Sora Yagami, Emperatriz de la Hechicería 5

Sora tiene una noche especial con Jenny y Martha, pero no pierde de vista su objetivo y continúa con sus oscuros planes para corromper a su familia antes de tomar el control de la empresa.

Sora estaba tumbada en la cama. Aquello era un sueño. Había tres mujeres preciosa pasándose su polla como si fuera una pipa. Y cada una de ellas tenía un “sabor” distinto. A Emily ya estaba acostumbrada, iba aprendiendo, pero seguía teniendo más entusiasmo que técnica.

Jenny era especialmente excitante de ver. Esa boquita de niña se aferraba a su polla con ganas, tenía un brillo especial en la mirada y ver su propia polla dura al mismo tiempo… cómo se la tocaba, para Sora tenía su morbo.

Y luego… estaba Martha. Martha era lo que Sora sólo podía denominar como una experta chupapollas. Se la tragaba como una campeona, haciendo ruiditos sugerentes y dejando espacio para las otras dos, que aprovechaban para chuparle los huevos. Decididamente en aquel momento se sentía como una reina.

Jenny se le acercó a su oído y le sopló en la oreja, cogiendo su mano para que le sobara las tetas. Jenny tenía unas buenas tetas, y eso provocó que se estremeciera, descargando en la boca de Martha, que tragó como una campeona.

_ Sora… fóllame… _ Le susurró al oído. _ Hace mucho que nadie me penetra… Lo echo de menos.

_ Vaya… cómo voy a negarme si me lo pides así… _ Susurró, pellizcándole los pezones.

Fue como una ceremonia. Jenny se colocó sobre la cama, con el culo en pompa, ofreciéndoselo. Su propia hermana se lo lubricó durante un largo rato para asegurarse de que estuviera húmedo y preparado.

Sora la tomó de la cintura y empezó a penetrarla poco a poco. Pudo notar la estrechez de aquel ano que estaba claro que no estaba muy entrenado. Jenny gimió un poco, lanzando un chillido. Cuando Sora terminó de meterla pudo notar que Martha se deslizaba debajo de ella.

Martha, con absoluta deferencia situó la cabeza bajo la entrepierna de Sora y acomodó su boca para que la polla de Jenny entrase de forma natural en ella. Se sujetó a la cintura para asegurar la penetración, y Jenny se deshizo en gemidos.

_ Oh… joder, Martha… eres la mejor hermana del mundo.

Sora comenzó a moverse más y más rápido, provocando que Jenny penetrara también la boca de Martha con más rudeza, pero la pelirroja no se quejó en lo más mínimo, acomodándose a aquella postura como una campeona.

Sora fue ganando confianza, notando cómo las paredes del esfínter de Jenny cada vez la acogían con más facilidad. Sora fue ganando confianza mientras Jenny le daba un gran feeback en forma de gemidos y de gritos de placer.

Emily se deslizó debajo de Martha y empezó a comerle el coño para recompensar su gran trabajo. La morena se había sujetado su vibrador favorito con las bragas, así que no tenía que preocuparse por ella misma mientras comía aquel coño. Emily podía no ser muy ducha aún en comer pollas… pero era toda una experta en proporcionar placer vaginal.

Los espasmos que le provocó, sin embargo, sólo aumentaron el placer que estaba sintiendo Jenny. No aguantaron mucho en aquella postura antes de que Jenny se corriera violentamente dentro de la boca de Martha y, poco después, Sora lo hiciera en su culo, lanzando un grito desgarrador.

Ambas se dejaron caer en la cama, pero Martha y Emily no perdieron el tiempo, limpiando el culo de Jenny y la polla de Sora para recuperar el preciado Semen que aún quedaba. Las cuatro se quedaron acurrucadas en la cama. Decididamente, Sora iba a necesitar una cama más grande.

Cuando despertó a la mañana siguiente, Sora se encontró en la cama a solas con Jenny, que le estaba haciendo la mamada mañanera que ya habitualmente le hacía Emily. Por lo dura que la sentía, Jenny debía llevar un buen rato chupándosela.

Al verla despierta, le dedicó una sonrisa traviesa y con unos manejos provocó que se corriera rápidamente. Sora se desperezó, mirando a la pelirroja como si la hubiera pillado haciendo una travesura.

_ Espero que no te importe que haya tomado el lugar de Emily… _ Le sonrió, pícara. _ Es que… no he podido resistirme… me gusta mucho cómo sabe tu polla. Y cuando me levanté estaba ahí… tan dura, invitándome.

_ Vaya… está claro que te gustan mucho las pollas, Jenny. _ A Sora se le escapó la risa.

_ Me gusta todo… pero es que con Morgan somos todas chicas y soy la única que tiene una. _ suspiró. _ Y aunque es genial ser el centro de atención, a veces me apetece a mí chupar una polla o que me enculen… y eso es más difícil. La mayoría de los chicos no quieren acostarse con alguien como yo.

_ Te entiendo… a las lesbianas tampoco les hace siempre ilusión ver que la tienes colgando. _ Suspiró Sora. _ Es una mierda.

_ Escucha… me ha gustado mucho hacer esto contigo, Sora… _ La miró a los ojos. _ Prométeme que lo repetiremos.

_ Claro que lo repetiremos, no seas tonta. _ Se acercó y la besó en los labios. _ ¿Por qué iba yo a querer dejar de pasármelo bien con alguien como tú? Quién sabe… puede que un día hasta te chupe yo la polla a ti… y eso que normalmente las pollas ajenas me repelen.

Jenny lanzó una risotada y se dirigieron a la cocina. Desayunaron juntas y estuvieron hablando de trivialidades hasta que las chicas se marcharon, después de intercambiar números de teléfono, y Sora recordó sus planes. Había sido un descanso divertido, pero tenía mucho qué hacer.

_ ¿Cuál es el plan para hoy, mi reina? _ Emily hizo una reverencia que provocó que sus grandes pechos botaran de forma graciosa.

_ Vamos a ver a mi sobrina… hay que terminar de encaminar esa familia. Después de todo, Lee es el jefe de seguridad de la empresa. No quiero que mi sobrina le líe. Además, quiero volver a ver a mi hermana, saber cómo le va.

Sakura en aquel momento se levantaba en una cama que no era suya. Le dolía todo el cuerpo. A su alrededor, todo un escuadrón de negros aún dormitaba. Aquella noche, Óscar había llamado a algunos de sus amigos y se la habían ido pasando como si fuera una pipa. Mientras caminaba, una espesa capa de leche de macho manaba de su coño y de su culo, que habían sido rellenado tantas veces que había perdido la cuenta.

Estaba segura de que su barriga estaba algo hinchada por la sustancia, pero quizá sólo fuera su imaginación. Había amado cada segundo de aquella noche. Cada polla que le metían por sus tres agujeros. Esa era su nueva vida, y no renunciaría a ello.

Recordaba con asco sus días como la abyecta esposa de Lee, que se ocupaba de sus necesidades… que le atendía. Recordó con repugnancia cómo se acostaba con él… ¡Con ese pedazo de mierda! Ella ya no podía conformarse con esa minúscula polla. Necesitaba pollas grandes, pollas mejores, como la de Oscar y la de Sora.

Se le hacía extraño que la polla de Oscar fuera más grande y larga que la de Sora, pero aún así fuera la de su hermana la que más placer la hacía sentir. Dedujo que Sora tenía un talento excepcional para follar y no le dio más importancia. Se duchó, se vistió y se encaminó a la salida. Pero antes de hacerlo, se inclinó junto a Oscar y le dio un beso en los labios, despertándole.

_ Cielo, me tengo que ir. _ Le dijo, con una leve sonrisa.

_ ¿Ya te vas? _ Gruñó, aún somnoliento.

_ Sí, lo siento, tengo que atender a mi hija. _ Le sonrió y le dio otro beso. _ Nos vemos pronto.

_ No te olvides el móvil.

_ Ah, cierto, gracias.

Sakura había dejado su móvil en un trípode, grabando todo lo sucedido. Odiaba a su marido, pero le ponía muy caliente que se tocara viéndola follar con otros, así que tenía pensado darle esa grabación en exclusiva. Además, era un gran recuerdo de su primer gangbang. Aunque dudaba que fuese el último.

Como toda una madre responsable, Sakura recogió a Tiffany en la casa de su amiga Laura. Tiffany era adoptada, no había que ser un genio para saberlo. Era una muchacha caucásica, a diferencia de sus dos padres, rubia platino y con un rostro dulce.

Nunca le habían ocultado nada, y Tiff no estaba preocupada por ser adoptada. Al contrario, tenía la garantía de que sus padres la querían. Ella no notó nada raro en su madre mientras conducían de vuelta a casa. No se fijó en que su madre le miraba los pechos de vez en cuando.

A diferencia de Sakura, Tiff tenía unos pechos muy grandes para su edad. Se había desarrollado mucho y muy pronto. La mayoría de chicos y alguna chica de su clase ya la miraban con deseo. Y su madre, ahora lo hacía también. Pero Tiff siempre andaba despistada y no se daba cuenta.

Cuando llegó a casa, se encontró con la tónica habitual. Sakura y Lee hacían un gran esfuerzo por mantener la fachada de normalidad, aunque Sakura estaba aburrida de fingir que le tenía respeto a Lee, y él se moría de ganas de ir al lavabo a tocarse furiosamente con el gangbang que le habían hecho a su mujer.

Sora llegó puntual, para alivio de Sakura. Tiff fue corriendo a saludar a su tía Sora. No le extrañó verla con Emily. Sora solía tener novias, aunque no solían ser tan guapas como Emily. Sora sonrió a su sobrina, la miró a los ojos y decidió no tomarse más tiempo.

Sin más dilación, sus ojos se tornaron negros, y la expresión de su querida sobrina se relajó, mostrando la mirada perdida y los ojos vacíos en una expresión que a su tía ya se le hacía muy familiar.

_ Ah, mi niña… que guapa eres… _ Susurró Sora, acariciando su mejilla.

Tiffany no respondió, atrapada en su propia mente, con una sonrisa estúpida, entrecerrando los ojos ante la mirada de su tía. Sakura y Lee ya habían empezado a desnudarse mientras su hija empezaba caer más y más en el trance.

_ Escúchame bien, Tiffany… Tú eres una buena niña, ¿Verdad?

_ Sí… soy una buena niña.

_ Y quieres a tus padres, ¿Verdad?

_ Sí, les quiero… _ Sonrió de oreja a oreja.

Sora le acarició lentamente el pecho y ella se estremeció.

_ Y por eso vas a apoyarlos a pesar de que están tomando decisiones muy raras…

_ Los apoyaré…

_ Lo que ocurre en esta casa es normal, y tú lo asumirás como tiene que ser.

_ Es normal… y lo asumiré.

_ Vas a aprender a abrazar tu lujuria. Si tus padres o yo te pedimos sexo, te parecerá normal, y te va a apetecer mucho.

Miró un momento a Lee y sonrió. Quería hacerlo sufrir un poco más.

_ De hecho, te encanta que se corran dentro de ti, es algo que te gusta mucho, lo que más te gusta… y cuando más te gusta es cuando lo hago yo… Te encanta que tu tía Sora te llene de leche.

_ Me encanta que mi tía Sora me llene de leche. _ Repitió, babeando.

_ ¿Eres virgen, Tiffany?

_ Sí, tía Sora. _ Susurró.

_ Bueno, ya es hora de cambiar eso… Chicos, Tiff y yo nos vamos a la habitación, vosotros divertíos.

_ ¿Puedo jugar con tu chica, Sora? _ Sakura miró a Emily con deseo. _ Me pone burrísima.

_ Claro, Sakura… diviértete con ella.

Mientras Sora y su hipnotizada sobrina se dirigían hacia el cuarto, Sakura y Emily se sentaron en el sofá y empezaron a besarse apasionadamente. La rubia era menuda, y a Emily la excitaba el parecido con Sora.

Sakura simplemente había entendido que el sexo era disfrutable con cualquiera menos con Lee. Había tantas pollas y coños que podía saborear y tan poco tiempo para hacerlo. Aferró sus manos al culo de Emily y se lo apretó con ganas.

_ Quiere que me comas el coño. _ Le ordenó, posesiva.

_ Sí, Sakura. _ Respondió, sumisa, colocándose entre sus piernas, entrecerró los ojos y empezó a hacerle uno de los trabajos orales que tan bien manejaba.

Sakura ronroneó, su placer sólo interrumpido por un gemido distante. Expresó su desagrado cuando vio a Lee, tocándose con fuerza mirándola con deseo. Se apretó los pechos y se mordió el labio antes de reprenderle.

_ ¿Estás contento, cornudo gilipollas? _ le preguntó. _ ¿Puedes hacer un poco menos de ruido mientras te aprietas ese fideo? Das vergüenza ajena.

_ Sí, cariño, lo siento, cariño.