Somos infieles patológicos
Un encuentro una buena amiga, que hacía mucho tiempo que no nos veíamos...
SOMOS INFIELES PATOLÓGICOS.
Hacía más de 10 meses que no había tenido contacto alguno con Gema, ni tan solo, una triste llamada telefónica. La excusa, por mi parte, fueron motivos laborales fundamentalmente. Por su parte, imagino que también. Sinceramente diré que durante ese tiempo, la eché a faltar en más de una ocasión. Y... ¿quién es Gema?... Gema es una mujer de armas tomar, con un carácter fuerte, muy segura de sí misma, toda una dama a la vista de quienes la conocen superficialmente, una esposa y madre ejemplar, discreta, elegante, trabajadora... y la más lujuriosa de las putas en la intimidad de una alcoba.
Si afirmara que Gema es mi amante, sonaría a jactancioso por mi parte. Creo más oportuno afirmar que es una "buena amiga con derecho a roce". Sí, esa creo que es la definición perfecta a nuestra especial relación. Y... ¿Cómo es Gema?... Puedo describirla brevemente, aunque sinceramente, no soy bueno para hacer descripciones de personas, pero... medidas, 95-68-90 poco más o menos, 168 de altura, rondará los 54 kilos, unas bonitas y largas piernas que acaban en un bonito culo; Sus tetas son abundantes, con unos pezones no muy grandes y fácilmente excitables; Lleva el pelo cortito y teñido con vivos colores en tonalidades rojizas, con unas gafas que le dan un aire intelectual (que lo es)... vamos, quizá no sea el prototipo de "modelo de pasarela", pero está muy, pero que muy bien. Si me lo permite, quizá en algún otro relato que publique de nuestras vivencias, cuelgue algunas fotos que le hice en unos momentos de calentura compartida. En mi opinión, su mayor atractivo sin duda, es el enorme y sensual atractivo que desprende. Erotismo puro de mujer en celo por los cuatro costados. Ambos somos "infieles patológicos", según sus propias palabras.
Ese caluroso día, cuando llegué a mi despacho a las nueve de la mañana, de una forma rutinaria miré el correo electrónico, y realicé varias comprobaciones en el ordenador. Nunca lo hago a esas horas de la mañana, pero aquel día y sin ningún motivo en especial, inicié la sesión en el Messenger dejándolo abierto, minimicé la pantalla y comencé la rutina de una jornada de trabajo normal y corriente.
A media mañana, un destello azul intermitente centró mi atención. Era Gema, que iniciaba una conversación en el MSN. Abrí la pantalla y pude leer unas palabras que me dejaron un tanto descolocado e iniciamos una corta conversación:
Gema dice: "Hola Tony. Necesito follar urgentemente, estoy caliente".
Tony dice: Hola Gema. ¿Tan apurada estás? Je je
Gema dice: Sí. He visto que estabas conectado, he recordando algunos momentos lujuriosos juntos y... hace mucho que no follamos. Te echo de menos.
Tony dice. Gracias. Yo también te he echado de menos este tiempo. Y deseo follarte. ¿Quedamos ésta tarde a primera hora?
Gema dice: Sí, ésta tarde a las 4, me recoges en la puerta de mi trabajo y nos vamos directos al R.S. ¿Podrás?
Tony dice: Sí, allí estaré.
Gema dice: OK. Hasta luego, un beso.
Sin darme tiempo tan siquiera para despedirme se desconectó. Me hubiese gustado chatear un ratito con ella para ir calentándonos. Se encontraba en el trabajo, y obviamente, puede darse una situación comprometida si la pillasen en plena "cháchara".
Cerré el Messenger, y me enfrasqué nuevamente en el trabajo, pasando el tiempo inexorablemente rápido por la concentración prestada al mismo.
A la hora pactada, recogí a Gema en la puerta de su trabajo y tras un leve y casto beso en público, enfilé rápidamente hacia el hotel R.S. a las afueras de la ciudad. Como es habitual en ella, vestía de forma elegante, femenina y discreta, sin mostrar más de lo necesario de su anatomía, pero insinuando descaradamente toda ella. Llevaba una falda negra ajustada a sus caderas, mostrando con brevedad sus rodillas, con un corte lateral por el que asomaba buena parte de su pierna al caminar y una discreta blusa de seda natural, de un color beige, a través de la cual se podían adivinar discretamente las blondas de su prenda íntima de un suave color salmón. Durante el trayecto, apenas cruzamos unas pocas palabras relacionadas con el trabajo y la familia. Ambos teníamos ansias de estar solos en la intimidad de una habitación de nuestro hotel favorito.
En pocos minutos llegamos a nuestro destino y tras registrarnos en recepción, fuimos apresuradamente a la habitación asignada en la planta baja, casi a nivel del suelo. Siempre he pensado que la planta calle del hotel, está reservada exclusivamente para los "amantes de la ciudad".
En cuanto cerré la puerta, tomé a Gema de espaldas a mí y acaricié su cintura con mis manos. Comencé a besar en el cuello y a rozarle con los labios el lóbulo de su oreja, arrancándole los primeros suspiros. Fui empujándola poco a poco hacia enorme ventanal que permitía ver una pequeña zona ajardinada en la parte trasera del hotel y los grandes aparcamientos para los vehículos pesados. No nos habíamos percatado que las cortinas estaban abiertas, aunque la persiana exterior de lamas en aluminio, estaba parcialmente bajadas, hasta una altura de metro cincuenta aproximadamente.
Nos pueden ver desde fuera Comentó Gema en un leve susurro al tiempo que nuestras bocas se unía en un tórrido beso.
Sí, pero no nos pueden ver la cara... ¿te molesta que te vea desnuda algún camionero y se haga una paja a tu salud? le pregunté al tiempo que amasaba sus fantásticos pechos por encima de su ropa.
Me da igual que me vean desnuda o follando mientras nadie me reconozca... me está excitando por segundos esa posibilidad...
Pero mira que llegas a ser puta. - Sabía que cuando le hablaba así, se desinhibía por completo.
Continuamos acariciándonos en el mismo lugar. Cualquiera que quisiese mirar, lo tendría perfecto para vernos desde el exterior. Mis manos no paraban quietas y pronto la suave blusa de seda que llevaba estaba desabotonada y sus pechos asomaban por fuera del sujetador, permitiéndome jugar con sus preciosos pezones a placer, creciendo y endureciéndose en agradecimiento a mis caricias.
Ella tampoco perdía tiempo y pronto mi endurecido ariete estaba siendo acariciado por sus hábiles y suaves manos, tras haber desabrochado mi pantalón, consiguiendo su premio tras pelearse levemente con el slip, tipo bóxer, que utilizo.
La quiero en mi boca... - Dijo Gema con deseo y lujuria.
Sin mediar palabra la giré hacia mí, la besé furiosamente en la boca e hice que doblara su cintura hasta que sus labios se posaron golosamente en el glande, comenzando unos expertos y placenteros masajes con su revoltosa lengua, que me llevaban al séptimo cielo.
Como no sé estar quieto, subí su falda hasta dejarla totalmente enrollada en su cintura, viendo desde mi posición las tiras del tanga, a juego con el sujetador, que se perdía por el canalillo que formaban sus nalgas. Con los dedos, seguí la tira del tanga, y mi sorpresa fue mayor cuando pude apreciar que dicha prenda era abierta en la zona vaginal, teniendo acceso directo a su intimidad sin necesidad de moverla del sitio.
¿Te ha gustado el tanga?... lo compré ésta mañana pensando en ti, para que no perdieras tiempo Dijo con la voz enronquecida por la excitación, y mirándome a los ojos con expresión de febril pasión.
Sabes que me encanta cuando eres vistes así, como una zorra. Sigue comiéndome la polla... Dios que bien lo haces... - Contesté al tiempo que de un empellón le metí el miembro hasta lo más profundo de su cavidad bucal, haciendo que su preciso culo quedase aplastado contra el cristal del ventanal.
Miré hacia los jardines exteriores... desde mi posición solo podrías ver los pequeños arbustos y setos más próximos, entrándome la curiosidad de poder ver si cabía la posibilidad de que alguien nos pudiese estar observando.
Sujetando con suavidad la cabeza de Gema para impedir que cambiase de posición, tomé una postura que me permitió ver más allá de la zona del jardín. Alcancé a ver a unos ocho metros del ventanal, las cabinas vacía de varios camiones de 18 ruedas. Y justo en dos de ellos, un pequeño utilitario, en el que se encontraba una pareja de jóvenes que habían buscado ese discreto lugar para sus escarceos amorosos. Ambos miraban en nuestra dirección, aunque el chico, cada poco tiempo, desviaba la vista hacia su chica, por motivos obvios, ya que la joven, estaba con los pechos totalmente a la vista, con su TOP enrollado por la cintura.
Gema, tenemos mirones.
Que les aproveche. contestó con voz entrecortada, con mi polla en su boca.
La chica, tiene unas bonitas tetas. comenté en tono jocoso.
Siempre he dicho que "la curiosidad, es femenina". Dejó de lado su trabajo bucal sobre mi pene al tiempo que se erguía y miraba descaradamente hacia la pareja, mostrando sus voluptuosos pechos sin ningún pudor a través del cristal.
Pues el chico, no parece que esté mal. Dijo intentando darme celos.
¿Te lo follarías?
Sí. ¿Tú, te follarías a esa chica? Me daría mucho morbo verte follando con otra.
Y a mí verte follando con otro. ¿Los invitamos a la fiesta y montamos una pequeña orgía?
Mmmmmm... es una de mis fantasías, tener una orgía y poder follar "todos con todos".
Espera Gema, los llamaré para invitarlos.
Abrí una de las pesadas puertas acristaladas y les hice una señal con la mano para que se acercaran. El chico, salió del coche y se acercó a nosotros a través del jardincillo al tiempo que miraba en todas las direcciones.
Hola. Dijo el chaval con cierto nerviosismo.
Hola... ¿Os apetecería entrar a la habitación y follar con nosotros? pregunté directamente.
¡Hostia!... ¿Lo dices en serio?
Totalmente.
No sé si Susana querrá... por mi parte encantado... espera, le consultaré a ella. Mientras hablaba, no desvió la mirada ni un instante de las tetas de Gema.
OK.
Regresó al coche donde esperaba la chica, que no había dejado de mirar en nuestra dirección en ningún momento. Iniciaron una conversación que, obviamente, no podíamos escuchar. La chica seguía mirándonos, como embobada, mientras él continuaba hablando, tratando de convencerla. Le hice a la chica una leve señal con la mano, invitándola a venir. A los pocos segundos, afirmaba con movimientos de cabeza, y de forma instantánea se subió el TOP, cubriéndose los pechos antes de salir del vehículo. Cerraron el coche y ambos se acercaron al ventanal, por el que accedieron a la habitación sin ninguna dificultad. Eran jóvenes, ella unos 18 años, con un cuerpo sensacional, de los que quitan el hipo y un rostro encantador de colegiala perversa. El chico, tenía unos 21 años, contaba con una buena altura, alrededor de 1,80 y se le notaba que practicaba mucho deporte. El abultamiento de la entrepierna del su pantalón, denotaba que su grado de excitación era alto y que tenía un buen miembro viril. Gema, no apartó su mirada del paquete del chico en ningún momento.
Las presentaciones fueron rápidas e inicialmente, todos estábamos un poco cortados. Gema y yo medio desnudos, ella con los pechos a la vista y yo con el pantalón en los tobillos y el slip a medio muslo y nuestros invitados, totalmente vestidos, intercambiándonos miradas todos con todos, esperando que alguien tomase la iniciativa.
Bueno, ¿Estáis seguros del paso que vais a dar y para qué estamos aquí? Pregunté mirando a Susana directamente a sus ojos.
Creo que sí, - Dijo tímidamente Jaime, que no quitaba la mirada de los pechos de Gema.
¿Y tu Susana?
Creo... Sí, también estoy dispuesta. - Contestó ruborizándose.
Entonces la vergüenza ha de quedar fuera de ésta habitación. Dije cerrando la puerta del jardín y, tomando la mano de Jaime, se la llevé directamente hacia los pechos de Gema, quien recibió la caricia con sumo placer, exteriorizándolo con un fuerte suspiro y cerrando sus ojos.
Me aproximé a Susana y le acaricié el rostro delicadamente, deslizando mi mano a través de su cuello, pasando al hombro y descendiendo hacia sus pechos, arrastrando la prenda que los cubría y dejándolos al descubierto. Me miraba a los ojos, con su boca entreabierta y su respiración acelerada. Noté en mi erecto pene la suavidad de su mano, que iniciaba un suave masaje. Sin apartar su mirada de mi rostro, se dejó caer de rodillas frente a mí, dirigiendo sus sensuales labios hacia el ariete que sujetaba con su mano. Su cálido aliento acarició mi glande y pronto sus labios lo envolvieron con suavidad. En pocos segundos, estaba devorando mi miembro con auténtica glotonería. Nos lo hacía nada de mal... aunque distaba mucho de la pericia que tenía Gema en ésta materia, Susana ponía empeño, ganas y pasión. Sin duda en un futuro próximo será una experta mamadora de pollas.
Por su parte, Gema y Jaime, no habían perdido el tiempo, y se encontraban totalmente desnudos sobre la cama dándose mutuo placer en la postura del "misionero", comenzando a emitir los típicos hipidos, quejidos y bufidos propios del placentero acto carnal al que se habían entregado con auténtica lujuria. Lo estaban disfrutando a base de bien, y no hacían nada para disimularlo.
Sinceramente, me dieron envidia al verlos follar. Ayudé a Susana a ponerse en pié y la despojé de bonito y sexy short que cubría su sexo dejándola totalmente denuda, ya que no llevaba ninguna otra prenda debajo. Rápidamente me quité la camisa y el resto de prendas a medio quitar, quedando igual que los demás, en "pelota picada". Tendí a la preciosa joven sobre el enorme lecho ocupado parcialmente por nuestros compañeros de orgía y, separándole las piernas, me introduje en ella sin pensármelo dos veces. Me recibió en su interior con enorme suavidad al tiempo que arqueó su cuerpo al sentirse penetrada tan profundamente y salió de su garganta un gutural grito de placer.
Jaime y Gema, a escasos centímetros de nosotros, estaban manteniendo un ritmo frenético y gozando de forma tremenda, tanto una como otro. Nosotros en cambio, llevábamos un ritmo más pausado aunque no por ello menos placentero, y que al parecer estaba llevando a Susana al clímax aceleradamente, ya que en pocos minutos hizo que me saliese de ella, y arqueando exageradamente su espalda, expelió de su vagina un espeso chorro de jugos que impactaron directamente en mis atributos. Afirmo que la eyaculación femenina existe, en contadas ocasiones, pero existe. Y yo, me quedé con las ganan de bañar su gruta con mi eyaculación.
Experimentando su cuerpo una fuerte ola de placer, Susana adoptó una posición fetal, mientras unas apreciables convulsiones recorrían su cuerpo con los últimos estertores de su orgasmo.
Gema me miró a la cara con una expresión en su rostro de viciosa sexual tremenda, y su cerebro funcionó a velocidad vertiginosa. Hizo que Jaime se tumbara directamente en la cama, ella lo montó a horcajadas dándole la espalda, clavándose nuevamente su polla hasta lo más profundo de su coño, y de su garganta salió como una orden
Tony, métela también en mi coño, quiero saber que se siente con dos buenas pollas dentro de mi coño...
Con un poco de esfuerzo, logré finalmente hacer que mi pene entrase totalmente en su ocupado y empapado coño. Gema es increíble cuando está follando... es capaz de llevar a cabo casi cualquier locura. Paulatinamente, tanto Jaime como yo, comenzamos a lograr una buena sincronización en nuestros movimientos pélvicos. Los gritos de placer de Gema, nos excitaban a ambos sobremanera. Estaba disfrutando la doble penetración vaginal como una loca. Susana, ya recuperada de su gozado orgasmo, miraba a Gema con rostro atónito, como si no creyese que fuese posible que una mujer sea capaz de soportar las acometidas de dos pollas a un tiempo dentro de su coño.
La fricción que teníamos Jaime y yo era muy intensa a pesar de la perfecta lubricación que nos daba los flujos de Gema. No tardamos mucho en llegar los tres al clímax. Creo que fue al unísono, ya que las contracciones vaginales que nos transmitió Gema en su tremendo orgasmo, hizo que Jaime y yo, le anegásemos la vagina con nuestras respectivas corridas, casi al mismo tiempo.
Nos dejamos caer agotados por éste primer asalto sobre la cama, en una mezcolanza de piernas, brazos y cuerpos totalmente sudados. Nuestras respiraciones eran agitadas tras el esfuerzo. En el ambiente de la habitación se respiraba sexo en todos sus rincones. Nadie hablaba. Alguien comenzó a acariciarme el pene, bastante morcillón aún, a pesar de haberme vaciado hacía escasos instantes. Con una de mis manos comencé a acariciar un pecho de Susana que suspiró profundamente al notar en su piel mi caricia. Con la otra mano, acaricié el dilatado coño de Gema... lo tenía bien abierto en esos momentos. Notaba en mis dedos como manaban de su interior una buena cantidad del semen que le habíamos dejado y de sus propios flujos. Poco a poco Gema inició un leve movimiento pélvico, como tratando de que mis dedos se introdujeran en su interior.
Qué gozada de polvo... ni en sueños pensé que se pudiese disfrutar tanto. Dijo Jaime con una sonrisa de oreja a oreja.
El orgasmo que he tenido hoy ha sido de los mejores de mi vida. Me he corrido como una perra. Comento Susana.
Gema, siempre he querido verte follar con otra mujer... Susana, ¿lo has hecho tú alguna vez? Tanteé morbosamente a las chicas.
Mmmm... Nunca lo he hecho, pero me gustaría probar. Contestó Susana con voz de niña traviesa y deseosa de catar nuevos placeres.
Aquí hemos venido a follar, y ya que estamos en medio de una pequeña orgía, me apetece hacerlo con una chica bonita mientras vuestras pollas se recuperan. Contestó Gema. - Cielo, vamos a demostrarles a éstos dos, que no nos hacen falta sus pollas para disfrutar del sexo. Sentenció en plan feminista.
Su forma de hablar cuando está excitada, es en ocasiones casi soez, pero me pone como una moto. Y ella, aún se excita más si cabe.
Ambas mujeres se incorporaron, buscándose una a otra como dos gatas en celo. Sus labios empezaron a besarse... más que besarse, se comían mutuamente las bocas. Sus lenguas comenzaron un sinuoso y húmero valet, mientras sus manos revoloteaban por sus preciosos y desnudos cuerpos, buscando los lugares más erógenos.
Pronto sus bocas buscaron otros puntos donde besar, donde lamer, dejando regueros brillantes de saliva sobre sus pieles por aquellos lugares por donde habían pasado las lenguas. En busca de posiciones más cómoda, pronto se acomodaron en un soberbio 69, en el que tanto se afanaron ambas, que no despegaban sus bocas de las vulvas ni siquiera para respirar o gritar con el placer que estaban dando mutuamente, emitiendo eróticos bufidos. Al ritmo que llevaban, no tardaría en obtener ambas un buen premio.
Jaime y yo nos encontrábamos sentados en la cama, uno a cada lado, las chicas en el medio, enfrascadas en el tórrido 69 que se estaban montando. Con ese espectáculo, nuestras pollas apuntaban al cielo, con unas ganas terrible de clavarse en los cuerpos de semejantes máquinas sexuales.
Como era de esperar, en poco más o menos quince minutos de pasión lésbica, las llevó a un orgasmo brutal por parte de Susana, con una nueva y fuerte eyaculación, y un no menos violento orgasmo por parte de Gema, que destilaba flujos casi como si de un manantial se tratase. Amabas quedaron exhaustas de placer, y sus agitadas respiraciones quedaban patentes en sus sugerentes pechos, que ascendían y descendían morbosamente, incitándonos a los varones, más aún si cabía, a follarlas nuevamente.
Caballerosamente, las dejamos reposar unos minutos, hasta que sus respiraciones se volvieron a normalizar, y sus lívidos, retomaban una línea ascendente.
Esto no ha terminado aún... hay una polla que aún no me he comido nunca y no estoy dispuesta a perder la oportunidad. Dijo Gema de forma sensual, mirando a Susana. Tú ya le has comido el rabo y te has follado a mi macho, así que me ganas de una mano.
Es todo tuyo, preciosa. Le contestó Susana, al tiempo que le estampaba un tremendo morreo a Gema. - Quiero ser igual de puta que tú y pienso conseguirlo en muy poco tiempo.
Gracias por el cumplido cariño... pero ahora vamos a lo que vamos... Jaime, túmbate que quiero probar el sabor de tu polla y de tu leche.
Encantado, aquí la tienes a tu entera disposición.
Con Jaime tumbado sobre la cama, Gema se puso a gatas y rápidamente el erecto "soldadito" fue engullido totalmente, iniciando sus magistrales movimientos, sin prisas, disfrutando de cada milímetro de la polla que estaba saboreando y transmitiendo intensísimas oleadas de placer a su compañero de juegos.
Susana, no perdió tiempo y se colocó entre las piernas de Gema, introduciéndole un par de dedos en la vagina, al tiempo que comenzó con un erótico beso negro. Me quedé parado por la predisposición de ambas mujeres a escenas lésbicas, y lo mucho que lo disfrutaban. Pronto la habitación quedó inundada por fuertes jadeos de excitación y placer.
¡Dos dedos es poco, necesito más en coño¡. Exigió Gema.
Pues lo vas a tener... Sigue comiendo polla y relaja tu coño. Contestó Susana con determinación.
Gema siguió comiéndole el cipote a Jaime, con vehemente lujuria y pasión. Susana unió sus dedos en forma de cono, dirigiéndola hacia los labios vaginales de Gema.
La pequeña y suave mano de Susana, pronto se abrió paso a través de los labios vaginales de Gema, perdiéndose en su interior y arrancándole un fuerte grito de placer. Inició suaves movimientos de vaivén cada vez más profundos, hasta alojar en el interior de esa increíble vagina de Gema, la totalidad de la mano, hasta las muñeca. Le indiqué a Susana, que cerrase la mano con sumo cuidado, formando un puño. Cuando lo hubo logrado, inició nuevamente el "mete saca", logrando alojar en el interior de Gema hasta casi la mitad del antebrazo.
Hija de puta, me estás reventando viva... Dios que gustazo más grande... Gritaba Gema con espasmos en todo su cuerpo de las olas de placer que sentía.
Vamos Susana, dale fuerte a Gema, y verás como se corre como la perra que es. Animaba a Susana, mientras le acariciaba sus portentosos glúteos.
Es increíble... tiene dentro casi la mitad de mi brazo... y parece que cada vez la penetro más profundamente...
Tranquila, mantén el ritmo y la profundidad... y tu prepárate, que te quiero follar ese chochito tan estrecho que tienes...
Siiii, fóllame por favor... Dios mío, nunca he estado tan excitada como hoy.
Penetré a Susana sin contemplaciones y de un solo empellón, iniciando unas acometidas lentas pero profundas, que terminaron por marcar el ritmo de todos los que allí estábamos subidos en ese erótico "trencito". Desde mi posición, podía contemplar perfectamente la morbosa situación del momento: Yo, follándome sin contemplaciones a Susana y amasando sus pechos; A su vez, Susana haciéndole un "fisting" a Gema y ésta al mismo tiempo, mamándosela a Jaime, cuyo rostro reflejaba un placer inenarrable. En resumen, todos estábamos gozando del sexo, dando y recibiendo placer a raudales, que nos llevó a disfrutar de unos orgasmos fantásticos a todos y cada uno de nosotros, llenos de morbo e improvisación el hecho de encontrarnos con esa joven y fantástica pareja.
Recuperados y satisfechos del último combate orgiástico, Susana, con su deliciosa y cadenciosa voz, le indicó a Jaime que se les estaba haciendo tarde, ya que habían quedado con unos compañeros por un tema de la Universidad. Se ducharon rápidamente e intercambiamos números de teléfono, para quedar en otra ocasión y llevar a cabo una nueva sesión de sexo como la que acabábamos de disfrutar. Tras la despedida, salieron nuevamente por el mismo lugar por el que entraron y pronto, desaparecieron de nuestra vista a bordo de su vehículo.
Nos tendimos en la cama Gema y yo. Aún teníamos cosa de una hora de tiempo y no teníamos prisa. Nuestra conversación estaba dirigida a la magnífica sesión sexual que habíamos disfrutado.
¿Te ha gustado el sexo con Jaime? Pregunté a Gema.
Sí, ha sido muy bueno. Tiene una buena polla y dura como una roca. Contestó Gema con su vista clavada en el techo de la habitación. - Y ¿a ti con Susana?
Tiene la vagina muy estrecha. Lubrica como una condenada, tanto como tú. Me quedé con ganas de taladrarle el culito. ¿Viste las eyaculaciones que tuvo?
Sí, me ha dejado atónita, principalmente la primera. Yo no me he quedado atrás... mira la mancha de la sábana que he dejado cuando Susana me introdujo la mano...
¿Ha sido satisfactoria para ti la sesión lésbica?
Sí muy gratificante... esa zorrilla, no es el primer coño que se come... estaba muy suelta en el tema.
¿Y el "fisting"?
Fabuloso... muy distinto a sentir una polla dentro por muy gorda que sea... las sensaciones son muy diferentes, pero me ha hecho correr tres veces y sabes que eso es difícil en mí... Por cierto...
¿Si?, dime Contesté un tanto "alarmado".
Tú y yo... ¿No habíamos venido a follar?
Pues... sí, ese era el plan.
Entonces, vamos a follar, que me debes un buen polvo de los que solo tú sabes meterme. Dijo Gema, poniendo una expresión y una voz tan lasciva, que casi me hizo estremecer.
Sabes que tus deseos, son órdenes para mí.
Nos fundimos en un profundo y húmedo beso, que nos llevó a los pocos minutos nuevamente a gozarnos mutuamente de nuestros cuerpos. Follar con Gema, siempre ha sido una delicia y un placer supremo para mí... y para cualquiera que haya podido disfrutar de ese exquisito manjar.