Sorpresa para despertar

Una mujer despierta y su pareja le esconde una sorpresa.

Se despierta por la mañana y nota que le falta alguien a su lado en la cama, sin embargo, bajo las sábanas nota algo diferente. De repente entre caricias y besos bajo la cintura, su compañero de cama le abre sus piernas con fuerza y tras unos besitos y mordiscos muy sensuales, percibe medio dormida como introduce algo en su interior. Para ella es algo desconocido, no es su pene con su fuerza habitual abriéndose camino para compartir el alivio del placer, ni unos dedos divertidos que buscan las cosquillas de su sexo, tampoco es una lengua intentando mojar las sábanas de la cama.

De repente los besos se vuelven más intensos de nuevo y comienzan a ascender recorriendo su cuerpo lleno de curvas. Como siempre se para en sus dos pechos redondos y relativamente grandes, para entretenerse un rato con ellos. Los acaricia, chupa y mordisquea sin decidirse por uno o por el otro. Finalmente asciende hasta sus labios y la besa con suma pasión. La mira a los ojos y sonríe. Se aparta y coge algo de la mesilla. – “Apreta este botón” – le dice y le muestra un mando azul pequeñito. Ella lo mira divertida y lo aprieta. Nada más hacerlo sonríe y echa la cabeza hacia atrás. El placer empieza a invadirla, algo vibra en su interior. Es entonces cuando enloquece y se abalanza sobre él, para recompensarle por su regalo.

Mientras la suave bala vibra en su interior, ella se revela para tumbarle y ponerse sobre él. Sin embargo, no es la única dispuesta a revelarse, de forma que todo lo que pretende queda en un amago.

De forma firme y sútil, ella queda abajo sumisa de besos y lametones lascivos, que no tienen otro objetivo más que distraerla mientras de la cabecera de la cama surgen casi por arte de magia un par de cuerdas que con unas manos hábiles y unos brazos fuertes consiguen atar sus muñecas y dejarla casi sin voluntad. Esto la estimula casi al límite así que sabiendo que le falta poco para llegar a su culmen del placer le estruja los pechos mientras le confiesa que haga lo que haga ella no podrá impedir que consiga su objetivo.

Rápidamente ella se gira y le empuja con las piernas hasta conseguir cerrarlas. Él se crece más aún con esto y abriéndole de golpe las piernas pone el pene entre ambas pero sin penetrarla y comienza a embestirla mientras le agarra de la cadera con una mano, de la cabeza con la otra y le besa el cuello. Desde esta posición ella no puede resistirse y finalmente entre jadeos se corre a la par que un escalofrio le recorre todo el cuerpo. Sus uñas se clavan en la espalda de su amante quien tambien gime de placer al llegar al orgasmo casi al unísono.