Sora Yagami, Emperatriz de la hechicería 3

Sora soluciona sus problemas familiares de un plumazo y se traza nuevos objetivos personales antes de pensar en qué hará cuando esté al control de la empresa de su padre.

Sakura estaba tirada en la cama, mientras su poderosa y sexy hermana le penetraba el coño con todas sus fuerzas. Emily la miraba con cierta envidia. Sora no se había esforzado tanto con ella. Pero no quería abusar de su suerte. Ella no era más que su puta. Que le permitiera fingir que era su chica era un honor, y no pensaba estropearlo. Se acercó y tomó a Sora de la cintura, ayudándola a empujar.

Sakura estaba desmadejada sobre la cama, gritando como una loca. Emily la miró y le pareció muy guapa. No tanto como Sora, porque nadie era tan guapa como Sora, pero sí muy atractiva, especialmente mientras gemía y su pelo rubio se revolvía por la cama. A Emily siempre le habían gustado las rubias. Besó a su reina, y al sentir que esto la espoleaba a penetrarla más fuerte, se sintió orgullosa. El amor que Emily sentía por Sora era absoluto. Tenía tanta suerte de estar en sus manos.

_ ¿Quién folla mejor, Sakura? ¿Tu marido o yo? _ Le preguntó, apretándole la teta izquierda.

_ Tú… Sora… nadie me había follado como tú. _ gruñó Sakura. _ Dios, por favor, no pares. Lee nunca había llegado tan hondo.

_ Oh… también la tengo más grande, ¿Verdad?

_ Sí… _ Dijo, lanzando un grito. _ Es más del doble de grande… me encanta tu polla. Dame más duro, Sora. Eres la mejor hermana del mundo.

Sora lanzó una risa de poder cuando se corrió dentro de ella. Sus ojos volvieron a teñirse de negro durante un momento. Al principio su intención había sido simplemente disfrutar del cuerpo de Sakura, pero después de aquello, decidió que iba a hacer muchos más cambios en esa casa.

_ Sakura… ¿Está tu marido en casa hoy?

_ Sí. _ Respondió, sofocada, recuperándose de los estertores del orgasmo.

_ Y Fiona, ¿Está? _ Preguntó.

_ Llegará por la tarde. _ Sakura se incorporó y se acercó a la polla de su hermana, dándole besitos. _ Ah, espero que no te importe… pero es que te la tengo que chupar… nunca me he comido una tan grande…

_ Emily… acompáñala… creo que podéis aprender mucho la una de la otra.

_ Por supuesto, majestad. _ Respondió Emily, con una gran sonrisa.

Sora se sentó en la cama y observó con orgullo cómo las dos chicas empezaban a turnarse para comerse su polla y sus huevos. Sakura decididamente la comía mejor, fruto de la experiencia… aunque era incapaz de metérsela entera. Emily, sin embargo, con cada mamada estaba claro que mejoraba, Sora estaba segura de que seguía practicando.

Acarició el pelo de las chicas, que la miraban con adoración, y supo que no iba a renunciar jamás a aquel poder. Pensó en cómo podía conseguir que cualquier chica se pusiera de rodillas y le chupara la polla.

Se le escapó una risa mientras lo imaginaba. A Sora nada le excitaba más que imaginar a una mujer poderosa sometida y de rodillas comiéndosela como Elena y su hermana lo estaban haciendo en aquel momento. Se corrió violentamente y les manchó la cara a ambas. Elena y Sakura, sin tener que darles ninguna orden, comenzaron a limpiarse la cara la una a la otra.

_ Muchas gracias, Sora. Estaba muy rico. _ A Sakura se le escapó la risa floja.

_ Cada vez sabes mejor, mi reina. _ Emily se relamía con gusto.

_ Bien… vamos a saludar a Lee… y quizá a mi sobrina si tenemos tiempo.

Emily conducía de camino a la casa de Sakura, mientras la susodicha se encontraba en el asiento de atrás, en trance, babeando, mientras Sora le susurraba cosas al oído y ella las susurraba.

_ Detesto a mi marido… _ Sora le metió la manos en las bragas. _ Sólo estoy con él por las apariencias.

Sora continuó susurrando, jugando con su clítoris.

_ Su pequeña polla es incapaz de satisfacerme… soy incapaz de llegar al orgasmo con él… me da asco que ponga sus manos sobre mí.

Sora le sacó un pecho y empezó a pellizarle el pezón.

_ Lo único que puede hacer para darme morbo es tocarse mientras otros me follan. Especialmente tú. _ Sus ojos, perdidos, se centraron en Sora. _ Tú me pones muy cachonda… quiero que tú me folles… no dejo de pensar en ello, todo el tiempo.

_ Eso es, Sakura… siempre que te folles a otro, pensarás en mí… soy la única que puede satisfacerte plenamente. _ Le metió los dedos hasta lo más profundo del coño y Sakura se corrió violentamente.

_ Eres mía.

_ Soy tuya.

Cuando Lee llegó a su casa, Sora estaba sentada en su sofá, tomándose una de sus cervezas… con su mujer botando sobre ella. Los ojos se le salieron de las órbitas y lanzó un grito. Pero Emily, con toda la calma del mundo, lo aferró por la espalda con una fuerza increíble y no pudo moverse.

_ No interrumpas a mi reina. _ Le dijo, severa.

_ ¿Tu reina? Se están follando a mi mujer, hija de puta.

_ Deberías agradecer que se le conceda ese honor.

Sakura no hizo caso a su marido, pero sonrió de verle. Saber que la estaba mirando la ponía muchísimo más cachonda y aferró a Sora mientras la besaba. Aquella era una verdadera polla y no la de su marido. Cuanto más se empalaba más profundamente arraigaban las sugestiones que Sora le había implantado.

Cuando Sora finalmente se corrió, Sakura quedó desmadejada entre los brazos de su hermana, que la apartó con delicadeza y se levantó, sin subirse los pantalones, acercándose a Lee. Sus ojos se estaban tiñendo de negro una vez más.

_ Lee… ahora vamos a convertirte en un mejor cuñado. Mírame profundamente a los ojos… ha llegado la hora de que abraces tu verdadera condición.

En el mismo momento en el que la mirada de Lee se perdió y dejó de ofrecer resistencia a los brazos de Emily, su destino estuvo sellado. Sora sonrió mientras le iba susurrando cosas al oído.

_ Sakura, cielo… ¿Quieres follarte a tu marido una última vez?

_ No. _ Dijo Sakura, directa. _ Después de haberme metido tu polla, ese rabito ni lo notaría.

_ Cierto… tienes razón. _ Sora sonrió. _ De todas formas… no te preocupes… tampoco le va a volver a apetecer.

Sora se empleó a fondo con Lee. Le resultaba bastante más difícil domarlo que a Emily o a su hermana. Sin el estímulo del placer, no era tan fácil. Así que finalmente suspiró y miró a Emily.

_ Emily, chúpasela. _ Ordenó.

Emily suspiró. Nunca le habían gustado las pollas. La única que le gustaba era la de su reina. Pero por ella haría cualquier cosa. Así que bajó los pantalones de Lee, tomó su pequeña polla y se la metió en la boca. Él se estremeció de inmediato.

_ Escúchame bien, Lee. Porque voy a decirte una serie de cosas, y vas a asumirlas como una verdad absoluta.

_ Sí… _ Susurró. El trabajo de Emily estaba surtiendo efecto y su mente se estaba volviendo más sugestionable.

_ Verás… el caso es que te gusta que te humillen, que te traten como una mierda. Eso te pone muy cachondo. Te encanta que Sakura te pisotee. Pero al mismo tiempo te da vergüenza que lo sepa. _ Emily aceleró el ritmo de sus acciones. _ Sabes que tu pequeña polla es una mierda, que no la satisface, y por eso lo único que puedes hacer es mirar como otros hombres mejores que tú se la tiran.

Sora cogió la cabeza de Emily y la obligó a empalarse la polla todo lo que entraba… que tampoco es que fuera mucho.

_ Pero no pasa nada, porque esa es la vejación definitiva, y te encanta. Te encanta mirar, es la única forma de llegar a correrte. Si no estás imaginando a Sakura con otro, no llegas al orgasmo. _ Emily cada vez tragaba más rápido, haciendo mucho ruido. _ En especial si soy yo. Sabes que soy la mejor pareja posible para tu esposa, y por eso yo soy el que más morbo te da. Ambos mantenéis las apariencias, pero en el fondo sabes que Sakura es mía, y eso te hace feliz y te pone cachondo a partes iguales.

Lee estaba al borde del orgasmo. Pero Sora no tenía suficiente. Se acercó a su oído, con los ojos teñidos de nuevo de negro.

_ Y una última cosa… _ Susurró. _ Tu esperma es una mierda… así que sabes que no es digno de entrar en el cuerpo de nadie. Si alguna vez llegas a poder acostarte con alguien… serás incapaz de correrte dentro para asegurarte de que no lo intoxicas.

Lo siguiente que ocurrió fue divertido para Sora. Lee estaba atrapado al borde del orgasmo… pero no se podía correr. Sus últimas palabras habían sido una sentencia. Mientras la tuviera en la boca de Emily, no iba a poder. Pronto el placer degeneró en dolor. Sora lo despertó.

_ Por favor… déjame sacarla, déjame correrme. _ Le suplicó.

Sakura, somnolienta y con un hilillo de esperma bajando por su coño, se acercó y Sora le rodeó la espalda con la cintura, tocándole el culo, por supuesto.

_ ¿Tú qué dices, Sakura? ¿Dejamos que este pedazo de mierda se corra?

_ Déjalo sufrir un poco más… _ Sonrió, besando a Sora con delicadeza. _ Sabes… me encantan tus nuevas tetas… Quizá las mías son demasiado pequeñas… ¿Podrías hacerlas crecer un poco?

_ Quizá pueda, sí. _ Comentó, ignorando los gritos de dolor de Lee. _ Pero tampoco son despreciables… son bonitas.

Le pasó la mano que tenía libre por las tetas y Sakura se estremeció.

_ Yo… sólo quiero gustarte Sora… tú siempre estás cuidando de mí… de mi familia. _ Se estremeció.

_ Me lo pensaré, Sakura. No haré nada hasta asegurarme de tener controlada a Tiff. Ella podría asustarse si su madre apareciera de la noche a la mañana con dos melonazos, ¿No crees? _ Le pellizcó el pezón y lanzó un pequeño gritito, muy adorable, que apenas se escuchó entre el griterío de Lee.

_ Sí… claro, que tonta. Como siempre tienes razón, Sora.

_ Emily… suficiente… tampoco quiero matarlo.

Emily finalmente se sacó aquella polla de la boca y Lee empezó a correrse violentamente, manchando el suelo de parqué. Estuvo al menos dos minutos corriéndose sin parar. Sora sonrió.

_ Emily y yo nos vamos a casa, tú asegúrate de que este inútil limpie ese estropicio.

_ ¿Tenéis que iros ya? _ Suspiró Sakura, decepcionada.

_ Lo siento, pero sí. Tengo cosas que hacer, ahora que voy a gestionar la empresa. _ Le acarició el pelo. _ Seguro que consigues formas de entretenerte.

Sakura sonrió, pícara, pero sólo asintió en respuesta. Sora y Emily salieron por la puerta, cogidas de la mano. A Sora le gustaba que la vieran con Emily, era todo un pivón y la llenaba de orgullo que la gente supiera que semejante trozo de carne era suyo.

Sin embargo, se quedó de piedra al ver a una muchacha que paseaba por la calle. Iba ataviada de animadora, pelirroja, piel clara y un rostro infantil que le hizo la boca agua.

_ Que pivón… _ Susurró Sora, inconscientemente.

_ Es Jenny Williams.

_ ¿La conoces? _ Le preguntó Sora.

_ Sí… sale con una tal Morgan Stone, creo… hay algo turbio en esa relación. Creo que va a último curso en el instituto.

_ Oh… que interesante, Emily… Le queda muy bien ese traje de animadora… es muy apretadito y esas medias… _ Se mordió el labio. _ Debería conseguirte uno para ti.

_ Me encantaría llevarlo, mi reina. _ Sonrió de lado a lado.

Sora comenzó a Seguir a Jenny, para ver a dónde se dirigía. La siguió hasta un bloque de apartamentos, donde vio que justo cuando la muchacha llegaba, alguien aparcaba el coche y otra muchacha, algo mayor, pero con rasgos similares, se bajaba del coche.

_ ¿Su hermana?

_ Sí, Martha Williams. Por lo que sé va a la universidad, primer año.

_ Estás muy informada. _ Sonrió Sora.

_ Solía salir con esas chicas, era muy amiga de una de ellas, Teresa. Pero un día se mudó y perdimos el contacto.

_ Que lástima… creo que es hora de que te presentes de nuevo… Me gustaría mucho que me presentaras a esa chica, Jenny.

Mientras Sora hacía sus planes, Sakura había hecho los suyos. Su hija estaba durmiendo en casa de un amigo, y ella estaba en casa, acompañada de un hombre robusto, de piel oscura. Sentados delante de la tele, ella estaba tragándose una polla negra monstruosa, mientras él le acariciaba los pelos de oro, viendo la tele. Sakura estaba empapada y, tras una serie de ruegos, el hombre consintió que le montara. Sakura gritaba, como poseída.

Ni recordaba el nombre del hombre que la estaba penetrando, pero le daba completamente igual. Sólo quería una gran polla, y en eso había acertado. Mientras la rubia era empalada, y sus pechos mordidos y maltratados, Lee la observaba a través de una rendija desde la puerta de su habitación. El hombre se estrujaba fuertemente la polla mientras miraba a su mujer. Ya se había corrido varias veces, dejando una mancha en el suelo. Tendría que estar atento para limpiarlo, pues de lo contrario, Sakura le haría recogerlo con la lengua… otra vez.