Sorpresa en París

Este relato cuenta laaventura sexual de dos compañeros de trabajo en Paris.

SORPRESA EN PARÍS

Marta es de esas mujeres "guapas", no tiene un cuerpo de escándalo, unos ojos preciosos, unos rasgos arrebatadores, pero en conjunto es una mujer guapa y atractiva. Tiene treinta y pico de años, yo creo que más cerca de los cuarenta que de los treinta y cinco, nunca le he preguntado su edad a pesar de que llevamos cerca de un año trabajando juntos.

Soy un hombre casad, no por ello, me han dejado de gustar las mujeres, y la verdad que trabajar con Marta para mi es más gratificante que tener un hombre por compañero, es agradable estar cerca de ella, bien vestida, arreglada, educada y huele fenomenal, además es divertida e inteligente.

Nuestra relación, es cordial, dentro de la educación y el respeto, además nuestra sección desde que trabajamos en equipo ha obtenido importantes beneficios, hemos mejorado tanto cualitativa como cuantitativamente en nuestro rendimiento.

Hace un par de meses, por haber llegado a unos objetivos establecidos, nos "regalaron" un viaje, un viaje de negocios, había unos clientes en París y desde la dirección nos propusieron para que lleváramos la cuenta de estos nuevos clientes, lo que significaba que debíamos ir unos días a la capital francesa.

Cuando se lo comenté a mi mujer, no le hizo ninguna gracia que fuera a París, y menos aún que fuera con Marta, le dije que no debía de preocuparse y que sus celos eran infundados, era simplemente un viaje de negocios.

El viaje a París fue agradable, y como digo todo iba bien, llegamos un martes y si todo iba según lo establecido el sábado por la mañana estaríamos de vuelta en Madrid.

Los negocios se nos dieron de maravilla la verdad, los clientes quedaron encantados con la propuesta y conseguimos la tan ansiada cuenta, el viernes comimos y nos separamos quedando para el sábado por la mañana, yo aprovecharía la tarde del viernes para hacer algunas compras y preparar la maleta. Regresé de mis compras y me dispuse a hacer la maleta, una vez hecha me senté a ver un poco la tele.

Llamaron a la puerta, cosa que me extrañó, puesto que no esperaba a nadie, al abrir la misma cual fue mi sorpresa, era Marta, la invité a pasar y me comentó que ya que al día siguiente íbamos a casa y que todo había salido a pedir de boca, nos merecíamos una pequeña fiesta, salir a cenar y tomar algo rapidito. Puse alguna pega, pero también pensé que no era nada malo salir a tomar algo. Acepté, me duché me arreglé y fui a buscarla a su habitación, llamé a la puerta y apareció ella. Se me escapó un silbido de admiración y ella sonrió maliciosamente, llevaba un precioso vestido de raso color blanco con un escote que insinuaban unos pechos preciosos, lo mejor de todo es que no llevaba sujetador, se había puesto unas gafas, que le quedaban mejor que las lentillas que habitualmente llevaba, estaba espectacular, me sentí un hombre afortunado por disponer o tener a aquella mujer como acompañante aquella noche.

Cenamos, apenas bebimos vino y cuando salíamos de allí, me dijo que me iba a llevar a un sitio del cual le habían hablado que estaba muy bien.

El lugar era un sitio elegante aunque tenía algo extraño, raro a la vez que sugerente, había un amplio salón y en el múltiples mesas al menos una veintena, nos sentamos y pedimos algo de beber, junto con la botella de champaña que pedimos, nos trajeron un sobre al cual no presté mucha atención. Charlamos animadamente y de vez en cuando alguna de las parejas se levantaba de su mesa e iba a la puerta del fondo y no volvían a aparecer, yo ajeno a todo aquello seguía manteniendo conversación con Marta.

En un momento dado, le comenté que las parejas se perdían por el fondo y no volvían, ella se me acercó y me dijo: "¿te gustaría ver lo que hay detrás de aquella puerta?", asentí con la cabeza y me dijo que abriera la nota que había venido con el champán.

En la nota había un número, mesa 26, de pronto me fije que todas las mesas estaban numeradas en los laterales con unos números luminosos que apenas se veían si no te fijabas en ellos. Encontré con la vista la mesa 26 y en ella había una pareja de color, el al ver mi cara me saludo y yo instintivamente aparte la mirada y Marta me observaba, ella reía y yo comenzaba a verlo, aquello era un local de intercambio y Marta quería que yo fuera su pareja de juegos.

Al principio me dio algo de miedo y comencé a sudar, pero eso duró poco, vi a la pareja la miré a ella y la verdad que tuve una buena erección, estaba excitado a la vez que sorprendido y acojonado, era una sensación rara pero me gustaba.

Marta miró a la pareja y asintió con la cabeza, ellos se levantaron y fueron hacia la puerta, se perdieron tras de ella. Al momento Marta me miró y dijo: "es nuestro turno", al llegar a la puerta un chico y una chica cogieron nuestros abrigos y nos invitaron a pasar a una especie de cambiadores, allí solo había una capa y una mascar tipo veneciano, me desnude me coloque la capa el antifaz y salí, allí estaba Marta ataviada de la misma forma, esto contribuyo a que mi excitación fuera en aumento al saber que debajo de aquella capa no había nada.

Pasamos a una sala enorme, había bastantes parejas, todos follaban, bueno, unos miraban, otros miraban y se masturbaban, había pequeñas habitaciones donde la gente también se dedicaba a follar, yo tenía una mezcla de excitación y asombro por lo que estaba viendo y viviendo. Marta me llevaba de la mano y me dejaba llevar pero en verdad era como si no tuviera consciencia de lo que hacia.

Llegamos junto a la pareja que nos había entregado la noto, ella tenía unos pechos muy bonitos y unos pezones que pedían a gritos ser lamidos y mordidos, el hombre estaba recostado en el sillón y se acariciaba la polla, era un falo grueso. Marta me miró, sonrió y me dijo: "haz lo que quieras yo tengo mucha tela que cortar", me soltó la mano, se sentó al lado del hombre negro y comenzó a masajear y lamer aquel falo que como si tuviera vida propia empezó a crecer y parecía que no iba a parar. La chica me agarró metió la mano debajo de mi capa y me dijo que no tenía nada que envidiar a su marido.

Me masajeaba la polla, y yo le respondí quitándole la capa y lamiendo sus pechos, eran bonitos, redondos y nada caídos, el tacto y sabor de su piel era muy excitante, nunca lo había hecho con una mujer negra y aquello me gustaba, se puso encima mío y comencé a acariciar sus caderas, aquello me gustaba y estaba empezando a disfrutar. Cuando mire a Marta vi. que seguía chupando aquel falo enorme, como se la meta la revienta, pensé mientras seguía acariciando aquel cuerpo de ébano que tenía sobre mi, Marta paró de chupar y ví como se metía la polla entre sus piernas, soltó un pequeño gemido y comenzó cabalgar sobre él suavemente, el hombre lamia sus pechos y con sus dedos pellizcaba los erectos pezones de Marta, yo mientras tanto tenía empalada a mi negrita y se movía encima mío con más rapidez, gemía y eso me puse aun más a tope, volví a mirar a Marta y ví como el negro era el que mandaba ahora, la había dado la vuelta, la había puesto a cuatro patas y la estaba follando duro, le dabas unas embestidas tan fuertes que pensé que su glande saldría por la boca en cualquier momento, ella gemía cada vez más hasta que su cuerpo se quedó rígido, estaba teniendo un orgasmo, al negro le dio igual, siguió dándola de manera tremenda y ella quedó tirada como un trapo exhausta por el "castigo" que aquella polla le había dado.

El negro se acercó a nosotros que seguíamos a lo nuestro y dijo que nos acercáramos, mi polla salió del cuerpo de la mujer chorreando jugos de su sexo, ella me miró se agacho y me hizo una pequeña limpieza, si me hubiera dado dos lametones más me habría corrido, el negro volvió a coger a Marta, se sentó y clavó a Marta nuevamente en su falo, ella gemía y le decía obscenidades al oído, el negro me miró y me dijo que el culo era mi, iba a poseer a Marta, ella le dijo que no que no lo tenía estrenado y que le dolería, pero el mandingo la tenía bien clavada y no tenía opción a poder escapar, fui por detrás, apunte con presteza y de dos empujones la metí mi polla, ella ahora gritaba excitadísima, la negra se puso a mi lado y me dijo que le lamiera las tetas que lo hacía muy bien, seguí dando empujones hasta que no pude más y me corrí, salí del culo de Marta y calló una buena cantidad de semen, la negrita a la cual también le iba la marcha me lamía la polla.

El negro que tenía un aguante fabuloso y no había acabado con Marta, la dio la vuelta y esta vez se la clavó en el culo que tenía abierto y que el se encargó de ensanchar más, la daba unos empellones tremendos, Marta solo se dejaba llevar y gemía, el negro sacó su polla se la puso en la boca, ella la tragó y salieron dos borbotones de semen de sus labios, se estaba corriendo a gusto el muy cabrón, la verdad que quedamos todos tirados y cansados después de la sesión que nos habíamos pegado, Marta me reconoció que estaba molida, que el negro la había reventado y me dijo que quería volver al hotel, nos despedimos de nuestros "compañeros" de juego y nos intercambiamos los números de teléfono por si volvíamos a coincidir. En ese momento imaginé a mi mujer cabalgando la polla del negro como lo había hecho Marta y me volví a empalmar.

Llegamos al hotel y acompañé a Marta a su habitación, en el umbral de la puerta le dije que me había dejado sorprendido pero que había disfrutado como nunca, ella me agarró por el cuello y me dijo que pasara que era mi turno.

Fue una noche intensa, lo pasé genial me dí cuenta que era una mujer tremenda en el trabajo y fuera de el.

Al día siguiente regresamos a cas, y el lunes nos volvimos a encontrar en el trabajo, nuestro curro y forma de llevarlo a cabo sigue siendo impecable y bueno.

Ah! El otro día nos comunicaron que teníamos que ir a Londres a ver a unos posibles clientes.