Sorpresa

...Joder está allí en la barra, sonriéndome, sentado en un taburete, con una bolsa de deporte a sus pies y un café frente a él.

Suena el despertador, y en lo primero que pienso es en que no debí acostarme tan tarde, apenas hace tres horas que estoy en la cama y ya tengo que levantarme, doy una vuelta perezosa e incluso me planteo volver a cerrar los ojos y dormirme de nuevo, pero sé que no puedo. He quedado para desayunar con unas amigas y si me duermo no llegaré.

Recorro el pasillo, semidormida aun, y voy directa al baño con el móvil en la mano, lo miro mientras hago pis, que no sé porque de esa costumbre, como si alguien entre esas tres horas fuera a dejar algún mensaje o algo, si solo yo, estoy despierta a esas horas, pienso sonriendo.

Vuelvo a mi habitación y empiezo con mi rutina diaria, me pongo el sujetador, unos vaqueros cortos y mientras elijo camiseta, suena un mensaje en mi móvil, dejo lo que estoy haciendo, sé que son sus buenos días y compruebo con una sonrisa que estoy en lo cierto, tras una carita besucona, sus buenos días como cada día y a continuación mi respuesta. Ya dejo lo que estaba haciendo y durante más de media hora intercambios mensajes de id y vuelta.

—Voy a ver si desayuno -me dice

—Y yo aún tengo que terminar de vestirme, que me esperan... –nos despedimos como siempre sin prisas, con más de diez mensajes tontos más.

Hace meses que nos conocemos, aunque a mí me parecen años, pienso con una sonrisa mientras me termino de vestir y salgo deprisa por la puerta, como siempre me va a tocar correr, ya me he enredado con los mensajitos y llego tardísimo.

—Siempre llegas tarde Elena, ¿Que te ha pasado hoy? –dice una de mis amigas

—Calla que me muero de calor, vengo como un moto, al final siempre me enredo –le digo sentándome en la cafetería del centro comercial dispuesta a soltarles una excusa...

Al momento se les olvida el cabreo por mí siempre tardanza, y empezamos a charlar mientras traen el desayuno, y mientras desayunamos suena un nuevo mensaje, y maldigo no haber recordado ponerlo en vibración, no puedo evitar la curiosidad de leerlo a pesar de saber que van a estar pendientes, sé que es el.

— ¿Ya has desayunado? –pregunta

—Estoy en ello –contesto y disimuladamente le mando una foto de mi café a medias

—Que buena pinta, mándame tu ubicación y voy a desayunar contigo. –me dice

Con una sonrisa le mando ubicación a sabiendas que estamos como siempre de cachondeo, estamos a miles de kilómetros, aun así sigo la broma poniéndole un “no tardes que se enfría”

—Si se me enfría ¿No me lo calentarías? –me pone el siguiente de sus mensajes

—No empieces a tocarme las palmas que no estoy sola y estoy en público

—Pero que sosa se ha levantado hoy mi putita –me manda y me hace sonreír de nuevo.

—Que cabrón eres, poniéndome los dientes largos cuando sabes que no puedo –su respuesta fueron más caritas guiñándome un ojo, sacándome la lengua y demás

No se de él en la siguiente hora que paso charlando con mis amigas, y ya cuando estábamos a punto de irnos vibra un nuevo mensaje

—Oye putita, ¿tu sujetador debe ser diminuto par que no se te vea por el escotazo de esa camiseta granate no? –releo nerviosa el mensaje convenciéndome de que esa mañana no le había mandado ninguna foto.

Luego como una tonta, me miro el escote y compruebo el color del que ya sé que es mi camiseta, y finalmente levanté la mirar para buscarle.

Joder está allí en la barra, sonriéndome, sentado en un taburete, con una bolsa de deporte a sus pies y un café frente a él.

Con dedos temblorosos escribo:

— ¿Qué haces aquí?

—Hola putita, pareces nerviosa, ¿No te alegras de verme? –veo que escribe en su móvil

—Sabes que si

Y miro la pantalla, obligándome a no mirarle a él, viendo en esta “escribiendo” y al momento recibo un mensaje, es un reenvió de uno que le envié yo la noche antes “tres días solita, ojala pudieras venir a follarme y luego irte” y bajo mi mensaje pone:

—Y me he dicho, porque no darle el gusto a mi putita, pero si te has levantado sosita, podemos tomarnos solo ese café al que también me has invitado esta mañana, aquí o donde quieras cielo, no te preocupes, solo quería sorprenderte y ver a mi querida amiga.

Pero yo ya no pienso con claridad, él está a unos pasos y mis bragas se mojan ante la idea de tenerle cerca, por todas las veces que hemos fantaseado con eso.

—Estás loco, completamente loco –le escribo y le miro, con una sonrisa cómplice en los labios

—Por follarte putita, solo he venido a eso. ¿No te alegras?

—Mucho –le contesto en negrita y mayúsculas

—Entonces sigue con tus compromisos, y líbrate en cuanto puedas para que pueda hacer lo que he venido a hacer. Yo estaré vigilándote de cerca.

Unos minutos después me acerco a la barra, justo a su lado con la excusa de coger unas servilletas antes de irnos.

—Hola putita, estas preciosa y hueles de fábula... me muero por tocarte. –joder su voz, su mirada lasciva, y mis amigas sentadas a unos pasos...mis bragas chorrean.

—Vas a volverme loca

—Eso espero, porque no voy a parar hasta oírte gritar mi nombre mil veces en estos tres días putita mía.

Salimos de la cafería y andamos por el centro comercial al aire libre, puedo sentirle cerca, camuflado ente la gente, pero detrás nuestra. Entramos en una tienda y cada una se pierde entre los expositores llenos de ropas.

— ¿Que vas comprarte? –pregunta a mi lado Kiko

—No pensaba nada

—Pues podrías probarte cualquier cosita en el probador del fondo a la izquierda, me muero por comprobar, si tu piel es tan suave como parece, y si tu boca es tan jugosa como pinta...

Y le veo desparecer hacia los probadores, sin poder pensar racionalmente, cojo varias prendas y les digo a mis amigas que voy a probarme cosas, que si suben ya las buscaré en la planta de arriba, y me encamino excitadísima a los probadores. Toco con los nudillos al indicado , este se abre, y su manos me arrastran dentro, echa el pestillo, me apoya contra la puerta y su boca...joder su boca, sus labios, su lengua...la ropa que supuestamente debía probarme a tomar por culo, me aferro a su cuello, y acaricio su nuca, mientras sus manos agarran mi cara y tras tres besitos cortos, su lengua lame mis labios febriles ya por entonces, los humedece y finalmente lo que empieza siendo un beso, se convierte en una febril y desmesurada locura, en la que ambos nos comemos, nos saboreamos nos empapamos, nos relamemos...

—a mis 56 nunca me había gustado ir de tiendas –dices sobre mis labios

Mientras habla sus manos se cuelan bajo mi camiseta suelta, sus labios bajan por mi cuello, sus manos suben por mis costillas, las yemas de sus dedos...ese hombre incendia mi piel, a su paso como Atila.

En un rápido movimiento me quita la camiseta por la cabeza, y tras mirar unos segundos, las palmas de sus manos acarician mis pechos, mientras sus dedos acarician la piel que el sujetador no cubre...

—Eres tan suave putita –dice antes de volver a lamer mis labios.

—Elena... ¿Estás ahí? –es una de mis amigas

—Sí, me estoy probando los bañadores –contesto unos segundos después recomponiendo la voz

Entreabro un poco la puerta, mientras Kiko se colocaba tras esta y detrás de mí, tirando de mis caderas.

— ¿Me quedan bien estos pantalones o me hacen el culo muy grande? –pregunta mi amiga desde fuera, mientras los dedos de Kiko, desbrochan mi vaquero.

—A ver date la vuelta –casi no controlo un gemido cuando mi pantalón cae al suelo y sus manos acarician mi culo sobre la braguita.

—Di la verdad, ¿Me marca mucho? –vuelve a pedir mi amiga

Yo solo saco la cabeza, mientras Kiko pega su cuerpo al mío, haciéndome sentir su más que evidente erección, mientras sus dedos hábiles desbrochan mi sujetador

—Te quedan perfectos –casi gruño cuando las manos de Kiko, abarcan por completo mis pechos, sobándolos a su antojo

Y aprovecho el momento para subir el culo, y restregarlo por su erección, oigo su respiración, noto esa dureza y mis bragas se empapan, estoy cachondísima, por la situación.

—No sé... –joder que pesada, pienso extasiada mientras los labios de Kiko recorren ahora mi espalda

No paran al llegar a mis braguitas, le supongo en cuclillas tres de mí, cuando noto sus manos en el elástico de mis braguitas, y estas empiezan a recorrer el camino de descenso, descubriendo mi culo, donde noto ahora sus labios clientes, y húmedos...

—Que te los compres, te quedan geniales, voy a seguir con lo mío –digo ahogando un gemido, cuando su lengua recorre mi rajita y sus manos amasan mis glúteos.

—Vale, nos vemos luego arriba el resto ya ha subido.

Cierro la puerta y sin darme la vuelta, noto como sube besando cada centímetro de mi piel

—Estás loco, Kiko.

—Si putita, loco por follarte, a mis años quien me hubiera dicho que me vería en estas, pero nena tus braguitas chorrean, no me mires como si tú no hubieras roto un plato, mira como me has puesto –dice de nuevo restregando su erección aún bajo la ropa

—Pues hazlo Kiko, fóllame.

— ¿Aquí? ¿Ahora? No lo Habíamos pensado así...

—Hazlo Kiko, te necesito –gimo lo más flojo que puedo

Sus dientes se clavan en mi hombro, donde ahoga su gemido, mientras mis manos van ahora hacia atrás, para desbrochar su cinturón, su pantalón...él chupetea mi piel, sus manos bajan de nuevo por mis costillas, las mías desbrochan el pantalón... más botones, vuelve a mordisquearme, cuando mi mano aferra su paquete al completo sobre la tela del calzoncillo, el pantalón cae a sus tobillos y se libera de él, mientras mi mano se cuela dentro, y la suya entre mis piernas.

—Joder putita estas muy mojada, me va a estallar la polla cariño... –gime cuando empiezo a tallarla haciendo hueco con mi mano

Sus dedos repasan mi rajita, encuentra mi clítoris, yo busco de nuevo su boca, mientras él mueve las caderas contra mi mano, yo de frente contra la puerta, con la cabeza girada, lamiéndonos de nuevo... y sus dedos...uff

—Me corro Kiko, me corro –gimo dentro de su boca, temblando en su mano, no es el primer orgasmo que me provoca, pero si el primero estando cerca,

Cuando mi cuerpo deja de temblar, sus manos aferran mis caderas, las mías sabiendo lo que viene, liberan su erección y su polla se cuela entre mis piernas, noto su calor entre la humedad de mis muslos, la sube con la ayuda de su mano entre estos, roza con el glande mis pliegues húmedos, flexiona las rodillas, apoya, vuelve a mis caderas... y por fin, Kiko me penetra.

Su polla gana centímetro a centímetro, entra forzada, no es la mejor de las posturas para sentirla bien adentro, pero está ahí. Kiko, su polla, por fin me folla. Los dos respiramos con dificultad, sus dedos se clavan en mi carne, entra despacio hasta más de la mitad y un último golpe de caderas lo mandan al fondo, y me empotra casi contra la puerta.

Kiko, mi amigo del alma, el que escucha, el que bromea, el que me regaña, el que lleva meses ahí, está ahora dentro, follándome. Ahora Kiko, no es mi amigo, ahora es mi macho, es mi amante, tengo dos días de este Kiko, antes de que se vaya, antes de que vuelva irremediablemente el otro, que es el que tengo y tendré, al que adoro. Pero ahora esta esté y sus caderas ahora se mueven a un ritmo endiablado, sus dedos buscan de nuevo entre los pliegues de mi vulva, su respiración se acelera, me folla con ganas, tengo que apoyar mis manos para que no oigan el golpeteo de nuestros cuerpos contra la puerta, porque mi Kiko controlado, ha perdido el control, me folla sin el y va llevarme a un nuevo orgasmo. Que no tarda en recorrer mi cuerpo, mi columna.

—Si putita mía...joder, que rico...si córrete en mi polla, con mi polla...uff apenas puedo controlarlo...si nena sigue...

Y apenas he terminado, cuando sus palabras sus dedos, sus mordisquitos...”su” todo, vuelven a rescatar el placer y tiemblo de nuevo de nuevo.

Él está al borde, noto como tiembla y dejo que salga, me arrodillo frente a él, cojo su polla entre mis manos, giro ligeramente la cabeza mientras me deshago del calzoncillo que un llevaba a medio muslo, y tras dar un lamida a sus pelotas le digo:

—Ya habrá tiempo de mamadas, ahora ya sabes donde la quiero Kiko...córrete en mi cara

Jadea, es nuestra frase fetiche, vuelvo a lamer sus pelotas, tallo su polla, se apoya en la pared, y el primer chorro de semen se estrella en mis labios entreabiertos, abro más, un segundo cae en mi boca, mientras apunto, el tercero y cuarto en mis mejillas, y termino relamiendo la puntita, mientras sigue jadeando y temblando, gime y me mira extasiado.

—Eres la hostia Elena, no voy a sobrevivir a estos dos días

—Tu más, y si lo harás porque tienes que seguir siendo mi amigo.