SONIA (Las perversiones de Sonia 12)

Sonia, Rosalí y la Baronesa de Piñero exhiben ostentosas todo su poderío. Felisa comete un grave error impropio de una sumisa sirvienta como ella y es castigada sin piedad por su hermosa Dueña.

SONIA (Las perversiones de Sonia 12)

Las tres estupendas y ricachonas pijas se lo pasaban en grande. Se bañaban en la cala privada, en la piscina. Salían de fiesta todas las noches llevando de vez en cuando a sus preciosos ligues al chalet y navegaban en el lujoso yate de la Señorita Blanco, tomando apaciblemente el sol completamente desnudas en la cubierta del barco.

Siempre que zarpaban, llevaban consigo al servicio para ser debidamente atendidas en sus suntuosos camarotes.

En cierta ocasión, Sonia dio órdenes a Rojas, su chulazo patrón, para que anclara el yate en un deportivo puerto de una bonita ciudad costera.

Las tres bellas Divas, afanadas en exhibir y alardear de su riqueza y poder, descendieron de la lujosa embarcación mostrando sus maravillosos encantos y sus perfectos y anhelados cuerpazos, vistiendo diminutos tangas y transparentes pareos y ocultando sus agresivas miradas tras oscuras gafas de sol.

Taconeando con sus altísimas mules y sandalias destalonadas, garbearon obscenas y sonrientes con paso firme y seguro ante las expresivas miradas de deseo carnal de los numerosos transeúntes que por allí circulaban.

Llamando aun más la atención, las tres hermosas chicas, iban escoltadas por sus uniformadas doncellas, cargadas con los utensilios propios de un día de playa, albornoces, chancletas, toallas, cremas, etc……

Un servidor,  trajeado de adepto mayordomo, me adelante a la comitiva para alquilar tres mullidos divanes para que las estupendas Damiselas pudieran acomodarse a tostar, aun más, sus delicadas y finas pieles bajo los abrasadores rayos de sol.

Sonia, Rosalí y Luisa Mari se despojaron de sus sugerentes pareos y se recostaron luciendo, tan solo un diminuto tanga,  a calentar la epidermis en las anchas tumbonas.

Las doncellas, ocupándose cada una de su Ama, se dedicaron a embadurnar dando suaves masajes, la sedosa piel de sus distinguidas y preciosas Dueñas.

De pie tras Ellas, montando guardia, el musculoso patrón ataviado con traje y gafas oscuras, ejerciendo ahora su papel de fiel guardaespaldas.

-         ¡Chuchina!. Llamo imperativamente Sonia a su adolescente esclava. ¡Tráenos algo fresco para beber!. ¡Rápido!. ¡Estupida!!!.

La joven criada, uniformada de doncella, se acerco a un bar próximo donde pidió para sus hermosas Amas unos wisskys con hielo, siendo la comidilla de toda la clientela y ridiculizada por el personal del establecimiento.

-         ¡De donde has salido!. ¡Serventiíta!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!.

-         ¡El carnaval ya ha pasadoooo!. ¡Tonta!!!!.

-         ¡Que culito!. ¡Parece que no lleva bragas!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. Grito un viejo verde, y era verdad, las doncellas tenían absolutamente prohibido usar ropa interior.

La joven, con la cara sonrojada de vergüenza, volvió hasta donde se hallaban las Señoritas portando una bandeja con los vasos de licor.

-         ¡Anda!. ¡Arrodillate y aguanta la bandeja!. Ordeno humillándola todavía más la Señorita Blanco.

Chuchina se desplazaba de rodillas con la bandeja en sus manos, de un lado a otro de los divanes, sirviendo a la apuesta Dama que requería de su servicio.

Numerosos curiosos, sobre todo machos, pero también algunas hembras, se amontonaban en los alrededores para ver de cerca aquellos esplendidos cuerpazos que sin recato ni respeto, menospreciaban y sometían a tratos degradantes a las uniformadas doncellas que tan dócilmente les servían.

-         ¡Imbecil!!!. Grito la bella mestiza  a su criada. ¡Abanícame que tengo calor!. Le ordeno entonces con sarcasmo burlándose de ella.

La sirvienta, obligada a soportar junto a las demás criadas el bochorno de aquella calurosa mañana vistiendo intachablemente su negro uniforme con cofia, delantal y guantes blancos, sudaba abundantemente resbalándole las gotas por su frente, mientras que con un gran paipay ventaba sin parar a las bellas Divas.

-         ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!.  ¡Mas viento!. ¡Inútil!!!. Grito Sonia saboreando su frió wissky.

-         ¡Calzadme las chancletas que voy al agua!. Mando Luisa Mari a su particular criada.

Aquella jornada termino con las tres voluptuosas chicas dándose un chapuzón en las calidas y azuladas aguas del placido mar.

Las doncellas esperaban postradas a pie de playa para que nada más salir sus hermosas Dueñas del agua pudiera secar su piel y  calzarles las chancletas.

El escándalo entre los curiosos fue monumental, cuando la sumisa de la Baronesa de Piñero antes de calzarle sus chancletas, beso y lamió sus perfectos pies para limpiar con la lengua la arenilla que los  impregnaba.

La glamorosa Dama de ojos felinos se dejaba admirar e idolatrar en el más íntimo silencio por unos anónimos admiradores allí reunidos, que disimuladamente se toqueteaban la entrepierna.

Luisa Mari metía entero el pie en la boca de su esclava observando sonriente y excitada, como le pasaba la lengua entre sus deditos de uñas esmaltadas de negro, como se los chupaba y comía.  Sin más, la amoral Sonia, besuqueo la boca de su amiga que se le erizaron los pezoncitos.

Las desvergonzadas Damas eran el foco de atracción de toda una multitud de mirones, teniendo la policía que intervenir para evitar agresiones y peleas, sancionando a las bellas chicas por impúdicas, descaradas y por atentado a la moral pública.

-         ¡Agente!. Dijo Sonia sonriendo provocadoramente, relamiéndose los brillantes labios con descaro y acercándose hasta rozar con sus desnudos pezones al policía. ¿Le extiendo un cheque?.

-         ¡Como Usted desee Señorita! Dijo el policía sudando, tartamudeando y dando muestras de gran nerviosismo y mostrando un portentoso bulto en la entrepierna.

-         ¡Vaya!. ¡Agente!. ¡Parece que se anima!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Quizás le convendría hacerse una paja para desfogarse!. ¿No?. Dijo Sonia descaradamente señalando el bulto, burlándose y ridiculizando al policía ante los mirones.

El guardia visiblemente contrariado y sonrojado marcho corriendo, posiblemente a pajearse a la salud de las tres estupendas y voluptuosas jóvenes.

Cubiertas por sus cortos albornoces y calzando sus chancletas de playa, las lujuriosas Damas volvieron a la embarcación seguidas de su sequito de siervos.

El yate izó anclas y navego de nuevo hacia el particular amarre del chalet de la Señorita Blanco.

-         ¡A sido un maravilloso día de playa!. ¿Verdad queridas?. Exclamo Sonia dirigiéndose a sus amigas.

-         ¡Excelente!. Contesto Rosalí dando un morreo a su amiga.

-         ¡Que tal si completamos el día buscando a un macho bien dotado para follar a tope!. Añadió la Baronesa de Piñero.

Las tres glamorosas hermosuras calzaron sus taconazos y se ataviaron con ropa sexy para ir a cenar y luego salir de marcha a una selecta y privativa discoteca.


-         ¡Uuuummm!!!. ¡Que pereza llevo encima!. Expreso hermosa Rosalí estirando los brazos en una clara muestra de ociosidad al sentarse a la mesa junto a Sonia y Luisa Mari, las cuales se disponían a desayunar.

Las tres exquisitas Señoritas se habían levantado muy tarde aquella mañana, reflejando en sus rostros el cansancio y decaimiento propios de haber trasnochado.

Después de una larga noche de marcha y fiesta a tope sus ojos, aunque perfectamente maquillados, evidenciaban enrojecidos los estragos cometidos consumiendo alcohol, tabaco y algún que otro estupefaciente.

-         ¡Tomate un café!. ¡Te sentará divinamente!. Apunto Sonia que sujetaba en sus bellas manos una taza del negro líquido, cubriendo su divino cuerpo con un hermoso y corto batín de satén negro con adornos dorados a juego con unas zapatillas de altísimo tacón aguja.

-         ¡Bebí demasiado, y me he levantado con una descomunal resaca!. Comentola Baronesaa sus dos guapas acompañantes, vistiendo albornoz blanco y altas zapatillas del mismo color.

Yo asistía la mesa con el debido servilismo, cortesía y protocolo que requiere la atención a tales distinguidas Damas  y como siempre en estas ocasiones, llevando puesto el uniforme de mayordomo.

Felisa iba y venia de la cocina trayendo zumos, cafés, bollería etc…Hasta que un resfriado le jugo una mala pasada.

-         ¡Hacchiiiissss!!!!. Un estrepitoso estornudo hizo arrojar por la nariz de manera involuntaria el aire inspirado.

-         ¡Será cerda!!!!. Grito Sonia levantándose furiosa de la mesa y propinando una cachetada a la criada, con tan mala fortuna para Felisa, que la gruesa piedra del anillo que luce la hermosa Sonia en su pulgar, golpeo con fuerza la nariz de la chacha rompiéndole el tabique nasal y empezando a sangrar en abundancia.

-         ¿No sabes que tienes prohibido estornudar?. ¿Bostezar?. ¿O hablar en nuestra presencia? ¡Estupida!. ¡Guarra!. ¡Subnormal!!!. ¡Eres una subnormal y una mala educada!!. Siguió vociferando con furorla SeñoritaBlanco.

-         ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. Sonreían divertidasla Baronesay la linda mestiza cubana. ¡Vaya falta de respeto!. Manifestó Rosalí con matiz indignada.

-         ¡Fíjate Sonia….!!!!. ¡Tiene el delantal manchado…..!. Dijo Luisa Mari con tono burlón y malévolo, mientras saboreaba lentamente su taza de café y aspiraba el humo de una rubia cigarrita. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!.

Una pequeña mancha se observaba en un costado del  blanco delantal del uniforme de Felisa. Rosalí que cubría sus bellezas con una sugerente transparencia negra debajo de la cual se vislumbraban sus erectos pezoncitos, se levanto de su silla y haciendo taconear sus zapatillas se acerco a la chacha.

-         ¡Además!....... ¡Sonia!.¡Fíjate!.¡Tu criada lleva el uniforme arrugado!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. Señalo divertida la linda cubanita el delantal con sus largas y rojas uñas acompañadas de un portentoso anillo.

-         ¡Aigggg!!!!. ¡Perooo… que ascooooo!!!!. Exclamo sobresaltada la linda mestiza con su hermosa cara expresando total repugnancia. ¡Pero si esta vieja lo esta ensuciando todo con su asquerosa sangre de cerda!!!!!. Grito de nuevo Rosalí.

-         ¡Te das cuenta!. ¡Perra!. ¡Te das cuenta!!!. Chillo Sonia firme y con fuerza. ¡El espantoso ridículo a que me estas exponiendo ante mis amigas e invitadas!. ¡Asquerosa de mierda!!!!!!. ¡Inútil!!!. ¡Retrasada!. ¡Cerda!. Sonia tomo en sus manos una fusta que tenia y suele tener siempre a su alcance y fustigo sin compasión a su esclava.

-         ¡Perdón!!!. ¡Perdón!!!!. ¡Se lo suplico!. ¡Divina Majestad!. ¡Tenga piedad de mi!. Imploraba Felisa, llorosa y temerosa de la ira que la Señorita Blanco estaba practicando con ella.

-         ¡Zas!. ¡Zas!. ¡Zas!!. ¡Zas!!. Sonia con la boca semiabierta y frunciendo la nariz en donde brillaba su pequeño percing, exteriorizando placer y gran excitación. Azotaba una y otra vez a su chacha que permanecía arrodillada a sus pies balbuceando e implorando constantemente suplicas a su Ama.

-         ¡Por favor!. ¡Divina Majestad!. ¡Tenga piedad de mi!. Felisa hizo un leve gesto para besar los pies de Sonia.

-          ¡Ni se te ocurra rozarme los pies!. ¡Ni por supuesto las zapatillas!. ¡So guarra!. ¡Zas!!!. ¡Zas!!!!. ¡Zas!!!!. ¡Me das asco!. ¡Perra!. Grito de nuevo Sonia.

-         ¡Lo estas manchando todo con tu repugnante sangre!. ¡Asquerosa!. Voceo la Señorita Blanco dando un puntapié a su chacha. ¡Límpialo!. ¡Rápido!. ¡Vieja repugnante!.

Felisa tuvo que fregar con su lengua todas las manchas de sangre que habían caído de su rota y dolorida nariz.

-         ¡Jajajajajajajajajaja!!!!. Sonreía la Señorita Blanco golpeando levemente la fusta en la palma de su bella mano, repleta de gruesos anillos, observando como la dócil esclava abrillantaba el suelo con la lengua.

-         ¡Mayordooomooooo!. Dijo entonces Sonia con pausada y dulce voz. ¡Tendremos que plancharle el uniforme a esta gandula!. ¿No cree?. ¡Jajajajajajajajaja!!!.

-         ¡Lo que Usted disponga!. ¡Divina Majestad!. Conteste con la debida obediencia.

La Baronesa y la mestiza observaban deleitosas el severo castigo que su guapa amiga aplicaba a su fiel esclava.

-         ¡Vamos!. ¿A que espera en traer la plancha?. ¡Inútil!!!. Me grito irritada la Señorita Blanco.

-         ¡Y tu……!. ¡Felisa!. ¡Desnúdate!. ¡O quizás… quieras…. que te planche el uniforme puesto….!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. Dijo entonces Sonia irónica y risueña taconeando por el espacio y haciendo silbar la fusta en el aire.

-         ¡Sonia!. Exclamo extrañada Rosalí. ¿No iras tuuuu………. a planchar…., la ropa de una esclava?. Pregunto alarmada la cubanita creyendo que su amiga iba a rebajarse hasta tal extremo.

Me apresure, y apenas en un minuto estaba de nuevo presente con la plancha en las manos.

Sonia me sonrió con su faz maliciosa y perversa.

-         ¡Mayordomo!. ¡Ate a la esclava a esta mesa!. Dijo señalando con su fusta a una pequeña mesilla donde se deposita la comida y bebida a la espera de ser servida.

-         ¡No!. ¡Por favor!. ¡No!. Suplico sollozando de nuevo Felisa sin saber demasiado que pretendía su Divina Ama.

Amarré a mi “ex” a la mesilla, con la espalda pegada al tablero, los brazos atados a las patas delanteras y las piernas a las traseras. De modo que su cabeza colgaba en el vació y su desnudo sexo quedaba, debido a la separación de las extremidades inferiores, extremadamente abierto y considerablemente expuesto.

Sonia taconeo hasta situar sus maravillosas y firmes piernas realzadas por los vertiginosos tacones aguja de sus zapatillas a ambos lados de la cabeza de Felisa, de tal manera que su coñito vedaba a la esclava la percepción de los acontecimientos que ocurrían a su alrededor.

-         ¿A que esperas?. ¡Perra!. ¡Cómeme el coño!. Ordeno la Señorita Blanco a Felisa, levantando ligeramente con su mano izquierda la cabeza de la criada y obligándola a pegar su rota nariz en su Divino trasero..

Mientras la lengua de Felisa empezaba a hurgar en el deseado clítoris de la bella Sonia, esta, me indicaba silenciosamente que le acercara la plancha a sus manos.

La bellísima mestiza y la sensual Baronesa  de Piñero observaban atentas y complacidas los retorcidos planes de la Señorita Blanco.

-         ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!!. ¡Sonia!. ¡Eres increíble!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!. ¡No pretenderás………..!. ¡Ah!. ¡Jajajaajajajajajajaja!!. Reía alocada la escultural Baronesa.

Sonia acerco la plancha hasta casi rozar los anillados pezones de Felisa, entonces con una sádica sonrisa apretó el botón que libera el vapor.

-         ¡Aaaaaaahhhhh!. Grito Felisa aterrada al sentir en sus carnes el doloroso quemazón del vapor.

-         ¡Oooh!. ¡Cuanto lo sientoooo!. ¡Felisa!. Exclamo frívolamente Sonia. ¡Es que como no he usado nunca un aparato como este……..!. Comento sarcásticamente. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!.

Acto seguido la cruel Señorita Blanco repitió la misma operación en el otro seno.

-         ¡Aaaaaaaaayyyyyyyy!!!!!. Y un nuevo y lastimoso chillido salio de la garganta de Felisa.

-         ¡Uuuuyyy!. ¡Me he vuelto a equivocar!. Lamento de manera burlesca la pérfida Sonia.

-         ¡Ya se me ha pasado la pereza!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. Exclamo alegre y risueña la linda cubanita exhibiendo en su entrepierna un doble arnés de látex, introducido un extremo en su coño y otro de más grueso y con punzantes tachuelas destinado a penetrar desgarradoramente a su victima.

Sonia prosiguió torturando con el aparato de planchar a su esclava, quemando lenta y despiadadamente con la ardiente base, la piel de los pechos de Felisa.

Dejo luego intencionadamente reposar la plancha encima del vientre de la sometida chacha.

-         ¡Uuuuuaaaaaaaa!!!!!!!!. ¡Uuuuuuuaaaauuuu!!!!. Felisa emitió unos horrendos alaridos de dolor.

-         ¡Imbecil!. ¡Ves como es cosa de chachas esto de planchar!. ¡Jajajajajajajajajaja!. ¡A mi no se me da bien!. Prosiguió jovial y guasona la Señorita Blanco.

-         ¡Sonia!. ¡Voy a calarla!. Manifestó excitada Rosalí poniendo graciosa cara de viciosilla y apuntando el espantoso consolador en el coño de Felisa.

La escultural Sonia movía la plancha de un lado a otro del vientre de su esclava. Rosalí empujo sádicamente el pollon hacia el interior de la vulva de la criada.

-         ¡Basta!!!. ¡Se lo suplico!. ¡Basta!!!. ¡Divina Majestad!!!. ¡Basta por favor!. Imploraba mi “ex” sollozando y lamentándose de daño.

-         ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. ¿Me quieres Felisa?. Pregunto Sonia a su esclava queriendo reafirmar su fidelidad en unos angustiosos y dolorosos momentos como aquellos.

-         ¡Sí!!!!. ¡Divina Majestad!. Contesto Felisa con voz angustiada y atormentada.

-         ¡Entonces!. ¡Chupame el coño!. ¡Estupida!. ¡Que me estoy poniendo canchondisima!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!.

La bella mestiza y la suprema Sonia se miraban fijamente con deseo, frunciendo las narices y con sus bocas semiabiertas de placer y excitación. Rosalí se masajeaba los pechos con sus finas manos repletas de lujosos anillos de oro, que contrastaban con su oscura piel y escarlatas uñas. En su muñeca lucia, como en su antebrazo, unas pomposas pulseras doradas repletas de pequeñas piedrecillas brillantes.

El terrible pollon de goma salía y entraba a un ritmo cada vez más intenso del coño de Felisa, produciéndole en su interior atroces y sangrantes heridas.

-         ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. Reía disparatadamente la hermosa cubanita.

-         ¡Aig!. ¡Aig!. ¡Aigggg!!! . Gemía y suspiraba de gozo la Señorita Blanco apretujando la cabeza de Felisa entre sus divinas nalgas.

Sin poderlo resistir, me arroje al suelo y pegue mi cara a los divinos pies de mi Diosa, para besarlos y lamerlos con pasión, locura y devoción, mientras mi pene era torturado por la cruel funda que mi Ama se encapricho en hacerme llevar permanentemente para su mayor gloria.

-         ¡Perra!!!!. Grito enérgicamente la Baronesa de Piñero a la china que deambulaba por la sala como un animal abandonado. ¡Mete tu pollon en mi coño!. ¡Rápido!. ¡Hija de puta!!!.

Luisa Mari se estimulaba su lindo clítoris con sus lujuriosas manos viendo disfrutar y gozar a sus dos amigas aplicando aquellas crueles torturas a la criada.

La china se acerco reptando por el suelo hasta el sillón en donde se aposentaba la glamorosa Baronesa de ojos felinos y cabellos caobas, e introdujo el pollon incrustado en su boca en el mojado coño de Luisa Mari, que no tardo en gimotear y aullar de placer.

-         ¡Mas adentro!. ¡Esclava!. ¡Mete tu asquerosa lengua mas adentro de mi coñito!. Gritaba Sonia tirando de los pelos a Felisa.

-         ¡Aaaa!. ¡Aaaa!. ¡Aaaaa!. ¡Aaaaa!. ¡Aaaaaaaaaaa!. Sonia se corrió al instante, seguida de la cubanita y poco después de Luisa Mari.

-         ¡Perra!. ¡Abre bien tu boca!. ¡Voy a mear en ella!. Dijo Sonia arrogante y cruel vaciando su vejiga en la cara de Felisa.

-         ¡Someteré a tortura a esta perra hasta limites insoportables!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!. Manifestó entonces la increíblemente bella Señorita Blanco a sus lindas acompañantes.

-         ¡Yo quiero estar presente!. Grito espontánea y frívolamente la hermosa cubanita.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Pues tendrás que instalarte en mi palacio!. Contesto Sonia. ¡Porque pienso atormentarla a diario!. Añadió luego. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!

Las tres bellezas se retiraron majestuosamente altivas de la sala, dejando a Felisa atada y brutalmente dolorida por las salvajes torturas a que le habían sometido las diabólicas preciosidades.

Como mi Diosa no me ordenó lo contrario, deje a mi “ex” incómodamente atada y sufriendo el terrible ardor de la quemaduras en su piel.

A partir de aquel día Sonia se enseñaba todavía mas cruelmente con mi “ex”, azotándola casi a diario y practicando sobre su cuerpo pequeñas pero dolorosas torturas que hacían de su existencia un autentico calvario.


Estimulada por el titulo de Baronesa de Piñero que posee su encantadora amiga Luisa Mari, o quizás algo celosilla de ello, Sonia me llamo a su presencia para encargarme una tarea primordial según Ella.

-         ¡Mayordomo!. ¡Se que soy una Diosa!. Me hablo Sonia envanecida pero con dulzura. ¡Pero creo que mi status social merece algún titulo aristocrático que aumente mi prestigio y poder!. ¿No le parece?.  Manifestó presuntuosa y engreída mi adorada Ama.

Los negocios y actividades empresariales, legales e ilegales, dela SeñoritaBlancomultiplican sus beneficios diariamente aumentando con creces sus riquezas.

-         ¡Sí!. ¡Divina Majestad!. Conteste en tono humilde como es proceder de un sumiso servidor como yo.

-         ¡Busque y consiga, no me importa el precio, un titulo nobiliario apropiado para mi idolatrada persona!. Me ordeno Sonia altiva y orgullosa.

-         ¡Ah!. ¡Otra cosa!. ¡Querido!. Me indico mi Ama en un tono mordaz cuando estaba  yo a punto de cruzar la puerta. ¡Presente mi demanda de divorcio!. ¡Ya has sido mi estupido cornudo durante mucho tiempo!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!.  ¡Y no voy a estar toda la vida casada con un pelele simplón como tú!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. Se carcajeo divertida la Señorita Blanco.

Me traslade al despacho para des de allí coordinar mejor la búsqueda de este titulo que tan entusiasmo provocaba en mi adorada y seductora Ama y tramitar, por supuesto, mi divorcio de Ella.

Es de todos sabedor que a veces algún que otro noble, normalmente para obtener dinero ya que su fortuna ha ido en declive, pone a la venda sus ilustres títulos y a esto es a lo que iba yo.

Supe, debido a mis influencias como letrado, que un viejo conde había arruinado en el juego todo su caudal. Así, que me dispuse a visitarlo para enterarme in situ de su situación y si este estaba dispuesto a vender su linaje.

Contactado con él, nos citamos aquella misma tarde en su apartamento situado en la misma ciudad. El noble vivía solo y al parecer, por su aspecto  sucio y  descuidado, hacia algún tiempo que se había arruinado.

Su reacción a mi propuesta fue del todo positiva. Creo que al viejo conde se le abrieron los ojos al constatar que gracias a mi podría salir de su miseria.

Llame enseguida a Sonia para consultarle la proposición del noble que incluía, además del titulo de conde, una propiedad que ahora él no podía mantener.

-         ¡Bien!. ¡Abogado!. ¡Pero presione al máximo a este viejo!. Contesto Ella, después de contarle la situación de aquel pobre hombre inmerso en la más absoluta ruina.  No lo hizo por escasez de plata, ya que a Ella no le faltaba, sino más bien por su carácter perverso y malévolo encarnizándose con la miseria del viejo.

Después de largas negociaciones, finalmente me hice con el titulo y la propiedad del aristócrata, y no por una gran cantidad de dinero, ya que el hombre viéndose apurado rebajo considerablemente el precio que pretendía de entrada.

Los documentos notariales aun tardaron cierto tiempo en concretarse. Pero Sonia, entusiasmada con su nueva adquisición, no quiso perder tiempo en visitar sus nuevas propiedades que distaban algunos kilómetros de su residencia de la capital.

-         ¡Mayordomo!. ¡Póngase el uniforme de chofer que me debe conducir a mis nuevas posiciones!. Dispuso glamorosa mi elegante y bella Ama.

La propiedad consistía en unos grandes terrenos boscosos y campos agrícolas dominados por un castillo en lo alto de una colina.

El castillo, que era mas bien un palacete, todo y el escaso cuidado que el viejo noble había tenido de él en los últimos tiempos, se encontraba en bastante buen estado de conservación.

Sonia, una vez examinado el exterior del palacio rodeado por unas altas murallas que rodean la zona ajardinada, ahora repleta de plantas indeseables y el edificio principal, quiso ver su interior.

Saque la llave que me había entregado su anterior dueño y deje, después de abrir la chirriante puerta, que la deslumbrante Dama entrara en su castillo.

-         ¡Todo esta lleno de polvo!. Exclamo sorprendidala SeñoritaBlanco.

Sonia observaba asombrada los grandes salones del palacete repletos aun, de todo su antiguo mobiliario y adornado con grandes pinturas en sus paredes.

Especialmente le impresiono una amplia sala donde había un antiguo y gran fuego chimenea donde seguramente se cocinaban en él, grandes reses para la multitud de comensales que se reunían en el castillo en sus buenos tiempos.

Visitamos luego las plantas superiores donde se encuentran las habitaciones y algunos baños, tiempo atrás el conde había hecho importantes reformas para adaptar el edificio a su noble categoría juntando en el castillo a sus allegados amigos para practicar grandes cacerías.

Sonia quiso bajar luego a los sótanos. Para ello tuve que tomar una antorcha, ya que el sótano a diferencia del resto del edificio carece de luz eléctrica.

La Señorita Blanco vestía íntegramente de cuero negro. Altas botas, apretados pantalones, corta cazadora y  ajustados guantes, seguía tras mío bajando los amplios escalones de piedra en donde tan solo los taconazos de sus botas rompían el imperante silencio del lúgubre lugar.

Ya en el fondo de los sótanos, recorrimos bajo la escasa luz de la antorcha, unos largos pasillos repletos de telarañas, al final de los cuales, Sonia descubrió sorprendida unas pequeñas celdas húmedas, de paredes hechas de gruesas piedras de donde colgaban unos oxidados grilletes.

-         ¡Mayordomo!!!!. ¡Quiero que inmediatamente empiecen a limpiar y adecuar este palacete!. Dijo Sonia ya de nuevo en el exterior.

-         ¡Pero Divina Majestad!. ¡Aun no tenemos los títulos de propiedad!. Le comente.

-         ¡Y a que espera!. ¡Imbecil!!!. Me reprendió airada señalando con un dedo el suelo donde debía postrarme.

Después de lamer y besar toda la caña de sus negras botas, abrí, igualmente postrado de rodillas, la puerta del pomposo auto, que inmediatamente cerré después de que se aposentara en él la Señorita Blanco. Manos al volante cruce el pontón que atraviesa un hondo foso que rodea el castillo, ahora sin agua.

-         ¡Mayordomo!. Indico Sonia con una cigarrita en sus dedos.

-         ¡Sí!. ¿Divina Majestad?.

-         ¡Haga que llenen el foso de agua!.

-         ¡Como Usted guste!. ¡Divina Majestad!.

Me ocupe de inmediato de que se realizara la limpieza y adecuación del castillo. Unos delicados asuntos en el gabinete de abogados me obligaron a instalarme durante un largo tiempo en la residencia de la capital, quedando Don Gonzalo, al frente de “Servilimp” la empresa de limpieza que dirige, al mando de las tareas de acondicionamiento del palacio.

También Sonia efectuó cuantiosos y largos viajes, sobre todo a Méjico y Colombia, ya sea por puro placer o para gestionar sus oscuros y lucrativos negocios.

Muy a pesar mío, estuve durante toda aquella larga temporada alejado e impedido de la presencia de mi adorada Diosa.

Un tiempo en el cual reflexione profundamente sobre mi vida y la sumisa pertenecía a la bella y Divina Señorita Blanco, pudiendo reafirmar así, que mi existencia, dependía absolutamente de su voluntad.

No podía de ninguna manera apartar de mi mente, ni aplacar la enorme excitación que me producía su esplendorosa, glamorosa y endiosada figura o el apasionante taconeo de sus stilettos, el agradable y estimulante aroma de sus costosos perfumes, su melosa y seductora voz, la extremada belleza de su rostro perfectamente maquillado y enjoyado, su picara y malévola sonrisa, la elegancia y altivez de sus gestos, de sus movimientos……

La suavidad de su bronceada piel, el sabor de las sobras de su comida, de sus orines, la crueldad de sus caprichos y de sus despiadados castigos y perversas humillaciones…….

Y…, a pesar del agudo dolor que  provocaba en mi empinada polla la simple ilusión de su divino cuerpo, debido al insoportable e incomodo cinturón de castidad que Sonia me obliga a llevar para impedir, que mis insolentes pensamientos terminaran en un sin fin de pajas a su salud, durante aquellas largas semanas tuve innumerables eyaculaciones sin ni tan siquiera meneármela.

El irresistible físico i fascinante poder quela SeñoritaBlancoejerce sobre todos aquellos y aquellas que se encandilan con su desmesurada belleza y fuerte magnetismo son como una autentica droga que hechiza y se apodera irremediablemente de la voluntad del sujeto, atrapándola en sus tentadores y perversos encantos y convirtiendo al individuo en un autentico adicto a su hermosa y envanecida Persona.


La titularidad del Condado de Lyss se retraso varios meses por cuestiones burocráticas, no así la propiedad, que muy pronto paso a manos de la Señorita Sonia Blanco.

-         ¡Inepto!. ¡Eres un autentico inepto!. ¡Estupido!. Reacuérdame que debo castigarte por tu inaptitud!. Me regaño e insulto por teléfono mi Divina Ama enormemente enojada cuando le comunique que el titulo de Condesa se iba a retrasar más de lo previsto.

-         ¡Sí!. ¡Divina Majestad!. ¡Le suplico mil perdones!. Atine en decir postrado de rodillas como era habitual cuando hablaba con Sonia aun que fuera por teléfono.

El prolongado alejamiento de mi Ama se incremento todavía más, debido a un conflicto laboral que estallo en la factoría de la colonia.

Los trabajadores reivindicaban un aumento salarial y mejores condiciones higiénicas. Una sección, compuesta mayoritariamente por mujeres, elaboraba unas piezas manipulando unas sustancias toxicas sin protección alguna, cosa que les ocasionaba daños en sus vías respiratorias.

La Señorita Blanco me encomendó entablar conversaciones con los cabecillas de la protesta. Así que me traslade a la fábrica y hable con los que parecían ser los líderes o representantes de los productores.

Me reuní con ellos, junto al gerente de la fábrica, en las mismas oficinas de la empresa. Eran dos hombres, dos obreros de pelo canoso y mediana estatura uno, y más alto el otro, dijeron hablar en nombre del resto de asalariados.

Las organizaciones sindicales y políticas están ilegalizadas por el autoritario y dictatorial gobierno, que antepone los intereses de los ricos y de la patronal ante las demandas de los trabajadores.

Nada más terminar la reunión llame a Sonia para contarle de primera mano como había ido el primer contacto con los cabecillas de las reivindicaciones.

-         ¡Serán estupidos!. ¡Le prohíbo que ceda en alguna de sus demandas!. Me ordeno airada la Señorita Blanco. ¡Antes hago cerrar la fábrica y les dejo a todos en la puta miseria!.

Así que hice llamar de nuevo a los portavoces para contarles la posición de la dirección de la empresa y concretamente la de su propietaria.

-         ¡Lo siento abogado!. ¡No nos va a amedrentar!. Me contestaron decididos los dos capitostes disponiéndose a salir, como si de un ultimátum se tratara, de nuevo de la oficina.

-         ¡Esperen!!!. ¡Por favor!. ¡Siéntese!. Los dos hombres me hicieron caso. ¡No hagan nada de lo cual luego se puedan arrepentir!. Les dije. ¡Déjenme que hable de nuevo con la Señorita Blanco y quizás podamos llegar a un acuerdo antes de que no sea demasiado tarde.

Pareció que mis palabras serenaban un poco los ánimos. Llame a Sonia para intentar convencerla de que cediera en algo, la empresa era bastante prospera y rentable.  Reportaba anualmente unos buenos beneficios a su Dueña.

Pero cuando la llame la Señorita Blanco había partido de nuevo a uno de sus viajes, así que en la fábrica y la colonia el malestar fue creciendo declarándose una huelga indefinida.

Conocedora, la Señorita Blanco de la pugna que planteaban sus obreros, me telefoneo de nuevo para ordenarme permanecer en el lugar y ponerme a disposición, como letrado, del Sr. Gerente de la empresa, otro duro como Ella, para tomar las medidas coercitivas imprescindibles para aturar la rebelión.

Lo primero fue, y la ley lo avalaba, despedir a los cabecillas y a sus esposas que trabajaban también en la empresa.

Estas contundentes represalias no hicieron más que alentar las protestas y con lo cual las posiciones se radicalizaron aun más.

El conflicto se alargaba y alargaba. Sonia, volviendo de su viaje de negocios, tomo personalmente cartas en el asunto.

-         ¡Inútil!. Me llamo Mi Ama por teléfono. ¡Eres un inepto!. ¡He confiado en ti para que solucionaras el conflicto y al llegar lo encuentro aun mas avivado!.  ¡Voy a mandarte a Rojas!. Rojas es su chulazo guardaespaldas. ¡Quiero que le indique quienes son los cabecillas de las protestas!. ¡El ya sabrá como debe de actuar!. Dijo Sonia contundentemente colgando el teléfono.

Un cochazo negro llego entrada ya la madrugada a la colonia, vinieron a buscarme a la casita de los vigilantes dela Torredonde yo me hospedaba durante aquellos largos días de huelgas y protestas.

-         ¡Vamos!. ¡Abogado!. Me grito Rojas en un tono despectivo. El y yo nos tenemos antipatía mutua. He de reconocer los celos que tengo de él por los cumplimientos y atenciones que le presta la Divina Señorita Blanco.

-         ¡Sígueme!. ¡Estupido!. Me vestí y salí con Rojas a la calle, dentro del auto aguardaban don musculosos negros ataviados con trajes oscuros. ¡Sube esclavo!. Grito Rojas ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!. Sonrió al verme humillado y cabizbajo.

-         ¡Venga!. ¡Imbecil!. ¡Señálanos el lugar donde vive la chusma que esta fastidiando e incomodando a la Señorita!. Dijo colérico y enfurecido el chulo de Rojas.

El coche arranco y yo indique las viviendas de los obreros que dirigían la protesta.

-         ¡Pum!. ¡Pum!. Llamaron a la puerta de uno de ellos.

Nada mas abrir, uno de los negros gorilas se coló en el interior de la humilde casona, mientras el otro permanecía montando guardia en el exterior.

-         ¡Entre abogado!. Me indico Rojas empujándome hacia el interior de la humilde vivienda.

Sin mediar palabra, empezaron a registrar la casa hasta que dieron con uno de los cabecillas escondido debajo de la cama.

-         ¡Vaya!. ¡Vaya!. ¡Así que el valentón ya no lo es tanto!. Dijo Rojas en tono guasón cuando su gorila lo saco de la habitación a punta pies.

-         ¡Por favor!. ¡No le hagan daño!. Suplico la esposa del cabecilla tirando de la chaqueta a Rojas.

-         ¡Aparta!. ¡Zángana!. Chillo el chulo, dándole un empujón a la mujer, que la derribo al suelo al tiempo que le propinaba un puntapié.

Los tres chiquillos del matrimonio lloraban desesperadamente sin parar. Rojas, que utilizo para la ocasión unos puños americanos con la cruel intención de producir mas daño, empezó a propinar una tremenda paliza al dirigente obrero que estaba fuertemente amarrado por los potentes brazos de los atléticos negros. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!!. ¡Esto gustara a la Señorita Sonia!. Dijo divertido.

-         ¡Uaaaaaaggggg!. Grito el hombre después que el rudo puño del chulazo de la Señorita Blanco ensarto un tremendo golpe en la boca del estomago dejándolo sin respiración.

-         ¡Se da cuenta!. ¡Abogado!. ¡Se da cuenta!. ¡Como se debe de tratar a la chusma!. Vocifero y luego se carcajeo el temible matón ¡Jajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!

Ya de rodillas y amarrado aun por los fornidos negros, Rojas empezó a abofetearle en la cara hasta que le hizo sangrar la nariz y la boca. Una vez tumbado en el suelo le ensarto un par de patadas en los testículos y en lo riñones.

-         ¡Por favor!. ¡Basta!. ¡Se lo ruego!. Volvió a suplicar llorando angustiosamente la esposa del dirigente. ¡Lo va a matar!. ¡Pare!. ¡Por favor!.

-         ¡Aparta!. ¡Puta!. Bramo de nuevo Rojas dando una sonora bofetada a la mujer.

-         ¡Estupido!. ¡Bazofia!. Gritaba fuera de si el guardaespaldas de la Señorita Blanco pisando con la suela de su zapato la cabeza del obrero y escupiéndole en la cara.

-         ¡Esto es para que aprendas!. ¿Entiendes?. ¡De que nadie……!. ¡Y mucho menos una mierda de asalariado como tú y la demás gentuza!. ¡Puede contrariar a la Señorita Blanco!. ¡Entiendes!. ¡Cabron de mierda!!!!!.

El altercado había hecho salir al vial multitud de trabajadores y esposas de estos que acudieron frente a la casa para ver que ocurría.

-         ¡Por favor!. ¡Ayúdenme!. Chillo la mujer a sus convecinos suplicando socorro.

-         ¡Sacadlo a la calle!. Ordeno Rojas rotundamente a sus dos gorilas.

Los negros arrastraron semiinconsciente al cabecilla de las protestas hacia la calle, aguantándolo como podían sobre sus rodillas, momento en que Rojas desenfundo de debajo de su oscura chaqueta un revolver que introdujo en la boca del obrero.

-         ¡Esto es lo que os vamos a hacer!. ¡Turba!. ¡Holgazanes!. ¡Si mañana no regresáis a vuestros trabajos!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!.

-         ¡No!!!!. ¡Se lo suplico!. ¡Señor!. ¡No lo mate!. ¡Le doy mi palabra que mañana se termino la protesta!. Imploraba impotente la esposa del cabecilla ante toda la colonia allí reunida.

-         ¡Ayudadme!!!!!!. ¡Por favor!!!!. Sollozaba la mujer rogando la intervención de sus vecinos que, silenciosos y temerosos, no se atrevían a respaldar y ni tan siquiera solidarizar con la familia castigada.

-         ¡Abogado!. ¡Usted nos conoce!. ¡Llevamos toda la vida trabajando para su padre!. ¡Por favor!. ¡Pare esta barbaridad!. ¡Mire mis hijos!. La mujer y los niños estallaron en un mar de sollozos mientras Rojas fanfarroneaba con el revolver metido en la boca del aterrorizado obrero.

Yo asistía impasible y más bien aprobando por fidelidad y adicción a mi Dueña los métodos empleados por Rojas para acabar con la protesta así que ignore las suplicas de la mujer.

El apuesto chulazo estaba fuera de control, visiblemente irritado, en presencia de su esposa e hijos apretó el gatillo y ante el estupor de todos los allí presentes voló los sesos al trabajador que murió con la cabeza destrozada por la bala.

-         ¡Noooooooooooo!!!!!!!!!. Un desesperado y desgañitado grito salio de la garganta de la esposa de la victima.

-         ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!!!. Rojas, altanero y chulon, todavía blandiendo la pistola grito. ¡Hay alguien mas que se atreva a desafiar a la Señorita Blanco!!!!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. El otro cabecilla había huido despavorido de su morada.

Un sepulcral silencio se apodero del lugar. Rojas se abrió paso, junto a sus dos gorilas, empuñando el arma y apuntando de modo amenazante hacia la multitud, yo más acollonado y temeroso que nadie seguí tras ellos.

-         ¡Sube!. ¡Imbecil!. Me dijo Rojas cuando estuvimos al lado del vehículo.

El vehículo arranco a toda velocidad chirriando los neumáticos para salir del lugar, no sin antes que el guardaespaldas de Sonia, efectuase unos cuantos disparos al aire para  atemorizar a los habitantes de la colonia que corrían desesperadamente como conejos para esconderse en sus casas.

-         ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Esto es lo que se merecen estos holgazanes!. Comento el chulo musculoso nada arrepentido. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡A Sonia le va a encantar!!!. Dijo sonriente.

A la mañana siguiente las fuerzas de orden público restablecieron definitivamente el orden.

Los trabajadores temerosos de las represalias que contra ellos se pudieran tomar pusieron de inmediato fin a sus protestas y por tanto a sus reivindicaciones.

Sonia dio órdenes a su Gerente para que despidiera y echará de sus domicilios a las familias que tuvieran algún miembro implicado en la revuelta.

(Continuará)