SONIA (las perversiones de Sonia 3)
José se muestra cada vez mas absorbido por la despampanante Sonia que acaba adueñándose de todas sus propiedades dejando a la calle y en la mas absoluta miseria a Felisa y a su hijo.
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SONIA (las perversiones de Sonia 3)
Transcurridos los preceptivos quince días, Felisa y con ella Pedrin, mi hijo. Fueron desalojados de la casa por la policía judicial por negarse a abandonarla voluntariamente.
Sonia, por supuesto, no quiso perderse de ninguna manera el esperpéntico espectáculo.
- ¡Mayordomo!. ¡Prepárame el auto para llevarme a ver como hachan a los perros de mi chalet!.
Dijo sarcásticamente con el fin de denigrarme y probar así mi mezquindad y bajeza.
- ¡En seguida estará listo Divina Majestad!. Conteste humillándome servilmente ante Ella.
Me uniformé tal y como Sonia había dispuesto cada vez que la llevara en el suntuoso auto, gorra de plato, traje oscuro y guantes blancos.
La conduje hasta el chalet; como siempre vestía lujosa y encantadora con un asombroso mini vestido blanco, sin hombros y exageradamente ceñido a su estupendo cuerpo. Dejando al descubierto casi la totalidad de sus estilizadas piernas terminadas en unos vertiginosos stilettos blancos de altísimo y fino taco metálico en contraste con su sedosa y extremadamente bronceada piel.
Baje del vehículo y ante algunos curiosos y expectantes vecinos de la urbanización que se amontonaban para ver lo que ocurría abrí ceremonialmente la puerta del auto.
Majestuosamente, Sonia se apeo del coche, orgullosa, altiva, ostentosa, arrogante.... Llevaba puestas unas oscuras gafas channel, que hacían resaltar sus carmines labios. Encendió un cigarrillo y apoyándose en el capó, se dispuso a contemplar como la policía procedía al desalojo de Felisa y de mi hijo.
Felisa forcejeaba con los guardias, el niño lloraba tras ella.
- ¡Hijos de puta!!!!. ¡Que mas queréis de mi!!!. ¡Eh!!!. ¡Que mas queréis!!!. ¡Habéis arruinado mi vida y la de mi hijo!!!!.
- ¡Papaaa!!!. ¡Papaaaa!!!. ¡Vuelve!!!. ¡No nos dejes!!!. ¡Vuelve con nosotros!!!!.
Felisa agarraba a Prdrin por el brazo para impedir que se viniera corriendo hacia mí.
A punto estuve de suplicar por ellos. Mire a Sonia, sonreía despiadadamente y parecía gozar del dolor ajeno.
Una suave brisa desmelenaba su rubia cabellera mostrándola aun mas hermosa si cabe.
¡Una autentica Diva!. Pensé en aquellos momentos.
Mi polla luchaba contra las agudas agujas de la funda metálica que impedían dolorosamente la erección.
Por vez primera sentí lastima de mi mismo. Ignore las suplicas de mi hijo, y no me importo que se quedaran en la calle, sin techo y en la mas absoluta miseria. Lo hice por Sonia, soy su esclavo y me siento orgulloso de ello.
El cerrajero se acerco e hizo entrega a la Señorita Blanco de las llaves de la nueva cerradura que había puesto en la casa.
El auto celular se llevo a Felisa y a mi hijo para que no pudieran causar ningún altercado en un barrio residencial de alto standing como aquel.
Firme como una estatua, abrí la puerta del auto para que Sonia se subiera en él, a la vez que le dedicaba una genuflexión reverenciándola como a una Diosa.
No lo hice bajo ninguna indicación ni presión de mi Ama. Sino como homenaje a su libidinosa persona, a su divina belleza y para mostrarle mi más absoluta adhesión a todas sus decisiones por perversas y crueles que fueran.
Sonia sonrió con picardía aprobando mi servil actitud y sin decir palabra, ya cuando estuvo acomodada en los asientos traseros del vehículo, con la boca semiabierta en una sugerente expresión de morbosidad me alargo uno de sus blancos y puntiagudos stilettos para que se lo besara, como por supuesto así lo hice con autentico fervor.
Bese y lamí la aguda puntera del zapato y cuando me disponía a besarle el empeine, lo retiro de mis labios indicándome con su bella mano cual era mi deber en aquellos momentos.
Así que cerré la puerta y me senté al volante conduciendo a la despampanante Dama hasta su augusta morada.
Sonia dispuso inmediatamente que se acondicionara el chalet según sus gustos y caprichos para poder instalarse en él con la máxima brevedad posible.
Para ello contrato a un prestigioso estudio de arquitectos que redacto un proyecto sin escatimar recursos materiales ni económicos.
A pesar del riguroso inventario que se hizo para que Felisa no pudiera sustraer nada, Sonia ordeno tirar todo la mueblaría y aparatos electrodomésticos contenidos en la casa.
También dispuso una nueva distribución del espacio según sus antojos, haciendo derrumbar paredes y cuartos de aseo.
Encaprichada con los grandes baños, hizo equipar el chalet con ocho toilettes lujosamente dotados de los más modernos elementos de hidromasaje a parte de un jakutzzi y una sauna.
Además de ello, quiso que se construyera en el jardín una piscina para verano y climatizada en invierno.
Aquella misma noche cuandola Señoritahubo cenado me llamo ante su presencia
- ¡Esclavo!. Has demostrado sobradamente tu fidelidad hacia Mí, por lo que te mereces una recompensa.
- ¡Desnúdate y ponte de rodillas!. Me indico mi venerada Ama.
Me despoje de inmediato del uniforme de mayordomo que diariamente llevaba puesto cuando estaba al exclusivo servicio de la Señorita Blanco.
- ¡Te concedo el privilegio de liberarte del cinturón de castidad hasta nueva orden!. ¡Ahora puedes pajearte mientras me adoras los pies!.
- ¡Gracias Divina Majestad!. Atine a contestar.
Me postre desnudo ante aquella fascinante mujer que lucia su magnífica figura cubierta tan solo con un kimono negro, calzando sus bonitos y seductores zuecos.
Con el fervor de un fanático devoto me lancé a su adoración. Ella me observaba deleitosamente sonriente.
Empecé a reverenciarla dando un beso en cada empeine, continué lamiendo suavemente con la punta de mi lengua la fina piel de sus mules. Mi polla se hincho al instante.
Metí las puntas de sus zuecos, todo lo que pude, en el interior de mi boca y se los chupe fogosamente al tiempo que me empezaba a pajear.
Aquello era increíble, estaba masturbándome ante la figura real de una cruel Diosa, una circunstancia que hasta hacia muy poco tiempo tan solo podía imaginar en la pantalla de mi ordenador.
Agarre con mi boca el fino tacón aguja y con mucha delicadeza lo retire de su maravilloso pie.
Acaricie entonces con la lengua el dedo grueso y bese sus bonitas uñas francesas.
Era tal la excitación contenida que me corrí casi sin tocarme, en el mismo instante que introducía la lengua entre sus finos deditos.
- ¡Limpia esta porquería!. ¡Cerdo!. Grito Sonia levantándose de inmediato y alejándose del lugar.
Transcurrieron varios meses antes de que el chalet estuviera completamente acondicionado según las indicaciones y antojos de la Señorita Blanco.
Durante todo este tiempo, Sonia, se mostró cada vez más despiadada con nosotros, sobre todo con la asiática con quien a menudo se ensañaba cruelmente.
Debo aclarar que debido a mi naturaleza sumisa y totalmente adicta a Su Majestuosa personalidad, esto no me apenaba, ni me da pena en lo más mínimo, todo lo contrario. Encuentro perfectamente normal y enormemente excitante que un Ser Superior como Ella trate a sus esclavos con arrogancia e impiedad.
Diariamente llego al apartamento cuando ya anochece, después de unas duras jornadas de trabajo en el despacho, administrando y gestionando las empresas y negocios de mi Ama.
Nada mas arribar debo vestirme con el uniforme de mayordomo que me aguarda en una pequeña estancia que hay en la entrada del apartamento
Habitualmente soy yo el encargado de servir la cena ala Señorita.
Antes, en el supuesto que este en la casa, debo personarme ante Ella con una solemne reverencia.
- ¡Divina Majestad! o ¡Señorita!, en caso de que este acompañada. ¿Ordena Usted alguna cosa?.
A Sonia le gusta humillarme, y mas si en aquellos momentos goza de la compañía de alguna invitada o invitado de confianza.
- ¡Sí!!!!. ¡Mayordomo!. ¡Haga el favor de ordenar mi habitación!. ¡Repase luego si esta inútil, dirigiéndose a la asistenta, ha dejado la casa limpia y ordenada como debe!. Asevera Sonia imperativamente.
Al instante me apresuro a cumplir con sus deseos.
- ¡Señorita!. Siempre espero a que Ella me autorice a seguir hablando.
- ¡Habla!!!!. ¡Siervo!.
- ¡Vera!. He repasado la limpieza, tal y como me ha ordenado, y a mi entender no es del todo correcta.
Sonia sonríe maliciosamente y para demostrar a su comensal la supremacía y completo domino sobre nosotros ordena un severo castigo para la criada.
- ¡Mayordomo!. ¡Tapone con la mordaza la boca de esta inepta!. ¡Se quedara sin comer hasta nueva orden!. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!!!. La mordaza en cuestión es un consolador de boca de aquellos que se fijan a esta con unas correas en la cabeza.
Muchas veces los invitados de Sonia son coparticipes de sus perversos juegos.
Jamás, ni la asiática ni yo, probamos bocado alguno hasta quela Señoritano ha tomado su deliciosa comida y nos autoriza explícitamente para hacerlo y siempre lo que a Ella se le antoja que comamos.
Aquel día la sierva fue obligada a desnudarse y permanecer de rodillas mientrasla Señoritay Olga, otra pomposa chica de aspecto pijo, comían gustosas su suculento festín.
Entre risas, una vez las Señoritas terminaron de cenar, Sonia me ordeno.
- ¡Mayordomo!. ¡Quiero que de quince azotes a esta esclava!. Ordeno Sonia secamente.
- ¡Como Usted guste Divina Majestad!. Conteste respetuosamente inclinando la cabeza.
- ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!!!!. Rieron las dos bellezas ante mi entrega y sumisión.
Desplegué el corto látigo de cuero que Sonia había adquirido hacia poco y empecé a aplicar sobre la desnuda espalda de la asiática el castigo que se me había ordenado.
Las dos pijas, porque Sonia no deja de ser una rica pija, empezaron a calentarse, a morrearse y magrearse los pechos la una a la otra.
Sus perversas miradas y sus malvadas sonrisas se dirigían hacia la esclava que estaba soportando el tremendo castigo que yo le estaba inflingiendo.
- ¡Zas!. Recogía el cuero y desplegándolo de nuevo. ¡Zas!. Lo etrellaba con fuerza en la piel de la sumisa. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!.
Mientras azotaba a la chinita me fui poniendo más y más cachondo. Me sentía como un verdugo al servicio de una cruel Reina. Mi polla se puso extremadamente dura.
Sonia lamía los pezones a su bella amiga mientras esta le masajeada el clítoris.
Las dos jóvenes reían y gimoteaban de placer. La asiática emitía unos sórdidos sonidos de dolor amortiguados por la mordaza. Sus ojos sobresalían aterrorizados de sus cavidades.
Mi excitación iba en aumento viendo gozar a Sonia y a Olga, mientras yo, azotaba con dureza la espalda de la criada.
Me fui animando, los golpes eran tan fuertes que la sirvienta tambaleaba y apenas si podía mantenerse sobre sus rodillas. Hasta que finalmente se desvaneció cayendo al suelo.
- ¡Mayordomo!!!. ¡Aplique quince azotes mas a esta perra!!!!. Ordeno insensiblemente Sonia acompañada de perversas sonrisas por parte de las dos Damas.
Obligue a la asiática a ponerse nuevamente de rodillas y cumpliendo órdenes de Sonia espose sus manos a la nuca dejándoselas inmovilizadas.
Aun con más virulencia que la vez anterior, empecé a darle a la esclava su nueva tanda de azotes.
Las lascivias expresiones de placer de Sonia y su bella amante indicaban su aprobación ante la dureza del castigo que le estaba aplicando, así que no afloje en lo más mínimo.
Sus lenguas se rozaban lentamente la una con la otra, sus pezones se electrizaban, sus finas y enjoyadas manos recorrían sus clítoris.
Ya cuando la tanda de azotes hubo terminado, Sonia cogio de los pelos a la sirvienta y la obligo a introducir el pene de goma en el coño de su amiga. Esta ya muy excitada, se corrió casi al instante.
Fue entonces Sonia quien se ensarto el consolador en su vagina, Olga montada a lomos de la esclava movía con virulencia la cabeza de esta para dar un mayor placer a su amante hasta que alcanzo el clímax en medio de fuertes alaridos de gozo y placer.
- ¡Libra a la china de la mordaza!. Me ordeno luego la Señorita.
- ¡Ahora mírame y masturbarte en su boca!.
Sonia encendió una cigarrita, dio una fuerte calada y se lo pasó a su amiga, al tiempo que daba un pequeño sorbo a una larga copa de champaña y seguidamente encendía otra cigarrita para Ella.
Mi pene estaba enormemente crecido y empecé a pajearme mirando a Mi hermosa Diosa a la vez que yo era observado por los perversos ojos de las dos Damas que sonreían satisfactoriamente al verme humillado y humillando a la sierva ante Ellas.
Durante el largo periodo de contención que me había obligado mantener mi Señora acumule en mi depósito una gran cantidad de semen que salio despedido con fuerza hacia el interior de la garganta de la criada e impregnando su cara.
- ¡Trágatelo todo!. ¡Perra!. Grito Sonia altivamente al tiempo que se levantaba de su sillón y escupía en su boca.
- ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!!!. Arrancando grandes risotadas por parte de las dos bellezones.
- ¡Bien Mayordomo!, ¡Muy bien!. ¡Te voy a permitir que cenes nuestras sobras!. ¡A ella!. ¡NO!!. Jajajajajajajajajajajaja!!!!!!. ¡Tapónale la boca otra vez!.
Inserte de nuevo el pollon de goma en su boca y ate con fuerza las correas a su cabeza.
- ¡Coge una bandeja y pon en ella todos nuestros desperdicios!!!. Me chillo Sonia muy exaltada. ¡Jajajajajajajaja!!!!.
Recogí en una brillante bandeja de acero todo cuanto mis bellas torturadoras habían dejado, incluso, restos de comida medio masticados y escupidos de sus lindas bocas.
- ¡Esclavo!. ¡Pon la bandeja en el suelo!.
- ¡Ahora come con la boca!. ¡Perro!!!!. Ordeno impacientemente la bella Señorita Blanco.
- ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!!!!!. Jajajajajajajajajaja!!!!!!!!!. Sonia y Olga se partían de risa mientras yo comía con la boca aquellas delicias.
Sonia susurro algo al oído de su amante y las dos sonrieron con maldad. Olga se levanto y se acuclillo sobre la bandeja soltando un chorro de orina encima de la comida.
- ¡Ahora estará mas sabroso ¿verdad?. ¡Esclavo!.¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!.
- ¡Espera!. Grito Sonia. ¡Falta algo!!!!!. Entonces escupió en la cena. ¡Ahora ya puedes comer!. ¡Perro!!!.
Ante la celosa mirada de la asiática que llevaba horas sin probar bocado, comí como un autentico perro degustando aquellas exquisitas delicias con que me habían obsequiado y a continuación bese sus pies con inmenso agradecimiento.
SONIA (las perversiones de Sonia 3)
Transcurridos los preceptivos quince días, Felisa y con ella Pedrin, mi hijo. Fueron desalojados de la casa por la policía judicial por negarse a abandonarla voluntariamente.
Sonia, por supuesto, no quiso perderse de ninguna manera el esperpéntico espectáculo.
- ¡Mayordomo!. ¡Prepárame el auto para llevarme a ver como hachan a los perros de mi chalet!.
Dijo sarcásticamente con el fin de denigrarme y probar así mi mezquindad y bajeza.
- ¡En seguida estará listo Divina Majestad!. Conteste humillándome servilmente ante Ella.
Me uniformé tal y como Sonia había dispuesto cada vez que la llevara en el suntuoso auto, gorra de plato, traje oscuro y guantes blancos.
La conduje hasta el chalet; como siempre vestía lujosa y encantadora con un asombroso mini vestido blanco, sin hombros y exageradamente ceñido a su estupendo cuerpo. Dejando al descubierto casi la totalidad de sus estilizadas piernas terminadas en unos vertiginosos stilettos blancos de altísimo y fino taco metálico en contraste con su sedosa y extremadamente bronceada piel.
Baje del vehículo y ante algunos curiosos y expectantes vecinos de la urbanización que se amontonaban para ver lo que ocurría abrí ceremonialmente la puerta del auto.
Majestuosamente, Sonia se apeo del coche, orgullosa, altiva, ostentosa, arrogante.... Llevaba puestas unas oscuras gafas channel, que hacían resaltar sus carmines labios. Encendió un cigarrillo y apoyándose en el capó, se dispuso a contemplar como la policía procedía al desalojo de Felisa y de mi hijo.
Felisa forcejeaba con los guardias, el niño lloraba tras ella.
- ¡Hijos de puta!!!!. ¡Que mas queréis de mi!!!. ¡Eh!!!. ¡Que mas queréis!!!. ¡Habéis arruinado mi vida y la de mi hijo!!!!.
- ¡Papaaa!!!. ¡Papaaaa!!!. ¡Vuelve!!!. ¡No nos dejes!!!. ¡Vuelve con nosotros!!!!.
Felisa agarraba a Prdrin por el brazo para impedir que se viniera corriendo hacia mí.
A punto estuve de suplicar por ellos. Mire a Sonia, sonreía despiadadamente y parecía gozar del dolor ajeno.
Una suave brisa desmelenaba su rubia cabellera mostrándola aun mas hermosa si cabe.
¡Una autentica Diva!. Pensé en aquellos momentos.
Mi polla luchaba contra las agudas agujas de la funda metálica que impedían dolorosamente la erección.
Por vez primera sentí lastima de mi mismo. Ignore las suplicas de mi hijo, y no me importo que se quedaran en la calle, sin techo y en la mas absoluta miseria. Lo hice por Sonia, soy su esclavo y me siento orgulloso de ello.
El cerrajero se acerco e hizo entrega a la Señorita Blanco de las llaves de la nueva cerradura que había puesto en la casa.
El auto celular se llevo a Felisa y a mi hijo para que no pudieran causar ningún altercado en un barrio residencial de alto standing como aquel.
Firme como una estatua, abrí la puerta del auto para que Sonia se subiera en él, a la vez que le dedicaba una genuflexión reverenciándola como a una Diosa.
No lo hice bajo ninguna indicación ni presión de mi Ama. Sino como homenaje a su libidinosa persona, a su divina belleza y para mostrarle mi más absoluta adhesión a todas sus decisiones por perversas y crueles que fueran.
Sonia sonrió con picardía aprobando mi servil actitud y sin decir palabra, ya cuando estuvo acomodada en los asientos traseros del vehículo, con la boca semiabierta en una sugerente expresión de morbosidad me alargo uno de sus blancos y puntiagudos stilettos para que se lo besara, como por supuesto así lo hice con autentico fervor.
Bese y lamí la aguda puntera del zapato y cuando me disponía a besarle el empeine, lo retiro de mis labios indicándome con su bella mano cual era mi deber en aquellos momentos.
Así que cerré la puerta y me senté al volante conduciendo a la despampanante Dama hasta su augusta morada.
Sonia dispuso inmediatamente que se acondicionara el chalet según sus gustos y caprichos para poder instalarse en él con la máxima brevedad posible.
Para ello contrato a un prestigioso estudio de arquitectos que redacto un proyecto sin escatimar recursos materiales ni económicos.
A pesar del riguroso inventario que se hizo para que Felisa no pudiera sustraer nada, Sonia ordeno tirar todo la mueblaría y aparatos electrodomésticos contenidos en la casa.
También dispuso una nueva distribución del espacio según sus antojos, haciendo derrumbar paredes y cuartos de aseo.
Encaprichada con los grandes baños, hizo equipar el chalet con ocho toilettes lujosamente dotados de los más modernos elementos de hidromasaje a parte de un jakutzzi y una sauna.
Además de ello, quiso que se construyera en el jardín una piscina para verano y climatizada en invierno.
Aquella misma noche cuandola Señoritahubo cenado me llamo ante su presencia
- ¡Esclavo!. Has demostrado sobradamente tu fidelidad hacia Mí, por lo que te mereces una recompensa.
- ¡Desnúdate y ponte de rodillas!. Me indico mi venerada Ama.
Me despoje de inmediato del uniforme de mayordomo que diariamente llevaba puesto cuando estaba al exclusivo servicio de la Señorita Blanco.
- ¡Te concedo el privilegio de liberarte del cinturón de castidad hasta nueva orden!. ¡Ahora puedes pajearte mientras me adoras los pies!.
- ¡Gracias Divina Majestad!. Atine a contestar.
Me postre desnudo ante aquella fascinante mujer que lucia su magnífica figura cubierta tan solo con un kimono negro, calzando sus bonitos y seductores zuecos.
Con el fervor de un fanático devoto me lancé a su adoración. Ella me observaba deleitosamente sonriente.
Empecé a reverenciarla dando un beso en cada empeine, continué lamiendo suavemente con la punta de mi lengua la fina piel de sus mules. Mi polla se hincho al instante.
Metí las puntas de sus zuecos, todo lo que pude, en el interior de mi boca y se los chupe fogosamente al tiempo que me empezaba a pajear.
Aquello era increíble, estaba masturbándome ante la figura real de una cruel Diosa, una circunstancia que hasta hacia muy poco tiempo tan solo podía imaginar en la pantalla de mi ordenador.
Agarre con mi boca el fino tacón aguja y con mucha delicadeza lo retire de su maravilloso pie.
Acaricie entonces con la lengua el dedo grueso y bese sus bonitas uñas francesas.
Era tal la excitación contenida que me corrí casi sin tocarme, en el mismo instante que introducía la lengua entre sus finos deditos.
- ¡Limpia esta porquería!. ¡Cerdo!. Grito Sonia levantándose de inmediato y alejándose del lugar.
Transcurrieron varios meses antes de que el chalet estuviera completamente acondicionado según las indicaciones y antojos de la Señorita Blanco.
Durante todo este tiempo, Sonia, se mostró cada vez más despiadada con nosotros, sobre todo con la asiática con quien a menudo se ensañaba cruelmente.
Debo aclarar que debido a mi naturaleza sumisa y totalmente adicta a Su Majestuosa personalidad, esto no me apenaba, ni me da pena en lo más mínimo, todo lo contrario. Encuentro perfectamente normal y enormemente excitante que un Ser Superior como Ella trate a sus esclavos con arrogancia e impiedad.
Diariamente llego al apartamento cuando ya anochece, después de unas duras jornadas de trabajo en el despacho, administrando y gestionando las empresas y negocios de mi Ama.
Nada mas arribar debo vestirme con el uniforme de mayordomo que me aguarda en una pequeña estancia que hay en la entrada del apartamento
Habitualmente soy yo el encargado de servir la cena ala Señorita.
Antes, en el supuesto que este en la casa, debo personarme ante Ella con una solemne reverencia.
- ¡Divina Majestad! o ¡Señorita!, en caso de que este acompañada. ¿Ordena Usted alguna cosa?.
A Sonia le gusta humillarme, y mas si en aquellos momentos goza de la compañía de alguna invitada o invitado de confianza.
- ¡Sí!!!!. ¡Mayordomo!. ¡Haga el favor de ordenar mi habitación!. ¡Repase luego si esta inútil, dirigiéndose a la asistenta, ha dejado la casa limpia y ordenada como debe!. Asevera Sonia imperativamente.
Al instante me apresuro a cumplir con sus deseos.
- ¡Señorita!. Siempre espero a que Ella me autorice a seguir hablando.
- ¡Habla!!!!. ¡Siervo!.
- ¡Vera!. He repasado la limpieza, tal y como me ha ordenado, y a mi entender no es del todo correcta.
Sonia sonríe maliciosamente y para demostrar a su comensal la supremacía y completo domino sobre nosotros ordena un severo castigo para la criada.
- ¡Mayordomo!. ¡Tapone con la mordaza la boca de esta inepta!. ¡Se quedara sin comer hasta nueva orden!. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!!!. La mordaza en cuestión es un consolador de boca de aquellos que se fijan a esta con unas correas en la cabeza.
Muchas veces los invitados de Sonia son coparticipes de sus perversos juegos.
Jamás, ni la asiática ni yo, probamos bocado alguno hasta quela Señoritano ha tomado su deliciosa comida y nos autoriza explícitamente para hacerlo y siempre lo que a Ella se le antoja que comamos.
Aquel día la sierva fue obligada a desnudarse y permanecer de rodillas mientrasla Señoritay Olga, otra pomposa chica de aspecto pijo, comían gustosas su suculento festín.
Entre risas, una vez las Señoritas terminaron de cenar, Sonia me ordeno.
- ¡Mayordomo!. ¡Quiero que de quince azotes a esta esclava!. Ordeno Sonia secamente.
- ¡Como Usted guste Divina Majestad!. Conteste respetuosamente inclinando la cabeza.
- ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!!!!. Rieron las dos bellezas ante mi entrega y sumisión.
Desplegué el corto látigo de cuero que Sonia había adquirido hacia poco y empecé a aplicar sobre la desnuda espalda de la asiática el castigo que se me había ordenado.
Las dos pijas, porque Sonia no deja de ser una rica pija, empezaron a calentarse, a morrearse y magrearse los pechos la una a la otra.
Sus perversas miradas y sus malvadas sonrisas se dirigían hacia la esclava que estaba soportando el tremendo castigo que yo le estaba inflingiendo.
- ¡Zas!. Recogía el cuero y desplegándolo de nuevo. ¡Zas!. Lo etrellaba con fuerza en la piel de la sumisa. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!.
Mientras azotaba a la chinita me fui poniendo más y más cachondo. Me sentía como un verdugo al servicio de una cruel Reina. Mi polla se puso extremadamente dura.
Sonia lamía los pezones a su bella amiga mientras esta le masajeada el clítoris.
Las dos jóvenes reían y gimoteaban de placer. La asiática emitía unos sórdidos sonidos de dolor amortiguados por la mordaza. Sus ojos sobresalían aterrorizados de sus cavidades.
Mi excitación iba en aumento viendo gozar a Sonia y a Olga, mientras yo, azotaba con dureza la espalda de la criada.
Me fui animando, los golpes eran tan fuertes que la sirvienta tambaleaba y apenas si podía mantenerse sobre sus rodillas. Hasta que finalmente se desvaneció cayendo al suelo.
- ¡Mayordomo!!!. ¡Aplique quince azotes mas a esta perra!!!!. Ordeno insensiblemente Sonia acompañada de perversas sonrisas por parte de las dos Damas.
Obligue a la asiática a ponerse nuevamente de rodillas y cumpliendo órdenes de Sonia espose sus manos a la nuca dejándoselas inmovilizadas.
Aun con más virulencia que la vez anterior, empecé a darle a la esclava su nueva tanda de azotes.
Las lascivias expresiones de placer de Sonia y su bella amante indicaban su aprobación ante la dureza del castigo que le estaba aplicando, así que no afloje en lo más mínimo.
Sus lenguas se rozaban lentamente la una con la otra, sus pezones se electrizaban, sus finas y enjoyadas manos recorrían sus clítoris.
Ya cuando la tanda de azotes hubo terminado, Sonia cogio de los pelos a la sirvienta y la obligo a introducir el pene de goma en el coño de su amiga. Esta ya muy excitada, se corrió casi al instante.
Fue entonces Sonia quien se ensarto el consolador en su vagina, Olga montada a lomos de la esclava movía con virulencia la cabeza de esta para dar un mayor placer a su amante hasta que alcanzo el clímax en medio de fuertes alaridos de gozo y placer.
- ¡Libra a la china de la mordaza!. Me ordeno luego la Señorita.
- ¡Ahora mírame y masturbarte en su boca!.
Sonia encendió una cigarrita, dio una fuerte calada y se lo pasó a su amiga, al tiempo que daba un pequeño sorbo a una larga copa de champaña y seguidamente encendía otra cigarrita para Ella.
Mi pene estaba enormemente crecido y empecé a pajearme mirando a Mi hermosa Diosa a la vez que yo era observado por los perversos ojos de las dos Damas que sonreían satisfactoriamente al verme humillado y humillando a la sierva ante Ellas.
Durante el largo periodo de contención que me había obligado mantener mi Señora acumule en mi depósito una gran cantidad de semen que salio despedido con fuerza hacia el interior de la garganta de la criada e impregnando su cara.
- ¡Trágatelo todo!. ¡Perra!. Grito Sonia altivamente al tiempo que se levantaba de su sillón y escupía en su boca.
- ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!!!. Arrancando grandes risotadas por parte de las dos bellezones.
- ¡Bien Mayordomo!, ¡Muy bien!. ¡Te voy a permitir que cenes nuestras sobras!. ¡A ella!. ¡NO!!. Jajajajajajajajajajajaja!!!!!!. ¡Tapónale la boca otra vez!.
Inserte de nuevo el pollon de goma en su boca y ate con fuerza las correas a su cabeza.
- ¡Coge una bandeja y pon en ella todos nuestros desperdicios!!!. Me chillo Sonia muy exaltada. ¡Jajajajajajajaja!!!!.
Recogí en una brillante bandeja de acero todo cuanto mis bellas torturadoras habían dejado, incluso, restos de comida medio masticados y escupidos de sus lindas bocas.
- ¡Esclavo!. ¡Pon la bandeja en el suelo!.
- ¡Ahora come con la boca!. ¡Perro!!!!. Ordeno impacientemente la bella Señorita Blanco.
- ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!!!!!. Jajajajajajajajajaja!!!!!!!!!. Sonia y Olga se partían de risa mientras yo comía con la boca aquellas delicias.
Sonia susurro algo al oído de su amante y las dos sonrieron con maldad. Olga se levanto y se acuclillo sobre la bandeja soltando un chorro de orina encima de la comida.
- ¡Ahora estará mas sabroso ¿verdad?. ¡Esclavo!.¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!.
- ¡Espera!. Grito Sonia. ¡Falta algo!!!!!. Entonces escupió en la cena. ¡Ahora ya puedes comer!. ¡Perro!!!.
Ante la celosa mirada de la asiática que llevaba horas sin probar bocado, comí como un autentico perro degustando aquellas exquisitas delicias con que me habían obsequiado y a continuación bese sus pies con inmenso agradecimiento.
(Continuará)