Sospechas y certezas (12)

Nuevas certezas, el círculo se va cerrando

(12) – Nuevas certezas, el círculo se va cerrando

Comenzó la semana y había decidido que en esos días tenía que ir a la Subsecretaría y hablar con María Lorena Moro, pedirle explicaciones sobre las fotos y lo motivos por los que las había enviado.

El trabajo en estos días cercanos a fin de año, era bastante complicado y terminaba bastante más tarde de mi hora de salida.

Recién el jueves, al salir del Ministerio, pude hacerme tiempo y estaba decidido a ir a enfrentarla.

Llegué a la Subsecretaría faltando quince minutos para la hora de salida. Volví a mirar mi teléfono donde tenía la foto que me había mandado Dieguito, para poder reconocerla.

Pasadas las cuatro, la vi salir, tenía el pelo un poco más corto, pero igual a reconocí. Caminaba con otra mujer, iban charlando y riéndose, crucé la calle, y apuré el paso para no perderla de vista, llegaron a la esquina y se saludaron con un beso, la otra mujer siguió caminado y ella dobló. Caminó más o menos media cuadra y con la llave en la mano, hizo sonar la alarma de un coche estacionado. Me apuré y en el momento que estaba por abrir el auto dije en voz alta como para asegurarme que me escuchara:

-GABRIEL: ¿Lorena?

Antes de llegar a poner a llave en el auto, giró hacia mí y con cara de no saber quién era yo me dijo:

-LORENA: Sí!

-GABRIEL: ¿María Lorena Moro?

-LORENA: Sí, ¿nos conocemos?

-GABRIEL: Soy Gabriel García!

Y su cara pasó del desconcierto de no conocerme a una cara de preocupación, casi de terror, con el seño fruncido y visiblemente nerviosa.

-LORENA: Ah! Perdón pero me tengo que ir a buscar a los chicos a la escuela!

-GABRIEL: No quiero molestarte, es solo un momento, necesito hacerte una pregunta!

-LORENA: Bueno, pero rápido por favor!

-GABRIEL: Si, claro! Hace unos meses llegaron al teléfono de mi ex esposa, unas fotos mías con otra mujer que fueron enviadas desde tu teléfono. Vos y yo no nos conocemos, ¿Por qué motivo enviaste esas fotos?

Y ya muy nerviosa, hasta temblándole las manos, me dijo:

-LORENA: Eh….. lo que pasó… eh……es que….! …..En realidad no las envié yo, fue mi hermano el que las mandó, me dijo que a una amiga suya, el marido le estaba metiendo los cuernos y que no se animaba a decírselo en la cara, entonces me pidió que le prestara el teléfono para que esa mujer no conociera el número.

-GABRIEL: ¿Tu hermano Gustavo? Supongamos que te creo lo que me estás diciendo, pero las fotos son de una compañera de trabajo y esas fotos no están en Internet, salieron del Ministerio, son de reuniones de gente del Ministerio.

-LORENA: Yo trabajaba en Prensa en el Ministerio y tenía muchas fotos en mi notebook, mi hermano la usaba siempre y supongo que debe haber sacado las fotos de ahí!. Después de enviar las fotos me dijo que bloqueó el número de esa mujer para que no me molestara. Después de eso no supe más nada ni de ella, ni de lo que pasó.

-GABRIEL: Esas fotos causaron mi divorcio y no lo tomes como una amenaza, pero esto que hizo tu hermano, no va a quedar así, si querés se lo podés decir, no me importa.

-LORENA: No creo, hace más de tres meses que discutimos con él porque está haciendo cualquiera…

-GABRIEL: ¿Con el remís?

-LORENA: Sí, me enteré por un amigo que anda repartiendo drogas para un tipo y cuando mi vieja se enteró se descompuso y la tuvimos que internar.

-GRABRIEL: ¿Vanesa tampoco le habla?

Abrió sus ojos como platos, quería que estuviera al tanto, de que conocía a toda su familia.

-LORENA: No, tampoco.

-GABRIEL: Bueno perdón por molestarte, ah! Y saludos a tu madre y al tío Ramón!

Se me quedó mirando con cara desorientada y sin más, me di vuelta y me fui, lleno de ira y tratando de imaginar cómo hacerle pagar a este hijo de puta lo que había hecho.

Llegué al auto y lo llamé a Ruben, para ver si podía pasar a verlo, estaba en el estudio y me dijo que me esperaba.

Llegué al estudio y subí, varios empleados estaba todavía trabajando y Ruben me hizo pasar a su despacho, me ofreció un café y mientras lo tomaba le fui contando las novedades.

-RUBEN: Gabi, te veo un poco raro, ¿qué pasa?

-GABRIEL: ¿Te acordás Ruben lo que contó Hernán la otra noche del flaco con el que me había agarrado a trompadas a los dieciséis?

-RUBEN: Si claro, ¿el que te partió el tobillo?

-GABRIEL: sí, ese hijo de puta! Ese tipo es el que le envió las fotos a Mora, pero el forro de las mandó desde el celular de la hermana! Ni siquiera tuvo la viveza de comprarse un chip prepago el navo!

-RUBEN: ¿Cómo lo supiste?

-GABRIEL: Brenda me dio el número de teléfono, y un amigo del trabajo me averiguó quien era.

-RUBEN: ¿Y la encaraste?

-GABRIEL: Vengo de hablar con ella, y ella misma me lo reconoció! Y encima me dijo que se pelearon, ella y la hermana, porque anda metido en temas de drogas, que reparte para un tipo con el remís!

-RUBEN: Qué hijo de puta!

-GABRIEL: Necesito pedirte un favor, tengo la patente del auto y necesito saber donde vive, si tiene familia y que es lo que hace.

-RUBEN: Pará! Ni se te ocurra hacer lo que estás pensando, si el tipo anda con traficantes te vas a meter en kilombos!, esa no es buena gente y no les importa nada!

-GABRIEL: No tranquilo! Quiero averiguar todo sobre este tipo, quiero saber que hace, si está casado, si tiene hijos, para quien trabaja, pero tranquilo que no voy a hacer nada!

-RUBEN: Prometeme que no vas a hacer ninguna boludez, que me vas a tener al tanto de todo!

-GABRIEL: Si Ruben, quedate tranquilo, solo quiero encontrarle el punto flaco, quiero saber por dónde le puede entrar la bala.

-RUBEN: Nada de balas, no seas boludo! Dejame anotada la patente del auto y mañana te aviso lo que puedo averiguar.

Charlamos un rato más y me fui para casa.

Todavía me faltaba confirmar un par de cosas, ¿Era Gustavo Moro el remisero que estuvo con Mora o era casualidad? ¿De ser él, cómo tuvo el teléfono de Mora para enviar esas fotos? ¿Cómo llegó hasta Mora? ¿Por las redes sociales? ¿Hacía todo esto para vengarse de mí por aquellas peleas? De ser así, era un enfermo y supongo que peligroso.

Tenía que hablar con Brenda, quizás ella podría tener respuestas para alguna de mis preguntas.

Eran casi las diez de la noche y le mandé un mensaje:

-GABRIEL: Hola Bren, ¿estás con tu madre?

-BRENDA: Hola Gabi, no, estoy en lo de una amiga, ¿Pasó algo?

-GABRIEL: No, tranquila, es que necesitaría hablar con vos, necesito preguntarte un par de cosas, pero puede ser mañana, no te quiero molestar.

-BRENDA: Recién terminamos de cenar, mi amiga entra a trabajar a las once en la clínica, ¿querés pasarme a buscar?

-GABRIEL: No te quiero cambiar los planes, hablamos mañana!

-BRENDA: Pasame a buscar y hablamos!

-GABRIEL: Bueno, dale.

Me mandó un mensaje con la dirección de su amiga y a las diez y media la estaba esperando en la puerta. Salió de la casa de su amiga y subió al auto.

-BRENDA: Me pareció que estabas preocupado!

-GABRIEL: En verdad sí, averigüé que el número de teléfono que me diste, es de una mujer que trabaja en el Ministerio, y la fui a ver.

-BRENDA: Nooo! ¿Y?

-GABRIEL: Me dijo que ella no las envió, que fue su hermano desde su teléfono. Y ahí es donde tengo cosas que preguntarte. ¿vos sabés como se llama el remisero?

-BRENDA: Esperá que no me acuerdo, creo que Guillermo o Gustavo. Cuando estuve esos meses sin hablar con mamá, ella me envió un mail contándome con detalles todo lo que había pasado y seguramente ahí está! Esperá!

Buscó en su teléfono, supongo que ese mail, y leyendo entre dientes, me dice, Gustavo!

-GABRIEL: ¿Moro?

-BRENDA: No dice el apellido! Pero esperá que también tengo todos los contactos del teléfono de mamá!

Busco en el móvil, pasando pantallas y dijo:

-BRENDA: Como Gustavo no está, como Moro tampoco …acá está: “Remis Gustavo Moro”!

-GABRIEL: Hijo de puta! Es él! Pero ¿cómo llegó a tu madre? ¿Cómo supo el teléfono de ella para enviarle esas fotos?

-BRENDA: Esperá!

Volvió a leer entre dientes, supongo que el mail de Mora y luego leyó en voz alta:

-BRENDA: Mamá en el mail pone: “Una mediodía salíamos de la escuela charlando con Julieta, una compañera de trabajo con la que……..En la vereda un hombre al verlas la saludó, era un conocido de cuando eran adolescentes. Me lo presentó y hablaron unos momentos. Se llamaba Gustavo y le dijo a Julieta que desde que había cerrado la fábrica en la que trabajaba, estaba conduciendo un remís……….En el trayecto me cuenta que cuando eran  adolescentes, estaba enamorado de ella, aunque ella no, y que cuando empezó a salir con otro chico, Gustavo lo agarró a trompadas por robarle la novia.”

-GABRIEL: ¿Julieta? Fijate por favor, si en los contactos de tu madre hay una Julieta Parisi?

-BRENDA: A ver, esperá! Como Julieta no, como Parisi no, acá está “Cole Julieta Parisi”, ¿la conocés?

-GABRIEL: Ahora entendí!, ¿viste que en lo que leíste, decía que este tipo se había agarrado a trompadas con un pibe que salía con ella? Ese pibe era yo, salí varios meses con Julieta, hasta que se mudó, nos seguimos viendo un par de veces más y después de esos encuentros, dejamos de ser novios y ya no nos vimos más. En ese entonces, yo tenía dieciséis años y Julieta quince.

-BRENDA: No te puedo creer! ¿Hizo todo esto para vengarse de vos por eso? Es un enfermo de la cabeza ese hijo de puta!

GABRIEL: Lo que me faltaría saber es ¿cómo consiguió el teléfono de tu madre?

-BRENDA: Y el nexo entre los dos es Julieta, seguramente, se lo pidió a ella con alguna excusa. Que pedazo de sorete!

-GABRIEL: ¿Entendés por qué necesitaba hablar con vos? Bueno, vamos que te llevo a tu casa, que tu madre se va a preocupar si no llegás!

-BRENDA: Si, vamos!

Llegamos hasta lo que había sido mi casa, pero paré un poco más adelante, para que Mora no viera quien había llevado a Brenda.

Antes de bajar, Brenda me dijo:

-BRENDA: Gabi, se que seguramente me digas que no, y lo voy a entender perfectamente, pero igual te lo voy a decir, me gustaría que estuvieras el día de mi cumple.

-GABRIEL: Me encantaría Bren, pero creo que no puedo por ahora, además creo que sería una situación un tanto incómoda para todos y prefiero que ese día sea una fiesta. Pero de todas formas, en algún momento del día, te voy a saludar.

Le agradecí por el encuentro y la charla, nos saludamos y bajó. Esperé que entrara a la casa y me fui, por supuesto, pensando en mis siguientes jugadas.

No había hecho ni diez cuadras cuando me llegó un mensaje de Brenda, diciéndome que me había enviado el mail que le había enviado su madre por si necesitaba saber algo más.

Le dije que no iba a leer ese mail, que eso eran temas privados entre su madre y ella y no correspondía que yo lo leyera sin su consentimiento.

Al día siguiente cerca de las diez de la mañana me llegó un mensaje de Ruben con el nombre del titular del remís y la dirección, ese hijo de puta no era el dueño del auto. Tendría que investigar un poco más.

Al salir del Ministerio, pasé por la dirección de la casa del dueño del remís, según me dijo Ruben es un hombre de casi ochenta años llamado Aurelio Morales.

Paré el coche a unos metros de su casa, la ventana que daba al frente estaba un poco abierta, señal de que quizás aquel hombre estuviera dentro, pero no se me ocurría ninguna excusa para tocarle el timbre.

Estuve allí parado por más de una hora, cuando de repente de la casa sale un hombre que por la edad, tenía que ser él, con una escoba y se puso a barrer la vereda. Arranqué el auto, pasé por delante suyo, estacioné a la vuelta para que no viera el auto y mientras caminaba hacia él, iba pensando que le diría para poder hablar con él.

-GABRIEL: Disculpe usted señor, ¿le podré hacer una pregunta?

-AURELIO: Claro que si joven!

-GABRIEL: ¿Usted es vecino de la zona hace mucho tiempo?

-AURELIO: De toda la vida hijo!

-GABRIEL: Yo estoy buscando a un hombre llamado Fermín Breceño, es un señor de más de setenta años, alto, más bien flaco, de pelo canoso, una nariz prominente, y un tanto desgarbado al caminar, como quien va cansado.

-AURELIO: A ver hijo, por el nombre no me suena, pero dejame pensar, ¿vive en esta cuadra?

-GABRIEL: En realidad no lo sé muy bien. Mire le explico. El era amigo de mi padre, trabajaron juntos muchos años, y por una discusión que tuvieron se distanciaron. Mi padre antes de morir, me hizo escribirle una carta para Fermín y me pidió que lo buscara y se la entregara, pero en el estado que se encontraba mi padre, no recordaba bien la dirección, solo la zona aproximada.

-AURELIO: ¿Querés pasar hijo? Vení, pasá que no puedo estar mucho rato parado.

-GABRIEL: No quiero molestarlo caballero.

-AURELIO: No es molestia hijo, al contrario, desde que falleció Mabel, mi esposa, hace cinco años, estoy todo el día solo y es bueno charlar un poco con alguien. Pasá y decime Aurelio, que caballero me suena muy formal y me hacés parecer viejo! ¿Te tomás unos mates?

-GABRIEL: Si claro don Aurelio, si no es molestia!

-AURELIO: Claro que no. Y decime, ¿donde trabajaban tu padre y el amigo? Quizás por ahí pueda darme cuenta.

-GABRIEL: Trabajaron mucho tiempo juntos en la Petroquímica y de ahí quedaron amigos, pero por una discusión sin sentido sobre política, se distanciaron unos meses, justo en el momento que mi padre empeoró y ya no lo pudo buscar.

-AURELIO: Que macana pibe, no me viene a la cabeza nadie que haya trabajado en la Petroquímica! Y mirá que conozco mucha gente de tantos años en el barrio, pero no, la verdad no lo conozco.

-GABRIEL: No se haga problema don Aurelio, seguiré preguntando!

-AURELIO: Me pasé la vida en el remís y he llevado a todo el barrio, pero no, no me doy cuenta quien puede ser.

-GABRIEL: ¿Manejaba un remís don Aurelio?

-AURELIO: Si hijo, y no sabés lo que extraño la calle, casi cuarenta años de remís, imaginate! Lo manejé hasta los setenta y tres años, pero la cintura y las rodillas me hicieron dejarlo. Lo sigo teniendo, pero se lo alquilo a un muchacho. Con eso y la jubilación, por lo menos me alcanza para vivir.

-GABRIEL: ¿Y tiene familia don Aurelio?

-AURELIO: En la ciudad no hijo, la única familia que me queda es una hermana que vive en Mar del Plata y mis dos sobrinos que también viven allá. Mi hermana me dice siempre que ¿por qué no me voy para allá?, pero no me decido, mi vida siempre estuvo acá y me cuesta mucho dejar todo.

-GRABRIEL: Claro, lo entiendo! ¿Y la va a visitar alguna vez a su hermana?

-AURELIO: Si, dos por tres voy y me quedo unos días, pero después de una semana o diez días ya me quiero volver. Ahora volví la semana pasada, uno de mis sobrinos había venido a Buenos Aires y me pasó a buscar cuando volvió, y después le dije al muchacho que le alquilo el remís, que me fuera a buscar, ya no me animo a andar solo en colectivo.

-GABRIEL: Bueno don Aurelio, tengo que ver si encuentro a este hombre, muchas gracias por los mates!

-AURELIO: No gracias a vos pibe por el rato de charla, cuando andes por acá, pasá, te tomás otros mates y charlamos otro poco!

-GABRIEL: Claro que sí, cuando ande por acá, le toco timbre.

Me acompaño hasta la puerta, nos dimos un apretón de manos y me fui pensando en que don Aurelio parecía un buen hombre y que seguramente, no tenía ni la menor idea lo que hacía este turro con el remís.

El veinte de diciembre era el cumpleaños de Brenda y se me ocurrió comprarle una notebook para que pudiera cumplir con sus estudios, me comuniqué con uno de los proveedores del ministerio y le compré, con un buen descuento y a pagar en cuotas, una máquina de excelentes prestaciones. Le instalé todos los programas que creí necesarios para la carrera y decidí pasar por su casa a darle un beso y entregarle el regalo.

Ese día, me desocupé pasadas las ocho de la noche, le mandé un mensaje a Brenda, diciéndole que pasaría a las nueve de la noche por su casa para darle un beso y su regalito. Le pedí que fuera ella quien abriera la puerta y la saludaría allí sin entrar a la casa.

Faltando minutos para las nueve, le envié desde el auto estacionado a tres casas, un mensaje, diciéndole que ya estaba en la puerta, y que no quería tocar timbre.

La puerta se abrió y me sorprendió que no fuera Brenda, fue Julia quién me abrió, me saludó muy amablemente, conversamos un momento y me dijo que Brenda, justo estaba hablando por teléfono con su padre, y que ya bajaba.

Me volvió a saludar y se fue dejando la puerta abierta, y quedé un poco nervioso esperando a Brenda.

Y en un momento la vi, iba de la cocina al comedor con dos platos, se me aceleró el corazón. De regreso a la cocina, Mora miró hacia la puerta abierta y nuestras miradas se cruzaron, justo en el momento en que bajaba Brenda y se acercaba a la puerta.

Le di un abrazo, le dije feliz cumpleaños y le entregué la bolsa de su regalo, ella intentó mirar dentro, pero le dije que lo hiciera cuando me fuera. Charlamos unos instantes, me volvió a decir que si quería quedarme era bienvenido. Le dije que mejor no, nos volvimos a abrazar y me fui para mi casa.

No había alcanzado a llegar a casa cuando me llegó un audio de Brenda: “Gabi estás loco!! Como me vas a hacer semejante regalo!!!! No lo puedo creer!!

Se la escuchaba eufórica y eso me alegraba y le respondí que se lo merecía, y que si le hacía falta instalarle algo más, que me avisara. Le dije que estaba orgulloso de ella y que la quería mucho.

Me respondió que ella también, que me agradecía infinitamente el regalo y también que su madre me lo agradecía.

Comí algo, me tomé un par de whiskys y me fui a dormir.

Ese fin de año la pasé solo, no tenía muchas ganas de las típicas reuniones de las fiestas, quería que fueran un día más. Solo me junté el treinta y uno con mi hijo antes de que entrara a trabajar en la noche.

Me aseguré de que no me faltara mi whisky amigo y luego de contestar llamadas y mensajes, pasadas las dos de la mañana me fui a dormir.

El primero de enero, me desperté casi al mediodía, comí algo y por la tarde, pasé por lo de Aurelio a tomar unos mates.

Comencé el año trabajando, no me iba a tomar vacaciones por el momento, aun me faltaban cosas por averiguar sobre este tipo. Tenía que saber donde vivía, como era su familia y para qué traficante trabajaba.

La semana siguiente, nos juntamos con Ruben luego de su regreso de Punta del Este, le conté todo cuanto había averiguado.

-GABRIEL: Ruben, necesitaría saber para quien reparte drogas este nabo.

-RUBEN: Eso dejámelo a mí, tengo un ex policía con muchos contactos que trabaja para mí, lo voy a poner a seguirlo, para ver con que dealer trabaja este tipo.

En esos días, necesitaba dejar de pensar tanto en este tipo y en todo lo que había pasado meses atrás.

Quedamos con María, en cenar un viernes de principio de febrero. Después de aquel domingo de diciembre, no habíamos vuelto a tener relaciones, no se habían dado las condiciones en nuestros encuentros, sobre todo por mi parte, que no podía dejar de pensar en todo eso y María se daba cuenta y me bancaba, y no había insinuado nada.

Pasé a buscar a María cerca de las nueve, fuimos a cenar a un restaurante de una de las rutas que salen de la ciudad. Como siempre, los encuentros con María, eran fantásticos, conversar con ella me sacaba de mi mundo, lograba hacerme sentir bien y sobre todo hacerme reír. Por momentos sentía mal con mi actitud hacia ella, sentía que la usaba como válvula de escape, para evadir situaciones y pensamientos.

Salimos del restaurante y subimos al auto, le pregunté si tenía planes para el sábado y me dijo que no, y casi a las doce de la noche, tomé la ruta con destino a Buenos Aires, al llegar allí buscaríamos algún lugar para bailar y tomar unos tragos. Encontramos un bar irlandés con buena música y nos tomamos unos cuantos tragos, charlamos, nos reímos, bailamos y como a las cinco de la mañana, decidí no manejar hasta La Plata, habíamos tomado mucho. Encontramos un hotel cercano y nos quedamos allí. No tardamos mucho en caer rendidos, todavía nos reíamos de la borrachera que traíamos, María se quedó solo con la bombachita y yo en bóxer. Nos dormimos abrazados y despertamos como a las cuatro de la tarde del sábado. Nos duchamos, nos cambiamos y salimos a pasear, le dije si no tenía problemas, nos quedábamos hasta el domingo, y así fue, la pasamos muy bien, aunque no hicimos nada esa noche tampoco, creo que María tenía en claro que mi cabeza estaba en otro lado. Paseamos mucho, fuimos a un centro comercial, quería hacerle un regalo a María, sentía mucha gratitud por su trato y no me importaba lo que pudiera gastar, quería que se comprara lo que quisiera. Recorrimos todo el lugar y en una casa de ropa se eligió un vestido color bordó que le quedaba espectacular y el solo ver su cara de felicidad me alcanzaba.

Dejamos el hotel el domingo por la mañana, dimos unas vueltas y fuimos a almorzar al restaurante del Jardín Japonés de Buenos Aires, un lugar de paz dentro de un parque oriental hermoso. Estuvimos allí hasta las cinco de la tarde, que emprendimos el regreso a La Plata.

Llegamos a su casa y nos despedimos, solo le agradecí su compañía, diciéndole que con ella, mis días, tenían un sol diferente, me agradeció también con una hermosa sonrisa por el fin de semana y por el vestido. Diciéndome que la próxima salida se lo estrenaría, y así quedamos.

Pasaron los días y no se me ocurría la forma de saber donde vivía este tipo, hasta que se me ocurrió!

Era una movida arriesgada, porque no dependía solo de mí, sino de alguien más.

-GABRIEL: Hola María, ¿cómo estás?

-MARIA: Hola Gabi, muy bien ¿y vos?

-GABRIEL: María necesito verte para pedirte un favor.

-MARIA: Si, dale, lo que quieras! Decime!

-GABRIEL: Preferiría decírtelo personalmente

-MARIA: ¿Me tengo que preocupar?

-GABRIEL: No, tranquila, no es nada raro.

-MARIA: ¿querés pasarme a buscar cuando salgo del bar?

-GABRIEL: Dale, buenísimo, a esa hora te espero.

La esperé en el auto y camino a su casa le conté mi idea:

-GABRIEL: María, necesito saber donde vive este tipo y se me ocurrió una manera y ese es el favor que te tengo que pedir. Necesitaría que vos lo llames para un viaje, así lo puedo seguir y saber donde vive, pero no quiero traerte problemas, entiendo perfectamente si me decís que no.

-MARIA: No tranquilo, ¿Por qué te iba a decir que no? Es un viaje en remís, nada más y de paso le conozco la cara a ese hijo de puta!

-GABRIEL: se me ocurrió que lo llames para un viaje, corto, unas pocas cuadras, te bajás, te levanto con el auto y lo seguimos, este auto no lo conoce. ¿Te animás?

-MARIA: Claro que sí, a mí no me va a hacer nada, le bajo los dientes. ¿Cuándo querés que lo hagamos?

-GABRIEL: Cuando vos puedas

-MARIA: ¿Te parece el viernes a la tarde?

-GABRIEL: Perfecto. Muchas gracias María! Pero si decidís no hacerlo lo voy a entender, no te sientas obligada!

-MARIA: No me agradezcas, no me siento obligada, estoy segura que vos harías lo mismo por mí!

-GABRIEL: Claro que sí, eso dalo por hecho!

Llegó el viernes y pasé a buscar a María por su casa a las seis y media de la tarde. La dejé en una esquina céntrica, donde pude estacionar y ver desde allí cuando el tipo viniera.

-GABRIEL: Si te pregunta de dónde sacaste el teléfono, decile que te lo dio una compañera del colegio, se va a dar cuenta enseguida.

Antes de bajar del auto, lo llamó para que la viniera a buscar, le dijo que en diez minutos estaba ahí. María se bajó del auto y se paró en la esquina. Antes de bajar le dije que la llamaba por teléfono y que no cortara la llamada por las dudas, no sea cosa que se no se comportara correctamente, y que la seguiría con el auto. El recorrido eran menos de veinte cuadras y al bajar del auto, se subiría al mío y lo seguiríamos hasta su casa.

A los diez minutos, llegó ese maldito en el auto blanco, María le preguntó si era Gustavo y al confirmarlo, se subió.

Como era de esperarse, le preguntó quién le había dado el teléfono y María le dijo que una compañera del colegio, sin preguntar de qué colegio, le dijo que tenía varios pasajeros de allí.

En un momento María le dijo:

-MARIA: Es bueno tener un remisero de confianza, a veces vuelvo tarde sola y me da miedo tomar un taxi o remís que no conozco, como están las cosas! ¿Vos hasta qué hora trabajás?

-GUSTAVO: El horario normal es de ocho de la mañana a ocho de la noche, pero un viaje concertado puede ser a cualquier hora, no sé…, por ejemplo, tenés un casamiento, yo te llevo y, si lo necesitás, te voy a buscar a la hora que me digas, o viajás al exterior y el vuelo sale a las dos de la mañana, lo arreglamos y te llevo.

-MARIA: Ah!, es buenísimo saberlo!

Iban llegando a la dirección que le dio María y le dijo:

-MARIA: Acá en la esquina, cruzando la calle por favor! Acá perfecto, ¿Cuánto es?

-GUSTAVO: son noventa pesos! ¿Necesitás que te venga a buscar?

-MARIA: No, no ya después me llevan! Muchas gracias Gustavo, un gusto conocerte! Ya te tengo agendado!

Se bajó del auto y caminó unos metros hasta que arrancó, seguíamos en línea todavía y le dije a María que volviera, se subió al auto y comenzamos a seguirlo. Dio unas vueltas, paró en un mercado, luego siguió, tomó una avenida y a las cuatro cuadras paró en una estación de servicio, cargó combustible y salió. Tomó en dirección a un barrio de las afueras y llegó a una casa, abrió el portón y entró el auto.

Bingo! ya sabía donde vivía!

Le agradecí a María invitándola a cenar.

Durante la cena, María me preguntó:

-MARIA: Con todo lo que averiguaste de este tipo y la tramoya que armó, ¿no pensaste en decírselo a Mora? Creo que ella tiene derecho a saber lo que pasó. Les vendría bien, tener esa conversación que no tuvieron en aquel momento, como para darle un cierre al asunto, escucharse, explicarse, no sé, digo yo!

-GABRIEL: Si, es verdad, nunca quise volver a hablar con ella, pero creo que lo debería saber, hace unos días que lo vengo pensando, todo esto fue en contra mío y ella quedó en el medio, lo que pasó después es otro tema, pero este hijo de puta, fue el que lo armó todo.

Dejé a María en su casa y de camino a la mía, me fui pensando lo que habíamos hablado, tenía derecho a saberlo, ¿Estaba preparado para volver a encontrarme con Mora?...