SORAYA Y SU NUEVO HOGAR Capitulo 2
Soraya tiene problemas no esperados en su nuevo hogar, y no unicamente ella sera castigada... RELATO DE SPANKING
Soraya y su nuevo hogar
Capítulo 2
Soraya experimenta lo que será su próximo hogar
… ahora la Ama de Llaves te llevara a tu habitación y te pondrá crema hidratante en el trasero, veras como te hará sentirte mejor. Señora Stuart! Puede llevársela!
Soraya sintió presión en una de sus manos, la Sra. Stuart le agarraba su mano derecha, ella seguía con la cabeza, apoyando su mejilla izquierda sobre el pecho del Sr. John, se sentía bien estando abrazada, a pesar que él, había sido quien ordenase a la Sra. Stuart que le diera aquella primera azotaina, sin motivo aparente, simplemente para que se hiciera una idea clara de la disciplina de la casa o eso le pareció escuchar. Le sorprendió en un primer momento que fuera algo de locos, recibir una azotaina sin haber hecho nada para merecérsela. Luego, cuando escucho las palabras y aquella velada amenaza, de que según qué caso podría recibir una azotaina con cualquier instrumento, aquello la amedranto! Pero al mismo tiempo, habiendo recibido aquella azotaina, en la que había acabado llorando como una niña, razonando con calma, había sido un gran alivio averiguarlo en ese momento, y no, esperar a recibir una azotaina con cepillo, cinturón u otro instrumento cualquiera y descubrir las consecuencias demasiado tarde. Al no tener experiencia alguna, el único que temía era el cinturón, no porque conociera sus efectos, si no, por las habladurías en los grupos que frecuentaba. En ese momento agradecía que hubiera sido de ese modo, ahora sabía lo que podía llegar a doler una azotaina con la mano, y simplemente razonando un poco, temblaba solo de pensar que podría ser… recibir con aquellos otros implementos o instrumentos.
Su brazo izquierdo colgaba del cuello del Sr. John, el contacto de su cuerpo, su mejilla izquierda posada sobre su pecho, mientras el Sr. John, con la mano derecha introducida bajo su falda acariciándole el trasero por encima de sus braguitas, la hacía sentirse bien, muy bien, a pesar de tener el trasero en llamas, pero a pesar de arderle sus nalgas, se sentía bien así recién calentada o recién castigada. No se quería separar de él, pero la Sra. Stuart tiraba de su mano derecha para que la acompañara, ella se resistía a soltarse, pero segundos después, el mismo Sr. John fue quien movía su pierna hacia el lado derecho, y el trasero de Soraya resbalaba de su muslo, su cuerpo ayudado por el Sr. John con sus manos, la separo de sí mismo depositándola de pie en el suelo con delicadeza, para facilitar que se la pudiera llevar la Sra. Stuart, en ese momento una palmada cariñosa y sonora, es lo que la joven recibió en su trasero, pudo Soraya sentir por primera vez el contacto de la mano de quien iba a ser su spanker, ese primer azote en el culo, sintió que sus braguitas se humedecían aún más, aparte de la sorpresa y un nuevo leve ardor en el culo protegido por sus bragas, pero aun así, pudo sentir que era una mano grande y fuerte, pero sobre todo pesada aunque solo había sido una palmadita cariñosa.
La Sra. Stuart girando sobre sí misma, se encamino hacia la salida del salón, tirando de la mano de Soraya, está había vuelto su cabeza hacia atrás con una sonrisa en sus labios, mientras caminaba con su cuerpo resistiéndose casi dejándose arrastrar mientras miraba a su spanker, su mano izquierda se sobaba el culo por encima de sus bragas, en la zona que había recibido la palmada, sin saber que las estaba mostrando, pues, parte de la falda se le había quedado trabada en su cintura, dejando a la vista la parte izquierda del trasero de Soraya, pudiéndola observar con gracia como se sobaba con su mano moviéndola arriba y abajo, sobre el trasero por encima de sus braguitas de dibujos de flores silvestres azules, así como lo colorado que tenía el culo, al quedar al descubierto parte de su nalga izquierda, pues la parte baja de sus nalgas quedaban al descubierto al no cubrirlas sus braguitas e inicio de sus muslos donde se notaba claramente que esa zona también se había centrado la azotaina.
Una vez salieron del salón, Soraya se dejó llevar por la fuerte mano de la Sra. Stuart, sentía una sensación que no esperaba experimentar, era nueva para ella. Resultaba algo raro para ella, pero era una sensación apaciguadora, le ardía el trasero bastante, pero no comprendía como podía sucederle, sus braguitas se seguían humedeciendo a cada paso que daba, y por raro que pareciera la sensación de llevar su culo ardiendo la embriagaba de placer, eso acompañado por que la Sra. Stuart la condujese hacia su habitación, eso la hacía sentirse como cuando era niña y su mama la llevaba al baño a bañarla, era como… volver a ser pequeña a sus veintidós años, pero con el contraste de llevar el culo como un tomate maduro, ardiéndole de manera placentera, algo que no había imaginado que así fuera, no hallaba palabras para describir aquellas sensaciones que estaba sintiendo por primera vez, y que la embriagaban. Iba Soraya tan abstraída en sus pensamientos, que ni se percató que ya estaban en su habitación, pareció despertar cuando vio que la Sra. Stuart se sentaba sobre la cama, sin decirle nada en absoluto, tiro de Soraya haciéndola caer sobre su regazo boca abajo, su cuerpo se estremeció de terror pensando que la iba a castigar de nuevo, sobre todo al levantarle la falda y sin mediar palabra bajarle Las bragas a medio muslo, las nalgas temblaban como si tuviera un tic nervioso de miedo, era incapaz de detener aquel leve temblequeo. Cuando sintió algo líquido y frio en sus nalgas, luego siguió un apaciguador sentimiento, así como tranquilizador cuando la mano derecha de la Sra. Stuart repartía por toda la superficie del trasero aquella crema hidratante, ahora recordaba las palabras del Sr. John tranquilizándose relajando el trasero, resulto algo sensacional, a no ser por las frases que dijo la Sra. Stuart mientras le acariciaba el culo, trazando círculos haciendo que la piel castigada fuese absorbiendo aquella delicia de crema fresquita y placentera…
(Sra. Stuart) -. Serás desvergonzada! Mira cómo te has puesto las bragas recién puestas limpias, cochina!!! No te da vergüenza haberlas mojado de esa forma, guarra!!! Debería ir a buscar el cepillo y darte una buena azotaina para que aprendieras!!! Que te has creído tú!!! Y esto! Que es esto, eh? Mira como llevas la entrepierna, cochina!!! .- Esto último se lo decía al pasar la mano por su entrepierna, repartiendo bien la crema, y sus dedos rozar el sexo de Soraya el cual se encontraba completamente mojado de sus fluidos, y como esos dedos se adentraban más en esa delicada zona, llegando incluso a introducir en el sexo uno, dos y tres dedos, que hicieron que Soraya se avergonzara de sí misma al sentir el contacto íntimo, pero al mismo tiempo se moría de puro placer, ya que aquella caricia interna desbordo por completo a la joven, estallando su sexo en un orgasmo espontaneo e inesperado, que le hizo temblar sus muslos irrefrenablemente. -. Nada más faltaba esto por ver!!! Marrana!!! Mira que correrte en mis dedos, cochina!!! Ahora mismo voy a ir a decírselo al Señor y que venga a castigarte, por cochina y marrana!!! Súbete las bragas tu misma, que voy a avisarle. Ya te puedes preparar para la que te espera!!!
La Sra. Stuart la dejo caer al suelo empujándola con sus manos, cayendo de rodillas Soraya, y ponerse en pie de sopetón, seguidamente está, salió como una exhalación por la puerta cerrándola.
Soraya quedo asustada mirando hacia la puerta, estaba metida en un problema, se levantó del suelo al tiempo que se subía las braguitas las tenía bajadas a medio muslo enrolladas así mismas, se las subió lentamente al costarle un poco el desenrollarlas, pero en segundos ya se las había ajustado a su cintura. Las palabras de la “montaña de huesos” habían calado en la mente de Soraya. Las lágrimas habían vuelto aparecer en sus mejillas, emanaban de sus pupilas brillantes. El estómago le daba vueltas, como si tuviera mariposas revoloteando en su interior, sus manos sudorosas no dejaban de emanar el sudor, la angustia que sentía era enorme, el temor a lo que iba acontecer en breve la atormentaba, en cualquier momento se abriría aquella puerta entrando el Sr. John seguramente indignado. Soraya sin saber qué hacer, iba y venía de un extremo a otro en el interior de la habitación, estaba enfurecida con ella misma por ser tan tonta y haberse mojado sus bragas, iban pasando los minutos, cada vez estaba más asustada. En su mente, se maldecía una y otra vez así misma por haberse mojado las bragas de tal forma, hubo un momento que se ilumino su rostro con una sonrisa, pensó en mirar en el cajón de donde la Sra. Stuart había extraído la ropa interior, pensó que deberían de haber otras iguales o similares para cambiarse las bragas antes de que el Sr. John entrara por la puerta. Pero para su sorpresa no había ninguna iguales, habían como dos docenas de bragas bien colocadas, estaban de tal forma guardadas que a la vista estaba que si las tocaba, sabría la Sra. Stuart que las había tocado, pues nadie podía tener la ropa interior tan bien ordenada, mirándolas paso las manos con cuidado sobre ellas, quizás debajo hubiera otras que fueran iguales, pero tampoco fue así, las que habían debajo eran también diferentes, dio una pataleta de disgusto con su pie derecho en el suelo.
La puerta se abrió en ese instante, del susto que se llevó, se le cayeron al suelo una de las braguitas que había sacado sin querer, debido al auto reflejo del pánico que sintió ver al abrirse la puerta de la habitación. Disculpándose ante la sombra que veía que entraba por la puerta…
(Soraya) -. Le ruego que me discul…
Se calló repentinamente al ver quien entraba por la puerta, era Carmen la doncella.
(Carmen) -. Que te sucede? Vaya cara de susto tienes, ni que hubieras visto un fantasma…
Eso enfureció sobre manera a Soraya…
(Soraya) -. Joderrr!!! Podías llamar antes de entrar, vaya susto me has dado! Creí que era el Sr. John que venía a… cas…tigar…me, pues la Sra. Stuart me ha dicho que iba a buscarle…
(Carmen) -. La he visto entrar en su habitación, cuando ha salido de esta!
(Soraya) -. Entonces… no ha ido a buscar al Sr. John?
(Carmen) -. Ni creo que lo haga, el señor y la señora han salido de la casa, yo les he cerrado la puerta al salir. Porque debía ir avisarle?
(Soraya) -. Pues porque me he…moja… .- En ese instante Soraya se calló, le daba vergüenza decir el porqué. -. A ti qué diablos te importa…
(Carmen) -. Vaya con la niña pija, vaya maneras de responder.
(Soraya) -. A mí no me llames pija, .- Poniéndose los brazos en jarras avanzo altanera hacia Carmen con cara de pocas amigas -. y menos una criada como tú, yo al menos no vengo a esta casa a servir a nadie…
(Carmen) -. Vaya con la mojigata que hace un momento berreaba por una simple azotaina!
(Soraya) -. A mí no me llames mojigata o te vas a enterar!!! Y yo no berreaba…
Las dos chicas estaban a menos de un metro en ese momento, una de otra…
(Carmen) -. Ha sí! Y que me vas hacer tú! Niña pija y llorona!!!
(Soraya) -. A mí no me llames llorona!!! Vas a ver tú…
Las dos se agarraron de los pelos forcejeando entre ellas, empezando una pelea entre ellas dos, cayendo sobre la cama arrugándola toda, forcejeaban una contra la otra, sus faldas cortas y tableadas se agitaban por si solas en el aire, desvelando sus bragas así como sus colorados traseros, acabando cayendo de la cama y rodando por el suelo, Soraya fue la primera en levantarse, dando a Carmen una patada en el culo que la hizo darse con la cabeza en el suelo, intento levantarse con rapidez, pero al estar desprevenida acabo recibiendo otra patada en el vientre, la cual la hizo rodar por el suelo tirando el tapete que había sobre la mesita de noche, cayendo este al suelo y arrastrando tras el la lámpara que quedo hecha añicos al golpearse contra el suelo, Carmen había apoyado sus manos en el suelo para ayudarse a levantarse, entonces Soraya cogió una de las dos almohadas que habían en la cabecera de la cama, golpeando a Carmen con ella, trastabillando se pudo levantar del suelo y yendo hacia la cama, agarro la otra almohada para golpear a Soraya, la cual no cesaba de darle almohadazos en la cabeza, en el culo, en la espalda, en donde podía… Tardo un tiempo Carmen en rehacerse, pero al final pudo contratacar a su atacante de la misma forma, los almohadazos los recibía una y otra, las dos se estaban dando a base de bien, hasta que las almohadas no resistieron más golpes y estas se abrieron por la cremallera destrozada, empezando a salir plumas y más plumas de su interior, en segundos por toda la habitación volaban esas plumas y seguían saliendo más y más, hasta formar una nube de plumas llenando de estas, la cómoda, la mesita, la cama, el armario, las sillas, la mesa del escritorio, toda la habitación estaba llena de plumas, por todas partes… así estuvieron golpeándose una a la otra hasta que no salieron más plumas de las almohadas, entonces se liaron a bofetadas, tanto daba una, como recibía la otra, hasta que con el escandalo formado… apareció el Sr. John indignado, furioso…
(Sr. John) -. Qué diablos está pasando aquí? Se puede saber a qué viene este escándalo, como os habéis atrevido a destrozar la habitación de este modo y todo a vuestro paso? Y La Sra. Stuart? Donde esta esa mujer!!!! Y como ha podido permitir este destrozo!!! Esto os va a costar muy caro jovencitas!!! Pero se puede saber dónde está esa mujer? Y vosotras dos… vosotras dos… que voy a tener que hacer con vosotras dos…? Habéis convertido la habitación en una cancha de boxeo… Pero voy hacer que os arrepintáis las dos! Ya lo creo que os vais a arrepentir!!! No sabéis ni por asomo la que os espera a ambas por vuestra desfachatez y locura!! En qué diablos estabais pensando para liaros entre vosotras a golpes? Es que no vais a explicar ninguna de las dos a que ha venido esto?
(Soraya) -. Tranquilícese señor! Pagare los daños que he causado, ahora mismo abandonare su casa y me iré… Quizás no fue buena idea después de todo, venir a su casa… Igual no estoy preparada para esto…
(Sr. John) -. Preparada, dices? Que no estas preparada? Pero que te has creído, que vivir en esta casa es un simple juego? Que basta con decir que igual no estabas preparada? Te has parado a pensar un momento que te vas a ir de rositas, habiendo formado este desastre? Chicas os voy a poner el culo ardiendo como un volcán en erupción…!!! A las dos…!!! Antes te había hablado de una hipótesis futura, de probar el cepillo…!!! Ahora después de esto…!!! Ya no es una hipótesis…!!! Lo vas a probar ahora mismo…!!! Y tú también…!!! Eso lo vas averiguar en breve, mejor dicho lo vais a averiguar las dos! Vamos a mi despacho!!! Y no quiero tener que repetíroslo dos veces!!! Ya os voy a enseñar lo preparadas que estáis las dos!!! Esa mujer…. Dónde está? Venga acompañadme…
Abandonaron la habitación saliendo el Sr. John delante, detrás de él cabizbajas iban Soraya y Carmen, se lanzaban miradas entre ellas que las fundirían de ser un metal. Andaban por el pasillo, hasta que el señor se detuvo en una puerta… golpeando con fuerza con sus nudillos de la mano derecha en la puerta…
(Sr. John) -. Señora Stuart, la quiero ver en mi despacho inmediatamente!!!
Sin más palabras siguió por el pasillo a paso ligero. Las dos jóvenes caminaban tras él… tenían que acelerar el paso para poder seguirle, algo que sus traseros recientemente habían recibido una azotaina, y sintieran leves pinchacitos que les obligaban a sobarse estos al caminar, mirándose la una a la otra, destellándose con las chispas que surgían al cruzarse sus miradas… pasaron ante la puerta que daba al salón, donde vieron a la señora con el rostro congestionado posiblemente tras escuchar como las regañaba su marido y de los destrozos causados, pero no pudieron ver nada más, pues su paso fue rápido pasillo adelante. Hasta unas puertas enormes, eran de roble muy antiguo y pesadas, las empuñaduras de los pomos estaban muy altos, a las altura de sus cabezas, empujándolas con fuerza estas se abrieron entrando en una estancia amplia, Soraya se quedó boquiabierta al entrar viendo que era una extensa biblioteca, nunca había visto tantos libros juntos, ni siquiera en la biblioteca pública, las estanterías ascendían desde un metro del suelo, en la parte baja eran puertas y repisas donde habían jarrones en vitrinas con grueso cristal, a simple vista no eran simples jarrones, encima y hasta el techo altísimo eran estanterías, con tallados en las aristas, pudo ver que en la pared del fondo entre estanterías había unas escaleras de caracol, dando a un pequeño altillo rodeaba toda la estancia, luego las escaleras que ascendían, a otro altillo más arriba, así hasta cinco altillos pudo contar, como si fueran andamios o empalizada. Desde los cuales se podía acceder a los libros sin necesidad de escalera para ojearlos, nunca hubiera imaginado poder ver una biblioteca… tan enorme…tan completa… en uno de los fondos de la estancia, no habían libros, en cambio habían un montón de cuadros con retratos, debían de ser de descendientes familiares por su parecido, como un árbol genealógico, por la manera que estaban colocados, bajo ellos había una gran mesa de despacho, por la grandeza debía ser una mesa de una madera muy antigua, tenía tallas grabadas en la parte que daba a la amplitud de la biblioteca, muy similares a las tallas de las estanterías, con un enorme sillón de cuero marrón, tras la mesa. Vieron como el señor bordeaba la gran mesa y tomaba asiento. Las dos jóvenes quedaron en pie a unos metros de la mesa, donde les fue indicado detenerse y no pudiendo avanzar más, dado el rostro de enfado del señor, el cual les dio mucho respeto haciéndolas temblar, pero la que más lo temía era Carmen, pues ella por llevar más tiempo en la casa sabía que iba a ocurrir, en cambio Soraya aparte de estar decepcionada de ella misma, estaba convencida que debería marcharse en breve, lo había estropeado todo con su carácter irascible, pues había cometido un gravísimo error estropeándolo todo con su torpeza, con la de veces que había soñado vivir una experiencia así, y había desaprovechado la oportunidad de su vida. Las dos chicas se veían así mismas muy pequeñas ante una mesa tan enorme, aparte de la preocupación de ambas, pero de distinta manera, Soraya estaba convencida que tendría que irse, aunque ya le había anunciado el Sr. John que iba a ser castigada, al igual que Carmen. Estaba convencida que las dos serian expulsadas, en cambio, Carmen solo pensaba en la terrible azotaina que la esperaba, en su mente ni por un momento se le paso la idea de ser expulsada, pues conocía muy bien las consecuencias que iba a tener su poca cabeza, al liarse a mamporros con la que iba a ser la señorita de la casa e hija adoptiva de los señores.
(Sr. John) -. Niñas!!! Se puede saber qué demonios estabais pensando para un comportamiento digno de pelantruscas de las calles…? No acabo de concebir en la mente como habéis podido comportaros de un modo tan grotesco, que no pienso tolerar en vosotras, ni dentro estas paredes…!!! Que os pensáis…? Que esto que ha sucedido no es nada, que con un simple lo siento, señor! Ya está arreglado? Y tu Soraya, desvergonzada!!! Que es eso de que te vas a marchar? Que vas a pagar los daños que has causado? Con tu sueldo tardarías años en pagar el destrozo que has causado! Y tú, Carmen? También vas a salir por esa puerta y te vas a marchar? Así, sin más? Ambas olvidáis un punto muy importante! Esta casa se rige por una férrea disciplina! Y las faltas que se cometen reciben un severo correctivo!!! .- Carmen tenía la cabeza inclinada mirando el suelo, tenía su blusa desabotonada por el forcejeo de la pelea, al igual que Soraya. Así como la blusa fuera de la cintura de sus faldas, la falda alicaída a uno de los costados, las bragas metidas las perneras en la media luna central de sus traseros, por lo visto habían forcejeado de ellas también, como con el resto de sus ropas y los calcetines caídos a los tobillos…-. Primero antes de nada, pequeñas desvergonzadas!!! No puedo ni miraros de la pinta que tenéis las dos, de la manera que habéis arrugado vuestras ropas, parecéis las dos, unas pordioseras, por fortuna no las habéis desgarrado! Venga! Arreglad vuestra pinta de gamberras callejeras y Arreglaos la ropa! Vestiros como lo deben hacer dos jovencitas de vuestra edad, adecentaos ahora mismo las dos! A que estáis esperando…? Queréis que lo haga yo mismo? Como me hagáis levantarme lo vais a lamentar…
Carmen y Soraya se miraron con sus ojos que seguían echando chispas entre ellas fulminándose con sus miradas, al ver sus ropas, la verdad es que estaban hechas unos cirios… avergonzadas obedecieron. Se abotonaron sus blusas, las introdujeron los faldones de las mismas entre la cinturilla de sus faldas, pasándose las manos por sus cabellos se los arreglaron dentro de lo posible, al no disponer de cepillo cerca. Sus faldas fueron puestas rectas y en su lugar, se subieron los calcetines y ambas arreglaron su ropa interior, introduciendo sus manos bajo sus cortas faldas y introduciendo dedos índice y corazón tensaron las perneras de sus braguitas ajustándoselas bien a sus traseros.
(Sr. John) -. Eso está mejor, ahora tenéis buen aspecto las dos… al menos. Daos la vuelta y enseñad vuestras bragas, que vea que os habéis arreglado vuestras bragas…!!! .- Las dos a la orden dada se giraron sobre sí mismas, sus cortas faldas dejaban claramente a la vista la parte baja de sus bragas, se levantaron las faldas sonrojándose de la vergüenza al tener que mostrar sus braguitas al unísono. -. Bien podéis bajaros la falda y volver a mirar al frente de nuevo…
En ese instante entro como una exhalación la Sra. Stuart. Venia contrariada con la mirada perdida, pues no comprendía nada de lo sucedido y mucho menos porque había sido requerida al despacho, a paso ligero se acercó hasta el lateral de la mesa deteniéndose a la derecha del señor, entre el Sr. John a su izquierda y las chicas a su derecha, echándoles una severa mirada que las fulminaba, las dos chicas no pudieron mantener la mirada en ella, bajándola al suelo avergonzadas.
(Sra. Stuart) -. Perdón señor! Que es lo que ha sucedido, no comprendo este requerimiento, no tanta urgencia, no, no…
(Sr. John) -. Señora!!! Donde ha aprendido usted esos modales? Qué manera de entrar es esa en mi despacho, no la enseñaron de niña, que hay que llamar a las puertas para entrar .- Le corto el Sr. John sin dejarla terminar de hablar..- Ha usted le pago un sueldo mucho más que razonable para ocuparse de la casa, así como de la disciplina del servicio, ha ocurrido un acto intolerable con el servicio, en concreto con la doncella Carmen, la cual está bajo su tutela, y de la que debe ocuparse personalmente de ella. Me puede decir donde se encontraba usted, cuando debería estar custodiando la seguridad y cuidando la casa en mi ausencia. Es que no voy a poder salir sin tener que preocuparme del servicio? Para que la contrate a usted? Ha visto el destrozo que ha organizado la doncella? Vaya a la habitación de Soraya la invitada y explíqueme porque ha podido suceder ese hecho. Vaya!!! Ahora!!!
La señora Stuart abandono el despacho, avergonzada por la bronca que acababa de recibir, encaminándose por el largo pasillo, al llegar a la habitación de Soraya y ver el destrozo que había, se llevó las manos a la cabeza. Aquello no podía traer nada bueno, estaba en riesgo su puesto de trabajo o algo que podría ser mucho peor, pero no podía traer nada bueno aquel desastre… en apenas unos minutos apareció en el despacho de nuevo, nuevamente entrando sin llamar, apareciendo con el rostro congestionado del enfado, fue directa hacia Carmen sin mediar palabra alguna, al estar a su lado, le empezó como si estuviera poseída a darle azotes con la mano en el culo a la doncella, como está trataba de escapar, la Sra. Stuart la sujeto haciéndola doblarse inclinándola hacia adelante y sujetándola bajo su brazo izquierdo, le levanto la falda y le bajo las braguitas blancas, los azotes seguidos no se hicieron esperar, Carmen forcejeaba bajo el brazo intentando escabullirse de la azotaina, sin éxito. El señor con cara de indignación la miraba consternado por su osadía, pues la Ama de Llaves estaba castigando a la doncella sin previo permiso del señor de la casa allí presente, algo que al señor no le gustó nada, por su gesto de disgusto…
(Sr. John) -. Señora Stuart!!! Sra. Stuart!!! Ross Mery!!!
(Sra. Stuart) -. Perdón señor no le escuchaba…
(Sr. John) -. Quiere hacer el favor de dejar de darle azotes en el culo a la doncella y venir aquí!!! .- La señora Stuart y ama de llaves de la casa, soltó a la doncella Carmen. Esta tenía la cara claramente agraviada por la azotaina breve que acababa de recibir, había resultado algo bochornoso para ella, recibir aquella azotaina estando Soraya a solo dos metros de ella, viéndola sonreír, mientras Carmen se debatía bajo el brazo izquierdo de la ama de llaves, con las bragas bajadas y el trasero al aire, apenas se sintió libre de la inmovilización en la que se había visto, se subió las bragas blancas con rapidez con el rostro rojo de la vergüenza. Miraba a Soraya como había girado la cabeza y le sacaba la lengua. De buena gana se le hubiera lanzado al cuello y sacado los ojos a aquella indeseable que se burlaba de ella, pero sabía que estaba metida en un buen lio, y hubiera empeorado más su situación, si es que aquello era posible. En cambio, la Sra. Stuart se arregló la falda, así como su blusa, una vez se vio bien. Se acercó hasta estar frente a la mesa del despacho..- Le parece correcto lo que acaba de hacer Ross Mery! Para empezar Ross Mery! Estamos en mi despacho, y estas dos jóvenes han causado un buen estropicio, pero han sido las dos, las ejecutoras de esa acción, y no solo la doncella. Las dos serán convenientemente castigadas desde luego, no se preocupe que sabrán bien lo que han provocado ellas, puede estar bien segura de ello. En mi presencia que sea la última vez que castiga a Carmen sin haberla autorizado hacerlo, estando yo presente soy quien decide a quien se debe castigar, ha entendido? Ahora necesito saber dónde estaba usted? Pues de haber ocupado su lugar de supervisión del trabajo de la doncella, y de la casa en cuestión. Esto no habría podido suceder, verdad? O al menos, no de una magnitud que ha causado daños irreparables, se puede saber, o me puede decir que hacia usted encerrada en su habitación? No era su tiempo de esparcimiento personal, verdad que no? Entonces porque no estaba en su puesto? Puede explicármelo. .- John se levantó de su cómodo sillón, colocándose en el lateral de su mesa justamente en la esquina derecha. Estaba esperando una respuesta. Pero esta no llego a sus oídos… .- Es justo lo que me temía. No tiene excusa posible verdad? Hace el favor de acercarse a mi mesa y bájese la falda y inclínese sobre la mesa, no me gustaría tener que repetírselo…
La señora Ross Mery Stuart era una mujer inglesa, en su familia había habido grandes Institutrices desde el siglo XVIII, ella no había podido ejercer como institutriz, por esa razón se había instruido para ser Ama de Llaves, un oficio muy característico del reino anglosajón para las mujeres. Ella personalmente había trabajado en grandes casas, y lo que estaba a punto de suceder, no iba a ser la primera vez. Además era justamente lo que se había temido que podría suceder, mucho peor que la bronca que acababa de recibir minutos antes. Si no tuviera la certeza de que era su responsabilidad, al escuchar la orden de inclinarse sobre la mesa, se habría negado. Pero ella sabía perfectamente cuál era su trabajo, y lo había incumplido por hacer algo que no debería de haber hecho, pero siempre había resultado una debilidad suya, ella tenía cierta tendencia hacia las chicas, nunca había estado con un hombre. Y la pequeña Soraya al llegar al clímax sobre sus rodillas, había sentido la enorme necesidad de apaciguarse a sí misma, por ello había desatendido sus obligaciones. Por lo tanto no lo dudó un instante, con su mano derecha bajo la cremallera del lateral de la falda, está cayó alrededor de sus pies, se inclinó sobre la mesa apoyando su pecho, sentía cierta vergüenza al mostrar su intimidad ante un hombre, algo que además le horrorizaba. Pero se lo había buscado. Llevaba unas bragas grandes clásicas en una mujer de su edad, aunque no era muy mayor, apenas unos cuarenta y cinco años, estas eran de encaje negras, quedando expuestas ante un liguero negro, el cual sujetaban unas medias de costuras negras. Pudo sentir como el señor se alejaba de ella por el sonido de sus zapatos, y que unos segundos después volvía hacia ella. Sintió como depositaba algo sobre su espalda, pero no quiso saber con qué instrumento iba a ser castigada y no miro. Sintió una sensación fría en su espalda, los dedos del señor estaban fríos, ya que estos habían sujetado de sus dedos el elástico de la cinturilla de sus bragas negras de encaje, sintió vergüenza al quedar su trasero al aire y a la vista de un hombre, mas mientras este se las bajaba muslos abajo, sabiendo que su sexo estaba al descubierto ante su mirada, dada esa posición sabia como el sexo quedaba bien expuesto dado la desnudez, no lo solía llevar muy poblado de vello, pues le gustaba recortárselo. Una vez tuvo las bragas bajadas, sintió un estremecimiento al sentir como el objeto dejado sobre su espalda, volvía a ser recogido. Tal como estaba echada sobre la mesa, tenía la cabeza ladeada hacia las chicas, sabía que ellas no podían ver su desnudez desde su Angulo, pero no podía hacer nada para que no presenciaran su castigo. Por lo tanto ella las miraba fijamente, estas al verse observadas no hicieron gesto alguno, excepto cuando vieron que el instrumento elegido se elevaba por encima de la cabeza del señor, cerrando los ojos al ver que este descendía con fuerza hacia el trasero de la ama de llaves. En ese momento al verlas como cerraban sus ojos, supo que en breve iba a sentir mucho dolor en sus nalgas, y así fue sintió como la vara mordió sus blancas nalgas, el silbido en el aire al cortar este, fue lo que la hizo saber con qué instrumento iba a ser castigada, la vara subió y bajo varias veces seguidas, sin apenas más pausa que la de unos segundos en los cuales, apenas tuvo tiempo para coger aire. Todo acabo rápido, aunque fue un severo castigo, ya que en los apenas diez minutos que duró el castigo, cincuenta fuertes varazos habían dejado marcas cruzadas rojas y azuladas en sus rojas nalgas, pues la superficie de rojo era mayor que algunas marcas alineadas azuladas. Apenas recibió la orden de poder levantarse, lo que hizo primero fue subirse las bragas, no sin serias dificultades, aunque sus ojos apenas habían pestañeado durante el castigo, y no había surgido ningún gemido o quejido de dolor de sus labios, eso no quería decir que no hubiera sentido nada, el culo le dolía horrores, así lo atestiguaban los gestos que hacia al subirse las bragas negras de encaje, o como poco después con gran pesar tuvo que agacharse para poder subirse la falda, una vez se la hubo subido, cerro la cremallera en su costado derecho, y alisando el trasero de su falda, aunque al alisarlo, fueron varias veces las que sus manos pasaron por encima de este, con seriedad se giró hacia donde el señor se mantenía de pie tras de ella, y miro hacia el suplicante, pero con aspecto serio. Estaba deseando poder retirarse a su habitación.
(Sr. John) -. Bien Ross Mery. Puede usted retirarse a sus aposentos, a la hora de la cena espero que este dispuesta para ocupar su puesto, retírese!!!
Camino con toda normalidad saliendo del despacho, como si no hubiera ocurrido nada. Una vez fuera de la vista de miradas, rompió a llorar como una chiquilla, teniendo que apoyarse contra la pared para no caerse al suelo, sus manos se las llevó al culo sobándoselo con suavidad, teniendo la necesidad de caminar a su habitación apoyándose contra la pared, para facilitar sus pasos, al llegar y entrar, nada más cerrar la puerta se dejó caer sobre la cama boca abajo llorando desconsoladamente.
Las chicas estaban aterradas Soraya y Carmen se miraban una a la otra, sin rencor alguno, ahora se sentían estúpidas las dos. Soraya después de ver lo que había sucedido con la mujer que hacia unas horas le había dado una azotaina a ella, y como había sido castigada esta. Ahora estaba segura de que no iba a salir de la casa, que no sería expulsada como pensaba, ahora tenía muy claro que iba a ser castigada ella y la doncella. Por eso todo el tiempo había visto muy preocupada a la doncella, esta si sabía que sus castigos eran inminentes, si no estaban sus traseros en llamas en aquellos instantes, era por una sola cuestión. El señor John deseaba saber de boca de la ama de llaves lo sucedido y si esta, tenía algo que ver en haber desatendido su trabajo. Soraya no era ninguna niña, y se daba cuenta de las cosas. Quizás al comienzo hubiera obrado de una manera poco al estilo de una spankee, pues era novata en este mundo y eso saltaba a la vista por sí solo. Pensar que iba a poder marcharse por lo sucedido, temiendo que la iban a expulsar era algo que en estos momentos tenía muy claro que no iba a suceder.
Tanto Soraya y Carmen estaban aterradas, pues veían como el señor aun llevaba la vara en la mano, Carmen estaba aterrorizada sin dejar de mirar aquella vara, en cambio, Soraya estaba aterrada del rostro de pánico que tenía Carmen, algo la decía que debía preocuparse, lo cual le indicaba que debía de ser algo terrible. Carmen respiro aliviada al ver como el señor dejaba de nuevo la vara en el lugar de donde la había sacado, a lo que Soraya al verla suspirar más tranquila, también se relajó bastante. Aunque seguía viendo pánico en la cara de Carmen. El señor John salió del despacho sin mediar palabras con ellas. Momento que aprovecharon para hablar…
(Soraya) -. Carmen lo lamento de veras mi comportamiento, yo no soy así.
(Carmen) -. Descuida, no pasa nada. Además a una spankee le gusta ser castigada, a mí me encanta desde luego, pero cuando me apetece, me gusta meterme en problemas por mi sola y causándolos yo. Cuando los provoca otra persona, en este caso tú, no me hace gracia alguna, pues a mí la señora ya me ha dado una azotaina antes de llegar tú, y te aseguro que tiene una mano tan pesada como el señor. Y… también he llorado, no es que tú seas una llorona, no debía de habértelo dicho.
(Soraya) -. Yo tampoco debía haberte respondido como he hecho. Lo lamento mucho… me podrás perdonar? Somos amigas? Si?
(Carmen) -. Pues… porque no. Vale. Tienes mucha experiencia como spankee?
(Soraya) -. Qué va! Es mi primera vez, y veo que soy muy incrédula. Yo creía que me iban a expulsar de su casa, por lo que hemos hecho. Y además mi primer día…
(Carmen) -. Puede que te expulsen, pero no por este motivo… Pero no lo harán porque ellos quieran hacerlo, será porque tú pidas irte. Ellos en el tiempo que los conozco, no han echado nunca a nadie por ser traviesas o rebeldes. Las pueden expulsar por ser mal habladas o por robar, no como travesura, como travesura lo puedes hacer, el cogerles dinero, yo lo he hecho alguna vez y aquí sigo, pero las que han robado por sacar el dinero o joyas de la casa, son expulsadas de verdad y sin zurrarlas.
(Soraya) -. Y como saben la diferencia…?
(Carmen) -. Si robas y te compras algo trayéndolo a la casa, conservando el resto del dinero o gastándolo todo, pero teniendo lo comprado en esta casa, entonces lo ven como una travesura… además porque si yo robo algo, procuro que me pillen, y si no lo hacen, hago que me vean con lo que he comprado puesto, en otras palabras hago que me descubran, busco que me castiguen…
(Soraya) -. Y… y son estrictos?
(Carmen) -. Lo vas a comprobar en breve guapa! Por algo como esto, no lo sé. Nunca se me ha ocurrido y mucho menos lo he pensado en hacerlo. Aunque la angustia que estoy sintiendo por ello, es la leche, estoy que me meo en las bragas de miedo. Y eso me encanta, pero es pánico lo que tengo también…pero por otro lado, tengo mis braguitas… Ya te imaginas como… tu como estas?
(Soraya) -. La verdad? No lo sé, asustada eso sí. La azotaina que me ha dado antes la Ama de llaves era mi primera vez, por lo tanto siento miedo en general por estar aquí, pero no puedo saber mucho más… es una incógnita, no sé, y no sé qué debo sentir, aunque no me arrepiento de estar aquí, eso sí lo sé y estoy segura de ello, la semana pasada solo de pensar en la cita con un matrimonio de spankers, iba excitada todo el día, después de la cita no te haces idea, no podía pensar en nada más que en verme sobre sus rodillas con la falda levantada, recibiendo una azotaina, estos días han sido una verdadera locura para mi…
(Carmen) -. Ssssss… calla, se escuchan pasos… alguien viene…
Volvió en unos minutos John entrando al despacho de nuevo, esta vez no venía solo. La Sra. Abba venia tras él hablando en inglés, estaba muy enfadada por las voces que daba, las chicas lo podían deducir de ese modo.
(Sr. John) -. Podéis estar orgullosas chicas! Buena la habéis armado entre las dos. Mi esposa está que trina, esa habitación que habéis destrozado era de un valor incalculable, muchas de las piezas eran únicas. Como vosotras que sois únicas metiéndoos en líos, y vaya líos… ya veo que os habéis hecho amigas, ya veremos si después de la que os espera también lo sois. Y bien cual de vosotras dos me va a contar lo que ha sucedido hoy en esa habitación, cual de vosotras dos es la única culpable? Una pelea no es tal, si una de vosotras se hubiera negado a ella, la otra habría acabado desistiendo muy posiblemente. Por lo tanto según esa hipótesis, sois las dos culpables? O por el contrario solo una de vosotras. Pero seré indulgente con aquella que solamente se defendía, y recibirá más severamente la que peleaba de verdad, así como la causante de todo pagara solo ella, y la otra saldrá mejor parada, pero también será castigada, bastaba con haber acudido a la Ama de Llaves y ella lo habría solucionado, pero en ese aspecto os concedo la gracia de perdonar ese punto, dado que la Ama de Llaves no se encontraba en su puesto… Por lo tanto no seré muy severo, pero si os aplicare el correctivo con firmeza.
John se apartó de ellas dirigiéndose hacia donde se había sentado su esposa, en el cómodo sillón de la mesa del despacho… Las dos chicas se susurraban entre ellas…
(Carmen) -. Que quieres que hagamos? Se confiesa una inocente, y la otra reciba el… bueno, el…
(Soraya) -. No sé, igualmente recibirá la que se confiese inocente, que van hacer, matarnos? No he provocado esto voluntariamente, simplemente sucedió… Pero tampoco me gustaría ahora que ya somos amigas que recibas más de la cuenta, siendo yo la culpable.
(Carmen) -. Tienes razón que recibiremos las dos, quizás tardemos en recuperar nuestros traseros, pero no voy a dejar que seas tú la valiente, además me produce morbo ser castigada por culpa de una extraña, y ahora que somos amigas, es una pasada lo que estoy sintiendo en estos momentos, una mezcla de angustia y deseo, llevo el fondillo de mis bragas empapadas, incluso creo que empieza el fluido a bajar por mis muslos, siento algo que baja por ellos… mejor callamos y que sea, lo que sea, que nos ocurra por igual a las dos, te parece bien…
Las dos sonreían al unísono al asentir Soraya a la propuesta, Carmen se levantó la falda con una sonrisa enseñando sus bragas blancas a Soraya, era cierto, se las veía muy mojadas justo en el fondillo de ellas y entre sus muslos se apreciaban unas gotitas como de sudor, pero no era sudor… esta se reía al verle las braguitas, Soraya, envalentonada hizo igual levantándose su falda…enseñándole sus bragas blancas con flores silvestres azuladas. El fondillo de sus braguitas también se apreciaba un color amarillento clarito, también las llevaba mojadas, aunque no tanto como Carmen, quizás por ser temerosa a la azotaina, la desmotivaba en ese aspecto por el temor. No hizo falta nada más… John las vio en su juego de revoloteo de faldas y braguitas a la vista. Eso hizo que se precipitara la situación. Pero fue Abba, la esposa la que se precipito a paso ligero adelantando a su marido, encaminándose hacia Carmen a la cual le reprocho…
(Sra. Abba) -. Se puede saber que has hecho con tu cofia? .- Carmen se encogió de hombros sin saber que responder, una bofetada en la mejilla izquierda muy sonora la hizo girar la cabeza, apareciendo en su mejilla la marca de los dedos y siguió al interrogatorio -. Y tu delantal, donde esta? .- Carmen tenía su mano izquierda posada en su mejilla, tras la sonora bofetada, no respondió. Otra bofetada resonó ahora en la mejilla derecha, dada con el revés de la mano derecha de la Sra. -. Eso es motivo para reírse tanto entre vosotras? Como os atrevéis a levantar vuestras faldas y mostrar vuestra intimidad de esa manera tan indecorosa? Por lo visto tenéis muchas ganas de reíros, verdad? Tan gracioso es el haber destrozado la habitación? Sabéis el valor sentimental que tenían los objetos que habéis roto? Os hacéis una idea de cómo me he sentido a ver mis recuerdos de la infancia desperdigados por el suelo? Creéis que se puede recuperar el mal que habéis causado entre las dos? Mi lámpara de noche, esa lámpara era de mi abuela, no tenía precio para mí. Era una lámpara que no valdría más de diez dólares, pero no la habría vendido ni por diez mil dólares. La colcha que cubría la cama, la había hecho yo de niña. Mi bisabuela me enseño hacer puntilla y juntas la habíamos hecho, creéis que tenía poco valor? Era mi mayor tesoro… y otros objetos varios que tenían ciertos recuerdos de infancia, y todos han terminado hechos añicos… La verdad, no tenéis ningún motivo para estar tan vivarachas, yo misma me voy a encargar de castigaros a las dos, y luego mi esposo que tiene más fuerza, espero que acabe por poneros vuestros culos como os corresponde… Tú!!! Vas a ser la primera…
La señora Abba cogió del antebrazo a Carmen, y tirando de ella, casi arrastrando los pies y trastabillando, se la llevo a la pared de la izquierda de la mesa y enfrente de la puerta, donde había un sofá tapizado de la época victoriana de extraordinario valor. Se sentó en uno de ellos, tirando del antebrazo hacia ella misma, Carmen avanzo ladeando su cuerpo hasta que sus rodillas tocaron sobre las piernas de la Sra. Al no poder avanzar más, perdió el equilibrio cayendo su cuerpo sobre las piernas de la Sra. Quedando boca abajo su cuerpo, sus piernas se levantaron por la inercia del suelo quedando perpendicular a su cuerpo, antes de dejarlas caer y apoyar la punta de sus zapatos contra el suelo, el revuelo de la falda tableada negra del uniforme de servicio fue tal, que quedo sobre su espalda bien estirado formando una corona, dejando al descubierto el trasero de Carmen únicamente cubierto por sus bragas blancas. Acto seguido la mano de la Sra. Abba comenzó a darle una azotaina por encima de sus bragas blancas, las cuales estaban en claro contraste con la parte del trasero ya colorado de la anterior azotaina y que no cubría sus braguitas. Pero fue algo breve, ya que la Sra. En su ímpetu por hacer danzar el trasero de la doncella, le daba azotes muy fuertes, sin recordar que hacía poco le había dado otra azotaina en ese mismo sofá, la mano de la Sra. Abba, sintió el esfuerzo realizado anteriormente, por lo que tomo la decisión de utilizar algo más certero al igual que menos molesto para ella, de forma más activa, la Sra. Introdujo sus dedos delgados y largos, entre la cinturilla del elástico de las braguitas por la cintura, y tiro de estas hacia abajo, de un golpe quedaron a la altura de los tobillos tapando los zapatos negros sin tacón. Entonces la Sra. Inclino su cuerpo manteniendo el de Carmen en su regazo, con el trasero aun colorado, rebusco en el suelo buscando su zapatilla, pero no la hayo. En ese momento su marido se inclinó alargando su mano al suelo, a unos metros de distancia, por lo visto había perdido la zapatilla en el forcejeo de conducir a la doncella, está intentando soltarse de la mano que la mantenía firmemente sujeta y al tirar tan bruscamente del antebrazo de la doncella.
Acercándose al banco alargo su brazo ofreciéndole la zapatilla, sujeta por la puntera paño, entregándole la zapatilla para que la agarrase por el talón.
(Sra. Abba) -. Gracias, muy amable. Por traerme mi zapatilla para encargarme de calentarle el culo a esta desvergonzada!!!
La zapatilla era muy sencilla, para ser un adinerado matrimonio. La zapatilla era común, de paño la parte del empeine del pie con los dedos descubiertos, con un dibujo de floreado de margaritas, y descubierta la parte del talón, con un grueso tacón de unos cuatro centímetros de goma aireada por burbujas de aire para hacerla más cómoda y una suela muy fina por una lámina también de goma o plástico muy ligera y moldeable.
Sin mediar más palabras La zapatilla empezó a azotar el culo desnudo de la doncella, el sonido que producía la zapatilla, era un sonido mudo, por el poco ruido que hacía. Pero al parecer eran contundentes a la hora de usarse para dar una azotaina, por la manera que la doncella estiraba sus piernas todo lo que su cuerpo era capaz, para poco después retorciéndolas entre ellas, separándolas, abriéndolas en cualquier dirección si no fuera por la traba que hacían sus braguitas en sus tobillos. De buena gana Carmen habría intentado protegerse el culo, pero la señora se las había colocado sobre su espalda y sujetado bien con su mano izquierda. Contoneaban sus caderas a derecha e izquierda, haciendo lo propio con sus piernas, pero estas seguían trabadas por sus propias bragas. El culo de la doncella cada azote que recibía se ponía más y más colorado, eran incontables los azotes que habría recibido, pues la zapatilla no hacía más que subir y bajar rápidamente, tan rápido como a la señora le daba su brazo posibilidad de dar aquellos contundentes azotes. Carmen hacia todo tipo de muecas con sus labios, tanto al abrírsele la boca, como cuando apretaba los dientes con fuerza. No es que lo hiciera para no llorar, pues hacían bastantes azotes que sus lágrimas habían brotado de sus pupilas, cayendo por sus mejillas. La zapatilla era poco ruidosa, pero a la vista estaba, era muy efectiva por el color rojo intenso, que estaban tomando las nalgas de la doncella. La cual no paraba de moverse sobre las piernas de la señora, señal inequívoca del dolor que sentía en su trasero, pues los zapatillazos continuaban cayendo con la misma intensidad y rapidez.
Soraya desde que viera como su nueva amiga, era conducida casi arrastras por la señora no había perdido detalle alguno, con los ojos como platos observaba como Carmen era tumbada sobre las rodillas, creyó que le daría la azotaina con la mano sobre las bragas blancas, casi le dio un vuelco el corazón al ver como la señora introducía sus dedos por la cinturilla del elástico y le bajaba las bragas. era la primera vez que iba a ver como otra chica recibía una azotaina en vivo y en directo, algo que resultaba muy excitante para ella y más cuando la señora comenzó la azotaina con la zapatilla, apenas llevaba unos minutos viendo cómo se retorcía su amiga, a la cual observaba como de debatía entre los azotes, en algo que se fijó atentamente fue en las braguitas blancas que se las habían bajado hasta los tobillos, le resultaba excitante en extremo, ver como las braguitas se estiraban hasta dar todo de la elasticidad del tejido quedando bien tensas, trabándole los pies, y como luego le quedaban colgando, para volver a estirarse en otra dirección. Soraya se sentía angustiada, pues luego llegaría su turno y seria ella la que se debatiera sobre el regazo, su mano derecha inconscientemente se la introdujo bajo la falda, más bien muy conscientemente, pues con la escena que estaba viendo se había excitado, sin poder evitar llevarse la mano al sexo, primero acariciándose por encima del fondillo de sus bragas, luego al ver que no la prestaban atención, decidió meter sus dedos por el interior del elástico de las perneras de sus braguitas y acariciarse sin nada que entorpeciera a sus dedos juguetones.
Llego el momento que se dejaron de escuchar los lamentos y los azotes, aunque Carmen sentía arder su trasero intensamente y siguiera llorando, había sido una larga e intensa azotaina con la zapatilla. La señora soltó las manos de la doncella, estás no tardo en llevárselas a su trasero frotándose con fricción. Soraya saco en ese momento la mano de debajo de su falda, secándose los dedos en sus bragas, (temía que la pudieran haber visto, por la cochinada que acababa de hacer, al secarse sus dedos en sus bragas) y antes de arreglarse la falda alisando su trasero, pues podía llegar su turno de manera inminente.
Para su sorpresa no fue así…
El Sr. John se sentó en el banco de al lado, viendo como su esposa, hizo a Carmen levantarse de su regazo. Esta se sobaba el trasero vigorosamente, pues sentía un enorme picor, además que lo tenía muy ardiente, no había mirado hacia atrás, por lo tanto no había visto que el Sr. John estaba detrás de ella, viéndola sobarse el culo ya que lo tenía a la altura de su mirada, entonces Carmen girando su cintura hacia el lado izquierdo, lo había hecho con la intención de mirarse el culo, algo que no llego hacer, pues su sorpresa fue mayúscula al verle detrás de ella, con algo en la mano que la aterró de pánico.
John la volteo como a una muñeca y asiéndola por la cintura, la levanto del suelo manteniéndola en vilo en el aire, y ante su sorpresa empezó a patalear para tratar de impedir que se la pudiera poner atravesada sobre su regazo, pero no lo logro, pese a su esfuerzo, el cual resulto en vano, pues acabo colocándola seguidamente sobre sus rodillas, empezando una nueva azotaina en el trasero ardiente de Carmen, esta comenzó a acusar el dolor, pues apenas se había podido recuperar de la azotaina con la zapatilla, y ya estaba recibiendo otra de nuevo. Soraya no podía apartar su mirada, su angustia por lo que estaba visualizando la había dejado parada, estaba aterrada de miedo, había visto videos de azotainas con el clásico cepillo de madera, y siempre se había sentido atraída por este instrumento, pero… ahora estaba viendo una azotaina en directo con el cepillo, las chicas que había visto en los videos que aguantaban estoicamente la azotaina con dicho instrumento, y ahora estaba viendo a Carmen recibiendo una azotaina con el cepillo.
Carmen no paraba de retorcer su cintura, así como sus caderas. Sus manos se apoyaban en la pierna del señor, haciendo fuerza sobre el con sus brazos y levantando su cuerpo del regazo, pero los azotes certeros le hacían mover esos mismos brazos, volviendo su cuerpo a apoyarse sobre los muslos del señor, eran movimientos alocados por el intenso ardor que el cepillo de madera le hacía sentir en sus castigadas nalgas. Carmen tenía un trasero más redondo y sus nalgas carnosas, recibían azotes en toda su superficie, no únicamente en el centro, el señor sabía cómo debía calentar un trasero, así que repartía los sus azotes por toda la superficie del trasero.
Las piernas de Carmen se agitaban a la desesperada, pero las bragas continuaban trabándole los pies, pero ahora las patadas que daba al aire eran más enérgicas y las braguitas salieron de sus pies despedidas, levantando el vuelo unos metros, para ir a caer poco más allá. Carmen se continuaba agitando sobre el regazo, pero el señor la tenía bien sujeta con la mano derecha de la cintura, ahora sus manos y pies subían y bajaban sin orden, dado el intenso ardor del trasero que debía de ser verdaderamente muy intenso, sobre todo viendo como el culo había cambiado de color, de un rojo intenso a un color entremezclado de granate y violáceo. Soraya se sobaba su trasero, era como si lo estuviera sintiendo arder, contemplando la severa azotaina que estaba recibiendo Carmen. Sentía arrepentimiento de que por culpa de su fuerte temperamento, Carmen lo estuviera pasando tan mal. Por su mente se le estaba pasando la idea de confesar que había sido ella la culpable, pero por otro lado su temor a que llegase su turno era más desalentador y no se atrevió a confesar. Aunque eso la hacía sentirse mucho peor, de sus ojos salieron unas apagadas lágrimas, aunque no supo si era por cómo se debatía su amiga, o porque ahora sería su turno. Siempre en sus sueños se veía así misma llorando cuando recibía una azotaina, pero no se imaginaba que pudiera llegar a ser tan doloroso recibir una de verdad.
Soraya se preguntaba cuánto tiempo más, podía durar la azotaina a Carmen. Viendo cómo se retorcía y de sus labios le caía saliva, su nariz moqueaba, y su llanto era desesperado. Cada vez estaba más aterrada pensando cuando la iba a tocar a ella. Vio que su amiga ya apenas pataleaba en el aire con sus piernas, sus brazos apenas se movían tratando de aferrarse a algo, debía de estar agotada. Pero no por ello el señor se detenía apiadándose de ella, si no, todo lo contrario ahora que apenas oponía resistencia, los azotes eran más certeros en el trasero de Carmen, ya no tenía el culo rojo, ahora era de un color violáceo o granate oscuro, teniendo que dolerle muchísimo por su manera de llorar.
El señor dejo el cepillo sobre el sofá, Carmen lloraba desconsolada. Había recibido una azotaina muy severa, pero también la falta cometida requería de un estricto castigo. Carmen sollozaba aspirando la mucosidad que colgaba de su nariz, con la mano derecha se quitaba la saliva que aun goteaba de su boca. La señora que no había perdido detalle de la azotaina, tenía en su rostro un gesto de preocupación, pero con una tenue sonrisa en sus labios, por lo cual se la veía satisfecha del castigo infligido a la doncella Carmen. Extrajo de uno de sus bolsillos un pañuelo, pasándoselo a Carmen por la nariz haciéndola sonar con fuerza, doblando el pañuelo volvió a pasárselo acabando de secarle la nariz, y luego con otro doblez, se lo paso por los labios de la boca secando la saliva.
El señor dándole una palmada que hizo estremecer a Carmen…
(Sr. John) -. Venga, levántate de mis rodillas… .- La ayudo a incorporarse con cariño, dejándola que se fuera recuperando y se levantara a su debido tiempo, quedando en pie poco después en el costado izquierdo de él, ya que la azotaina se la había dado con la mano izquierda. -. Bien pequeña! Tienes algo que decir a mi esposa?
(Carmen) -. Sra. Abba. Siento mucho todo el malestar que tiene usted por los daños que he causado, espero que me perdone, no lo volveré hacer…
(Sra. Abba) -. Espero que hayas aprendido la lección, y que no vuelva a suceder algo así de nuevo. Ya me pensare si debo perdonarte, ahora ponte tus bragas y colócate en el rincón…
Carmen agacho la cabeza retirándose, dio unos pasos atrás, y otros hacia su derecha, se giró sobre sí misma, entonces por fin vio sus braguitas en el suelo, camino hacia ellas con dificultad, las molestias en su trasero la hacían andar como si se hubiera torcido un pie y no lo pudiera apoyar, aunque en realidad era porque cada paso que daba sentía unos terribles pinchazos en sus nalgas, poniéndose ambas manos en la base del inicio de los muslos, sujetándose el trasero. Así podía andar con menos molestias, aunque el solo contacto de las palmas de sus manos ya le resultaba muy molesto. Sollozando y haciendo muecas raras con sus labios, eran esclarecedores de sus molestias. Soraya la miraba sorprendida, no podía imaginar que pudiera ser tan doloroso, eso en los videos que había visto no salía, y en los relatos tampoco. Carmen llego al lugar que habían ido a parar sus bragas, sujetándose el culo con la mano derecha, doblo sus rodillas sintiendo que el trasero se le iba a partir en dos, esa era la sensación, al tener que agacharse para poder recoger sus bragas del suelo, agacharse fue doloroso en suma cuantía, pero levantarse aun fue peor, un…”Aaauuchh…” broto de su garganta más alto de lo que hubiera deseado, pero el dolor en el culo al enderezar su espalda al levantarse, fue muy superior a sus fuerzas. Abrió sus braguitas mirando la parte delantera y trasera, les dio la vuelta al estar del revés, agacharse para pasar sus pies por las perneras fue mucho peor aún, pero haciendo un gran esfuerzo lo logro y se las fue subiendo poco a poco, al llegar a la base de las nalgas, sus gestos eran muy expresivos, arrugaba la nariz, apretaba los dientes y cerraba los ojos, se acabó de subir las bragas ajustándoselas a la cintura, y arreglado su falda estirando hacia abajo, luego acariciándose el culo sobre la falda tableada negra del uniforme de servicio, fue caminando con sus piernas arqueadas y su cuerpo algo encorvado hacia adelante dirigiéndose hacia el rincón, las lágrimas aun descendían por sus mejillas.
Soraya no sabía que pensar, con el cuerpo que tenía Carmen el cual era robusto, ella que era más delgada, como iba a… No acabo de imaginarse el cómo acabaría, miraba a los señores, y estos la miraban a ella sin decirle nada. Para Soraya aquellos instantes resultaron horriblemente largos, hubiera deseado que ya la estuvieran calentando el trasero, esos momentos en silencio eran horribles, sus manos bajo su falda se sobaba el culo sobre sus braguitas, aun lo tenía caliente de la azotaina que había recibido momentos antes, y ahora no iba a ser una azotaina de mera prueba, ahora era de verdad y eso después de ver a Carmen la aterraba más si era ello posible. El primero en romper aquel silencio fue el Sr. John.
(Sr. John) -. Bien desvergonzada!!! Ha llegado tu hora. Luego decidiré que castigo te mereces aparte de la azotaina que te voy a dar ahora mismo… Ni por un momento te pienses que te vas a ir de esta casa, la falta que habéis cometido es muy grave, eso sí. Pero por ello vas a ser castigada como te mereces!!! Y no te creas, ni por un instante, que solamente vas a tener el trasero dolorido, vas a estar castigada el resto de estos dos días que permanezcas en esta casa, te aseguro jovencita! Que se te van a quitar las ganas de volver a cometer otra diablura similar en una buena temporada, la cual te vas a recordar cada vez que te sientes. Además vas a estar varias horas deseando ponerte en pie, porque vas a tener que realizar como castigo adicional copias, que te mantendrán ocupada hasta la hora de irte a la cama. Ahora ven aquí! Por tu bien, será mejor que no me hagas ir a por ti…!!!
Soraya estaba situada a unos cinco metros, de pie, quieta, inmóvil. Era incapaz de dar un solo paso, con los dedos de sus dos manos, de nerviosismo, terror, angustia, enrollaba el dobladillo de su falda, y lo volvía a desenrollar inconscientemente. Sabía que por su bien debía acercarse hacia el Sr. John el cual impaciente se palmeaba su muslo derecho con la palma de su mano, derecha. Soraya veía como los ojos del señor, se entornaban moviendo sus cejas, estaba por momentos cambiando su semblante apaciguador, a pesar de su enfado más que visible, lo que hacía que la joven temblara de miedo, solo de pensar que ella iba a acabar con el culo igual que su nueva amiga. Por lo que creyó que era mucho mejor para sí misma, obedecer. Empezando a avanzar lentamente, arrastrando sus pies, pues tenía la impresión que su cuerpo le pesaba como una tonelada. Pero era peor lo que se le venía encima de no obedecer. Avanzaba alisándose la falda por su cadera izquierda con dicha mano, mientras con la derecha se sobaba el trasero por encima de su corta falda e intentando estirar esta hacia abajo, sin lograr su objetivo, pues la falda era algo más corta por detrás, mostrando la parte baja de sus braguitas al andar con el balanceo de la falda tableada y amplitud, así como por la brisa más ligera por la volatilidad de la misma, o simplemente quedarse inmóvil. Caminaba hacia el costado izquierdo del Sr. John, la azotaina a Carmen se la había dado utilizando la mano izquierda, por tanto pensó que era zurdo. Pero al estar a su alcance el Sr. John la hizo pasar por delante de él, tirando de su mano derecha, colocándola a su costado derecho. Una vez ante él, la mantuvo de pie a su lado derecho, le paso la mano derecha desde la rodilla subiéndola lentamente por su muslo, hasta llegar posándola sobre su trasero, cubierto por las bragas blancas de algodón con sus dibujos de flores silvestres bajo la corta falda, su cuerpo se estremecía al contacto de aquella mano, John podía notar como temblaba el cuerpo de Soraya.
(Sr. John) -. Te habías creído que podías salir de esta casa sin castigo? La nula experiencia que tienes como spankee, quizás te ha hecho una mala jugada, pero para que tengas conocimiento de causa, una spankee no se escapa de rositas cuando ha cometido una travesura, o una falta, por grave que esta sea. Aprenderás que puedes ser castigada en cualquier momento, y si la falta es grave, tiene serias consecuencias como castigos adicionales, comprendes? Ello significa que en cualquier momento podrás ser requerida a mi presencia, para ser castigada de nuevo. A esta serie de castigos, se le denomina en el mundo spanko, castigo de mantenimiento. Es una modalidad de correctivo que aprenderás que resulta sumamente efectivo, pues si una azotaina como la que te voy a dar ahora mismo, vas a experimentar como te va a quedar tu trasero, piensa lo que será recibir nuevas azotainas durante el día, cada “X” horas. Te haces una idea aproximada? No, imagino que no puedes imaginártelo, porque desconoces lo que puede resultar ser, pero lo sabrás!
Estaba nerviosa como nunca lo había estado, el tiempo pasaba muy lentamente, las palabras de John resonaban en su mente… “Castigos adicionales” … “Correctivo” … “Castigo de mantenimiento” … Todo le sonaba en el interior de su mente como algo que tenía que ser muy doloroso, se preguntaba así misma si sería capaz de soportar esos castigos, “No sería demasiado para ella?”… Pero, a pesar de lo asustada que estaba por lo que oía, el fondillo de sus braguitas no hacía más que traicionarla, pues estas, cada vez las tenía más húmedas. Cuando quiso darse cuenta de ello, ya estaba boca abajo sobre sus muslos, tenía su barriguita apoyada en su muslo derecho, sus pechos se aplastaban sobre su muslo izquierdo, pues este, tenía las piernas abiertas en un ángulo de treinta grados más o menos, para que estuviera cómodamente echada sobre sus piernas. Sus brazos caían apoyando las palmas de sus manos en el suelo, su cabeza ligeramente caída, levantándola tenia frente a ella a la Sra. Abba observándola, con su rostro serio sin expresar nada, solamente la veía enfadada. Algo que la hacía sentirse culpable y que era necesario ser… castigada… por haber causado ese malestar. Sus piernas colgaban dejando su trasero bien expuesto, con las rodillas flexionadas en un ángulo de noventa grados tocando el suelo la punta de sus zapatos modelo Merceditas. Sintió como las manos sujetaban el dobladillo de su falda y se la levantaba dejando su trasero al descubierto, Soraya se sintió avergonzada. Era la primera vez que se quedaba con su trasero expuesto en bragas ante un hombre, el cual era un desconocido para ella y que lo conocía solo de unas horas antes. Aparte del día de la cita en el restaurante, en el que se vieron por primera vez. En solamente unas horas había recibido una azotaina ante él, y ahora estaba sobre sus rodillas a punto de ser castigada por él. Era una sensación que resultaba complicada de comprender, como podía haber llegado hasta esa situación…
Pensando en estas cosas raras, sintió como en su trasero empezaba a sentir el peso de la mano del extraño, bueno ya no era un extraño, era el Sr. John su futuro spanker y de aceptar quedarse, su nuevo papá. Era complicado el comprenderlo, pero allí estaba ella sobre las rodillas echada boca abajo a punto de recibir una azotaina, mientras aquella mano, se limitaba acariciarle el culo por encima de sus bragas trazando círculos. Sintió que la presión de aquella mano había desaparecido, cerró los ojos, pensó que había llegado el momento y no se equivocó, la mano la sintió con fuerza como palmeaba su culo, era el primer azote, pero no fue el último, ya que desde ese instante la mano continuo azotándola en el trasero una y otra vez. Su trasero ya calentito aun por la azotaina que había recibido, por lo cual su trasero comenzó arderle de nuevo, pero en esta ocasión sentía que ardía más intensamente, la mano de John le resultaba muy pesada y a cada azote que recibía, aun le resultaba mucho más pesada aun.
Soraya apretaba los ojos con fuerza manteniéndolos cerrados, sus dientes los escuchaba chirriar en su mente. Los primero azotes que recibía en su vida por un hombre, no habían estado nada mal, aunque le habían dolido más de lo deseado para ella. Se sentía mal hacia ella misma por los daños causados en la habitación, por lo que se había propuesto aguantar la azotaina sin protestar y sin resistirse a ella. Pero los azotes resonaban en sus oídos, aunque antes que escucharlos, primero sentía el impacto de ellos en su trasero, algo que estaba resultando abrasador en esa zona. Con lo cual comenzó a sentir que sus efectos estaban resultando excesivamente notables, lo que hizo que meneara el trasero, pero eso no mitigaba su resquemor, a lo que siguió fue moverse sobre el regazo mientras la mano de su spanker, seguía con fuerza dándole más y más azotes, comenzando Soraya a mover desde tenuemente sus caderas, pasando a moverlas frenéticamente, así como a separar sus piernas o encogiéndolas sobre si mismas intentando cubrir su trasero con sus pies. John tuvo que apartarle las piernas, pero Soraya se dio cuenta que así lograba que la azotaina que estaba recibiendo cesara, por lo que volvió a encoger sus piernas de nuevo.
Entonces sucedió… John introdujo sus dedos entre el elástico de sus bragas y se las bajo hasta por debajo de las rodillas, la azotaina continuo ahora sobre su colorado trasero desnudo, Soraya ahora avergonzada de mostrar su trasero desnudo, junto sus muslos pues recordaba cuando había visto a su ya nueva amiga Carmen, como esta, mostraba su sexo en esa posición, este resaltaba sobre sus muslos abiertos al recibir la azotaina, esa visión hizo que a Soraya se le enrojecieran sus mejillas de la vergüenza, tanto como ya tenía su culo de colorado. Esos minutos que intento cubrir su sexo cerrando los muslos, causaron que la azotaina resultara muy dolorosa para ella, dejando de pensar en si mostraba su sexo más de lo que deseara, o simplemente tenía el culo desnudo, el trasero paso a arderle tanto que ya no podía mantenerse ni un momento concentrada en nada mas, que en patalear con sus piernas alocadamente, sus lágrimas no se hicieron esperar. Hubo en un momento dado, una ligera pausa. Lo siguiente que sintió fue que la azotaina le picaba mucho más, ahora los nuevos azotes eran insoportables, por lo que sus movimientos eran más alocados y se agitaba sobre las rodillas de su spanker dándole más trabajo a él…
Su trasero ardía como si tuviera una hoguera encendida, en ese momento fue cuando se percató, estaba siendo castigada con el cepillo de baño de madera. No podía pensar, no podía articular palabra alguna, solamente salían de sus garganta aullidos de dolor a cada nuevo azote de cepillo en su culo. Estaba siendo regañada mientras era castigada, pero aquellas palabras que sabía que le hablaban a ella, no las comprendía… Solo le preocupaba su ardor en el trasero que cada vez iba a más y más… No sabría decir cuánto duro la azotaina, Soraya solo sentía que el culo le abrasaba, era terrible, nunca hubiera imaginado que pudiera dolerle tanto el culo y no se desmayara del dolor…
Cuando de nuevo sintió que le subían sus bragas, entonces se vio que estaba de pie junto al Sr. John, y como este le ajustaba la cinturilla de sus braguitas en sus caderas, bajo su falda tableada. En ese momento pensó en sobarse el trasero, pero el solo tacto de sus manos por encima de la falda sobre él, le resulto tan doloroso que se limitó a pasar sus manos por sus caderas, bajando por sus muslos, a cada intento de acariciarse el culo, desistía de hacerlo. Llorando Soraya sintió que era sujetada de su mano izquierda, y que el mismo Sr. John la llevaba de la mano saliendo del despacho, delante de ella, iba la Sra. Abba llevando de la mano a Carmen.
Momentos después entraban en el salón, ahora ya algo más calmada solamente sollozaba, pero seguía sin poder acariciarse el culo, lo sentía arder como nunca. A lo que había que sumar, lo doloroso que resultaba para ella el caminar pues al hacerlo este se agitaba, con lo que se acrecentaba el picor del trasero al rozar este sobre sus bragas, pues estás parecían ser de lija. Sentía como estás le apretaban el culo, resultándole muy molestas las bragas. al final pudo haciendo un esfuerzo posar su mano derecha en el trasero de su falda, notando que estas se le habían subido más, pero en cambio, se palpo la falda en su cadera, está, estaba en su lugar, no se le había subido, entonces porque mostraba más sus bragas? volvió a palparse el trasero, y en ese momento lo sentía más… lo tenía inflamado, pudo deducir en ese momento, Carmen que se iba sobando el trasero y caminaba delante de ella de la mano de la Sra. Abba, también la vio que tenía el culo más inflamado y que la falda le cubría menos el trasero, dejando entrever más sus braguitas blancas.
En el salón, al llegar a la mesa pudo ver como la Sra. Abba obligaba a Carmen a sentarse en una silla que desentonaba con las demás, pues era de madera. Y las sillas de la mesa eran acolchadas, ella se vio arrastrada al lado inverso de donde se había sentado Carmen. Donde había otra silla de madera, en la que Soraya fue izada por el Sr. John y depositada sobre el duro asiento de madera, sintió como la silla era empujada hacia la mesa, entonces pudo apreciar que sobre la mesa tenía unas hojas de folios ante ella, y Carmen sentada frente a ella, tenía también los mismos útiles que ella.
(Sr. John) -. Bien pequeñas!!! Ahora hasta la hora de cenar vais a estar haciendo líneas las dos!!! Escribid…!!! .- Soraya sentía que el culo le dolía horrores y tenerlo sobre la dura madera de la silla, no le hacía disminuir sus molestias, si no, todo lo contrario, su ardor se acrecentaba más. Por otro lado, al sentarla sobre la silla, la falda se le había levantado sentándola directamente sobre sus braguitas a la dura silla, tan solo hacía unos instantes que estaba sentada, y el elástico de las braguitas se le clavaba en su nalgas, teniendo que levantar el culo de la silla primero de una nalga y arreglarse el elástico, luego levantar la otra nalga y aligerar la presión del elástico de esa nalga. Al tener a Carmen ante ella, la vio hacer lo mismo con sus bragas, pues debía sentir la misma presión en su culo del elástico de sus bragas, como ella. Ambas cogieron de sobre la mesa unos bolígrafos, y predispuestas a escribir ambas esperaban. -. Escribid, vamos!!! “No debemos discutir entre nosotras, y mucho menos destrozar y causar daños materiales” Ya podéis empezar a escribir, hasta la hora de la cena faltan tres horas, y después de la cena os iréis a la cama las dos, CASTIGADAS!!!
La Sra. Abba se sentó en uno de los sillones del salón a leer un libro, en cambio el Sr. John se limitó a observarlas en permaneciendo en pie a unos metros de la mesa, de tanto en tanto se paseaba por el salón yendo y viniendo con las manos entrelazadas a su espalda, se acercaba a la mesa observando cómo iban copiando.
Soraya cuando le veía que iba hacia un lado, aprovechaba para apoyar sus pies en el suelo y así haciendo fuerza sobre los pies, levantaba el culo del duro asiento y con la mano izquierda se arreglaba las braguitas que hacían presión sobre su trasero, había momentos que no podía saber que le molestaba más, si el dolor de su trasero o la presión del elástico de sus bragas hacían sobre él… Carmen hacia lo mismo que Soraya, cada vez que le veían que les daba la espalda. Así transcurrió la primera hora y les fue bastante bien, unas veces aprovechaban para liberar el elástico de sus bragas de sus traseros y otras lo aprovechaban para sobarse el culo, les iba bastante bien hasta que fueron descubiertas…
(Sra. Abba) -. Niñas!!! Que no vuelva a ver despegar esos culos de las sillas!!!! Si os duele el culo y os molestan las bragas, haberlo pensado antes…!!!
(Sr. John) -. Que es lo que ocurre?
(Sra. Abba) -. Las muchachas, que les duele el culo, y cada vez que les das la espalda, las desvergonzadas aprovechan tu descuido para sobarse el trasero o aliviar el elástico de las bragas… Pero se han olvidado que yo también las vigilo, aunque este leyendo el libro…
(Sr. John) -. Cómo? Así es como obedecéis? Esto es un castigo que os habéis ganado…SINVERGUENZAS!!!!
John, enfadado se encamino hacia la más cercana a él en ese momento, Carmen. Está, asustada le vio cómo se dirigía hacia ella, de muy gana se hubiera levantado de la silla y salir corriendo, pero eso, no hubiera hecho más, que retrasar lo que fuera a suceder, por lo tanto se quedó muy quietecita y espero que le iba a pasar. Viviendo bajo el mismo techo que unos spankers, solamente podía suceder algo que sabía muy bien, e iba a ser en breve…
Carmen sentada a la mesa con su rostro contraído por el miedo, vio como el Sr. John llegaba hasta ella, y como este retiro la silla en la que estaba sentada hacia atrás, haciéndola girar hacia la izquierda de él, de esa manera quedaba casi en frente de él. Puso el pie izquierdo apoyado sobre el asiento de la silla, al mismo tiempo la agarraba bajo las axilas y la levanto en vilo, flexiono la pierna colocando a Carmen sobre su muslo boca abajo, sujetándola con su brazo izquierdo pasándolo bajo su cuerpo el cual quedo inerte en el aire, de no ser por el brazo, hubiera quedado colgando y posiblemente habría acabado cayendo al suelo de cabeza, asi el brazo lo evitaba. Le levanto la falda con la mano derecha y le bajo las bragas blancas a medio muslo. La mano derecha una vez le bajo las braguitas, empezó a darle una azotaina con azotes muy rápidos, en la posición que se encontraba podía levantar su brazo por encima de su cabeza extendiéndolo recto, para luego dejarlo caer e impulsarlo para que su mano diera lo más fuerte posible sobre el culo a Carmen. Esta no tardo en sentir arder intensamente su trasero, el cual lo tenía muy dolorido, y esa nueva azotaina la hizo ponerse a llorar al caer el primer azote, aunque Carmen ya lloraba cuando le vio retirar la silla de la mesa y sentirse ella como era arrastrada la silla y ella sentada al tiempo. Fueron una cincuentena de azotes en apenas un minuto, pero a Carmen le pareció ser mucho más tiempo. Volvió a sentirse como una niña pequeña, cuando de nuevo la cogió por las axilas, dándole la vuelta y haciéndola sentar de nuevo, teniendo aun las bragas bajadas… “AAAAUUUUCCHHH”… Fue el grito de sorpresa de Carmen al sentir como su culo desnudo y dolorido, hacia contacto con el duro asiento. La silla fue de nuevo arrastrada y arrimada a la mesa…
Soraya lo vio aterrada como dejaba a Carmen sentada a la mesa, y en cuatro pasos había bordeado al mesa y ya estaba ante ella. Sucediendo exactamente igual, separando la silla de la mesa, con Soraya sentada en ella. Como la agarro por las axilas y apoyando el mismo pie sobre el asiento de la silla, coloco a Soraya sobre su muslo. Está, a ser su cuerpo más manejable dada su esbeltez, quedaba en equilibrio sobre su muslo, por lo cual con la mano derecha le bajo las bragas, al tiempo que la mano izquierda le había levantado su falda, los azotes fueron rápido y fuertes en caer sobre su trasero más pequeño y respingón, fue una cincuentena aproximadamente ya que no los conto, pero si le dolieron mucho más al ser su trasero más pequeño, por lo que la mano prácticamente abarcaba el trasero al completo, de la misma manera, fue izada y depositada de nuevo sentada sobre la silla “AAAUUUCCHHH”… fue su aullido al hacer contacto su trasero desnudo sobre la silla, pues al igual que a Carmen, no le subió las bragas, supuestamente para que las molestias se acentuaran en sus trasero, y no hubiera prenda alguna que mitigara sus molestias…
Llego la hora de la cena, ellas continuaban sentadas en sus sillas haciendo líneas, desde la azotaina no se habían vuelto a mover de sus sillas, aunque sus culos estaban muy adoloridos y adormecidos, cuando la Sra. Stuart llego para servir la cena, está, esperaba que Carmen como doncella la ayudara a poner la mesa, pero los señores no les permitió a ninguna de las dos, levantarse de sus sillas. Durante la cena solamente hablaban los señores, y miraban a Ross Mery cuando iba y venía a servirles, pues está, meneaba el trasero más de lo habitual, y cuando creía que nadie la miraba tallaba con sus manos el trasero de su falda. Al acabar la cena…
(Sra. Abba) -. Ross Mery!
(Sra. Stuart) -. Si, señora.
(Sra. Abba) -. Llévese a las chicas a sus habitaciones, que se pongan el pijama y me esperen, yo iré a meterlas en la cama.
(Sra. Stuart) -. Como ordene la señora. Chicas! Dad las buenas noches! Y acompáñenme!!!
Las chicas Soraya y Carmen, dieron las buenas noches disponiéndose a levantarse de las sillas, algo que llevaban horas deseando poder hacer, pero no les resulto tan sencillo. Tenían las dos el trasero adormecido, “AAaauuu” “AAAauuu”… las dos protestaron al unísono, al despegar sus culos de las sillas de madera, y otro… “AAyyyy” “AAAyyy” al quedar de pie las dos, peor resulto para ambas subirse las braguitas y pasarlas por sus culos doloridos. La Sra. Stuart que las aguardaba, al ver que ya se habían subido las dos las braguitas, empezó a caminar hacia la puerta. Las chicas hicieron lo propio tras ella, con sus manos en sus traseros sobándoselos, así desaparecieron de la vista de los señores que no perdieron detalle alguno de cómo se iban frotando sus culos por encima de sus faldas, y como caminaban ligeramente con las piernas entreabiertas, para evitar el roce de sus nalgas sobre sus bragas ya que tenían la impresión de que estas, eran de papel de lijar en vez de tela de algodón. Minutos después, la Sra. Stuart entraba en el salón a retirar los platos de la cena…
(Sra. Stuart) -. Señora. Las chicas ya la aguardan con sus pijamas puestos.
(Sra. Abba) -. Gracias… Puede usted también retirarse a su habitación, mañana ya retirara todo esto con calma antes del desayuno, pero lo hará usted sola. Por la mañana despertare yo a Carmen y ha Soraya…
(Sra. Stuart) -. Como usted ordene, señora. Buenas noches señora, señor, si no disponen ustedes nada más, me retirare a mi habitación…
(Sr. John) -. Si, una cosa más. Pase usted por mi despacho, y recoja el cepillo de madera, lléveselo a su habitación, deje la puerta sin echar la llave, pues en breve iré a darle las buenas noches, y me será necesario el cepillo de madera de baño… Entendido?
(Sra. Stuart) -. SSSSi. Señor…, como… mande el… señor…
La Sra. Stuart se despidió contrariada, eso no se lo esperaba ella, simplemente se retiró pasando previamente por el despacho…
Ross Mery estaba en su habitación en espera del señor fuera a darle las buenas noches, estaba aún vestida, pues no sería adecuado y decente, esperarlo ya vestida con el camisón… sobre la cama había dejado el cepillo, en la espera, a veces giraba la cabeza hacia la cama, y se lo quedaba mirando unos segundos, volviendo a mirar luego hacia el pomo de la puerta, en cualquier momento podía girar y aparecer el señor. El cuerpo de Ross Mery se sobresaltó de golpe, al escuchar llorar en una de las habitaciones contiguas, era de la doncella, Carmen. Luego solamente se escuchaba un murmullo de esta sollozando, y poco después, silencio… Transcurrieron unos minutos y de nuevo se escuchó llorar, esta vez era la habitación de Soraya, unos minutos y solo se escuchaba sollozar, para luego no escuchar nada.
Angustiada Ross Mery aguardaba en su habitación, entonces vio que el pomo de la puerta giraba abriéndose la puerta, era la Sra. Abba y tras ella entraba el Sr. John.
(Sr. John) -. Ross Mery. Lo sucedido en la tarde de hoy es algo inconcebible, y usted lo sabe muy bien, no puedo evitar lo que he de hacer, me pesa enormemente tener que hacerlo, pero no puede quedar su falta sin un castigo estricto, las chicas como las culpables que son, ya han sido castigadas y lo seguirán siendo, como usted con su experiencia conoce perfectamente que debe ser así. Usted no es culpable de los actos de unas spankee´s traviesas, pero, hay algo que me ha desconcertado, cuando la he castigado en mi despacho. He visto que tenía usted las bragas mojadas, ello no sería de extrañar, pues al igual que nosotros mismos usted tiene nociones como spanker, por eso la contrate. Mi esposa, aquí presente estoy más que seguro que debe llevar sus bragas mojadas, sobre todo después de haber castigado a las dos chicas hace breves instantes. Pero lo que me ha desconcertado de usted! Es que no se hubiera cambiado de bragas, y en estas había restos claros que recientemente se había masturbado, por lo que deduzco que usted había dejado de atender a sus labores, por masturbarse en la intimidad de su habitación, en vez de atender sus tareas lógicas con su trabajo… Estoy en un error y por lo tanto estoy equivocado? De estar equivocado, saldré de su habitación y no usare ese cepillo, si estoy en lo cierto, quítese la falda y bájese las bragas, y se pone sobre mis rodillas para aplicarle el cepillo…
Ross Mery estaba colorada de la vergüenza que estaba pasando, podía decir sin ningún reparo que estaba el señor equivocado y se habría librado de recibir una azotaina con el cepillo de madera… Pero no pudo hacerlo, sus manos temblorosas las llevo a su cadera izquierda, donde estaba el botón y el corchete que sujetaba su falda, bajo la cremallera dejando caer sus falda al suelo, retiro primero un pie y después el otro, se agacho a recoger la falda doblándola y depositándola sobre la cama, luego se bajó las bragas blancas con dibujos de rosas de buen tamaño a las rodillas, mientras veía que el señor, había recogido el cepillo y se había sentado en una silla que previamente había colocado en el centro de la habitación, al ver que ella se desabrochaba su falda, con lo que atestiguaba de manera afirmativa que tenía el señor razón…
Continuará...