Sorpresa 3
...
Aun me costaba creer que estuviera aquí, frente a mí, cenando tranquilamente los dos.
Le miro y le sonrió, él me devuelve la sonrisa y sigue comiendo con hambre, lo que me recuerda el trajín que hemos llevado todo el día, por mi mente, pasan fugaces las escenas del probador, del columpio, la rápida siesta en su habitación de hotel antes de salir a buscar este sitio para comer algo.
— ¿Cómo quieres que lo hagamos estos días? –pregunto
—De todas las maneras posibles –me dice con una sonrisa malvada
—No seas tonto, sabes a que me refiero.
—Doy por sentado que no vas poder borrarlo todo de un plumazo por mí, solo espero que estés conmigo el mayor tiempo posible, el resto te esperaré.
Quiero comérmelo enterito, me encanta ese lado tierno, porque sé que guarda uno salvaje, de la misma manera que adoro su lado salvaje porque sé que guarda ese tierno, la dualidad de Kiko sin duda es lo que me tiene loca.
Y mientras él sigue comiendo, recuerdo nuestra historia, recuerdo ese lado tierno, ese amigo que siempre fue Kiko, al otro lado de cualquier línea para mí, hasta que un día todo cambió, hasta que nos acercamos un poco más, y describí ese lado salvaje que nunca intuí, que quizás me hubiera alejado en un principio, porque me habría acojonado, pero no lo hizo en él, y poco a poco, casi sin darme cuenta, pasé de ser su amiga al otro lado de la cualquier línea no física, a ser su amante. Pero no paramos ahí, ser amigos nos había acercado, nos había hecho conocer demasiado nuestros gustos, y eso nos llevó al siguiente escalón, en el que dejé de ser su amante, para ser su puta, descubriendo con él y para él, partes de mí que ni sabía que existían, hasta que él iba mostrándomelas. Yo me sentía a salvo, segura y poco a poco, me soltaba, me dejaba llevar, y disfrutaba de cada propuesta, de cada juego conjunto, de cada foto que mandaba y me hacía, para él.
El organizaba un juego ficticio para mí, y me lo servía en bandeja, me hacía gozar, no forzaba nada, no pedía nada, pero yo terminaba queriendo darle más, ir un paso más allá y si no llevar el juego al límite, siempre intenté darle algo que sabía que él había pensado y organizado, por y para el placer de ambos. Así nació su puta, cada día con más ganas de serlo.
— ¿Mi putita no tiene hambre? –sus palabras me devuelven al presente.
—Sí, estaba pensando
— ¿En lo que sucedió allí arriba? ¿Te arrepientes?
—No, me gustó demostrarte lo que creo que ya sabias
—Si Elena, sé que eres mi putita y saberlo me pone muy muy loco. –dice con un bufidito que me encanta, y recuerdo haber leído solo esas expresiones.
—Necesitaré ropa, puedo ir ahora después de cenar, mañana me escaparé un ratito por la mañana, pero volveré enseguida, ¿Qué te parece?
—Me parece perfecto cielín, ¿Quieres ir sola a por tu ropa?
— ¿Quieres venir? –una mezcla rara me hacía que desear que viniera
— ¿Puedo?
—Si
—Pues quiero.
Una hora después ya estoy en mi casa, he dejado la puerta abierta para él, que me sigue a un minuto de distancia, desde la última calle.
Entra en mi espacio y juntos recorremos mi casa, le dejo en el salón con una cerveza, mientras meto un par de cosas en una bolsa, cojo las cosas básicas de aseo y vuelvo al salón, donde sus dedos recorren el teclado, desde donde tantas veces le he hablado, y me sonríe cuando le miro.
— ¿Nos vamos?
—Gracias por dejarme ver tu espacio, así tendré más de ti...
No puedo evitar besarle, aunque tenía claro que no iba a hacerlo; el morbo, las ganas y la necesidad nos empujan, nos hacen olvidar que ninguno quiere hacerlo ahí.
Mis labios rozan los suyos, su lengua pronto busca la mía, y un segundo después hemos perdido el control en nuestras bocas, entre el roce de nuestros labios, en la humedad de nuestras lenguas, oyendo el sonido de los chupeteos.
—Hay que parar Elena, me dice la parte cuerda que aún queda en Kiko –mientras mis manos en su nuca la acarician
— ¿Y si no quiero ni puedo? –le digo con la voz de Elena, su putita salida
—Putita hazlo, o voy a follarte aquí mismo, porque a pesar de mis 56 y las dos veces que ya te he follado, creo que eres más que consciente de como vuelves a tener a mi Kikito ¿no?
No le respondo, no puedo, estoy demasiado cachonda para pensar con claridad, simplemente desabrocho su pantalón con prisas, agarro el calzoncillo y tiro de él liberando su polla, caliente, dura y palpitante con la que tantas veces he soñado.
—Dime que has tenido ayuda para esto –le digo con un sonrisa malvada
—Solo admitiré que un poquito de ayuda externa y tu obran el milagro casi perpetuo, que me tiene alucinado –dice metiendo las manos bajo el vestido corto que acabo de ponerme.
Tira de mis bragas, desnudando solo mi culo, me da la vuelta, me inclina sobre el ordenador y me sube el vestido, dejando así mi culo a su vista.
—Dios la de veces que he imaginado esto –dice mientras noto su polla subir entre mis muslos desnudos
Coloca su falo en horizontal entre los pliegues de mi vulva y me pide que cierre las piernas, mientras se encarga de la parte de arriba, baja mi vestido a la cintura y me quita el sujetador, mientras mueve ligeramente las caderas, haciendo que su polla dura, roce toda mi raja encharcada.
—Me estas mojando hasta las pelotas puta –dice por fin pellizcando mis pezones.
— ¿y te gusta que sea tan puta?
—Me encanta -dice tirando de mis pezones
Tiemblo de deseo, mi coño palpita aferrada a la mesa, mientras él frota mis tetas por el teclado de mi portátil apagado, noto las teclas en los pezones que sus dedos han endurecido y sensibilizado al máximo, el calor de su polla, su respiración en mi nuca...joder solo me roza y ya me muero por correrme.
— ¿Que quiere mi putita? –me pregunta al oído sabiendo de sobra mi respuesta
—Quiero polla, fóllame Kiko
— ¿La quieres dentro de tu coñito caliente? –pregunta agarrándosela por la base, y moviéndola entre mis pliegues
—siii –casi sollozo separando ligeramente los muslos
Noto el glande, y sé que va a darme lo que quiero, me aferro a la mesa, espero que me penetre, y mientras me planteo si lo hará como en el probador...de un solo golpe de caderas me la mete hasta los huevos, doy un alarido de placer y retrocede, suplico que quiero más y vuelve a metérmela de un estoque, jadeo y vuelve a salir...
—No pares Kiko, no dejes de follarme...
—No lo hare putita, voy follarte hasta que tus vecinos sepan mi nombre
—Si Kiko, no pares Kiko, Kiko, Kiko –sollozo, sé que no van a oírme con claridad, como también sé que en ese momento ni me importa, solo importa él y su polla dándome lo que necesito.
No deja de follarme como un poseso, y yo no dejo de repetir su nombre, porque cada vez que lo hago, crece su ímpetu y eso me enloquece, me lleva sin remisión ante un nuevo orgasmo, que hace estallar mi cuerpo en mil pedazos, el placer me recorre como una corriente eléctrica, mientras el sigue, sin parar...hasta que mi cuerpo rendido se rinde tras el segundo orgasmo seguido. Solo entonces sale y aun apoyada con medio cuerpo sobre la mesa, él se pone en cuclillas tras de mí, y noto sus labios en mi piel, por mis muslos, en mi culo...su lengua rebañando mis juguitos...y joder no tarda en avivar el fuego entre mis piernas con su lengua, recorriendo mi sexo, mi rajita hasta mi ano, introduciéndose en el, volviendo a mi sexo, succionando...y vuelve a conseguirme otro orgasmo, maravilloso, explosivo, atenuado por su lengua suave...ummm realmente impresionante.
Mis piernas tiemblan cuando me sienta en esa mesa, cuando separa mis rodillas...me aferro a su nuca y busco su boca, sus labios que saben a mí, a nosotros, al placer que me da...mientras vuelve a penetrarme.
—No te muevas putita, solo bésame, apriétala con tu coño, deja que corra... –dice sobre mis labios
Aprieto su polla con mi vagina, acaricio su nuca, lamo sus labios, los chupeteo, me ofrece su lengua y la chupo, le empapo de saliva, la vuelvo a apretar, él empuja, empuja, empuja sin apenas moverse, solo queriendo estar al máximo dentro de mí y entonces muerdo sus labios, froto mis pezones contra sus tetitas, le chupo... y el calor de su semen baña mi interior, mientras gime dentro de mi boca, mientras nos empapamos mutuamente lamiéndonos.
Volvemos al hotel en silencio, y nos dormimos agotados, despierto por primera vez a su lado, pletórica. Él duerme y sonrió al verle relajado, tranquilo, recordando las veces que le he llamado marmota.
Me visto en silencio tras dejarle una nota y me voy, cumplo con mis obligaciones y a media mañana le llamo para decirle que ya vuelvo.
—Estoy aquí escuchando mis cosas y esperándote.
—En esa habitación no vas a ver nada... –le digo
—Putita he venido a verte a ti, no tardes, te echo mucho de menos aquí solito –y de nuevo me lo comería, pienso con una sonrisa estúpida en la cara
—Pues baja a la calle y me veras
— ¿No subes? –pide con voz ronca
—No, si lo hago no bajaremos
—Precisamente putita...anda sube, solo un poquito, y luego te prometo que vamos donde quieras... Kikito está falto de atenciones, lleva toda la mañana pidiendo por ti y ya no sé qué decirle al pobre...
Me rio a carcajadas pensando en su polla y le imagino hablándole y acariciándola sobre el pantalón y soy demasiado débil, demasiado blanda y demasiado puta.
Un minuto después abro con la segunda llave la puerta de la habitación y Kiko me sonríe echado en la cama, completamente vestido y con los cascos puestos. Acaricia su polla (Kikito) sobre el pantalón.
—Menos mal que has subido, ya no sabía cómo consolarle.
—Eres un cabrón y esto es chantaje emocional
—No cariño, yo no te chantajeo, yo te expongo unos hechos, y tu como buena putita, vienes a por polla. –dice poniendo sus brazos bajo su nuca
Las mías acarician su dureza sobre el pantalón con mimo.
—Si putita mímala
Desbrocho el pantalón y la dejo salir, la acaricio con toda la mano, paso mi palma por la punta ya húmeda y vuelvo a tallarla con mimo, despacio, suavemente, inclinándome, entreabriendo ligeramente los labios para besarla, para empujarla hacia mis labios calientes, y la aplasto contra ellos, los entreabro más y chupeteó el glande, mientras mi lengua roza la puntita, rodea el anillo y vuelvo a succionar, mientras mi otra mano saca sus pelotas, para acariciarlas.
Ahora a dos manos, con una tallo esa polla, más bien la acaricio, con la otra sus pelotas y mientras mis labios besan, mi lengua lame y él gime.
—Si putita, que rico...no dejes de mimarla, mi polla te adora
—Y yo a ella –le digo besándola
La recorro a besos, a lamiditas, que terminan con succión de glande y luego desciendo con mis labios, tragando a la mitad, volviendo atrás la golpeo ligeramente con la lengua, y vuelvo a tragar, a recorrer una y otra vez su tallo solo a medias, metiéndola en mi boca. Alentada por sus suspiros, por sus gemidos, cada vez trago un poco más y al recorrer el camino a la inversa la dejo salir de mi boca, la beso, la llevo de nuevo empujadas por cuatro dedos y la apoyo en mis labios, los entreabro y vuelvo a tragar polla, esta vez llego casi a la base, subo y bajo, una y otra vez, aprieto ligeramente sus huevos y el gimotea, sus muslos se tensan, su polla no puede estar más dura cuando escapa esta vez de entre mis labios. Esta vez no vuelvo al ataque giro ligeramente la cabeza, y mientras la agarro por la base y empiezo a masturbarle mi lengua lame sus huevos, la clavo entre ambos, la muevo, los chupo, los ensalivo, los dejo descansar sobre mi lengua y los subo y bajo al compás de mi mano por su polla.
—Joder Elena, Elenita....
En una de mis lamidas, recorro su perineo, noto la tensión, pero gime y sigo, llego a su ano, y lo bordeo con mi lengua, lo empapo, y presiono con esta, le penetro y vuelve a gemir, mi mano no para de masturbarle sin prisas.
—Joder Elena, joder –sus palabras entrecortadas me animan
Mi lengua entra al máximo, entro y salgo un montón de veces, su cuerpo se relaja, él gimotea, y recorro el camino a la inversa, hasta la punta de su polla mojada, sin dejar de mirarle ahora, relamo las gotitas que cubren su balano, chupeteo mirándole con cara de puta, y dejo que mi saliva escurra por su rabo durísimo, separo los labios, y el mira mi boca, su polla, y el hilo de saliva que nos une, que se rompe, y jadea. Vuelvo al ataque, esta vez consigo llegar al final, llevarla hasta mi garganta, sus manos agarran mi cabeza, y me empujan hacia su pubis, apenas puedo respirar, unos segundos y me libera, pero quiero más y vuelvo al ataque, repite lo mismo.
—Nena no puedo más...no puedo más cariño
Y esta vez sé que es la última, sé que no hay vuelta atrás, me la meto hasta el fondo, él fuerza el último tramo, le alojó unos segundos en mi garganta, apoyo el pulgar en su ano, mis nudillos masajean su perineo, solo presiono con la yema la entrada, masajeo unos segundos, y grita, mientras el primer latigazo de semen entra directo, me libera, y el segundo llena mi boca, y mientras intento tragar, un tercero baña mis labios mis mejillas, sigo lamiéndole, mientras jadea temblando.