SOS ‘Rescue me’

Primer capítulo del libro On the play, cuenta la historia de Néstor, un joven que junto con su padre vive momentos de máxima pasión, disciplina y referencias en un mundo en el que tiene que aprender deprisa. Rebeldía y chispas de vida en una serie que no te dejará indiferente

"Yo elegí este tipo de vida y de nada me arrepiento, me siento plenamente complacido y agradezco cada uno de los minutos que me ha deparado compartir mi tiempo a tu lado."

La relación que tengo con Santiago es una relación basada en el cuidado y el paternalismo por su parte, con él hay una diferencia de edad notable, nos separan veinticinco años, y desde el primer momento yo deseé que él me adoptara primero como padre y después como pareja y especialmente que cuidara de mí como su hijo amado, y así es.

1.- SOS ‘Rescue me’

Hay días en los que es mejor no levantarse, porque todo cuanto tiene lugar en esos días viene con el toque nefasto de la mala suerte y aquel fue uno de ellos; se acercaban las vacaciones, de las cuales durante tres semanas nos iríamos al chalé de la playa, en compañía de mi padre, su hermano Pedro, mi primo Antonio, y otro amigo de mi padre, Alberto, con su hijo Miguel, que en coalición con mi primo solían ser una mezcla desagradable para mí, pero no me importaba porque en la playa había muchas más distracciones y siempre disfrutaba enormemente con las vacaciones, estaba nervioso, aún desconocía muchas de las notas, pero tenía esperanzas en aprobarlas y poder olvidarme de estudiar en vacaciones, mis amigos compartían esa excitación conmigo y éramos un hervidero constante de risas y movimientos inquietos desde que nos encontramos en la entrada del Instituto. Mi instituto es un centro privado donde más del 60% de las clases son en inglés y los excesos más graves que te permiten sin darte un pescozón son llevar la corbata mal anudada, por supuesto llevamos uniforme y por supuesto es exclusivamente de chicos, habiendo un edificio colindante de chicas con el que oficialmente no tenemos contacto alguno, pero la realidad es otra absolutamente diferente.

Las dos primeras horas fueron llevaderas, las soportamos mejor que otras veces, pero con el desaliento de ver que la manecilla del reloj no avanzaba nada y que la vida parecía haberse paralizado, la mañana era limpia y radiante y se respiraba en el ambiente el verano, la alegría, el color y el descanso estival cercano. Llegó el primer recreo y las siguientes dos horas que se hicieron más cuesta arriba, en las que además tuvimos examen complicado donde los hubiera, y durante el examen me entró la risa tonta al ver la cara de payaso que ponía mi compañero, que creo q sabía menos respuesta que yo, y el profesor me marcó el examen con dos puntos menos, lo que hacía aún más complicado el resultado, pero no me enfrenté a él ni abrí la boca, porque no pensaba estropear más aún el asunto y aquella asignatura no me preocupaba en exceso porque la había aprobado en el cuatrimestre anterior

Llegó el recreo, una coca cola, un bocata y unas risas con los colegas, además era viernes y tras ese recreo teníamos una clase que se había suspendido por ausencia del profesor, el problema es que no podemos salir del centro bajo ningún concepto y había que buscar la manera de estar sin estar…. así que al finalizar el recreo nos fuimos a la capilla, que estaba muy fresquita y solitaria, allí nos reunimos en un rincón sentados en el suelo tras los bancos y junto al órgano, cinco tíos muy juntos tratando de no montar mucho alboroto.

-Oye, que ya es la hora, vamos para la clase

-Vete tú, nosotros nos quedamos-le contestó Carlos a Miguel Ángel, un pelirrojo apocado que siempre tenía miedo de todo

-no digáis tonterías, aunque no haya venido el Gonso (nombre que dábamos al profesor, por el parecido a dicho personaje de los teleñecos) tenemos que irnos para clase porque vendrá algún profesor a vigilar y va a darse cuenta de que no estamos.

  • Que miedica de mierda, siempre estás igual, si te da miedo te vas y punto.- Le contesté a Miguel Ángel un poco airado, es un chico que siempre me hace la pelota, pero en general se la hace a todo el mundo y yo no soporto esa zalamería.

-Que no pasa nada, tío, que está todo el mundo de exámenes y además es el último día de clase, así que no te comas tanto el tarro que te rayas, y además ¿quién va a encontrarnos aquí?- le contestó Carlos mucho más delicadamente que yo, consigue siempre apaciguar a todo el mundo, incluso a mí.

-Pues yo me voy- dijo levantándose y abriendo la puerta que tenía a su izquierda

-Pues tira de aquí y así tendremos más sitio.- dije yo empujándole y Miguel Ángel abrió la puerta y se largó, entonces Carlos sacó su paquete de tabaco y varios papeles de liar, además de una piedra de hachís de una tamaño considerable y dijo- Así tenemos más para nosotros y nos guiñó un ojo.

Nos liamos cuatro porritos en la penumbra de la capilla, alumbrándonos con el mechero, había uno para cada uno, sin miserias como dijo Borja sacando sus petacas de ron y de whisky, y allí estábamos, intentando no montar mucho ruido, Borja y Jose junto a la puerta y a continuación Carlos y yo, casi flotando al meterle chupadas a mi trompeta y un chupito de ron del Borja de vez en cuando, nos liamos dos papeles más y nos hicimos unas fotos con el móvil, poniendo cara de bobos, finalmente nos volvimos a sentar a fumar un poco más y apurar las petacas, mi cuerpo rozaba al de Carlos y me transfería su calor, yo notaba su fuerza, su cuerpo menudo, sus piernas fuertes, su piel suave, sospechando la forma de su pecho, sus caderas, las curvas de su torso.., entre nosotros siempre había química, entonces Carlos me puso una mano en la rodilla que dejó caer hacia mi entrepierna y me dijo al oído que esperaba que pasara un verano muy calentito y divertido y aquello me calentó de verdad, porque me imaginé la playa, la arena, los pubs, el sonido de las olas y su voz se perdió en un susurro mientras su lengua jugó con mi lóbulo y su mano se metía por mi bragueta haciéndome sentir un escalofrío de placer que me inundó por completo, yo me acerqué a él y le mordí el labio con suavidad mientras mi lengua jugaba con la suya y él me tocaba el pene que se ponía cada vez más grande, cargado a punto de disparar, metí una mano por la camisa, entre los botones y le acaricié un pezón a la vez que le abrazaba metiéndole la lengua y dando empellones de placer hacia él, agarrándole el pelo con fuerza y escuchando sus gemidos, a la vez que el sudor recorría mi espalda

-¿¿Pero qué es esto??- Un grito que rompió aquella calma, un grito cargado de furia, una especie de golpe me sacó de mi éxtasis de placer, la luz se encendió a la misma vez que aquel grito rompía la magia y al ver la cara del director intuí que acababan de empezar mis problemas, de fondo una cabeza pelirroja se reía sin piedad

Estoy en el pasillo, sentado en una banco frente al despacho del director, Borja y Jose se han ido ya acompañados de sus padres, ambos han salido llorando, Carlos está dentro, percibo voces, pero no sé qué dicen, es que estoy nervioso, quizá porque se aproxima mi turno o porque no se la razón de que mi padre no haya llegado, a lo mejor no lo han llamado. Carlos sale con su tutor, está mirando al suelo y lo escucho llorar, se me pone el pelo de punta, se toca las nalgas, le han calentado bien… levanta un poco la vista y me rompe el corazón al mirarle

-Pase señor Durán-me toca entrar

-Siéntese

El despacho del director es frío, me parece percibir el olor de Carlos, el miedo contenido en aquel despacho, el desgarro de mi corazón se acentúa y trato de concentrarme para enfrentar mejor esta situación. Este despacho está recargado de cosas, creo que hay libros rodeándome, pero en las numerosas ocasiones que lo he visitado no he tenido ocasión de ver con detalle cada rincón, lo más probable sea que los nervios me atenazan y el sentido de la vista me manda información que no puedo procesar… sobre la mesa siempre hay una taza de té, varios tacos de papeles muy ordenados, una pantalla de ordenador plana, un escribanía de piel con un lapicero a juego y un abrecartas, también hay una fusta de cuero negra.

-Bueno, muchacho, tiene usted que contarme algo, supongo

Lo miro fijamente y me doy cuenta de que mi padre no va a estar presente en este encuentro, lo cual me alivia

-No, no hay nada que contar, si quiere le cuento algún chiste por romper el hielo.

Por muchas chulerías que le suelte al director en sus morros no va a acostumbrarse a ellas, la cara se le ha torcido bastante y noto como la hiel le llega desde lo más hondo y le aprieta los labios en un gesto de asco absoluto.

-Usted juega con ventaja, y desgraciadamente lo sabe, pero esta vez me voy a encargar de que no se salga con la suya y de quebrantar esa sonrisa habitual que se le dibuja en los labios.

-Váyase usted a la mierda y déjese de amenazas

Mi padre no autorizó los castigos corporales por parte del director sin su permiso expreso, lo cual hace que el director conmigo tenga serios problemas para controlarme, es necesario llamar a mi padre por teléfono, explicarle lo que pasa y que autorice el castigo, mi padre no está localizable por teléfono y por casi ningún medio durante el día, así que es muy difícil que alguna vez me hayan podido pillar, son muchas las condiciones las que deben cumplirse y para cuando mi padre se entera de lo que ocurre se encarga él mismo de mí o se olvida en la noche de los tiempos.

El director se levantó como si tuviera un resorte y viene hacia mí cargado de rabia, pero llaman a la puerta, giró la cabeza a la vez que el director dice ‘adelante’ y allí aparece mi padre, entonces solo deseo que me trague la tierra en ese mismo instante.

Vino hacia mí directamente, la puerta se cerró a su espalda, mi padre tiene unos ojos grandes, azules, el pelo abundante, peinado hacia un lado, lleva bigote y tiene una sonrisa limpia y bonita, cuando la muestra, en aquel momento tenía el ceño fruncido y llegó a mí como una apisonadora, sin mediar palabra me soltó una bofetada impresionante que me hizo casi caer, no me lo esperaba, no era posible que me ocurriera aquello, las lagrimas me arrasaron los ojos y noté el sabor dulzón de la sangre porque me había roto el labio, no sentamos, mi padre me dio su pañuelo y yo me sumergí en él esperando desaparecer de aquella habitación.

-Me alegra verle aquí, señor Durán, espero que esté muy bien

-He venido en cuanto he podido acabar las clases, llámeme Santiago señor Blanco, y tutéeme por favor

  • Muchas gracias, llámame Juan – respondió el director al cumplido de mi padre- Ya sabes que fumar es un delito en este centro, un centro como el nuestro tiene unas normas muy estrictas que tanto alumnos como padres conocen y que nos permiten diferenciarnos positivamente de todo el resto- levantó la ceja para dejar claro que eran el mejor centro, o eso creía él-, también es una falta grave beber alcohol y aún es más grave si lo que se fuma es hachís y la cosa empeora bastante si se hace en la capilla, el espacio para la oración y la comunión con Dios

Mi padre me fulminó con la mirada, yo no podía soportar aquello y casi no levantaba la cabeza, me temblaba todo nada más imaginar lo que vendría después, al menos los escarceos con Carlos quedarían en el plano de lo desconocido

-Si además le unimos los tocamientos y las actitudes impúdicas con Carlos Espejo las cosas se ponen realmente mal- ya está, lo ha soltado, estoy perdido.

Mi padre respiró muy fuerte, se mordía el labio inferior con ira contenida, ya nada podía ir peor, el director siguió hablando:

-Hemos considerado este hecho realmente grave para nuestro centro, se ha determinado la expulsión de todos los alumnos implicados en este asunto, pero no podemos expulsarlos de un curso que concluye hoy mismo, así que se han tomado otras medidas para castigar este comportamiento.

La cara de mi padre había pasado de la rabia a la ira en segundos ahora miraba fijamente al director y yo observaba que su tez había palidecido.

-Los alumnos implicados no aprobarán ninguna de las asignaturas del curso, tendrán derecho a presentarse a los exámenes de septiembre si entregan una batería de ejercicios y trabajos que les darán sus profesores, sus exámenes serán personalizados y sólo para ellos, por no tratarlos al mismo nivel que sus compañeros, que no andan revolucionando en el centro ni tomando partido de todo tipo de líos y problemas para el funcionamiento normal de esta institución. No nos resulta fácil trabajar con jóvenes como su hijo, que hacen gala de una chulería sin límites y se sienten muy por encima de sus compañeros y profesores porque no podemos ejercer con él la misma disciplina que con el resto. Nos ha supuesto un continuo problema este curso escolar su hijo y sus compañeros, hemos determinado separarlos en el próximo año escolar si sigue con nosotros y evitar en la medida de lo posible la negatividad que este vínculo tiene sobre todos ellos. Estas decisiones han sido consensuadas y le pedimos encarecidamente por parte de la totalidad del claustro que sepa ponerse en nuestro lugar y comprenda la gravedad de los hechos a los que nos enfrentamos.

-Lo entiendo perfectamente- empezó a hablar mi padre- creo que he descuidado la educación de mi hijo en los últimos meses por asuntos laborales, pero he de tomar una decisión y me veo empujado a ella. Considero que los hechos en los que ha participado Néstor a lo largo de todo el curso, y especialmente este acto, me parecen gravísimos y deben ser reprimidos, creo que las medidas adoptadas son adecuadas y las asumo, Néstor trabajará para superar este curso y será castigado como se merece, no sólo por el centro, sino además por mí –me miró profundamente, noté como me empezaba a arder el culo en ese mismo momento- espero que el centro también sea capaz de evaluar correctamente su trabajo y esfuerzo y lo califiquen justamente en Septiembre porque me encargaré personalmente de que el verano sea de provecho. Finalmente quiero decirle dos cosas: que siento encarecidamente lo que ha hecho mi hijo, que espero sepa apreciar mis disculpas y que revoco mi negativa de no permitir el uso de castigos corporales por la dirección del centro. Necesito que mi hijo cambie y es obvio que necesito ayuda para lograrlo.

Noté como la voz se le quebraba al finalizar su discurso y me sentí realmente mal, me invadía una sensación de pena e incertidumbre, sabía que las cosas se habían puesto muy mal y que mi continuidad en aquel centro estaba muy en la cuerda floja, con este era el tercer centro en el que me matriculaba por lo que no podía permitirme otra expulsión, porque sería otro año perdido sin sentido

-Le haremos llegar mañana los ejercicios y trabajos de su hijo y esperamos que pueda superar el curso, sabe que puede estar en contacto con nosotros a lo largo de todo el verano y que podemos recomendarle otros centros de apoyo y refuerzo para el periodo estival- me empezaban a sudar las mano mucho, un centro de verano no, por favor… entonces el director se dirigió hacia mí:

-y ahora, jovencito ¿tiene algo que decir? ¿O va a contarme ese chiste que antes mencionó?

Clavé la mirada en los ojos del director, pude vislumbrar la satisfacción, el triunfo y la irónica sonrisa que se pintaba en sus labios me lo confirmó

-No, no tengo nada que decir.