¿Son cuernos o no lo son?: corrección
Un marido tiene la fantasia de ver a su mujer con otro u otros hombres,pero sin ser cornudo y no para hasta encontrar una solución, lo conseguirá... ¿Son cuernos o no lo son?
¿Son cuernos o no lo son?
¿Cómo empezar mi historia?
Somos un matrimonio que andamos sobre los 40. Llevamos toda la vida juntos, desde antes de la universidad. ¿Cómo describirnos físicamente? Aunque suena muy aburrido somos normales. Yo 1´76 y 70 kilos de peso. Me gusta el deporte e intento conservarme en forma. Ella 1´68. Sobre los 68 kilos, poco culo pero si unas grandes tetas a las cuales los niños, la edad y la gravedad han pasado factura. Pero todavía son muy apetecibles. Pelo castaño, liso y largo. No es un bombón pero tendría su público, si no fuese porque hay monjas que visten más a la moda…
Yo alguna vez la había insinuado hacer un trio o hacerlo en público, o hacer algo distinto del misionero, las pocas variantes que hacíamos. Una pequeña mamada pero sin dejarme correr ni en su cara o boca, nada de sexo anal y ella encima como que tampoco, una vida sexual triste y monótona. Además ella no quería ni por asomo cambiarla. Dentro de esta más absoluta normalidad yo alguna vez había tenido un pequeño escarceo, pero pocos ya que en una ocasión se enteró. ¿Y cómo se enteró? Pues lo típico… Me dejé el ordenador encendido y el correo abierto… Como os imaginaréis muy listo no soy.
Y así pasaban los días y los meses, y en uno de esos escarceos con la chica que estuve me comento que ella y su marido habían tenido la fantasía de hacer un trio y habían puesto un anuncio en internet y les habían contestado de todo. Pues ni cortó ni perezoso me aventure a la feliz idea de cumplir una de mis fantasías que es ver a mi mujer follar con otro. No por el hecho de querer ser cornudo, que no lo quería ser (y me preguntareis ¿cómo puede ser eso de ver a tu mujer follar con otro y no ser cornudo? pues os lo explico).
Mi fantasía siempre había sido ver follar a mi mujer con otro tío o con varios, y si fuera posible de forma dura y con un tío bien dotado que la dominase y la usase, es decir, que la hiciese las cosas que a mí no me deja hacerlas. Correrse en su boca y cara, que le cabalgase, la pusiese a cuatro patas y le hiciese el culo, o dos tíos a la vez, pero siempre teniendo yo el control de con quien, cuantas veces y que solo fuese sexo, y no hubiese entre ellos ningún sentimiento. No sé si será solo mi fantasía o habrá más gente con esta fantasía, así que me lancé a ver si alguien me ayudaba a conseguirlo y puse el mensaje en internet.
Tuve un éxito relativo. Desde el típico que me decía ¿cuándo quedo con ella y me la follo? a quien solo quería fotos de ella. Pero hubo algunas personas que si me entendieron e intentaron ayudarme. Unos haciéndose pasar por amigos e intentando en alguna cena que ella cediese, algún otro que se ofreció a darla un masaje que yo pude observar oculto (pero no le dejo hacer nada). Incluso alguno me propuso que la atase a la cama y él entraba y se la follaba (idea que ni ella se iba a dejar ni yo quería perderla).
Con el paso del tiempo ya me había olvidado de todo, pero haciendo limpieza de las tarjetas del móvil y del correo vi un mensaje viejo y decidí volver a publicar el mensaje pidiendo ayuda. Y por supuesto volvieron a decirme las mismas cosas que la otra vez que no funcionaron, pero hubo un mensaje que fue distinto. Era sencillo y preciso: “Si quieres yo sé cómo conseguirlo”. Y por supuesto le escribí a ver cómo podía hacerlo.
Cuando pasaron 3 o 4 días le volví a escribir, ya que no había tenido contestación. Entonces me contesto que él tenía 54 años y que podía conseguir burundanga y con eso lo podíamos hacer rápidamente. Le conteste que quería más detalles. El volvió a tardar otra semana y después de que yo le escribiese dos veces más diciéndole si había leído mi mensaje me contesta que tenía unos amigos que la podían conseguir. Y que él me diría como dársela y otros detalles, pero que esos amigos querrían algo a cambio. Yo le dije que de acuerdo, pensando que lo querrían seria participar ellos, pues le dije que de acuerdo que me fuese contando.
Lo primero que me dijo fue que eran dos chicos y que sería con todos. Y que para seguir tenía que enviarle mi número de móvil y unas fotos de cuerpo y cara de mi mujer. Ahí me entró miedo por si salía algo mal o simplemente no lo iba aguantar, pero me dije que para adelante y envié esas fotos.
Otras dos semanas sin saber de él. Hasta pensé que lo que había querido eran las fotos y que todo era mentira. Y cuando ya me sentía como un tonto engañado me llama un número desconocido y me dice que es Mario y que me ha enviado un correo. Que si quiero seguir con ello que le conteste a dicho correo, que luego el me llama y me da más instrucciones, pero que tengo solo 30 minutos para contestar o que me olvide.
El correo era escueto pero conciso. Que uno de ellos es gay y con quien quiere hacerlo es conmigo mientras él lo hace con mi mujer, y que no me preocupe que la tiene muy pequeña y que por detrás con lubricante no me iba a dar cuenta. Pero entre que abrir el correo en el móvil y el tiempo de leerlo casi habían pasado los 30 minutos y no sabía que decirle. Y dije que eso lo podía aguantar, que si lo hacía.
A los cinco minutos me llama y según escucho su voz la siento algo distinta, más fuerte y controladora. Y me dice que para quedar el plan es sencillo. Un día nos vamos a hacer los encontradizos cuando nos vayamos a casa y decimos que somos compañeros de trabajo y que me he quedado sin batería. Me invitas a subir para dejarme un cargador y allí me ofreces una cerveza (ya antes le habremos dado la burundanga). Y así, él en casa comprobará que le hace efecto y será cuando llamaremos al resto para que suban. Me pregunta que sí está claro. Yo le digo que sí.
Entonces el me pregunta si conozco los efectos de la droga y los problemas de hacerlo. Yo digo que más o menos, que se duerme y que ella no se acuerda de nada al día siguiente, que es ilegal y nos pueden acusar de violación… Me dice que sí, pero en parte que lo de ilegal es así y que lo que no se acuerda también, pero que no se duerme. Lo que hace es no tener voluntad y ceder a los caprichos de los demás. Que es como si estuviese despierta. Lo único es que va hacer lo que él diga sin rechistar, que si lo voy aguantar. Yo digo que sí y él me dice que ya me dará más detalles.
Me llama el viernes, pronto, y me dice que esta noche. Yo le digo que iba a celebrar mi cumpleaños con mi mujer y que los niños se iban con mi cuñada, con que perfecto, quedamos sobre las 12 cuando volvamos de cenar en el bar que está debajo de mi casa para el encuentro.
¡Menudo día pase! No me salió nada a derechas por los nervios. Tanto es así que hasta que no estábamos terminando en el restaurante no me di cuenta que mi mujer se había puesto una falda con vuelo debajo las medias que me gustan, zapatos de tacón y arriba una blusa blanca con un sujetador de media copa que solo se le había puesto dos veces y en casa. Estaba realmente guapa.
Terminamos en el restaurante y ella me dice que si tomamos una copa o vamos a casa. Que esta para nosotros solos. No me lo acabo de creer pero ya no había vuelta atrás, y digo que para casa. Cuando pasamos por la puerta del bar como habíamos acordado le doy un toque sin que se entere mi mujer y el sale y ahí empieza la actuación.
Que tal estaba, que si tomamos una copa juntos, y mujer diciendo que no, que teníamos prisa y que ella se quería subir, que le hacían daño los zapatos… Tanto que yo creía que se iba al traste todo, pero al final dijo que una coca cola, pero rápida. Pedimos y veo que él en la coca cola echa un líquido y se la da mi mujer. Y cuando se lo toma dice lo de la batería y le invito a subir para coger un cargador. Mientras subíamos yo iba muerto de miedo.
En casa le ofrezco una cerveza y él se sienta en el sofá al lado de mi mujer. Entonces me doy cuenta de que hacen una buena pareja y que él es realmente un hombre muy atractivo con 54 años, pero no los aparenta con su camisa blanca desabrochada que se le ve el pecho depilado, unos vaqueros ajustados que marcan 1´80 de altura, un tatuaje discreto en el brazo y sobre todo se le ven horas de gimnasio.
Desde esa distancia que no sé qué hacer les veo hablar muy amigablemente, como si yo no estuviese. Él controla todo. Incluso un par de veces la coge de la mano y ella la primera vez la rechaza pero la segunda ni se inmutó.
Entonces le oigo decir a él que ¿dónde está esa cerveza que le había ofrecido? Me doy cuenta que llevaba más de 10 minutos mirando sin moverme. Voy al frigorífico a por las cervezas y cuando vuelvo me quedo sin palabras. Encuentro a mi mujer comiéndole la boca. Pero un beso apasionado, tanto que cuando se separan para coger la cerveza veo a mi mujer con los ojos cerrados, la boca abierta y la lengua medio fuera deseando volver a sentir otra vez la lengua de él.
Me dice que si no me he olvidado algo en el bar, como habíamos acordado, pero yo no quiero irme. No quiero dejarle solo. Todo es más real de lo esperado y va muy deprisa. Él al ver que no me movía me dice que baje, que ellos salen a la galería. Así ven que no me paro a tomar algo en el bar. Eso me da tranquilidad, pero salgo corriendo de casa para coger la cazadora y subir con sus amigos. Aunque lo que realmente quería era llegar a la calle para ver lo que hacían en la galería y lo que veo me encoge el corazón. Les veo a los dos abrazados besándose como dos novios con la mano en su culo y la blusa tan abierta que si estuviese a su altura la vería el pecho. Y de repente siento una voz que me dice: ¿tú eres César? Digo sí. Soy Abel, te estaba esperado. Mi compañero si viene ya nos avisará. Lo que veo me sorprende, un chico joven y muy educado. Mira para arriba y me dice: vamos, ¡que estos ya han empezado sin nosotros!
Subimos rápido y cuando entramos en casa ellos entran en el salón. Entonces veo lo que me imaginaba desde la calle. Ella va con la blusa desabrochada y él dice: ¡ya estamos todos! Además ella ya estaba preparada, la sube la falda y muestra que va sin bragas. Lo que no sé si se las ha quitado el o no las llevaba. Yo sigo mirando a mi mujer para ver los efectos de la droga pero sigo sin verlos. Llevaría razón el que no se notan, lo único que veo que mi mujer solo sonríe y no se mueve. Él, en un gesto de saber lo que hace, la atrae hacia sí y la besa. Veo como sus lenguas se mezclan pero también como los brazos de ella le abrazan y sobre todo como la mano de él va directamente a su entre pierna. Ella se separa su boca de él y se le escapa un suspiro y me doy cuenta que hace mucho que no la escuchaba uno. Él sigue jugando con sus dedos en su coño y en nada veo como ella se apoya en su hombro y le tiemblan las piernas. ¡No me lo creo! En menos de 5 minutos mi mujer ha tenido su primer orgasmo. Cosa que conmigo muchas noches no sucede.
Yo sigo parado como un tonto. Abel me saca de mi trance besándome el cuello desde atrás y tocándome el paquete, diciendo que no me preocupase que todos íbamos a disfrutar Ya no me acordaba de la segunda parte. Diciendo que ojala solo fuese eso. Mario dice que porque no vamos todos al dormitorio, que estaremos más cómodos. Los primeros en ir fueron Mario y mi mujer, luego Abel y yo, como dos minutos más tarde, porque no supe reaccionar. Salí rápido hacia el dormitorio y cuando llegué dije: ¡joder que velocidad! Mi mujer con la blusa abierta, sin la falda y de rodillas. Y de frente a ella y de espaldas a mi Mario sujetando con las manos la cabeza de mi mujer la marcaba el ritmo, mirándome y diciendo: “ves como parece que no ha tomado nada”.
Yo no sabía qué hacer. Si echarles a todos, irme de allí llorando o verlo creyendo que controlaba todo. Pero sabía que en el fondo no era así. Quien decidió todo fue Abel, que me saco mi polla y se la puso a chupar. Entonces yo me relajé y me puse a mirar como ella se la chupaba a Mario. Después de cinco minutos solo viendo el moviente de la cabeza de ella, se separan y dice: “Habrá que desnudarse todos”. Rápidamente nos desnudamos todos y lo que vi me sorprendió. Mario estaba totalmente depilado y tenía una señora polla, que parecía enorme, sin ningún pelo. Entonces miro la de Abel (no es que la tuviese pequeña pero al lado de la de Mario lo parecía, lo que en el fondo me consoló).
En esto que Mario coge a mi mujer, la tumba en la cama y la empieza a comer su coñito a la vez que juega con sus dedos dentro de su ano, como diciendo te lo estoy preparando para luego. Ella se retuerce y gime como diciendo lo que tú quieras y no me doy cuenta que Abel está haciendo lo mismo con mi ano.
En esto que Mario trepa por mi mujer y empieza a comerle los pechos, se los aprieta, se le marca su pezón que se ve enorme nunca se lo había visto. Así, sigue para arriba hasta llegar a la boca de mi mujer que le espera ansiosa con la suya. Se comen la boca pero no solo eso, sus manos se acarician, se mezclan con el pelo, se les ve como si fuesen enamorados. Él me mira como diciendo “aprende” y me guiña un ojo como diciendo “ya”. Y lo veo como se levanta un poco y lo que llevaba esperando tanto tiempo sucedió. Vi como se la mete a mi mujer de un solo golpe, y a mi mujer al sentirla como levantaba el pecho queriendo coger aire. Pero lo que yo veía eran sus enormes pechos pidiendo guerra. No sé si le dolió a mi mujer o no, lo que si sucedió es que a mi si me dolió el golpe. El único consuelo era que estaba drogada y no era ella, aunque no lo parecía. Y que la postura era el misionero como se lo hacía yo. Pero no era igual. Conmigo no se movía. Era yo. Aquí sí se la veía como le abrazaba con sus piernas, como sus manos estaban locas por recorrer toda su espalda, en como apretar su culo, en como acercar su boca a la suya o sus pechos, en disfrutar de él cada segundo y de sentir cada centímetro de esa polla dentro de sí.
Y como si fuese un baile ensayado durante meses se les veía sincronizados a los dos. Incluso se corrieron a la vez, ella gritando de placer y él como un toro, diciendo: “siéntelo bien dentro”. ¡Entonces me di cuenta!. Él no se había puesto preservativo, que era una de las condiciones, ya que ella no tomaba nada porque yo me había hecho la vasectomía.
Les miré sin moverme como seguían abrazados, como se acariciaban el pecho, como se besaban. Incluso parecía que se decían cosas al oído. En eso que se levanta, se me acerca y me dice: “¿te ha gustado?” No sé qué decirle. Si la verdad, y decirle que no y que se ría de mí, o decir que bien y parecer que soy yo quien lo controló. Opté por esto último pero él y yo sabíamos lo contrario. Mi cara con lágrimas, Abel al lado mío jugando con un colgajo que era mi polla ¡jamás la había visto tan pequeña!, y Mario dominando todo… Dice pajéamela que todavía falta lo mejor. Se la agarro como un autómata y me doy cuenta como crece en mi mano, como es de grande, de ancha, hasta que otra vez está dispuesta.
Me levantan y me ponen de rodillas al pie de la cama y me dice “sujeta las manos de tu mujer”. Yo solo obedezco. Ella me las agarra y la veo que esta brillante, sus pechos le cuelgan y se resbalan las gotas de sudor que caen al ritmo de su balanceo, provocado por la boca de Mario que juega con su coño y ano. Y cuando se aparta le mete un dedo, luego dos por el ano. Miro la cara de mi mujer y lo que veo son sus ojos cerrados, su boca entreabierta de placer que manifiesta cuándo la meten los dedos porque se queda sin aire, y yo ahí a cuatro patas sujetando las manos y viendo como se la van a volver a follar.
Entonces se oye la voz de Mario y pregunta a todos que si era virgen por atrás, y yo digo sí. Mi mujer dice si y él contesta “ya no”. Y lo veo cómo cambia la cara de mi mujer, se ha puesto roja y se ha quedado sin aire del grito que ha pegado. Me alegro que la duela. Yo llevo sufriendo más de una hora y de repente lo siento yo. Me la han metido a mí también. Miro y veo a Abel sujetándome, y me dice “ya llego el tuyo”. ¿Quién era? No lo veo. Lo único que veo es la cara de mi mujer que sonríe y dice más y no se si refiera para ella o para mí, y como sus pechos son estrujados y se mueven al ritmo de las envestidas y con una diferencia, a ella cada vez la cara se transforma en placer y a mí me duele más y solo deseo que termine. Por suerte para mí no tarda mucho en correrse dentro de mí y salirse. Me queda una sensación muy rara, de alivio porque ha terminado, de un dolor físico que no me deja mover y de una humillación, ya que se han corrido dentro de mí.
Dentro de todo esto se me había olvidado lo que sucedía a mi mujer y me doy cuenta que todavía están cuando veo un flash. Es Abel que esta con el móvil grabando. Miro a mi mujer, que se la están follando entre Mario y el chico que me ha dado a mí, que le está aplicando la misma medicina a mi mujer. En esto que Mario se sale de ella, se pone delante, la apunta con su polla como si fuese un rifle y empieza a correrse en su cara y cuando termina mi mujer se la mete dentro para dejarla totalmente limpia. En eso el nuevo invitado se corre en su cara junto a Abel que se estaba masturbando.
¡No me lo puedo creer! Veo a mi mujer llena de leche. Sin poder respirar y con una cara de placer que jamás le había visto. En esto Mario se acerca y me dice que estoy hay que repetirlo otro día y que me enseñaran el video que Abel ha grabado, y se despiden de mí.
A la mañana siguiente me despierto tarde y mi mujer ya no está en la cama. Está recogiendo la casa. Yo casi no puedo moverme del dolor tanto físico como moral.
Y me hago las siguientes preguntas:
¿De verdad que estaba drogada y no se acuerda de nada? ¿Qué voy hacer si estos me piden repetir? Tienen un video grabado ¿que aparece en ese video? Mario se corrió dentro de ella ¿y si la ha preñado?
En estas viene mi mujer y me dice: “levanta dormilón, que menuda borrachera nos tuvimos que coger porque no me acuerdo de nada”. Que sensación de respiro tuve al oír esas palabras. Por lo menos ella no se acordaba de nada. ¡Que felicidad! Había desaparecido uno de mis mayores miedos: Que ella se hubiese enterado y lo hubiese disfrutado.
Con esa alegría me levanté y fui a preparar algo de comer. En eso veo que la luz del teléfono de mi mujer se enciende y veo unos mensajes de WhatsApp de una amiga:
“¡al final quedaste con ellos!”
“¿cómo te lo pasaste a noche?”.
Repuesta de mi mujer:
“fue una noche maravillosa”.
Amiga:
“Ok, Ya lo veré”
En esto que recibo un mensaje en el móvil. Era de Mario: “el viernes que viene repetimos que me he dejado unas llaves en tu casa como excusa para poder ir”…