Sorpresa 2

Ahora continua Kiko...

Apenas soy capaz de respirar con normalidad, apoyado en la pared casi de cartón piedra de ese probador, mirando a Elena, aun de rodillas ante mí, lamiendo las últimas gotitas de semen que escapan de mi capullo.

Aunque mi polla ahora está totalmente exhausta y mis pelotas completamente vacías, no puedo evitar la excitación, el temblor en mi vientre, el palpito que sacude mi falo cuando siento su lengua, cuando veo mi semen secándose en sus mejillas...he fantaseado tantas veces con este momento...con tener a Elena a mis pies, con cubrir su cara de semen, con sentir sus labios alrededor de mi polla...

No puedo dejar de mirarla, hace tantos meses que sueño con verla, y ahora está ahí, a un palmo, poniéndose en pie, buscando en su bolso, y sacando lo que parecen ser un paquete de toallitas húmedas...se inclina desnuda ante el espejo y empieza a limpiar mi semen de su cara, buscando mi mirada en el.

—Ojala no tuvieras que limpiarlo –le digo casi como si hablara para mi

—Ojala, pero no creo que mis amigas traguen con que estoy probando una nueva y pastosilla hidratante –dice con una sonrisa que ilumina su rostro

Miro entonces su culo aun duro, y mi polla vuelve a palpitar, mientras subo mi pantalón. Mi mirada recorre sus piernas, sus muslos...perdiéndome entre ellos, queriendo volver una y mil veces a ese rincón de ensueño que es el coño de Elena, tan caliente, tan húmedo...tan mío, como ha sido tan solo unos minutos antes. Intento esconder mi falo, pero tras mis últimos pensamientos es imposible, no consigo que obedezca y termine de volver a la posición de descanso del guerrero, y la mirada caliente con la que hora Elena, la mira en el espejo no facilita la tarea, pero hincha además de un poco más mi rabo, mi ego.

—Tengo que subir, o mandaran una partida a por mí. Intentaré librarme en cuanto pueda

—Ve con ellas, yo aprovecharé también para comprar un par de cosas, ¿nos llamamos y nos vemos por ejemplo en la cafería del principio? –le propongo, no quiero que se sienta forzada ni intimidada

No voy a comprar nada, dos minutos después la sigo a la planta de arriba, y a una distancia prudencial, la veo alternar con sus amigas, y vuelvo a excitarme como un adolescente recordando lo del probador, mientras la miro en la cola para pagar, bromeando con las otras, muriéndome por llevarla a un rincón, y besarla hasta que ninguno de los dos pueda respirar con normalidad, entonces mientras invento mis películas como hago siempre, solo que esta vez la tengo a ella delante, no en una foto de móvil... me ve y me sonríe antes de volver a lo que hacía.

Salgo antes que ellas, y me dirijo a la cafetería, me pido una cerveza en la barra y dos minutos después entran las cuatro con sus bolsas, el tipo que está a mi lado, mira descarado las tetas de Elena, y a mí me entran ganas de arrancarle la cabeza, luego sonrió pensando que no me extraña, son una autentica belleza pienso, y por debajo de mi tripa noto como mi sexo intenta despertar de nuevo, para mi sorpresa. Momento que aprovechó para pedirle al camarero si puede echarme un vistazo a la bolsa, para ir al aseo, y me encamino al fondo del local donde me indica que están.

Al pasar por su mesa, Elena vuelve a sonreírme, y sigo hacia el baño como un gilipollas, con una sonrisa de oreja a oreja. A penas he acabado con mis menesteres, cuando oigo la puerta y un momento después doy un respingo al notar...

—Hola, necesitas ayuda con eso –dice Elena pegada a mi espalda de puntillas

Y de repente siento como sus palabras, su aliento en mi nuca, el calor de sus tetas pegadas en mi espalda...mi polla se hincha en mi mano y sé que no necesitaría ahora mismo asirla para hacer pis si no hubiera ya acabado.

— ¿Y si entra alguien? –le pregunto más excitado que preocupado

—Te vera la polla, semidura en tu mano, mientras tu putita ha venido a lamerte un poquito –me dice sacando su lengua y pasándola por mis labios, de repente secos como el esparto.

Joder, Elena siempre me ha parecido una mujer sexualmente de lo más interesante, desde que la conocí, nuestras conversaciones siempre han girado en torno al sexo, fotos, pajas al teléfono...pero en las distancias cortas...joder, pierdo el ritmo de pensamiento cuando su lengua ensalivada empapa mis labios, y solo puedo pensar en disfrutar de su boca jugosa, tan caliente y húmeda como su coño.

A trompicones nos metemos en uno de los pequeños habitáculos, mientras seguimos con el beso, que una vez más convertimos en un lascivo morreo, ensalivado, en un ir y venir de lenguas entrecruzadas, la mía recorre sus labios, el interior de su boca, juega con la suya, que a su vez recorre mi boca, nos mordemos...mis manos se cuelan bajo su camiseta, aparto la tela que cubre sus tetas, pellizco sus pezones, los fricciono, y lamo su lengua, cuando gime.

Una de mis manos baja por su vientre y desbrocho con premura su pantalón, para un segundo después hurgar dentro de sus bragas, ella aferra mi mástil.

—No Elena, no me toques, no puedo arriesgarme, quiero follarte luego –le suplico con la mirada mientras hundo dos de mis dedos en su coño

Ella aferra mi falo ya duro otra vez que aun ni había escondido después de mear y gime, chupeteo su lengua y vuelvo a hundir mis dedos en su más que húmeda cueva, tiembla y yo me crezco, saco mis dedos a la mitad y vuelvo a hundirme una y otra vez, lamiendo su boca pellizcando con mi otra mano sus pezones, mientras ella se arquea apoyada en las baldosas, completamente entregada a mi mano, a mi boca, a su deseo.

—Así putita, quiero que goces, quiero que te corras, quiero oírte gemir –pero oímos la puerta y Elena calla aunque su cuerpo vibra

Sigo penetrándola, lamiéndola, pellizcando sus pezones, ella aprieta mi dureza, como si se sujetara a ella y creo que hasta podría correrme solo mirándola, sintiéndola, con su mano aferrando mi rabo tieso.

—No calles, que sepan lo putita que eres, que sepan como gozas, quiero que te oigan gemir –le digo lamiendo sus labios

Y para mi sorpresa Elena grita:

—No pares, fóllame, no pares, quiero correrme, por favor –pide en tono sollozante, excitadísima ante la posibilidad de ser escuchada

Joder tengo que controlarme para no correrme oyéndola, sabiendo que no soy el único que lo hace, viéndola disfrutar, viéndola completamente entregada, sintiéndola más mi puta que nunca. Y le doy lo que necesita, mis dedos follan su coñito a romper, mi pulgar estimula su clítoris, pellizco un pezón, tironeo... mis dedos se hunden, casi la levanto del suelo con mi mano dentro de su coño, y su cuerpo tiembla, la chupo...

—Voy correrme...me corro, me corro –y Elena se licua en mi mano, su cuerpo se funde, y se pierde en su orgasmo mientras la beso.

— ¿Sabes que fuera hay alguien escuchándote verdad putita?

—Sí, quiero tu polla en mi coño y en mi culo. Dame como margen una coca cola Zero con ellas y te llamo al móvil ¿ok?–dice colocándose la ropa

—Ok preciosa

Y me quedo alucinado viendo a mi Elena salir del habitáculo, y pasando ante el tipo que a mi lado, miró sus tetas antes al pasar. Yo por supuesto tendré que quedarme unos minutos, imposible esconder eso en el pantalón en los próximos momentos.

Y casi dos horas después, sigue sin haber bajado del todo, mientras entrego mi DNI en la recepción de ese hotel, porque por un momento Elena me planteó ir a su casa, pero a ninguno de los dos nos pareció una buena idea al final, optando por alejarnos de todo lo cotidiano para ella, y terminamos en esta recepción con demasiadas ganas de ella como para importarme el resto.

En el ascensor se lo dejo claro, a pesar de no estar solos, no puedo evitar pegar mi erección a su culo, abrazarla por detrás, oler su pelo...me importa un bledo lo que piense esa pareja, o el hombre solo, con los que compartimos espacio, Elena está ahí y es mi putita, va a serlo dos días, el resto es puro relleno.

Mientras pienso en todo eso, ella agarra mis manos, acaricia mis antebrazos que la abrazan pegándola a mí, y sube el culo, busca mi bulto y se frota como una gatita en celo.

—Eres una buscona, ni te imaginas como voy ponerte ese culo que ahora restriegas, zorrita. –le digo al oído antes de lamer su oreja

El hombre mira de reojo y de nuevo no solo no me importa, sino que me excita, busco el cuello de mi putita, que inclina ligeramente la cabeza entregándose, también percatándose de que tenemos público. Sus uñas ahora arañan ligeramente mi piel. La pareja, ajena a lo que sucede detrás de ellos charlan, el hombre solo, mira más detenidamente al no encontrar hostilidad, y entonces el ascensor para, y la pareja se apea, solo quedamos los tres.

Mis manos osadas se cuelan de nuevo bajo la camiseta de Elena, ella se arquea frotando su culo y despegando la espalda, ofreciendo sus tetas a mis manos, el hombre suspira, y subo la camiseta con el dorso de mis manos, mientras tiro de la tela del sujetador sacando sus preciosos pechos por arriba, para que él pueda ver sus ya duros pezones mientras los pellizco, poniéndolos más duros de los que están. Y entonces Elena se apoya más en mi pecho, sube la cabeza y me mira, entreabre los labios inclinándose, y yo inclinando la cabeza, dejo caer saliva sobre sus labios, ella se relame, el hombre jadea ahora, y vuelvo a lubricar su boca.

—Putita, esa es para tus tetas –Elena yergue la cabeza y deja caer un hilillo de saliva, mezcla de la suya y mía sobre su pezón y mis dedos.

Yo reparto la humedad por esa puntita dura, mientras ella repite en al otro, para que yo también repita.

— ¿Verdad que mi putita va a ser buena, y va a correrse antes de irnos a la habitación a follar?-pregunto pulsando el último piso, sin que el hombre se inmute, ni se mueva del rincón en el que está.

—Si –contesta sin dudar

El ascensor para, coloco su camiseta un poco sin colocar el sujetador, y cuando nos bajamos miro la tienda de campaña que forma el bulto de la polla de ese tío bajo su pantalón, y mantengo la puerta abierta como clara invitación, que él solo duda unos segundos en aceptar. Como había supuesto la cosa está más tranquila por aquí, recorremos el pasillo de la mano, en busca de un rincón más alejado y anónimo, oyendo a nuestra espalda los pasos del hombre del ascensor, mi polla palpita bajo el pantalón y al final del pasillo a la derecha una puerta con un letrero que pone terraza, tiene que servir, abro y salimos, el hombre nos sigue y con una malvada sonrisa veo a la derecha una zona infantil, por supuesto desierta a la una y media del mediodía. Un rápido vistazo... compruebo y pienso en pros y contras mientras llevo a mi putita a un columpio con sillita. ¿Quién no se ha imaginado alguna vez teniendo sexo en un columpio? Pues señores hoy Kiko iba a tenerlo.

—Quítate el pantalón –le pido con voz de mando a Elena mientras el hombre a mi lado mira sin perder detalle, como Elena dócil obedece órdenes.

Joder con Elenita, un minuto después su vaquero cae por sus caderas, baja por sus muslos y cae a sus pies antes de sentarse en el columpio sobre su propio pantalón. Si entra alguien ella está de espaldas y a su lado un hueco donde podría cobijarse si se diera el caso, para ponerse el pantalón.

—Sube los talones a la sillita, seguro que a este señor, le encantaría ver tu coñito de puta...así nena separa bien las rodillas –joder, desde donde estábamos podíamos ver perfectamente el brillo de la humedad de su coño.

El hombre a mi lado baja su cremallera, y saca su polla, Elena mira, se relame y el hombre empieza a masturbarse mirando su coño, mientras yo me coloco detrás de ella y le quito la camiseta y el sujetador, para empezar a acariciar sus tetas, primero juntándolas, sobándolas, amasándolas, luego dedicándome de lleno a sus pezones, mientras ella se limita a mirar como ese hombre se masturba.

— ¿Te gusta que vea lo puta que eres? ¿Que vea tu coño mojado mientras miras como se la pela? –le digo al oído, mientras mis dedos ya juegan ahora entre los pliegues de su vulva...

—Métele los dedos, por favor –dice el hombre, hablando por primer vez, entrecortadamente

Y sin darle tiempo a prepararse, y con tres dedos me hundo en la vagina de Elena, que lanza un sonoro gemido, fundiéndose con el del hombre que acelera el movimiento de su mano.

—Mi putita chorrea, su coño arde –le digo directamente a él taladrando el coñito de Elena, sin pausa, mientras acerco mi boca a una de sus tetas y mordisqueo un pezón

—Voy a correrme...

—No, no puedes hacerlo puta, no hasta que se corra él –ordeno cliente a no poder más

Y entonces para mi sorpresa Elena, estira el brazo, el hombre adelanta un paso y ella sin dejar de mirarme, agarra su polla, para seguir con lo que él hacía, pelándosela con brío, apuntando a sus tetas mientras yo la penetro con furia con mis dedos, el hombre gime más fuerte, su mandíbula se tensa y solo un minuto después un potente chorro de lefa mancha los pezones de mi putita, un segundo y un tercero pringan bien sus tetitas mientras su coño se aferra a mis dedos y se corre en mi mano llenándome de juguitos.

Mientras Elena se corre salvajemente ese hombre saca un pañuelo de tela y sin rozar su piel limpia el torso de Elena, elimina todo rastro de su semen y tras decir un simple “muchas gracias” desaparece, mientras mis dedos aun siguen en el coñito de Elena, que vuelve correrse con el viven del columpio y mi juego de dedos en su sexo.

—Pero que putita eres, mira como me pones –le digo sacando mi polla y limpiando en ella mis dedos, empapándola de Elena indirectamente.

Elena no duda un instante baja sus pies del columpio se inclina y empieza a besarla. Se ciencia cierta que estoy demasiado duro y excitado para poder soportar esa boquita.

—Para nena –le digo aportándola con suavidad

— ¿No quieres tú? –y su casi puchero me excita aún más

—si quiero, quiero follarte

Le pido a mi Elena que se arrodille en el columpio, acaricio su culo antes de aferrar sus caderas y de un solo envite me clavo en su maravilloso coño, mientras ella aferrada a la sillita va y viene con cada golpe de mis caderas, me la follo profundamente, golpeándonos en cada arremetida, me duele y solo el dolor de cada uno de esos golpes hace que no descargue mi leche, que pugna por abandonar mis pelotas, por colarse en ella, como si tuviera un imán. No sé cuánto tiempo me la follo a golpes de polla, ella gimotea, yo cierro los ojos cada vez que me empotro literalmente y finalmente vuelvo a notar su temblor

—Me corro Kiko, me corro, me corro, Kiko, Kiko, Kiko

—Si putita si, si, si

Jamás he vivido nada igual, ni se cómo resisto los estrujones de ese coño, ordeñado mi polla dolorida, tanto como mis pelotas que se mueren por descargar, pero ese culo en pompa, me llama demasiado, y hoy es mi día, estoy más osado que en mis 55 años anteriores, hoy quiero comerme el mundo entre sus piernas, porque hoy todo es nuevo...hoy todo es nuevo con ella.

—Quiero follarme tu culo de puta –le digo presionando con mi dedo su esfínter

Elena no se queja, aun esta rendida tras el orgasmo aferrada a la sillita, mi dedo entrar a duras penas, dejo que se acostumbre mientras pringo otro con sus jugos, y lo uno a la fiesta. No puedo más, llevo mi rabo a esa entrada, presiono, me cuesta...

—Relajate nena

Y por fin el glande... un poco más, un poquito más y no puedo más, aferro sus caderas y me hundo hasta el fondo, me quedo quieto, ella soporta, un poco más, salgo un poco, entro, salgo a la mitad y entro, hasta el fondo, mis pelotas que la golpean, puedo notar el semen recorrer mi conducto...

Mis dedos buscan en su vulva, mi polla entra y sale y en un entrar... me empotro sin remidió hasta el fondo y sin control el semen abandona mi cuerpo, y me corro como un loco mientras de fondo oigo a mi putita:

—Si no pares Kiko llena mi culo, me corro, me corro...

...