SONIA (Las perversiones de Sonia 1)
De pronto, sin saber como, ni que increíble fuerza me indujo a ello, me levanté de mi silla y avancé hasta el tersillo en el que estaba acomodada aquella Divina Dama. Me arrodillé frente a Ella y empecé a besar y a lamer sus soberbias botas.
SONIA 1
El relato que sigue a continuación, dividido en diez partes, es como el resto de relatos publicados por este autor, pura ficción.
Como en la mayoría de guiones, tanto de películas como de novelas, el que escribe no tiene porque suscribir lo que en el se narra.
Personalmente en mi vida cotidiana estoy rotundamente contra la violencia y el totalitarismo.
Esta es una historia para adultos, para personas que sepan discernir claramente entre realidad y ficción.
Pero por muy fantasiosos que sean, todas las historias o relatos, tienen un fundamento real, ya sea una vivencia, un sueño o un deseo.
Este relato, que lo he subtitulado “Las Perversiones de Sonia”, tiene dos veracidades. La protagonista Sonia B.G, es una mujer real, algo altanera y orgullosa, aun que no cruel como la de la narración.
Sirva esta historia como homenaje a esta maravillosa y sensual Dama y a todas las otras no menos sensuales protagonistas.
La otra verdad es mi plena identificación con José, un hombre como yo, nacido sumiso por naturaleza.
Aclarado estos puntos advierto que aun que en un principio el relato es algo flojo, en la parte final se recrudece con escenas de pura y cruel violencia, con ejecución incluida.
Las perversiones de Sonia 1
Des del momento en que Sonia cruzo el umbral de la puerta de mi despacho presentí que mi vida iba a dar un vuelco, como así fue.
Me llamo José Vives, tengo cincuenta y un años y dirijo un bufete de abogados y unas empresas de mi propiedad.
Provengo de una acaudalada familia burguesa. De mi padre herede una copiosa fortuna amasada por mis ascendientes en los dorados años de la industria textil.
De esta época conservaba aun, a parte de la villa rodeada de jardín en la que vivíamos cómodamente con mi familia en la parte alta de la ciudad. La propiedad de una colonia textil fundada por mis abuelos, con trescientas viviendas para obreros, naves industriales, hoy reconvertidas en industria auxiliar de l’automovil y la gran torre señorial con sus bosques y tierras. Además de un chalet en la playa donde solía ir a veranear toda la familia.
Todo ello, junto a diversas participaciones en varias empresas, hacia que mi vida económica fuera sobradamente beneficiosa para mí, además de gozar de un alto estatus social.
Me case bastante mayor con Felisa, una mujer un par de años mas joven que yo; con la que tengo un hijo de diez.
Felisa es una mujer físicamente del montón, muy hogareña y austera, tanto en la forma de vestir como en el comportamiento y muy convencional en el la cama. Últimamente nuestras relaciones sexuales eran más bien esporádicas.
Por lo que a mis tendencias sexuales se refiere, siempre he tenido una obsesa atracción por el mundo de la dominación femenina y del fetiche, sobre todo si esta relacionado con el pie, zapato tacón aguja o cuero.
Desde tiempos que se pierden en la memoria de mi infancia he experimentado una especial fascinación hacia las malas de los cuentos, de las películas, de las novelas etc…
Infinidad de veces e fantaseado con el morbo de ser su esclavo, de estar a su servicio para cometer las mas perversas maldades y más aun si las que me inducían a ello son hermosas y sofisticadas mujeres.
Últimamente me había convertido en un adicto compulsivo a páginas web que tratan sobre el tema, pajeandome casi a diario con ello.
Por lo que mi vida era una constante contradicción entre aquello que realmente deseaba y la cómoda monotonía diaria junto a Felisa y mi hijo. Contradicción, que al no poder realizar mi autentica personalidad, me hacia enormemente infeliz.
- ¡Señor Vives!. ¡La señora Blanco ha llegado!. Anuncio Maria, mi secretaria.
- ¡Por favor!. ¡Hágala pasar!.
Un fuerte taconeo se aproximo a mi despacho.
Cuando Maria abrió la puerta de mi oficina para dar paso a Sonia quede embobado, deslumbrado, la saliva se me atraganto y los nervios trababan mis palabras.
Ante mi apareció una hermosa y esbelta mujer, de porte altanero. Estatura mediana, melena lacia hasta los hombros y ligeramente ondulada hacia adelante en los extremos inferiores. Rubia oscura con mechas negras y flequillo rectilíneo justo encima de unas finas cejas enmarcando una linda cara de ojos marrones.
Sus labios, pese a que no demasiado carnosos, si muy atractivos y sensuales; perfectamente maquillados de un tono rojo brillante que daba la sensación de estar mojados.
Un pequeño pircing brillaba en el lado derecho de su nariz y adornaba una de sus orejas con varios pequeños aros que acompañaban unos gruesos y redondos pendientes de aro.
Vestía una corta chaquetilla de cuero negro con el cuello alzado, dándole un aire así como agresivo, conjuntado con unos ajustadísimos jeens que resaltaban sus maravillosos glúteos.
Me levante de inmediato para saludarla alargándole la mano.
- ¡Por favor!. ¡Señora!. ¡Tome asiento!.
Sus manos eran suaves, sedosas. Sus dedos delgaditos, adornados con varios y gruesos anillos, uno de ellos en el pulgar y terminados en largas uñas de color rojo muy oscuro. Todo ello daba a entender que Sonia era poco dada a las faenas del hogar.
La señora Blanco se sentó en un tersillo de piel. Mientras yo, volvía a tomar asiento tras la mesa de mi despacho. Cruzo sus estupendas piernas enfundadas en unas relucientes y largas botas de cuero negro que le cubrían algo las rodillas por la parte delantera, terminadas en un tacón no muy largo pero si fino y con unas cadenitas incrustadas como adorno en la parte tobillera.
Se despojo de la cazadora quedando con una ceñidísima blusa blanca que dejaba sus tórridos hombros al descubierto, debajo de la cual transparentaba un diminuto sujetador. Se adornaba con un largo collar de perlas de dos vueltas.
- ¡Usted dirá señora Blanco!.
- ¡Pues mire!. ¡Abogado!.
- ¡Por favor!. Me llamo José, puede tutearme.
Sonia sonrió y continúo relatando con melosa voz los motivos de su visita.
- He iniciado un proceso de divorcio de mi actual marido, el caso esta en que tenemos algunos negocios en común. ¡Bastante productivos por cierto!.
Mientras la señora Blanco continuaba explicando sus razones, mis ojos no dejaban de admirar su extraordinaria belleza y mi mente imaginaba las más increíbles aventuras a su lado.
- ¡Bien!. Más que en común, yo soy la socia capitalista y él cuida de que el negocio funcione. Últimamente, por deseo de mi marido, también mi suegra formaba parte de la sociedad. Esta claro que lo que quiero es sacar el mayor beneficio de mi divorcio.
La señora Blanco me entrego un portafolio con diversa documentación que yo empecé a analizar.
De pronto, sin saber como, ni que increíble fuerza me indujo a ello, me levanté de mi silla y avancé hasta el tersillo en el que estaba acomodada aquella Divina Dama. Me arrodillé frente a Ella y empecé a besar y a lamer sus soberbias botas.
Saque mi lengua tanto como pude para recorrer con ella toda su extensión, desde las semi-redondeadas puntas hasta la rodilla, recorriendo toda la caña de abajo hacia arriba con la boca totalmente abierta. Besé y succioné el tacón y lamí incluso sus suelas.
Estaba enormemente excitado, mi polla creció descomunalmente, apretando mis calzoncillos a punto de reventar.
Sonia no se turbo ni se inmuto, no hizo ningún gesto de desagrado ni intención de retirar las botas de mi boca. Alcé la vista hacia Ella, me observaba y sonreía placenteramente como si fuera algo normal que yo estuviese idolatrándola.
Luego, al cabo de un rato, sin mediar palabra alguna. Se levantó y antes de cruzar la puerta se giro hacia mí, que continuaba aun arrodillado en el suelo y con una malévola sonrisa en sus labios dijo….
- ¡Abogado!. ¡Destrozelo!!!!!.
El excitante sonido de sus tacones fue alejándose por el pasillo hasta perderse completamente.
La voz de Maria me hizo volver a la realidad.
- ¡Señor Vives!. ¡Tiene unas llamadas!.
Me apresure a levantarme del suelo para que no me viera en aquella ridícula posición.
- ¡Bien Maria!. ¡Ahora las haré!.
Pero antes tuve que ir al baño para masturbarme y calmar así mi fogosidad.
Unas burlescas sonrisas, tal vez de envidia, aparecieron en los labios de mis subordinados cuando les comunique que yo mismo iba a llevar el pleito de divorció de la señora Blanco.
En los siguientes días me dedique de lleno y exclusivamente al caso. Revisé a fondo toda la documentación que Sonia me había proporcionado, en ella se encontraban algunos datos personales, me di cuenta de que hacia pocas semanas había cumplido sus treinta dos años.
Su bella cara, su cuerpo, sus botas. Todo Ella se había adueñado de mí. Me masturbé infinidad de veces pensando en aquella sublime imagen.
Con la mera excusa de ampliar información llame repetidas veces a su celular, el hecho era poder oírla, escuchar su melosa voz una y otra vez.
Mi ausencia en casa fue cada vez mayor. Felisa, mi esposa, empezó a sospechar que en mi vida había alguien mas, yo me mostraba irritable e incluso violento con ella.
Las discusiones entre ambos eran cada vez mas frecuentes. Llegue incluso a aborrecerla tanto a ella como a mi hijo, les veía como un estorbo en mi vida sentimental, como un incordio entre Sonia y yo, de la cual ahora estaba perdidamente enamorado.
Con Sonia tuvimos un par de encuentros más antes del juicio. Las reuniones trascurrieron con total normalidad, a excepción de alguna que otra malévola sonrisa por su parte.
Una normalidad quizás debida a la presencia de un detective privado al que yo había contratado para investigar a fondo las actividades empresariales y individuales del “marido” de mi clienta.
Con toda la información acopiada y alguna que otra mentirigilla por parte de Sonia, urdimos un plan para hundir a su marido.
- ¡Señora Blanco!. Según mis indagaciones su “esposo” ha cometido varias irregularidades, ello nos da grandes probabilidades de ganar sobradamente el pleito a favor nuestro.
Sonia sonrió satisfactoriamente con mi anuncio.
- ¡Es más!, continué. En caso de ganar, como creo que lo haremos, lo podemos dejar totalmente arruinado.
- ¡Ahora Usted!. ¡Señora Blanco!. Es quien decide si vamos a juicio o intentamos llegar a un acuerdo.
- ¡Abogado!. ¡Vayamos a juicio!. Contesto decididamente la bella Dama.
El día del juicio, Sonia, aunque muy elegante, vestía dentro de los parámetros que se pueden considerar normales. Llevaba el pelo recogido con una cola y un maquillaje muy discreto, sin lucir joya alguna ni laca en sus largas uñas.
A pesar de ello, el señor juez, no le quito el ojo de encima durante todo el proceso.
Al finalizar acompañé a la señora Blanco hasta su lujoso deportivo descapotable, un BMW Z4 Sdrive dos plazas color negro.
Durante el camino reafirme mi mas absoluta confianza de que tal y como había transcurrido el juicio teníamos grandes probabilidades de ganar el litigio.
Antes de subir al auto tome su fina mano y la bese respetuosamente.
- ¿Tan solo la mano?, ¿Hoy?, ¿Abogadoooo?. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!.
Por ganas me hubiera postrado de rodillas y le hubiera besado los pies, pero el temor de ser visto por las numerosas personas que en aquellos momentos circulaban por la calle me impidió hacerlo.
- ¡Me pondré en contacto con Usted cuando tenga noticias sobre la sentencia!.
Fue mi espontánea reacción ante sus irónicas palabras. De todos modos espere a que arrancara el coche y se alejara saludándola con mi mano.
En pocas semanas tuvimos el veredicto, tal y como yo había previsto era totalmente favorable a los intereses de mi clienta.
Ella se quedaba con todas las empresas a más de los beneficios producidos en los años en que estuvieron casados y todas las propiedades que ambos tenían en común.
Una autentica hecatombe para su ya “ex marido”.
Cuando vía teléfono se lo comunique, Sonia no podía parar de reír de júbilo y de emoción.
- ¿Asistirá mi ex... a la entrega de la sentencia?. Pregunto alegre y complacida.
- ¡Puede que sí!. Contesté sin comprender demasiado a que se debía tal pregunta.
- ¡Entonces… ¡. ¡También yo quiero estar presente!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!!.
Aquel día Sonia se presento en los juzgados extremadamente sexy, exhalando glamour por todos los flancos.
Vestía un conjunto de napa negro consistente en una fina chaqueta americana, ceñidísima a su perfecto cuerpo y en la que se marcaban sus prominentes pezones. Con una provocadora abertura delantera en forma de V que le llegaba hasta el ombligo, exhibiendo ambos costados de sus bronceados pechos y dejando entrever que no llevaba sujetador alguno. Conjuntado con una ajustadísima falda tubo de piel, larga hasta las rodillas.
Calzaba unos impresionantes y puntiagudos stilettos cerrados con un corte bajo en los laterales y muy escotados, dejando visibles sus atractivos empeines y un poco de las divisiones de los dedos, con unos impresionantes tacones aguja metalizados de quince centímetros que estilizaba su esplendorosa figura.
Adorna siempre su tobillo una fina cadenita de oro y la imagen de un escorpión tatuado en la piel de la parte superior de su pie derecho.
Completaba su atrevido atuendo un sombrero de alas, también de napa, medio inclinado hacia un costado.
Unas oscuras gafas channel cubrían sus bellos ojos impecablemente maquillados y hacían resaltar sus sugerentes labios rojos perfectamente perfilados con una delgada línea de lápiz negro.
Sus manos cubiertas por unos finos guantes de blonda dejaban entrever unas largas uñas francesas, encima de los cuales lucia un grueso anillo en el dedo índice y otro en el meñique de su mano izquierda.
Cuando la vi, casi me desmayo de la impresión. Me apresure a recibirla como el que recibe a una reina.
- ¡Buenos días!. ¡Señorita Blanco!. Me acerqué a Ella e inclinando la cabeza bese sus enguantadas manos. Sonia me recibió risueña y alegre.
- ¡Como vamos!. ¡Abogado!. ¿Ha pensado mucho en mi?. Me sonrojé ante tal pregunta, era como si adivinara lo colado que estaba por Ella.
Nos llamaron casi de inmediato para que entráramos en la sala donde el señor Juez nos leyó la sentencia. Sonia no podía ocultar su júbilo.
Salio de la sala orgullosa, vencedora, sonriente. Todo lo contrario que Juan, su “ex”, que salio cabizbajo, hundido y sin poder ocultar su desespero.
Casi lloroso.
- ¡Sonia!. ¡Por favor!. ¡Te lo suplico!!!!. ¡Detén esta locura!. ¡Sabes que todo es falso!. ¡Una injusticia!!!!! .......¡Mamá morirá del disgusto!.
- ¡Oooooh!!!!. ¡Poooobreee ma..máááá……!. ¡Avísame!. ¡Que me pondré de luto!. ¡Con braguitas negras!, ¿sabes?. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!!!!.
Sus arrogantes sonrisas resonaron por los amplios pasillos del Palacio de Justicia, mientras su endiosado cuerpo se alejaba taconeando con soberbia.
Me quede unos instantes en medio de los dos, observando a Juan, quien desesperado pataleaba la pared y ahora sí, arrancaba a llorar como un niño.
En aquellos instantes me dio cierta pena, pero mire a Sonia.
- ¡Abogado!. ¿Se va a quedar ahí?.
Como un perrito corrí tras Ella. Su reacción me había parecido extremadamente cruel, pero una extraña corriente de excitación invadió todo mi cuerpo desde la cabeza a los pies.
¡Jodeté!. ¡Imbecil!.Pensé. No me importo en absoluto haber hecho daño a Juan. Mi polla se hincho enormemente marcando bulto en mi entrepierna.
- ¡Abogado!. Grito ahora su “ex”.
- ¡Esta mujer le va ha devorar!
Al fin y al cabo aquello era lo que siempre había deseado, lo que siempre había soñado; ser devorado por una bella y cruel mujer como Sonia, estar a su servicio para ejecutar sus mas perversos deseos.
Al pisar la calle la sorpresa fue monumental, Sonia había alquilado una lujosa limousine para celebrar su estrepitosa victoria.
- ¡Abogado!. ¿Que va hacer ahora?. Antes de que pudiera dar una respuesta.
- ¡Le invito a comer!.
Dude unos instantes, Sonia me suscitaba mucho respeto o quizás temor. ¿Debía aceptar su invitación?. O, al contrario. ¿Galantemente debía ser yo quien la invitara?. ¿Tal vez hacer caso de su “ex” y alejarme completamente de ella?.
Todas estas dudas quedaron disipadas e hice caso de mi polla que con su endurecimiento me indicaba cual debía de ser mi decisión.
La comida, celebrada en el reservado de un famoso restaurante, transcurrió amena y divertida. Sonia pidió para los dos una suculenta mariscada acompañada de un caro champagne francés.
Hacia mucho, pero mucho tiempo que no gozaba de unos momentos tan felices y agradables.
Mientras devorábamos los deliciosos manjares y apurábamos las copas de cava, hablamos entre otras muchas cosas variadas de nuestras vidas, negocios, gustos, etc….
Imaginaba que Sonia era una mujer con un alto poder adquisitivo, como Ella misma corroboro. Su primer marido, del cual enviudo pronto, era un notorio banquero que le dejo en herencia una considerable suma de dinero.
Al final de la comida estaba enardecido por la increíble hermosura de aquella sofisticada Dama, mi polla seguía erguida y mi cabeza no paraba de fantasear con Ella.
- ¡Creo que le debo unas disculpas!. ¡Señorita Blanco!.
- ¿Disculpas?.¿Abogado?.
Continué hablándole….
- ¡Aquella primera cita en mi despacho!. Realmente, no se que me ocurrió, perdí la cabeza y mis instintos me traicionaron. ¡Le ruego perdone mi atrevimiento!. No acostumbro a tener estas confianzas con mis clientes.
- ¡Jajajajajajajajaja!!!!. ¿Se refiere a la limpieza que realizo en mis botas?. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Me encanta que limpien mis zapatos con la lengua!. Fue gracioso y halagüeño. ¡No se preocupe!. ¡Abogado!. ¡Me agrado que me alabara!. Tal vez…. otro día…. me las ponga y le haga una visita. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. Dijo Sonia alegre y animada.
Estaba totalmente fuera de mí, temeroso y titubeando como un principiante, debido a la fatal atracción que aquella esplendorosa y fascinante mujer ejercía en mi persona. Completamente perdido y alocado, decidí confesarle mis más oscuros sentimientos, mis intimidades más recónditas, intimidades que jamás había confesado a nadie, ni siquiera a mi esposa.
- ¡Sonia!. ¡Por favor!. ¡Tómeme como esclavo!. ¡Se lo suplico!. ¡He nacido para ello!. ¡Para servir a una Dama como Usted!.
- ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!!!!. ¡Divertido!!!! ¿verdad?.
- ¡No seee!!!!!. ¡Pero por lo pronto!. Dijo Sonia con una depravada pero bella expresión en su rostro.
- ¡Abogado!. ¡Metese debajo de la mesa y pegue su boca en mi vulva!. ¡Tengo ganas de mear y no quiero levantarme!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!.
Me soltó con descaro e impúdica desvergüenza.
No sabía que hacer, que dirían de mí si alguien me veía en aquella ridícula posición. Pero por otra parte lo deseaba, lo deseaba enormemente, aquella era una de mis más anheladas fantasías.
Me ruboricé, observe la linda cara de Sonia que sonreía con picardía esperando mi humillación, señalando al suelo con uno de sus bellos y anillados dedos.
Al fin, haciendo caso otra vez de mi polla, me arrodille bajo la mesa. Sonia, abriéndose de piernas se subió un poco la falda.
- ¡Sorpresa!!!!. ¡No llevaba braguitas!. Su sexo estaba completamente depilado.
Tal y como Ella me lo había ordenado pegué mis labios a su coño.
- ¡Camarero!!!!.
¡Dios mío que bochorno!. ¡Pensé yo!. Suerte que el mantel era largo y me tapaba un poco.
- ¿Que desea, Señorita?.
- ¡Tráigame un wissky con hielo!.
- ¿Que le ocurre al caballero?. Pregunto el muchacho a Sonia. ¿Puedo ayudarle en algo?. Dijo esta vez dirigiéndose a mí.
- ¡Oh no!. Contesto Ella al instante. ¡Se le ha caído una lente y la esta buscando!. ¡Jajajajajajaja!!!!.
- ¿ Tomará alguna copa el señor?.
En aquel mismo momento un chorro de su caliente lluvia dorada penetraba en mi boca.
Malévolamente sonriendo Sonia contesto por mí.
- ¡Esta tomando el mejor champagne de su vida!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!!!!.
Sabia a una mezcla ácida y salada, pero la encontré riquísima, y mas viniendo de quien venia.
Tragué hasta la ultima gota de sus orines procurando no mancharme el traje. Jamás hubiera podido creer que se hiciese realidad aquella tan deseada fantasía y además por una increíble Dama como Sonia
Eyacule y fue tan intenso el placer que obtuve, que jamás, en ninguna otra relación con mi mujer, había alcanzado semejante orgasmo.
Corrí como una bala hacia al baño para impedir que el viscoso liquido seminal atravesara mis calzoncillos y manchara el pantalón de mi traje y así tener que pasar la vergüenza y la incomodidad de ir visiblemente mojado.
Saque mis pringados calzoncillos y los tiré a la basura. Cuando volví a la mesa, Sonia ya estaba pagando la cuenta.
- ¿Todo bien?. ¿Abogado?. Pregunto con irónica sonrisa.
- ¡Excelente!. Atine a contestar.
- ¡Entonces!. ¿Qué tal le parece si me acompaña de shopping?. Dijo con dulce voz poniendo sus lindos labios en boquita de piñón.
Cuando el chofer abrió la puerta de la pomposa limousine y Sonia puso el pie en el suelo apeandose altivamente del coche, la expectación entre los numeroso transmutes que circulaban por las calles del exclusivo barrio comercial donde se concentran las mejores tiendas de alto standing de la capital, fue máxime.
Su sensual vestimenta, junto a los voluptuosos movimientos de su estupenda figura, hacía que Sonia fuera objeto de numerosas obscenas miradas.
- ¿Sabe una cosa, Abogado?. Me susurro a la oreja.
- ¡Me encanta ser observada y deseada!. ¡Levantar pasiones y pensar que se masturban por Mí!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!!.
- ¡Aquella situación me estaba poniendo otra vez a mil!. Reflexione interiormente.
Recorrimos infinidad de boutiques de toda clase de moda y complementos. En unas se compraba jeens, en otras blusas, leggins, zapatos, perfumes.
Yo iba cargando con todos los paquetes, su tarjeta iba que echaba chispas. Pero quizás el mayor despilfarro de la tarde fue al entrar en una lujosa joyería.
Sonia se encapricho de una bonita gargantilla en forma de racimo de uva de fina pedrería con un zafiro en el centro, conjuntado con unos largos y finos pendientes y un grueso anillo de brillantes.
La joyería estaba atendida por un joven y apuesto dependiente. En aquellos momentos en su interior se encontraba un matrimonio de avanzada edad que se disponían a abandonar el establecimiento.
El abuelo se quedo pasmado mirando a Sonia, a lo que Ella le dedico una de sus sensuales y provocadoras sonrisas.
Tal actitud hizo cabrear enormemente a la vieja, que bronqueo a su marido divirtiendo animadamente a Sonia.
- ¡No seas tan descarado y deja de mirar a esta sinvergüenza!. Dijo la vieja a su marido.
Pero al abuelo se le iban los ojos tras Sonia. Finalmente su esposa logro arrancarlo de la joyería.
- ¡Por favor!. Dijo Sonia al apuesto joven. ¿Puedo probar este bonito conjunto?.
- ¡Por supuesto!, ¡Señorita!. ¡Tenga la amabilidad!. Dijo él, señalando hacia un pequeño pero lujoso sillón situado frente a un gran espejo.
El establecimiento estaba decorado al estilo rococó, bastante recargado de adornos dorados.
El muchacho se mostraba algo inquieto, no paraba de mirar con expresión de sumo deseo a la despampanante mujer que tenia delante. Con la mirada la devoraba y la deseaba. Gesto este, que no paso, por supuesto, desapercibido por la bella Sonia.
Procedió entonces, el dependiente, a abrochar la suntuosa gargantilla en el majestuoso cuello de la Señorita Blanco. En aquellos instantes, Ella empezó una serie de provocaciones y perversas insinuaciones que hicieron sonrojar al joven.
- ¡Que le parece!. ¿Me sientan bien estas preciosas joyas?. ¿Estoy hermosa con ellas?
Dijo Sonia mirando lascivamente al apuesto dependiente y acariciándose sus erectos pezones por encima de su chaquetilla, al tiempo que se le insinuaba lamiendo con la lengua sus sugerentes labios.
El muchacho dirigió su temerosa mirada hacia mí, quizás, pensando que era el marido de aquella desvergonzada pero hermosa mujer y temiendo una violenta reacción por mi parte.
Me encogí de hombros, haciéndole así entender que me resignaba y que nada podía hacer ante tal actitud. Supongo que el muchacho pensó, ¡vaya pelele!.
Sonia prosiguió acosando ardientemente a su victima. Abrió su chaquetilla de napa y dejo sus firmes y esplendorosos pechos al aire.
Agarro la corbata del joven y acercándolo a sus labios lo morreo apasionadamente. Visiblemente inquieto, el dependiente, no cesaba de mirar hacia la puerta.
- ¿Angustiado por si alguien entra?. ¿Cariño?. Pregunto Sonia con sensual voz.
- ¡No temas!. ¡Mi perro mirará que nadie nos moleste!. ¿Verdad?. Dijo Sonia con su excitante boquita de piñón dirigiendo su perversa mirada hacia mí, al tiempo que lanzaba una sonora carcajada.
- ¡Jajajajajajajajaja!!!!!!!!.¡Jajajajajajajajajajaja!!!!!!!!!.
Me sentí francamente humillado y menospreciado, pero algo en mi interior me decía que aquello era lo que anhelaba y tanto tiempo deseaba. En fin, me agrado que Sonia me tratara así, como a un perro.
Y como un perro me fui hacia la puerta para vigilar que nadie perturbara la intimidad de mi deseada Ama.
Sonia termino por despojarse de su sexy vestimenta y el joven, sucumbiendo ante el poderío de su maravilloso cuerpo y la perfección de cada poro de su piel.
Adornaba su ombligo un precioso percing de largo pendiente brillante, resaltando encima de su bronceada piel una fina cadenita dorada rodeaba su estrecha cintura.
Sonia desabrochaba impulsivamente el cinturón del pantalón al atractivo dependiente, mientras este, hacia lo mismo con su corbata.
Sus libidinosas miradas reflejaban pasión y lujuria. Ella le arranco violentamente los botones de la camisa para chuparle con delirio sus diminutos pezones.
He de admitir que el joven era guapo y muy agraciado. Alto, de carnes prietas medianamente musculosas y torso totalmente depilado. Ojos azules y pelo semi-rubio.
El ímpetu de Sonia no tenia espera, con unas pequeñas tijeras que tenia a su alcance corto, sin reparo alguno, los slips al muchacho, dejando al aire una tiesa y firme polla que ella masajeaba lentamente de arriba abajo con sus enguantadas manos, mientras que sus rojos labios recorrían el cuello de su victima hasta alcanzarle la boca.
Sus lenguas se entrelazaron en un calido y apasionado morreo al tiempo que Ella, sentada en el mostrador, rodeaba la cintura del elegante empleado de la joyería con sus maravillosas piernas terminadas en aquellos sensuales stilettos de piel negra brillante.
El joven lamía y besaba los erectos pezones a Sonia y ella forzaba con sus manos su cabeza para que siguiera chupándoselos.
- ¡Así!!!. ¡Así!!!!. ¡Sigue!!!. ¡Sigue!!!!. ¡Sigue!!!!. ¡Así!!!!. ¡Uaf!!.¡Uafff!!!!.
Su lengua recorría la suave y tórrida piel de Ella. De los pechos a las axilas y de allí al cuello.
Des de la puerta podía oír los exaltados gemidos de placer que descaradamente y sin ninguna consideración hacia mi, emitían ambos amantes.
De vez en cuando giraba la mirada hacia ellos, envidiando enormemente su posición y asistiendo forzosamente pasivo ante tal demostración de desenfrenado libertinaje.
Empujándole hacia abajo, Sonia, obligo al muchacho a ponerse de rodillas entre sus estupendas piernas para que le comiera el coño.
- ¡Ua!!!. ¡Uaaa!!!!. ¡Chupa!. ¡Chupa!!!!. Gritaba Sonia acaloradamente mientras se magreaba los pechos y recorría los labios con su lengua.
El introducía la suya en el interior del clítoris de la excitada Dama. Las sugerentes muecas del bello rostro de Sonia indicaban que estaba percibiendo un salvaje placer.
Fogosamente el dependiente se levantó y agarrándola fuertemente por los glúteos introdujo lentamente su hinchado pene en el coño de esta.
Ella, que se había despojado de uno de sus finos guantes de tul, clavaba sus largas uñas y arañaba con pasión la espalda del joven dejándole marcados cuatro surcos rojos.
Ambas bellezas empezaron entonces unos entusiasmados bamboleos, acompañados de profundos e intensos gemidos y jadeos de placer, terminando con un espectacular y sonoro orgasmo.
Sonia pago con su tarjeta los quince mil euros que valían las lujosas joyas que aun llevaba puestas embelleciéndola enormemente y con las que había hecho el amor con el galante empleado.
Al salir de la joyería con un tono despreocupado me comento;
- ¡Un caprichito!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!!.
En una boutique de alta costura compro un precioso vestido de tul negro, muy fino y transparente, adornado con unos bordados de pequeños cristales, sin hombros y con un brutal escote en la espalda y otro en la parte delantera que apenas si le tapaba los pechos, largo hasta los pies pero con una raja lateral hasta la cadera.
Entremos luego en una lujosa zapatería italiana, especializada en calzado de tacones aguja fabricados artesanalmente con piel autentica. Un verdadero festival para mis delirios fetichistas.
- ¡Mire!. ¡Abogado!. ¡Que hermosura de zapatos!. Los tacones altos son mi gran debilidad, tengo una verdadera colección de ellos. ¡Son tan elegantes!. ¡Me hacen sentir sexy, poderosa y atractiva!. ¿No le parece?.
- ¡Por supuesto!. ¡Señorita Blanco!. ¡Esta Usted Maravillosa con ellos!. Atine a contestar.
Todo indicaba, por la manera con que recibieron a Sonia en aquella boutique, que era una habitual y considerada clienta de la casa.
Una jovencísima muchachita atendía, con poca experiencia pero con delicadeza y entrega, a la Señorita Sonia Blanco.
Iba y venia según Sonia le indicaba, trayendo ahora unas sandalias, ahora unos salones, stilettos, otras sandalias etc, etc…..
La muchacha se postraba en el suelo para acomodar y probar los zapatos al hermoso pie de Sonia. Esta la observaba sonriente, hasta que… , abrochándole una hebilla de unas pomposas sandalias doradas le pellizco un poco la delicada piel de su pie.
- ¡Estupida!. ¡Me has pellizcado!.
- ¡Perdón!. ¡Señorita!. ¡Le suplico mil disculpas!.
- ¡Disculpas!. ¡Inútil!. ¡Eres una inepta!.
Los ojos de la muchacha empezaron a llenarse de lágrimas que resbalaban por sus mejillas.
Al oír los gritos de Sonia y percatarse de su enfado, el encargado del establecimiento acudió de inmediato.
- ¿Que ocurre Señorita Blanco?.
- ¡Esta zopenca me ha pellizcado!. ¡No se como pueden tener un personal tan incompetente!.
- ¡Oh!. ¡Por favor!. ¡Señorita!. ¡Le ruego acepte mis disculpas!. ¡Vete inútil!. ¡Luego hablamos!.
La muchacha temblorosa y llorando se retiro apresurada hacia la trastienda.
Fue entonces el mismo encargado, arrodillándose ante Sonia, quien con suma delicadeza acomodo las lujosas sandalias a sus pies.
- ¿Qué tal se las encuentra Señorita?.
- ¡Bien!. ¡Muy bien!. Dijo Ella levantándose de su asiento y dando unos pasos por la sala.
- ¿Que le parece abogado?. ¿Combinarán con el vestido de tul que me he comprado?.
- ¡Perfectamente!. Le contesté.
Las sandalias, con unos tacones de doce centímetros, iban sujetadas al tobillo por una fina correa que llevaba incrustados unos pequeños brillantes de adorno.
Otra tirita de igual forma, pero un poco mas ancha, sujetaba el pie por encima de los dedos dejándolos totalmente al descubierto, un dragón de metal dorado actuaba de separador y adornaba elegantemente el empeine.
- ¡Me las quedo!.
El encargado se dispuso a despojar las sandalias de los pies de Sonia. Esta, acomodo su desnudo pie en la espalda del apoderado, mientras el deshacía la hebilla de la otra sandalia.
- ¿Que ara con la muchacha?. Pregunto Sonia con una maliciosa sonrisa. El hombre levanto la vista hacia Ella, estaba bellísima, irresistible.
- ¡Dígame!. ¡Usted que sugiere!. ¿Señorita Blanco?.
- ¡Despídala!. Contesto Ella expeditivamente y sin remordimientos.
El encargado se quedo por unos instantes reflexivo, con la mirada perdida en ninguna parte, seguramente pensaría que aquello era demasiado castigo para una inexperta y pobrecita joven.
Sonia todavía con su hermoso pie apoyado en su espalda, lo observaba alegre y divertida,
- ¡Esta bien!. ¡Así lo haré!. Dijo el encargado quizás temiendo que la Señorita Blanco no se exclamara ante los jefes superiores..
- ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!!!. Sonia lanzo una fuerte carcajada al tiempo que ponía su sugerente boquita de piñón y lanzaba un encantador beso al encargado.
- ¡Me complace enormemente su comportamiento!. Propondré a sus jefes, a los que me une una buena amistad, un aumento de salario.
Sonia giro su seductora mirada hacia mí y como exigiendo mi aprobación dijo frívolamente.
- ¿Correcto?. ¿Letrado?.
Quede mudo, mi silencio indicaba un acatamiento total a sus extravagancias. He de confesar que aquella despótica situación por parte de Sonia me ruborizo y en un principio sentí vergüenza ajena.
Pero superado este primer momento, una fuerte fascinación hacia Ella invadió mi pensamiento, allí mismo me hubiera arrodillado para mostrarle, ante el encargado, mi mas sincera devoción.
(Continuara).