Sorpresa con papá, 5

Gay Filial. No había donde esconderse y había luz suficiente para que Jaume me viera perfectamente. No me sirviría de nada darme la vuelta o ponerme a buscar algo en los bolsillos de la chaqueta manchada de lefa sobre la que estaba sentado para ocultar mi rostro de su mirada. Jaume me había visto...

No había donde esconderse y había luz suficiente para que Jaume me viera perfectamente. No me sirviría de nada darme la vuelta o ponerme a buscar algo en los bolsillos de la chaqueta manchada de lefa sobre la que estaba sentado para ocultar mi rostro de su mirada. Jaume me había visto y me había reconocido.

Tuvo el buen juicio de no hacer ningún comentario y continuar su camino hacia el baño como si no me hubiese visto. Yo recogí mis cosas y lo seguí, metiéndome en el segundo baño y cerrando la puerta.

Esta vez no me recreé al limpiarme. De hecho, intenté quitar de mí cualquier rastro de lo que había hecho aquella noche y no sentí ningún placer mientras recogía las lefadas con el papel higiénico. La ropa estaba más o menos bien, la chaqueta daba pena. Siempre llevaba una bolsa en un bolsillo por si, como hoy, la chaqueta quedaba hecha unos zorros. Esta vez tuve que usarla.

Cuando terminé de asearme y me miré en el espejo no había rastro del ser depravado en el que me había convertido. El profesor volvía a tomar las riendas.

Estaba claro que si Jaume estaba en el Yuppye, mi padre estaría con él. No quería que papá viera en qué me había convertido con su indiferencia.

Sin embargo quería hablar con Jaume para asegurarme de que no le contara a papá lo que había visto, y como no lo había escuchado salir del otro baño salí del mío y me dispuse a esperar.

Al cabo de tres o cuatro minutos la puerta se abrió un resquicio y Jaume asomó un ojo a ver si había moros en la costa. Cuando me vio cruzado de brazos esperándole puso cara de cabreo.

  • Está bien -dijo. - Me has pillado. Nunca te ha gustado que salga con tu padre, ahora podrás hacer que rompa conmigo.

  • ¿Qué? -Empujé la puerta y me metí en el baño con él. - ¿No has venido con papá?

  • No. Salgo sin él. Mamo pollas y follo culos, como todos lo maricones de mi edad. Le pongo los cuernos sistemáticamente. ¿Contento?

  • No te imaginas cuánto.

  • Eres un hijo de puta.

  • No, no me malinterpretes. Estoy contento porque los dos tenemos una salida. Yo no le diré a mi padre que te he visto y tú, a cambio, tampoco le dirás que me has visto a mí... ni cómo me has visto.

  • ¿Te refieres a tirado en pelotas en el suelo y con cuarenta corridas por encima?

  • Exacto.

  • Trato hecho.

Invité a Jaume a un Cutty Sark con 7Up para asegurarme de que los términos de nuestro acuerdo quedaban lo suficientemente claros.

Y casi sin darnos cuenta acabamos contándonos nuestras penas.

  • Quiero serle fiel. De verdad que lo intento. Pero estoy todo el día caliente como una perra. No paro de hacerme pajas en la universidad. Y de vez en cuando no aguanto más y tengo que ir a algún sitio a comer un par de pollas o a follarme un par de culos.

  • Siempre de dos en dos, ¿eh?

  • Es una forma de hablar. Y mira quién fue a hablar. Tenías la leche de por lo menos quince tíos encima. Por cierto, menuda sorpresa. Nunca hubiera dicho que te fueran los hombres.

  • Para mí también fue una sorpresa. Me enteré hace unos meses.

  • No pierdes el tiempo.

  • En realidad me has pillado en un momento bajo. Pocas veces he tocado fondo como hoy -por supuesto era mentira. Lo de aquella noche era suave en comparación con lo que había llegado a hacer otras. - Pero es algo que tengo que empezar a controlar. Tú tienes edad para estar todo el día caliente, yo debería estar un poco más centrado.

  • ¿Cuántos años tienes, Max?

  • Veinticinco.

  • Sólo me llevas seis. Creo que puedes permitirte estar cachondo de vez en cuando.

  • Pero tengo responsabilidades.

  • Todos tenemos responsabilidades. Siempre que vayas con cuidado de no pillar nada yo no me preocuparía mucho por la forma en que apagues tus fuegos.

  • Suenas muy maduro para ser un crío de mierda.

  • Es lo que tiene salir con un profe maduro.

La noche fue pasando casi sin darnos cuenta. Acabé contándole a Jaume cosas que no tenía porqué saber, como que tenía un colega en la UIB que me daba pollaca en su diván cuando me apetecía o que le estaba tirando los trastos a todos los tíos buenos de mi clase, es decir, a mis alumnos, y él dijo que a lo mejor sí tenía un problema.

Y cuando ya amanecía se me fue del todo la pinza y le confesé cómo había empezado todo, lo que sentía por mi padre y que esa necesidad desesperante de buscar falotes leferos eran el resultado de lo que sucedió aquel maldito viernes, como una manera de suplir mi necesidad de él.

Jaume estaba completamente anonadado.

  • Lo siento mucho, Max.

  • ¿Cómo que lo sientes?

  • Si lo hubiera sabido hubiera hecho algo.

  • ¿Qué podías hacer tú? ¿Hubieras dejado a mi padre?

  • Dejarlo no, porque lo creas o no estoy enamorado de él. Pero no me hubiera importado compartirlo. No me importa compartirlo.

  • No digas tonterías. Es una locura.

  • Creo que me sentiría mejor haciendo esto. No le soy fiel, aunque me gustaría. Quizá contigo en la ecuación para controlarme... Quiero decir, tú necesitas a tu padre y como estarás ahí a lo mejor consigo tener suciente con... los dos... para no tener que ir a buscar la comida fuera de casa.

  • Estás chiflado.

De camino a casa (le propuse a Jaume dormir en mi piso, no estábamos para conducir) estuve pensando en la propuesta del chico. Sólo había un problema. ¿Cómo podía meterme en esa relación sin que papá se enterara de mis escarceos sexuales que tanto me avergonzaban ni de que Jaume salía de caza algunas noches al mes? ¿Cómo preparar el terreno?

Jaume propuso una salida a la mañana siguiente.

  • Puedo decirle que me encontré contigo en la cafetería del Jovellanos y que te invité a cenar. El próximo jueves. A lo mejor se nos ocurre durante la cena una forma de acabar los tres en la cama sin que tu padre sospeche que estaba preparado.

  • No sé. Todo esto me parece una mala idea. Puede que nos explote en la cara.

  • Oye, Max -dijo, acercándose peligrosamente. - ¿No me darías un anticipo?

Intentó meterme la mano por la cinturilla del pantalón pero me aparté.

  • No.

  • No voy a poder aguantar hasta el jueves. Me pone mucho la idea de tirarme a un padre y a su hijo.

  • Tendrás que esperar.

Cuando Jaume se fue me sentí orgulloso de mí. Había conseguido decir que no a una polla que me hubiera descargado una lefada mañanera en los morros. Era una mejoría.

Continuará...

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