Sorpresa (III)

Sorpresa (III)...

Apenas habíamos tenido nuestro orgasmo juntos cuando Diana, mi mujer se separó de mi y empuñó con ambas manos la gruesa garcha del perro, y con las piernas separadas empezó a restregarse por los labios abiertos de la vagina que empezaba a perder mi semen. El perro se acomodo perfectamente encima de Diana que seguía untando la vara del perro a modo de humectación y ensanchamiento para facilitar la tremenda penetración.

"Dólar", el gran danés, como buen macho no pensaba en términos de juegos previos sino que quería copular con "su hembra" no tenia reparos en el dolor que podía causar semejante lanza.

La expresión de Diana era digna de observar, estaba totalmente concentrada en prepararse para recibir la acometida que ella estaba demorando con ambas manos, que obviamente le producía placer el hecho de calentar aun más al perro.

La demora no duró más que unos minutos cuando la monstruosa verga empezó a incrustarse en la una vagina irreconocible por lo dilatada, Diana daba gritos de alegría !!

La quería toda adentro.

Una vez mi abuelo me había dicho que una mujer de espaldas es como una pala de punta, muy difícil que se rompa. En los hechos Diana recibía una viga tan gruesa como mi brazo de espaldas mientras yo miraba arrobado por semejante acto lujurioso.

Los movimientos del perro eran rápidos a pesar del tamaño que debía clavar, pero al tercer intento más de 25 cm de la gruesa chota de Dólar se encontraban alojados dentro de Diana que no paraba de jadear por la extrema pasión y excitación que tenia, por momentos gritaba como poseída, totalmente desenfrenada.

Realmente la estaban poseyendo en una fenomenal cogida que realmente daba envidia.

Que se puede hacer cuando están cogiendo a tu mujer y esta gozando tanto?

Pero todo tiene fin, Diana me alertó entre jadeos orgásmicos (ella me confesó que había perdido la cuenta las veces que había acabado) que el perro iba a terminar, ahora que lo pienso lo hizo a modo de consulta si "Dólar" podía llenar con la esperma.

En ese momento lo único que atiné a decirle que se saliera y en ese simple acto fue mi humilde venganza a quien la naturaleza lo había dotado de manera tan generosa.

Pero no fue fácil.

continuará