SORAYA Y SU NUEVO HOGAR Capitulo 5

La Sra. Abba castiga a Soraya y tambien a su amiga Sonia, lo cual tiene serias consecuencias para la spanker, que acaba en el despacho siendo ella la castigada RELATO DE SPANKING

SORAYA Y SU NUEVO HOGAR Capitulo 5

DISCIPLINA A UNA SPANKER, POR SALTARSE EL PROTOCOLO.

Sonia avergonzada no se atrevía a mirar a su spanker, se había limitado a obedecer las órdenes de la Sra. Abba de sentarse a la mesa, en la silla sin poder subirse las bragas, manteniéndolas sobre sus tobillos, no deseaba que su spanker se enfadase con ella y decidiera que debía recibir una azotaina más severa, algo que se había temido nada más entrar al salón y verla en qué condiciones iba su pequeña. De reojo podía verlo sentado, aunque al verla se había desacomodado del sillón incorporándose hacia delante, con sus manos apoyadas en los brazos del sillón, como si hubiera estado a punto de levantarse al verla entrar en aquel estado, aunque ella al entrar avergonzada con la mirada baja, no había querido mirarle pues sospechaba su sorpresa al verla entrar de aquella guisa. Al conocer el motivo del porque había la Sra. Abba castigado a su traviesa spankee, no le había puesto de muy buen su parecer, es mas no le había gustado nada en absoluto que se hubiera tomado esas libertades al castigar a su spankee sin autorización previa, o haberle comunicado el hecho de su travesura, algo que habría hecho castigarla el mismo como se merecía, pero el haberse tomado esa libertad ella sin consultarle no le había gustado. Este con su rostro cogestionado por su mal parecer de los hechos acaecidos, había mirado hacia el sillón de enfrente, donde estaba sentado el anfitrión de la casa el Sr. John.

Un hecho que no le pasó desapercibido a John, por ello miraba a su esposa con el rostro claramente mostrando desacuerdo en su manera de actuar. A lo que ella respondió al verle, encogiéndose de hombros. No era especialmente una mujer que no supiera captar las situaciones extremas y aquella lo era. John insistía con su mirada hacia su esposa, trataba de hacerle ver que debía dar una explicación, pero esta por el contrario negaba con la cabeza, la situación se estaba volviendo tensa por momentos, Felipe mirando fijamente a John, exigía una explicación de ese comportamiento. Felipe veía la negativa de la Sra. Abba a dar una satisfacción en manera de disculpa, viendo que esta no estaba por la labor. Algo que hacía a Felipe perder su poca paciencia, de no haber estado su marido presente, ya la habría colocado en su regazo, levantado su larga falda y bajado las bragas… Intentando Felipe calmar su mal humor, dio una respuesta aprobando el castigo a Sonia, pero dando una clara indirecta…

…(Felipe) -. Es por ese motivo por el cual te han calentado el culo, Sonia? Vaya, vaya… Ya veo que te han puesto el trasero como habría hecho yo mismo!!! Además esas marcas que te han quedado son preciosas, un Paddle muy original Sra. Abba! Debe decirme donde lo ha comprado, resulta encantador el cómo le ha dejado el trasero. Sonia!!! Como te has atrevido en una casa a la cual estamos de visita comportarte de tal forma? Ha hecho muy bien esta señora en calentarte el culo como es debido, como se te ha ocurrido que podías hacer semejante cochinada así!!! Pero no habría estado de más, el haberme consultado primero, no es un hecho o actuación muy lógica siendo yo un invitado, así como Sonia mi spankee!!! No me ha parecido correcto su intervención, señora!!!

Con esas palabras demostrando su claro enfado, mirando en ese instante a los ojos a la Sra. Abba claramente mostrándole que estaba furioso por su desfachatez, no dando una explicación a los hechos. Viendo en aquellos ojos un claro desplante hacia él, por lo que continúo hablando dirigiéndose a ella…

(Felipe) -. No me ha gustado el comportamiento de mi pequeña spankee, Sonia. Entiendo perfectamente que su hecho es una clara provocación, pero John, mi amigo. Esto requiere un arreglo, entendiendo que este no es el lugar adecuado, por tanto espero se me indique a donde debo dirigirme para que podamos saldar esta cuenta pendiente, la cual exige una satisfacción hacia mi persona o…

Esas últimas palabras las dirigía a John mirándole fijamente, cortando sus palabras hizo el gesto de mover bruscamente su cabeza hacia la salida. Con ello le estaba dando a entender que de no haber una situación claramente satisfactoria, se iría de inmediato de la casa sin dar más explicaciones llevándose a Sonia.

John estaba decepcionado con el comportamiento de su esposa, le estaba dejando en muy mal lugar, algo inaceptable, interviniendo en la conversación enfadado, pero disimulando que las chicas no captaran lo que sucedía.

(Sr. John) -. Mi buen amigo Felipe, no está bien que hablemos entre nosotros en esta estancia, las chicas deben hacer sus tareas y las distraemos, mejor que vayamos a mi despacho para hablar cómodamente entre nosotros, estoy seguro que nuestra “Ama de Llaves” Ross Mery sabrá como corregir a cualquiera de las chicas si no realizan bien su tarea, lógicamente si a usted, Sr. Felipe autoriza a Ross Mery a encargarse también de Sonia, no desearía contrariar su responsabilidad como su spanker, que le parece?

(Sr. Felipe) -. Si, por supuesto como siempre usted tiene razón. Aquí estamos entorpeciendo con nuestra presencia a las chicas, pues permaneciendo en el salón, saben que las podemos castigar por su indisciplina como se merecen.- Su última frase la enfatizo mirando a Abba, moviendo la mano de un lado a otro, con la palma de su mano derecha extendida boca arriba, lo que hacía entender… “Buena te espera”. Viendo en ella, como variaba su altivez en su rostro .-. Es cierto mi buen amigo. Mejor vayamos a probar ese whisky que me hablaba antes de interrumpirnos las chicas, me ha sugerido que no existe otro igual en toda Escocia, su tierra de origen. Por supuesto Ross Mery es una mujer la cual conozco su experiencia en disciplina, según mis fuentes, es una mujer muy reconocida en su oficio de institutriz, y muy capaz. Me indica el camino, John?

(Sr. John) -. Hazme el honor de acompañarme mi buen amigo… Vas a comprobar que no hay mejor elixir para mojar nuestras gargantas, que un buen whisky escoces. Harás el honor de acompañarnos con tu presencia, Abba! En cuanto te cambies por un atuendo más acorde a nuestro invitado…

Los dos hombres salieron al pasillo, una vez en él, dejaron de disimular mirándose entre ellos sin apatía alguna, ambos girando la cabeza hacia Abba, aunque solamente John su esposo rompiera aquel silencio, en aquella atmosfera cargada que un cuchillo podía cortar con su filo en el aire tan tenso. Aunque su voz solamente fue escuchada por Abba, ya que prácticamente le hablo al oído…

(Sr. John) -. Ves a tu habitación! Ponte vestimenta adecuada, tienes diez minutos o iré a buscarte yo mismo…!!!

Toda una señora… Caminaba hacia su habitación por el pasillo, era una mujer de constitución fuerte, o… solamente era una impresión? (Eso pronto sacara de dudas a nuestro narrador) Tanto John, como Felipe, la siguieron con su mirada hasta desaparecer ante una de las puertas en la que dejaron de ver contonear sus caderas. Ambos entraron en el despacho sin articular palabra alguna.

Abba dentro de su habitación una vez cerrada su puerta, apoyo su espalda sobre la puerta, toda su entereza se había esfumado de su rostro. Sabía bien que estaba en problemas serios, pues hacía meses que no había visto a John tan furioso. Él se enfadaba con las chicas, pero era un enfado necesario para intimidar a las chicas, un spanker debe mostrarse seguro de sí mismo en todo momento ante una spankee. En tiempos que no tenían a ninguna chica para sus juegos, Abba había desempeñado su rol como una traviesa spankee más. Era algo entre ellos, formaba parte de su intimidad más íntima, que solamente ellos sabían. Tenía solo diez minutos, debía ser rápida o John cumpliría su promesa de ir a buscarla el mismo, lo conocía muy bien, aunque nunca lo había visto tan enfurecido con ella, como hacia tan solo unos segundos. Eso le hacía temer lo que se le avecinaba…

En solos un par de minutos estaba como vino al mundo, desnuda. Era una mujer esbelta con un cuerpo más digno de una joven, que el de una señora en la cuarentena. Solía utilizar trajes o vestidos holgados para dar una apariencia más mayor, así como vestir más como una profesora de colegio para dar apariencia de seriedad. Para mantenerse en forma solía hacer mucho ejercicio, sobre todo pesas relacionadas con la halterofilia, para mantener fuertes sus brazos.

Dirigiéndose a la cómoda, abrió un cajón de los de abajo con doble fondo, retirando una repisa, en ella iba su ropa interior. Bajo ese fondo secreto, apareció ropa interior digna de una spankee, extrajo unas bragas blancas con dibujos de arbolitos bonsái, eran verdes sus hojas con el tronco marrón, las desdoblo, eran de talle alto y pernera baja. En breve las tenía puestas, le cubrían su formidable trasero. Luego extrajo un sujetador de talla más pequeña de la que vestía normalmente, en estos la copa era más pequeña, ya que solía utilizar otros con relleno en la copa para mostrar más pecho. Fue hacia el vestidor, pulsando un botón en el marco de la puerta, se abrió un armario que más parecía una pared, que lo que acababa de abrir. En él había varias faldas y vestidos dignos de una adolescente en edad escolar. Extrajo un vestido de tirantes, y una blusa color vainilla. En breve estuvo vestida, el vestido de tirantes con falda de vuelo tableada lisa de un solo color azulada, era un azul celeste muy apagado, que le quedaba como un guante con aquella blusa color vainilla. En breve se puso unos calcetines hasta las rodillas, a juego con la blusa, calzándose unas bambas blancas con cordones. Luego frente al espejo se arregló el cabello, de un cabello castaño. El cual resulto ser una peluca, apareciendo un cabello rubio, se pasó el cepillo varias veces hasta quedar desenredado, pues al utilizar peluca, el suyo lo llevaba recogido. Mirándose al espejo, nadie podía reconocerla si la vieran.

Caminaba por el pasillo con la falda balanceándose a cada paso que daba, hacía meses que no se sentía como esa tarde, nerviosa, angustiada, con miedo que la hacía temblarle las piernas, sus manos nerviosas no hacían más que alisar la falda en sus caderas, así como el talle de su trasero. Al llegar ante la puerta del despacho, introdujo sus manos bajo la falda, con dedo índice y pulgar los introdujo bajo el elástico de las perneras de sus bragas, estirándolas y ajustándolas a su trasero. Se levantó la falda y se ajustó la cinturilla de sus braguitas, volvió alisar su falda y por último se acarició el trasero pasando la palma de su mano por su culo sobre sus bragas.

Aquella puerta del despacho, Abba nunca se había fijado en ella, o no la había mirado como la estaba viendo en esos momentos, nunca la había mirado desde la perspectiva de estar en la situación de una spankee, y ahora lo estaba, vaya si lo estaba. Aquella puerta que hasta ahora era una simple puerta, ahora la veía diferente… gigante, era enorme, no creía poder llegar al pomo de la puerta para abrirla.

(…Sabía que era lo que iba a suceder tras cruzar aquella puerta, se lo había buscado ella misma…? Esa pregunta su mente no hacía más que preguntárselo a sí misma, una y otra vez… Quizás y solamente quizás… El tener a Sonia sobre sus rodillas y bajarle aquellas bragas amarillas de encaje, y ver las marcas que estaba dejándole en sus nalgas con el paddle, quizás había despertado su lado oculto, pero ese pensamiento se nublo, pues eso había sido después de decidir castigar a Sonia por acariciarse delante de ella, quizás el ver como introducía su mano bajo la falda, eso la había excitado, pues era una imagen encantadora y reveladora, ver como lo hacia delante de ella sin ocultarse… ese hecho la había nublado su mente o capacidad de razonar…? En qué momento había decidido saltarse las pautas a seguir entre spankers… No lograba hallar respuesta a porque se había metido en aquel problema, pero se daba perfecta cuenta de que estaba en problemas serios, de ahí su vestimenta… No había dudado un instante en cambiarse de vestuario, es más, su excitación era notable pues así lo destacaba el fondillo de sus braguitas blancas de algodón, con dibujos de arbolitos bonsáis…)

Su temor a abrir aquella puerta se acentuaba por sí mismo, el temor a cruzarla, hacía que esta fuera más grande y más alta que jamás hubiera imaginado. Miro el reloj que estaba en la pared del pasillo, habían pasado quince minutos desde que se despidiera de John… El pomo de la puerta fue accionado desde el interior, en ese instante, la puerta volvió a su tamaño original, viéndose Abba ante John, su marido. Haciéndola temblar desde la cabeza a los pies…como una amapola a merced del viento. Su cuerpo era como gelatina de cómo temblaba en esos momentos.

(Sr. John) -. Ah! Estas aquí! Iba a buscarte ahora… Entra…te estamos esperando!!!

Abba traspaso el umbral de la puerta, al fondo junto a la mesa del despacho se hallaba Felipe sentado de espaldas a la puerta, este, ni se había girado para verla entrar al despacho. Entre este y la mesa, habrían unos cuatro metros en donde otra silla estaba dispuesta justo enfrente de él, sintió Abba presión en su antebrazo izquierdo, la había agarrado John su marido, obligándola a caminar hacia donde se encontraba el Sr. Felipe sentado, al llegar junto a la silla que estaba libre, John tomo asiento sin soltarle el brazo a su mujer.

(Sr. John) -. Bueno Felipe, ya la tenemos aquí!

En ese instante Abba miro a su derecha de reojo viendo a Felipe sentado con la pierna derecha cruzada sobre su pierna izquierda, en su mano izquierda sostenía un vaso contenía un líquido amarillento oscuro, deduciendo que era whisky. En su mano derecha un humeante puro a medio fumar, entonces se fijó en su serio semblante, lo vio que estaba tranquilo pero con sus ojos marrones despidiendo chispas, o esas chispas solamente le pareció a ella verlas, pero si parecía estar furioso. Abba se sintió acosada mentalmente por aquel ser, pues la observo desde la cabeza a los pies contemplándola como iba vestida, haciendo un claro signo de aprobación una vez hubo acabado de observarla, levantando la cabeza hacia John. Como si este, estuviera esperando que Felipe diera su conformidad.

Abba esperaba en silencio, de un momento a otro uno de los dos iba a comenzar a reprocharle su conducta, quizás los dos…

(Sr. Felipe) -. Bien… El vestuario está correcto, es el que debería vestir esta señora asiduamente, pues es el que le corresponde, pero… La ropa interior es la correcta de una spankee?

Abba se le quedo la boca abierta de la sorpresa, aquello no podía ser verdad, se atrevería ese supuesto caballero a pretender verle que ropa interior llevaba puesta? Pero que se había creído… Para su desazón, sintió como la mano que presionaba en su brazo izquierdo, dejo de hacer presión, sintiendo como ahora sentía la presión a la altura de sus caderas, pero la presión de las dos manos de su marido John. El cual, sin ningún miramiento la hizo voltearse dando la espalda a Felipe, quedando ella con su mirada en su marido, le imploro con sus ojos bañados en lágrimas que no lo hiciera, aquello era demasiado humillante para ella. Entonces sintió como la mano izquierda de John, dejaba de hacer presión en su cadera, pero sintiéndola como le acariciaba el trasero por encima de la falda descendiendo hacia sus muslos, Abba cerró los ojos, no deseaba ver los ojos de quien le estaba haciendo pasar aquella vergüenza ante un total extraño. Aunque no podía verlo, sintió como su marido sostenía el dobladillo de la falda tableada plisada azul celeste, y como esta era izada lentamente sintiendo en su trasero la brisa de aire fresco, las bragas de talle alto y perneras bajas cubriéndole el trasero hasta la base de sus nalgas quedo al descubierto a miradas obscenas… Abba, no le podía ver, pero si escucho brotar de los labios de Felipe…

(Sr. Felipe) -. Perfectas! Lleva unas bragas adecuadas para ser disciplinada con una buena azotaina… John, estoy conforme… cuando usted disponga me encargo de ella…

Abba se revolvió sobre sí misma como si le acabase de morder una serpiente cascabel… su falda se le bajo con el brusco giro de su cuerpo, soltándose de los dedos de John que le mantenía la falda en alto mostrando sus bragas… la falda al brusco movimiento izo que se le levantara en pleno vuelo, dejando a la vista sus bien torneados muslos así como sus bragas al completo durante unos segundos…

(Abba) -. Queeee…!!! No estoy dispuesta a tolerar que ese cerd…

Dos azotes bien dados por su marido en el culo sobre la falda, acallaron las palabras discordantes que no llegaron a ser oídas, pero si claramente supuestas en su significado, lo que hizo adelantar acontecimientos… Pues bruscamente se vio arrastrada por la mano que había hecho presa su brazo derecho, al levantarse raudo de su silla Felipe, tirando de ella la atrajo a él, colocándola boca abajo sobre sus rodillas sobre las que quedo atravesada, los azotes no se hicieron esperar, pues Felipe enfurecido descargo su fuerte mano sobre el trasero de Abba, con azotes rapidísimos resultando claramente muy sonoros, aun sobre su trasero cubierto por las bragas. Abba no tardo en sentir como sus nalgas le ardían, aunque mayor era su coraje al sentirse echada sobre las rodillas de un extraño, tratando de todas las formas posibles de liberarse de la traba de la fuerte mano derecha que la mantenía sujeta sobre las rodillas, y como aquella mano izquierda no cesaba de darle buenos azotazos en su culo. En breve Abba se sentía avergonzada de ser claramente castigada sobre aquellas rodillas, aquel ser, era un total extraño para ella y recibiendo una dolorosa azotaina en su trasero, no pudiendo hacer nada para levantarse de aquel regazo.

John rápidamente se reincorporo de su asiento, avanzando hacia el descabellado intruso, pues así lo consideraba en esos momentos, el muy osado estaba castigando a su esposa Abba ante su mirada, durante unos segundos había quedado atónito, al ver como la situación se le había escapado de sus manos sin haber podio evitarlo, pero actuó con celeridad aunque su antagonista resulto ser rápido y certero, no pudiendo evitar que le diera a su esposa una veintena de buenos azotes sobre sus bragas en el culo, justo en el instante que Felipe iba a introducir sus dedos entre el elástico de la cinturilla de las bragas de Abba para bajárselas, John detuvo a Felipe en su acción, liberándola de la azotaina e incorporando a su querida esposa depositándola sobre sus pies en el suelo, la cual al sentirse libre, llevo sus manos a su culo para sobárselo con fricción, pues la azotaina aunque breve, le había dejado claro a Abba la vigorosidad de aquel intruso, así como la fuerza de su mano izquierda. John se encaró con el antagonista Felipe…

(Sr. John) -. Como se ha atrevido usted a ponerle las manos encima a mi esposa? Pero quien se ha creído que es usted? Este comportamiento es totalmente inaceptable… Salga de este despacho inmediatamente!!! Fuera!!!

Felipe con cara de decepción al ser liberada la mujer que mantenía echada sobre sus piernas, a la cual le estaba dando su merecida azotaina, desde la certeza disponibilidad y derecho a castigarla como había creído oportuno, ya no únicamente por haberse atrevido a dar una azotaina a su spankee, si no, por haberse atrevido a insultar y manifestarse grotescamente hacia el mismo y su persona. Pero al ser recriminado por John, supo colocarse en su lugar. Y sin decir nada, se levantó abandonando la estancia, aunque cerró la puerta con un sonoro portazo al salir…

Abba continuaba sobándose el culo con la palma de sus manos sobre sus bragas, aunque estas no fueran totalmente visibles pues las cubría su falda ligeramente, mientras afloraba en sus labios una sonrisa de satisfacción y orgullo hacia su marido John por haberla liberado, del usurpador de poderes, en el poder de la creencia de castigar a Abba sin tener consecuencias. Abba se sobaba el culo observando a John con admiración de esposa enamorada, pues su marido había intervenido rápidamente en su defensa y había sido muy clara su manifiesta posición al echar fuera del despacho al intruso. Abba se arregló sus bragas introduciendo sus dedos índice y pulgar en las perneras derecha e izquierda colocándose en su lugar, cubriendo así sus nalgas, pues con la azotaina se le habían subido y el elástico hacia una presión molesta en sus nalgas, luego se bajó la falda pasando sus manos por el trasero plisándose bien la falda y se encamino hacia la puerta para retirarse, en la creencia que podía hacerlo tranquilamente, después de la oportuna intervención de su esposo John.

John aún no había abierto la boca para expresar una disculpa a su esposa, o un sencillo “Lo siento” como ella esperaba, por ello se encamino lentamente hacia la puerta, dando así tiempo de reacción a su marido, pero al ir a agarrar el pomo de la puerta…

(Sr. John) -. Se puede saber a dónde vas? .- Abba se giró lentamente hacia su marido, en la creencia que ahora llegaría su disculpa por haber consentido que Felipe la hubiera colocado en sus rodillas y dado una azotaina, sin su consentimiento… -. Te piensas acaso que ha acabado todo? Así de sencillo!!! .- Abba desconcertada se fue acercando a John -. Te has pensado que ha acabado todo aquí! Así, sin que hallamos hablado de lo que has hecho y de su gravedad? Donde has aprendido ese comportamiento desleal hacia un invitado? Como te has atrevido a actuar en la creencia que puedes hacer lo que te de la gana con una spankee, la cual no está bajo tú, o bajo nuestra responsabilidad!!! Por no comentar o decir, en qué posición me has colocado a mí!!! Es un comportamiento intolerable!!! .- John se fue acercando a su esposa, asiéndola de la mano izquierda, tiro de ella conduciéndola de nuevo hacia la silla. En ese momento Abba deseaba más que nunca salir por aquella puerta, se arrepentía de haber ido tan lentamente hacia ella esperando una clara disculpa, mientras que lo que iba a obtener iba a ser una azotaina en toda regla por el tono que empleaba su marido, aterrada se dejó llevar… -. Te has parado a pensar, que porque ese impresentable se ha atrevido a darte unos azotes, ya voy a dejar correr este asunto? De verdad te has creído, que con eso se acababa todo? Ahora te voy a enseñar que puedes ser una spanker para las chicas, pero para mí!!! Sigues siendo la pequeña sinvergüenza con la que me case! La cual es necesario corregir como es debido, de vez en cuando con una buena azotaina sobre mis rodillas, y eso es, justamente lo que voy hacer ahora mismo…!!!

John llevo hacia la silla a su esposa, tomo asiento en ella. Lentamente coloco con suavidad a Abba sobre sus rodillas, una vez que la tuvo bien colocada sobre su regazo, con las dos manos utilizando dedos índice y pulgar, asió el borde de la falda, con los dedos mano derecha del dobladillo de la falda que se posaba sobre la pierna derecha de Abba, con los dedos mano izquierda, del dobladillo posado sobre la pierna izquierda, así, alzando la falda de ambos extremos al unísono dejo al descubierto las bragas de algodón blancas de dibujos con arbolillos de bonsáis con las hojas verdes y su tronco marrón, que cubría el trasero a su esposa, colocando la falda perfectamente uniforme sobre su espalda, la cual se entretuvo en entremeter en la pretina de la cinturilla de la falda, para que esta no se le bajase durante la azotaina que iba a darle dando molestias a John. Abba se ruborizo al sentir la brisa fresca sobre su trasero, sobre todo ahora era destacable al mantener ligeramente caliente su trasero por la breve azotaina, aunque le había dolido de lo lindo pues los azotes habían sido muy fuertes. Abba desde joven, siempre se había ruborizado cuando su marido levantaba su falda para darle una azotaina, y esta ocasión no resulto pasar desapercibida para ella, pues nunca lo era.

El colocar la falda sobre su cintura, siempre resultaba una pequeña ceremonia, pues John lo hacía muy meticulosamente colocándola bien doblada y sujeta. Luego poso su mano en su trasero sintiendo en la palma de esta, como irradiaba calor el trasero de su esposa. Acariciando a círculos sobre las bragas, abarcando así ambas nalgas durante unos segundos. Luego introdujo sus dedos por el interior de la cinturilla de las bragas de su esposa, con las dos manos, se las bajo lentamente hacia las rodillas lugar donde las deposito, colocándolas de manera que el fondillo de sus bragas quedara bien visible a sus ojos, viendo la humedad notoria de fluidos. El culo de Abba estaba bastante colorado, aunque solamente había recibido una veintena de azotes, ha Abba desde siempre se le enrojecía con mucha facilidad.

Abba aguardaba el momento que comenzara la azotaina, entonces fue cuando su cuerpo se estremeció temblando como si fuera de gelatina, al notar como su marido se inclinaba hacia su costado derecho, viendo Abba al estar su cabeza ligeramente caída lo que John buscaba bajo el asiento de la silla, ella podía ver perfectamente lo que había sujeto bajo el asiento mediante una grapa de presión. Sus manos se aferraron con fuerza a las patas de la silla, mientras aterrada veía como de debajo del asiento, se soltaba el instrumento oculto “El Cepillo”

El primer impacto en su nalga derecha, la hizo cerrar con fuerza los parpados de sus ojos, a este le siguió uno más en su nalga derecha a la misma altura, progresivamente los azotes fueron cayendo sobre su desnudo trasero, en breve sentía como le ardía todo su trasero, pues sus dos nalgas, así como la base de estás, habían sentido la caricia poderosa del cepillo de madera. Hasta ese instante había contado unos veinte azotes, diez en cada nalga de manera progresiva, nalga derecha, nalga izquierda, primero en el centro mismo y luego repartiéndolos alrededor del centro de cada nalga hacia afuera, de dentro entre la media luna, hacia el mismo índice de inicio de sus caderas, no dejando ni un milímetro sin recibir la caricia del dichoso instrumento que ya comenzaba a arder más de lo que a ella le hubiera gustado.

A partir de ese instante, los azotes que le administraba en su trasero John. No seguían pauta alguna, así como acelerar el ritmo de los mismos cada vez más y más rápidos. Por el contrario Abba comenzaba a mostrar sus primeros síntomas de dolor en su culo desnudo, hasta ese instante se había mantenido quieta, inmóvil. Pero ahora ya no podía ejercer su voluntad de mantenerse impasible, la azotaina iba a más a cada nuevo azote, y cada uno, si el ultimo dolía, el siguiente dolía aún mucho más. Abba conocía a su marido, este no permitía que se cubriera el trasero con las manos, o ponerse a gritar, así como llorar, debía aguantar estoicamente la azotaina doliera o no doliera. Aunque bien sabía que todo tenía un límite, y Abba no tardaría demasiado en sentir arder sus nalgas como llama que lleva el diablo, y así fue.

Abba empezó a menear sus caderas levemente bien avanzada la azotaina, pues en ese momento debería de llevar más de setenta buenos cepillazos en cada nalga de su grupa, lo que equivaldría a una severísima azotaina en una de las chicas como Carmen o Soraya, incluso Sonia más experimentada en recibir severos castigos, ya llevaría rato pataleando y llorando. En cambio Abba, era a partir de ese instante cuando su límite cedía de manera notable, moviendo sus caderas, seguidas de sus piernas que se iban flexionando sin separar estás, pero ese solamente fue el inicio, pues momentos después ya pataleaba en el aire, abriendo y cerrando sus piernas, si no fuera por la traba que ejercían sus bragas en las rodillas, impidiendo separar estás. El trasero de Abba estaba a esas alturas muy muy colorado, así como blanquecino donde el cepillo caía varias veces seguidas en el mismo lugar, apareciendo poco después una rojez oscura, sus manos seguían aferradas con fuerza sobre las patas de la silla, mientras su cabeza la giraba de un lado a otro haciendo que su corto cabello danzara al aire desmelenándose, sus lágrimas ya llevaban varios minutos que descendían por sus mejillas, cayendo al suelo nunca en el mismo lugar por el balanceo que su cuello ejercía al movimiento de su cabeza.

John prestaba toda su atención en su labor, de castigar a su esposa como siempre que esto era necesario, pues ante todo era no únicamente su marido, también llevaba años siendo su spanker desde antes de su boda, cuando la conoció por casualidad a través de un extraño suceso.

<…. Años atrás en el tiempo… >

Cuando Abba estaba haciendo auto stop en una carretera comarcal de muy poco tránsito, en aquel momento un vehículo paro para llevarla, durante el trayecto se detuvieron en un restaurante de carretera a comer alguna cosa, John la invito pues habían congeniado después de una hora de trayecto. Confiado, John al pagar dejo su cartera sobre la mesa, las llaves del vehículo, así como su teléfono móvil para ausentarse al servicio unos minutos, ella entonces contaba con diecinueve años de edad. Cuando John salió del servicio se encontró ante la sorpresa que la chica había desaparecido, con su cartera, las llaves del coche, y su teléfono móvil. Salió al parking, el coche había desaparecido. John tardo varias horas en llegar a su destino gracias a la muchacha, pues tuvo que hacer auto stop al no disponer de un céntimo.

Tres semanas después, reconoció su vehículo estacionado en el depósito municipal de su ciudad, como es natural, se dirigió a la comisaria a escasos metros. Allí fue informado de que en un control rutinario, habían parado a una mujer joven conduciendo el vehículo, al no poder demostrar que el auto era de su propiedad, fue detenida.

Pasados tres meses volvió por la comisaria, estaba aparcado enfrente. Se había bajado del coche y decidió esperar apoyado sobre el capot del motor. Pocos minutos después una chica salía de la comisaria, con una mochila militar. Vestía unos shorts tejanos ajustados, bambas deportivas sin calcetines, una camiseta blanca, y una cazadora tejana. La chica paso por delante de John como si no le conociera de nada…

John: Quieres que te lleve alguna parte?

Abba: Vale…

Los dos subieron al coche como si nada, la chica no le había reconocido, pues John en esos tres meses se había dejado barba, vestía traje informal sin corbata, pantalón tejano azul, camisa gris y americana negra, zapatos negros. Al pasar por un bosque…

Abba: Me estoy meando! Puedes parar un momento…

John vio un camino que entraba hacia el bosque, se adentró unos trescientos metros por el camino, encontrando una explanada donde había varios troncos de árboles talados y apilados, preparados para ser cargados en cualquier momento. Ella nada más detenerse el auto se apeó, dirigiéndose detrás de los troncos, desde el coche vio John como se baja el short y las bragas con al tiempo, agachándose de espaldas a él, por lo que le pudo ver a la perfección su pequeño y blanco trasero.

John se había bajado del coche, pasando por delante de él, fue apoyarse en la puerta del acompañante, viendo ante el a Abba como se subía las bragas y el short ajustado. Se dio la vuelta hacia el abotonándose y subiéndose la cremallera…

Abba: Vaya! Te ha gustado lo que has visto? Vaya mirón estás hecho…

John: Tienes un bonito culo, pero los prefiero que estén con otro color más vivo, tan blancos no me van…

Abba: Un pervertido, eh? De qué color te gustan, dime?

John: Colorados como tomates maduros, que es como lo vas a tener tú en breve… de la azotaina que te voy a dar…

Abba: Que te lo has creído tu… quien te has pensado que eres, mi padre? El ya hace mucho que dejo de hacerlo… además yo no te he hecho nada a ti, porque ibas a darme una azotaina tu…?

John: Porque, dices? No te recuerdas de mi…

Abba: Es que debería de acordarme… Veo tipos como tú a menudo, y ya te puedes olvidar de eso… de darme una azotaina…

John: Imagino que sí, que debes de ver a muchos tipos como yo. Pero no creo que veas a muchos, a los que les hayas robado la cartera, las llaves del coche y el coche dejándoles tirados en un bar de carretera… vaya… parece que ya te acuerdas de mi… Pues puedes ir preparando ese culo…

Abba: Te lo puedo explicar… de verdad… puedo explicártelo…

John: Si…? Me vas a explicar cómo tuve que caminar más de treinta kilómetros, tardar horas, y sin comer nada, porque alguien se apodero de mi dinero, mi teléfono, mi cartera, y mi coche… Como se puede explicar eso… Soy todo oídos.

John comenzó a andar hacia ella, mientras se iba desabrochando el cinturón del pantalón, ella le miraba con los ojos muy abiertos, sobre todo fijaba su mirada en sus manos, como desabrochaba su cinturón, como lo extrajo de las presillas del pantalón, tirando de la hebilla y sacándoselo con gran maestría, doblándolo a la mitad y uniendo sus extremos juntando hebilla y extremo en su mano derecha, dándole una vuelta alrededor de su mano, para así agarrarlo con firmeza. Abba aterrorizada le vio acercarse a ella, solamente veía aquel grueso cinturón. Con la mano izquierda le indico que se inclinara sobre uno de los troncos talados que sobresalía de los demás, pero ella no le entendió, o no quiso entenderle.

John: Échate boca abajo sobre ese tronco, o te colocare yo mismo sobre él.

Pero no se movió, pero si intento echarse a correr, pero sin mucha fortuna, pues se cayó de espaldas al tropezar con uno de los troncos y caer sobre él, se giró para levantarse apoyando sus manos en el suelo, al tratar de levantar el culo sintió que algo hacia presión sobre su espalda, miro aterrada girando la cabeza, viendo que John le había puesto el pie izquierdo sobre su espalda, cuando trato de forcejear para liberarse, el cinturón laceraba su trasero una vez, sin poder hacer nada por incorporarse recibió una zurra que no iba a olvidar en mucho tiempo. El cinturón laceraba su trasero por encima de los shorts una y otra vez, alguno que otro azote caía sobre los muslos desnudos, después de unos buenos cuarenta o cincuenta cintarazos sobre su culo, el cual no hacía más que saltar sobre sí mismo a cada nuevo impacto tratando de liberarse y escapar del siguiente. Llego un momento que nada podía hacer ya, se limitó con rabia a aguantar la zurra. Cuando dejo de sentir el cinturón sobre su trasero y liberada de la presión del pie izquierdo de John. Lo siguiente que sintió fue que era levantada del tronco de árbol talado, sentía que su trasero le ardía y dolía horrores, vio entonces a John. En su rostro no había enfado, algo que desconcertó a Abba. Fue llevada hacia el coche y la hizo entrar a él, intento sentarse pero al hacerlo, resulto como hacerlo sobre un panal de abejas que le picaban en el culo con sus aguijones. Se acomodó sobre el asiento de costado como buenamente pudo, no veía a John donde estaba. Pero poco después lo vio que se sentaba junto a ella poniendo el vehículo en marcha. En su posición no podía ver hacia donde la llevaba, pero después de un tiempo que el coche iba a cierta velocidad, pudo notar que este aminoraba. En su posición medio echada al asiento, ya pudo incorporar su cuerpo y mirar por la luna delantera, pero sin apoyar aun su trasero, vio que entraban a través de una puerta automática que se abría a su paso, poco después el vehículo se detenía. John salió del coche, poco después, abría su puerta ayudándola a salir del habitáculo. Ya una vez en pie, le dolía el culo, pero podía caminar bien. Sus manos acariciaban su trasero sobándoselo con suavidad, dejándose llevar al interior de la casa.

John: Ahora voy acabar lo que he empezado en el bosque…

Abba lo miraba desconcertada sobándose el trasero por encima de sus shorts, sin explicarse a lo que se refería ya le había dado una buena azotaina, que iba hacer ahora? Es que se había vuelto loco? Se preguntaba así misma… Abba sin poner oposición se dejó llevar al salón, donde John tomo asiento y con sus manos desabrocho el botón del short y bajo la cremallera, Abba vio como sus intenciones, pero prefirió no resistirse, le bajo los shorts hasta las rodillas, luego le bajo las bragas rosas quedando ante el su poblado pubis, y la coloco sobre sus rodillas boca abajo. Tenía el culo claramente magullado por la azotaina del bosque, con zonas más marcadas. Y así empezó una nueva azotaina en el trasero desnudo, esta vez lo hacía con la mano derecha… así fue su primera vez con John claramente forzada, no fue como las azotainas que le seguiría dando a partir de ese día, ya que llego un momento que comenzaba a disfrutar de ellas…

<…En la actualidad…>

Sudaba teniendo su frente perlada de gotitas de sudor, las cuales sentía como descendían por su rostro, pues ya no era solo el levantar el cepillo por encima de sus hombro y dejarlo caer impulsándolo con fuerza sobre el culo de su mujer, ahora también se unía el agotamiento de sujetar firme el cuerpo de Abba sobre sus rodillas, aunque le tenía prohibido manifestarse, llegado cierto punto le resultaba imposible no manifestar su intenso dolor… ya que sus pataleos con sus piernas, así como el movimiento rotatorio de sus caderas, comenzaban a menguar en su fortaleza, por lo que opto por dar por terminado el castigo a su esposa, quedando sobre sus rodillas desmadejada por el agotamiento, aunque sentía como le ardían sus nalgas como si le hubieran puesto hierros candentes al rojo vivo.

Al incorporarse se sobaba el trasero, ante la mirada de John que sonreía viéndola… con la falda aun sujeta a la pretina y sus bragas bajadas esperaba la orden de retirarse. Pero no llego esta…

(Sr. John) -. Colócate en aquel rincón unos minutos, pero antes… haz entrar a nuestro invitado, sin rechistar, no quiero escuchar protesta alguna.

Abba se encamino hacia la puerta, meneaba sus caderas mientras sus manos mantenían sujetas sus nalgas por su base e inicio, con la experiencia de los años había aprendido que manteniendo sus nalgas sujetas, dolían mucho menos al caminar. Llego a la puerta abriéndola, asomando la cabeza al pasillo vio que aguardaba fuera el Sr. Felipe.

(Abba) -. Puede usted pasar si lo desea.

Abba se echó a un lado para dejarle entrar y cerrar la puerta. Quedándose ante él, esperando que este, se dirigiera hacia donde se hallaba sentado John, su marido. Le avergonzaba tener que caminar delante de aquel hombre, y espero a que se moviera.

(Sr. Felipe) -. Las damas primero…!

Se tuvo que resignar Abba y caminar delante de él, sentía a sus espaldas como los ojos de Felipe se le clavaban en su culo. Colocando sus manos igual que anteriormente, se sujetó la base del culo dolorido. Pero sintió como unas manos le apartaban las suyas del trasero colocándoselas pegadas a sus caderas…

(Sr. Felipe) -. Señora! Coloque las manos en las caderas, así… muy bien… Debe sentir el cosquilleo de su trasero, así como no impedir que su trasero le haga sentir por qué ha sido castigada, si le duele a usted el culo, es porque así debe ser y muy merecida azotaina que a usted recibido… Debe de dolerle el culo de lo lindo, por su manera de menearlo… Tiene un color colorado intenso precioso, y moradito. Se aprecia claramente que ha probado la caricia de un buen cepillo de madera, verdad.

Las mejillas de Abba estaban tan rojas como su culo de la vergüenza. Detestaba aquel hombre, sentía como sus nalgas le abrasaban, pero mucho peor estaban siendo los pinchazos que sentía a cada paso que daba, se encamino hacia el rincón, de buen gusto habría caminado hacia el a paso ligero, pero eso hubiera sido demasiado doloroso para ella, además de inviable al llevar las bragas bajadas a la altura de sus rodillas, que le impedían dar pasos demasiado largos, ya que estas le hacían trastabillar perdiendo el equilibrio, lo que hacía que el culo se acentuara mucho más el dolor, sentía como sus nalgas habían aumentado por la inflamación, lo que hacía que resultaran más pesadas, lo mismo que la caminar hacían que estas se balancearan más de lo debido… cuando hubo alcanzado el rincón, simulando arreglarse la falda que colgaba de su pretina, se llevó las manos a su culo sobándoselo ligeramente y mitigando en algo aquel molestísimo picor. Pero de seguida las retiró antes de que pudieran verla, lo que podría significar una nueva azotaina.

(Sr. Felipe) -. Mi buen amigo John! Va a consentir usted esa burda maniobra de sobarse el trasero estando castigada en el rincón?

Abba encogió y apretó sus nalgas a la espera de ser castigada de nuevo por su marido, tras escuchar las palabras del Sr. Felipe que confirmaban su temor de haber sido descubierta. Lo que no esperaba era que John, su marido. Estirando sus manos con las palmas hacia arriba, invitaba a su invitado a ser quien se encargara de corregir aquella desvergonzada maniobra. El cual, a paso ligero avanzo hacia Abba. Ella al escuchar pasos cerca de ella aproximándose, todo su cuerpo se estremeció de temor. Se sintió balanceada como si fuera una pluma, cuando se quiso percatar de lo que sucedía, ya se encontraba bajo el fuerte brazo del Sr. Felipe en volandas, con su trasero expuesto. La azotaina no se demoró mucho más, casi en el acto Abba sintió como su trasero volvía arderle intensamente, bajo un torrencial torbellino de azotes rapidísimos que caían implacables sobre su trasero desnudo, en uno de sus forcejeos por liberarse, confirmo sus temores de que se tratara de Sr. Felipe quien le estaba dando aquella severa azotaina, pues pudo ver de reojo como su marido John continuaba sentado en la silla, lo que ya no le dejo duda alguna de quien le estaba sacudiendo su grupa. En esta ocasión, John no se interpuso para impedir la azotaina, por lo que la azotaina se prolongó durante varios minutos, Abba pataleaba con todas sus fuerzas, las bragas sobre sus rodillas la hacían que estas trabasen sus piernas, por lo que sus alocados pataleos no le permitían abrir sus extremidades posteriores como hubiera deseado, pero las bragas se le fueron deslizando por su piernas, estas se separaban lo que su elástica prenda íntima le permitía, sus bragas se tensaban dando todo de sí que su tejido de algodón se estiraba, para volver hacérselas cerrar, después de una larga azotaina, las bragas salieron de sus pies despedidas a varios metros de distancia, posándose en el suelo como una grácil mariposa. Libre de traba, sus piernas se abrían y cerraban dando de sí mismas todo lo que sus extremidades le permitían. Los últimos azotes llegaron dando por acabada la severa azotaina, que le dolió como nunca hubiera podido imaginar, pues después de haber sido castigada por su marido, aquella azotaina además de muy humillante por ser administrada por aquel ser odioso para ella, resulto muchísimo más dolorosa ya que Felipe se empleó bien a fondo para dársela bien,… Cuando se vio libre, se froto su dolorido culo con fuerza, pues aunque le dolía muchísimo, y más al sobárselo, pero de alguna manera debía eludir aquel intensísimo ardor en sus nalgas. Se colocó en el rincón de nuevo, ahora sin la traba de sus bragas… Durante el tiempo que John y Felipe estuvieron hablando entre ellos, Abba no volvió atreverse a sobarse el culo de nuevo, aunque no fuera por falta de ganas de hacerlo…

(Continuará…)