SONIA (Las perversiones de Sonia 2)

El calorcito de su lindo pie reposando encima de mi bragueta hizo reaccionar a mi polla, que a poco a poco se iba hinchando como un globo. Sonia colaboro dando unos suaves masajes en él. Una picara y perversa sonrisa apareció en sus bellos labios. - ¡Vaya!. ¡Letrado!. ¡Parece que se excita!.

SONIA (Las perversiones de Sonia 2)

Sonia se acomodo en los amplios asientos traseros de la lujosa limousine. Descalzo sus divinos pies y los reposo encima de mis piernas. Fue entonces cuando me percate de que lucia un aro de oro en un dedito de su pie derecho, el mismo en el que lleva la cadenita tobillera y la imagen de un escorpión tatuado en el empeine; detalles estos, que a mi parecer son tremendamente sensuales y excitantes.

-         ¡Abogado!. ¡Aun que no lo parezca, llevo toda la tarde valorando su ofrecimiento!.

Hizo una breve pausa, momento en el cual mi corazón dio un vuelco. ¿Que habrá decidido?. ¡Pensé!. Ansioso de conocer su resolución.

El calorcito de su lindo pie reposando encima de mi bragueta hizo reaccionar a mi polla, que a poco a poco se iba hinchando como un globo.

Sonia colaboro dando unos suaves masajes en él. Una picara y perversa sonrisa apareció en sus bellos labios.

-         ¡Vaya!. ¡Letrado!. ¡Parece que se excita!.

Arqueo su otro doradito pie y doblando sus deditos hacia abajo los acerco a mis labios introduciéndolos en mi boca.

Una fina aroma, mezcla de perfume y cuero del zapato, penetro en mi nariz. Sabía algo saladito, pero esto me estimulo todavía mas a pasar mi lengua entre sus dedos, a besarle y lamerle sus rojas uñas, la planta, el talón y el empeine.

Sonia empezó a tocarse, a acariciarse sus pezoncitos.

-         ¡Su propuesta me enorgullece y enaltece mi endiosado ego!. ¡Es más!. ¡Excita enormemente mi libido y mi morbo!.

-         Pero no quiero un esclavo para realizar simplemente una fantasía sexual. ¡Quiero un esclavo de verdad!. ¡Que se entregue completamente a Mí!. ¡Que trabaje para Mí!. ¡Que viva para Mí, las veinticuatro horas del día!.

En aquellos momentos mi polla, que ya estaba enormemente empinada, a punto estuvo de estallar, pero aguante y besándole aun más apasionadamente su lindo y sedoso pie le conteste.

-         ¡Síííííí!!!!!!!!.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!!!!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!!. Sonia lanzo una fuerte risotada. ¿Te divorciarías de tu esposa y repudiarías a tu hijo para convertirte en mi esclavo?.

¡Por que NO!. Pensé, y impulsivamente conteste.

-         ¡Sííííííí!!!!!!!.

-         ¡Me halaga tu decisión!. Pero debes saber que soy diabólica, perversa y muy, muy caprichosa y como habrás podido comprobar de gustos caros y refinados.

Como iba a renunciar a semejante propuesta. Sonia era una llamada a la lujuria, al pecado y yo en aquellos momentos no deseaba otra cosa, estaba dispuesto a seguirla aun que fuera al mismísimo infierno.

-         ¡Por supuesto!. Prosiguió Ella. Un verdadero esclavo no debe poseer nada, ni material ni espiritual. ¿Estarías dispuesto a  entregarme todos tus bienes, poner a mi nombre tus empresas, acciones, cuentas y propiedades para convertirte en mi perro esclavo?.

Antes de que pudiera dar una contestación, Sonia sello mi boca con su maravilloso pie y con una expresión entre bribona y perversa dijo...

-         ¡Aaasíííí, queeee..........!!!. ¡No tomes…… ahora una decisión precipitada e incorrecta!. ¡Meditadlo!,  y cuando estés seguro de lo que vas a hacer. ¡Me lo comunicas!.

Los suaves masajes, la tremenda voluptuosidad que desprendía Sonia y el erotismo que flotaba en el ambiente, hicieron que mi pene explotara en una fabulosa corrida, que esta vez sí, al no llevar calzoncillos mancho sobradamente mis pantalones.

Sonia se llevo graciosamente la mano a la boca y soltó una gran risotada burlándose de mi descontrol.

-         ¡Pero!. ¡Abogado!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!. ¡Que demonios le ocurre!. ¡Jajajajajajajaja!!!!!!. ¿Acaso  tiene incontinencia?. ¡Jajajajajajajaja!!!!.

Aquella humillante situación me abrumo y me sonroje ante Ella, pero jamás me había sentido tan tremendamente feliz y satisfecho.

La limousine paro frente a mi gabinete, era ya tarde y en las oficinas no quedaba nadie. Sonia puso boquita de piñón y lanzo un beso al aire soplándolo con la mano hacia mí.

La mancha en el pantalón me resultaba enormemente incomoda, así que subí presto a mi despacho y me dispuse a limpiarme, pero….. No lo hice.

Aquella mancha era el recuerdo de un día, para mí, ¡Maravilloso!.

Me senté en el tersillo y me dormí, me despertó el timbre de mi móvil. Era Felisa, mi esposa.

-         ¡Que haces a estas horas!. ¡Acaso no piensas volver a casa!.

-         ¡No!!!. ¡Mira!. ¡Estoy con un caso muy, muy complicado!. ¡Puede que hoy no venga ni ha dormir!.

-         ¡Tu hijo no hace mas que preguntar por ti!. ¡Al final ni lo vas a conocer!.

-         Pi,pi,pi,pi..........

Corte la llamada. No estaba dispuesto ha escuchar mas el griterío de aquella odiosa mujer y además. ¡Había decidido renunciar a mi hijo!.

Me puse inmediatamente a redactar el documento de mi demanda de divorcio. Cogi luego las escrituras de todas mis propiedades, bienes y cuentas bancarias que guardaba en la caja fuerte de mi despacho y las redacte de nuevo, poniéndolo todo a nombre de Sonia Blanco.

Ahora tan solo faltaba su firma y la del notario para legalizar el traspaso y todo, absolutamente todo, pasaria a ser de su propiedad.

El régimen de separación de bienes que pactamos con Felisa cundo planeamos casarnos me facilito enormemente las cosas, yo seguía conservando a mi nombre todo cuanto era mío en aquel momento. Con Felisa tan solo compartíamos en común una cuenta bancaria y nada más.

Quizás estaba cometiendo una gran locura. ¡No lo se!. Mi cabeza no paraba de dar vueltas y más vueltas.

En aquellos momentos Sonia era la autentica emperatriz de mi mente, de mis pensamientos y no deseaba otra cosa que aquello en que siempre había soñado y fantaseado y ahora se podía convertir en realidad.

Amanecía cuando termine de arreglar todo el papeleo. Me asee un poco y antes de que llegaran mis subordinados. Bien, ahora los de Sonia. Aun que ellos todavía no lo sabían, salí de las oficinas y me fui a tomar un café para despejarme.

Con gran orgullo lucia en mis pantalones la gran mancha, ya seca, de semen del día anterior que de alguna manera simbolizaba mi sumisión a la preciosa Sonia.

Hacia las diez de la mañana llame al portero de un apartamento ático de un lujoso edificio en uno de los barrios más vips de la capital.

-         ¿Quien llama?. Pregunto una voz con acento extranjero.

-         ¿Esta la Señorita Blanco?.

-         ¿De parte de quien?.

-         ¡Del abogado!. ¡Dígale!.

Espere pacientemente la respuesta en la calle y al poco me abrieron la puerta.

El ascensor me llevo a la séptima planta del edificio. Una mujer de unos cincuenta y tantos años, de fisonomía asiática, vestida con uniforme de doncella francesa con cofia y guantes blancos.  Mostrando una parálisis en una pierna que la obligaba a cojear me dio paso al interior del lujoso apartamento.

-         ¡Espere por favor!. ¡La Señorita le recibirá en breve!.

Me senté en una silla de la salita y espere. Paso una hora, pasaron dos horas y Sonia no aparecía.

Recibí una llamada de mi despacho.

-         ¡Señor Vives!. ¿Que no va a venir hoy al despacho?. Pregunto mi secretaria.

-         ¡No Maria!. ¡Cancele todas mis citas!.

-         ¡Señor!. ¡Sígame!. ¡Por favor!. ¡La Señoritale espera!. Dijo con amable voz la asistenta.

Una retorcida escalera de mármol nos condujo hasta la planta superior del lujoso duplex. Sonia se encontraba desayunando cómodamente en una amplia terraza bajo un esplendido sol primaveral.

Llevaba puesto un largo batín de raso blanco con bordados dorados que acentuaba su tórrida piel. Descansaba sus descalzos pies encima de un escabel de piel negra, destacando la fina tobillera dorada y el pequeño aro en su dedito.

En el suelo reposaban unas mules blancas, tipo zuecos, de estrecha suela y con un reducido hueco donde encajaba el pie, dejando gran parte del empeine al descubierto. Altísimo y fino tacón aguja dorado y terminados en una suave puntera.

La criada se situó estoicamente de pie a una distancia prudencial de Ella, siempre pendiente de servirle, siempre pendiente de que no le faltara nada.

-         ¿Que le trae por mi morada?. ¡Abogado!.

-         ¡Vera Señorita Blanco!. He meditado largamente durante toda la noche y tengo muy claro lo que debo hacer. Traigo todas las escrituras de mis bienes y cuentas bancarias puestas a su nombre. Tan solo falta que Usted las ratifique con su firma y seguidamente llevarlas al notario para que las legalice y registre formalmente a su nombre.

Alargue hacia Ella una carpeta con todos los documentos mencionados. Sonia me dedico una leve sonrisa con sus rojos labios y los tomo en sus maravillosas y cuidadísimas manos.

La Señorita Blanco no hizo ningún gesto, ni tubo el detalle de invitarme a tomar asiento, así que permanecí de pie frente a Ella. Entre sorbo y sorbo de café, empezó a analizar uno a uno todos los documentos.

Encendió un cigarrillo rubio, calo fuerte y continuo examinado sus nuevas propiedades. De vez en cuando alzaba la vista de los papeles y me sonreía pícaramente lanzando halos de humo.

Sin mediar palabra, impulsivamente doblo hacia abajo los deditos de sus pies, adornados con uñas francesas y los introdujo en el interior de los zuecos, levantándose seguidamente de su sillón.

-         ¡Sígueme!!!!. Ordeno a su sirvienta con aire altanero y arrogante.

Dio dos pasos y sonriendo maliciosamente señalando el suelo se dirigió otra vez hacia ella.

-         ¡De rodillas!!!. Exigió sin contemplaciones a su sirvienta.

Debido a la poliomielitis de su pierna y a que aparentaba más años de los que realmente tenía. La sirvienta se postro con dificultad, y ando sobre sus rodillas tras Ella.

Un gesto con sus dedos me indico que también yo debía seguirla.

Se dirigió a un amplio baño equipado con sanitarios de porcelana negra y grifos dorados.

-         ¡Abogadooooo…..! ¡Sostenga mi batín!. Indico insinuando que la ayudara a sacárselo.

Como un mayordomo quite el suntuoso batín que cubría el esplendoroso cuerpo de la Señorita Blanco y lo doblegue encima de mis brazos.

Desnuda totalmente, se sentó en el retrete y reposo graciosamente los codos en sus muslos y la barbilla en sus manos.

Dirigiéndose entonces a la sirvienta que se mantenía arrodillada frente a Ella..

-         ¡Acércate mas!. ¡Pon las manos juntas!. ¡Plegadas!.¡En posición de rezar!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!!. Rió divertida.

Ante nuestro asombro, como una Diosa.  Sonia, sin ningún rubor, defeco sin miramientos ni contemplaciones.

Se levanto del váter y secamente ordeno a la criada.

-         ¡Límpiame!!!!.

La criada llorosa y con cara de asco suplico.

-         ¡Noooo!!!!. ¡Por favor!. ¡Señorita!. ¡No me haga hacer esto!. ¡Ya sabe que me da mucho asco!.

-         ¡Paf!!!!. ¡Paf!!!!. Dos tremendas cachetadas impactaron sonoramente en la cara de la sirvienta dejándole las mejillas sonrojadas.

-         ¡Estupida!!!. ¡He dicho que me limpies!!!!. ¡Como te atreves a tener asco de mi culo y de mis heces!!!.

Llorosa y resignada la criada se coloco tras Ella y empezó a pasar su lengua por el estupendo culito de la Señorita.

Sonia me miraba y sonreía satisfactoriamente. La criada recorría con la lengua el agujerito de su precioso culo proporcionándole una agradable sensación de poder y de placer a la vez.

Con una mano atrás, empujo la cocorota obligándola a permanecer con la boca pegada a su trasero y con la otra mano se acariciaba el clítoris.

Excitada exclamo.

-         ¡Mete tu lengua mas y mas adentro!!!!!. ¡Chupa!. ¡Chupa!. ¡Chupa mi culito!.¡Puta!!!.

Antes de llegar al orgasmo, Sonia dejo de masturbarse, lentamente abrió un armario del baño y extrajo de él una temible fusta de un metro aproximadamente de largo con una empuñadura de cuero y adornos dorados.

Agarro de los pelos a su sirvienta, que permanecía aun de rodillas cerca del váter, y le obligo a meter la cabeza dentro de la taza sin antes haber vaciado el tanque.

-         ¡Abogado!. ¡Mantenga la falda de esta inútil levantada!.

De inmediato cumplí sus órdenes. Cuando levante la falda comprobé que la sirvienta no llevaba bragas.

Sonia, erguida sobre los altos tacones de sus zuecos, arqueaba con sus manos la temible fusta y paseaba esbelta taconeando lentamente de un costado a otro del baño.

De vez en cuando golpeaba la fusta contra su otra mano produciendo un intrigante sonido.

En su cintura brillaba la fina cadena de oro acompañando el precioso pircing de su ombligo.

De repente descargo un terrible fustazo en las nalgas de la sirvienta.

-         ¡Aaaaaaah!!!!!!. Gimoteo la criada.

Tras este primer golpe vino un segundo y un tercero, un cuarto.........

-         ¡zas!!!!.¡zas!!!!!,¡zas!!!!!!.

-         ¡UUUUauauauauauau!!!!. ¡UUaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!

-         ¡zas!!!!!. ¡zas!!!!.¡zas!!!!!,¡zas!!!!!!.

-         ¡Gracias!. ¡Ama!. ¡Perdón!. ¡Ama!. ¡Gracias!. ¡Ama!.

A cada golpe, a cada azote, como si la criada ya tuviese aprendida la lección, sollozando sin parar, suplicaba perdón y clemencia, al tiempo que el mal olor que desprendían las heces le producía nauseas. Empezó entonces a vomitar.

Sonia, con una mano apoyada en su cintura, lejos de apiadarse de ella, aumento el ritmo de los azotes. Su hermosa cara reflejaba crueldad sin límites.

-         ¡Perra!!!!!. ¡Asquerosa!!!!!!. ¡Como te atreves a vomitar en mi váter!!!!!.

-         ¡Basta!. ¡Se lo suplico!!!!!. ¡Mi Ama!. ¡Perdón!. ¡Perdón!.

-         ¡Ja,jajajajajajajajajajajajajaja!!!!!!. ¡zas,zas,zas,zas,zas,zas,zas!!!!!!!!!!.

Sonia parecía haber enloquecido o perdido el control sobre si misma, reía sádicamente a grandes carcajadas y azotaba con extrema crueldad las nalgas de su chacha.

No paro hasta que unos terribles surcos de sangre cubrieron las posaderas de la asiática.

Entonces con la suela de sus mules y clavando el tacón en la nuca de la sirvienta le empujo con fuerza la cabeza hacia el interior del retrete.

-         ¡Lava tu asquerosa boca!. ¡Perra!!!!!!. Sonia vació el agua del depósito sin dejarle sacar la cabeza de él. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!!.

Cuando por fin pudo hacerlo, la criada daba claras muestras de ahogo, pero tampoco así se apiado de ella.

-         ¡Las palmas de las manos al suelo!!!. Grito autoritaria.

-         ¡No por favor Ama!!!!. ¡Se la suplico!!!. Imploro la criada.

-         ¡Las palmas al suelo!!!!. Grito Sonia nuevamente señalando el piso con el dedo índice adornado con un grueso anillo.

Gimoteando, la criada, tal y como Sonia ordenaba estiro la palmas de la mano en el suelo.

Con una malvada pero bella sonrisa, Sonia clavo sus finos tacos, como si fueran clavos, en el centro de sus manos.

-         ¡Abogado!!!.

-         ¡Sí!!!!.

-         ¡Lamemé el coño!. ¡Deprisa!!!!.

Me situé como pude entre sus piernas y con mis labios bese y chupe su sexo. Recorrí con la lengua su sedosa entrepierna, hurgando en el agujerito de su culo y penetrando en el interior de su coño para luego entretenerme en el clítoris y dedicarme de lleno a succionar y lamer el botoncito situado en la parte superior de este.

No podía ver, debido a mi situación, la cara de la asiática pero si oír sus lamentos y sollozos.

El sexo de Sonia empezó a mojarse, hasta que por fin se corrió en mi boca gimiendo como una posesa.

Unas profundas marcas se apreciaban en las palmas de la sirvienta cuando Sonia alzo sus tacos de ellas.

Como si de un insólito ritual se tratara, la domestica beso y lamió cada fino taconazo de los zuecos de Sonia, agradeciéndole haberla torturado.

-         ¡Ya ve!. ¡Abogado!. ¡Cuánto mas la insulto y la humillo!. ¡Mas me adora! y ¡Mas perra y dócil se vuelve!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!.

-         ¡OH!. ¡Es su manera de demostrar que me quiere!. Dijo Sonia ligeramente. ¿Verdad chinita?.

-         ¡Sí!!!!!. ¡Mi Ama!.

-          ¡Jajajajajajajajajaja!!!!.

Aquella misma tarde acudimos al notario para sellar el traspaso de bienes, propiedades  y cuentas bancarias.

Ahora tan solo faltaba pasar el trámite del registro de la propiedad y todo, absolutamente todo, pasaría a ser del dominio y disfrute de Sonia. Trámite este que tan solo tardo un par de días en concretarse.

Cuando se lo comunique, Sonia me invito a acudir a su apartamento. Lucia hermosa y radiante como siempre, llevaba puestos unos ajustadísimos leggins de cuero negro combinados con una blanca y arrapada camisa blanca con el cuello alzado y varios botones desabrochados, dejando al aire la raja que separa sus perfectos pechos.

Adornaba su esplendida cintura un amplio cinturón de cuero negro con pequeñas incrustaciones brillantes.

Calzaba unas vertiginosas y lindas sandalias destalonadas de alto tacón aguja. Unas estrechas tiritas doradas eran la única sujeción de sus hermosos pies en ellas, dejando al aire los deditos elegantemente decorados con uñas francesas y con el pequeño aro dorado en uno de ellos.

Se encontraba sentada en una butaca de su salita. La sirvienta, debidamente uniformada, sostenía, arrodillada en un costado, con sus enguantadas manos una bandeja con una botella de Moët y una copa de fino cristal, que de vez en cuando Sonia saboreaba lentamente.

-         ¡Abogado!. ¡Estas completamente en mis manos!. Me dijo descaradamente sonriendo cuando ya tuvo en su poder todos los documentos.

-         ¡Ahora podría echarte!….. ¡Pero no temas!. ¡No lo voy hacer!. Te necesito para que trabajes como un carbón para Mí. ¡Jajajajajajajajajajajajajajajaja!!!!.

-         Seguirás dirigiendo el gabinete de abogados, y administraras mis empresas y negocios. Esta claro que como esclavo que eres, no percibirás ningún sueldo por ello. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!.

-         ¡Desnúdate!!! y ¡Ponte de rodillas a mis pies! ¡Esclavo!!!!!. Quiero que me jures eterna fidelidad.

Enormemente excitado.  Tarde escasos segundos en despojarme de toda mi vestimenta.

-         ¿Juras permanecer fiel a mi Augusta persona aun que te humille, castigue, azote, torture, queme vivo o te crucifique?.

Viendo mi cara de estupor puntualizo....

-         ¡Bien!. ¡Esto ultimo es una broma!. ¡Jajajajajajajaja!!!!!.Aun queeee......nooo... seee.... puede que un día... me venga un regusto de sadismo y lo cumpla. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!!!!!.

-         ¡Síííí!!!. ¡Señora!. Dije sin dudarlo. Mi polla estaba visiblemente tiesa ya que aquella situación era el sueño, la ilusión y el deseo de toda mi vida.

-         ¡Lo de Señora no me gusta!. ¡Cuando te dirijas a Mi!. Lo harás… como.......¡Excelencia!, ¡No!, ¡Majestad!. ¡Tampoco!. ¡Divina!. ¡Sí, sí!!. Me llamaras ¡Divina Majestad!.

-         ¡Entendido!. ¡Esclavo!.

-         ¡Sí!!!, ¡Divina Majestad!.

-         ¡Y eso va por ti, también!. ¡Perra!. Dijo Sonia a su chacha.

Otra vez dirigiéndose a mí.

-         Cuando termines tu jornada laboral o en días festivos permanecerás a mi entera disposición, ya sea como chofer, criado, mayordomo o lo que yo desee.

-         ¡A partir de hoy residirás en mi casa!. Salvo que yo disponga lo contrario, comerás lo mismo que mi sirvienta, arroz hervido, verduras y cereales..

-         ¡Y!. ¡En ocasiones especiales!. ¡Mis sobras!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!.

-         Hasta que nos traslademos a otra residencia más apropiada a mi status, dormirás en la misma habitación que mi sirvienta.

-         ¡No consiento que vayas todo el día con la polla tiesa sin mi permiso!. ¡A mas de ser una ofensa y falta de respeto hacia Mi endiosada persona!. ¡Es un placer que como esclavo no te esta permitido!. ¡Así queeee….!. Llevaras siempre puesto este cinturón de castidad. ¡Jajajajajajajajaja!!!!.

Sonia saco de un cajón una especie de funda metálica para mi pene, en el interior de la cual sobresalía una especie de finas agujas que se clavaban en el miembro en caso de producirse una erección.

Un agujerito en la parte delantera me permitía mear.

El instrumento de tortura se sujetaba a la cintura con una especie de ajustada cadena de acero cerrada con un pequeño candado, la llave del cual tuve yo de insertar en la dorada cadenita tobillera de mi Divina Majestad.

Acto este, que como se podía esperar de un sumiso fetichista como yo, me produjo una dolorosa excitación de mi polla.

-         ¡Aaaaaaaaah!!!!!!!!.

-         ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!. ¡Parece que funciona!. ¿Verdad?. Dijo Sonia con una picara y burlesca sonrisa.

-         Otra cosa que deberás de ir acostumbrándote es a este collar de cuero que llevaras con orgullo como muestra de pertinencia hacia Mí y bajo ningún concepto te lo quitaras.

Sonia coloco el collar en mi garganta apretándolo al máximo de manera que daba una incomoda sensación de ahogo y resultaba altamente molesto llevarlo puesto todo el día.

-         Y.., ¡Bien!. ¡Esclavo!. ¿Cuando vas a entregar la demanda de divorcio a tu esposa?.

-         ¡Hoy mismo!, si así lo desea. ¡Divina Majestad!.

Me daba cierto reparo tal trámite, sabia que Felisa se iba a poner hecha una fiera y mas aun cundo supiera que no le quedaría más que un porcentaje de la cuenta que teníamos  a medias, ya que ahora todo era de Sonia.

Como no percibía sueldo alguno, tampoco tenía obligación de pasarle ninguna pensión a mi esposa.

¡Así queeee!. Felisa y mi hijo quedarían en la más absoluta miseria.

-         ¡Divina Majestad!. Cuando haya sentencia de divorcio mi ya ex y mi hijo quedaran prácticamente sin recursos. Exprese mi preocupación ante Sonia

-         ¡Jajajajajajajajaja!!!!!. Como respuesta recibí una gran risotada.

-         ¡Y a mi que coño me cuentas!. ¡Imbecil!!!. ........

Aquella misma tarde me persone junto a Sonia, que no quiso perderse el espectáculo, en el chalet donde aun residía Felisa para hacerle entrega de mi demanda de divorcio.

Sonia viajo sentada en el asiento trasero del que antes había sido mi lujoso auto, un Jaguar XJ Berlina de lujo de color negro, mientras yo ejercía orgulloso de chofer de la despampanante Dama.


Aunque hacia algunos días que me había mudado de la casa, aun conservaba las llaves, abrí la puerta y galantemente deje que Sonia entrará primero, al fin y al cabo era ahora Ella la propietaria del chalet.

Busque a mi esposa con la intención de hacerle entrega de mi demanda de divorcio, pero fue ella quien nos encontró en la salita.

-         ¡Ya era hora de que dieses señales de vida!. ¿Verdad?. Dijo Felisa con tono irónico buscando la confrontación y sin darse cuenta de que iba acompañado.

-         ¿Acaso has olvidado que eres padre de un niño?.

-         ¡Felisa!. ¡He venido para entregarte mi demanda de divorcio!. Fue entonces cuando se percato de la presencia de Sonia.

-         ¡Ah!. ¡Veo que vas acompañado de tu zorra........!.

-         ¡Felisa!.  ¡No te pases!. Le recrimine.

-         ¿No?. ¡Y como tildas a una sinvergüenza como esta!. Refiriéndose a su provocativa forma de vestir. ¡Que no tiene reparo alguno en destrozar a una familia!.

Con su espectacular y despampanante figura, Sonia asistía altiva, risueña y silenciosa al número que estaba montando Felisa.

-         ¡Mira Felisa!. ¡No fue Ella la que fue tras mío!. ¡Sino yo!. ¡Tras Ella!. ¡Entendido!!!. Le dije gritando. ¡A mas!!!!!!, ¡Ya hace tiempo que nuestra relación esta completamente vacía y acabada!.

-         ¡Tu lo que eres es un pelele!. ¡Esto no te da derecho a destrozarnos la vida a tu hijo y a mí!.

Sonia encendió un cigarrillo y se acomodo en un sofá de la salita.

-         ¡Puta!. ¡Como te atreves a encender un cigarro en mi casa!. ¡Quien te a dado permiso!.

Una sonora carcajada apareció en los sensuales y perfectamente maquillados labios de Sonia.

-         ¡Abogado!. ¡Muestre a esta imbecil en casa de quien esta viviendo!.

Felisa quedo silenciosa y yo angustiado por aquel duro momento que se me avecinaba.

Mire a Sonia, parecía una Reina sentada en su trono. Cruzaba una pierna encima de la otra mientras una de sus sandalias balanceaba sugerentemente en su lindo pie.

No dude mas y mostré a Felisa una copia de las escrituras en las cuales aparecía la Señorita  Blanco como dueña absoluta de todas mis propiedades incluida la casa.

-         ¡Pero...!. ¡Que es esto!!!!!. Exclamo Felisa desesperada. ¡Como haas…. podido........!.

Acalorada y fuera de sí.

-         ¡Cerdo!. ¡Mas que cerdo!. ¡Repugnante!!!!. ¡Eres un asqueroso cerdo repugnante!!!!. ¡Hijo de puta!!!!.

-         ¡Dime que no es verdad!!!. ¡Dímelo!!!!. ¡Di que esta puta miente!!!.

-         ¡He puesto una denuncia en el juzgado para que te obliguen a abandonar mi chalet en quince días!. Replico frívola y complacida la bella Señorita Blanco. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!!.

Felisa arranco en un sonoro llanto.

-         ¡Que has hecho!!!!. ¡Que nos has hecho a tu hijo y a mi!. ¡Dime!. ¡Tan mal nos hemos portado contigo!. ¡Como para hacernos una cabronada!. ¿Así?. ¡No puede ser que seáis tan hijos de puta!!!!. ¡NO puede ser!!!!.

Mi ex alzo la mano con intención de agredirme, gesto que detuve al instante con mi otra mano.

Sonriente y complacida Sonia contemplaba como Felisa se hundía moralmente ante Ella.

Particularmente debo confesar que ni Felisa ni mi hijo me producían ternura ni compasión alguna.

Más bien todo lo contrario, viendo reír divertida y majestuosa a Sonia me sentí contento y satisfecho con mi mezquina y vil actitud.

Todo y el extremo dolor que me producían las finas pus clavándose en mi erecto pene me lance a sus pies para besarle y lamerle las uñas, pase la punta de mi lengua entre sus deditos y recorrí su empeine hasta el tobillo,

Sonia andaba también caliente, con una linda expresión de vicio deslizo sus manos hacia el interior de su camisa y acaricio sus pezones.

Como pude, recorrí con la lengua sus esplendorosas piernas enfundadas en cuero  hasta alcanzar su entrepierna, que bese y lamí antes de hacer lo mismo en sus nalgas.

Sollozando sin parar, Felisa, estupefacta; nos observaba desecha y abatida totalmente.

-         ¡Has arruinado nuestras vidas!. ¡Cabrón!!!!!!. ¡Eres un ser despreciable!. ¡Hijo de puta!!!.

Seguramente tuviera razón, pero aquello no me hacia arrepentir de mis despreciables actos.

Desabrochándose los leggins, Sonia permitió que mi desesperada lengua alcanzase su deseado, depilado y apetecible clítoris.

Empezó entonces a jadear  y gimotear de gozo. Fruncía el ceño y hacia muecas y suspiros de placer.


Antes de abandonar la casa se presentaron, a requerimiento de Sonia, miembros de una notaria.

-         ¡Señora Sánchez!, que es el apellido de mi “mujer”. Por orden judicial debemos realizar un inventario de todos los bienes muebles y demás pertinacias existentes en el chalet. Dijo el notario.

Felisa estaba destrozada. Como abogado y hombre de confianza de la Señorita Blanco tuve de ser yo quien junto al notario revisáramos los trabajos de recuento de todas las posesiones.

Ya cuando se marcharon los fedatarios, Sonia, exhibiendo una imperiosa crueldad dijo a Felisa.

-         ¡Ya sabes!.¡Quince días!!!!.

-         ¡Por favor!. Expreso Felisa llorando y arrodillándose a sus pies. ¡Se lo suplico!. ¡No me haga esto!. ¡No tengo nada!. ¡No se a donde vamos a ir mi hijo y yo!.

-         ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!.

-         ¡Te puedo ofrecer un puesto de chacha para Mi!!!!. ¡Jajajajajajajajaja!!!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!. Soltó sarcásticamente Sonia burlándose con ánimo de humillarla y denigrarla todavía más.

Girando la vista hacia mí, rabiosa y visiblemente escolarizada, Felisa me recrimino.

-         ¿Te das cuenta?.¡Cerdo!. ¿Te das cuenta del daño que nos haces?. ¿Te das cuenta del daño que vas a causar a tu hijo?.

¡Sí que me daba cuenta!. ¡Por supuesto que me daba cuenta!. De la bajeza moral y ruin de mis actos. Pero ahora yo, pertenecía a Sonia y para demostrarle aun mas mi fidelidad y adicción y evidenciar a Felisa mi total desprecio hacia ella y de rebote a mi hijo, me arrastre como un perro por el suelo siguiendo los pasos de Sonia, que se alejaba a paso decidido hacia la puerta de salida lamiéndole, o batallando con sus sugerentes movimientos, para lamer los finos tacos de sus asombrosas sandalias y el suelo que pisaban.

(Continuará)