Sorpresón

Una discusión en un parque hace que intervenga para ayudar a una chica, un polvo rápido y sin complicaciones... en apariencia

SORPRESA GORDA

Me llamo Carlos y actualmente tengo 35 años, mido uno con setenta, hago deporte esporádicamente, lo suficiente para no oxidarme, tengo un punto canalla que me da un valor añadido con las mujeres. Tengo una empresa en la que trabajo solo, con la ayuda eventual de un par de colaboradores. básicamente realizó trabajos para clientes que quieren evitarse engorrosas negociaciones y papeleos, a cambio de un generoso porcentaje, es decir que para nada tengo apuros económicos y de tarde en tarde me doy un capricho de esos que parten el riñón. En cuestión de mujeres no tengo pareja estable, y mis preferencias son las casadas o comprometidas.

Hace casi diez años ocurrieron los hechos aquí narrados, una tarde casi noche volvía a casa caminando después de correr un rato por el parque, cuando pase cerca de un grupo de jóvenes que estaban, supongo haciendo botellón, por las voces tenían una discusión, y solo por curiosidad me detuve cerca de ellos para realizar estiramientos. En el grupo, una docena más o menos, había dos chicas que discutían acaloradamente, una de ellas baja de uno con sesenta aproximadamente no se acobardaba ante los gritos y amenazas de otra notablemente más alta y corpulenta, la mayoría del grupo apoyaba a ésta última, paré por que me llamó la atención el coraje de la más menuda, no alcanzaba a oír el motivo de la discusión, pero el tumulto era claramente belicoso, dos chicos trataban de impedir que la mas menuda se abalanzase sobre la otra chica, que profería insultos a gritos. La mas corpulenta, con un gesto felino, y sin que nadie se lo impidiera, se abalanzó sobre la otra muchacha y tras darle un puñetazo en el estómago, la cogió de la blusa y la empujo con fuerza desplazándola unos metros fuera del grupo.

Viendo que la mas corpulenta atacaba de nuevo a la chica caída en el suelo, me interpuse entre ambas, tratando de proteger a la mas débil. Increpé la actitud de la agresora que, a pesar de todo seguía en su afán de acercarse a la chica que estaba detrás de mí, la impedí el paso a empujones, tratando de apaciguar los ánimos, la mayoría del grupo se puso de parte de la supuesta agresora. Lo logré en principio, detuve el avance del grupo, pero por sorpresa a mi lado paso la chica menuda tratando de saltar contra la mas corpulenta, con reflejos y suerte por mi parte pude sujetarla y abrazándola por la cintura pegarla a mí, pataleaba, braceaba y gritaba enfurecida, con gritos y amenazas conseguí que el grupo de alejará, tras breves segundos de forcejeo conseguí que la chica se apaciguara y se sentará en un banco cercano.

-      Tranquilízate…

-      ¿Has visto lo que me a echo?

-      Si… pero ya se han ido.

-      ¡Vale! Ya me tranquilizo…

-      Si quieres desahogarte yo te escucho… a ver si te puedo ayudar.

-      No creo, tú no lo entenderías…

-      Inténtalo…

Tenía unos veinte años, vestía camiseta de tirantes, falda corta y zapatillas deportivas, pelo castaño corto y liso, cara redonda, ojos castaños y redondos, nariz pequeña y una boca de labios finos. Respiró hondo tres o cuatro veces, con la mirada baja, se retorcía las manos en su regazo, poco a poco se tranquilizó, cuando la noté más relajada me senté a su lado.

-      ¿Quieres hablar de lo que ha pasado?

-      ¿Para qué? Pensaras que es una niñería

-      Para desahogarte, y no te preocupes de lo que piense

Por primera vez me miró, sus ojos se quedaron clavados en los míos, su boca abierta, temblaba ligeramente, la aguanté la mirada unos segundos, hasta que bajo tímidamente los ojos.

-      Alba se ha enterado que he empezado a salir con un chico.

-      Alba es…

-      Si, la que me ha pegado.

-      Lo normal a tus…

-      Veintiún años

-      Veintiún años es normal que salgas con alguien

-      Es que ese chico le gusta a Alba y…

-      ¡Así que es por un chico!

-      Es… era mi amiga…

-      Todo volverá a su ser si de verdad sois amigas

-      Lo dudo…

-      Por cierto, me llamo Carlos

-      Yo Nuria. – dijo mirándome de nuevo ligeramente turbada

-      Dentro de unos años lo contaréis como una anécdota…

-      ¿Tú crees?

-      Estoy seguro. Dije agarrándole una mano.

-      Gracias

Empezaba a anochecer, el parque se iba despoblando, sus dedos acariciaban mi mano sobre su regazo, me levante y tirando de su mano la invite a ponerse de pie, empezamos a caminar sin soltarnos de la mano.

-      ¿Quieres que te acompañe hasta la salida del parque?

-      Voy hacia la salida de la otra punta

-      No importa, te acompaño hasta allí por lo menos

-      Gracias, me acojonaba tener que cruzar sola el parque

-      Lo sospechaba, después de lo que ha pasado.

-      ¿De verdad no te importa?

-      No todos los días se tiene la oportunidad de pasear con una chica guapa por el parque.

-      ¿Crees que soy guapa?

-      No, no lo creo… lo eres

-      Gracias. – dijo ruborizándose y bajando los ojos.

-      Ese chico con el que sales es muy afortunado.

-       No sé… afortunada yo por estar contigo ahora…

-      ¿Qué quieres decir?

-      No todos los días se tiene la oportunidad de pasear con un chico guapo como tú.

Me detuve en seco, y poniéndome frente a ella la miré con curiosidad, Nuria me aguanto la mirada sonriendo con malicia, desplegué la mejor de mis sonrisas, guiñándole un ojo antes de mirar a nuestro alrededor. Por la espesura de los arboles estábamos en penumbra, me situé mentalmente en el punto del parque en que nos hallábamos, íbamos caminando por el camino principal, a esas horas poco concurrido. Señalando un sendero le dije.

-      ¿Te parece que vayamos por ese sendero? Es más corto.

-      Me parece bien. – dijo volviendo a ponerse a mi lado y pasando mi brazo por encima de su hombro mientras ella se abrazaba a mi cintura.

Así abrazados nos adentramos por el sendero, más estrecho, mi mano colgaba delante de su pecho sujeta por su mano. A veces el sendero se estrechaba, entonces ella pasaba delante de mí, y yo caminaba pegado a ella, siempre con el brazo sobre su hombro y la otra mano en su cadera. Ocasionalmente mi mano rozaba su pecho accidentalmente. Al doblar un recodo, una ardilla pasó delante de ella, grito asustada y se detuvo de golpe, yo me pegué a ella y la abracé una mano por la cintura y la otra a la altura del pecho, caminamos unos pasos así abrazados, tratando de no reírnos muy alto, cuando llegamos a un pequeño claro, se giro y me abrazo por la cintura, alzando la mirada me miró con ojos chispeantes, yo también la tenía abrazada por la cintura, y la aguante la mirada, por su respiración ligeramente acelerada, yo era consciente de que notaba mi incipiente erección en su tripa. Con voz ligeramente pastosa me dijo casi susurrando.

-      ¿Eso es el teléfono?

-      No, aquí no tengo el teléfono

-      ¿Entonces? Eso que aprieta mi tripa…

Cogiendo una de sus manos que estaban en mi espalda la metí entre nuestros cuerpos para que me tocara el bulto que tenía en mi entre pierna, lo toco tímidamente, sin dejar de mirarme, sus ojos se agrandaban hasta casi salirse de sus orbitas, con las mejillas ruborizadas

-      esto es por mí?

-      No hay nadie más por aquí

-      Mmmm… debe ser molesto andar con esto…

-      Muy molesto.

-      Yo…

No la dejé seguir, me incline un poco y selle sus labios con los míos, dudo unos segundos, antes de corresponder al beso, su mano acariciaba mi sexo con más decisión, las mías acariciaban su culo por encima de la falda, la cogí en vilo y caminé hacia un lado del claro donde había césped, me abrazo con sus piernas para facilitarme el caminar, me puse de rodillas y despacio la deposite en el suelo, todo esto sin separar nuestras bocas, nuestras lenguas se entrelazaban, le subí la falda corta y mi mano se poso en la parte baja de su vientre, por encima del elástico de su braga, deslicé la mano acariciando su braga, palpe su sexo por encima de la tela estaba caliente y ligeramente húmeda, manipulé para bajarle su prenda intima, ella colabora como pudo, ahora sin estrobos acaricié sus labios externos, dejo de besarme para gemir largamente, yo le hice un chupetón en la base del cuello, con urgencia me baje el pantalón corto, y sujetando con una mano mi pene lo apunte en la entrada de su coño.

Me incorporé ligeramente para mirarla antes de proceder, tenía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior, me recreé en esa imagen, quieto y sin moverme, respiraba aceleradamente, al percibir mi quietud, abrió los ojos y me miro sensualmente…

-      Estas segura?

-      Si, dijo asintiendo con la cabeza.

-      Dímelo…

-      Por favor…

-      Dímelo… Nuria

-      ¡Métemela!

-      ¿Que?

-      ¡Métemela ya joder!

Empuje con decisión, pero sin brusquedad, grito ligeramente al recibir la mitad de sexo, retrocedí ligeramente, y volví a empujar, esta vez la penetración fue completa, su grito esta vez fue mas alto, se abrazó con fuerza a mí, me empecé a mover despacio, sus piernas me abrazaban por el culo, incrementaba el ritmo y ella acompaso sus movimientos con los míos, sus gemidos y jadeos me animaban, me mordió con fuerza en el hombro y su cuerpo temblaba descontroladamente debajo de mí, un largo gemido me indico que se estaba corriendo, instintivamente acelere mis envestidas, buscando mi propio placer, unos instantes después y dando unos últimos empujones me corrí entre estertores, ella al recibir mis descargas, volvía a temblar y gritar debajo de mí, , me deje caer encima de ella, ambos aun convulsionando, jadeando, y estrechamente enlazados. Me deje caer a su lado, respirábamos los dos como marcando el paso, con la misma cadencia.

Cuando nuestro ritmo cardiaco se normalizó, nos buscamos con la mirada, ambos sonreíamos. Había sido un polvo rápido, placentero, satisfactorio y muy intenso.

-      ¿Estás bien? – pregunté

-      Muy bien

-      Nuria yo…

-      Shhhh… ha estado muy bien.

-      Pero…

-      Carlos… lo deseaba tanto como tú

-      ¿Tomas algo para el embarazo?

-      Tranquilo, tomo la píldora

-      ¿De verdad estas bien?

-      Bien, no… lo siguiente – dijo con una sonrisa radiante.

Me levante subiéndome los pantalones, mientras miraba como ella se colocaba las bragas, la ayude a levantarse y se coloco la falda y cogidos de la mano reiniciamos la marcha. Un par de minutos más tarde salimos al camino principal y enfrente de nosotros había una pareja de novios besándose, al oírnos nos miraron y se echaron a reír bajito. Sin hacerles caso salimos del parque, y Nuria dándome un beso se despidió y se alejó trotando calle arriba.

Unos segundos después, me di la vuelta y corriendo llegue hasta mi casa.

Dos fines de semana después, acudí a casa de mis padres a una cena familiar, como de costumbre llegué un poco tarde y todos me recibieron con alborozo, saludé a todos, madre, padre, hermana y mi hermanito pequeño de veintitrés años, quien después de darme un abrazo me cogió de la mano y dijo.

-         Ven Carlos, que te quiero presentar a alguien.

-         ¿A quién? A ver…

-         Te presento a Nuria, mi novia…

La sangre me bajo a los pies, y el vaso que ella sujetaba en la mano cayó con estrepito al suelo…

Continuara…

O no…