Sora Yagami, Emperatriz de la hechicería 14

Capítulo Final. Sora ha recibido una importante lección de humildad. Morgan ahora tiene el control y le va a escribir una nueva historia. ¿Le dará a Sora un final feliz o la castigará por ser tan cruel como ha sido?

Desnuda y tirada sobre la cama, Sora notaba cómo Jenny le pasaba la lengua por el pecho. El cuerpo de Morgan era sorprendentemente sensible y la pelirroja lo conocía a la perfección. Sora se desperezó y acarició lentamente el pecho de su compañera. Jenny se estremeció.

_ Vamos, túmbate, quiero montarte. _ Le sonrió, mordiéndose el labio.

_ Teniendo en cuenta que la primera vez que Morgan y yo te follamos estabas tan reticente, que ahora me lo pidas tanto casi me asusta.

_ Oh vamos… Tampoco es malo que quiera disfrutar de tener coño mientras lo tenga, ¿Verdad? _ Sora sonrió, lo que, en el dulce rostro de Morgan, la hizo parecer adorable. _ Además, lo que me disgustó fue que Morgan me follara con mi propio cuerpo. Y estaba algo asustada.

Jenny se acostó bien sobre la cama y Sora cogió su polla con delicadeza, metiéndosela. Llevaba ya dos días “presa” en aquella casa. Pero no había estado sufriendo precisamente. Siempre que no fuera salir, le dejaban hacer de todo. Podía ver la televisión, Leer los libros de la casa… incluso le habían dejado un ordenador.

Aunque comprobó que cualquier intento de comunicarse con el exterior era infructífero. Su cuerpo no le respondía si intentaba mandar un mensaje o llamar. Pero, sin embargo, mientras iba metiéndose aquella polla poco a poco en sus entrañas… se sentía bien, reconfortada.

Un sonoro jadeó emergió de los bonitos labios de Morgan cuando llegó a lo más profundo de ella y la penetración fue completa. Aún le sorprendían las reacciones que le daba su vagina. Se estremeció de placer y se dejó caer lentamente sobre Jenny mientras, de forma gentil, comenzaba a botar sobre ella.

_ Oh, joder… que gustazo. _ Exclamó.

Besó a Jenny en los labios mientras continuaba botando. La pelirroja le estaba dando un abrazo y Sora estaba entregada. Le gustaba mucho Jenny. Era cierto que no era Emily, a la que aún echaba de menos. Pero se sentía bien estando con ella. Si la cárcel fuera así, probablemente mucha gente delinquiera sólo para tener un carcelero como ella.

Jenny, la aferró con fuerza y lanzó un pequeño grito cuando se corrió dentro de ella. Sora se estremeció, siguiéndola cuando notó la carga de semen caliente rellenándola. Con una sonrisa tonta, se quedó encima de ella un buen rato mientras le daba besos.

_ Me gusta estar contigo… si no estuviera tan preocupada por perder lo que tengo… el tiempo se me pasaría volando.

_ No deberías preocuparte… _ Jenny le apartó el pelo de la cara. _ Morgan será buena contigo. Es su naturaleza.

_ ¿Incluso aunque os esclavizara a ella, a tu hermana y a ti? _ Suspiró, sintiéndose repentinamente mal.

_ Para ser justas, a ella nunca llegaste a esclavizarla. _ Jenny se rio. _ Pero sí, a pesar de ello. En el fondo no es todo culpa tuya.

_ Explícate. _ Le pidió, deslizándose a su lado.

Jenny se giró y se apartó el cabello pelirrojo de la cara cuando se le puso en medio. Sora la vio repentinamente seria.

_ Verás, ese libro es difícil de manejar. Cuando se tiene tanto poder… se pierde la cabeza. _ Suspiró. _ Además… tú estabas… bueno, un poco poseída.

_ ¿Poseída? _ Sora se estremeció.

_ Tus ojos se volvían negros cuando usabas tu magia… ¿No te pareció eso raro?

_ Ahora que lo sugieres no sé si es algo normal.

_ Además… ¿No te resultaba extraño que por mucho que follaras siempre la tenías dura y dispuesta? ¿Qué nunca te doliera?

_ La verdad es que llegó un punto en que me pregunté si tendría que estar follando 24/7… pero… no le daba importancia… no sé por qué.

_ Era energía demoníaca, Sora. A diferencia de aquellos dotados por la magia por nacimiento, como Morgan… los que usáis el libro sin ella… bueno, la extraéis de otros planos. _ Le explicó Jenny. _ Morgan te lo sabría explicar mejor que yo… lo que importa es que por lo que ella cuenta, un demonio te estaba cediendo su poder… tomando cada vez más de tu personalidad… ayudado por tus deseos. Por lo que me dijo… de haber seguido probablemente te hubiera usado para tomar tu cuerpo como suyo… u obligarte a tener un hijo que fuera su receptáculo.

_ ¡Joder! _ Exclamó Sora, con los ojos abiertos como platos. _ Yo preocupada por mi empresa y resulta que estabais salvándome de que me robaran el alma.

_ Dime, ¿Qué es lo que te preocupa ahora realmente?

Sora sonrió, una sonrisa algo tonta, enamorada.

_ Quiero acurrucarme junto a Emily y decirle que la quiero.

_ ¿Y que te preocupaba hace cuatro días, Sora?

_ Conquistar el mundo… convertir a cada una de las mujeres sobre la faz de la tierra en mis esclavas… ahora que lo dices, suena a villano de un manga.

_ Ese es el resultado de que Morgan haya extraído toda tu magia. _ Susurró Jenny. _ Ahora vuelves a ser tu, la chica dulce que conocí en una discoteca.

_ Pues me alegro de ser yo. _ Sora sonrió de oreja a oreja. _ No lo sabía, pero me echaba de menos.

_ Bien, y ahora que hemos hablado… túmbate bien y abre las piernas, quiero chuparte el coño.

_ Pero Jenny, está anegado con tu semen.

_ Por eso mismo te lo quiero chupar, Sora. _ Le dijo Jenny, poniendo los ojos en blanco.

_ Oh… claro, claro. _ Sora dejó escapar una risotada.

Se tumbó, abrió las piernas y cuando Jenny empezó a lamer… se estremeció. No sabía cuanto tardaría Morgan en volver… pero mientras tanto, se lo estaba pasando muy bien con la pelirroja. No podía quejarse.

Fue una semana. Después de una semana, tras desayunar, Jenny le dijo que Morgan la estaba esperando en el patio. De hecho, fue la primera vez que pudo salir al patio. Se encontró a Morgan sentada en un banco y, frente a ella, una magnífica vista. Estaban cerca de la playa.

_ Siéntate, Sora. _ Le pidió Morgan.

Sora se detuvo un momento a observar su propio cuerpo. Morgan se había vestido con un traje de ejecutiva oscuro que le sentaba muy bien, el maquillaje ligero. Sora sentía algo de envidia. De alguna forma, Morgan lograba que su cuerpo tuviera más elegancia, más presencia.

_ ¿Has terminado con lo que tenías que hacer? _ Le preguntó, entre enfadada y asustada, pero más lo segundo.

_ Sí, he terminado. _ Respondió Morgan, mirando al horizonte. _ Te voy a explicar una cosa, Morgan. Algo que descubrí cuando yo misma empecé a trastear con el libro.

_ ¿De qué se trata? _ Preguntó Sora, finalmente sentándose.

_ Verás, yo pensaba, como imagino que tú piensas, que cuando usamos nuestros poderes siempre obligamos a la gente a hacer lo que nosotros queremos.

_ ¿Y no es así?

_ Sólo en parte. A veces les descubres cosas sobre sí mismos que ellos no sabían que deseaban, liberas los deseos más ocultos y los haces realidad… normalmente por casualidad. _ Le explicó. _ Le descubres a la gente quienes son de verdad… y entonces no quieren volver atrás.

Sora no supo que decir, así que Morgan continuó.

_ Yo no obligué a Jenny a ser transgénero. Pero fueron mis conjuros los que la hicieron darse cuenta de que así quería ser. Yo no lo supe al principio… pero pude verlo más tarde.

_ Sí, lo entiendo. _ Susurró Sora.

_ Esto es importante, porque quiero que sepas que he liberado a todas las personas que estaban sirviéndote contra su voluntad. _ La miró a los ojos. _ He modificado sus memorias para que no sean un problema… y he tenido que hacer algunos ajustes. Las personas que han descubierto su verdadera faceta gracias a la hipnosis… van a recordar todo lo que ha pasado… pero ya no podrás manipularlas a tu antojo. Son libres y felices con lo que han descubierto.

Sora tragó saliva, sintiendo que el mundo se le venía encima.

_ Lo que quiero decirte, Sora… es que no te he quitado nada que no te ganaras tú misma.

Sora quiso preguntar a qué se refería. De hecho, quiso preguntarle varias cosas. Pero ninguna pregunta llegó a salir de sus labios, porque cuando Morgan le puso la mano sobre el hombro… su mente se apagó y se durmió con una facilidad pasmosa.

Sora despertó agitada, dándose cuenta de que se encontraba en su propia cama. En un acto instintivo, lo primero que hizo fue llevarse la mano a la entrepierna y notar el ya conocido tacto de su miembro. Estuvo a punto de reírse ante el hecho de que fuera lo primero que quiso comprobar que seguía ahí.

El espejo a su izquierda le devolvió la imagen que tanto había echado de menos. Volvía a ser ella misma. Pero al verse sola en la cama sintió una pesada angustia. Se abrazó a sí misma, encogida ante el hecho de que Emily no estuviera allí con ella.

_ ¿Qué te pasa? Parece que hayas visto un fantasma…

Sora alzó la cabeza y su corazón dio un vuelco cuando vio a Emily salir del baño. Su cuerpo había cambiado ligeramente… sus tetas no eran tan monstruosamente grandes… su culo tampoco… pero su figura parecía significativamente más atlética. A Sora le pareció incluso más guapa. Aún conservaba su piel morena y su cabello tenido… así como el curioso color de sus ojos. Era única.

Sora saltó de la cama y la estrechó con fuerza, hundiendo la cabeza en sus nuevos pechos mientras se deshacía en lágrimas.

_ Eh… cariño… ¿Qué te pasa? _ Le preguntó ella, sonriendo.

_ Es sólo que… te quiero mucho, Emily. Eres el amor de mi vida. _ Dejó escapar Sora.

_ Vaya… que cariñosa estás esta mañana… _ Le acarició el pelo, con dulzura. _ Yo también te quiero mucho.

Emily la tomó del mentón y le dio un profundo beso al que Sora respondió. Estaba en la cima del mundo. El resto le daba igual. Le importaba una mierda la empresa, le importaba una mierda el dinero. Emily la quería de verdad. Podría dar botes y reír como una maniaca el resto del día.

_ Vamos, quiero hacerte el amor… _ Le dijo, tomándola de la mano.

_ ¿Otra vez? Anoche me dejaste reventada, cielo. _ Vale, le debía eso a Morgan… pero que hija de puta había sido. _ Te juro que físicamente no puedo… Aunque si quieres te la chupo. No creo que te falten voluntarias, de todas formas.

Sora sonrió.

_ No tienes que hacerlo si no te apetece… ¿Esta noche? _ Le preguntó, recorriendo la curva de su pecho con los dedos.

_ Esta noche me gustaría, sí. _ Sonrió Emily.

Sora se duchó y se vistió sin prisas. Se dirigió a la cocina y se encontró a Grace y Serenity. A simple vista saltaba que estaban cambiadas. Su ropa, principalmente. Serenity llevaba un conjunto completo de Chef y Grace parecía lista para salir a clase.

_ Buenos días. _ Saludó, sin saber a qué atenerse.

_ Buenos días, Jefa. _ Saludó Serenity. _ ¿Te apetecen huevos?

_ Sí, eso estaría bien. _ Sonrió y se sentó a la mesa.

Grace, a su lado, dirigió la mano izquierda y comenzó a jugar con su paquete. Sora se estremeció. La muchachita tenía una expresión divertida en el rostro mientras lo hacía. Sora se estremeció.

_ Que ya no trabaje para ti no significa que no me guste este rabito tuyo… _ Le susurró al oído. _ ¿Me dejas que lo cate un poco antes de ir a clase? Sofía, Verónica y Vanessa se morirán de envidia. No dejan de restregarme que soy la última en meterme en el negocio de las cams.

Sora miró a aquellos ojos inocentes teñidos de lujuria. Grace le había gustado mucho desde el principio. Por lo que veía, hasta ahora todas las que había en casa se acordaban de todo… porque aquel beso con el que Serenity le dejó el desayuno y que le dieran igual que su hija la estuviera sobando, hablaban por sí solos.

_ Ah… está bien, Grace. ¿Cómo iba a decirle que no a esa carita de ángel?

Grace se arrodilló ante ella, abrió el pantalón como si fuera un regalo de navidad y, sin más ceremonia comenzó a comerse aquella polla ávidamente, provocando que Sora gimiera sin poder evitarlo.

_ Que sepas, jovencita, que por mucha polla que comas no voy a permitir que dejes las verduras. _ Le advirtió Serenity. _ Por cierto… Jefa… sé que es mucho pedir pero… ¿Puedo tomarme la tarde libre?

_ La tarde… _ Sora gruñó por las actividades de Grace. _ ¿Para qué la quieres?

_ He quedado con Nat. _ Serenity se sonrojó un poco. _ Sé que no tienes planes con ella así que… la he invitado a salir. He dejado la cena preparada, sólo tendrías que meterla en el micro.

_ Pásatelo bien, Serenity… trabajas mucho.

Serenity sonrió. Sora gruñó, acababa de correrse en la boca de Grace.

_ Muchas gracias, Sora. Eres la mejor.

Sora se sentía contenta de camino al trabajo. Según Lily, le esperaba la reunión trimestral con las chicas. Los inversores parecían estar controlados, y Lily la recibió con hambre en la mirada a pesar de que su uniforme ya no era el anterior. La empresa había cambiado de nuevo, volvía a ser más formal, más correcta. Pero no era raro ver que había empleados que se escurrían a los baños a follar. Todo el mundo lo sabía, pero lo veían de lo más normal.

Había perdido a Elizabeth, lo cual era una lástima, pero se adaptó. Había muchas chicas en la empresa no sólo dispuestas, si no ansiosas por chuparle la polla en lugar de la secretaria. Sora se sentía bien, era feliz. Y lo fue mucho más cuando bajó al garaje.

Poco menos de la mitad de las chicas que había reclutado seguían trabajando para ella y se habían presentado para el informe. Sora estaba particularmente orgullosa de Vanessa y su madre, Gillian, porque habían dado la mayor cantidad de ingresos con diferencia. Nadie había dado malos números… ni siquiera Verónica a pesar de que aspecto casi paródico la había dejado en el último puesto. Sofía la compensaba con creces, no podía quejarse por el regalo que le había hecho a la joven.

_ Muy bien. Eso es todo por ahora chicas, buen trabajo. ¿Cómo se os ocurre que podríamos celebrarlo?

_ ¡Con una orgía! _ Exclamó Vanessa.

_ ¡ORGÍA, ORGÍA, ORGÍA! _ Comenzó a clamar un coro de cientos de voces.

Sora suspiró mientras, aún sin desnudarse, se sumaba a un ejército de féminas que la miraban como si fuese una diosa en la tierra. Quizá no hubiera conquistado el mundo. Quizá no fuese idolatrada por todos. Quizá Morgan había aplastado aquello… pero seguía siendo, sin lugar a dudas, una emperatriz… Y estaba muy feliz de aquel desenlace.