Sorpresa
Siento muchisimo no haber terminado la anterior historia todavia, se que much@s de vosotr@s estais esperando la segunda parte pero este relato no va ha ser. Estoy escribiendo estas lineas junto con mi esposa (la que por cierto os manda saludos a tod@s l@s lectores/as de todorelatos)y os vamos ha contar la causa por la que no he podido escribir la segunda parte de La Crisis.
Siento no haber podido escribir la segunda parte de La Crisis, pero os prometo hacerlo pronto.
Lo primero que os voy a decir es que La Crisis es un relato ficticio. Si, solamente forma parte de mis deseos más profundos. La verdad es que me está quedando perfecto, reflejo claramente mi sentir y mis sueños más profundos. Pero lo que a continuación os voy a relatar junto con mi esposa os juro que es 100% real.
Hace más de tres que colgué el relato de La Crisis en estas páginas. Yo llevo mucho tiempo en paro y se me ocurrió aquel relato como la salvación a mis dos enormes problemas. Llevo casi un año en las listas del paro pero nadie me llama. Mi mujer trabaja y yo tengo que hacer las labores del hogar, pero ya me estaba cansando, necesitaba trabajar en lo que de verdad sé hacer, publicista. Tengo 24 años y desde que terminé los estudios he trabajado siempre en lo mismo hasta que con la maldita crisis me rescindieron el contrato y acabé en el paro.
Os voy a contar mi otro gran problema. Desde que tengo uso de razón me he sentido mujer. Ya con cinco años me pintaba los labios, a escondidas, con las barras de mi madre que guardaba en el baño. Pasaba el tiempo y poco a poco empecé a usar ponerme la ropa de mi hermana cuando me quedaba solo en casa. Nunca me descubrieron y a mí me daba muchísimo miedo que algún día lo hiciera alguien de mi familia. No podía dejar de mirarme en los espejos y verme por fuera tal y como era por dentro pero el miedo que sentía a ser descubierto era equiparable al terror que me producía contarles la verdad. Así estuve hasta los 18 años que fue cuando me fui de casa a estudiar fuera. Intente reprimir mis deseos. Me decía a mi mismo que yo era un hombre, todos me conocían como tal y la mujer que sentía dentro de mi no era nada más que una farsa que me había inventado para evadirme. Empecé los estudios fuera de mi ciudad y conocí a muchísima gente que poco a poco habían hecho desaparecer mis deseos más oscuros. Muy pronto conocí a Sonia, una chica que iba a mi clase y entablamos una enorme amistad que más tarde se convirtió en amor fue la primera chica con la que me acosté y la única porque cuando terminamos los estudios y conseguimos trabajo nos casamos. Ella me hizo olvidar del todo mis deseos de verme como una mujer frente a los espejos aunque he de reconocer que a veces siento celos de ella cuando la veo vestirse por las mañanas, pero son momentos puntuales que rápidamente se me pasan.
Bueno, después de unos pocos años de felicidad junto a ella, me echaron a la calle en mi empleo pero ella todavía lo conserva. Al principio no dejaba de buscar trabajo y no paraba de ir de puerta en puerta buscando empleo. Después de 6 meses seguí buscando trabajo pero a la vez empecé con las tareas del hogar ante las pocas perspectivas que me daban en todas las empresas que visitaba en busca de un puesto de trabajo. Terminaron por desilusionarme del todo y decidí dejarlo todo en manos de la oficina de empleo dedicándome exclusivamente al hogar. Tuve que aprender a hacer de todo, lavar, cocinar, ir de compras, Pasaba todo el día en casa y durante gran parte me sentaba en el sofá y me tragaba horas de televisión. Empecé a ver programas del corazón y me gustaban. Poco a poco me daba cuenta que aunque había intentado olvidar mis verdaderos sentimientos, estos siempre aparecían aunque fueran esporádicamente. Otra vez me volvieron los temores de mi infancia y pubertad pero yo intentaba reprimirlos. Entonces fue cuando decidí empezar a expresarme libremente a través de internet, en foros y paginas que trataban la transexualidad. Conocí Todorelatos y me gustaba leer los relatos. Me identificaba con todos esos hombres que se sentían mujeres por dentro y decidí escribir La Crisis que era mi sueño de convertirme en mujer y dejar de estar en el paro, mis dos pesadillas que no me dejaban vivir.
Dos días después de escribir La Crisis, una noche me llamó Sonia desde el cuarto donde tenemos el ordenador, yo fui a ver qué pasaba y me la encuentro leyendo La Crisis. Estaba trabajando con el programa de Microsoft Word y se puso a buscar un archivo que tenía guardado entonces fue cuando vio uno reciente en el que ponía La Crisis y lo abrió para ver de qué se trataba. Cuando llegué al cuarto y la vi leyendo aquello empecé a buscar una excusa para contarle pero no se me ocurría nada, ella se giró y se me quedó mirando un largo rato sin decirme nada, yo me ruboricé y empecé a sudar muy nervioso. Al rato me cogió del brazo y me llevo al salón, nos sentamos y me pidió explicaciones. Yo no sabía que decirle y empecé a temblar, ella me notó muy nervioso y se me acercó para abrazarme y darme ánimos, me dijo que no pasaba nada, solamente quería saber la verdad, entonces me derrumbe y le conté todo, desde mi infancia hasta lo del relato. Ella me tranquilizó y me dijo que no pasaba nada, que al igual que yo había otros hombres que se sentían mujeres y viceversa, que no era tan malo, lo que en realidad era malo era lo que yo estaba haciendo con mi vida. Me preguntó si iba a poder estar así toda mi vida, fingiendo ser quien en realidad no era y engañarla a ella el resto de la vida. Me pidió que reflexionara sobre todo eso.
Al día siguiente era sábado y ella no trabajaba así que nos levantamos tarde. Le preparé el desayuno mientras ella estaba despierta en la cama, salió y nos sentamos a desayunar. Solamente podía haber un tema de conversación y yo no quería hablar de eso, me desperté pensando que todo había sido un sueño pero en el desayuno ella me preguntó que estaba dispuesto a hacer. Yo le contesté que no podía hacerlo, que todo iba a seguir igual porque me aterraba la idea de que mi familia y mis amigos se enterasen. Ella me miró fijamente a los ojos y me dijo que con ella no iba a poder seguir siendo lo mismo, sabia quien era en realidad y ella no era lesbiana me dijo. Le pedí una oportunidad y me dijo que no podía ser, que yo era una mujer y que si no lo aceptaba solo tendríamos problemas, pero que si decidía aceptar la realidad, ella me iba a apoyar en todo momento, me quería y no soportaba verme sufrir. Esas palabras me hicieron replantear la situación. Ella no me iba a abandonar y el hecho de tener un apoyo es lo que siempre he necesitado y no me atrevía a buscarlo, ahora ya lo tenía. Aunque nadie más me aceptase siempre la tendría a ella, me dijo que podíamos seguir viviendo juntos o juntas como a mí más me gustase hasta que todo terminara. Me acerqué a Sonia y la abracé fuertemente. Le dije que no se lo iba a decir a nadie y que poco a poco se irían enterando cuando notasen mis cambios y a mi familia pensé decírselo primero a mi hermana porque ella seguro que no me iba a fallar e incluso ella podía ir preparando a mis padres para la sorpresa. Sonia me aconsejo empezar ya mismo porque estaba en el paro y no tenía que dar explicaciones en el trabajo tampoco. Le dije que podía ser un poco precipitado, pero si había estado 24 años esperando que más daba un día más que un día menos. Después de comer Sonia me dijo que iba a casa de sus padres pero que no les diría nada y yo me quedé en casa recogiendo y empezando a soñar con lo que me deparaba el futuro. Sonia llegó a las 9 de la noche a casa y me dijo que bajara a ayudarla, había estado en el súper y traía el coche cargado. Subiendo las bolsas me fijé que aquello no era comida sino bolsas de perfumerías, boutiques, zapaterías y demás tiendas del centro comercial. Arriba Sonia me dijo que lo había acertado, me mintió diciéndome que iba a casa de sus padres alegando que yo le había estado mintiendo varios años y lo que había hecho era ir de compras. Me trajo todo lo necesario para empezar con mi transformación la cual iba a empezar en ese mismo instante. Llevamos todo a una habitación que teníamos para invitados y que a partir de entonces se convirtió en mi habitación, Sonia me dijo que no iba a compartir su habitación con otra mujer así que esa sería mi nueva habitación. El armario estaba vacío y empecé a colocar mi nueva ropa, faldas, vestidos, pantalones, blusas, tops, luego puse las ropa interior en los cajones y coloqué todo el calzado en el zapatero que compartíamos Sonia y yo y que estaba en otra habitación, tuve que sacar mis zapatos de hombre para poder colocar mi nuevo calzado. Los maquillajes y demás cremas los puse sobre un tocador que hay en mi nueva habitación. En una caja de zapatos puse toda la bisutería que Sonia me había comprado y en uno de los cajones guardé las dos pelucas, una rubia con el cabello natural largo y otra también de cabello natural pero negro y con media melenita que llegaba a los hombros. Entonces vi pasar a Sonia por el pasillo con dos bolsas de basura enormes y seguido me llamó desde el baño, me hizo desnudarme, untar todo mi cuerpo con una crema depilatoria y darme un baño, ella salió con mi ropa y oí la puerta de casa. Cuando salí de la ducha no quedaba un solo bello en mi cuerpo, Sonia volvió a entrar en casa y vino al baño, me roció de cremas y me senté en una silla que Sonia traía. Me depiló las cejas, después con una aguja caliente me perforó las orejas y me puso unos pendientes pequeñitos que no me tenía que quitar para que cicatrizase bien. Fuimos a mi habitación y me puse unas braguitas blancas con encajes y un sostén a juego que Sonia rellenó con papel higiénico y encima me puse un camisón de raso gris perla con una bata a juego, me puse la peluca negra y salimos a por calzado, me puse unas zapatillas blancas y fucsia de andar por casa y entré en mi antigua habitación para ordenar la ropa que me quité antes de ducharme pero abrí el armario y solo vi la ropa de Sonia, mi ropa (de hombre) había desaparecido, Sonia entró sonriendo y me dijo que la había sacado al contenedor parroquial para donarla, la próxima vez que tuviese que salir de casa, lo iba a tener que hacer de mujer . Cenamos y salimos al salón a ver la tele, Sonia sacó su juego de manicura y me estuvo enseñando a hacerme la manicura. Me quedaron unas uñas preciosas pintadas de gris perla como mi camisón, después me hizo ponerme mis zapatos con tacón, primero unos con poco tacón, después otros con bastante más tacón y por último unos blancos con tacón de aguja. Estuve casi una hora modelando con los zapatos y ella me enseño a caminar con todos ellos, al final me convertí en una autentica experta de los tacones. Sonia me dijo también que necesitaba un nombre nuevo, ya no sabía cómo llamarme porque mi antiguo nombre ya no me pegaba ni con cola. En los espejos veía a una hermosa mujer que nada tenía que ver con la persona que se reflejaba 4 horas antes. Miré a Sonia y le dije que a partir de ese momento solo iba a atender al nombre de Vanesa, que no me llamase por mi antiguo nombre ni por ningún otro, yo era María.
El domingo me desperté y me quedé largo rato en la cama observando la ropa que llevaba puesta, vi el armario abierto y todo lo que había en su interior, seguí recorriendo con la mirada la habitación y llegué al tocador. No me lo podía creer, la mañana anterior me desperté queriendo que todo lo que había pasado la noche anterior hubiese sido un sueño y hoy me despertaba con una sensación inversa a la del día anterior, quería que todo fuese igual a como lo había dejado antes de acostarme. Desde entonces vivo las 24 horas del día como mujer, sigo haciendo las labores de la casa y tampoco tengo la presión de encontrar trabajo hasta que mi transformación esté más avanzada. Soy la persona más feliz del mundo. Ya no me tomo las labores de la casa como un fracaso por no tener trabajo, me gusta y Sonia para reírse de mi me dice que ahora soy la mujer de la casa y ella el hombre que tiene que ir a trabajar, la verdad que no me siento incomoda así. Empecé a ir a especialistas y rápidamente me recetaron la terapia hormonal, el vivir las 24 horas del día como mujer me hizo más fácil todo y me aconsejaron que lo siguiera haciendo, yo les dije que no lo iba a dejar de hacer nunca. El problema llegó en navidades, solemos ir en Nochebuena a casa de mis padres y en Nochevieja a casa de los padres de Sonia así que llamé a mi hermana unos días antes de Navidad para que se pasase por mi casa. Cuando le abrí la puerta yo acababa de llegar de hacer la compra y todavía llevaba las botas altas, los leggins y un vestido negro, ella se me quedó mirando y me reconoció, no se podía creer lo que estaba viendo, yo no sabía que decirle y lo primero que se me pasó por la cabeza fue decirle que me llamaba Vanesa y le di dos besos. Empezó a hablar y me dijo que estaba guapísima, incluso más que ella, entramos en casa y me vio caminar con semejantes tacones como si hubiese nacido con ellos, no se lo podía creer, su hermano ahora era hermanita, y de los pies a la cabeza, me dijo que lo prefería así. Para una chica siempre es mejor tener una hermana, ahora podíamos quedar para ir de compras. Lucía, mi hermana, no dejó de decirme cosas bonitas, se quedaba atontada viendo como me desenvolvía como mujer, mis gestos, mi caminar, todo lo hacía como las mujeres y le dije que sin Sonia no lo hubiese conseguido. Le comenté lo de la Navidad, ya no podía pasar como hombre y en Nochebuena cenaba con mis padres, le pedí el favor de adelantar en casa mi cambio para que no se asustaran y si no tienen ganas de verme así, que me llamasen por teléfono y así yo me evitaba el bochorno, ella me dijo que no había problema y que si no me dejaban entrar en casa así, ella cenará en Nochebuena conmigo y con Sonia. Estuvimos largo rato hablando sobre mi transformación, mi tratamiento hormonal, Ella se marchó tarde, un poco antes de llegar Sonia, pero antes de irse le enseñé mi habitación y toda mi ropa, me dijo que le tenía que dejar un abrigo que le encantó en Nochevieja, y yo se lo prometí. Las dos nos comportamos como dos hermanas que lo han sido siempre y yo me alegré porque ella parecía haber olvidado mi pasado.
Llegó Nochebuena y mis padres no me habían llamado, por la mañana decidí olvidarme para siempre de las pelucas y decidí ir a la peluquería, quería estar perfecta el día de mi presentación ante mis padres y ser yo misma, sin disfraces. Le dije a Sonia que me iba a la peluquería y ella me dijo que tenía los mismos planes así que nos fuimos juntas. Sonia me llevo a su peluquería habitual y no hubo problema para atendernos pese ha haber ido sin cita previa. Antes de mi transformación ya tenía el cabello largo y ahora me rozaba ya los hombros. Me lo tiñeron de rubio y me hicieron un peinado muy femenino. Me miré en el espejo y me encantó ver mi propio cabello con ese peinado tan femenino. Me depilaron las cejas y las perfilaron, ahora eran dos hilitos delgadísimos encima de los ojos, apenas se veían, además me las tiñeron como el pelo y rubias y tan estrechas, parecía que no tenía cejas pero a mí me gustaban así, eran hiperfemeninas. De allí nos fuimos de compras, yo quería estar guapa, sin llamar la atención, pero ser la reina de la cena. De camino a las tiendas de ropa me llamaron mis padres al móvil y me temí lo peor, solo llamaron para preguntarme si aparecería como hombre o como mujer, no podían soportar más la duda y me lo preguntaron, les dije que solamente podía ir como mujer, ya no sabía vivir de otra forma. En una boutique de señoras me compré un vestido dorado hasta los pies sin mucho escote precioso que me lo probé y Sonia me dijo que ese vestido lo habían hecho exclusivamente para mí, la verdad que se me ajustaba al cuerpo y me hacia una figura espectacular, después fuimos a una zapatería y me compre unos zapatos de taconazo dorados como el vestido y un bolsito a juego también, entramos en una joyería y me compre unos pendientes grandes pero a la vez sencillos bañados en oro con un collar a juego y una pulsera que me encantaron. Antes de ir a casa de mis padres a cenar me miré en el espejo un millón de veces, me veía radiante pero no quería ningún fallo, la verdad que ese vestido con los complementos que compré y un abrigo de visón que me dejó Sonia me quedaba de infarto, creo que nunca había visto ni a mi hermana ni a mi madre tan elegantes. Llegamos a casa de mis padres y abrió mi madre, nunca lo hacía pero esta vez la tenía que abrir ella, ya no podía esperar más y tenía que ver a su nueva hija ya. La vi confusa porque no me reconocía, no sabía quién era Sonia y quien yo hasta que me miró a los ojos y se abalanzó sobre mí. Me estuvo abrazando casi 2 minutos sin parar de decirme al oído que por que lo había hecho. Yo le dije que no era ningún capricho, que desde pequeña me pintaba los labios con sus pintalabios y me ponía la ropa de mi hermana. Ella me miró extrañada, no sabía nada de eso y le dije que lo hacía a escondidas cuando no había nadie en casa. Se quedó más convencida, me miró de arriba abajo y empezó a llorar a la vez que me decía que estaba preciosa. Mi hermana apareció corriendo y se quedó petrificada cuando me vio, el otro día no se creía lo que veía y ahora esto, la noté celosa, algo que me había enseñado Sonia, me dijo que solo las mujeres notamos cuando otra mujer siente envidia o celos de una y por primera vez lo noté, no sé si era la mirada o el gesto de su cara o su postura, pero noté su envidia hacia mí. Después de repasarme de arriba abajo con su mirada un par de veces, me miró a la cara y me dijo que era la mujer más elegante que había visto en su vida, se me lanzó a los brazos y me pidió el vestido para Nochevieja, le recordé lo de la chaqueta y ella me dijo que quería ese vestido, yo se lo prometí pero tenía que tener muchísimo cuidado con él. Entre al salón y mi padre no me conocía, miraba hacia la puerta a ver si entraba más gente, sabía que iba a ir vestida de mujer, pero ninguna de esas dos mujeronas podía ser su hijo, me acerque a él y lo abrace dándole un millón de besos, el estaba atónito, semejante belleza no podía ser su hijo hasta que le di las buenas noches, entonces me miró a los ojos y se le escaparon unas lagrimitas, le dije que era su hija Vanesa y él me abrazó y me empezó a besar, yo no pude aguantar más y empecé a llorar como una boba. La noche estuvo genial, la verdad que solo hubo un tema de conversación pero también nos reímos muchísimo y al final mis padres parecían haber aceptado tener dos hijas, mi padre no paraba de llamarnos mis muchachas y mi madre mis chiquillas. Todo salió genial.
En Nochevieja todo fue distinto, no eran mis padres y rápidamente aceptaron mi nuevo rol. Lo sentían bastante por Sonia, su hija, aunque todavía era joven para rehacer su vida, no había sido una ruptura en la que Sonia lo estuviese pasando mal, al revés, ella disfrutaba enseñándome los entresijos femeninos. La cena estuvo bastante animada y lo pasamos genial, yo noté que Félix, el hermano de Sonia no me quitaba ojo de encima, la verdad es que después nos había invitado mi hermana a un cotillón y me puse un minivestido plateado muy ajustado y unas botas blancas altas de taconazo, así que Félix esa noche estuvo mirando más mis piernas que su plato, Sonia también se dio cuenta y en alto le dijo que no mirase de esa manera a su marido, todos nos echamos a reir aunque pareció que a Félix no le hizo gracia. Nos despedimos de la familia se Sonia y nos fuimos al cotillón que nos había invitado Lucia que ya nos esperaba en la puerta con mi vestido dorado. Entramos las tres a la disco y todo el mundo nos miraba, estábamos preciosas las tres. Sonia y Lucia me avisaron que en Nochevieja es muy difícil ligar todo el mundo bebe hasta el coma etílico. Estuvimos toda la noche bailando y lo pasé genial, antes, en los bares me apoyaba en la barra y ahí me quedaba hasta que nos íbamos, pero ahora no podía dejar de bailar, me lo pasaba en grande, volvimos a casa de día y todos los tíos que se cruzaban en nuestro camino se nos volvían y nos decían piropos, me sentía enorme.
Ya llevo tres meses con hormonas y cada vez las siento más dentro de mí, sigo de ama de casa y dentro de poco volveré a buscar trabajo, ya me siento muy segura de mi misma, muy pronto volveré a escribir aquí, ahora me siento muy ligada a Todorelatos. Mi nueva vida empezó aquí y os lo tenía que contar. Ha, por cierto, queda en el aire la segunda parte de La Crisis, gracias a ese relato soy ahora quien soy, le tengo mucho cariño y a vosotr@s os prometo la segunda parte.
Hola ha tod@s, soy Sonia, la compañera de Vanesa, quiero agradecer la labor que haceis a todas las personas que escribís vuestros relatos y a todos los que hacen posible paginas como esta. Muchas personas necesitan esto para comprender que no están solos en esta vida y que no son bichos raros. Yo he conocido a una de esas personas y el destino ha hecho que no sufra y lo pase mal el resto de su vida. Ahora estoy mirando a Vanesa y os digo que es la persona más feliz de este planeta. Animo a tod@s.