Sorpresa en el almacén

Iba caminando tranquilamente haciendo inventario cuando una silueta femenina me sorprendió en el almacén.

Iba caminando tranquilamente por el almacén de mi trabajo.

Esa semana tocaba hacer inventario y estaba revisando los últimos envíos que habían llegado. Llevaba poco tiempo en la empresa, tenía 22 años, acababa de salir de la universidad y era el primer trabajo que tenía. Estaba un poco verde, y para que fuera aprendiendo las tediosas tareas que se desarrollan en una oficina me mandaban a hacer los trabajos que nadie quería, en este caso, hacer inventario. La tarea era tan aburrida que me encontraba a solas en el almacén, quitando de algún operario ocasional que pasaba a recoger material.

Saliendo de entre unas estanterías vi de refilón a Sara, que me miró con cara de vergüenza y yo reaccioné de la misma manera. La semana anterior tuvimos un encontronazo accidental en el baño. Resumiendo, me vio la polla mientrabas meaba. Me quería morir de la vergüenza, para un par de meses que llevo trabajando ahí y la tetona de la empresa ya me había visto la polla. Encima mientras meaba, no pudo apreciar mis 19 cm de polla erecta. Una pena.

Seguí con el trabajo, y contrastando el material con los albaranes, faltaba 1 palé entero de recambios y no tenía constancia de ninguna salida de material. Mierda no cuadraba, por lo tanto me tocaba hacer de detective para descubrir donde había ido el palé. Salí del pasillo de estanterías en el que estaba y me dirigía a la oficina, cuando, pasando por delante de otro pasillo, vi a una mujer. En la oscuridad solo veía la silueta y no veía quien era, pero si lo que estaba haciendo. Tenía la mano dentro de su pantalón y se estaba masturbando.

Me quedé petrificado con la escena y con los nervios dejé caer la carpeta que llevaba. Eso hizo que la mujer saliera de entre las sombras y estirara de mi camisa empujándome hacia el interior del pasillo. Era Tania, tenía 33 años y un culo enorme para lo delgada que estaba, tetas pequeñas y muy guapa.

  • Mierda, ¿qué haces aquí? - Me empotró contra la esquina del fondo del pasillo.

  • Estaba haciendo invent... - Me interrumpió cuando estaba acabando la frase.

  • Me da igual, tú eres el nuevo ¿verdad? El de la polla grande. - Su mano se apoyó en mis abdominales.

  • ¿Qué? No. - Mierda Sara se lo habría dicho.

  • Sí lo eres, Sara me dijo que te la vio y la tenías enorme. - Sí, Sara se lo había dicho. - Sácatela, quiero verla.

  • Ni de coña. - Joder estaba buenísima pero no quería perder el trabajo, por follarme a una de las adminitrativas.

  • Sácatela o le digo a todo el mundo que me has atacado. - Su mano derecha seguía en mi barriga pero su mano izquierda bajó hasta su entrepierna y empezó a frotarse.

  • Mierda. - Desabroché mi pantalón y me la saqué, con las situación la tenía a media asta.

  • Joder sí que es grande. Tienes que follarme. - Me la cogió con la mano derecha mientras con la otra se seguía masturbando.

  • ¿Qué? No. - Ya tenía la polla dura como una piedra y Tania me empezó a masturbar. Subiendo y bajando la mano lentamente.

  • Estoy demaisiado cachonda para parar, así que hazlo o grito y sabes que me creerán a mi. - Hubiera luchado un poco para evitarlo pero en el fondo me la quería follar, para que nos vamos a engañar.

  • Vale pero rápido que puede venir alguien.

Me bajé los pantalones y ella se dio la vuelta. Joder tenía el culo enorme, pero muy bien colocado, se notaba que iba al gimnasio. Empecé a manosearlo y me quedé embobado. La piel era sueva y el culo firme.

  • ¿Qué haces? Métemela ya. - Me sacó del trance en el que estaba. Y digirí mi polla hacia su coño. - No, no me la metas ahí, por el culo mejor, que no estoy con la píldora.

Estaba flipando, me había tirado a alguna en la universidad pero nunca por el culo. Tampoco quería parecer un pringado así que hice como si nada y apunté hacia su ano. Empezó a entrar poco a poco y ella empezó a gemir. Parecia que le dolía así que empecé despacio.

  • Joder la tienes enorme, la de mi marido entra más fácil. - Me miró. - Méteme los dedos primero, tranquilo estoy limpia.

Me cogió la mano y me chupó tres dedos. Yo se la saqué y le metí primero un dedo. Entró como si nada así que con las prisas, y con lo cachondo que estaba, le metí los otros dos dedos. Ella pegó un pequeño grito y después empezó a gemir. Cogió mi polla con su mano y mientras yo le metía los dedos ella me pajeaba. Estuvimos así unos minutos hasta que se dio la vuelta, rápidamente, sacándose mis dedos de su interior, y se agachó para chupármela. Simplemente se la metió dentro de la boca, le escupió, froto con las mano las babas impregnando toda mipolla y se volvió a enderezar y me dijo.

  • Vale, métemela ahora.

Se dio la vuelta, arqueó la espala y yo dirigí mi polla hacia su culo. Uf ahora entraba mucho mejor, a la primera embestida le metí la mitad y empecé a penetrarla lentamente.

  • Sí joder, sigue así. - Intentabamos contener los gemidos. - La tienes enorme.

  • Joder, como tu culo. - Le di un azote. Un poco fuerte porque sonó en el almacén. - Mierda.

  • Tranquilo no hay nadie, sigue.

Subí de marcha y le empecé a dar más rápido y a metérsela más al fondo. Tania empezó a gemir más fuerte, se estaba descontrolando, y ya hacíamos algo de ruido con el coche entre su culo y mi pelvis. Nos iban a oir.

  • Cállate que nos van a oir. - Le dije.

  • Sigue follándome niñato. - Niñato me llamó, que ofensa. - No me llames niñato. - Le di un azote fuerte. Giró la cabeza y me miró con enfado.

  • Eres un niñato de mierda que solo tienes la polla grande. - Cuando dijo eso se la metí hasta el fondo de golpe y le di un azote.

  • Tu eres una zorra que solo tiene el culo grande. - Le dije al oído y le di otro azote.

  • Cállate. - Mi polla entraba y salía aferrándose a las paredes de su culo. - Métemela en el coño.

  • ¿Qué? Pero si no estabas tomando la píldora.

  • Me da igual, métemela en el coño por favor. - Joder ese comentario me cegó.

Se la saqué y sin miramientos se la cambié de agujero. Increiblemente tenía el coño más apretado que el culo y incluso con lo mojada que estaba. Ella gemía y yo le iba dando azotes., cuando oímos una voz.

  • ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? - Alguien gritó en el almacén. Mierda, era semana de inventario no tendría que haber nadie. Nos quedamos quietos, yo aun con la polla dentro de Tania. - ¿Hola? - Repitió la voz masculina.

Era Felipe, un operario. Me había olvidado de los operarios. Caminamos juntos, aun con mi polla en su coño, hasta detrás de unas cajas que había en el pasillo y nos quedamos quietos. Esperando a que Felipe se fuera. Pero Tania no se podía estar quieta.

  • Estate quieta que nos va a oir. - Le dije susurrando.

Empezó a moverse con mi polla aun dentro suya, para follarse ella misma, muy despacio.

  • Cállate que nos va a oir. - Me miró riéndose y siguió follándose.

Yo estaba paralizado mirando hacia la entrada del pasillo y ella seguía moviéndose. La polla me iba a explotar de placer.

Entonces apareció Felipe que miró hacia el pasillo y al no ver nada siguió su camino.

  • Mierda por poco. - Le dije a Tania que seguía concentrada a lo suyo. Y yo empecé a moverme de nuevo.

  • Me voy a correr. - Dijo ella con los ojos cerrados.

  • No chilles que aun nos puede oir. - Le tapé la boca con la mano y nos pusimos de rodillas en el suelo.

  • Mmm. -

  • Joder yo también me corro. - Me quitó la mano de su boca.

  • Córrete dentro, lléname entera. - Volvió a poner mi mano en su boca y empezó a lamer mis dedos. Aumenté el ritmo, follándole el coño ya sin importarme quien nos oyera. Se podía oír como chocaba contra su culo.

  • Joder me corro, mierda. - Noté como llegaba al orgasmo al mismo tiempo que yo. Conseguí ahogar su grito con mi mano.

Se la metí hasta el fondo y le llené el coño de leche. Descargué dentro suya en un par de espamos mientras a ella le temblaban las piernas. Se la saqué despacio.

  • Uf que bueno. Pero vaya estropicio hemos hecho. - Se giró sin decir nada, me limpió la polla con la boca y se levantó.

  • No digas nada de esto.

  • No jodas, ya lo se.

  • Me voy a seguir trabajando.

  • Si yo también.

  • El mes que viene vuelve a tocar inventario. No se si aguantaré hasta entonces, niñato. - Me miró sonriendo.

  • Yo tampoco lo creo zorra. -Le guiñé un ojo.


Relato corto, el primero que publico. Espero que a alguien le guste y me encantarían críticas para ir mejorando.

Un placer.