tengo el auto a una cuadra!

-PAULA: Bueno, dale, te lo agradezco!

-GABRIEL: Lo único vamos a tener que esperar que pare un poco, de acá hasta el auto nos vamos a empapar!

-PAULA: ¿Te puedo invitar un café en la esquina hasta que pare un poco la lluvia?

-GABRIEL: Claro, pero con una condición!

-PAULA: ¿Cuál?

-GABRIEL: Que el café lo invito yo!

-PAULA: Bueno, está bien!

Entramos en aquel café, solo una mesa estaba ocupada, nos sentamos en una mesa pegada a la ventana que daba a la calle, seguía lloviendo a mares. El mozo se acercó para atendernos

-GABRIEL: ¿Qué tomas?

-PAULA: Un cortado y un jugo de naranja.

-GABRIEL: Para mí, un café doble solo, ¿querés comer algo?

-PAULA: No está bien

-GABRIEL: ¿Un tostado a medias?

-PAULA: Bueno dale!

El mozo se retiró y hablamos un par de cosas sobre el día, la lluvia y la poca gente que andaba por allí. Volvió el con nuestro pedido y mientras endulzaba mi café me preguntó.

-PAULA: ¿Hace mucho que venís a lo de Zulema?

-GABRIEL: Es mi primera sesión.

-PAULA: Yo hace bastante tiempo, desde la separación con mi novio, hace poco más de tres años, quedé bastante mal y a verdad que venir me hizo muy bien. Mi novio de ese entonces, me fue infiel y terminamos muy mal.

-GABRIEL: Uh! Me imagino! Después de la separación yo también quedé muy mal.

-PAULA: Y la verdad que me ayudó mucho en mi última relación, me pasó algo que nunca había estado en mis planes, enamorarme de otra mujer. Al principio me lo negué a mí misma, pero la terapia me ayudó a entenderme, a comprender que el amor es amor y me ayudó a no cuestionarme y a enfrentar lo que sentía, a no reprimirme, y eso hizo que saliera dos años con mi ahora ex.

-GABRIEL: ¿Y qué pasó? ¿Por qué se separaron?

-PAULA: Yo estaba enamorada y creí que ella también, nos llevábamos bien, nos entendíamos, nos disfrutábamos, pero un día, me sentó y me dijo que le pasaba algo con otra chica, que no estaba segura, pero prefería que termináramos antes que pudiera pasar algo con esa otra chica, que no me quería lastimar.

-GABRIEL: ¿Y vos seguís enamorada?

-PAULA: Le agradecí su sinceridad, pero la solté, la dejé ir… y sí, aun la llevo en el corazón, pero no me cierro en ese sentimiento, intento seguir adelante, la terapia me ayuda mucho y el universo me pone delante, gente con la que compartir un café y hablar abiertamente.

-GABRIEL: Te admiro, no creo ser tan consiente de lo que me pasa en la vida y lo que me toca atravesar.

-PAULA: ¿Te puedo preguntar el motivo de tu separación? Me da curiosidad que pienses en volver a casarte con tu ex!

-GABRIEL: Es complicado, pero por infidelidad.

-PAULA: ¿Tuya o de ella?

-GABRIEL: De Mora, creyendo que yo le había sido infiel.

-PAULA: ¿Cómo venganza? Te pagó con la misma moneda.

-GABRIEL: En realidad, fue bastante más complicado. Un tipo, con el que tuve varias peleas cuando éramos adolescentes, me había jurado cagarme la vida. Te imaginarás que tantos años después ya ni me acordaba de ese tipo. Pero armó una movida para vengarse, enviándole a mi ex, fotos mías con otra mujer, con la que nunca tuve nada, por supuesto. Y después se acercó a ella en plan contenedor, comprensivo y se aprovechó de ella incluso usando drogas. Todo esto lo supe mucho tiempo después, cuando ya estábamos divorciados.

-PAULA: ¿Y cómo te enteraste de su infidelidad?

-GABRIEL: De la peor manera!

-PAULA: ¿Los viste?

-GABRIEL: Si.

-PAULA: Ay por Dios! Qué situación! ¿Y después que pasó?

-GABRIEL: Me termina confesando que me había sido infiel en varias oportunidades, me reclamaba por mis infidelidades y la verdad, no lo pude soportar y me fui. Un par de meses después estábamos divorciados.

-PAULA: ¿Y cuándo se volvieron a ver?

-GABRIEL: Casi un año después! Unos meses antes, me había enterado quien le había enviado las fotos, y averigüé todo lo que había pasado y todo lo que había montado este tipo. Para colmo el tipo andaba en tema de drogas, la verdad un mambo terrible! Y creí que ella lo tenía que saber, que todo había sido contra mí y ella quedó en medio.

-PAULA: ¿Y el tipo?

-GABRIEL: Está preso, hizo negocios por atrás del tipo al que le distribuía las drogas y cuando el tipo se enteró lo mandó en cana.

-PAULA: ¿Y cómo llegaste a querer proponerle matrimonio otra vez?

-GABRIEL: La verdad es que nunca dejé de amarla, no sé, no pude! Y después de ese encuentro creo que ella tampoco dejó de amarme, y bueno, quizás me equivoque, quizás lo que siento por ella no me deje ver las cosas fríamente, pero estaría decidido a correr el riesgo.

-PAULA: ¿Y cuando se lo vas a proponer?

-GABRIEL: En realidad, tenía pensado que si todo iba bien, hubiera sido esta noche, pero… como dice el dicho, e hombre propone y Dios dispone!

-PAULA: ¿Por qué? ¿Qué pasó?

-GABRIEL: Brenda, su hija, se fue a estudiar a Córdoba, donde vive su padre, el ex de Mora, quería pasar un tiempo con su él y su hermanita, la que tuvo con su nueva mujer. Pero esa mujer se enfermó gravemente, su ex está con ella y Brenda que estudia y trabaja, estaba complicada para ocuparse de su hermanita, por esto es que anoche se fue para Córdoba.

-PAULA: ¿Y a vos te cayó mal que se haya ido?

-GABRIEL: No, no! yo hubiera hecho lo mismo por mi hijo y su madre.

-PAULA: ¿Tenes un hijo también?

-GABRIEL: Si, Javier de mi primer matrimonio.

-PAULA: Ah! Pero que se haya ido, te cambió los planes.

-GABRIEL: En verdad sí, pero quizás esta distancia ponga las cosas bien en claro, y demuestre que a pesar de todo lo que pasó, se puede pensar en un futuro.

-PAULA: Si algo he aprendido en estos años, es que si tiene que pasar…, pasará, el destino y el universo complotaran para que pase.

-GABRIEL: Tenes razón!

-PAULA: A veces en nuestro deseo de que las cosas pasen como necesitamos que pasen, nos salteamos circunstancias, razones o momentos que tienen que ver con el otro, y es entonces cuando pasamos de la ilusión a la frustración. A fuerza de golpes, he aprendido a soltar…, soltar Gabriel, soltar! ser y dejar ser!

-GABRIEL: Soltar y seguir amando!

-PAULA: Soltar! Si el sentimiento es genuino, el destino y el universo harán lo suyo. Tarde o temprano pasará.

Eran casi las siete y media, seguí lloviendo pero ahora muy despacio, poca gente por la calle y ya empezaba a oscurecer.

-PAULA: Bueno Gabriel, me gustó mucho la charla, pero me tengo que ir, vienen unos amigo a cenar y tengo que cocinar.

-GABRIEL: Se me pasó la hora sin darme cuenta! Vamos que te llevo!

-PAULA: Dale gracias!

Fuimos hasta el auto, me dijo su dirección y allá fuimos, charlando hasta llegar, antes de bajar, me miró, me besó en la mejilla y me dijo:

-PAULA: No te lo iba a decir, pero te lo voy a decir.

La miré con gesto de curiosidad, levantando las cejas, esperando lo que me diría

-PAULA: Creo que me podría enamorar de vos! Pero eso se lo dejo al destino y al universo.

-GABRIEL: Sos una mujer hermosa!

Y con una sonrisa bajó del auto, caminó hasta su puerta y desde allí me saludó con la mano.

Llegué a casa, le di de comer a Lola, me cociné unos fideos para mí, que acompañé con un vino y me senté en el sillón a escuchar música y tomar un whisky.

Y rememorando la charle en aquel café, me vinieron esas frases a la mente, soltar!... Ser y dejar ser! …. Si tiene que pasar pasará!....

Soltar….