Sonia

Una mañana con una amiga

Aun recuerdo aquella mañana en que ella vino a bañarse en la piscina. Llevaba un bañador amarillo que resaltaba sus grandes tetas, esas tetas que me volvían loco, que me entraban unas ganas de… en fin.

Después del baño subimos al piso a comer algo, me preguntó por el baño, y mientras se dirigía allí, yo fui a la cocina a sacar algo para comer. La vi pasar dirigiéndose a la sala, se había puesto una camiseta. Cuando terminé llevé unas galletas a la sala, y allí estaba ella, tumbada boca abajo en el sofá, esperando…

Comencé a masajearla la espalda, con el movimiento la camiseta se iba subiendo, y vi asombrado que no tenía puesto el bañador, ¡no tenia nada debajo de la camiseta!

Seguí con mis manos por su espalda, y efectivamente no notaba ni rastro del bañador.

Me empecé a poner nervioso, veía su culo desnudo al final de la camiseta, y comencé a deslizar mis manos mas abajo, por los costados primero, luego por la curva que hacia su trasero, hasta llegar a la carne, a esa carne dura que era su culo, todo para mi, como mirándome, mientras mis manos no dejaban de moverse, acariciándola.

Le dije: - ¿estas desnuda por mí?

-Claro. Es lo que quiero, que me sigas acariciando.

Yo no paraba y seguía, ya sin ningún pudor, levantando más la camiseta a cada movimiento. Tenía ya su culo y su espalda a la vista, pero esperaba algo más.

-Date la vuelta – le dije, ya a sabiendas que no me iba a decir que no.

Ella se giró despacio, todavía con la camiseta cubriéndole esos pechos que no tardarían en ser vistos. Le levanté la camiseta dejando al descubierto sus grandes tetas, que hicieron que mi polla se pusiese dura en un momento.

Cogí esos pechos con las manos y un gemido salió de su garganta, empecé a masajearlos en círculos, y notaba que sus pezones se ponían duros, parecían garbanzos que entraban ganas de comerlos, y yo los iba acariciando a cada movimiento, ella cerraba los ojos y notaba su placer, también notaba mi placer, mi polla estaba tiesa debajo del bañador, ansiosa por salir.

Acerqué mi boca a sus pezones y comencé a chuparlos, a darles mordisquitos, a rodearlos con mi lengua, que se movía arriba y abajo, a izquierda y derecha, tenía sus pezones en mi boca, comiéndolos, sorbiéndolos.

Sus gemidos eran continuos, mis manos de deslizaban por sus tetas, su estomago, y bajaba a su pubis, cubierto con una mata de vello negro, que ocultaba su rajita, que estaba húmeda  cuando deslicé un dedo por ella, subiendo y bajando despacito notando sus jugos mojándome el dedo. Notaba sus espasmos, sus gemidos eran ya grititos de placer,  sus movimientos mas intensos, notaba su respiración en mi boca cuando me la estaba comiendo, sus latidos en mi dedo cuando lo introduje en su raja, buscando el clítoris para darle el placer que estaba deseando, que llegó de repente, con un movimiento intenso y un largo gemido, y una relajación invadió su cuerpo.

Me sentí orgulloso de haberla llevado al orgasmo, y mientras acariciaba su cuerpo suavemente, la pregunté si estaba bien.

-¡ufffff! –digo ella, mas que habló, respiró fuerte.

Estuvo un rato sin moverse, solo yo la besaba, despacito, a lo largo de su cuerpo, ahora en la teta, ahora en el ombligo, ahora en un costado, ahora en el hombro, tenía su cuerpo desnudo a mi merced.

Fui deslizando mi boca hasta llegar a su pubis.

-Noooo, dijo ella

-¿Por qué? ¿no te gusta aquí?

-me gusta demasiado, por eso.

-Entonces, déjame que siga.

Mi lengua se deslizaba por su vientre, bajando hasta sus muslos y subiendo de nuevo, con un suave movimiento la separé las piernas, y mi boca se adueñó de esos pelitos que tanto me gustaban, la metí la lengua por su raja, y la moví hacia arriba y abajo, como intentando abrirla, con rápidos movimientos.

Noté que su cuerpo se tensionaba de nuevo y eso hizo que mi polla, que se había bajado cuando tuvo su orgasmo, volviese a un estado de dureza, preparada para meterse cuando su dueño apartase su boca de aquella raja que volvía a mojarse por el placer de tener una lengua juguetona dentro.

Sentí su segundo orgasmo cuando mi boca mordía aquella pepita de carne jugosa que remataba su raja, hizo que el olor de sus jugos ascendiese a mi nariz, tan cerca que la podía meter en ese coño jugoso, húmedo y caliente.

La besé en la boca mientras la cogía de la mano y la llevaba al bañador que estaba a punto de estallar por esa polla que la había puesto tan dura.

Su mano me la acariciaba por encima del bañador, y subiendo hasta meterse por dentro del cordón que lo cerraba.

Lo solté y ella me bajó el traje de baño poniendo a la vista ese pene tieso que la miraba con su único ojo.

No es que yo la tenga de un tamaño grande, vamos, normalita, de unos 15 cm, mas o menos, la verdad es que no tengo interés por medirla, simplemente que funcione.

Ella me empezó a acariciarla sacando el glande y acercándola a su boca, notaba su aliento en la punta del capullo, y poco a poco se fue acercando hasta que sus labios se cerraron sobre mi polla.

Un estremecimiento de placer sacudió mi cuerpo, mientras notaba como su boca se deslizaba hasta el fondo, casi tocando mis huevos, notando el calor de su garganta, su respiración. Sus manos acariciándome los huevos a punto de estallar, de soltar todo lo que tenían acumulado.

Cuando no pude mas, la dije que parase, tranquilamente, la dije que quería follármela, metérsela hasta dentro.

-¿tienes condones? – me preguntó

-No, no sabía que íbamos a hacer esto.

-Bueno, no importa, pero ten cuidado, por favor.

-Lo tendré.

La giré, hasta que mi pecho tocó su espalda y mis manos se apoderaron de sus fantásticas tetas, y agarrando fuerte la apreté contra mí.

Metí mi polla entre sus muslos y me fui deslizando, abriéndole las piernas, hasta que la punta encontró su coño, todavía húmedo, ella la cogió y la fue deslizando por su raja, hasta que en un momento la introdujo entre sus mojados labios mientras yo empujaba a la vez que por detrás cogía sus tetas y las apretaba con los pezones entre los dedos.

Noté como mi polla entraba en aquella raja caliente y húmeda y comencé a moverme, a darle golpes por detrás, mientras gritaba al notar aquella cosa dura deslizarse adentro y afuera en su coño.

Yo seguía cada vez con más fuerza, mas rápido, hasta que noté su estremecimiento, entonces saqué mi polla y no pude más, dándole la vuelta solté toda mi leche sobre sus tetas, que subían y bajaban al ritmo de su fuerte respiración.

Yo también me movía fuerte, había sido un gran orgasmo, me tumbé sobre ella, mas bien sobre sus tetas, notándola respirar, mientras la decía:

-No me olvides, Sonia.

FIN