Sorpresa al director
Decido dar al director una sexual sorpresa que sé que le encantará.
El director ha sido muy bueno conmigo en los últimos años, yo, sin embargo, he sido muy desagradable con él. Pero ha llegado el momento de que eso cambie.
Me acerco a su despacho, tras llamar a la puerta me invita a que pase.
-Hola, dime qué quieres.
-Te quiero comentar un tema personal.
-Adelante, dime —dice fijando sus ojos en mis pechos, como hace siempre.
-Pienso que eres un genio, que tienes mucho potencial, pero que a la gente le cuesta reconocerlo.
-Vaya, gracias.
-Yo quiero que me enseñes todo lo que tienes que ofrecer —digo mirándole fijamente el paquete.
-¿A qué te refieres? —me pregunta nervioso.
-¿Por qué te pongo tan nervioso?
No es capaz de responder, así que decido actuar. Me levanto y me dirijo a su silla. Me coloco detrás de él y le susurro al oído.
-Tú ya sabes a lo que me refiero. No soy tonta, ¿crees que no me he dado cuenta de todas las veces que me has mirado las tetas? Eres un cerdo, pero no eres el primer tío que me mira así, ni serás el último. Y quiero agradecerte tu cariño —digo recorriendo su pecho con mis manos.
Doy la vuelta a su silla giratoria y me siento sobre sus piernas, su pene erecto choca contra el pantalón que roza contra mí. Me quito la camiseta y el sujetador y llevo sus manos a mis tetas. Las manosea a su gusto mientras su lujuriosa mirada y su erección van aumentando. Hago que se levante y le bajo los pantalones y los calzoncillos, ante mí se alza una gran polla. Se la chupo un poco hasta que considero que está lo suficientemente lubricada. Luego me quito los pantalones y las bragas y me pongo a cuatro patas contra la mesa de su despacho.
-Fóllame —le digo.
Al principio se muestra dudoso, pero finalmente lo hace. Me folla muy duro, pero no se corre dentro de mí, se corre en mi espalda y luego lo limpia.
Nos vestimos y me voy de su despacho.