SONIA (Las perversiones de Sonia 6)
Felisa acaba aceptando su condición de chacha y se entrega plenamente a Sonia y el abogado por fin comprende el verdadero motivo por el cual la Señorita Blanco le hizo redactar el documento de divorcio.
SONIA (Las perversiones de Sonia 6)
El severo castigo a que Sonia sometió a la china tubo un embarazoso contratiempo para la Señorita Blanco, se había quedado sin criada durante no se sabe cuanto tiempo.
Un embarazoso problema que la Señorita soluciono llamando a Don Gonzalo pidiéndole que le asignara a una obrera de “Servilimp” para realizar las tareas de chacha en la mansión durante el tiempo en que la china estuviera ausente.
- ¡Ring!!!. ¡Ring!!!!. Me apresure a abrir la puerta. En ausencia de la asiática me correspondía a mí la tarea de portero.
- ¿La Señorita Blanco?. Pregunto Don Gonzalo que se presento acompañado de Felisa, uniformada con el clásico vestido de doncella.
- ¡Sígame por favor!. Indique acompañando a los dos visitantes a la estancia en donde se encontraba en aquellos momentos la Señorita Blanco.
- ¡Señorita!. Anuncie. ¡Don Gonzalo solicita ser recibido!.
- ¡Bien!. ¡Hágale pasar!.
Sonia descansaba placidamente tumbada en un tersillo con sus pies descalzos y fumándose una cigarrita en una larga boquilla, llevando como única vestimenta un batín de raso dorado de donde asomaba medio pezón que ni siquiera se molesto en cubrir.
En el suelo descansaban sus hermosas zapatillas a juego con la indumentaria.
- ¡Señorita Blanco!. ¡Le traigo a la obrera que solicito!. ¡Creo que Felisa, a la cual Usted conoce sobradamente, dará la talla como criada para servirla eficazmente!. ¡Señorita!.
- ¡Bien!. ¡Muy bien!. Dijo Sonia medio sonriendo. ¡Ya sabes!. ¡Felisa!. ¡A mi me gusta todo limpio y perfectamente ordenado!. ¡Pasaras las veinticuatro horas del día a mi exclusivo servicio!. ¡Por supuesto!. ¡Serás compensada por ello!. Indico Sonia con decisión.
- ¡Pero y Pedrin!. ¡No puedo dejarlo tanto tiempo solo!. Contesto rotundamente Felisa.
- ¡Don Gonzalo se ocupara de el!. ¿Verdad Don Gonzalo?. ¡Ahora hablamos de ello!. Dijo Sonia con decisión.
El hombre, que no supo ni que decir, se encogió de hombros aceptando resignadamente el encargo de la Señorita Blanco.
- ¡Mayordomo!. ¡Enseñe a la nueva criada las dependencias que deberá limpiar y ordenar!. ¡No hace falta que os presente!. ¿Cierto?. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!.
Durante todo este rato, Felisa y yo, no nos dirigimos palabra alguna. Limitándome a enseñar las dependencias del chalet en el que ella habito tiempos atrás. Cuando volvimos, la Señorita Blanco y Don Gonzalo, se habían puesto de acuerdo respecto que hacer con Pedrin.
Sonia contó sus planes a Felisa la cual resignadamente acepto.
- ¡Bien Felisa!. ¡Deberías agradecer a Don Gonzalo lo estupendamente que se porta contigo!. ¿No?.
Don Gonzalo permanecía silencioso.
- ¡Que tal!. ¡Felisa!. ¡Si le haces una mamadita a Don Gonzalo para agradecer lo bien que se porta contigo!. Expuso Sonia jovial y divertida. Don Gonzalo, sorprendido, enrojeció de golpe.
- ¡Gracias a él podrás ganar unos dineros extras!. Opino de nuevo Sonia.
- ¡Oh No!. ¡Por favor!. ¡Señorita!. ¡Me debo a mi esposa!. Dijo Gonzalo casi instantáneamente.
Felisa también estaba incomodada y atosigada, aquello la superaba. Pero de sobra sabia que poco o nada podía hacer para oponerse a los antojos de la Señorita Blanco de la cual dependía su migrada economía.
- ¡Don Gonzalo!. ¡Don Gonzalo!. ¡No me contradiga!. ¡Si de verdad desea seguir siendo uno de mis directivos de confianza!. Dijo Sonia burlona y en un tono algo amenazante.
- ¡Su esposa no tiene porque enterarse!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Yo no se lo voy a contar!. Prosiguió sonriendo al tiempo que alcanzaba con uno de sus desnudos pies la entrepierna de Don Gonzalo y masajeaba con él su abultado pene
- ¡Vamos!. ¡Felisa!. ¡Ponte de rodillas y saca con tu boca la polla al Directivo!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!!.
Felisa obedeció, no sin antes poner cara de asco. Con sus dientes bajo la cremallera del pantalón a Don Gonzalo y dejo salir su pene, que aunque no muy grueso, sí de de sobras tieso.
Bajo la atenta y divertida mirada de Sonia, Felisa chupaba y succionaba la polla del Director Gerente que no tardo en empezar a dar señales de gozo.
- ¡Alto!. Grito Sonia. ¡Don Gonzalo!. ¡Retire su polla de la boca de Felisa!. El Director obedeció, aunque con algo de mala gana, pues en aquellos momentos estaba ya disfrutando de la mamadita de la empleada.
La pérfida Señorita Blanco forzó con su mano abrir la mandíbula a Felisa e introdujo con sus finos y anillados dedos hasta el fondo de la garganta, con el propósito de humillar y degradar a mi “ex”, un billete de cien euros.
- ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Ahora puede continuar Don Gonzalo!. Dijo Sonia perversamente animada.
El Director, poniendo cara de vicio, penetro de nuevo su pene en la boca de Felisa y agarrándola por los pelos la forzó violentamente a meter la polla hasta el fondo.
- ¡Chupa!. ¡Asquerosa!. Gruñó excitado Don Gonzalo.
- ¡Gonzalo!. ¡Míreme a Mí!. Expreso con soberbia la Señorita Blanco segura de su belleza y mostrando todo el esplendor de su esbelto y bronceado cuerpo.
- ¡Uaf!. ¡Uaf!. ¡Uaf!. ¡Uaf!. Don Gonzalo termino eyaculando una gran cantidad de semen en la boca y cara de Felisa visionando la figura de la encantadora Señorita Blanco.
- ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Ves!. ¡Felisa!. ¡Acabas de ganar tus cien primeros euros extras!. ¡Jajajajajajajajajajaja!.
- ¡Anda!. ¡Chacha!. ¡Calzadme!. Exigió sin dar tiempo a reponerse.
Felisa medio llorosa por el degradante trato recibido se dispuso a poner las doradas zapatillas en los perfectos piececitos de la Señorita Blanco.
- ¡Así NO!. ¡Inútil!!!!. ¡Paf!. Un bofetón se estrello en la mejilla de Felisa. ¡Debes calzarme con la boca!!!. Vocifero Sonia exaltada dándole a continuación una patada en los morros.
- ¡Besa los zapatos antes de ponérmelos!. ¡Deberás aprender muchas cosas!. ¡Chacha!.
Una vez recuperado del orgasmo, Don Gonzalo se dispuso a marchar.
- ¡Señorita!. ¡Si no desea nada mas!.......
- ¡Jajajajajajajajajaja!. ¡No Señor Director!. ¿Satisfecho?. ¡Jajajajajajaja!!!. Pregunto Sonia picara y burlona.
- ¡Sí!. ¡Gracias Señorita Blanco!. Contesto Don Gonzalo besándole la mano antes de retirarse definitivamente.
Aquellas fueron unas semanas especialmente duras para Felisa e incomodas para mí que debía compartir espacio con mi “ex”.
Intencionadamente y sabiendo de sobras el dolor que le causaba, no pregunte a Felisa ni una sola vez por Pedrin, dándole a entender mi total rechazo y desprecio hacia mi hijo. Así se lo hice saber a Sonia que mostró plena satisfacción.
- ¡Bien!. ¡Esclavo!. ¡Me complace tu envilecimiento!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡Vas aprendiendo a ser un gusano degenerado!.
- ¡Divina Majestad!. ¿Me permite besar sus lindos pies?. Le suplique demostrando una vez más mi absoluta adicción hacia Ella.
- ¡Chupa perro!. Sonia introdujo sus puntiagudos stilettos en mi boca y poniendo cara de cruel viciosa apretó fuerte hacia el interior y yo se los lamí con entera devoción.
Como cada Domingo Felisa esperaba impaciente la visita de Don Gonzalo, el cual acudía acompañado de Pedrin, para realizar la visita de una hora semanal, no mas, pues así lo había estipulado la Señorita Blanco.
Aquella mañana Sonia despertó temprano pues pensaba salir a la hípica con unas amigas.
- ¡Chacha!. ¡Prepárame el baño!. Ordeno la Señorita Blanco a su criada.
- ¡Sí Señorita!. Contesto Felisa.
Transcurrido cierto tiempo.
- ¡Mayordomo!!!. Me llamo algo airada.
- ¡Sí!. ¡Divina Majestad!.
- ¡Donde esta la chacaha!!!!.
- ¡Esta con Pedrin y Don Gonzalo!. ¡Divina Majestad!. Conteste inmediatamente.
Sonia se levanto furiosa, calzo sus mules y rápidamente se dirigió irritada hacia la cocina, lugar en el que la Señorita Blanco había dispuesto para tales visitas.
El aire provocado por el veloz movimiento del rápido andar de la Señorita proyectaba hacia atrás el batín de raso blanco que Sonia llevaba totalmente abierto, dejando a la vista la desnudez de su bella silueta.
El sonido de los finos tacos aguja golpeando el suelo, mezclado con el de las plantas de sus pies pegando contra la plataforma de sus mules, resonaba por los grandes pasillos del chalet.
Yo seguía presto tras Ella, intentando adelantarme tan rápido como podía para abrirle las puertas. A su paso, Sonia se cruzo con una de sus fustas la cual tomo en sus manos.
Entro colérica en la cocina, lugar al que jamás acostumbraba a visitar.
- ¡Estupida de mierda!. ¡Como te atreves a desatenderme a Mi, para ver a este asqueroso mocoso!. ¡A caso no te han enseñado modales!. ¡Chacha!!!!. ¡Inútil!!!! ¡Zas!!!. ¡Zas!!!!.
Sonia dio un par de fustazos en la cara de Felisa que se lanzo al suelo llorando desesperadamente.
- ¡Gonzalo!!!. ¡Llevase a este niñato de aquí!!!. Chillo enfurecida señalando con la fusta hacia la puerta de servicio que daba a la calle.
Pedrin sollozaba quebrado y afligido queriendo de todas, todas, abrazar a su madre.
- ¡Y no vuelva traerlo hasta que se lo ordene!!!!!!. Le grito Sonia al Director que forzándolo saco al niño a la calle.
- ¡NO por favor!!!!!!. ¡Señorita!!!. ¡Se lo ruego!. ¡Esto No!!!!. Imploraba Felisa postrada a los pies de la cruel Sonia.
- ¡Desnúdate!!!!!!. ¡Perra!!! ¡Inepta!. ¡Recibirás tu merecido!!!!!!.
- ¡Se lo suplico!. ¡Mi Ama!. ¡Perdón!!!. Mi ama, Felisa había dicho Mi ama. Era la primera vez que se lo oía decir.
- ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Mayordomo!!!!.
- ¡Sí!. ¡Divina Majestad!.
- ¡Azote a esta asquerosa perra incompetente!!!!. Sonia lanzo al suelo la fusta que yo recogí con la boca y empecé a azotar con saña a mi “ex”.
- ¡Zas!!!. ¡Zas!!!!. ¡Zas!!!. ¡Zas!!!!. ¡Que morbo!. Aquello me estaba poniendo extremadamente caliente, era una delicia fustigar las nalgas de mi detestable “ex” esposa.
Sonia se fumaba una cigarrita contemplando dichosa y vanidosa como su fiel esclavo aplicaba el castigo a la chacha.
Felisa permanecía arrodillada y con la frente pegada al suelo aguantando estoicamente el dolor de los bárbaros golpes que le estaba inflingiendo.
Sonia no me ordeno parar hasta que las nalgas de mi “ex” estuvieron completamente rojas y a punto de sangrar.
- ¡Te vooooy a mear!. ¡Felisa!. Anuncio Sonia con sensual voz situando sus finos tacos aguja a ambos lados de la cabeza de la chacha, que aun se mantenía con el frontis pegado al suelo.
Sonia separo con los dedos sus labios vaginales y soltó un chorro de orina sobre el rostro de Felisa. Esta, impulsivamente, giro su cabeza y abrió la boca buscando con ella el dorado liquido que salía de la vulva de la hermosa e impúdica Señorita Blanco.
- ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!!. ¡Dime una cosa!. ¡Felisa!. ¡Que te sabe mas mal!. ¿No poder ver a tu mocoso?. O…… ¿haber desatendido Mi Divinizada persona?.
- ¡Haberla desentendido y defraudado con mi torpe actitud!. ¡Divina Majestad!. Respondió Felisa entre sollozos y lanzándose a los pies de Sonia que sonreía graciosa ante tal respuesta.
Creí en aquellos momentos que Felisa hacia teatro para ahorrarse el castigo y poder ver de nuevo a su hijo.
Pero cada semana, cada día que pasaba la veía más entregada y mas perra detrás de Sonia. Casi parecía imposible que una mujer, que meses atrás, hubiera sacado los ojos a Sonia ahora se mostrara tan mansa.
¡La pille!. Una mañana en que Sonia tomaba una sauna, la pille. Entre en la alcoba de la Señorita para comprobar que la criada lo había dejado todo limpio y en perfecto orden.
Oí unos imperceptibles gemidos y allí estaba Felisa, acurrucada los pies de la cama de la Señorita Blanco, frotándose apasionadamente el coño con la suave puntera de uno de los atractivos y altísimos zuecos de Divina Sonia, mientras que con la lengua lamía el interior y el fino taconazo del otro.
- ¡Felisa!!!!. ¡Pero!………¡Pero que haces!!!!!!. Le dije sorprendido por la escena que estaba viendo.
- ¡No!. ¡No es lo que parece!!!!!. Intento justificarse ella sin motivos.
Salí rápidamente de la alcoba con una maliciosa sonrisa en los labios pensando en como reaccionaria Sonia ante tal despropósito. Así que me dirigí presto a contárselo a la Señorita.
- ¡Por favor!. ¡José!. ¡No digas nada!. ¡Te lo suplico!. Me persiguió ella por la escalera desesperada y miedosa.
Como no iba a contar una cosa así a Mi Ama, me falto tiempo para postrarme de rodillas y esperar a que Sonia saliera de la sauna.
- ¡Divina Majestad!.
- ¡Que ocurre!. ¡Gusano!. ¡Habla!.
- Vera Señorita debo contarle un par de novedosas noticias. Han llamado del hospital anunciando de que en unos días darán de alta a la asiática.
- ¡Perfecto!. Exclamo Sonia.
- ¡Divina majestad!. No se como contarle que………..
- ¡Habla estupido!. ¡Y no me hagas perder mas el tiempo!. ¡Se me hace tarde!.
- ¡Felisa!. La he encontrado cometiendo actos impuros con sus sagrados zuecos.
Conté a la Señorita lo que acababa de ver con mis propios ojos.
- ¡Jajajajajajajajajajajaja!. ¡No me digas!!!!!. ¡Vaya con la estrecha y la muy católica de Felisa!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!!. Sonia se tomo el hecho con mucho humor riéndose alocadamente.
- Hoy es de nuevo el día de visita de su mocoso. ¿Verdad?.
- ¡Sí!. ¡Divina Majestad!.
- ¡Haz que Felisa se presente ante Mí!.
Llame a Felisa y la conduje al salón donde Sonia tomaba un aperitivo ataviada con tan solo el blanco albornoz y calzando sus altísimas mules.
Felisa entro sonrojada, avergonzada y cabizbaja. Sonia la contemplaba risueña.
- ¡Vaya!. ¡Vaya!. ¡Felisa!. ¡Quien lo iba a decir!.¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. Sonia se carcajeaba muy divertida.
- ¡Señorita!. Dije. ¡Don Gonzalo y el niño acaban de llegar!.
Todo y haber acordado un régimen de visitas entre Felisa y Pedrin, después del desafortunado incidente de aquel ya lejano domingo en que Felisa dejo desentendida a la Señorita Blanco, debía de ser Sonia quien autorizara a mi “ex” el momento oportuno en que se podía reunir con su hijo.
Había domingos que no tenían de esperar ni un solo momento. Pero otros, podían pasar incluso horas hasta que a la Señorita Blanco no se le antojaba a permitir a mi “ex” ver a su hijo.
- ¡Que prefieres!. ¡Ir a ver al mocoso!. o…..Quedarte ¡aquí!. ¡A mis pies!. Pasando tu lengua entre mis deditos y besando mis mules. Le hablaba Sonia con dulce boquita de piñón. ¡Dejare que beses mi culito!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Seguro que a una cerda pervertida como tu le va a gustar!.
- ¡Dime!. ¿Que decides?. Pregunto Sonia con su alegre e irresistible cara de traviesa.
- ¡Quedarme!. ¡Divina Majestad!. Incomprensiblemente contesto Felisa.
- ¡Pero que puta y pervertida eres!. ¡Felisa!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Pero me gusta!. ¡Me excita y complace enormemente tu vil actitud!.
- ¡Mayordomo!. ¡Diga a Don Gonzalo que hoy no va haber visita!. ¡Que la madre del niñato tiene una tarea mucho mas importante que realizar!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!.
Sonia puso su dedo gordo esmaltado de rojo carmín en los labios de Felisa y esta lo rozo y lamió suavemente con su lengua, hasta que penetrándolo entero en la boca lo chupo con autentica devoción.
Prosiguió luego en lamer entre los demás deditos del pie de la Divina Diosa haciendo hincapié en el anular donde luce el pequeño aro de oro.
Sonia la miraba con cara de sumamente satisfecha.
- ¡Pronto volverá mi esclava y entonces podrás reunirte diariamente con tu niñato!. Comunico Sonia a Felisa.
- ¡NOooooo!!!!!!. ¡Se lo suplico!!!!!!. ¡Por favor!. ¡Mi Ama!. ¡Acépteme a mi también como esclava!. ¡No podría vivir sin su presencia!.¡No deseo otra cosa que adorarla como a una Diosa!. Clamaba y suplicaba Felisa como una autentica perra rastrera.
- ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!!.¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!!.
Viendo tanta entrega y sumisión hacia Ella, Sonia se lanzo a carcajear y a troncharse violentamente de risa.
- ¡Pero Felisa!!!!!. ¡Jajajajajajajajaja!. Sin parar de reír. ¿Eres consciente de lo que dices?. ¡Si te acepto como esclava no volverás a ver jamás a tu mocoso!.
- ¡Lo se!!!!. ¡Mi Ama!. ¡Y acepto plenamente las consecuencias!. Dijo Felisa lamiendo las tiritas que sujetan el pie de Sonia a sus excitantes mules.
- ¡Por favor!. ¡Es Usted Mí Diosa!. ¡Se lo imploro!.¡No habrá problemas!. ¡Are todo cuanto a Usted se le antoje! .¡Y sino!. ¡Me castiga!. ¡Lo aceptare dócilmente!.
- ¡No me lo puedo creer!. ¡No puedo creer que hayas caído tan baja y te hayas vuelto tan sumisa, tan degenerada, tan puta!. Decía Sonia entre fuertes risotadas aun no repuesta del fuerte impacto que le causo la inesperada reacción de Felisa.
- ¡Y con tu hijo!. ¿Qué piensas hacer?. ¿Pervertida?. ¡Aquí no quiero a este mocoso!. ¡Lo sabes!. ¿Verdad?.
- ¡No se Mí Ama!. ¡No se que hacer!. ¡Me someto a su entera determinación!. Dijo Felisa dando a entender que dejaba en manos de Sonia el futuro de Pedrin.
- ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!!. ¡Chupame el culito!. ¡Desperdicio!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!!. ¡Seguro que te va a gustar!. ¡Perra!. Hablo Sonia entusiasmada.
La lengua de la entregada chacha recorría las estupendas nalgas y glúteos de la Señorita Blanco. Con rápidos y acelerados movimientos penetro enteramente en el interior del agujerito del delicioso ano de Sonia y lo lamió hasta que consiguió que la Señorita Blanco tuviera un grandioso orgasmo anal.
- ¡Magnifico!. ¡Felisa!. ¡Ha sido estupendo!.
Sonia dio un empujoncito con su zapato en el pecho de Felisa tumbándola hacia atrás, quedando su desnudo sexo a disposición de Sonia. Entonces la Señorita masajeo con la suela de sus zapatos los genitales de su criada e introdujo el fino taco aguja en el interior de su coño.
- ¿Te gusta?. ¡Perra!. ¿Te gustan mis zapatos?. ¿Te gusta correrte en ellos?. ¡Puta viciosa!. ¡Quien iba a decir que la buena de Felisa!. ¡La muy católica!. ¡Era una Puta viciosa de mis zapatos!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!.
Sonia masturbaba a Felisa mientras la insultaba y la vejaba. Felisa se volvía loca y se mostraba sumamente cachonda en sentirse humillada por su Ama.
- ¡Sí!!!!. ¡Mí Diosa!. ¡Sí!!!. ¡Soy una puta!. ¡Una perra!. ¡Pisoteeme!!!!. ¡Se lo suplico!. ¡Divina Majestad!. ¡Pisoteeme!!!!.
- ¡Jajajajajajajajajajaja!. Sonia penetraba el fino taco de sus mules en el coño de Felisa y luego se lo introducía en la boca.
- ¡Chupa!. ¡Chupalo bien!. ¡Escoria!. ¡No aras otra cosa en tu asquerosa vida que chuparme los tacos!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!.
- ¡Chuf!. ¡Chuf!. Sonia mostrando menosprecio absoluto hacia Felisa escupió en la boca de su puta en el momento en que esta se corría sin parar.
- ¡Quien te a dado permiso para correrte!. ¡Eh!. ¡Cerda inmunda!. Sonia exhibiendo un monumental cabreo, aunque creo que en el fondo estaba satisfecha de que Felisa se hubiera corrido de la forma tan vil como lo hizo, le soltó un par de fuertes bofetones en la cara.
- ¡A partir de ahora!. ¡Esclava!. ¡Tendrás que suplicarme permiso para obtener satisfacción sexual!.
Sonia se hizo servir una copa de licor por Felisa y la mantuvo de rodillas a su lado, encendió un cigarrito y uso su boca como cenicero.
- ¡Ya se que are con tu monigote!. Hablo Sonia a Felisa risueña y carialegre.
- ¡Lo voy a dar en adopción!. ¡Jajajajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajajaja!.
Felisa mostrando una vez más su dúctil carácter se postro a sus pies y beso fervientemente sus sugerentes empeines.
- ¡Abogado!.
- ¡Sí!. ¡Divina Majestad!. Me arrodille de inmediato.
- ¡Quiero!. ¡Ordeno!. ¡Se ocupe de buscar una familia de adopción para el niñato!. El niñato no era otro que mi hijo, también.
------------------------------------------------La asiática una vez recuperada. ¿Recuperada?, se incorporo de nuevo al servicio de la Divina Sonia, pero las consecuencias del terrible castigo habían sido fatídicas. La china perdió un riñón y quedo gravemente afectado una parte de su cerebro y de su musculatura.
A pesar de ello, Sonia no se compadece en lo mas mínimo de la china y sigue maltratándola cruelmente y sin compasión.
- ¡Inútil!. ¡Aun has vuelto mas paralítica e inepta de lo que eras!.
Le solía chillar ultrajándola y menospreciándola brutalmente o burlándose de ella con el simple propósito de divertirse.
- ¡La, la….la.. Se..ñorita re….re...cla….ma su pres..encia!. Me anunció la asistenta con dificultosa habla debido a la lesión de su tejido neuronal.
Era lunes. Como cada mañana estaba acabando de arreglarme para marchar a la oficina a trabajar después de un duro fin de semana al servicio de mi adorada Ama.
¡Que raro!. Pensé, son las ocho y media y Sonia no suele levantarse nunca antes de las once.
Acudí de inmediato a presentarme ante Ella.
- ¡Buenos días!. ¡Divina Majestad!.
Sonia se acababa de bañar y llevaba puesto un blanco albornoz.
- ¡Abogado!. ¡Hoy no va acudir a la oficina!. ¡Así queeee….!. ¡Llame a la secretaria y cancele todas sus citas!. y…. ¡Delegué sus funciones a uno de sus subordinados!
- ¡Nos espera un día muy agitado!. Me comento seguidamente.
- En breve vendrá el modisto para probarle el esmoquin y seguidamente el peluquero.
Seguía sin entender la situación, hasta quela SeñoritaBlanco me soltó.
- ¡Hoy es un día señalado!. ¡Abogado!. ¡Nos casamos!!!!!. ¡Jajajajajajaja!!!. Dijo frívolamente y supongo que al ver mi cara de embobado comento…..
- ¡Tontin!. ¿Que no estas contento?.
¡Claro que lo estaba!. Pero aquello me había cogido de sopetón y no supe como reaccionar.
Pese a mi edad, exhibo un buen aspecto físico. Más o menos alto, delgado, y aun que canoso, conservo toda mi cabellera. Además tengo una musculatura desarrollada, resultante de la práctica diaria de ejercicio.
Pero poco podía imaginar que una Dama como Sonia se pudiera encaprichar de mí. Hasta el punto de querer casarse conmigo, y menos aun, después de haberle transmitido todos mis bienes y propiedades.
Por fin comprendí cual era el verdadero motivo de la hoja de divorcio que Sonia me había ordenado redactar meses atrás.
Tal fue el choque que recibí, que fui incapaz de preguntar nada, ningún detalle de la boda, ni del banquete, nada de nada.
¡Por cierto!. Me sentía feliz con mi condición de fiel esclavo de la Señorita Blanco, esto gratificaba plenamente mis ilusiones y por supuesto, jamás hubiera reclamado ninguna pertenencia suya.
- ¡Anda!. ¡Dúchate! ¡Bobo!. Dijo señalando su baño.
- ¡Gracias!. ¡Divina Majestad!. ¡Pero ya he tomado una ducha!. Conteste ofuscado por el momento.
- ¡Pero debes de estar inmaculado!. Va a venir también una esteticista para depilar todo tu cuerpo. Sonrió maliciosamente al ver mi cara de asombro.
- ¡Pero es un honor demasiado grande para mí asearme en su baño!. Humildemente le exprese.
- ¡Da igual!.¡hoy es un día especial!. Añadió Ella.
Así que me desnude de nuevo y me zambullí en su enorme bañera empotrada en el suelo, la criada trajo una toalla para secarme.
La esteticista no tardo en llegar, me hicieron tumbar encima de una camilla y empezó para mí, una irresistible tortura cada vez que arrancaba de un tirón la ardiente cera que cubría mi piel y con ella infinidad de pelos.
- ¡Aaaaaaaahhh!!!!!!: ¡Basta!!!!. Gritaba yo. ¡Por favor!. ¡Basta ya!!!.
- ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!!. Se reíala SeñoritaBlanco.¡Calla!. ¡Estúpido blandengue!. ¡Quejita!. ¡Aguanta por Mííííí………!. Dijo entonces con sus sensuales morritos en posición de lanzarme un beso.
Aquello me animo bastante, así que aguante como pude la depilación de mis testículos y culo, aparte de las piernas, brazos y pecho.
Cuando la esteticista termino, no quedaba en mi cuerpo pelo alguno que no fuera en mi cabeza.
Aplico luego un suave masaje con una hidratante crema que me dejo la piel mas fina que un recién nacido.
Una vez pulido, engominado y trajeado. ¡Sin calzoncillos por supuesto!, debido a la tajante prohibición que Sonia nos había impuesto, tanto a la asiática como a mí, de usar prendas de ropa interior.
Me mire al espejo. ¡Tampoco estaba tan mal!, me dije a mi mismo. Pero seguía sin comprender los motivos por los cuales una joven, exitosa y guapa mujer como Sonia, pretendía casarse con un hombre maduro como yo, que al fin y al cabo trabajaba y me desvivía por Ella.
De todas formas me ilusione, mi mente no dejaba de soñar, de imaginar como seria la vida de casado con Sonia, como seria la noche de bodas.
Ella por su parte estaba bellísima, peinado asimétrico, largas pestañas y maquillada a la perfección.
Vestía un tradicional traje de novia color blanco terminado en una gran cola, sin hombros y decorado con unos bonitos bordados hechos en pedrería. Con un monumental escote; tanto en el frontal como en la espalda y a juego con el vestido unos largos guantes que llegaban hasta los codos.
Lucia el lujoso conjunto de joyas que había adquirido aquella loca tarde en que la acompañe de shoping y en la que, literalmente, se follo al joyero.
Calzaba unos blancos salones de alto y fino tacón, completando el conjunto, una hermosa diadema que le daba un toque…. así ……como de princesa.
Como no podía ser de otra manera, en un día tan señalado, Sonia contrato a una limousine, esta vez de color blanco.
A la llegada al palacio de justicia un corro de invitados nos recibió con unos entusiasmados aplausos y gritos de ¡Guapa!. ¡Guapa!. ¡Guapa!. Evidentemente dirigidos a Sonia.
No eran muchos, quizás unos veinte, todos elegantemente vestidos. Grandes pamelas, vestidos de tul semitransparente, largos guantes y altos taconazos las Damas. Los Caballeros lucían todos con esmoquin.
Algunos de ellos eran frecuentes visitantes del chalet. Otros, en cambio, era la primera vez que les veía.
Entre las mujeres, una mulata destacaba por su impactante hermosura. Ojos claros y lisa larga melena color negro oscuro con flequillo recto, ataviada con un semitransparente vestido de tul negro, debajo del cual vislumbraba un diminuto tanga de cuero.
Sonia me agarro del brazo para entrar en la sala donde se celebro la boda. El juez nos dio un pequeño discursito sobre la importancia de quererse etc. etc. etc…
- ¡José!. ¿Quiere a Sonia como esposa?.
- ¡Sííí!!!. Dije al instante.
- ¡Sonia!. ¿Desea a José como marido?.
- ¡Sí!. Contesto Ella. Sin dudar, pero tampoco sin demasiado entusiasmo.
Olga, la íntima amiga de Sonia, que también lucia suprema, nos trajo dos aros de oro que nos colocamos, yo en el meñique de Sonia y Ella en el índice de mi mano.
Sonia tomo la iniciativa y me dio un calido morreo seguido de un clamoroso aplauso de los convidados.
A la salida una lluvia de pétalos de rosa perfumados cayó sobre nuestras cabezas.
- ¡Que se besen!. ¡Que se besen!. ¡Que se besen!. Gritaban los asistentes a la boda.
Mi optimismo iba en aumento. Sonia era un sueño, una ilusión, un deseo irresistible.
Esta vez me adelante, y fui yo quien tomo la iniciativa, así que me acerque a sus sugerentes labios y la bese.
Sonia no se corto, paso su enguantada mano por detrás de mi nuca y apretando fuertemente hacia Ella, me morreo con ímpetu.
Acción esta que desato otra vez el entusiasmo de los presentes.
Sonia y yo nos montamos entonces en la pomposa limousine que nos esperaba, el resto de convidados hizo lo mismo en sus lujosos autos, algunos de ellos conducidos por sus chóferes particulares.
Ya en el auto pregunte…
- ¡Sonia!. ¿Dónde será el banquete?.
- ¿Sonia?. ¿Acaso has olvidado que eres mi esclavo?.
- ¡Perdón!. ¡Divina Majestad!.
Sonia sonrió con picardía y me dio un pequeño morreo que me hizo estremecer y por supuesto puso mi pene en guardia.
- ¡Uf!. Tendré que castigarte por tu insolencia. ¿No crees esclavo?. Hablo Sonia con astucia.
- ¡Como Usted desee Divina Majestad!. Conteste entre divertido y excitado volviendo a mi humilde condición de siervo.
- ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Me encanta tu docilidad!. Manifestó la elegante Dama.
Sonia saco de su bolso la terrible funda con púas que tanto tiempo aprisiono mi pene, y sonriendo malévolamente la refregó en mi rostro ante mi desosegada cara de estupor, exclamando luego con su dulce voz de boquita de piñón.
- ¡Anda querido!. Ya sabes como se coloca, ¿verdad?. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!.
Así que agarre el espantoso aparato de tortura y bajándome los pantalones lo coloque en mi pene, cerrando el dorado candado que sujeta la cadena en mi cintura.
Sonia me dedico una seductora mirada y alzando la pierna en la que luce la bonita tobillera de oro, la acerco hacia mí, dándome a entender sin palabras, donde debía colocar la llave.
Decidió luego que debía hacerme sufrir, saco de su bolso un dildo de pulido y transparente cristal y se dedico a estimular su sexo con él.
El sudor provocado por la angustia de las finas púas de la funda metálica clavándose en mi polla humedecía abundantemente mi frente, mientras lo gemidos de placer de Sonia excitaban todavía mas mi dolorido miembro.
El chofer no paraba de mirar por el espejo retrovisor, Sonia había convenido que no se cerrará la cristalera que separa los dos compartimientos.
Por lo cual, Ella, le dedicaba de vez en cuando un sugerente guiño o una lasciva lamida de labios.
Intente concentrarme en otras cosas para disminuir mi erección, momento en que me percate de que nos dirigíamos hacia la mansión de la colonia.
Por fin, mi esposa, calmo su fogosidad y yo pude descansar tranquilo el resto del viaje.
Atardecía cuando la limousine, precedida por el resto de la lujosa comitiva, cruzo la calle principal de la colonia a estas horas repleta de gente.
Corrió la voz de que el nieto e hijo del amo se había casado por segunda vez y todos los fisgones y chismosos habitantes de aquel inculto lugar, salieron a la calle para ver al heredero del que años atrás había dirigido sus vidas.
La mansión esta construida, como si de un castillo feudal se tratara, en una pequeña loma dominando desde la altura los que un día fueron los dominios de mis antepasados y ahora lo son dela SeñoritaBlanco.
Sonia saludaba simpáticamente con la mano a los habitantes de la aldea que ignoraban que aquella esplendorosa Dama era ahora la propietaria del lugar.
Dos uniformados porteros cerraron la verja tras nuestra entrada en los amplios jardines del palacete, dejando pegados en la puerta a unos cuantos curiosos que se concentraron en el lugar para vernos mas de cerca.
La limousine estaciono frente a la entrada principal de la mansión, los invitados que esperaban nuestra llegada nos recibieron de nuevo lanzando al aire gran cantidad de pétalos de rosa perfumados.
Tras ellos, formando una hilera, nos aguardaba la servidumbre. Fue entonces cuando me di cuenta del ambiente surrealista que imperaba en el lugar.
Portaban la cabeza embutida en una ajustadísima capucha de cuero que les anulaba completamente la personalidad, unos pequeños orificios en los ojos y otros igualmente pequeños en la nariz eran las únicas aberturas a l’exterior.
La capucha en cuestión, se sujetaba al pescuezo por un ancho y ajustado collar metálico con argolla incluida, llevaba en su interior una mordaza que permitía taponar totalmente la boca.
Las criadas vestían el típico uniforme de doncella. Delantal blanco sobre vestido negro, guantes, cofia encima de la capucha y zapatos negros de planta baja. Los uniformes tenían una gran obertura delantera por donde asomaban íntegramente los pechos.
Los hombres, iban uniformados con el típico traje de criado pero con sus torsos también desnudos y depilados. Encima del collar metálico llevaban una pajarita blanca, guantes con empuñadura, pantalones rallados y hermilla a juego.
Los pezones, tanto de hombres como de mujeres, estaban debidamente anillados colgando de ellos unas pequeñas pesas que estiraban las tetillas hacia abajo causando enorme incomodidad a los sumisos.
Todos los sirvientes estaban, por expreso capricho de Sonia, con los pies y las manos engrilletadas por unas relucientes cadenas que unían las extremidades inferiores con las superiores, aumentando así la sensación de dominio sobre ellos, pero con la suficiente soltura como para no entorpecer las tareas propias que tenían asignadas.
Todo ello diseñado con el cruel propósito de resaltar las diferencias de clase y sensación de poder y dominio entre las vanidosas/os Damas y Caballeros y los obedientes esclavos.
Lo mas curioso del caso era que tanto parecían gozar las Señoritas/os como los siervos.
En un lateral, debidamente formados como si de soldados se tratará, cuatro musculosos hombres cubiertos igualmente con capuchas de cuero, pero a diferencia de los criados, estas tenían grandes aberturas en los ojos y en la nariz, no en la boca que permanecía igualmente sellada.
Lucían sus corpulentos torsos completamente desnudos y rasurados, llevando como únicas prendas unas muñequeras, tangas a juego con la capucha y zapatos estilo militar.
Estos cuatro esbirros actuaron en todo momento como fieles soldados cumpliendo estrictamente las órdenes que las Damas y Caballeros les dictaban.
En la parte trasera del jardín había preparadas unas mesas con diferentes azafatas de un delicioso aperitivo, acompañado de un suave cóctel de champagne.
Durante el refrigerio converse de negocios y otras ligerezas con algunos invitados e invitadas.
Fue entonces cuando me enteré, que los criados eran en su totalidad sumisos vocacionales. La mayoría esclavos o esclavas de las Señoras y Caballeros invitados a la boda. Otros, habían pagado grandes sumas de dinero para vivir una situación de extremo dominio.
Sonia desapareció durante un tiempo, para aparecer de nuevo muy maquillada y perfectamente rimelada, embutida en un fabuloso semitransparente vestido de tul negro que le llegaba hasta medio pecho, dejando que asomaran algo los pezones y realzando sus firmes tetas.
Todo ello combinado con largos manguitos del mismo tejido, en la parte inferior de los cuales asomaban sus finos dedos acabados en largas uñas de color púrpura.
Sonia iba alzada sobre unas vertiginosas sandalias doradas con unos adornos en piedras preciosas y luciendo las mismas joyas que llevo durante la ceremonia.
Había oscurecido y las numerosas lámparas del palacio irradiaban luz a doquier. El dulce cóctel empezó ha nublar las mentes de los convidados provocando alegres conversaciones y risas sin motivos.
En aquel momento alguien anuncio que ya podíamos subir al comedor.
Sonia se acerco a mí redondeándome el cuello con su brazo.
- ¡Querido!. ¿Vas a llevarme en brazos como hacen los buenos esposos?. ¿No?
Dándome un morreo se apoyo en mi hombro i dio un pequeño impulso hacia arriba obligando a que la sujetara con los brazos.
Alegres y divertidos los demás invitados aplaudieron la acción. Subí la escalinata de mármol que conduce a la amplia sala comedor transportando a Sonia en mis brazos. Ella coqueteaba conmigo con el mero hecho de excitarme y provocar así un intenso dolor en mi pene.
- ¿Sufres?. ¿Querido?. Pregunto con boquita de piñón lamiéndome los labios, rozándome con sus erectos pezones y metiendo sus deditos en mi boca.
Las escaleras se me hacían interminables, por fin llegamos a la sala comedor donde había una larga mesa lujosamente puesta.
Dos sillones de alto respaldo, colocados en la parte central de la mesa, sobresalían por encima de los demás.
¡Para los anfitriones!. Pensé, y hasta allí lleve a mi Diosa que reía muy hermosa.
- ¡Soy mala!. ¿Verdad?. ¿Queridoooo?. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!.
Yo me senté a la derecha de Sonia. A su izquierda tenía a Adriana, la bella mulata. Olga, extremadamente hermosa con su larga y voluminosa melena ondulada, flirteaba con Javier, otro guapo y atractivo galante.
Aparecieron en la sala los criados y criadas andando sobre sus rodillas y portando doradas bandejas con apetitosos asados y mariscos variados.
Las finas copas de cristal se llenaron de Dom Pérignon y los platos de suculenta comida.
¡Todos!. ¡Menos el mío!. Una y otra vez aquellos peculiares sirvientes pasaban por mi lado sin depositar nada en mi plato.
Los comensales comían, bebían, hablaban, reían. Sonia estaba entregada de lleno en una animada conversación con la guapa Adri. La despampanante Señorita Torres no paraba de besarse con su apuesto acompañante.
Nadie me dedicaba ni la más mínima atención. Me encontré solo, ignorado. Miré a mí alrededor y observé que todos los presentes eran mucho más jóvenes que yo, me sentí distante y algo marginado.
Aquellos momentos se me hacían interminables. Los sirvientes entraron de nuevo para servir unos jugosos asados.
Esta vez esperaba pillar algo, pero ¡NO!. También ignoraron mi presencia en la mesa.
- ¡Llevan horas sin comer!. Comento, refiriéndose a los criados, alegre y divertido a su morena acompañante el galante Caballero que tenía sentado a mi derecha.
- ¡Sííí!!. ¡Capricho de Sonia!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. Contesto también divertida la bella morenaza de rasgos mestizos que lucia un dragón tatuado sobre su tórrida piel del hombro derecho.
- ¡Sonia!!!. La llame. ¡De pronto me di cuenta de mi fatal error!. Quise disculparme y subsanarlo inmediatamente.
- ¡Perdón!. ¡Perdón!. ¡Divina Majestad!. Pero enseguida me percate de que ni siquiera me había escuchado debido al fuerte alboroto que había en el ambiente y sobre todo a que su interés continuaba centrado en la linda mulata.
Aun que dudándolo, me atreví a tocarla en el brazo para llamar su atención.
- ¡Que te ocurre!. ¡Imbecil!. Fue la violenta reacción de la Señorita Blanco llamando la atención de los convidados.
En la sala se hizo un silencio absoluto, todo el mundo estaba pendiente de mi, me miraban sonriendo burlescamente.
- ¡Por favor!. ¡Divina Majestad!. ¡Aun no he podido comer nada!. Dije tímidamente y con voz temerosa.
Sonia escupió en mi plato la comida que en aquellos momentos estaba masticando.
- ¡Ahora ya tienes algo que comer!!!. ¡Jajajajajajajajaja!!!!. Mofándose de mí todos los comensales, al tiempo que Sonia empujaba mi cocorote hacia el plato.
(Continuará)