SONIA (Las perversiones de Sonia 13)

De sobra sabia, aunque la Ama puede castigarme sin motivo aparente, que en los círculos sado-maso cualquier falta, por leve que sea, se castiga con la mayor severidad.

SONIA (Las perversiones de Sonia 13)

Tras la estrepitosa y bárbara actuación que tuvo Rojas para poner fin a la huelga que mantenían los trabajadores de la fábrica, propiedad de la majestuosa Sonia, y de la rápida huida de la colonia tras la ejecución de uno de los obreros cabecillas, viajamos durante toda la noche y parte del día siguiente para llegar a los dominios que recientemente adquirió la opulenta Señorita Blanco.

Los otoñales colores ocres, pardos y rojizos de los robles y abedules, sobresalían entre las marea de verde oscuro de las altas coníferas de los inmensos bosques que rodean al castillo de Lyss.

Hacia un apacible y soleado día cuando el coche conducido por Rojas emprendía la larga cuesta que conduce a lo alto de la colina, donde majestuoso, se alza el nuevo palacio de mi anhelada Diosa.

A lo lejos divise a dos jinetes cabalgando sobre sus negros corceles acercándose deprisa y a galope.

Al llegar el coche al pontón del castillo, otro  macizo negrote vestido con traje oscuro y al cual jamás había visto antes, hizo detener al vehículo.

-         ¡Perdón señor!. Dijo al percatarse de que en su interior viajaba Rojas y sus dos gorilas.

Sonia había venido escoltada de su última estancia en Colombia de cuatro fuertes negrotes, contratados como guardaespaldas y puestos a las órdenes de Rojas, que es ahora el jefe de la seguridad personal de la Señorita Blanco, ya que sus arriesgados negocios requieren de una potente protección.

-         ¿Y este quien es?. Pregunto el vigilante dirigiéndose a mí.

-         ¡Mire!. ¡Soy el mayordomo de la Señorita Blanco!. Dije enseñado mi carné.

El hombretón me miro y remiro  antes de dejarme pasar al interior del patio. Otro musculoso negro observaba atentamente y a cierta distancia mis intranquilos movimientos.

Rojas, había pasado ya al interior del palacio en el momento que tras mío sentí un fuerte golpear de casquillos de caballo sobre el duro suelo del jardín.

-         ¡Vaya!. ¡Si ha llegado el inepto de mi esclavo!. Oí hablar la dulce voz de mi adorada Ama la cual yo ya no estaba habituado, al momento que un azote cruzaba mi mejilla.

Chillándome, la Señorita Blanco se acerco a mi montada encima de su negro caballo.

-         ¡Desnúdate!. ¡Estúpido!. ¡Zas!. Otro fustazo impacto en mi cara.

-         ¡Vamos!. ¡Mas rápido!. ¡Inútil!. Sonia me intimidaba volteando a mi alrededor con su negro corcel.

-         ¡Los zapatos!. ¡Perro!. ¡Descálzate!. ¡Te he dicho desnudo!. ¡Imbécil!. Me apresure a desnudarme tan aprisa como pude quedándome tan solo con el cinturón de castidad y el collar de perro.

-         ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. Alzada sobre su montura, Sonia golpeaba mi espalda con su temible fusta. Yo corría y corría  perseguido por su caballo de un lado a otro del patio, los pequeños guijarros del suelo se clavaban en las plantas de mis pies cual agujas fueran y el polvo levantado por las patas del animal tapaba mis orificios nasales.

-         ¡Jajajajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. Unas alegres y malvadas risotadas, que a mí me sonaron familiares, parecían llegar de la amazona que unos metros mas allá montaba otro negro corcel y que se movía nervioso sin parar quieto.

-         ¡Sonia!. ¿Me dejas participar en este divertido pasatiempos?. Pregunto sonriente la viciosilla cubanita.

-         ¡Como no!. ¡Cariñito!. Contesto Sonia carialegre.

Así que las dos amazonas, látigo en mano, se entretuvieron a gusto persiguiéndome con sus monturas y empleándose a fondo sus fustas en mi dolorido cuerpo.

-         ¡Fíjate como corre!. ¡Rosalí!. ¡Parece un conejo asustado!. ¡Jajajajajajajajajaja!. Yo intentaba cubrirme la cabeza con los brazos pero los azotes caían despiadadamente sobre cualquier parte del cuerpo.

-         ¡De rodillas!. ¡Perro!. ¡Quiero desmontar!. Grito la sensual Amazona con autoritaria voz.

Así que me postre a cuatro patas, con la frente pegada al polvo y las manos tapando la nuca

Sonia descargo su peso encima de mi castigada espalda, clavando en ella los finísimos tacos de sus altas botas bucaneras de cuero negro, ataviadas con unas doradas y punzantes espuelas.

-         ¡Estúpido!. ¡Blandengue!. ¡Inútil!. ¡No sirves para nada!. ¡Hijo de puta!. ¡Zas!. ¡Zas!.¡Zas!. Tras unos cuantos y duros improperios la Señorita Blanco empezó a usar de nuevo su fusta en mi rostro.

-         ¡Por favor!. ¡Se lo ruego!. ¡Perdóneme!. ¡Divina Majestad!. ¡Se que no soy digno de estar a su servicio!. ¡Pero por favor…..!. ¡Le suplico perdón!. Exclame agarrando y lamiendo con toda mi lengua fuera de la boca la larga caña de sus negras botas.

-         ¡Límpiame las suelas!. ¡Cabrón de mierda!. Chillo Sonia con sus manos reposadas en la cintura y pisándome la cara con la parte inferior de sus botas.

Mientras le lamía las suelas, suplique e implore perdón y clemencia a mí idolatrada Ama, aun que de sobras sabía que en los círculos sado-maso las faltas, por muy leves que sean, se pagan con severos castigos.

Sonia no iba a ser menos, siempre me ha otorgado el derecho de abandonar mi esclavitud, pero es esta incertidumbre y el grandísimo honor que supone que una fascínate y seductora Ama como Ella, me use para su divertimento y gozo, lo que hace tan atractivo y fascínate este pervertido y morboso mundo del cual yo jamás quiero desprenderme.


Un criado, al cuál reconocí como el negro esclavo de Rosalí, la bella mestiza cubana, se acerco y calmo a su alborotado caballo.

-         ¡Ponte otra vez de escabel!. ¡Pedazo de inútil!. Grito la Señorita Blanco. ¿No te das cuenta que mi amante quiere desmontar de su corcel?.

Me puse de nuevo en posición para que la guapa Rosalí bajara de su montura, sus finos tacos se clavaron en mi columna retorciéndolos deliberadamente encima de ella en una clara muestra de sadismo por parte de la bella mestiza.

Sonia y Rosalí, últimamente íntimas amigas, vestían de igual forma. Camisa blanca muy holgada, pantalones de montar beige y muy ceñidos a sus esbeltas piernas. Encima de los cuales, unas altas botas de cuero con alto y fino tacón se alargaban tapando algo sus rodillas.

Un ancho cinturón de cuero negro aferrado a sus sutiles cinturas hacia sobresalir sus hermosos y firmes pechos, marcándose por debajo de la fina tela blanca de su camisa sus erectos pezones.

Completaba su atuendo, una corbata de cuero negro fijada a la camisa con una aguja plateada adornada con una calavera en su centro, y en sus manos, también de cuero negro, unos cortos guantes en donde las dos bellas amazonas blandían sus imponentes fustas.

-         ¡Paf!. ¡Paf!. ¡Paf!. ¡Zas!. ¡Zas!,¡Zas!. Sonia continuó fustigándome y pataleándome con dureza por todas las partes de mi cuerpo, intentando inútilmente protegerme la cabeza con mis brazos.

-         ¡Pedazo de imbécil!. ¡Inepto!. ¡Inservible!. Me gritaba enojada mi hermosa Ama.

-         ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!. Rosalí se tronchaba de risa.

-         ¡Eres una mierda de abogado!. Vocifero enojada mi Diosa. ¿Cuando voy a poder ostentar el titulo de Condesa?. ¡Inútil!.

-         ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. Los latigazos seguían cayendo encima de mí. ¡Responde!. ¡Inservible!. ¡Subnormal!.

-         ¡No lo se!. ¡Divina Majestad!. ¡No lo se!. ¡Le suplico disculpas!. ¡Estos días con la huelga no he podido ocuparme de ello!. Suplique como excusa.

-         ¿Acaso crees que es mas importante una mierda de huelga?. ¡Hijo de perra!. ¿Que mi noble titulo?. ¡Que llevo esperando desde hace meses….?. Unas fuertes patadas impactaron en mis riñones.

-         ¡Oh!. ¡Señorita Blanco!. ¡Me podría haber llamado si este imbécil le importuno!. Era la odiosa voz de Rojas que salio de nuevo al patio.

-         ¡Queridoooo!. Hablo Sonia con su dulce voz de  boquita de piñón a su chulo jefe de seguridad. ¡Ya me contó el gerente esta mañana por teléfono!. ¡Estuviste maravilloso!. ¡Fenomenal!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!. ¡No como este inepto e incompetente!. Decía Sonia acercándose a él con la sonrisa de satisfacción en sus sensuales labios.

-         ¡Me encanta que este satisfecha con mi trabajo!. Manifestó Rojas besando con respeto la enguantada y anillada mano de la hermosa Señorita Blanco, gesto que Ella correspondió besando melosamente en la boca al atlético Rojas.

-         ¡Es lo que se merece esta gentuza de vagos y maleantes revolucionarios!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. Expreso Sonia linda y exuberante, mostrando complacencia y regocijo con los métodos empleados por su fiel guardaespaldas.

-         ¡Levántame a este perro!. Le dijo entonces en tono imperativo.

Rojas, cumpliendo órdenes de mí Diosa me agarro, con la ayuda de otro de sus negros gorilas, levantándome por los brazos. La cruel Señorita Blanco atizo una puntada de pie en mis testículos alcanzando dolorosamente mi polla enfundada en el interior de la terrible vaina de metal.

-         ¡Uuuuuaaaaaaaaaaaa!. Brame doblegándome desconcertado por el dolor. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!. Los dos forzudos volvieron a levantarme y a ponerme a disposición de la Señorita Blanco que atizo otra fuerte patada en mis cojones arrancando de mi garganta otro horripilante alarido.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!!. Se carcajeaba burlona la linda mestiza siendo ahora Ella la que me ensarto otro cruel puntapié también el las partes.

-         ¡Sonia!. ¡Me estoy poniendo mojada!. Manifestó Rosalí enormemente entusiasmada.

-         ¡Esto tiene fácil remedio!. ¡Cariño!. Sonia hizo deslizar sugerentemente por las esbeltas piernas de la bella cubanita los ajustadísimos pantalones de montar.

-         ¡Ven!. ¡Acércate!. ¡Esclavo de mierda!. Me arrastre por el suelo como si fuera un gusano.

-         ¡Vamos cabrón!. ¡Chupa el coño de mi bella amiga!. Hablo Sonia sonriente y guasona.

Apenas si podía aguantarme sobre mis rodillas a causa de la terrible paliza que mi Ama y su acompañante me habían asestado.

-         ¡Guardias!. Llamo Sonia a dos de sus negros lacayos. ¡Sostener erguido sobre sus rodillas a este pedazo de mierda inservible!. Dijo refiriéndose a mí con total desprecio.

Rosalí se había abierto de piernas dejando su depilado coñito al alcance de mi lengua, el cual lamí con la devoción que mi Ama exigía y deseaba.

Los matones me aguantaban firme y pegando mi cabeza al bajo vientre de la hermosa cubanita.

-         ¡Aig!. ¡Aig!. ¡Aig!. Rosalí gimoteaba enardecida frunciendo su nariz y poniendo preciosa cara de degenerada corrompida.

-         ¿Te da gusto este cerdo….?. ¿Queridaaaaa?. Sonia sobaba con el fino tacto de la piel de sus enguantadas manos los erectos pezones a la bella mestiza. Chapándole los rojos labios a la apetecible cubanita con su lujuriosa lengua rosada y acariciándole el clítoris con los dedos de su otra mano, a la vez que mi lengua lo hacia en su coño.

-         Rosalí, con su negra melena descabellada, se retorcía de placer. Rojas y sus musculosos negroides asistían complacidos al excitante y obsceno espectáculo. Seguramente luego, en sus intimidades, se pajearon con aquella sexy y erótica escena.

-         ¡Aa!. ¡Aa!.¡AAaaaa!!!!!!!!. Rosali eyaculo sus jugos en mi boca gritando de gusto como una posesa.

-         ¡Gracias Cariño!. Dijo Rosalí morreando profundamente a Sonia agradeciéndole la satisfacción obtenida.

-         ¡A sido un placer verte gozar tan dichosamente!. ¡Cariño!. Sonia beso despaciosamente los labios a su bella amante.

Hacia fresco y yo yacía completamente desnudo tiritando tirado en el suelo.

-         ¡Cabrón de mierda!. ¡Chupa mis taconazos!. Grito Sonia penetrando uno de sus finos tacos en mi boca. Como empedernido fetichista que soy, me emplee a fondo en tal tarea, mi lengua recorría los quince centímetros de longitud de las sagradas agujas en donde se alzaba imperativa mi estupenda Diosa.

-         ¡Así!. ¡Así!. ¡Chupa!. ¡Perro!. ¡Chupa!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Traga taconazo!. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!. Se reía malvadamente bella la Señorita Blanco penetrando sin piedad el tacón a fondo en mi garganta.

-         ¡Aaaaaggggg!. Unas tremendas nauseas me sobrevinieron cuando Sonia piso y hundió con fuerza el fino taco en mi cavidad bucal. Por un momento pensé que mi Ama me iba a ahogar.

-         ¡Cerdo!. ¡Como se te ocurre hacer estas repugnancias ante mi!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. El temible látigo de mi endiosada Ama volvía a golpearme silbando excitantemente en el aire y sonoramente golpeando en mi piel.

-         ¡Uuuuaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!. ¡Zas!. ¡Zas!.¡Zas!. La Señorita Blanco arranco un sonoro lamento de mi garganta cuando clavo y retorció con dureza su tacón en mis cojones.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Revienta lo huevos a este marica de mierda!. ¡Sonia!. Sugirió sonriente la malvada mestiza.

-         ¡Lo voy hacer!. ¡Rosalí!.¡Jajajajajajajajajajaja!. ¡Zum!. Considerablemente enardecida, Sonia, con la puntera de sus sugerentes botas, me propino otro brutal puntapié en los huevos. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!.

-         ¡UUUUaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!. ¡Grita!. ¡Hijo de perra!. ¡Grita!. ¡Jajajajajajajajajaja!. Ahora Sonia se empleaba salvajemente azotando mis doloridos y morados testículos.

-         ¡Por favor!. ¡Mi Diosa!. ¡Se lo ruego!. ¡Se lo imploro!. ¡Basta!. ¡Basta!.

-         ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Que mierda eres!. ¡Abogado!. ¡Quejica!. ¡Jajajajajajajajajaja!. ¡Ya que no eres lo suficiente hombre para acabar con las huelgas! ¡Ni útil para proporcionarme el titulo nobiliario que te ordene!. ¡Sufre!. ¡Mamón!. ¡Sufre!. ¡Dame placer con tu sufrimiento!. ¡Pedazo de inútil!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas! .¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Jajajajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!. La hermosa Sonia enloquecida y blandiendo lujuriosamente el látigo, me atizaba atrozmente con su fusta y me pataleaba sin piedad ante la atenta y complacida mirada de la linda cubanita y de un entusiasmado sonriente Rojas y de la embobada cara de sus negros gorilas.

-         ¡Rojas!. ¡Cariñooo!. ¡Ven aquí….!. ¡Necesito tu gruesa polla en mi coñito!. Llamo libidinosa la Señorita Blanco a su chulazo guardaespaldas, acariciándose descaradamente  por debajo de sus ajustados pantalones de montar su mojado sexo.

-         ¡Y tu!. ¡Bobo!. ¡Ponte a cuatro patas como el perro que eres!. ¡Subnormal!!!. ¡Jajajajajajajajaja!. Me grito humillándome cruelmente mi maravillosa Ama.

Sonia se despojo de su sexy pantalón, pero no de su holgada y blanca camisa y volviéndose a calzar las pomposas y relucientes botas de cuero, emplazo sus esbeltas piernas a ambos lados de mi dolorido cuerpo, quedando su apetitoso coñito encima de mi ensangrentada espalda.

-         ¡Rojaaas!. ¡Queridoooo!. ¡Desnúdateee!. ¡Anda!. ¡Amoooor!. Decía dulce y  sensual la bonita boquita de Sonia.

El musculoso matón cumpliendo deseos de su patrona se quito su oscuro traje y dejo al descubierto unos rasurados testículos que acompañaban una inmensa y empinada polla.

La Señorita Blanco la masajeo con el fino cuero de sus guantes y besándolo a tope en la boca, se coloco de espaldas al chulazo, acercando su voluptuoso culito a su polla.

-         ¡Anda!. ¡Amoooor!. ¡Follame!. ¡Dame placer!. Decía Sonia en tono excitado y apasionado. ¡Cuéntame cariño!. ¡Cuéntame tu valiente hazaña con aquella repugnante chusma!. ¡Como apaleaste y ejecutaste al subnormal ese!. ¡Cuéntamelo mientras me follas!. Seguía diciendo viciosa y perversa la cruel Sonia.

Rojas ensarto su pollón en el radiante coño de la estupenda Dama.

-         ¡Uaig!.¡Uaig!. Gemía esplendorosa mi Ama. ¡Sigue! . ¡Sigue!. ¡Ua!.¡Ua!.¡Ua!. ¡Amor!. ¡No pares!. ¡Sigue hablando!. ¡Sigue!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. Rojas desgranaba a su Dueña todos los escabrosos detalles de su altanera actuación en la colonia.

-         ¡El muy cerdo se meo de miedo cuando vio que le metía el pistolón en la boca!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡Sudaba y temblaba de pánico!. ¡Jajajajajajajajaja!!!. ¡Y la zorra de su mujer!. ¡Jajajajajajajajaja!. ¡Suplicaba! Y ¡Suplicaba!. ¡Imbéciles!. ¡No haber tenido la desfachatez de desafiarla!. ¿Verdad?. ¡Señorita!.

-         ¡Excelente!. ¡Rojas!. ¡Es usted………Ua, UUUaaaaaa, uf,uf,uf…., es usted el macho que necesito a mi servicio!. Decía mi hermosa Diosa con voz entrecortada por placenteras convulsiones. Mientras acariciaba, gimiendo de gozo, con sus enfundadas manos los potentes y relucientes músculos de su chulo guardaespaldas.

-         ¡No pude contenerme!. Seguía Rojas contando. ¡Toda aquella gentuza necesitaba un escarmiento!. ¡Y le volé la cabeza!. ¡No sentí piedad alguna, ni por él, ni por su puta que lloraba desesperada  junto a sus cachorros!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!.

-         ¡Aig!. ¡Aig!.¡Aig!. ¡Uau!. ¡Uau!. Suspiraba placenteramente Sonia mientras los huevos de Rojas golpeaban, por encima de mi cabeza, frenéticamente contra la suave piel de sus respingonas y doradas nalgas.

Rosalí se acerco y empezó a morrearse con su cachonda amante, clavando sus finos tacos en la parte posterior de mis manos que apenas si podían sustentarme en aquella dura posición de perro humillado.

No se me vino otra cosa a la cabeza que sacar mi lengua y lamer el cuero de la caña de las brillantes botas de la linda cubanita que quedaban justo al alcance de mi boca.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Es muy perro tu esclavo!. ¡Sonia!. Dijo Rosalí a mi bella Ama.

-         ¡Uaaaa!. ¡Uaaaaa!. Uf!. ¡Uf!. ¡Uf!. Chillaba Sonia de gusto corriéndose satisfactoriamente complacida por la gruesa polla de Rojas y estimulada por la lengua de la preciosa mestiza.

-         ¡Uauuuuuuuu!. El chulazo agarraba con sus poderosas manos la sutil cintura de la Señorita Blanco corriéndose también en el interior de su enardecido coño.

Sonia alzo una de sus piernas pasando su larga bota por encima de mi cabeza, para besar luego a su chulazo y acariciarle con sus guantes la tersa piel de su depilado torso y tirar cariñosamente de sus pezoncitos.

-         ¡Ha sido maravilloso!. ¡Rojas!. Dijo Sonia con melosa voz a su bello escolta.

-         ¡Habré bien las piernas!. ¡Perro!. Ordeno severamente mi Divina Majestad.

La guapetona Sonia introdujo hasta el fondo de mi ano uno de sus largos y finos tacos moviéndolo de un lado a otro y de arriba abajo.

-         ¡UUUUAAAAAAAUUUUU!!!!!!!. Aullé afligido.  ¿Te gusta como te follo el culo?. ¿Te gusta?.¿Medio hombre?.¿Viste como arreglan las cosas los hombres de verdad como Rojas?. ¡Marica de mierda!. Me recriminaba mi hermosa Diosa jactándose de los métodos empleados por su atractivo matón con los obreros de la fabrica de la colonia.

-         ¡Sí!. ¡Divina Majestad!. Conteste con voz apenada.

-         ¡Pues haber si aprendes!. ¡Retrasado mental!. Fue la replica que me dio mi Ama mientras seguía hurgando con el taco en mi culo.

-         ¡A!. ¡A!, ¡A!. ¡A!. ¡A!. ¡Noooo!.  ¡Si aun le va a gustar a este maricón que le den con el taco!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!. Comento Sonia burlándose de mi al ver que su penetración me estaba dando gusto a pesar de la cruel funda que aprisionaba mi polla clavando sus agujas en mi miembro.

-         ¡Sonia!. ¡Castiga mas a este miserable viejo hijo de puta!. Hablo con dureza la fascinante mulatita.

-         ¡Rojas!. ¡Mealo!. Conmino la Señorita Blanco a su fibroso fardón.

Seguramente Sonia se había percatado de mi poca simpatía hacia su apuesto guardaespaldas, con lo cual pretendía humillarme aun más haciendo que los orines de Rojas llenaran mi boca y mojaran mi rostro.

Rojas, satisfaciendo los caprichos de la radiante Señorita Blanco, acerco su polla a mi boca y tirando de los pelos alzo mi cabeza, orinándose en toda mi cara.

-         ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!!.  ¡Bebe mis meados!. ¡Estúpido!. ¡Jajajajajajajajaja!. Se carcajeaba burlándose de mí el perdonavidas de Rojas. Observado por las obscenas y sonrientes miradas de las dos bellas Amazonas.

-         ¡Pam!. ¡Uaaaauuuuuu!!!!!. Un fuerte puntapié de las botas de Sonia me fue a dar en mis ya doloridos y morados cojones, arrancándome otro estrepitoso grito. ¡Jajajajajajajajajajajaja!. ¡Rojas!. ¡Encierre ha este viejo perro baboso en un calabozo de los sótanos!. Ordeno mi escultural Ama.

-         ¡Jajajajajajajajaja!. ¡A pan y agua!. Decreto la Señorita Blanco. ¡Jajajajajajajajaja!!. ¡Este imbécil permanecerá encerrado en los calabozos hasta que yo no tenga la confirmación de que se me ha concedido del titulo nobiliario que espero!.

-         ¡Vamos!. ¡Esclavo!. ¡A que esperas!. Me grito Rojas, iba a incorporarme del suelo cuando otra severa patada me impacto, esta vez en el centro de mi culo.

-         ¡Idiota!. Grito esta vez Sonia irritada. ¡Como los perros!. ¡Camina como los perros!.¡Esclavo!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!.


Rojas agarro una cadena a mi collar y tirando fuerte de ella me obligo a seguirle de la forma como andan los chuchos, las rodillas me dolían una barbaridad, se habían amoratado de tantos ratos pegados en el pavimento.

Todo y el insoportable dolor, me desplace a cuatro patas hasta así llegar a la húmeda y oscura celda. El altanero y musculoso guardaespaldas ato un extremo de la correa a una anilla que sobresalía de la pared, de tal modo, que mis movimientos se veían limitados por la corta extensión de la cadena, estando obligado a orinar y a defecar en su radio de acción.

¡Allí me quede!. Envuelto en la tétrica oscuridad de aquel roñoso calabozo, tan solo un diminuto alo de luz que se filtraba a través de una aspillera me indicaba cuando era de día o cuando de noche.

¡Tiritando!. ¡Completamente desnudo!, me acurruque para resguardarme del frió, pudiendo tan solo abrigarme con un poco de paja esparcida por el suelo.

Muy pronto mi cuerpo empezó a llenarse de moratones y cardenales. No podía ver mi rostro reflejado en ningún espejo, pero note enseguida el hinchazón de mi cara, de mis labios y el empequeñecer de los ojos.  Los huesos me dolían un montón y algunos de los profundos cortes de mi espalda, producidos por los salvajes azotes de mi Ama, se infecto y saturo de pus.

El tiempo transcurría silencioso, lento y rutinario, roto únicamente por la presencia, de vez en cuando, del siniestro carcelero que con un capuchón cubriéndole la cabeza me dejaba arras de suelo un mendrugo de pan y un bol con agua.

La cabeza se me enturbiaba y dolía una barbaridad a causa del debilitamiento y de la fiebre producida por la infección de mis heridas.

-         ¡Clac!. ¡Clac!. ¡Clac!.¡Clac!. Unos fuertes y ágiles taconeaos resonaban acercándose por los inmensos pasillos de aquel lúgubre sótano.

-         ¡Chirriaaaaac!!!!. La herrumbrosa puerta del calabozo se abrió dejando paso a dos negros lacayos de torso desnudo y cabeza cubierta con un capuchón de cuero, ambos portaban en las manos sendas antorchas.

-         ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!. ¡Veamos como esta mi perritoooo!. Oí exclamar burlona a mi anhelada Dueña.

Sonia entro pausada y sonriente en la celda, alzada sobre sus eminentes botas negras de altos tacos aguja y cubierta con un seductor gabán de cuero negro que se alargaba hasta taparle los tobillos.

En su cabeza lucia, medio inclinada hacia un costado, la temible gorra de plato de las SS, debajo de la cual resaltaba su dorada melena rubia arena y sus sugerentes brillantes labios carmesí.

Unos centelleantes, finos y largos pendientes descansaban sobre la negra piel del alto cuello alzado de su gabán.

En sus enguantadas y como de costumbre anilladas manos, blandía un corto látigo. Tras Ella y vestida de igual forma, sosteniendo una cigarrita en sus maquillados labios de color negro, entro Rosalí, bella y deslumbrante,  portando atado de una correa a su negro esclavo.

-         ¡Oh!. ¡Que terrible hedor sale de este nauseabundo lugar!!!. Exclamo la atractiva cubanita.

-         ¡Es este perro guarro!. ¡Fíjate!. ¡Rosalí!. ¡Se ha cagado y meado a su lado!. Exteriorizo la preciosa Sonia mostrando cara de asco.

Tras las bellas y pomposas Damas apareció la china, cabeza rasurada y con la mordaza de pollon incrustada en su boca. Avanzaba completamente desnuda sobre sus rodillas llevando una vasija en sus manos.

El dolor, la fiebre y el debilitamiento general hacían que no tuviera ni coraje para moverme a defecar o orinar aun que fuera a la corta distancia que permitía mi corta cadena.

-         ¡Que pasa!!!!. ¡Escoria!!!!!. ¿Acaso has perdido la compostura ante tú Diosa?. ¡Zas!. Dijo la Señorita Blanco en un tono entre sarcástico e irritado, a la vez que desplegó su corto látigo y me dio un azote en mi atormentada espalda.

Me incorpore a duras penas sobre mis rodillas para arrastrarme con extrema dificultad hasta los pies de Sonia que esperaba mi devota adulación con las manos posadas en su grácil cintura y alzada sobre los pedestales de sus finos tacos.

-         ¡Mua!. ¡Mua!. Pegue mis doloridos e hinchados labios en la punta de sus pomposas botas y las bese, lamí y chupe  amorosamente con anhelo y devoción.

-         ¡Basta!!!!!. ¡Perro!. ¡Ya basta!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Aparta tu asquerosos labios de mis botas!. Grito Sonia sonriendo al verme, a pesar de mi lamentable estado, tan entregado y servil hacia Ella. Dándome un puntapié hizo despegar mi ansiada boca de sus maravillosas botas.

Todo y la poderosa fascinación fetichista y el enorme deseo mental que me inducía la atractiva y lujuriosa vestimenta que mi adorada y esbelta Ama lucia, mí atormentada polla no daba muestras de excitación, debido a mi enfermizo y débil estado físico.

La malévola y bella mestiza cubana se había situado a un metro y medio tras mío, con las piernas semi abiertas y erguida también sobre los finos tacos aguja de sus altas botas.

Sus brazos firmes y seguros, inclinados hacia al suelo y pegados a su sutil figura, sujetaban entre ambas enguantadas manos su temible fusta.

Por los reflejos de luz que vislumbraban las antorchas pude ver que la visera de su aterradora gorra de las SS le cubría los ojos, pero hacia que resaltara un brillante piercing situado encima de sus deslumbrantes labios negros. Debajo de su azabache melena asomaban unos dorados y gruesos pendientes de aro.

-         ¡Adora a mi amante!. ¡Esclavo!. Exigió Sonia autoritariamente. ¡Zas!. ¡Zas!. Un par más de azotes golpearon de nuevo mi lacerada piel.

Rosalí permanecía en su lugar, inamovible, con su perro recostado a sus pies. Tire de la cadena y saqué mi lengua tanto como pude para intentar alcanzar las botas de la hermosa cubanita,  tan solo un palmo. Tan solo un palmo faltaba para poderla rozar con la punta de mi lengua, pero no pude, era imposible, no pude estirar mas y no llegué.

-         ¡Sonia!. ¡Esta inmundicia humana es incapaz de adorarme!. Insinuó con maldad la mestiza.

-         ¡Estúpido!. ¡Hijo de perra!. ¿Acaso quieres retarme?. ¡Imbécil!. ¡Inútil!. ¿Es que no tuviste suficiente con la decepción que me produjo tu débil e incompetente actitud gestionando mis asuntos de suma importancia?. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!. Una tanda de brutales azotes e improperios caía sobre mí.

-         ¡Perdón!. ¡Perdón!. ¡Divina Majestad!. ¡Pero no llego a los pies de la Señorita Rosalí!. Imploré acongojado a mi Divina Ama.

-         ¿Señorita Rosalí?. ¡Idiota!. ¡Alteza Real!. ¡Querrás decir!!!!. Apunto Sonia dándome un fuerte pisotón con sus increíbles tacos en mis manos.

-         ¡OH!. ¡Sí!.¡Sí! ¡Excúseme!. ¡Por favor!. ¡Se lo suplico!. ¡Alteza Real!. Dije humildemente dirigiéndome a la bella mestiza que me miraba sonriente y burlona.

-         ¡Zas!. Su fusta cruzo mis mejillas. ¡Jajajajajajajajajaja!. ¡Vuelve a intentarlo!. ¡Perro!. Me exigió la cubanita.

Así que de nuevo tire de la cadena tan fuerte que el collar casi me ahoga y de nuevo saque y estire tanto como pude mi lengua, pero por mas que lo intentaba no llegaba a su destino.

-         ¡Lo ves!. ¡Sonia!. ¡Lo ves!. ¡Tu esclavo es un rebelde!. Pese a mi delicado estado físico Rosalí empezó a fustigarme sin piedad alguna.

-         ¡Zas!.¡Zas!.¡zas!.¡zas!.¡zas! A Ella se unió como no, la atractiva Señorita Blanco, me azotaron las dos hasta que se cansaron, ocasionando de nuevo el sangrado de mis heridas que ya tenia medio cicatrizadas.

-         ¡Toma!. ¡Perrito!. ¡Haber si lo agarras!. Grito Sonia al tiempo que tiraba al aire un pedazo de carne cruda sacado de la vasija que aguantaba la dócil asiática.

-         ¡Serás imbécil!!!!!. Dijo airada Sonia al ver que yo no hacia el más mínimo movimiento para alcanzar la carne.

-         ¡Encima que hago el tremendo esfuerzo de bajar a este asqueroso lugar para darte algo de comer!. ¡Y tu!!!!. ¡Ni siquiera me lo agradeces!. ¡Pedazo de inmundicia!.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajaja!. Sonreía divertida la cubana. ¿No te obedece?….¿Tu perrito…. no te obedece?. ¡Soniaaaa!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!.

-         ¡Vamos!. ¡Coge este!. ¡Perro!. Volvió Sonia a tirar otro pedazo de carne cruda al aire.

Esta vez intente cogerlo, pero mis movimientos eran demasiado lentos y la carne se volvió a escapar.

Sonia no desistió y me tiro otro, esta vez fue a parar a mi lado. Así, que incline la cabeza hacia un costado y cace el pedazo de carne con la boca.

-         ¡Cómetela!. ¡Perro estúpido!!!. Chillo mi hermosa Diosa dándome una patada al ver que no tragaba aquella mugrienta y nauseabunda carne cruda.

-         ¡Paf!. ¡Paf!. Rosalí empezó a patalearme en los riñones. ¡Comete la carne!. ¡Cerdo!!. ¡Jajajajajajajajajaja!.

Acerque mis hinchados morros al pedazo de chicha y empecé a masticarlo con la boca. Enseguida note que mis Amas se divertían de lo lindo.

-         ¡Trágatelo!. ¡Chucho!. Dijo Sonia observándome des de las alturas y apoyando su afilaso taco encima de mi nuca.

-         ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajajaj!. Esta vez las dos bellezas rieron a gusto viéndome humillado como un autentico perro comiendo carne cruda.

-         ¡Levanta la cabeza!. ¡Animal!. Grito Rosalí tirando de la cadena.

-         ¡Aaaaaayyyyyy!. Chille cuando la perversa cubanita apago su cigarrita en mi lengua. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!.

-         ¡Debes aullar!!. Dijo la Señorita Blanco con tono autoritario. ¡Los perros no gritan!. ¡Ululan!.

-         ¡Guuuuuuauuuuu!. ¡Otra vez!. ¡Guuuuuuuaaaauuuuu!. Sonia clavaba y retorcía su fino taco en mis carnes. ¡UUUUUaaaaaaaauuuuuuuuu!. Yo gañía y aullaba complaciendo a mi Diosa y a su amante.

Rosali empezó entonces a ensañarse con su negro esclavo.

-         ¡Vamos!. ¡Come tu también!. ¡Perro negro!. ¡Jajajajajajajajajajaaja!!!. ¡Zas!.¡Zas!.¡Zas!. La mestiza fustigo a su sumiso carcajeándose a gusto durante largo rato.

-         ¿Sabes que se me ha pasado por mi linda cabecita?.¿Perrito?. Dijo mi Ama dirigiéndose a mi en tono burlón y de pregunta.

-         ¡No!. ¡Divina Majestad!. Conteste tiritando de frió, creo que por la fiebre que en aquellos momentos me estaba pegando un subido.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajajajajajaja!!. ¡Voy a cagarte!. Me dijo. ¡Como el día de nuestra boda!. ¿Te acuerdas?.

-         ¡Por supuesto!. ¡Divina  Majestad!. Como no iba yo a acordarme de un día tan maravilloso y señalado en mi monótona y triste vida.

-         ¡Lacayos!!!. Llamo Sonia a sus musculosos guardaespaldas. ¡Poner el bostezo a este desperdicio!. Ordeno tajantemente la Señorita Blanco.

-         ¡Uaaaaaaaa!. ¡Uuuuuuaaaaaaaaaaaaa!!!!!!. Grite como un condenado a causa del extremo dolor que me hacían aquellos brutos al forzarme abrir con sus rudas manos los hinchados labios y doloridas mandíbulas, para colocarme sin cautela alguna, aquel horrible artilugio de hierro que debía mantener extremadamente forzado el paladar obligando a tener la boca en posición de bostezar..

-         ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Vaya mierdecita de hombre!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. Reían Sonia y Rosalí animadas por la tortura que me infligían sus machotes criados que con el forcejeo hicieron sangrar de nuevo mis dañados labios.

Sonia, colocándose encima de mí, aparto su negro y reluciente gabán dejando a mi vista su rasurado y deseado agujerito del culo.

-         ¡Dispon tu apestosa boca de desecho humano!. ¡Basura!. Del hermoso culito de mi Diosa empezó a salir el sagrado mana que intente atrapar con mi abierta cavidad bucal.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajaja!. Reía Ella, bella y alocada, observando como sus marrones churros penetraban enteros en mi rendida, a su sagrado culo, boca.

-         ¡Come!. ¡Come!. ¡Bazofia!. ¡Mis heces son tu suculenta comida hasta mañana!. ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!!!!. Se retorcía Sonia hermosa y orgullosa carcajeándose malévolamente de mí.

Excitada, la sensual cubanita, se hacia chupar su coñito por su dócil esclavo negro.

-         ¡Aig!. ¡AAaaa!. ¡Aig!. ¡AAaaaaa!. Gemía y jadeaba Rosali a gusto con la lengua de su perro lamiéndole el clítoris.

-         ¡Suelta la vasija!. ¡Inútil!. Grito Sonia a la sumisa asiática propinándole un serio revés marcándole sus anilladas manos en la cara.

-         ¡Follame!. ¡Estúpida!. ¡Follame!. ¡Rápido!. ¡Que tengo el chocho caliente!. Exigía Sonia descarada, ardiente y apasionada a su sumisa asiática.

-         ¡Dame lengua!. ¡Sonia!. Hablo agitada y gimiendo placenteramente la bella mestiza, acercándose hacia la Señorita Blanco con la lengua de su esclavo lamiéndole el culo.

La endiosada Sonia se contorsionaba de placer con el consolador metido en su coño, saco su rosada lengua y Rosalí se la chupo con sus relucientes labios negros. Las dos guapetonas Damas se daban el pico con mucho vicio y saliva.

-         ¡Negro!. ¡A que esperas en seguir dando lengua a mi mojado coñito!. ¿Acaso quieres que te la corte?. ¡Subnormal!. Bramo Rosalí a su dócil esclavo que se puso de inmediato a dar placer a su Ama.

Las viseras de sus atractivas gorras se friccionaban al compás de sus libidinosos y obscenos morreos. Rosalí,  abrió fogosamente la parte delantera del gabán de Sonia dejando a la vista sus perfectos y tórridos pechos, para acariciar primero y chupar después sus erectos pezoncitos.

-         ¡Sigue!. ¡Sigue! ¡Rosalí!. ¡No pares!. Gimoteaba de gozo la Señorita Blanco contemplando a su esbelta y bella amante hacer guiños y muecas al correrse en la boca de su negro.

-         ¡Uau. ¡Uau!. ¡AAAAAAAaaaa!. Eyaculo la cautivadora Sonia con el consolador de la China metido en su bello y rasurado coño.

-         ¡Vamos a dejarte a este perro negro de compañía!. ¡Jajajajajajajajajaja!!. Dijo Rosalí lanzando fuertes risotadas y señalando con un anillado dedo a su esclavo.

Las dos musculosas chuletas encadenaron al viejo negro en un extremo opuesto a mi y  fijaron con otro bostezo la boca del miserable esclavo de la Señorita Rosalí,  incomodando dolorosamente nuestras mandíbulas e impidiéndonos articular palabra.

-         ¡Agarra la vasija!. ¡Desgraciada de mierda!!. Le chillo Sonia a su esclava. ¡Aguántala a la altura se tu asquerosa cara!. ¡Invalida!.

La asiática aguanto la vasija a la altura de su boca, Sonia coloco su vulva encima y empezó a llenar el recipiente con sus meados.

-         ¡Aquí tienes el liquido que debes beber!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Hasta mañana no trepan agua!. Dijo la Señorita Blanco haciendo situar el cuenco a una pequeña distancia de mi boca.

-         ¡Espera!. ¡Sonia!. Apunto la cubanita. ¡Chuf!. Rosalí tiro un escupitajo en el recipiente. ¡Vamos a ponerlo para que puedan beber estos dos hijos de perra!.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajaja!. ¡Perfecto!. ¡Rosalí!. ¡Jajajajajajajajaja!!!. Colocaron la vasija a una justa distancia donde apenas si llegábamos los dos tirando al máximo de nuestras cadenas.

Sonia y Rosalí querían acrecentar así nuestra infame rivalidad, rebajando nuestro ya maltrecho ego a niveles infrahumanos, al hacernos competir entre nosotros para beber su preciada y deliciosa lluvia dorada para saciar nuestras necesidades vitales.

-         ¡Rosalí!. ¡Crees que tu viejo negro aguantara tus suplicios?. ¡Jajajajajajajajajaja!!!.

-         ¡No se!. ¡Pero me da igual!. Respondió bella y frívolamente sonriendo la  cubanita.

-         ¡No es que el negro haya cometido falta alguna!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¡A Rosalí le vino el capricho de castigarlo sin motivos!. ¡Jajajajajajajajajaja!. Dijo Sonia con su clásica ligereza arrancando las sonrisas de su bella amante.

Aquella dura sesión de regusto sádico por parte de las dos esplendidas y radiantes Damas duro una larga hora.

-         ¡Paf!. ¡Paf!. Paf!. Sonia y Rosalí me propinaron aun antes de marcharse una tanda de puntapiés en mis castigados riñones de resulta de las cueles orine sangre durante unos días.

-         ¡Y tu!. ¡Estúpido negro!. ¿No me despides con los debidos respetos?. ¡Zas!. ¡Zas!. Rosali dio unos azotes a su esclavo.

-         ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!. Unas diabólicas risotadas acompañaban al excitante sonido del taconeo de las botas de las esplendorosas Damas alejándose resonando por los pasillos del húmedo sótano.

Creí que Sonia me iba a dejar morir en aquel legumbre lugar, pero por suerte mía a la semana de estar allí encerrado, aun que a mi me pareció una eternidad, llego un comunicado oficial del Ministerio de Justicia notificando a mi Divina Majestad como la nueva Condesa de Lyss, y citaban a la Señorita Blanco de aquí a diez días para personarse en el Palacio de Justicia de la capital donde debía recoger su nombramiento.

(Continuará)