Sor Inocencia 4

Aventuras y desventuras de una monja del sXIX

Una madre comprensiva

Una vez que Mariano el vaquero nos avisara de la inmunidad de que se te corrieran en el culo, todas las folladas con mi hermanito terminaban con él hundido hasta lo más hondo del culo de una de las dos. En muchas ocasiones, la hermana libre se ocupaba de beber el semen de Robertito directamente del ano de la otra lo que nos provocaba unos placeres tan morbosos que rápidamente exigíamos de mi hermano que nos volviera a aliviar el agujerito.

Por las noches ya éramos tres los que nos metíamos en la misma cama y era habitual que echáramos un polvo antes de cerrar los ojos. Al pobre Ricardito le teníamos famélico por los esfuerzos y muchas noches se escondía en la alcoba de mis padres para estar fuera de nuestro alcance. Lo malo es que en el cuarto de mis padres no había más que una cama y Ricardito dormía en medio de los padres. Mi padre llegaba tan derrengado del trabajo que nada más apoyar la cabeza en la almohada, cerraba los ojos y ni aunque demolieran la casa se enteraba de nada hasta la mañana. Pero mamá tenía otras inquietudes y le gustaba, dado que papá no le satisfacía, hacerse unas pajas monumentales con las que apaciguar sus ardores. La llega de Ricardito a su cama le abrió nuevas vías de escape y a la segunda noche ya le tenía con el pijama por los pies y ella trabajando en su polla. Al principio solo fue eso, pajas inocentes que le hacía en el cobijo de la cama matrimonial, pero poco a poco se fue atreviendo a más y tomó la costumbre de dormir desnuda para que su hijito pequeño le mamará sus enormes y excitados pezones. A ella no pareció extrañarle el arte que se daba el niño en esos menesteres y poco después exigió de él que también se ocupara de su coño.

A la semana, en cuanto papá cerraba los ojos, mi madre tenía la polla de su hijo metido en lo más hondo de su chocho peludo. Tampoco se extrañó de que fuera el niño el que le avisara de los riesgos de un embarazo si le dejaba correrse dentro de ella. "Ojala su marido hubiera sido tan sensato y no tendrían ahora la pléyade de niños que correteaban por la casa".

  • Bueno, hijito, pues si no podemos dejar que te corras en mi coño, tu me avisas para cuando estés preparado y yo te aliviaré con la boca.

Ricardito la primera vez no dijo nada y consintió en correrse en su boca pero en la segunda ocasión le habló a mamá muy serio de las otras vías de escape.

  • ¿Tú estas locos?, ¡pues no me quieres follar el culo!… ¿donde se ha visto eso?

Ricardito no se atrevió a confesar que no solo lo había visto sino que lo practicaba con sus hermanitas bastante a menudo. Simplemente le convenció de que debieran probar. Mi madre, novata ella en estas lides, dejó hacer a mi hermano y este la puso a cuatro patas con la cabeza apoyada en la almohada y abriéndose las nalgas con ambas manos. Durante un buen rato le estuvo comiendo el coño lo que llevó a mi madre a tener que masturbarse de lo caliente que la puso y de excitada que estaba no protestó cuando la polla de su hijo, que ya empezaba a ser notable, se introdujo por su ano con una facilidad pasmosa. Ni los berridos de placer de mamá consiguieron despertar a papá pero yo vi la ocasión para presentarme en la alcoba donde mi hermano enculaba a mi madre con la excusa de saber el motivo de tales berridos. Estaba más que harta que ella acaparara toda la atención de Ricardito y no se muy bien porqué me presenté frente a su cama con la intención de exigirle mi parte. Mi madre me miró sorprendida pero no me rechazó cuando empecé a tocarle las tetas y a comerle la boca. Muy al contrario, reaccionó con mucho afecto y terminó metiendo dos de sus dedos en mi agujerito encharcado.

A partir de entonces dormíamos Ricardito y yo con mamá en la misma cama donde mi padre dormía sin enterarse de nada. Rebeca se presentó una noche y sin que nadie le dijera nada se despelotó y se puso directamente a comerle el coño a mamá mientras Ricardito le atacaba por la retaguardia.

La cama no era muy grande por lo que la presencia de papá empezaba a ser un estorbo. No sé como le convenció mamá, no sé de que los niños tenían miedo por la noche, la cuestión es que él consintió en dormir en una de nuestras camas mientras nosotros lo hacíamos en la suya dando satisfacción tras satisfacción a mi ardiente madre.

La salud de Ricardito empezó a debilitarse teniendo que satisfacer a tres pedazos de putas como éramos nosotras por lo que mamá, poco dispuesta a perder los calentones nocturnos que le daba su hijo, decidió incluir en la orgía a otro de sus hijos, Gustavo, el mayor de todos, que, cosa rara, no hizo la más mínima pregunta sobre lo que se esperaba de él, simplemente se bajó los pantalones y le endilgó una potente polla en el coño de mamá. Las hermanas nos miramos satisfechas al ver la nueva herramienta que había entrado en juego. Nuestros coños ya estaban más que preparados para admitir una polla así e incluso mayores.

Continuará...