SONIA (Las perversiones de Sonia 15)

Chuchina sigue contándome las crueles torturas que la sádica Señorita Blanco y su bella amante mestiza aplicaron a la pobre Felisa.

SONIA (Las perversiones de Sonia 15)

Aun no habían transcurrido tres días que las dos soberbias Damas volvieron a torturar salvajemente a Felisa.

En aquella ocasión, Sonia enfundaba su divino cuerpo en un sexy mono de cuero negro muy brillante y extremadamente ceñido, como una segunda piel, a su sutil figura. Con un bonito y alto cuello resaltando su melena rubia, cremallera central hasta el ombligo para regular el escote a su antojo, y otra cremallera en la entrepierna para descubrir el sexo y pasar a la acción rápidamente.

Calzaba unos relucientes e impresionantes botines de cuero negro, puntera algo redondeada y alzados sobre una cuña de tres centímetros por unos dieciséis de fino tacón aguja, adornaba con una lujosa tobillera de bonitos cristales brillantes el botín de su pie derecho.

La cubanita por su parte llevaba puesto un extremado corsé, también de cuero negro, que dejaba al aire sus maravillosos pechos de piel tostada y mostraba su maravilloso y depilado sexo. Guantes largos del mismo material y calzando sus pies con altas botas bucaneras hasta los muslos.

Las dos jóvenes bellezones se movían agitadamente por la sala haciendo resonar sus finos tacos y traqueteando sus látigos contra el suelo.

Dos fornidos gorilas negros entraron por la puerta llevando a Felisa amarrada por los brazos y desnuda totalmente mostrando aun las terribles cicatrices en sus amputados pezones..

Yo permanecía inmóvil, firme, de pie en un extremo de la habitación, contemplando con suma preocupación el terrible castigo a que iban a someter a la ya maltrecha Felisa.

Sonia ideaba minuciosamente con todo detalle el ambiente que mas deseaba en cada sesión.

Ellas, las Diosas, por supuesto lucían hermosas, glamorosas, sexys, ostentando riqueza y poder. Sus  guardias cubrían, como verdugos, la cabeza con ajustada capucha de cuero y llevaban el torso descubierto dando a entender su dócil y ciega obediencia a las presumidas y vanidosas Damas.

La Señorita Blanco me obligaba a vestir el clásico uniforme de doncella, con el único fin de marcar diferencias entre yo, la sumisa criada que debo asistir escrupulosamente a las Señoritas en todos sus caprichos y Felisa, la mártir obligada a humillarse mostrando su total desnudez, con la cabeza rapada y dispuesta para recibir la tortura a que va a ser sometida para la diversión y el placer de las soberbias Damas

Nada mas entrar en la sala, ávida de aplicar el castigo, la Señorita Blanco alzo su látigo y haciéndolo silbar en el aire lo impacto con dureza en la espalda de Felisa que se hallaba sostenida de rodillas por los rudos brazos de los dos verdugos.

-         ¡Atarla a la mesa inmediatamente y colocarle el bostezo!. Ordeno Sonia con su arrogancia y altivez a sus incondicionales guardaespaldas, mientras que la morenaza Rosalí sonreía levemente satisfecha observando la acción.

Sonia se aproximo con paso lento y majestuoso hasta Felisa, apretando con su sedosa mano acabada en largas uñas carmesí y cubierta de lujosos anillos las mejillas de la esclava. Introdujo entonces sonriendo en la boca de Felisa dos de sus bellos dedos y poniendo cara de picara maliciosa los removió en su interior. Felisa los lamió, chupo y beso respetuosamente la mano de la Señorita Blanco.

-         ¡Aggg!. ¡Aggggg!. La esclava empezó a hacer arcadas y repugnancias mientras la guapa Sonia le introducía hasta el fondo de la garganta, apretándolo con los dedos, un trapo de lino.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!. Rió con maldad la Señorita Blanco una vez hubo penetrado todo el trapo hasta la traquea de la infeliz Felisa, jactándose del tormento que iba aplicarle seguidamente.

-         ¡AAAggggggg!!!!!!!. Sonia agarro entonces una jarra con abundante agua y la vertió encima de la tela, que al empaparse provoco en Felisa una desagradable sensación de ahogo.

-         ¡Jajajajajaajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Rosalí!. ¡Pruébalo tu!. ¡Jajajajajajajajajajaja!. ¡Divertido!. ¡Jajajajajajajajajaja!.  La mestiza, ansiosa de probar nuevas sensaciones, no se hizo rogar y repitió exactamente la misma tortura.

-         ¡Sensacional!!!!!. ¡Jajajajaajajajajajajajajaja!. Exclamo también carcajeándose al ver sufrir a Felisa, la cual se puso con la cara morada estando a punto de ahogarse. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!.

Aplicaron las dos presuntuosas y endiosadas Damas varias veces este desagradable suplicio a la dócil sumisa.

-         ¡Bajadla de la mesa!. Ordeno despóticamente Sonia a sus esbirros, andando sigilosamente engreída con sus manos reposadas en su perfecta cintura.

Haciéndola poner de rodillas fijaron los tobillos con una barra separadora y las muñecas esposadas en cada uno de ellos, de tal manera que Felisa tenía que adoptar una incómoda posición en forma de V plana.

Sin quitarle el bostezo de la boca le colocaron debajo de la barbilla y apoyada sobre el esternón, un horquilla con dos cortas, pero muy afiladas puntas que le impedía, amenazando en clavárselas, cualquier brusco movimiento de la cabeza. La Señorita Blanco metió luego en la boca de Felisa un grueso embudo.

-         ¿Tienes sed Felisa?. ¡Jajajajajajajajajajajajajajajajaja!!!. La sumisa observaba angustiada los preparativos del próximo suplicio a que iba a ser sometida. Viéndola sufrir tan atrozmente resbalaron por mis mejillas, procurando no emitir ningún ruidoso sollozo para no importunar a las Divinas Señoritas, abundantes lagrimones de aflicción y desconsuelo.

Sonia tomo una jarra que contenía un litro de agua y la vertió entera en el interior del embudo.

Seguidamente fue Rosalí la que vació una segunda jarra en la boca de Felisa.

-         ¡Jajajajajajajajajajajaja!. ¡Te vamos a calmar la sed para siempre!!!!. ¡Jajajajajajajajaja!.

-         ¡Si es que no revientas antes!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. Expreso Sonia pletorita y  despreocupada taconeando por la sala.

La siguiente jarra que vertieron en el embudo contenía agua sumamente helada. Felisa soportaba el tormento angustiada y temerosa de que la horquilla no le atravesara la garganta.

Las radiantes y sexys bellezas echaron hasta seis jarras en la cavidad bucal de Felisa, su estomago anunciaba con reventar si las crueles Damas no cesaban el tormento.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Sonia que tal si termino de llenarla con mi lluvia dorada!.

-         ¡Magnifica idea!. ¡Rosalí!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!. Contesto Sonia carcajeándose y morreando a su linda amiga contenta por su sádica ocurrencia.

La bella mestiza abrió sus piernas enfundadas por las largas botas bucaneras y apunto su delirante vulva en el embudo  que penetraba hacia el interior de la boca de Felisa y empezó jactanciosamente  a mear en ella.

-         ¡Exquisito!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. Exclamo sonriendo la Señorita Blanco ante la perversa maldad de su preciosa amante.

Sonia deslizo toda la sugerente cremallera de su mono dejando su depilado sexo al aire y meo también en la boca de Felisa.

-         ¡A ver si revientas!. ¡Vieja!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!. Grito Sonia mofándose de su fiel esclava.

Felisa sudaba en abundancia, supongo que por el dolor y la pesadez que le debía producir en el hinchado estomago toda aquella gran cantidad de líquido.

-         ¡Inmovilizar a esta perra a la cruz!. Ordeno tajante la Señorita Blanco a sus sicarios.

En el momento en que los gorilas la movieron, Felisa hizo unas repugnancias y de su boca salio una parte del abundante líquido que le habían echo tragar.

-         ¡Cerda!. ¡Guarra!. Vocifero con dureza la Señorita Blanco dando un tremendo bofetón en las mejillas de Felisa y a continuación unos fuertes puntapiés en la barriga que no hicieron otra cosa que hacerle vomitar el resto de liquido que aun le quedaba en el estomago.

-         ¡So guarra!. ¡Asquerosa!. La patalearon de nuevo Sonia y Rosalí.

Los guardianes arrastraron a Felisa hasta una cruz en forma de X y la encadenaron con la espalda hacia afuera.

Sonia se acerco a mi y cogio de la bandeja que aguantaba entre mis manos una copa de whissky, saboreándolo se aproximo a Rosalí dándole otro beso en la boca.

-         ¡Estoy mojadísima!. Confeso Rosalí a la bella Señorita Blanco.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. ¡A mi me pasa lo mismo!. Contesto Sonia marcando erizados pezones por debajo de la fina tela de cuero de su sugerente mono y haciendo a la vez un obsceno gesto con la mano acariciándose el coñito.

-         ¡Que tal si nos aplacamos!. Propuso la hermosa cubanita. Las dos glamorosas Damas empezaron un erótico juego.

-         ¡Uaig!. ¡Uaig!. ¡UUUaaig!!. Exclamaban cachondas de supremo gozo las dos bellezones penetrándose sus divinos y cachondos chochitos con unos consoladores de fino y pulido cristal.

-         ¡Rosalí!. ¡Y si terminamos con la chacha antes de corrernos a gusto!. Sugirió Sonia a su lujuriosa amante aplazar el clímax hasta concluir con Felisa.

-         ¡Classs!. El estimulante sonido de cuero del látigo de Sonia impacto en la espalda de Felisa resonando por toda la sala.

-         ¡AAAAaaaaaa!. Felisa se contorsiono de dolor al tiempo que lanzaba un fuerte gañido.

Luego, la Señorita Blanco, empuñando su flagelo con sus sedosas y bellas dos manos se acerco pausadamente, marcando taconazos en el suelo, hasta situarse frente la cara de Felisa.

Con una mano repleta de grandes anillos y largas uñas púrpuras, levanto la barbilla de su sumisa criada y con una malvada sonrisa en sus sexys labios maquillados a la perfección a juego con las uñas le dijo con pausada y melosa voz.

-         ¡Gracias Divina Majestad!. Cuando yo te azote debes agradecérmelo con….. ¡Gracias Divina Majestad!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. Lanzando acto seguido una maliciosa sonrisa al aire.

-         ¡Classssss!!!. Otro fuerte azote impacto en aquel mismo instante en las nalgas de Felisa. Esta se contorsiono de nuevo y lanzo otro grito de dolor.

-         ¡Gracias Alteza Real!!. ¡Y cuando sea mi amante la que te azote, debes de agradecérselo con un….!. ¡Gracias Alteza Real!. Dijo la Señorita Blanco con la misma dulzona voz. Para gritarle luego enérgicamente. ¡Entiendes!. ¡Perra!. ¡Jajajajajajajajajajaja!. Y reírse diabólicamente después.

-         ¡Síii!. ¡Divina Majestad!. Contesto Felisa temblorosa y con gran docilidad.

-         ¡Sííí!!!!!. ¡Queeeeee!!!!. ¡Subnormal!!!!. Vocifero Sonia pegada en la misma cara de Felisa.

-         ¡Sí!. ¡Sí!. Lo entiendo. ¡Divina Majestad!. Contesto de nuevo tartamudeando miedosa y espantada la entregada Felisa.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajaja!!!!. ¡Así lo espero!. ¡Perra!. ¡Jajajajajaja!. ¡Jajajajajajajaja!!!. Sonia lanzo otro escupitajo en la boca de la esclava al tiempo que se la miraba menosprecionandola con su deslumbrante cara de tigresa devoradora.

La Señorita Blanco volvió a situarse tras la espalda de Felisa. Abriendo sus esbeltas piernas minuciosamente enfundadas en reluciente cuero y oblicuando algo sus tobillos alzados sobre impresionantes taconazos, Sonia, como una autentica experta en el manejo del látigo, lo alzo y haciéndolo silbar en el aire lo estrello contra la piel de su esclava.

-         ¡Classss!. ¡Aaaaaaaaaaaaaaaa!. ¡Gracias Divina Majestad!. Grito Felisa con fuerza para ser oída por sus Amas, revolviéndose agitadamente de sufrimiento.

-         ¡Classsss!. ¡Uauaaaaa!. ¡Gracias Alteza Real!. Grito de nuevo la esclava intuyendo que esta vez era la cruel mestiza la que la había azotado.

-         ¡Jajajajajajajajajajajaja!. ¡Classss!. ¡Jajajajajajajajajajaja!. ¡Classs!. Las dos bellazas reían diabólicas y alocadas mientras manejaban el flagelo despiadadamente en la espalda enrojecida de la pobre Felisa.

-         ¡Rosalí!. ¡Veamos cual de las dos destroza antes la espalda de esta puta perra haciendo brotar la sangre en ella!. ¡Jajajajajajajajaja!!!. Sugirió la perversa Sonia a su sexy amante.

-         ¡Magnifica idea!. ¡Sonia!. Añadió hermosa y desmelenada la cubanita que manejaba el látigo con gracia y soltura.

-         ¡Classsss!. ¡Gracias Alteza Real!. Dijo Felisa con la voz entrecortada  por el tremendo dolor causado por el duro y fiero castigo a que era sometida y contorsionándose tirando impulsivamente de las cadenas que la sujetaban a la cruz.

-         ¡Uaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!. Esta vez el grito no fue por ningún azote, Felisa se había equivocado de Dama y la Señorita Blanco, con hermosa cara de sádica pervertida, marco una S con un hierro candente en las nalgas de la servil esclava.

-         Un fuerte olor a piel quemada invadió la estancia. ¡Jajajajajajajajajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajaja!. ¡Esclava!. ¡Cada vez que te equivoques!. ¡Marcaremos tus nalgas al rojo vivo con una S si soy  Yo, o una R si es Rosalí la que te ha azotado!. ¡Jajajajajajajajaja!. Dijo Sonia sonriendo con  maldad acompañada por las apasionadas risotadas de la linda mestiza.

-         ¡Classss!. El látigo seguía silbando seductoramente en el aire. ¡Gracias Alteza Real!.

-         ¡Classss! . ¡Gracias Divina Majestad!.

-         ¡Uaaaaaaaaaaaaaaa!. ¡Jajajajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!. Un nuevo quemazón marco los glúteos de la chacha. Las dos pérfidas bellezas hacían que Felisa se equivocara intencionadamente, siendo una misma Dama la que azotaba dos veces seguidas a la esclava con la sádica y cruel pretensión de aplicar el hierro candente en sus carnes.

-         ¡Piedad!. ¡Se lo suplico!. ¡Divina Majestad!. Tenga piedad de mi!. Gritaba llorosa y tartamudeando la infeliz Felisa.

-         ¡Jajajajajajajajajaajajajaja!!!. ¡Que te parece!. ¡Rosalí!. ¡La chacha pide clemencia!. ¡Jajajajajajajajajaja!. Dijo la guapa Sonia en tono burlon.

-         ¡Me encanta que me supliquen!. ¡Jajajajajajaja!. ¡A ti nooo!. ¿Rosalí?.

-         ¡Por supuesto!. ¡Sonia!. ¡Es muy estimulante!. ¡Jajajajajajajaja!. Añadió despiadadamente la mestiza.

-         ¡Classsssss!. ¡Uuuaaaaaaaaaaa!!!!!. Haciendo caso omiso de las suplicas de su dócil esclava, La Señorita Blanco atizo con dureza un brutal azote en la dañada espalda de Felisa abriéndole un primer surco sanguinolento.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Uauu!. ¡Rosalí!. ¡Has visto!. ¡Jajajajajajajaja!. Exclamo Sonia de júbilo. ¡He sido yo la primera!. ¡Jajajajajajajaja!!. ¡Me debes una comida de coño!. Dijo con hermosura en la cara la Señorita Blanco a la voluptuosa cubanita.

-         ¡Con mucho gusto!. ¡Sonia!. ¡Sabes cuanto me excitas!. ¿Verdad?. Contesto Rosalí acercándose a su bella camarada para masajearle impúdicamente la entrepierna.

-         ¡Classs!!!. ¡Classss!!. ¡Aaaaaaa!. ¡Classss!. ¡Jajajajajajajajaja!. ¡Uauaua!!!.

Los terribles azotes iban lacerando en largos cortes sangrientos la espalda de Felisa. Sus nalgas quedaron rubricadas con las letras S i R impresas al rojo vivo en ellas.

Sonia y Rosalí agotadas, reposaban deslumbrantes y orgullosas sentadas en sus sillones fumándose una cigarrita y saboreando su whissky con hielo.

La hermosa cubanita se levanto de su sillón y avanzó hacia la cruz, tirando hacia atrás la cabeza de Felisa apago la cigarrita en los labios de la chacha.

-         ¡Classsss!. ¡Classssss!. ¡Classssss!. ¡Gracias Alteza Real!. ¡Gracias Alteza Real!. Rosalí se desfogaba con una potente tanda de azotes, a los que enseguida se unió la cruel Señorita Blanco.

-         ¡Uuuaaaaaaa!. ¡Classss!. ¡Uuuaaaaaaa!. ¡Classss!. El cuero de los flagelos siguió abriendo profundos cortes en la espalda de Felisa por donde brotaba abundante sangre.

-         ¡Jajajajajajajajaja!!. ¡Jajajajajajajajaja!. Las dos sádicas Damas siguieron azotando a Felisa carcajeándose diabólicamente de placer hasta que la criada perdió el conocimiento y se desplomo, dejando que su peso descansará sobre las muñecas encadenadas al extremo superior del madero.

Todas aquellas crueles sesiones de tortura acababan con las dos preciosas Damas haciéndose el amor.

-         ¡Aiggg!. ¡Uaiggg!. Gemía Sonia con el fino consolador de cristal metido en su coño.

La cubanita lamía los erectos pezones que se impresionaban en el fino cuero del mono que embutía el sutil cuerpo de la Señorita Blanco.

Felisa, todo y haberse desmayado, permanecía sujeta a la cruz sin que las insidiosas bellezas permitieran a sus guardaespaldas liberarla de los grilletes.

-         ¡Aig!. ¡Aig!. Gimoteaba majestuosa Sonia mientras la hermosura de Rosalí le bajaba lentamente la cremallera que cubría el sexo y le lamía el clítoris.

-         ¡Uau!. ¡Sigue!. ¡Rosalí!. ¡No pares!. La Señorita Blanco se sobaba los pechos, la mestiza le comía el coño recorriéndole la raja con su rosada lengua de arriba abajo.

-         ¡Sonia me tienes mojadísima!. Decía la cubanita con erótica voz.

-         ¡Uaaauuuuu!. ¡Aig!. ¡Aig!. ¡Uauuuuuuuu!!!. Rosalí se dedico a chupar el hinchado botoncito de la parte superior del clítoris de la despampanante Sonia que se corrio al momento entre grandes espasmos y gritos de gozo.

-         ¡Rosalí!. ¡Ha sido maravilloso!. Expreso titubeando la Señorita Blanco a su depravada amante que acerco sus labios a los de Sonia apagando sus palabras con un calido beso.

La lengua de Sonia penetro en la boca de Rosalí entrelazándose con mucho vicio y  saliva.

-         ¡Rosalí!. ¡Me llevas perdida!. Confeso Sonia a la mestiza y agarrando el dildo de cristal lo introdujo suave y delicadamente en el coño de la cubanita empezando a masajearlo con mucho sigilo.

-         ¡Aiiig!. ¡Aiiig!!!. Ahora era Rosalí quien gimoteaba de placer. ¡Así me gusta!. ¡Ummmm!. ¡Sonia!. ¡Bien!. Sonia seguía dándole lengua a tope ahora en los morenazos pezones de la mestiza.

-         ¡Sonia!. ¡Me corro!. ¡Me corro!. ¡Aaaiiigggg!!!!!!. ¡Uauuuuuuu!!!!!. Rosalí también completo su placentera  eyaculacion gritando salvajemente.

Felisa fue llevada exhausta a su habitación donde me dedique, como ahora hago con usted, a sanar y desinfectar las dolorosas heridas producidas por los brutales castigos aplicados por nuestras bellas Diosas.

-         ¿Acabo aquí el suplicio de Felisa?. Pregunte intrigado a Chuchina.

-         ¡No!!!. ¡No!!.¡Señor!. Pasados unos días en que Felisa se recupero ligeramente le aplicaron la cigüeña, una terrible tortura consistente en un cepo que la sujetaba por la garganta, las muñecas y los tobillos con dos maderas ajustables.

-         ¡Aaaaa!. ¡Aaaaaa!!!. A los pocos minutos, Felisa sufría unos terribles calambres en los músculos de la barriga y del recto.

-         ¡Piedad!. ¡Divina Majestad!. ¡Piedad!. Imploraba Felisa enormemente angustiada. Luego los calambres se extendieron hacia el pecho, cuello y brazos. Al cabo de unas horas estos fuertes pinchazos se transformaron en un intenso e insufrible dolor en el abdomen y el recto.

-         ¡Sacarme estoooooo!!!. ¡Se lo suplico!!!!. ¡Divina Majestad!!. ¡Librarme de este suplicio!!!!.

-         ¡Jajajajajajajajajaja!!!!. ¡Jajajajajajajaja!!!. ¡Oyes!. ¡Rosalí!. ¡Como suplica esta maldita perra!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡Chuf!. Sonia lanzo un escupitajo encima de la cara de Felisa.

-         ¡Por lo que mas quieran!. ¡Señoritas!. ¡No me dejen aquí!. ¡Se lo ruego!. Suplicaba sollozando desconsoladamente la pobre criada.

-         ¡Ladra!. ¡Perra!. ¡Ladra!. Exigió la hermosa Sonia a su fiel criada.

-         ¡Guau!. ¡Guau!. ¡Guau!. ¡Jajajajajajajajaja!!. ¡Muy bien!. ¡Perra!. ¡Sigue ladrando!. ¡Jajajajajajajajajaja!. ¡Guau!. ¡Guau!.

-         Entonces la linda cubanita agarro su fusta y azoto a Felisa hasta saciarse. Sonia le puso la suela de sus stilettos en la boca para que se la limpiara con la lengua.

-         ¡Jajajaajajajajajajaja!!!. ¡Sonia me lo estoy pasando en grande torturando a tu esclava!. Expreso alegre y risueña la malvada mestiza.

-         Las dos Damas se ausentaron durante todo el dia, dejando a Felisa atada a aquel terrible suplicio.

-         ¡Por favor Chuchina!. ¡Ayúdame!. Me suplico Felisa.

-         ¡Felisa!. ¡No puedo!. ¡No puedo hacer nada!. Conteste con lágrimas en los ojos afligida y triste por verla a ella padecer de aquella manera tan bestial.

-         ¡La Señorita Blanco te ha impuesto este castigo y no puedo, aun que quisiera no verte sufrir mas, liberarte de él!. Le dije a Felisa como excusándome e intentando lavar mi conciencia por no tener el suficiente valor para liberarla de aquella espeluznante tortura.


-         La Señorita Rosalí indulto a su esclavo que aun permanecía en la mazmorra y se ausento unos días en que la Señorita Blanco decidió mantener a Felisa humillada, obligándola a comportarse como una autentica perra.

Pero extrañamente Felisa gozaba con el degradante trato que Sonia empleaba con ella. Siempre que tenia ocasión, y la Señorita Blanco se lo permitía, devoraba con adoración y pasión sus hermosos pies o se pajeaba lamiendo y sacando brillo a los sagrados zapatos de la Divina Señorita Blanco.

En una ocasión, Felisa se arrastro tras los taconazos de la Señorita Blanco siguiéndola hasta el baño donde yo era obligada a estar presente cada vez que la Señorita debía hacer sus necesidades.

Sonia lucia batín de raso negro y zapatillas a conjunto, se sentó en el váter para mear. Felisa, postrada ante Ella, se dedicaba a su adoración besándole los pies y los zapatos.

El cese del característico sonido del dorado líquido cayendo en el fondo del inodoro indicaba que la exuberante Señorita Blanco había acabado de orinar.

Se levanto ligeramente y contrariamente a sus costumbres no me ordeno limpiarla. Lo hizo Ella misma arrancando un trozo de papel del portarrollos y pasándolo por su vulva.

-         ¡Felisa!. Grito Sonia. Esta levanto la cara y abriendo dócilmente la boca, la Señorita Blanco introdujo en ella el papel impregnado con sus orines.

Felisa trago sin reparos ni protestas y seguidamente cuando ya la Señorita Blanco hubo retirado su Divino trasero de la taza, se abalanzo a ella metiendo la cabeza en el interior del váter y absorbiendo con la boca el dorado liquido aposentado en el fondo de la taza.

-         ¡Jajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajajaja!. ¡Que fatigosa y perra te has vuelto!. ¡Jajajajajajajaja!. Sonreía sádicamente la malvada Sonia pisando la aun lacerada espalda de Felisa con sus finísimos tacos aguja.

-         ¡Gracias!. ¡Gracias!. ¡Divina Majestad!. ¡Gracias por dejarme respirar el aire que Su Divina Majestad respira!. ¡Gracias por dejarme beber su deliciosa lluvia dorada!.¡Gracias por permitirme comer sus gustosas sobras!. ¡Gracias por  dejarme limpiar su sagrado culito con mi lengua!. ¡Gracias por dejarme degustar sus santificados excrementos!. Felisa rezaba a su Diosa agradeciéndole su existencia.

-         ¡Basta ya!. ¡Pesada!.¡Zángana!. Sonia pataleo con dureza la cara de Felisa clavándole el fino taco en las mejillas.

-         ¡Gracias!. ¡Divina Majestad!. ¡Gracias!. ¡Por patalearme!. Sin embargo ella, se abalanzo a sus pies para besarlos y agradecer sus patadas.

-         A veces la Señorita Blanco, sin mas, se acuclillaba y meaba donde le apetecía, entonces Felisa corría como un rayo y absorbía del suelo los calientes orines de nuestra Diosa.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajaja!. ¡Felisa que arrastrada eres!. ¡Jajajajajajajajaja!. ¡Pero debo reconocer que me halaga tu servil actitud!. ¡Jajajajajajajajaja!.

-         ¡Gracias!. ¡Divina Majestad!.


-         ¡Señor!. ¡Ya no puedo contarle nada mas!. ¡Por favor!. ¡No diga a nadie que he hablado con usted!. Dijo temblorosa la joven doncella.

¡Sonreí burlonamente!. Chuchina no me había aclarado nada sobre el actual paradero de Felisa pero si sobre como Sonia y Rosalí cumplieron con las amenazas y sometieron a mi “ex” a terribles torturas. ¡Porque no!. Me dije ¡Si mi Diosa goza con ello!.

Veintitrés años de casado con Felisa y jamás había observado en ella la mas mínima expresión de sumisión o de fetichismo hacia nada ni a nadie. Jamás había sospechado de su oculto masoquismo. Todo lo contrario, Felisa era una mujer extremadamente austera y aburrida. Ferviente practicante católica y de golpe, de la noche a la mañana, ha sustituido a su Dios eterno por la fanática y apasionada idolatría hacia la majestuosa y escultural Sonia.  Sin duda no llego a comprender el increíble cambio de mi “ex”.

Ahora me hallaba en un embarazoso y delicado dilema. ¿Que hacer?. Induje, o casi obliguea Chuchina para que hablara, contándome los morbosos detalles de las torturas aplicadas a mi “ex” y con ello, la forcé a quebrantar su enaltecida fidelidad a la Señorita Blanco, incumpliendo el supremo precepto de silencio impuesto por la Venerada  Sonia.

Mi firme obligación como fiel Mayordomo y por supuesto devoto esclavo, era poner en conocimiento de mi Ama la grave violación de la norma en la que Chuchina había incurrido. Pero si lo hacia, seguro que la joven recibiría por parte de la Señorita Blanco un severo castigo. Por el contrario, si no la delataba, entonces era yo el que incumplía irreverentemente con la superlativa disciplina que me imponía mi adicta sumisión a la Augusta persona de la Señorita Blanco.

Así que no lo dude más y pedí permiso para ser recibido por la Señorita Blanco. Pegue el frontis en el suelo frente a sus pies esperando que mi Divina Majestad me autorizará para hablar.

-         ¡Que ocurre!. ¡Esclavo!. Dijo Sonia altanera siendo en aquellos instantes atendida por sus dos nuevas doncellas que vestían impecable uniforme. Antes de autorizarme hablar comento:

-         ¡Mayordomo!. ¡Debo presentarte a mis nuevas adquisiciones!. ¡Negra! y ¡Negrita!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¿Verdad que son adecuados los nombres con que he bautizado a mis nuevas perritas?. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!. ¡Me encantan!. ¡Siempre da un toque mas de distinción y clase tener esclavas negras!. ¿No crees?. ¡Jajajajajajajajaja!.  Dijo con burlona entonación refiriéndose al color de la piel de las dos jóvenes esclavas dedicadas casi exclusivamente al cuidado de su Divino cuerpo.

-         ¡Habla!. ¡Perro!. Ordeno entonces Sonia.

-         ¡Divina Majestad!. ¡Es mi deber poner en conocimiento suyo la desobediencia en la que ha incurrido la esclava Chuchina al hablar conmigo sin su expresa autorización!.

Sonia se inclino hacia atrás, cruzo una de sus esbeltas piernas encima de la otra y encendió, reposando su espalda en el majestuoso sillón, uno de sus aromáticos cigarritas rubio. Cogio pausadamente con una de sus finas y enjoyadas manos de largas uñas negras un largo vaso de whysski con hielo y después de darle un pequeño sorbo me ordeno.

-         ¡Trae a Chuchina ante Mi!. ¡Rápido!. ¡Inútil!!. Grito enfurecida la preciosa Señorita Blanco.

-         ¡Sí!. ¡Divina Majestad!. Conteste respetuosamente siendo está mi obligación.

-         ¡Chuchina!. La llame. La criada se encontraba realizando tareas de limpieza. ¡Debes acompañarme!. ¡La Señorita Blanco requiere tu presencia!. Le dije sin darle ninguna explicación mas.

La joven criada me siguió de inmediato, no podía ni imaginar la que se le venia encima. Ya ante la Señorita, Chuchina se arrodillo y beso como es perceptivo el suelo ante la bella Dama.

Sonia la miro sonriente, sin muestras de ira ni enojo y con su suave y melosa voz le dicto:

-         ¡Chuchina!. ¡Tráeme el hermoso conjunto de cuero que lucia el día en que estuve azotando a Felisa!. Dijo sonriente y con pausado rintintín la Señorita Blanco.

La adriestada esclava salio de la estancia arrastrándose por el suelo en busca del sexy mono de cuero negro, presentándose con él y con los botines a juego ipsofacto ante Ella.

La escultural Señorita Blanco se hizo vestir por su criada que besaba y lamía ceremonialmente la sensual prenda ceñida a la perfección y sin arruga alguna a su estilizado cuerpo.

La sobresalida lengua de Chuchina se extendía ensalivando las esbeltas piernas de la vanidosa Dama, enfundadas en reluciente cuero y sostenidas firmes encima de las impresionantes atalayas que evidencian los vertiginosos tacos de sus botines, dedicándose de lleno a besar y lamer devotamente las perfectas nalgas y la rajita de su esplendido culito.

-         ¡Colócame las espuelas!. ¡Esclava!. Exigió imperiosa y elegante la Señorita Blanco a su criada. Chuchina, algo nerviosa,  puso las doradas espuelas en los talones de los bellos botines de la preciosa Sonia,  lengüeto y beso luego el fino cuero de los zapatos y chupo con deleite los altos tacones aguja.

Sonia acariciaba suave y pausada con sus sedosas manos una temible fusta mirando complacida y sonriente desde las alturas como su entregada esclava se humillaba a sus pies.

-         ¡Mayordomo!. ¡Prepáreme la montura!. Me ordeno luego mi Divina Majestad.

En aquellos momentos quede anonado, confundido, sin saber a que se refería la Señorita Blanco, pues no estábamos en las cuadras ni yo tenia la mas remota idea de ensillar a un caballo.

-         ¡Perdón!. ¡Divina Majestad!. ¿A que montura se refiere?. Pregunte ante la duda de no saber.

-         ¡Imbécil!. ¡Subnormal!. ¡Esta montura!!!!. Chillo enérgicamente señalando con la fusta a la pobre Chuchina. ¡Ponga los arreos ha esta retrasada mental!. Vocifero Sonia sumamente enojada.

La esclava me miro aterrorizada e instintivamente, temiendo un inminente castigo, se postro temblorosa a los pies de la Señorita Blanco arrojándose a besar y lamer de nuevo los sugerentes botines.

-         ¡Perdón!. ¡Perdón!. Rogó compungida la criada.

-         ¡Aparta!. ¡Inútil!. Grito Sonia pataleando y fustigando a Chuchina.

Acoplé una cadena a su collar y tire de ella para llevármela, ahora sí, a las cuadras.

-         ¡Señor!. ¡Porque me ha traicionado!. Exclamo en llanto Chuchina comprendiendo ahora el motivo de su castigo.

-         ¡Lo siento!. Le dije. ¡Pero es mi supremo deber como mayordomo, por muy vil y despreciable que sea, poner en conocimiento del Ama cualquier fallo o incumplimiento de las normas y obligaciones por parte del personal a su excelso servicio!. ¡Entiendes!.

-         ¡Sí Señor!. ¡Lo comprendo!. Dijo Chuchina lacrimosa como no podía ser de otra manera en una educada y entrenada sumisa como ella.

La rubia melena de la escultural Señorita Blanco contrastaba con el brillante cuero negro de su sexy mono abierto por la parte delantera dejando asomar sus lindos pechos.

Sonia esperaba en el patio, impaciente y ansiosa golpeando la fusta contra sus enguantadas manos y moviéndose lentamente de un lado a otro, a que yo trajera su montura para ensañarse sádicamente con ella.

Entregue el corcel a la deslumbrante Señorita Blanco completamente desnuda y perfectamente adornada con las guarniciones propias de las monturas.

-         ¡Jajajajajajajajajajajaja!. Sonrió satisfactoriamente Sonia cuando la vio aparecer  desplazándose a cuatro patas y con un falo insertado en el culo a modo de rabo. ¡Vamos!. ¡Caballo!. ¡Galopa!. ¡Zas!. ¡Zas!.¡Zas!. La Señorita Blanco monto en la silla y empezó a fustigar las nalgas de Chuchina que intentaba galopar tan aprisa como podía.

-         ¡Galopa mas rápido!. ¡Jamelga!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. Vociferaba Sonia visiblemente divertida y clavando las puntiagudas espuelas lacerando las carnes de los glúteos de la pobre criada.

-         ¡Relincha!. ¡Caballo!. ¡Relincha!. Gritaba la Amazona tirando fuerte de las riendas sujetas en las partes interiores de los pómulos provocando en ellos unas sangrantes heridas.

-         ¡IIIIiiiiiiiiiiii!. ¡Iiiiiiiiiiiiiii!!!!!. La dócil esclava se esforzaba en galopar, relinchar, todo para satisfacer a su cruel Ama.

-         ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Corre mas veloz!.¡Jajajajajajajajajajaja!!. ¡Más deprisa! ¡Pareces una burra!. ¡Jajajajajajajajajajaja!. Seguía Sonia divirtiéndose azotando y humillando a Chuchina que dejaba a su paso un abundante rastro de sangre debido al roce de sus castigadas rodillas con las piedrecillas del duro suelo del patio del castillo, hasta que ya agotada completamente se desplomo.

-         ¿Ya esta?. ¡Subnormal!. ¿Ya no puedes mas?. ¡Serás inútil!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. Gritaba cruelmente la linda Señorita Blanco a su fiel esclava tendida exhausta y sangrante en el suelo.

-         ¡Mayordomo!.

-         ¡Sí!. ¡Divina Majestad!.

-         ¡Mantenga la boca de esta cotorra totalmente abierta!. Dude unos segundos, sin saber demasiado como hacerlo ni que intenciones pretendía la Señorita Blanco con ello. Cumplí escrupulosamente los deseos de mi adorada Diosa, no sin complicaciones por supuesto. Chuchina, instintivamente, cerraba con fuerza sus mandíbulas, hasta que finalmente opte por taponarle la nariz dejándola sin aire y viendose entonces obligada a permanecer con la boca abierta.

-         ¡Aaaaaaaaaahhhh!!!. ¡Aaaaaggggggg!. ¡Jajajajajajajajaja!!!. ¡Chilla como una cerda!. ¡Jajajajajajajajajaja!. Comento Sonia carialegre después de seccionar con una tijeras la lengua a Chuchina. ¡Ahora ya no hablarás jamás!. ¡Esclava! ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!.  ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!.

-         ¡Puede ocuparse de ella!. ¡Mayordomo!. Dijo Mi Ama una vez hubo aplicado el terrible castigo a la infeliz criada, de esta manera la pérfida Sonia me obligo a participar activamente en todo el proceso de corrección a la esclava.

-         Durante los siguientes días me dedique de lleno a sanar a la pobre Chuchina.

(Continuará)