SONIA (las perversiones de Sonia 5)

La muerte de la madre de Juan, ex esposo de Señorita Blanco, hace que Sonia contacte de nuevo con él y este caiga en sus garras teniendo terribles consecuencias para la asiática.

SONIA (las perversiones de Sonia 5)

-         ¡Divina Majestad!. ¡Solicito permiso para hablar!.

Andaba yo desnudo. ¡Bien!. Con tan solo la odiada funda de mi pene y la ajustada correa en la garganta con cadena incluida tal y como Sonia había dispuesto, cuando me postre ante Ella y pegue la frente al suelo en espera de que me autorizara hablar.

-         ¡Habla gusano!. ¡Que te ocurre!. Dijo Sonia tomándose antes su tiempo. Señorita hoy me he enterado de la muerte de su “ex suegra”.

-         ¿La madre de Juan?. Expreso Ella, a modo de pregunta, con malévola sonrisa en sus rojos labios.

-         ¡Sí!. ¡Divina Majestad!.

Debido a mis contactos como letrado, llego a mi despacho esta luctuosa noticia y así se lo comunique a mi Ama.

-         ¡Rápido! ¡Consigue el teléfono de mi “ex”!. Ordeno Sonia

-         ¡Tendré de llamarlo para darle el pésame!. ¿NO?. Añadió entonces antes de ausentarse de la salita en donde se encontraba.

Así que me apresuré y al poco rato tenia ya el número deseado porla SeñoritaBlanco.

Oí el clásico taconeo de sus stilletos acercarse de nuevo y me puse rápidamente de rodillas esperando su entrada en la habitación.

Cuando volvió llevaba puesta una sexy combinación de fina lencería negra. Medias de rejilla y un minúsculo slip de fina tela transparente, adornada con largos collares de perlas. Cubría su delicioso cuerpo una larga transparencia que dejaba vislumbrar sus perfectos y redondeados pechos, calzaba a juego unos zapatos de charol negros de interior dorado de alto y fino tacón aguja.

-         ¿Tienes ya el numero?.

-         ¡Sí Divina Majestad!.

Marco en su celular el teléfono de Juan, su “ex”.

-         ¡Holaaaa.. Juaaan!.  Hablo Sonia con melosa voz.

-         ¿Quien es?. Preguntó el interlocutor al otro lado del aparato.

Debido a la proximidad en que me hallaba podía sentir y escuchar perfectamente la voz de su “ex” marido.

-         ¡No digas que te has olvidado tan pronto de mi voz!. Exclamo Sonia con aire de disgusto.

-         ¿Sonia?. Pregunto Juan.

-         ¡Correcto!. ¡Has adivinado!. Continúola SeñoritaBlanco.

-         ¡Que te ocurre!. Dijo Juan algo airado.

-         ¡Juan!. ¡Me enterado de lo de la muerte de tu madre, y…., veras!. ¡Quisiera darte el pésame!.

Continúo Sonia en un tono de lamento y burla a la vez.

-         ¡Dime!. ¡Juan!. ¿Sufrió mucho?.

-         ¡Pues veras!. Enfermo casi inmediatamente después del juicio y tuvo que ingresar durante una larga temporada en el hospital.

-         ¡Cuánto lo sientooo!. ¡Pobrecita!!!!.

-         ¡Como te dije!. ¡Me he puesto de luto!. ¡Con braguitas negras!. ¿Sabes?. Expreso sonriente e irónica la Señorita Blanco al tiempo que lanzaba una sonora risotada.

Sonia me indico que me acercara a Ella y tirando de la cadena que llevaba atada a mi cuello forzó mi cabeza hasta la altura de su delicioso coño.

Con una mano tapo el interfono y me ordeno.

-         ¡Cómeme el coño!. ¡Perro!.

Sonia tomo asiento y descanso una pierna encima del reposa brazos del cómodo sillón quedando su sonrosada vagina, semi cubierta por el transparente slip, visiblemente expuesta a mi  lengua.

-         ¿Sabes una cosa Juan?. ¿Te acuerdas del abogado?. ¡Pues en estos momentos me esta lamiendo maravillosamente el clítoris por encima de mi slip negro!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!.

-         ¡Sonia!. ¡Eres una mala persona!. ¡Un ser detestable!. ¡No tienes corazón!.

La SeñoritaBlancoseguía sonriendo mientras escuchaba las palabras de repulsa que le propinaba su ex marido.

-         ¡Juan!.... ¡Juan!.....¡Juan!..... ¿Todavía me guardas rencor?. ¡Con lo bien que lo pasábamos juntos!. ¿Te acuerdas?.

-         ¡Como no voy a odiarte!. ¡Sonia!. ¡Con lo que me hiciste!. ¡Arruinaste mi vida!. ¿Entiendes?. ¡Zorra!!!!!. ¡Mi madre enfermo del disgusto y murió por ello!.

-         ¡Juaaan!. ¡Olvídalo yaaa!!. ¡Haz memoria de los buenos ratos que te hice pasar!. Como cuando te pajeaba con mis pies o con mis pechos.

¡O cuando te corrías comiéndome el coño y luego te meaba en la boca!. ¿No te acuerdas de estos momentos?. ¿Juan?.

-         ¡Claro que me acuerdo!. ¡Como voy a olvidarlos!. ¡Pero esto ya paso!. ¡Sonia!. ¡Lo nuestro termino!. ¡Y termino de la peor manera que podía terminar nuestra relación!.

-         ¡Pero podemos ponerle remedio!. ¿No?. Apunto Sonia. ¡Podemos vernos y sellar la paz!.

-         ¡Pero que paz!. ¡Sonia!. ¡Que paz!. ¡Que quieres de mi!. ¡Déjame!. Ahora he rehecho mi vida con una buena chica y no quiero saber nada más de ti. ¡Entiendes!.

El sexo de Sonia estaba totalmente mojado y su botoncito hinchado. Con mis labios se lo chupaba y Ella hacia muecas de placer.

-         ¡Juan!. ¡No digas que no deseas verme!. ¡Vamos!. ¡No seas terco!. ¡Se que lo estas deseando!. ¿Verdad?. Ahora te mando a mi chofer y te vienes a mi chalet, charlamos y tomamos algo recordando viejos tiempos.

-         ¡No, Sonia!. ¡No!. He quedado para cenar con mi novia.

Sonia se alzo de su sillón y no paraba quieta de un lado a otro de la sala, pretendiendo convencer a su “ex” , no se para que oscuro motivo.

A indicación de Ella, iba yo siguiéndola como un perrito tras sus zapatos, intentando lamerlos.

Al final las poderosas razones de Sonia terminaron por hacer claudicar a Juan que todavía estaba perdidamente colgado por Ella.

-         ¡Anda!. ¡Estupido!. ¡Ve a por Juan!, ¡Y no olvides ponerte el uniforme!.

Así que me uniforme de chofer y fui en su busca. Juan residía en una modesta barriada en la parte baja de la ciudad.

-         ¡Vaya!. ¡Abogado!. ¡Se lo advertí!. Sonia termino por devorarle. ¿Cierto?. ¡Jajajajajajaja!!!!.

Tal y como Sonia me había ordenado me limite a realizar exclusivamente mi tarea como chofer y me mantuve absolutamente mudo, sin contestar a ninguna interpelación de su “ex”.

Sobre las nueve de la noche llegamos al lujoso chalet. La criada, vistiendo uniforme de doncella, nos abrió la puerta y condujo a Juan hasta la parte trasera del jardín dondela Señorita, todavía ataviada con el provocativo conjunto de lencería negra esperaba fumando una cigarrita, tumbada en un camastro al lado de la piscina.

Yo les seguí y espere silenciosamente a quela SeñoritaBlancome indicará si podía o no retirarme.

-         ¡Chofer, criada, chalet……!. ¡Vaya lujo!. ¿Verdad Sonia?. Exclamo Juan dirigiéndose a Ella.

-         ¡Jajajajajajajajaja!!!. ¡No está mal!. Contesto la provocativa Señorita Blanco levantándose del diván y alargando la mano hacia Juan a la espera de que este se la besará, como inexplicablemente así lo hizo, recibiendo una sugerente sonrisa por su parte.

-         ¡Ya ves!. ¡Juan!.Las cosas no me van del todo mal.

-         ¡A costa de arruinarme!. ¿No?. ¡Conmigo no podías permitirte esta suntuosidad y por esto me abandonaste!. ¡Y terminaste haciendo polvo mi vida y la de mi madre!. ¿Cierto?.

-         ¡Juan!. Ya te he dicho que sentía mucho la muerte de tu madre y por eso me he puesto de luto. ¡Hasta las uñas me he barnizado de negro!. Como puedes ver. Dijo Ella con su sensual boquita de piñón a la vez que sonreía sarcásticamente conociendo el enorme dolor que esto causaba a su “ex”,  pero a la vez Sonia sabía que tal actitud impúdica excitaba enormemente a Juan.

-         ¡Como puedes ser tan cruel conmigo!. Clamo Juan casi lloroso. ¡No se a que he venido!.

-         ¡Anda!. ¡Juan!. ¡Tranquilízate!. Sonia se acerco a él y le dio un beso en los labios.

-         ¡Ya sabes!. Siempre he sido muy caprichosa y amante de los lujos caros. Juntos, no podía prosperar, así que tuve que ingeniármelas para lograr lo que quería, una vida llena de riqueza y comodidades.

Sonia se tumbo de nuevo en el diván e invito a Juan a sentarse a su lado. Juan en un principio reacio, abdico ante las constantes insinuaciones de Ella.

-         ¡Que haces todavía vestido de chofer!. ¡Inútil!. ¡Ponte el uniforme de mayordomo y sírvanos unos aperitivos!. ¡Rápido!.

-         ¡Como puedes tratarlo de esta manera!. Oí que le recriminaba Juan.

-         ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Es mi esclavo!. Contesto Sonia altivamente hermosa.

No se que ocurrió durante mi ausencia pero cuando volví, Sonia se había despojado de sus medias de rejilla, Juan se hallaba con su camisa desabrochada exhibiendo pecho y recorriendo con la lengua toda la extensión de las bronceadas piernas de la Señorita Blanco.

Deposite unos canapés junto a una botella de champagne encima de una mesilla y les llene las copas.

-         ¡Largo!. ¡Escoria!. Grito Sonia con una severa expresión en su cara para sonreír luego con ganas al verme desaparecer temerosamente.

-         ¡Jajajajajajajajaja!!!!. Cuanto más mal le trato, más obediente y manso se vuelve. Pude oír que decía mi linda Ama.

La Señorita me llamo al cabo de un rato para que les sirviera unas fresas con nata.

Sonia había vendado los ojos a su “ex” y atado las manos a la espalda con sus sexy medias de rejilla.

Juan se encontraba sentado en una silla con el torso desnudo y Sonia posaba encima de su cintura a la altura del pene.

La lengua de la escultural Dama le recorría los labios.

-         ¡Deja la bandeja en la mesilla!. Mandola SeñoritaBlanco.

Obedecí al instante y me dispuse a abandonar de nuevo la estancia.

-         ¡Espera!. ¡Ven!.

-         ¡Acércate!. ¡Coge la azafate y ponte aquí!. ¡De rodillas!. Me indico Sonia señalando con un dedo el lugar donde debía postrarme.

Juan permanecía inmóvil, silencioso, sin decir palabra. Sonia jugueteaba con él dominando completamente la situación.

Yo aguantaba la fuente arrodillado a su lado. Sonia cogió una fresa, unto de nata y la chupo, para luego meterla lentamente en la boca de Juan que se mostraba enteramente entregado a los caprichos sexuales de su bella ex esposa.

Sonia embadurno también de nata sus preciosos y erectos pezones para luego darlos a lamer a su resignado cautivo.

-         ¡Chupa!. ¡Amoooor!. ¡Chupa!. ¡Aig!. Se insinuaba lascivamente con su dulce voz la irresistible Sonia.

-         ¡Descálzame!. ¡Esclavo!. Me ordenola SeñoritaBlancoalargando su lindo zapato hacia mí.

Con el afán de un ferviente devoto retire el atractivo stiletto  del soberbio pie de mi Ama.

-         ¡Llénalo de champagne!. Me dijo entonces sensualmente.

-         ¡Divina Majestad!. Hable con el debido respeto acercándole su sagrado zapato repleto del burbujeante líquido dorado.

Sonia lo agarro por la suela y lo aproximo a los labios de su “ex”. Con su atractiva picara sonrisa, tapono con los dedos la nariz de Juan, obligándolo a abrir la boca. Lentamente vertió en ella el contenido de su sexy zapato, desbordando el carísimo liquido sobrante por ambos costados de la boca de Juan que no conseguía engullirlo todo a la vez.

Lamió entonces con su lengua los labios, el cuello  y los pezones de su prisionero.

-         ¡Cálzame!. ¡Imbecil!. Comino Sonia lanzando su zapato al suelo.

Siguiendo el ceremonial que Ella misma había dispuesto, bese y luego lamí el calzado de mi Diosa, para luego con gran delicadeza afianzar el stilletto a su pie.

Sonia se alzo, quito la media que servia de vendaje para los ojos de Juan y arrimo su clítoris cubierto por el fino y transparente slip a la boca de su “ex” marido.

-         ¡Anda Juan!. ¡Cómeme las braguitas!. Como te dije, me las he puesto en motivo de duelo por la muerte de tu madre. Dijo risueña y con voz afligida aparentando pena a la vez que apretaba su cabeza contra su coño.

Juan se entrego de lleno a lamerle el clítoris por encima de la fina tela. La carga erótica de aquella escena era infinita.

Sonia lo observaba complacida. Sobre todo pienso yo, por su entrega total pese a lo cruel que Ella había sido con su apenado “ex” esposo.

Yo permanecía firme, de rodillas a su lado, aguantando otra vez la bandeja con las fresas.

Mi pene pedía a gritos poder participar en la fiesta, pero me estaba absolutamente prohibido, incluso la erección que en aquellos momentos e incontrolablemente estaba experimentando.

¡Que paradojas tiene la vida!. Pensé en mi interior.

Apenas hace un año, estábamos, yo como letrado y Sonia como demandante, enzarzados de lleno en el pleito de divorció que manteníanla SeñoritaBlancoy su “ex”, y ahora estoy sumisamente  humillado a sus pies mientras los dos follan a placer ante mis narices.

-         ¿Te gusta amado mío?. ¿Te acuerdas del sabor de mi sexo?. Repetía con su sugerente y excitante boquita de piñón.

Juan se la miraba con pasión y lujuria. Unto Sonia una fresa en la nata y se la introdujo en el interior de la vulva.

-         ¡Come!. ¡Come!. ¡Mete tu lengua mas y mas adentro!. La voz de Sonia sonaba entrecortada por los espasmos de placer.

Juan también respiraba hondo, queriendo retener al máximo la sensación de éxtasis que sentía y que su polla tremendamente erecta, liberada de su pantalón, delataba.

La DivinaSeñoritaBlanco se masajeaba sus erectos pezones. Juan forzaba para liberar sus manos de las ataduras que le impedían magrear a su bella amante.

-         ¿Deseas tocarme?. ¡Cariño?. Interrogaba Sonia a su entregado amante.

Sonia bajo su coño hasta rozar con él la punta del empinado pene de Juan, e hizo unos suaves masajes antes de sentarse encima metiendo toda su extensión en el interior de su vulva.

-         ¡Cómeme el culo!. ¡Abogado!.

Deje la azafate y me dispuse, con mucho anhelo, a cumplir los deseos de mi Ama. Sonia se movía lentamente y daba muecas de sumo gozo. Juan gemía y se contorsionaba de placer.

Con la puntita de mi lengua lamía la parte superior de la raja del supremo culito de mi Diosa.

Voluptuosamente sonriendo, Sonia seguía untando fresas en la nata y ante la deseosa mirada de su “ex” la chupaba y relamía antes de metérsela en la boca y besuquearlo ardorosamente.

Juan se desespero unos instantes al percibir que Sonia se levantaba dejando su desesperado pena al aire.

-         ¡No te impacientes!. ¡Cariño!. ¡Solo es un momento!. Le apaciguo la Señorita Blanco al ver la cara de sorpresa de su amante.

-         ¡Despojadme de las braguitas!. ¡Perro!. Me dijo Ella autoritariamente.

Me disponía a tocarlas con las manos cuando de repente una cachetada impacto en mi cara.

-         ¡Imbecil!. ¿No has aprendido aun como debes desnudar a tu Diosa?.

-         ¡Discúlpeme!. ¡Divina Majestad!. Atine a manifestar.

-         ¡Calla y cumple con tu deber!. ¡Inútil!!!.

Con mis labios agarre las finas tiritas de ambos lados del tanga y tire de ellas hacia abajo. Sus maravillosas y bronceadas piernas se sustentaban firmes encima de los finos tacos aguja de sus zapatos.

Ella contemplaba carialegre desde la altura como su “ex” la miraba con delirio. Sonia se impregno con nata dos dedos de su mano y los introdujo enteros en el interior de la boca de Juan haciendo que se los chupara a fondo.

Deslice la braguita hasta el suelo y besándole el empeine donde lleva tatuado el escorpión rogué a mi Ama si tenía la voluntad, como así fue, de levantarlo para poder terminar mi tarea.

Silenciosamente con la boca recogí del suelo sus sagradas calcetas y se las deposite en la mano.

Sonia volvió a insertar el empinado pene de Juan en su mojado coño emprendiendo de nuevo los suaves movimientos de su cadera que tanto enloquecían a su amante.

Por mi parte me entregue de nuevo a lengüetear el culo de mi Señora par acrecentar su supremo placer.

-         ¿Crees que se enfadara mamaaa si te ve desde el cielo haciendo cochinadas conmigo?. Pregunto Sonia con su excitante voz a la vez que metía su slip en la boca de Juan.

-         ¡Chupa mis braguitas!. ¡Juan!. ¡Al fin y al cabo me las he puesto para que vieras el dolor que siento por la muerte de mamaa!. Dijo Sonia con descaro y pérfido morbo.

Aquellas “dulces” palabras de Sonia pusieron aun más empalmado y excitado a su amante.

En un claro indicio de que el orgasmo estaba apunto de llegar, sus gemidos se hicieron más fuertes e intensos, sus caras se llenaron de placenteras muecas. Los movimientos de cadera y de sube y baja de Sonia metiendo y sacando la polla de su coño mas rápidos.

Me aplique de lleno y con más energía a recorrer con la lengua la rajita del culito de mi Ama.

Al fin el éxtasis llego para los dos, bueno para los tres. Pues yo tuve, silenciosamente y muy a pesar de la funda metálica, mi particular orgasmo que oculté por temor a ser duramente castigado por mi cruel Dueña.

Juan respiro hondo y miro satisfactoriamente a su bella  “ex” esposa. Sonia, a su vez, le sonrió bellamente mientras le desataba las manos.

Sin decir palabra se vistió con rapidez, mientras Sonia se recostaba en el camastro y llenaba una copa de champagne.

Ahora, quizás, Juan tenía remordimientos. Su conciencia no estaba tranquila, había sido infiel a la mujer que le amaba y esto atormentaba su mente y quería huir. Quería huir lo más rápido posible, aun que sabia que había caído de nuevo en las garras de su hermosa y perversa “ex esposa” y seria del todo imposible borrar este día de su memoria.

-          ¿Tienes prisa?. ¡Amoooor!.

-         ¡Mañana tengo que madrugar!. Dijo Juan a modo de disculpa.

-         ¡Toma!. ¡Te las regalo!. Manifestó Sonia lanzándole sus sexy braguitas. ¡Puedes llevártelas!. ¡Después de todo son un recuerdo de mama!. ¿Verdad?.

Juan huyo como si del mismo diablo escapará.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajajajajaja!!!!!!!.¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!!.

La linda Sonia se quedo recostada en el sofá lanzando grandes risotadas.

En las siguientes semanas, Juan no paro de llamarla y de ir tras Ella. A lo que Sonia le daba largas, acrecentando su morboso deseo de follar de nuevo con su  preciosa y lujuriosa “ex” esposa.


Una tarde, mientras la Señorita Blanco tomaba la siesta.

-         ¡Ring!. ¡Ring!!!!!!!!. ¡Ring!!!!!!!!!!!!. Sonó insistentemente repetidas veces el timbre, de tal forma que no hacia presagiar nada bueno.

La asiática, como era su obligación, acudió tan rápidamente como su parálisis le permitía a abrir la puerta.

-         ¡Donde esta la ramera!!!. Entro furiosa y gritando una rellenita mujer.

-         ¡Por favor!. Dijo la criada. ¡No chille!. ¡Que despertará a la Señorita!.

-         ¡Que se despierte esta Puta!. ¡Quiero verla!. Vociferaba irritada la muchacha.

Como sea que los gritos terminaron por despertar a la Señorita Blanco.

-         ¡Que pasa!. ¿Que son estos gritos?. Pregunto Sonia saliendo de sus aposentos en bata y zapatillas, como siempre de alto tacón aguja.

-         ¿Tu eres la puta que va tras mi novio?.

-         ¡Y tu!. ¿Quien eres?. ¡Como osas entrar en mi casa avasallando de este modo!.

-         ¡Deja mi novio en paz!. ¡Entiendes!. Grito nuevamente la chica.

-         ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. Sonia se reía a gusto y con desprecio le dijo..

-         ¡Así que tú eres la mojigata enamorada de Juan!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡Con esta facha no me extraña que tu novio ande tras mío como un perrito faldero!.

-         ¡No es verdad!. ¡Mentirosa!.

La mujer mostraba un físico poco agraciado, feúcha de cara, bastante gordita y baja de estatura. Más bien parecía un aborto al lado de la bellísima Sonia.

Con el orgullo, la vanidad y seguridad que le permite su impresionante físico, la altiva Señorita Blanco se dispuso a destrozar a la novia de Juan.

-         ¡Pareces un engendro!. ¡Chica!. Dijo pintorreándose de ella.

La mujer, viéndose sorprendida por la frescura y el cinismo dela SeñoritaBlanco, empezó a llorar desconsoladamente.

-         ¡Venga!. ¡No llores!. ¡Mujer!. Expreso Sonia en tono conciliador. ¡Yo solo quiero follármelo cuando me venga en ganas!. ¡Tu!. ¡Lo puedes tener el resto de días!. ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!!!!!!!.

-         ¡Miserable!. ¡Eres una puta miserable!. ¡Deja en paz a mi novio!.

-         ¿Dejarlo en paz?. ¡Pero si es él que va todo el día tras mío!.

-         ¡Embustera!. ¡Farsante!. ¡Puta!. ¡Mas que puta!.

Sonia agarro su teléfono portátil y ante las narices de la novia de Juan marco el número de este. A modo de manos libres y sin decir palabra, Juan que todavía estaba perdidamente enamorado de Ella., conociendo de sobras el número que le llamaba contesto:

-         ¡Sonia!. No sabes la alegría que me da ver tu número en mi móvil. ¡Deseo tanto verte!. ¡De estar a tu lado!. ¡De oír tu voz!. ¡De lamer tu coño!. ¡Besar tus labios y chupar tus pezones!. ¡No puedo mas!.¡No puedo pasar ni un día mas sin ti!.

-         ¡Te lo suplico!. ¡Sonia!. ¡Necesito verte!.

-         ¡De acuerdo, Juan!. ¡Te espero en mi chalet!.

-         ¡Ahora mismo acudo!.

La llamada se corto.

-         ¿Que te parece?. ¡Boba! ¿Quieres esperar a tu novio?. ¿Quieres ver lo bien que nos lo pasamos juntos?.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!.

-         ¡Échala inmediatamente de mi casa!. Me ordeno enérgicamente entre sonrisas mi Ama.

Agarre por un brazo a la novia de Juan que lloraba desesperadamente y sin que opusiera resistencia alguna la conmine acompañarme a la puerta de la calle.

La mujer se quedo allí, queriendo comprobar ella misma si era verdad que su novio, que no tardo en llegar, acudía a la cita.

Entretanto en el interior del chalet Sonia increpaba duramente a su chacha.

-         ¡Quien ha dejado pasar a esta estupida!. Gritaba iracundala Señorita Blanco.

-         ¡Divina Majestad!. ¡Me ha empujado y no he podido……..!. Se exculpaba la pobre china.

-         ¡PAF!. ¡PAF!!!.

Dos tremendos trotazos se estrellaron en las mejillas de la criada postrada suplicante a los pies de Sonia.

-         ¡No has podido!, ¡No has podido!. ¡Inútil!. ¡Mas que inútil!. ¡Me he quedado sin siesta por culpa tuya!. ¡Imbecil!. ¡Subnormal!.

La bronca que Sonia propinaba a la criada era de campeonato.

-         ¡Por favor!. ¡Perdóneme!. ¡Divina Majestad!. ¡Perdóneme!.

-         ¡Perdonarte!!!. ¡Idiota!. ¡Te mereces un severo castigo!.

La asiática sollozaba suplicante y temerosa.

-         ¡Tráeme la fusta!. ¡Perra!. Exigió arrogante y altanera la Señorita Blanco.

-         ¡Noooo!. ¡Divina Majestad!. ¡La fusta!. ¡Noooo!. ¡Se lo suplico!. Gimoteaba la china pegada de labios a los pies de Sonia.

La chacha tenia verdadero pánico a ser azotada por la Señorita, ya que cuando lo hacia, se ensañaba a gusto con ella dejándole severas marcas en la piel, visibles durante bastante tiempo.

-         ¡Ve ahora mismo a por la fusta!. ¡Retrasada!. Ordeno Sonia tajante e imperativa dando un puntapié en la boca de la criada.

En aquel mismo instante sonó el timbre, era Juan, que se había apresurado al máximo para acudir a la deseada cita con Sonia.

-         ¡Bien esclava!. ¡Por el momento te salvas!. ¡Dejare para mas adelante la aplicación del castigo!.

-         ¡Gracias!. ¡Gracias!. ¡Gracias!. ¡Divina Majestad!. ¡Muchas Gracias!. Se entrego la asiática en un sin fin de muestras de gratitud hacia la Señorita por lo que ella creía era una muestra de benevolente piedad.

-         ¡Subnormal!!!. ¡No he dicho que te perdone!. ¡Tan solo que pospongo el castigo para una mejor ocasión!!!.

-         ¡Y ahora a que esperas para abrir la puerta!. ¡Deprisa!. ¡Paralítica!. ¡Inútil!!!!!.

La asiática, con su peculiar cojera, acudió tan rápido como fue capaz hacia la puerta del chalet. Juan entro desesperado.

-         ¡Sonia!. ¡Sonia!. ¿Qué hacia mi novia aquí?.

-         ¡Nada mi amooor!. ¡Tan solo una visita de cortesíaaaa!. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!.

-         ¿Una visita de cortesía?. Pregunto extrañado Juan.

-         ¡No le habrás dicho que……….!.

-         ¡No sufras!. ¡Cariño!. Solo le he dicho que te quería follar de vez en cuando y que el resto de días eras para ella solita. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!!.

-         ¡Pero.. Sonia!. ¿Como has podido ser tan cruel?.

-         ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!!. ¡Es la verdad!. ¿No?. ¿Mi amooor?. Dijo Sonia relamiéndose sugerentemente los labios y acariciándose los pezones.

Juan se le entrego de lleno, encerrándose los dos en la alcoba hasta entrada la noche. Los encuentros con Juan se fueron sucediendo durante meses, hasta que Sonia se canso de él y corto dejando a su pobre “ex” en la más absoluta desesperación.


Las cristalinas gotas de agua que humedecían la tórrida y sedosa piel de la exuberante Sonia eran evaporadas casi al instante, nada más salir de la gran piscina de su chalet, por el ardiente sol que brillaba en aquella calida mañana de verano.

Sonia presumía hermosa luciendo un diminuto tanga dorado a juego con unas mules de igual color.

-         ¡Hola Sonia!. ¡Querida!. ¡Que bronceada estas!!!. Exclamo la rubia Sara a su llegada a la mansión junto a Luisa Mari, una glamorosa mujer de ojos atigretados y cabello rojizo con un corte escalonado desigual, algo más madura que Sara y Sonia y de Kevin un fibroso joven moreno de ojos negros.

Los tres venían a pasar el día y a bañarse en la piscina del chalet. Casi sin darme cuenta, las dos Damas, exhibían también sus bonitos bodys con unos provocativos tops. Kevin tomo asiento en una tumbona bajo una gran sombrilla.

-         ¡Kevin!. ¡Ven a tomar un baño con nosotras!. A lo que el atlético joven no se hizo rogar y corriendo se zambullo en la piscina.

En el interior del agua los cuatro esplendidos cuerpos empezaron un sinfín de juegos eróticos. Reían, gritaban, se tocaban.

La asiática y yo permanecíamos estoicamente uniformados e inamovibles al lado de una mesa parada con abundante refrigerio.

-         ¡Jajajajajajajajaja!!!!!!!. Entre risas y toqueteos los cuatro bellos jóvenes salieron de la piscina y se tumbaron en sus divanes a la sombra del gran paraguas.

La criada sirvió unos aperitivos a las Señoritas y al Caballero.

-         ¡Chinita!. Dijo Sonia que llevaba puestas unas sugerentes gafas oscuras. ¡Tu y yo tenemos un castigo pendiente!. ¿Verdad?. Expreso maliciosamente.

La asiática permaneció inmóvil y cabizbaja con sus enguantadas manos plegadas frente al blanco delantal.

-         ¿Es que no tienes lengua?. ¡Retrasada!. Chillo Sonia mostrando enojo.

-         ¡Sí!. ¡Divina Majestad!. Contesto la criada con un imperceptible tono de voz.

-         ¡Anda!. ¡Tráeme la fusta!. ¡Rápido!. ¡Inútil!. Le grito Sonia sin contemplaciones y soltando una risotada al ver como su esclava se apresuraba temerosa a cumplir sus deseos.

-         ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!!. ¿La vas a castigar?. Pregunto excitada la voluptuosa Luisa Mari con sus rojos labios acentuados por unas gruesas gafas de sol.

-         ¡Sí!!!. Contesto afirmativamentela SeñoritaBlanco.¡Por culpa suya me quede una tarde sin siesta!. ¡Esto se merece un severo castigo! ¿No?.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!!. ¡Claro que sí!. Contesto la rubia Sara.

En poco rato la asiática ya asomaba por la puerta del jardín con la fusta en sus manos.

-         ¡Como se atreve a venir andando!. Exclamo Sonia.

-         ¡Mayordomo!. ¡Oblígale a desplazarse de rodillas!. Me apresure hasta donde la criada y le transmití los designios de nuestra Ama.

La china se aproximo despaciosamente arrodillada hasta los pies dela DivinaSeñoritaBlanco.

Subiendo las manos enguantadas hacia arriba y la cabeza gacha, la asiática ofreció la temible fusta a la impiadosa Sonia.

-         ¡Desnúdate!. ¡Apresura!.¡Inútil! ¡Que no tengo todo el día para estar esperando!. ¡Paralítica!. Gozaba insultándola con punzantes palabras la altiva Señorita Blanco.

-         ¡Que malvada eres!. Dijo Kevin en tono burlesco.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!!!!!. Palabras que provocaron unas risotadas en la bella Sonia.

La piel de la china aun mostraba marcas de la última tanda de azotes a la que Sonia le había sometido.

-         ¡Por favor!. ¡Divina Majestad!. ¡Tenga piedad de mi!. Suplico la esclava lanzándose a besar los pies de la cruel Dama.

-         ¡Que divertido!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. Dijo sonriendo la despampánate Sara.

Sonia se alzo de su diván empuñando la fusta y ensarto el primer golpe en las nalgas de su esclava que permanecía arrodillada ante Ella.

Después vino un segundo golpe seguido de una fuerte tanda de quince azotes. Sonia mostraba unos firmes pechos coronados por unos erectos pezones.

-         ¡Excitante!. Exclamo Sara.

-         ¿No me digas que no te has dado el placer de azotar a tu esclavo?. Pregunto Sonia.

-         ¡Sí!. ¡Por supuesto!. ¡Jajajajajajajaja!!!!. Respondió la bella rubia de ojos claros. ¡Pero no es lo mismo que hacerlo con una mujer!. ¡Lo encuentro…. como mas…. vicioso y cruel!. Apunto la bella rubita.

-         ¡Bien!. ¡Sí te excita mas azotar a una mujer le ponemos rápido remedio!. ¡Jajajajajajajajaja!!!!. Sonia cedió la fusta a su linda amiga.

-         ¡Adelante!. ¡Sara!. ¡No te cortes!. Le animo la atractiva Luisa Mari.

Sara se ensaño con crueldad con la criada. Descargo quince azotes más sobre su ya castigada espalda.

-         ¡Se me ha puesto el coño mojado!. Dijo Sara satisfecha.

-         ¡Sí la culpable es la esclava!. ¡Ella tendrá que solucionarlo!. Manifestó Sonia.

-         ¡Venga!. ¡Perra!. ¡Chupale el coño a mi invitada!. ¡Jajajajajajajaja!!!!. Rieron todos a gusto.

Sonia tiro del ajustado collar e hizo pegar la cara de la china en el precioso y rasurado coño de la exuberante rubia.

La asiática lamía insistentemente el clítoris a la bella Dama, mientras Luisa Mari lo hacia en sus labios.  Sara tuvo un feliz orgasmo en la boca de la china.

-         ¡Traga!. ¡Traga!. ¡Todos mis jugos!. Grito Sara forzando la cabeza de la criada hacia su coño.

-         ¡Mayordomo!. ¡Vaya al armario de la entrada y traiga una caja negra!. Me ordeno mi Ama.

Volví andando de rodillas y entregue la caja a la majestuosa Señorita Blanco.

-         ¡China!.¡Abre la caja!. Dijo entonces depositándola en el suelo y reclamando la atención de sus convidados.

La criada abrió la caja y en su interior apareció un mono integral de goma de color negro.

-         ¡Ponte el mono !. Ordeno secamente a la china la Señorita Blanco.

La asiática beso los pies de Sonia y sin saber que oscuras intenciones ocultaba su Ama, enfundo su ya castigado cuerpo en el ajustado negro mono de goma, que además llevaba en su interior unas diminutas agujas destinadas a clavarse en su piel.

La cabeza iba embutida en una ajustada capucha con tan solo un pequeño orificio a la altura de la nariz para poder minimamente respirar. Las manos y los pies iban cubiertos también por el susodicho mono.

Una vez la criada estuvo revestida con aquel singular traje, Sonia me mando.

-         ¡Mayordomo!!!!. ¡Espose la esclava al poste de madera!.

-         ¡Sí!. ¡Divina Majestad!. Conteste de inmediato postrándome a sus pies.

En  un arrebato de extrema maldad, Sonia hizo poner a su esclava de rodillas, a pleno sol y esposada con las manos a la espalda unidas por una cadena a una argolla  colocada a un metro del suelo de una estaca de madera situada en medio de sus piernas.

Una posición tremendamente dolorosa e incomoda, ya que sus brazos quedaban forzados hacia atrás aguantando todo el peso de su torso inclinado hacia adelante.

-         ¡Sonia!. ¡Esta mujer padecerá un golpe de calor!. Expreso Kevin temiendo por la vida de la criada.

El abrasador sol pegando en la negra superficie del mono de goma convertía su interior en un verdadero infierno.

-         ¡Peor para ella!. ¿No?. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!!. Contesto Sonia frívolamente.

-         ¡Genial!. ¡Sonia!. ¡Así se hace!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!. Le felicito efusivamente la cruel Luisa Mari dando lengua a la hermosa Señorita Blanco.

Sara que por supuesto no quiso ser menos, se entrego de lleno a besar y lamer los pezones de su bella amiga.

-         ¡Mayordomo!!!!. ¡Sírvanos la comida!. ¡La china permanecerá allí hasta que no hayamos terminado de comer!. Comento risueña la Señorita Blanco a sus camaradas. ¡Jajajajajajajajaja!!!.

-         ¡Pero Sonia!. ¡Para entonces quizás sea demasiado tarde!. Insistió de nuevo Kevin.

-         ¿Tu crees?. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¿Acaso te has vuelto un blandengue compasivo, Kevin?. Fue la fútil manera que tubo de responder la malvada Sonia, dando a entender la poca importancia que tenia para Ella la salud de su esclava.


Sonia, sus amigas y Kevin, que no hizo ningún otro alegato a favor de la china,  comieron placidamente bajo la sombra del toldo.

Por fin, después de un par de largas horas, Sonia me autorizo a liberar a la asiática de la inhumana tortura que estaba sufriendo. La criada se había desvanecido y no respondía a los estímulos ni de mi voz, ni de los constantes movimientos a que la estaba sometiendo.

Me apresure a desatarla y liberarla de la capucha.

-         ¡Divina Majestad!. Pegue mí frente al suelo esperando autorización para hablar.

Sonia estaba inmersa en una divertida conversación con sus amigas, transcurrieron varios minutos, que a mi me parecieron eternos, antes de permitirme opinar.

-          ¿Que ocurre?. ¿Esclavo?.

-         ¡La criada no responde!. ¡Divina Majestad!.¡Creo que necesita atención medica!.

-         ¡Jajajajajajajajajaja!!!! . ¿Acaso crees que una esclava merece atención medica?. Sonrió malvadamente Sonia junto a sus preciosas amigas.

Con la ayuda de Kevin lleve a la asistenta hasta su humilde lecho y le aplique varios paños de agua fría en la frente y por el resto del cuerpo.

Su piel estaba seca, creo que deshidratada, intente por todos los medios que bebiera agua pero fue imposible.

La asiática necesitaba atención permanente y yo no podía dársela, mi deber como Mayordomo era atender a la Señorita Blanco y a sus amigas.

-         ¡Mayordomo!. Me llamo mi Dueña.

-         ¡Sí!. ¡Divina Majestad!.

-         ¡Deje a la china!. Y ¡Sírvanos el café!. ¡Ahora mismo!. ¡Inútil!.

La Señorita Blanco continuaba conversando animadamente, aguantaba con su mano derecha inclinada hacia arriba un largo pitillo rubio, tomo su taza de café y dio un pequeño sorbito. Ni siquiera pregunto por la asistenta.

Finalmente, al cabo de un par de días, al ver que la salud de la asiática no mejoraba y que presentaba un cuadro de fiebre alta, accedió a que se la llevara a un centro medico de su confianza. Asegurándose de que nadie en el hospital delataría las agresiones físicas que la china presentaba en su frágil cuerpo.

(Continuará)