Sorpresas inesperadas (1)

Cada uno tomó caminos separados, pero la pasión es más fuerte.

Sorpresas Inesperadas (I parte)

Uno nunca termina de entender por qué a veces el destino lo coloca en situaciones no previstas, y en el momento hay que improvisar para poder salir de ellas lo mejor posible. Es así como un sábado a la noche, una amiga me invitó al cine a ver una película que resultó muy mala; pero bueno, por el hecho de salir un poco y acompañarla, fui con ella.

Salimos del cine como a las doce de la noche, era una noche de verano con brisa cálida y luna llena. Mi amiga debía irse a dormir temprano porque trabajaba, así que yo, que aún no quería meterme en la cama, decidí caminar. La despedí agradeciendo la salida y me dirigí hacia la zona de vidrieras. Caminé mientras disfrutaba de mi cigarrillo, caminando lento, viendo la gente pasar, sin más en la cabeza que disfrutar de ese instante de caminata.

En un momento vi en una vidriera un vestido rojo, muy sensual, como para una fiesta. Detuve mi marcha y me quedé observándolo, concentrada, imaginando dónde lo usaría y demás cosas que una piensa en ese momento en que ve algo maravilloso, pero que habitualmente nunca usaría a menos que hubiera una ocasión especial.

Metida en mis pensamientos, esbozando una sonrisa parada frente al vidrio, me miraba reflejada, con mis jeans, mi remera escotada y mi cartera "porta todo",

  • ¿Como me vería yo con ese vestido?- me pregunté; cuando una voz cerca a mí me dijo: -ya te imagino metida en ese vestido- . Sin darme vuelta comencé mi marcha, por temor. Apreté mi bolso y apuré la marcha.

Sentí tras de mí que se cerraba la puerta de un auto y arrancaba. Yo aproveché a doblar la esquina para perderlo, ya que era contramano por donde agarré. Más tranquila aminoré la marcha y seguí caminando. Paré en un kiosco para comprar otro atado de cigarrillos y una gaseosa para acompañar mi marcha.

Al salir, un auto frenó cerca al que no di importancia. De pronto me chistaron y ahí volví a apurar mi paso, el auto volvió a retomar la marcha y frenó al lado mío, es ahí cuando me llamaron por mi nombre. Era la misma voz, pero ahora nombrándome, eso me indicaba que era alguien conocido, giré para ver quién era y es ahí donde maldije al destino: me ponía nuevamente frente a un viejo amor, con quien pasé momentos maravillosos, pero sólo en la cama, pues fuera de ella no podíamos funcionar.

Nos dimos un beso en la mejilla, lento, dulce. Su perfume entró en mi nariz, llegando al fondo de mis sentidos. El roce de sus labios en mi piel me hizo estremecer como antes. Hablamos por un rato, comentó del susto que me hizo pegar, de qué había pasado en nuestras vidas, sin dar mayores detalles. Es ahí cuando me invitó a tomar un helado y acepté, aunque camino a la heladería me fui arrepintiendo ya que no sabía donde terminaría, o tal vez sí

Cuando teníamos nuestros helados comenzamos a caminar y se levantó un viento fuerte, su propuesta fue ir al auto para no tener frio y poder hablar, lógicamente lo seguí. Una vez en el auto hablamos sin parar, la música era lenta y vieja, nos traía algunos recuerdos

En un descuido, mientras nos reíamos de algo que recordábamos, dejé caer un poco de helado en mi escote justo en la unión de mis pechos, y mientras buscaba la servilleta, riéndome de la situación, el se acercó y lamió el helado, sin más. Mi cuerpo se estremeció al sentir su lengua en mi pecho, de pronto me paralicé. Él terminó de limpiarme y lo único que dijo fue…-ya está- y siguió comiendo su helado y contándome cómo estaba su trabajo ahora, muy seguro, como si no le hubiese afectado el hecho de lamer mi piel, a mí sí me había afectado...

Lógicamente me puse nerviosa sin hacerlo notar, mi helado se comenzó a derretir y para disimular me puse a hablar sobre diversas cosas, y mi mano se llenó de crema nuevamente. Abrí la ventanilla, lo tiré y al meter mi mano, comencé a lamerla casi sin darme cuenta de que mi lengua ávidamente disfrutaba del helado. Levanté la vista y encontré sus ojos clavados en mí, viéndome lamer mis dedos, y solo sonreí, -no hay servilletas- , dije.

Entonces me hizo notar que tenia manchado el mentón y, sin ni siquiera dar señales de lo que iba a hacer, se me acercó y lo lamió, de una manera muy sensual, sentí su lengua nuevamente, pero esta vez peligrosamente cerca de mi boca. Mi aliento se contuvo para disfrutar de ese instante…seguido se separó, me miró a los ojos y me dijo con una voz pausada y ronca a la vez;

  • No te das una idea de todo lo que mi boca extrañaba tu piel- y me besó.

Ahí mismo mi cuerpo reaccionó a sus besos, mis manos fueron a su rostro, tomándolo; mi lengua se metió dentro de su boca; mis ojos se cerraron y mi mente se puso en blanco. Sus manos tomaron mi cintura como queriendo que no me escape, su respiración se mezclaba directamente con la mía, su perfume inundaba el auto. Afuera solo se sentía el viento, es como si el tiempo se paralizara y nada más estábamos nosotros dos, volviendo a sentir, redescubriéndonos el uno al otro, como antes, como siempre….

Unos instantes más tarde (no sé cuantos), separamos nuestras bocas, nos miramos a los ojos y solo sonreímos. Nuestras respiraciones estaban algo agitadas, como demostrando la añoranza de esos besos. Sus ojos recorrieron mi cuerpo, como recordando sus recorridos, mis ojos también lo recorrieron, observaron su cuerpo, sus brazos algo bronceados, su pecho que se escapaba a través de su camisa, su jean que se ajustaba en la entrepierna, producto de la excitación del momento. Nuestras miradas al fin se volvieron a cruzar y volvimos a besarnos… pero esta vez la pasión fue presa de esos besos.

Sus labios bajaron hasta mi cuello, haciendo que un gemido se escapara de mi boca. Lo recorrió intensamente para luego susurrarme al oído, - quiero volver a estar dentro tuyo- …y yo respondí – quiero volver a tenerte dentro mío-

Mis manos fueron a recorrer su espalda, mientras su boca bajaba lentamente por mi pecho.

Una de sus manos corrió la tela de mi remera escotada, hacia un lado y liberó uno de mis pechos de su prisión. Su boca se encargó de recorrerlo, su lengua de disfrutar de mi pezón; mientras mi mano ahora sí, bajó para llegar a su entrepierna y poder tocar por sobre la tela del jean, su pene que estaba como a punto de explotar por la excitación.

Fue luego de unos instantes que nos dimos cuenta que estábamos en plena calle, que si alguien pasaba y se detenía a mirar, vería uno de mis pechos y a él disfrutándolo, vería su pene fuera de su pantalón, por la abertura de su cierre con mi mano subiendo y bajando. Es ahí que decidimos irnos para el departamento de él. Acomodé su pene dentro del pantalón, el hizo lo mismo con mi pecho dentro del sostén y arrancó el auto. Yo estaba excitadísima y no quería que otro pensamiento se interpusiera, él me miraba, sonreía comentaba algo sobre mis labios, sobre mis manos, sobre lo delicioso de mi pecho. Uno de esos pensamientos que se me cruzaban y a los que yo no quería dar lugar era el de volver todo atrás, el de lo pasado, el de los buenos y malos momentos que no quería repetir… ¿o sí?

Una vez en la puerta de su departamento me miró, se acercó y me besó. Pero no tenía la pasión de unos instantes atrás, tenía la dulzura de nuestro primer beso. Eso hizo, inconscientemente creo, olvidar los pensamientos malos y entregarme totalmente al momento. Bajó del auto, fue hasta mi puerta, la abrió, me dio la mano para bajar, y cuando me paré tomó mi cintura, me atrajo hacia él y me besó, ahora sí con toda la excitación que demostraba también con su pene que apretaba contra mi cuerpo. Cerramos el auto, abrió la puerta del edificio, pulsó el botón del ascensor, mientras lo esperábamos, yo arreglaba mi pelo en un espejo que se encontraba al lado del ascensor, él se colocó detrás de mí, me tomó de la cintura, me volvió a pegar su pene, esta vez contra mi cola, yo entrecerré mis ojos, y sus manos fueron a mis pechos, los apretaron, su boca fue a mi oído y me susurró:

-Abrí tus ojos, mírame…-

Sus manos comenzaron a bajar dejando mis pechos por un momento, ahora comenzaban a bajar el cierre de mi pantalón, a desabrochar mi botón y a entrar dentro de él. Veía su mano dentro de mi jean, por sobre mi tanga, tocándome. Mis ojos comenzaron a expresar lo que me estaba provocando esto, su boca me susurraba:

  • Mirá, acá estas toda mojada, tu conchita me extrañaba; por eso se moja al sentir mi mano… ¿seguís siendo mi putita? ¿Seguís queriendo que tu macho te haga sentir mujer?

Esas palabras hicieron que aumente más mi morbo, mi excitación. Mi cuerpo estaba a su merced, no me importaba que nos vieran, que alguien entrara al edificio y viera ese espectáculo. La puerta del ascensor se abrió haciéndonos sobresaltar, sacó su mano de mi jean, me condujo hacia el ascensor, marcó el piso al que íbamos, me volvió a tomar entre sus brazos, bajo rápidamente mi jean, y mi tanga, abrió lo más que pudo mis piernas y ahí comencé a sentir su lengua lamiendo con voracidad mi clítoris, saboreando mis labios, haciéndome gemir de manera ruidosa, ya habíamos llegado al piso pero en medio de tanto calor, ni siquiera nos habíamos dado cuenta. Siguió haciéndome gozar de su boca hasta que inevitablemente desencadenó en un orgasmo salvaje.

Me alzó y con mis piernas rodeando su cintura, mi entrepierna sintió su pene contra mi, comenzó a apretarlo como si me estuviera penetrando, su lengua en mi boca, sus manos sosteniendo mi cola… y antes de abrir la puerta me colocó delante de él y me apretó contra la puerta, me abrazó y yo le susurré al oído

  • soy tu putita, nunca dejé de serlo-

Esas palabras parecieron hacer efecto en su cuerpo y desesperadamente abrió la puerta, sin dejar de besarme. Su boca y mi boca estaban totalmente rojas de tanta pasión, fuimos hacia el sillón, caí de espaldas con su cuerpo pegado a mí, desesperadamente intenté sacarle su camisa y terminé arrancándole sus botones, ahí mis labios fueron hacia su pecho, mientras terminaba de sacarle la camisa. El tomó mi remera, casi arrancándola me la sacó, luego siguió mi sostén y tomó en su boca mi pezón izquierdo, lamiéndolo con desesperación.

Mi mano fue a su cintura, desabroché su cinturón, casi arranqué el botón de su pantalón y bajé el cierre. Comencé a bajar el pantalón pero no podía así que lo empujé para que se acueste boca arriba, así se lo bajé hasta las rodillas, junto a su bóxer y rápidamente metí dentro de mi boca, hasta donde pude, su pene. Al hacer esto él dio un gemido y yo disfruté aun más lo que hacía, su pene iba aumentando cada vez más de tamaño, mi boca subía y bajaba, una de mis manos tomaban sus huevos como para no dejarlo respirar, sus manos tomaban mi cabeza como para que no deje de moverme – Así mami, no pares, cométela toda, sii, siii- repetía en voz baja y ronca.

Hasta que, sin más me agarró de los hombros y me alejó. – No quiero acabar aún-

Me acostó boca arriba, se terminó de desvestir, y comenzó a sacarme la ropa que ya me estaba molestando. Se tomó un instante para verme totalmente desnuda, sonrió, se me acercó lentamente. Me besó dulcemente, es como si el apuro por penetrarme se hubiera convertido en una paz dulce y serena, como si el tiempo no fuera un problema.

Bajó por mi mentón con su lengua, llegó hasta el centro de mis pechos, los besó, los lamió, los mordisqueó, para ese momento yo gemía cada vez más desesperadamente. Subió nuevamente, me besó, esta vez con muchas ansias de pasión, abrió levemente mis piernas y sin dificultad me penetró. Su pene entró en mí como conociendo el camino, disfrutando cada centímetro de mi interior. Nos miramos a los ojos, sus movimientos eran demasiado tranquilos como disfrutando de mi excitación, yo estaba que explotaba pero no quería que terminara aún, nuestros labios volvieron a unirse, nuestras lenguas buscaron unirse en una, mientras sus movimientos eran cada vez más firmes, mis jugos se unían a los primeros que salían de su añorado instrumento.

Acelerando los movimientos, tanto los de su cadera y su pene, como los de mi cadera para sentirlo más adentro, llegó el momento en que no pude más y hundí mis uñas en su espalda en señal de éxtasis y minutos después terminaba salvajemente con su pene aún dentro. Ahí mismo sus movimientos fueron más fuertes y segundos después terminó llenando todo mi interior con su semen caliente.

Nos quedamos unidos y nos dormimos en el mismo sillón que fue testigo de esta nueva unión.

Al asomar las primeras luces de la mañana, abrí mis ojos y lo vi ahí, sobre mi cuerpo, acurrucado, con su cabeza en mi pecho y sus labios rosando mi pezón izquierdo. Su respiración daba una sensación de paz muy agradable. No quería salir de allí, pero sabía que debía hacerlo.

Lo alejé lentamente, para que no se despierte, lo acomodé con un almohadón, me paré, fui al baño para lavarme y cambiarme. Cuando salí, aún dormía. Tomé una hoja de un cuaderno anotador, la doblé a la mitad, pinté mis labios y estampé en ella un beso y le escribí un "ciao cuore" y nada más.

Me fui de allí, salí al sol fuerte de la mañana, subí a un taxi y me fui a casa con una bella sonrisa en mis labios.

Nota: Aprovecho para agradecer todos los correos y comentarios que me hicieron con los anteriores, espero que este también les guste. Ansío sus comentarios, como siempre…Besos

Klaudia