Sora Yagami, Emperatriz de la hechicería 13

Sora tiene control total sobre Morgan, y está disfrutando tanto de él que está dando de lado a sus otras esclavas. ¿Tendrá esto consecuencias?

Se había convertido en una malsana costumbre para Sora, casi rozaba la obsesión. Poco a poco había ido ganando terreno y se había convertido en una constante. Para alguien en cualquier otra situación, no hubiera sido preocupante. Pero Sora tenía miles de coños que cada día chorreaban por ella, y varias pollas que se mantenían duras pensando en ella. Sora tenía una novia que la deseaba más que nadie, y varias criadas que deseaban ser brutalmente folladas.

También tenía una hermana y una sobrina que acababan de ser rescatadas y que parecían más obsesionadas que nunca por ser folladas por ella. Y Sora… no les hacía el más mínimo caso por una simple razón. Una que tenía nombre y apellido.

Morgan Stone.

Desde que la había sometido, Sora no se follaba a nadie más. La boca, el coño y el culo de Morgan eran los únicos con los que había jugado desde que los había catado. Emily sólo había sentido sus labios desde entonces, y era la única con la que aún tenía algún contacto mínimamente romántico.

Sus siervas lo achacaban a muchas cosas. Quizá fuera una forma de venganza por intentar haberse opuesto a ella… quizá las estaba castigando a ellas por haber dejado que Morgan las engañase. Pero lo cierto es que era más sencillo que eso.

Morgan Stone era la mejor pareja sexual que Sora había tenido jamás. Su coño era perfecto. Ni demasiado estrecho ni demasiado cedido, siempre húmedo y listo. Su ano atrapaba su polla como un puño y sin embargo jamás le hacía daño ni se le escapaba. Y su boca… ni hablar de la boca de Morgan. Las mamadas que Morgan podía hacer llevaban a Sora hasta el cielo directamente.

Sólo había una cosa en la que Morgan era inferior a sus otras chicas. Y era que, debido a su pequeño tamaño, y a que sus tetas aunque vistosas no eran espectacularmente grandes, no era la mejor para hacer cubanas. Pero en lugar de pedírselas a Emily o a Martha, grandes expertas en ello, sencillamente había renunciado a ellas.

Por eso a nadie sorprendió que aquella mañana Sora estuviera sentada en el sofá, leyendo el periódico mientras Morgan, desnuda y arrodillada ante ella, le había bajado el calzón y le hacía una buena mamada bajo la falda. Sora estaba extrañamente sosegada a pesar de que Morgan se las había apañado para mantenérsela dura durante dos horas sin que se corriese.

Había buenas noticias, lo que para ella ya era común. Su empresa seguía subiendo en Bolsa, los coches vendían bien… y la policía seguía haciendo la “vista gorda” con respecto a sus movimientos… natural debido a que cada vez más miembros del cuerpo formaban parte de sus filas. Era bastante fácil… cuando no se ocupaban sus compañeros de lavarles el cerebro, eran ellos mismos los que iban a comprar el coche y salían convertidos en siervos. Bajó el periódico y miró a Morgan.

_ Quiero correrme. _ Anunció, como si fuera lo más normal del mundo.

Morgan, con gran delicadeza y dedicación, se sacó la polla de la boca y jugó un con ella.

_ Como desee mi reina. _ Dijo, servil. _ ¿Dónde lo desea?

_ En tu coño. _ Dijo, sin pensarlo.

_ Veo que mi coño es muy querido para mi reina.

Morgan se montó sobre ella, se penetró a sí misma con facilidad, dado lo húmeda que estaba, y comenzó a botar graciosamente delante de ella, dándole una fantástica visión de sus pechos, botando de forma salvaje delante de ella.

Sora últimamente siempre le pedía correrse en el coño. La razón era muy sencilla. Había retirado la protección mágica que tenían el resto de sus siervas. Deseaba preñar a Morgan. Eso sí que era una pequeña venganza. Deseaba verla criar sola a su hijo o hija, con una gran sonrisa producto de la hipnosis. Lo cierto es que también se la había retirado a Emily, quería tener un heredero. Y el que tarde o temprano tendría Marianne, pues estaba convencida de que ya la había preñado, no sería suyo.

Por otro lado, resultaría complicado embarazar a su novia si no se acostaba con ella. Pero Sora estaba tan obsesionado con follarse a Morgan que no se había parado a pensar en el problema. Se corrió salvajemente en sus entrañas, lanzando un gruñido de poder.

Por supuesto Morgan la acompañó al trabajo y estuvo durante el informe de resultados del mes. Todo subía. Los ingresos, los accionistas… la diversificación del negocio había sido fundamental. Lo mejor de todo es que los accionistas habían podido ver a las chicas… y aquel era el mejor momento para Sora. Cuando todas las cams se conectaban a la vez.

Podía ver a todas aquellas chicas mirándola, deseándola. Todas y cada una de ellas estaba bajo su control, todas la adoraban como una diosa. Todas querían el pedazo de carne sobre en el que en aquel instante Morgan saltaba con tanto ímpetu que parecía que quisiera desgarrarse el ano. Sora se sentía en la cima del mundo.

Aquella noche bebieron para celebrarlo. Sora estaba convencida de que se había acostado con catorce personas distintas aquella noche. Es posible que chupara alguna polla incluso, a pesar de que normalmente sólo lo hacía con la de Jenny. Pero estaba tranquila, porque su fiel esclava, Morgan, estaba consciente. Fue ella la que la metió en el coche cuando todo terminó. Sora se quedó profundamente dormida.

Y el horror comenzó cuando despertó. Lo primero que le extrañó fue que no sentía resaca, pero ese era el menor de sus problemas. No reconoció la estancia en la que se encontraba. Era de alguien rico, eso estaba claro. Estaba tumbada en una cama adoselada… atada de pies y más con cadenas.

Asustada, trató en vano de liberarse, pero las cadenas no cedieron ni un ápice. Tiró con todas sus fuerzas. No consiguió nada. Se sentía extrañamente débil. Llevaba forcejeando unos minutos cuando la puerta de la habitación se abrió. Lo hizo con un sonido chirriante, propio de una puerta antigua.

_ Vaya, veo que la bella durmiente por fin ha despertado.

Sora se congeló en el sitio. No por el tono o las palabras. Se quedó congelada por la voz. Era su propia voz. Y cuando la persona entró en la habitación lo confirmó. Era ella misma. Pero al mismo tiempo parecía distinta. Se movía con un porte más regio y señorial… aunque sus esfuerzos por esconder su polla no parecían estar tan pulidos como los suyos. Se la notaba en el pantalón.

_ Menuda resaca… _ Bufó, acercándose a la cama. _ Y yo que pensaba que había sido el rohypnol… Parece que lo que más seca te ha dejado ha sido el vodka… eres una viciosa. Aunque no es nada nuevo.

_ ¿Quién coño eres tú?_ Exclamó Sora, haciendo tintinear las cadenas cuando se movió para intentar soltarse.

_ No te has parado ni un segundo a mirarte a ti misma, ¿Verdad?

Sora obedeció. Sus abultados pechos no estaban, y tampoco encajaba el color de su piel. Era pálida, mucho más baja y tenía unos pechos pequeños y pálidos que le resultaban familiares. Pero aún más importante… su polla no estaba. Lanzó un grito desesperado que hizo reír a su captora. Ella abrió el primer cajón, tomó un espejo de mano y se lo puso delante de la cara.

En su reflejo vio a Morgan. A Morgan aterrorizada por el horror que ella estaba experimentando. Tardó más de lo que quisiera en unir las piezas, en aceptar que, de alguna forma, estaba dentro del cuerpo de Morgan. Sora no había investigado tanto el libro como para llegar a esos hechizos, pero razonaba que tenía sentido que estuvieran ahí.

_ ¿Morgan? _ Preguntó, mirando a la persona que ocupaba su cuerpo.

_ Premio. _ La sonrisa de Morgan le causó pavor. Ignoraba el miedo que podía causar su propio rostro. _ Bien, ya puedes entrar.

La puerta volvió a abrirse y Jenny, algo sonrojada por la vergüenza entró en la habitación. Morgan se acercó a ella y la rodeó con la cintura, robándole un beso que ella correspondió. Sora sufrió, porque Jenny nunca la había besado de esa manera. Con dulzura, con afecto… con amor.

_ Gracias, Jenny. _ Susurró Morgan. _ Sabía que podía confiar en ti.

_ Haría lo que fuera por ti… _ Respondió Jenny. _ Siento que hayas tenido que pasar por todo esto, Morgan.

_ No te preocupes… todo ha salido según el plan. _ Susurró, mirando a Sora, que ya ni se molestaba en resistirse. _ ¿De verdad pensabas que iba a ser tan fácil someter a una poderosa bruja? ¿De verdad creíste que te pertenecía? No contestes, sé que sí.

_ ¡Vas a pagar por esto, Morgan! _ Gruñó, sintiéndose indefensa. Morgan se estaba quitando la ropa y Sora estaba asustada.

Desde fuera su polla parecía muchísimo más grande de cómo la recordaba, y la de Jenny, que también se estaba desnudando, no se quedaba atrás.

_ Sora, durante estos días… ¿Sabes que he estado haciendo? _ Jugó lentamente con su miembro, poniéndolo duro.

_ ¿Qué has estado haciendo?

_ He estado drenando tu magia… cada vez que te corrías dentro de mí… cada vez que te la chupaba… perdías un poco de tu talento. _ Sonrió. _ Y a día de hoy, no puedes volver a hipnotizar a nadie. Nunca más podrás hacerlo. Así que pórtate bien… y yo seré compasiva… pero si te resistes.

Morgan empezó a acercar su polla a su coño. Sora abrió los ojos como platos. En el rostro de Morgan, tremendamente expresivo, era imposible ocultar el terror.

_ No… por favor… _ Le dijo. _ No me penetres…

_ Como iba diciendo. _ Dijo Morgan. _ Si te resistes… lo lamentarás.

Sora lanzó un poderoso grito cuando, de una sola estocada, Morgan la penetró. Su cuerpo se agitó, convulsionando de placer y terror. No sabía si era mejor o peor que el placer que sentía teniendo polla… pero era distinto, y la novedad la estaba enloqueciendo. Morgan la embistió un par de veces y Sora ya perdió el norte.

_ Ahora Jenny te la va a meter en la boca… si se te ocurre morderla o molestarla de algún modo… no recuperarás tu cuerpo, así que más vale que se la chupes bien.

_ Va… vale… _ gruñó Sora entre gemidos.

Jenny la miró con cierta ternura. Parecía que, aunque estaba algo enfadada, no lo estaba tanto como Morgan, que la embestía con tanta rabia que parecía querer partirla en dos. Le metió la polla lentamente en la boca, y Sora la fue acomodando.

Aunque extraño, no era nuevo para ella chuparle la polla a Jenny, así que se fue acomodando y se dejó follar la boca. Le gustaba el sabor y el mimo que estaba poniendo la pelirroja… así como los gemidos que le provocaba. En general, Sora apreciaba lo bello que era ver a Jenny ser follada.

Lo cierto es que empezaba a notar las cosas de forma distinta… quizá fuese por estar en el cuerpo de Morgan, o quizá fuera por otra razón, pero Sora se rindió al placer y se dejó hacer. Para cuando Morgan se corrió en sus entrañas, Sora estaba completamente calmada, y se dejó caer en la cama, presa de su primer orgasmo femenino. Le había gustado mucho más de lo que quisiera reconocer.

_ Y bien, Sora. ¿Sabes ya quién está al mando?

_ Tú estás al mando. _ Reconoció, con la cabeza baja.

_ Bien… Quiero que sepas que hagas lo que hagas no vas a poder hacernos daño… ni escapar. Así que te agradecería que no lo intentaras. _ Morgan suspiró. _ Jenny, suéltala.

Fue extraño para Sora, porque, aunque la habían soltado, no se sentía en absoluto más libre. Se incorporó sobre la cama, sintiéndose extraña con su tamaño más reducido y sin notar el peso de su miembro y sus tetas grandes.

_ Bien… ahora como despedida, quiero que me la chupes. _ Le dijo Morgan.

Era extraño, pero le apetecía. Y sabía que no tenía caso desafiar a Morgan. Ya había perdido. Asintió lentamente y, cuando Morgan se subió a la cama, se inclinó y se la comió lentamente, limpiando los restos de semen.

_ ¿Qué harás ahora? _ Preguntó entre lametones. _ ¿Me esclavizarás?

_ No, Sora… yo ya no hago eso… _ Le acarició lentamente el pelo. _ Quería que aprendieras la lección, y ahora… voy a tener que arreglar el estropicio que has hecho…

Morgan emitió un largo gruñido y Sora, por inercia, empezó a lamer sus huevos mientras jugaba con su polla. Sabía lo agradable que eso era.

_ Para eso necesitaba tu cuerpo, Sora. Tú te vas a quedar aquí, y te vas a portar bien… Cuando mejor te portes… mejor será la vida que te encuentres cuando vuelvas a casa. ¿Has entendido?

_ Sí…

Había perdido las ganas de luchar… pero no por un hechizo… antes notaba algo en su interior. Un instinto oscuro y malevolente que la instaba a conseguir más poder… ahora no estaba. De hecho, estaba asustada. Tan sólo quería volver a casa y acurrucarse con Emily. Oh, Emily… ¿Seguiría queriendo estar con ella?

Después de que Morgan se corriese en su garganta y se lo tragara, Sora pidió permiso para dormirse, y se lo dieron. Se acurrucó bajo las mantas y tuvo un sueño agitado. Morgan, por otro lado, se volvió a vestir, siguiendo los consejos de Jenny para ocultar la polla de Sora.

_ ¿Qué haría yo sin ti?

_ Estarías perdidísima. _ Le respondió Jenny. Ambas rieron.

_ ¿Seguro que quieres quedarte con Sora? _ Le preguntó, mirándola. _ Entiendo que estés resentida con ella después de lo que te ha hecho. Puede ocuparse Jessica… o Teresa.

_ No, está bien. A mí me conoce. _ Dijo Jenny. _ Estará más tranquila. No quiero que monte follón… Además, tiene tu cara. Y a ti te adoro.

Jenny se inclinó para besar a Morgan una última vez y finalmente vio cómo se marchaba. Jenny suspiró y, aún desnuda, se acercó a la cama y se tumbó con Sora.