Sorpresa en el mercado municipal

La crisis nos obliga a hacer la compra en nuevos sitios… y a conocer a sus vendedores (contiene escenas de sexo guarro que puede herir alguna sensibilidad)

Aunque sigo trabajando, es cierto que he cambiado los hábitos de consumo, e intento comprar lo justo para no tener que almacenar demasiadas cosas en la nevera que luego acabo tirando, así que me he aficionado a ir al mercado municipal que queda al lado de mi casa casi diariamente, puesto que a mediodía acabo relativamente pronto y me da tiempo a ir.

Voy cambiando de puestos de fruta, de verduras, carnicería, charcutería… todo para saber cuál me gusta más. Además, al ser la primera vez que compras, los vendedores suelen darte el mejor género (esto pasa en todas las cosas… incluida la droga).

El sábado pasado me apetecía pescado, y aunque era ya muy tarde (casi las 2 del mediodía) me dirigí a uno de los puestos que estaba más lleno… buena señal, significa que o bien el precio es asequible, o bien el pescado es bueno. La sorpresa me la llevé cuando vi al pescatero.  Un tío moreno, cachas, barbita, bonita sonrisa, brazos tatuados… un pedazo de macho impresionante. El tío, de unos treinta y muchos, estaba muy muy bueno, y a mi se me puso dura al instante. Pedí la vez, y cuando me tocó, no fue él quien me atendió, sino su compañera, una rubia guapa. No sabía si estaba en un Abercrombie o en una pescadería. ¿Son todos guapos?

Compré una lubina y le pedí que me la limpiara para hacerla a la espalda. En ese momento, el chulazo le dijo:

-       Trae, ya SE LA limpio yo.

Y mientras lo decía, me miraba a los ojos como dando a entender que lo que quería limpiarme era otra cosa. Yo estaba encantado, sin duda… Mientras le miraba cómo limpiaba el pescado, la chica me dijo que si quería algo más se lo pidiera a él y así aprovechaba para ir a hacer unas compras puesto que no había nadie más esperando.

-       ¿Te PUEDO servir en algo más?

Ufff, aquel tío me estaba tirando descaradamente los trastos.

-       Sí, ponme unas navajas (me muero por ellas) y un par de calamares de playa.

-       Vaya, ¿vas a preparar a alguien especial una cena o es que te gusta comer bien?

-       No, es todo para mi, y sí, la como muy bien.

En ese momento caí en la cuenta de que había dicho “la como”, cuando en realidad quería decir que era de buen comer. Noté como enrojecía por instantes.

-       Bueno, no sé si la comerás mejor que yo. ¿Quieres algo más?

¡Zas!, el tío se había apuntado a mi juego.

-       No sé, ¿tienes algo más en oferta o para ofrecerme?

-       Ten nuestra tarjeta… para otro día, servimos encargos a domicilio.

-       ¿Quién? ¿Tú? ¿O tu mujer?

-       Jajajaja, no es mi mujer, es mi socia… y en tu caso, te lo serviría yo mismo.

-       Vaya, si lo llego a saber antes… aunque es mejor que haya venido, así he podido comprobar el género.

-       Bueno, estamos a punto de cerrar, y se te ve muy cargado con la compra que llevas… si quieres te acerco el pescado yo a casa.

Vale, este tío quería guerra, y por mis cojones, la iba a tener.

-       De acuerdo, mira, vivo en la finca verde que está antes de la siguiente esquina. Es el número 33, la puerta 4. ¿Subes tú la compra? ¿O tengo que bajar a por ella?

-       La subiré yo. Así puedes ponerte cómodo en casa. Yo lo hago en la mía.

-       De acuerdo, te invitaré a una cerveza por las molestias.

-       Tranquilo, este encargo no me resultará ninguna molestia.

-       ¿Te pago ahora? ¿O en casa?

-       Mejor me lo cobraré TODO en tu casa. En 20 minutos estaré allí.

-       Te espero…

Me fui a casa casi corriendo para recogerla un poco, puesto que la noche de antes habíamos tenido juerga en casa y estaba todo hecho un desastre. Encima, se me había estropeado el aire acondicionado y solo pensaba en acabar pronto para darme una ducha, puesto que estaba sudando como un cerdo. Me puse unos boxers viejos que uso para dormir de vez en cuando, y empecé a tirar botellas, recoger platos… y en eso sonó el timbre. Hostia puta, ¿ya habían pasado los 20 minutos? Y yo sin duchar.

Le abrí, subió por las escaleras y se quedó en la puerta esperando. Le invité a pasar mientras cogía la bolsa y la dejaba en la nevera. Cuando salí de la cocina, se había quitado la camiseta. El tío estaba muy cachas, un gran tatuaje le cubría el hombro izquierdo y le bajaba hasta casi el codo. Tenía los pezones grandes, currados, como a mi me gustaban. Y aunque no tenía tableta de chocolate, la panza que se veía era bien dura.

-       Espero que no te moleste, hacía calor y me he quitado la camiseta para no sudar más… Aunque veo que te gusta.

Y es que mi polla se había levantado completamente haciendo visible una tienda de campaña.

Se acercó hasta mi, y me metió la lengua hasta la garganta. Empezamos a morrearnos mientras yo le tocaba sus duros pezones y él me magreaba el rabo. Su boca sabía a menta y a tabaco. Dejó de besarme, se escupió en la mano y empezó a pajear mi capullo con su mano lubricada. Yo estaba en el cielo. Entonces hizo otra cosa que me sorprendió a la vez que me excitó… empezó a olisquear mis sobacos y a pasar la lengua por las gotas de sudor que caían de allí. El pescatero era todo un cerdo… y eso me ponía a 1000. Me dejé llevar mientras pasaba su lengua por mi cuerpo, hasta que bajó y empezó a comerme la polla… al principio suavemente, tragando solo el capullo y jugando con la lengua por encima, pero luego abrió la boca como un tiburón y como quien no quiere la cosa, se zampó entero mi rabo, y sin haber tocado en ningún momento su preciosa dentadura. Yo diría que le cabrían también mis huevos, pero el tío empezó a sorber y limpiar de arriba abajo, hasta dejarme el sable bien limpio y brillante de su saliva.

Mientras yo estaba alucinando. Suelo ser yo quien toma la iniciativa a la hora de follar, pero este tío me estaba dando tanto placer y se le veía tan interesado, que le dejé hacer.

Mientras me comía la polla, se desabrochó el pantalón vaquero. Tuvo que incorporarse para poder bajarselo. Unos calzoncillos blancos contrastaban con el moreno de su piel. Dejó su polla y sus pelotas depiladas al aire. Mentiría si dijera que calzaba un gran aparato. Todo lo contrario, su rabo era pequeño (muy pequeño) en comparación con el resto de su cuerpo. Me decepcionó un poco… esperaba que el tío me sometiera y me abriera el culo en canal. Pero lo que sí me dejó flipado fue el culazo redondo y duro que se gastaba.

-       ¿Me vas a follar campeón?

-       Claro tío… me mola tu culazo.

-       Y a mi tu polla… sabía que no me equivocaba cuando te vi. Menudo capullo te gastas tío.

-       Pues sigue chupando y cuando lo quieras dentro, me avisas.

-       Estoy sudado… ¿no me ducharías antes un poco?

-       Quieres que vayamos a la ducha

-       No tio, lo que quiero es que me mees… estoy cerdo y quiero que hagas conmigo lo que te salga de la puta polla.

Ufffff, ese tío era un cerdako de primera. Así que directamente mientras me comía la polla empecé a soltar un buen chorro de meo. Le pilló desprevenido y se sacó la polla de la boca, pero a mi me la sudaba y le seguí meando la cara, las tetas, el cuerpo… pero el abrió la boca y la puso en la trayectoria del chorro. Mientras seguía arrodillado empezó a chuparse un par de dedos y a metérselos por el ojal.

Cuando acabé de mear me dijo:

-       Ya estoy preparado. Metemela machote.

-       ¿Así? ¿Sin lubricar? Tengo las gomas ahí, espera.

-       ¡Qué coño! Venga metela tío…

Me escupí en el capullo y se la clavé. El tío gimió un poco.

-       Ufff, que nabo cabrón.

-       ¿Te mola? Menudo culazo tío. Noto tu interior bien caliente.

-       Siiii, metela más adentro, quiero notar como tus pelotas golpean en mi culo.

-       Joder, tu culazo está muy duro. Y muy caliente. Joder, y que bien resbala…

-       ¿Tienes algo tio?¿Poppers?

-       Si, espera.

Me salí de su culo, fui a la nevera a coger el bote de poppers y él me siguió. Me arrebató el poppers y le pegó un par de buenas esnifadas. Se amorró a mi rabo y caí en ese momento por qué entraba tan bien mi culo en su rabo. Estaba bastante sucio de su interior, y él estaba chupando sus restos. Un fuerte olor llegó a mi nariz, y en ese momento esnifé yo también un poco de poppers y empecé a follarle bien la garganta. Me dejó la polla limpia de nueva.

-       ¿Me la metes de nuevo?

-       Eres un puto cerdo, ¿lo sabías?

-       Tu fóllame y calla tío, que me has puesto muy cerdo.

Le volví a meter la polla, ahora sí que notaba bien cómo resbalaba en su interior. Mientras empecé a pellizcarle y a retocerle fuertemente los pezones. Él se masturbaba y le metí mano a sus huevos. La polla le había crecido algo más. Supongo que tendría unos 13 o 14cm. Me salí de su culo, otra vez manchado y le pedí que me limpiara.

-       Sí tio… ¿te mola este rollito?

-       ¿Cuál? ¿El rollo mierda? No sé, no mucho, todavía no estoy preparado. Joder tío, cómo tragas… ufffff

-       Date la vuelta.

Empezó a comerme el culo. No tenía ganas de giñar, pero bueno, hice un poco de fuerza y se me escapó un cuesco. El pescatero, del cual todavía no sabía su nombre, lo recibió encantado y siguió comiendome el ojete a saco. Se levantó y me clavó su rabo. La sensación me gustó, aunque me he metido rabos mucho más grandes. Noté como aceleraba su follada.

-       ¿Me vas a preñar?

-       Sí tío, y luego tú a mi.

-       Ok nen, venga, que no voy a durar mucho más.

-       Ahí tienes mi lefa tío.

Su rabo no era grande, pero el tío era muy lefero. Noté cómo me llenaba de leche, de mucha leche.

Sacó su rabo de mi, se acercó a mi culo y me dijo:

-       Saca mi leche tío, que tengo hambre.

Empecé a hacer fuerza para sacar toda su lefa de mi interior. Yo estaba muy cachondo. Me tiré un par de buenos pedos y saqué gran parte de su leche. Él me limpió con la lengua. Yo estaba a mil, le empuje dejándolo a 4 patas y se la clavé. Su mierda me servía de lubricante y pensando en eso, me corrí. Cuatro o cinco trallazos de buena lefa en su culo, y el tío gimiendo.

-       Si macho, préñame… dame toda tu lefa.

-       Ahí tienes cerdo. Toda mi lechita.

-       Siiiii. Joder que vicio, sabía que eras de los míos.

Mi polla se escurrió de su culo. Él aún quería más… así que me la dejó limpia. A mi ya se me había pasado el morbo y el olor empezaba a molestarme, y le dije que quería ir a ducharme. Estábamos los dos empapados de sudor.

Nos fuimos a mi baño, y le pregunté su nombre. Dijo llamarse Marco, tenía 39 años y era asturiano. Dejó su pueblo después de que le pillaran follando con su primo, y se vino a Barcelona.

-       Un día tengo que venir con el de los frutos secos. Tiene el rabo igual de grande que el tuyo tío.

-       Jejeje, ¿te has follado a muchos del mercado?

-       Del mercado, y en el mercado. El otro día me folló el marido de una clienta. Le llevé al baño privado, al de los vendedores, y me llenó de leche. Atendí el resto de la mañana con su leche cayéndome por la pierna.

-       Joder, qué cerdo… ¿Eso está permitido según el curso de manipulador de alimentos?

-       A ver, luego me lavé las manos con desinfectante, y no voy metiendome truchas por el culo…

Después de ducharse, le invité a quedarse a comer, pero me dijo que no, aunque me agradecía el detalle. Quedamos en vernos otro día con el otro vendedor… ya os contaré cómo va la historia.