Sorprendido

Aitor por entrar en Internet en webs que no debe es ofrecido a ser sumiso de los jefes y él acepta y disfruta de dar placer a sus Amos

SORPRENDIDO

El teléfono sonó y Aitor levantando el auricular escuchó:

Aitor, suba al despacho del Gerente.

Antes de poder replicar o decir nada la llamada se cortó. Aitor se levantó de su silla y caminó hacia el ascensor. Subió a la última planta y caminó por el pasillo hasta llegar al despacho. En el ante despacho lo recibió la secretaria que parece que era la persona que le había llamado. Ella entró al despacho y al salir lo condujo dentro saliendo y cerrando la puerta tras de sí.

Aitor siéntate dijo de manera firme el Gerente. Aitor nunca le había visto. Llevaba poco tiempo en la empresa. Se sentó en la silla y el hombre hizo lo mismo tras su mesa. Era un hombre atildado, de rostro enjuto, mirada dura y ademanes firmes. Vestía un traje gris, se notaba que era de calidad. Le sentaba como un guante.

Te preguntarás que haces aquí siendo un número más en la empresa, pero se ha descubierto algo que no me ha gustado nada. Es más, tu jefe inmediato pensaba despedirte, pero él no sabe mis inclinaciones y aparte es solo un subordinado. Sé que todos usáis el wifi de la empresa y aunque me moleste se os permite solo para un contacto mínimo nunca para navegar por Internet. Por eso, solemos monitorizar el tráfico de internet para ver posibles vulnerabilidades por webs peligrosas.

Todo este discurso lo dio el Gerente de pies. Aitor pensaba que se refería a cualquier web que había visitado en los últimos días, incluso su mail personal. Cuando navegaba por webs indiscretas solía cambiar a datos móviles. Lo que no sospechaba era lo que iba a venir a continuación.

Adolfo que así se llamaba el gerente se sentó, manipuló en su Tablet alguna cosa y se la pasó a él. Lo que vio, por una parte, hizo que se pusiera colorado y pasara vergüenza, pero, por otro lado, saberse descubierto y como se lo comunicaban con esos ademanes autoritarios del gerente, hizo que tuviera una erección. No pudo emitir sonido alguno por los nervios. El gerente retiró la Tablet y ahora después de tocar algo en la misma se la volvió a enseñar y lo que vio Aitor le sorprendió, pero empezó a entender todo.

Era un perfil de la misma página donde él tenía su perfil de sumiso. Sin fotos, pero con una explicación donde se indicaba que era un Amo experimentado, experto y de alto nivel.

Aitor, veo que captas lo que te quiero decir. Por mi parte, no te voy a despedir por haber entrado en esas webs con la wifi de la empresa, pero te ofrezco algo. Empezar a aprender a ser un sumiso de verdad bajo mi poder. Conocer tus límites e ir mejorando en tu entrega. Si aceptas levántate y quítate la ropa dejándola bien doblada en esa silla. Si no aceptas puedes salir de este despacho sin ser despedido. Tu jefe inmediato no dirá nada ya que es tan Amo como yo bajo mi poder siempre, pero eso quedará entre tú y yo. Si rechazas nadie te recriminará nada por tus gustos. Y por supuesto, no me aprovecharé de mi posición. Solo serás usado durante las horas de trabajo si lo indicas en el contrato de sumisión que firmaremos.

Aitor se levantó y tras despedirse se dirigió a la puerta. Puso su mano en el pomo, pero lo pensó mejor y se dio la vuelta. Caminó hacia la mesa y se fue quitando prenda a prenda hasta quedarse solo con el bóxer. Cuando se lo iba a quitar Adolfo se lo impidió y lo inclinó sobre la mesa. Lo ordenó que se sujetase y le bajó el bóxer de golpe. Así con el culo en pompa el Amo cogió un bastón que tenía a un lado de la mesa con empuñadura de marfil y caña de bambú. Elegante, pero como su culo comprobó duro. Adolfo descargó diez azotes de intensidad creciente que hizo que el culo de Aitor se llenara de varias líneas paralelas. Luego dejó el bastón a un lado y comenzó a acariciar las nalgas del sumiso y a apretarlas provocando un escozor en el chico. Bueno, chico por decir algo ya que era un hombre hecho y derecho. Luego con la mano comenzó a azotarlo hasta que esta vez las nalgas tomaran un color rosa fuerte.

Pero la diversión no había terminado. El Amo durante el castigo no se había ni inmutado. Invitó al sumiso a ir a su casa a pasar unos días para comenzar su aprendizaje y Aitor aceptó. Adolfo levantó el teléfono y ordenó:

Podéis llevaros el paquete….

Aitor fue a vestirse, pero Adolfo se lo impidió. Aitor se quedó de pies, quieto relajado, pero ……… empalmado. Adolfo lo vio y cogiéndole de los huevos se los apretó logrando que la erección bajase de golpe. Sintió como un ascensor cercano llegaba a esa planta. Entonces en un lateral del despacho unas puertas se abrieron y dos gigantes entraron. Con la cabeza rapada, por encima del metro noventa, torso vestido con una camiseta negra y pantalones negros cogieron a Aitor como el que coge una pluma y mientras uno lo conducía al ascensor, el otro introducía la ropa del sumiso en una bolsa de basura y desparecieron en el ascensor.

Descendían en el ascensor Aitor entre los dos hombres y la bolsa con su ropa a sus pies. Cuando llegaron a la planta donde se dirigían se abrieron las puertas y conducido a un pick-up con la caja de la carga cerrada. Le hicieron colocarse un antifaz. Abrieron la puerta de la caja y vio los barrotes de una jaula y se dio cuenta que toda la carga era una gran jaula. Fue introducido en ella y cerrada la puerta, le envolvió la oscuridad.

Condujeron durante lo que a él le pareció una eternidad hasta que llegaron a algún lugar donde pararon. Oyó como una puerta se abría y al de unos segundos el vehículo continuaba el camino. Ahora solo fue un par de minutos hasta volver a parar, un gran portón se abrió y entraron dentro. Ahora le hicieron salir. Le hicieron sostener la bolsa de su ropa y conducido por un pasadizo a otra habitación donde le quitaron el antifaz que le habían colocado.

Allí le hicieron esperar de pies con las manos en la cabeza y las piernas ligeramente abiertas.  Al de unos cuantos minutos apareció Adolfo. Los hombres le empujaron hasta que se arrodilló y beso la punta de sus pies. Se levantó de nuevo y volvió a adoptar la misma postura. Adolfo vestía el mismo traje impoluto que en la oficina. Entró y los dos hombres se pusieron firmes.

Aitor, echa el cuerpo hacia delante y pon el culo en pompa y vuélvete a poner el antifaz--- ordenó Adolfo.

Aitor obedeció. Tanta firmeza le excitaba. Por otro lado, Adolfo cogió un supositorio de glicerina y lo acercó al ano. Separó una de las nalgas y lo introdujo lentamente. Luego apretó las nalgas e hizo un gesto a los dos hombres que condujeron a Aitor al wc y a las duchas. Mientras, Adolfo se limpiaba bien las manos.

Aitor evacuó y en las duchas se limpió bien. Luego los dos gigantes le introdujeron una cánula para una limpieza más profunda. Le volvieron a dejar que se limpiase. Ahora bien, limpio y seco se presentó ante su Amo que le hizo colocarse cara a la pared. El Amo era de estatura parecida a Aitor. Se sacó la polla Adolfo y casi sin avisar intentó penetrarlo, pero al hacerlo Aitor por los nervios contrajo su entrada trasera y Adolfo no pudo, pero uno de los gigantes trajo lubricante en un tubo e introdujo la boca del tubo y vertió esa cantidad dentro y en la entrada. El otro gigante con el mismo lubricante embadurnó la polla de Adolfo que, ahora sí, de una sola vez penetró al sumiso.

Lo follaba sujetándolo de las caderas. Uno de los gigantes mientras con una de sus manos masturbaba a Aitor acomodando el ritmo de la paja a la follada del Amo. Cuando el Amo tuvo ganas de eyacular la sacó y se corrió sobre la espalda de Aitor. Aitor fue conducido a la ducha y una vez limpio le llevaron al despacho de Adolfo en su residencia donde tuvo que leer y rellenar un contrato de sumisión. Una cosa que sorprendió y agradó a Adolfo es que aceptó ser usado en el trabajo. Evidentemente que de forma discreta pero usado y que sería usado por quien Adolfo determinase. Se le apuntó a un gimnasio que pagaría con su uso. De hecho, cuando se ejercitaba lo hacía a solas y el monitor le corregía con descargas eléctricas.

Después de un par de meses de adiestramiento todavía no había sido usado en el trabajo, pero sabía que existía esa posibilidad y que había más de un Amo, switch y sumiso. Un día de primavera fue al baño. Los baños estaban en el pasillo y la puerta se abría con llave. Abrió con la llave y justo estaba sacándose la polla para mear entraron los dos gigantes y le sostuvieron contra la pared. Entonces entró su jefe inmediato y le puso la cabeza contra la pared mientras le susurraba al oído:

Todavía no te dí la bienvenida a tu nueva condición.

Le bajó de golpe los pantalones y el bóxer y le acercó la polla y muy lentamente le penetró y lo folló hasta que tuvo que sacársela y eyacular sobre las nalgas del sumiso. Seguido le follaron los dos gigantes. Luego los tres se despidieron de él colocándole el cb que debería llevar a partir de ese momento.

Este es un relato imaginario, pero quien sabe si alguna vez alguien viviría algo similar. Me gustaría escuchar vuestras opiniones. Escribirme a:

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