Sora Yagami, Emperatriz de la Hechicería 10
Sora recibe la visita de una vieja amiga con una advertencia. Pero está demasiado embriagada de poder como para tomársela en serio y tiene otros planes para su visita.
El sonido de la boca de Grace mientras chupaba era casi hipnótico. Sora estaba tirada en la cama mientras la jovencita le dedicaba toda su atención a la masa de carne que se había convertido en su golosina favorita. La japonesa le acariciaba el pelo y ella se estremecía con cada pequeño toque que le daba. Emily tosió para recordarle a su novia que estaba allí y se sentó en la cama, dejándole la bandeja del desayuno.
_ Cielo, la próxima vez que contrates a una chiquilla para nuestro servicio, asegúrate de que sabe cocinar. _ Se sentó junto a ella y le comió la boca ansiosamente.
_ Creía que te gustaba cocinar. _ Susurró Sora, estremeciéndose por la tarea de Grace.
_ Me gusta cocinar… pero no todo el tiempo. _ Cogió un trozo de manzana y se lo metió en la boca.
Suspiró y le acarició el cabello pelirrojo a Grace. La muchacha estaba vestida con su ya habitual atuendo de criada, aunque como siempre le ocurría, se le habían salido las tetas del escote. Alargó la mano y se la estuvo apretando.
_ Por lo que veo a ti también te gusta.
_ Bueno, es guapa… ¿Por qué no me hiciste pelirroja? Está claro que te ponen.
_ Tú me gustas… rubia. _ Susurró, corriéndose en la boca de Grace, que tragó con su mejor sonrisa y comenzó a trabajar para ponerla dura de nuevo. _ Cariño… sí, tengo un fetiche con las pelirrojas… pero tú… tú eres…
_ ¿Soy qué? _ Le preguntó, seductora, acariciando lentamente su pecho con sus cuidadas manos.
_ Perfecta… te hice perfecta. _ Le acarició el pelo.
Mientras se besaban, Grace se acomodó de espaldas a ambas y se penetró a sí misma, sabiendo que a Sora le gustaba mirarle el culo. La jovencita se estremecía, con expresión de estúpida felicidad. Pero Sora no la miraba, estaba centrada en su novia, a la que comía la boca con ansiedad.
_ Monta… _ Le susurró.
Emily sonrió y apartó a Emily de un empujón. La chiquilla cayó al suelo, lanzando un grito, pues no se lo esperaba, y la rubia se acomodó sobre su novia, moviendo su escultural cuerpo de forma seductora e invitante, inclinándose sobre su amada para besarla mientras se empalaba.
Grace tardó unos segundos en reaccionar, hechizada ante el espectáculo sexual que se estaba dando delante de ella, El enorme y precioso cuerpo de Emily danzando sobre Sora. La envidiaba y admiraba profundamente a partes iguales.
_ Pido permiso para tocarme. _ Dijo, con miedo en la voz.
Siempre estaba cachonda, pero desde que se había mudado allí tenía prohibido tocarse sin permiso. Fueron unos horrendos segundos hasta que los labios de las dos amantes se separaron.
_ Concedido. _ Susurró Sora, con voz ronca.
Grace se metió los dedos con fuerza en el coño y, entre gritos, procedió a hacer algo que sería difícil describir de una forma que no fuera “violarse a sí misma”.
Sora estaba muy contenta al día siguiente. Lily había compartido con ella los últimos resultados financieros. La “ampliación del negocio” estaba funcionando muy bien. La web de cams porno y los servicios especiales de las chicas estaban dándole mucho dinero. Comprar un coche era circunstancial pero… ¿El Sexo? El sexo vendía siempre.
Estaba ganando mucho dinero. Eso implicaba dar el siguiente paso. Pero aún no estaba segura de cuál. Lo estaba meditando en su despacho. Mientras pensaba se acariciaba nerviosamente la polla. Con el tiempo había ido estando dura más y más tiempo. No le dolía, ni le causaba molestias. Pero estaba dura todo el tiempo.
Eso había implicado que cada vez pasaba más tiempo simplemente follando. Era como si su cuerpo necesitase cada vez más y más sexo. Estaba a punto de llamar a Elizabeth para que se pusiera bajo el escritorio, cuando fue la propia secretaria la que la llamó por el interfono.
_ Tiene visita, señorita Yagami.
_ No ha pedido cita, ¿Quién es?
_ Ha insistido mucho en verla. Se trata de una joven llamada Jenny.
Sora recordó a la pelirroja y su polla dio un bote. Jenny y su hermana Martha le habían gustado mucho. Había pasado una noche deliciosa con ambas. Se relamió y pulsó el botón.
_ Hazla pasar.
Jenny entró en la habitación visiblemente nerviosa. Su agitada respiración provocaba que su pecho se moviera de una forma que a Sora la puso muy pero muy cachonda. Tanto que ni se paró a pensar que Jenny lo que parecía era preocupada.
_ Hola, preciosa. _ La saludó, tomándola por la cintura y procediendo a besarla. Jenny respondió, pasando las manos por sus hombros.
_ Sora… _ La miró a los ojos. _ Escucha… he venido porque estoy preocupada por ti.
_ ¿Preocupada por mí? _ La miró a los ojos. _ ¿Por qué lo estarías?
_ Morgan se ha dado cuenta de lo que estás haciendo… y no está contenta… Si sigues así, va a intervenir.
_ No estoy preocupada por tu novia. _ Puso los ojos en blanco.
_ Sora, no te va a dejar seguir así. Y tú no deberías seguir ese camino. Te va a acabar dominando, como le pasó a ella.
_ ¿Me estás amenazando Jenny? _ Le preguntó, visiblemente tenso.
_ Te estoy advirtiendo. _ Susurró Jenny. _ Porque me preocupo por ti.
Sora la miró con una mirada que la asustó. Estaba ya demasiado acostumbrada a que todo el mundo la obedeciera y no le rechistara.
_ Claro… ¿Y ahora qué harás? ¿Irás a ver a tu querida Morgan y os reiréis de mí mientras te chupa la polla?
_ Sora, yo jamás haría algo así.
Sora no la creyó. La tomó del cuello y la obligó a mirarla fijamente.
_ ¿Sabes qué? Creo que voy a ser yo la que te va a chupar la polla mientras nos reímos de Morgan.
_ A mí no puedes controlarme como a las otras, Sora. _ Sora sonrió, una sonrisa siniestra y enfermiza.
_ Querrás decir que no podía antes. _ Pulsó la mano para llegar al interfono. _ He estado investigando.
Puso la mano sobre el interfono y pulsó el botón.
_ Elizabeth, necesito que me ayudes a contener a esta señorita.
Jenny se encontró desnuda, atada sobre una silla, revolviéndose con todas sus fuerzas, intentando soltarse de aquellas ataduras inútilmente.
_ Sora… Para… no hagas esto. Si te detienes ahora te prometo que no le diré nada a Morgan.
Sora la ignoró y le puso unos gafas de realidad virtual y unos cascos. Sora ignoró sus sollozos y sus llantos mientras comenzaba a manipular su miembro.
_ Nunca he chupado una polla. Considérate honrada de ser la primera.
Jenny se estremecía mientras Sora manipulaba su miembro, estremeciéndose de placer al tiempo que una hilera de imágenes, flashes intensos y voces la golpeaban directamente, anulando todos sus sentidos. En unos minutos había dejado de resistirse. Inerte y babeante, se dejaba hacer, gimiendo mientras Sora le lamía la polla y los huevos.
Sora no tenía ni puñetera idea de cómo chupar una polla, pero el brutal golpe psicológico de los flashes y el audio habría sido más que suficiente para que se corriese como lo hizo, copiosamente, en la boca de Sora.
Sora sonrió, mirando aquel escultural cuerpo estremecerse. Sonrió, con vicio… y volvió a meterse la polla en la boca. Iba a llevarle un par de ciclos.
Unas horas después, Jenny estaba subida en la parte de atrás del coche de Sora, junta a ella, comiéndole la boca amorosamente mientras se sobaban las pollas la una a la otra por encima de la ropa.
El vestuario de Jenny había cambiado ligeramente. Normalmente hacía grandes esfuerzos por ocultar su polla, pero en aquel momento llevaba un pantalón muy apretado que más que ocultarlo, lo enseñaba con orgullo.
_ ¿Ves como no tenía que preocuparme por Morgan? _ Le susurró, cuando sus labios se separaron.
_ Sí… tienes razón… he sido muy tonta… _ Dijo, mientras jugaba con el nuevo collar que le había regalado Sora. _ Seguro que tú sabes manejarla. ¿Dónde íbamos?
_ Vamos a ver a una amiga… _ Le acarició lentamente el miembro, provocando que Jenny se estremeciera. _ Y nos lo pasaremos muy bien.
Marianne estaba nerviosa cuando abrió la puerta y vio a Sora. Su marido estaba trabajando, y ella había dedicado todo el día a limpiar la casa. No había tenido éxito a la hora de quedarse embarazada, y ver a Sora allí le hizo mucha ilusión, aunque le llamó la atención que viniese con una persona que no conocía.
_ Hola, Marianne, querida… Esta es Jenny. _ La presentó. _ Jenny, no seas tímida, saluda a Marianne.
Jenny se adelantó y sin más preliminares comenzó a comerle la boca a Marianne. La mujer, aunque estaba confusa, correspondió y acarició el cuerpo ajeno. No quería contrariar a Sora. Notó, sin embargo, como la polla de Jenny chocaba con su vientre y se estremeció.
_ Veo que esta chica también tiene sorpresa. _ Sonrió. _ ¿Cómo quieres hacerlo?
_ Quiero ir directamente al grano. _ Respondió Sora directamente.
_ Cómo tú desees, Sora. _ Sonrió Marianne.
La mujer se desnudó y poco después se encontraba tumbada en su cama, apoyada y con el culo en pompa, sonriendo ligeramente cuando Sora le acariciaba las infladas tetas y la penetraba. Jenny se puso al lado de Sora y comenzó a besarla, dejándole barra libre para que la tocara. Y así Sora se mantenía ocupada con ambas. En la mano izquierda disponía a placer de Marianne, azotando su culo y sus nalgas mientras embestía su coño sin contemplaciones.
Con la derecha jugaba con su nuevo juguete, sobando sus nalgas, sus golosas tetas y su cara. Marianne principalmente se dejaba hacer, pero Jenny era mucho más activa. Además de mantener sus labios sobre la jefa, usaba ambas manos en ella, ignorando su propia polla, que estaba increíblemente dura.
Permanecieron un largo rato en esa postura hasta que Sora finalmente se apiadó de Jenny y se separó de ella, mirándola. Jugó un rato con su miembro, provocando que la pelirroja se estremeciera.
_ Marianne… estaría muy bien que agradecieras a Jenny que esté aquí con nosotras.
Marianne se encontraba con el cerebro prácticamente desconectado. Estaba mugiendo desesperadamente, contoneando su cuerpo en la búsqueda de placer. Asintió mientras babeaba. Jenny se aproximó, se colocó delante de ella, le cogió el pelo y le metió la polla en la boca violentamente, tapando esos mugidos.
Sora se sujetó a las nalgas de Marianne y empezó a Penetrarla con más fuerza, provocando que mugiera, o al menos lo intentara, porque Jenny no la dejaba respirar. La asiática finalmente se corrió la primera, lanzando un quejido.
Se sentó al lado, observando cómo Jenny finalmente se corría dentro de la boca ajena, dejándose caer sobre la cama y acariciando el pelo a la mujer, que sonreía de oreja a oreja.
_ Gracias Sora… _ Susurró.
_ Traquila, Marianne… seguro que esta vez sí que te has quedado preñada. _ Sora Sonrió. _ Jenny, vámonos… quiero que llames a tu hermana…
Era de noche. Emily había estado comprando ropa. Era difícil. Extraño era ya encontrar sujetadores que contuvieran su monstruosas tetas o bragas en las que encajara su enorme culo. Era extraño, pero tenía que recurrir a las tallas especiales a pesar de que no estaba gorda.
Nada parecía adaptarse a su monstruoso cuerpo. Estaba de mal humor cuando llegó a casa. Y lo cierto es que cuando llegó a casa y se encontró a tres pelirrojas pasándose su polla como si fuera un porro, si bien lo encontró excitante, le molestó un poco.
No le molestó que tres mujeres estuvieran ejerciendo el oficio más antiguo del mundo con su novia. A eso ya estaba acostumbrada. Pero sí que le molestó ver que las tres llevaban el uniforme de criada. También le llamó la atención ver que una de ellas tenía miembro… y uno bastante grande, a decir verdad.
_ ¿Alguna de nuestras nuevas criadas sabe cocinar? _ Suspiró, cruzándose de brazos.
_ Hola cariño… no te preocupes por eso. _ Sora se relamió, acariciando la cabeza de Martha. Estaba igual de sometida que su hermana. Tan sólo un par de ciclos con las gafas habían bastado. _ Ya he puesto en marcha los preparativos para conseguir a la madre de Grace. En unos días cocinará para nosotras.
_ ¿Y alguna sabe cocer? Porque es imposible encontrar ropa de mi talla.
Martha, que en ese momento estaba lamiendo los huevos de Sora con mucho mimo, alzó la mano, indicando que efectivamente sabía cocer. Emily suspiró y se sentó junto a Sora. Le hizo una seña a Grace y ella, que ya la tenía memorizada, abandonó a Sora y empezó a comerle el coño con mucho mimo.
_ Bien, cuando hayamos terminado con esto quiero que me ayude a hacer unos vestidos. Es difícil estar guapa para ti con la ropa que venden en las tiendas.
_ Martha te ayudará encantada, ¿Verdad que sí, Marta?
Martha detuvo su trabajo un instante.
_ Por supuesto mi reina. _ Sonrió a Emily y volvió a su trabajo.
Sora miró a Jenny y recordó la advertencia que le había hecho Jenny aquella mañana. Pero no estaba preocupada por Morgan. No podía ser tan peligrosa como Jenny decía.