Sometiendo al mucamo

Esteban se ha quedado sin su ardiente mucama. Pero después de sodomizar al muchachito que la reemplaza, descubrirá un nuevo e insospechado mundo de placer.

Sometiendo al mucamo

La señora Carrillo estaba fastidiada.

Silvia, la mucama que trabajaba en su casa desde hacia unos años, había renunciado. Y justo en un momento crítico: comenzaban las clases de los chicos (con todo lo que ello implicaba), y su trabajo en la boutique y el de su marido en la financiera iba en aumento. ¿Y ahora? ¿Dónde iba a encontrar una persona de confianza en tan poco tiempo?. Porque Silvia era mucama con cama adentro, y no era cuestión de meter a cualquiera en la casa. Y para colmo debía ocuparse ella sola del asunto, porque su marido nunca quería verse involucrado en el manejo del personal doméstico. Sí, realmente la situación era un contratiempo.

El señor Carrillo también estaba fastidiado por la renuncia de Silvia . . . pero por motivos muy distintos.

La partida de la mucama lo dejaba sin su cuota extra de sexo, esos recreos fuera de la cama matrimonial. ¿Dónde iba a encontrar unos pechos duros como los de la sabrosa muchacha, una boca tan habilidosa para las mamadas, una raja húmeda para cobijar su tranca?. Al principio había encontrado cierta resistencia en la joven provinciana, pero lentamente fue ablandándola hasta convertirla en una experta en dar placer, aunque más no fuese en encuentros fugaces. Sí, en verdad, la renuncia de la joven era una mala noticia.

Para la señora Carrillo, la solución a su problema llegó de la manera más impensada. Durante una charla telefónica con una amiga comentó el asunto, y la mujer le hizo una sugerencia interesante.

" Conoces a Elvira, la señora que trabaja en casa, verdad? " dijo la amiga de la señora Carrillo. " Pues bien, su hijo mayor terminó la escuela secundaria el año pasado. Hace unos días llegó a la ciudad, y está buscando trabajo. Ahora está viviendo en una pensión, y tal vez le interese una propuesta tuya. ".

" Pero . . . alguna vez trabajó en casas de familia? ".

" Mm . . . no, no lo creo. Pero si sé que se ha ocupado de la crianza de sus hermanos porque su padre también trabaja afuera, de manera que debe saber como llevar una casa. ".

Luego de pensarlo un poco, la señora Carrillo decidió contactar al muchacho. Después de todo, era hijo de una persona conocida (lo que le daba cierta tranquilidad), y además había razones para suponer que el trabajo doméstico no le era ajeno. Así, arregló un encuentro en su casa con el joven, y cuando lo vio quedó encantada.

El muchachito tenía diecisiete años, se llamaba Luis, y como bien había dicho su amiga, recién había egresado de la escuela secundaria. Era un chico de estatura media, delgado, de cabello castaño y grandes ojos soñadores color miel. Escuchó la oferta con atención, y visiblemente entusiasmado dijo que el trabajo le convenía porque además de ahorrarse gastos de casa y comida, le dejaba bastante tiempo libre para continuar sus estudios.

A la señora Carrillo le gustaron las maneras educadas y la timidez del joven, así como su experiencia en el manejo de una casa con chicos. Esas cualidades, más el interés del chico en el puesto, la decidieron a darle una oportunidad y le dijo que lo tomaría a prueba por un mes. El muchacho se ocuparía de los quehaceres durante la mañana y a partir de la media tarde, cuando los chicos volvían del colegio.

Por la noche le comunicó la noticia a su marido . . . que quedó demudado.

" Pero . . . Mónica, cariño, has perdido la razón?!! ¿Meter a un hombre en la casa?!! ".

" No es un hombre, es apenas un muchacho. Y tiene muy buenas referencias " mintió la Sra. Carrillo para defender su decisión. " Además ¿Qué tiene de malo que sea un hombre, mientras haga bien su trabajo y sea de confianza? ¿O acaso tienes un interés especial en que sea una mujer? ".

Esteban Carrillo percibió un tono irónico en la voz de su mujer, y por prudencia dejó de protestar.

A la mañana siguiente llegó Luis con su escaso equipaje, listo para instalarse en su nueva morada. La Sra. Carrillo lo recibió muy amablemente, casi con calidez. Pero Esteban se limitó a un trato educado y distante. Sin embargo, debía admitir que el aspecto del muchacho era bueno, y que la empatía entre el joven mucamo y sus hijos había sido inmediata.

Los días pasaron, y Luis demostró habilidad para llevar la casa y cuidar de los niños, ganando puntos para afianzarse en el puesto. Para disgusto del Sr. Carrillo, los hechos indicaban que el joven definitivamente iba a ocupar el lugar de Silvia.

Lo que Esteban no sospechaba era hasta que punto esto iba a ser cierto . . .

Todo empezó el día en que Luis cumplía un mes en la casa.

Después de una jornada de bastante trabajo, la Sra. Carrillo llamó aparte al muchacho y le dijo que estaba muy conforme con su desempeño, de modo tal que lo confirmaba en el puesto. Luis se sintió muy feliz, y agradeció efusivamente a la mujer con una enorme sonrisa. Por el contrario, el Sr. Carrillo estaba molesto, pero trató de mostrarse amable y también ponderó al joven por su labor.

Esa noche, Esteban se quedó trabajando en la computadora hasta tarde, como hacía a menudo, y cuando se fue acostar ya todos en la casa dormían desde hacía rato. Antes de ir a su dormitorio fue hasta la habitación de servicio, y movido por la añoranza abrió sigilosamente la puerta del cuarto en donde solía escabullirse para follar a su mucama. Claro que en lugar de la chica ahora estaba el jovencito, y el casado infiel sintió un gran disgusto al ver la figura del muchacho en la cama. Sin embargo, algo llamó su atención: el culo de Luis. La temperatura en la casa era agradable y por eso el chico dormía destapado y en boxer, boca abajo, acomodado de una forma tal que su pequeño pero redondo trasero se alzaba tentador en la penumbra.

Durante unos instantes Esteban se quedó contemplando esas nalgas firmes que invitaban a la caricia y muchas cosas más, y asombrado descubrió que su verga había empezado a empinarse. Sintiéndose confundido cerró suavemente la puerta, y sin hacer ruido entró a su dormitorio y se deslizó en su cama. Intentaba dormirse pero tardó un largo rato en conciliar el sueño, porque cada vez que cerraba los ojos ese culo menudo pero duro y bien formado monopolizaba sus pensamientos.

A la mañana siguiente, cada vez que veía al muchacho, Esteban recordaba su fisgoneada de la noche anterior y sentía un extraño cosquilleo, pero finalmente la rutina diaria lo distrajo. Y así, como todos los días llevó a sus hijos al colegio, y luego puso rumbo a la oficina. Pero cuando estaba a mitad de camino echo un vistazo en el asiento del acompañante y se dio cuenta que había olvidado la agenda sobre la mesa del comedor. Miró su reloj, y al ver la hora comprendió que su señora ya debía haberse marchado a la boutique y por lo tanto no podría acercársela de pasada. Fastidiado emprendió el regreso, llegó a la casa y entró. Tomó la agenda de arriba de la mesa, y cuando se disponía a marcharse le extrañó que Luis no hubiese aparecido para ver quien había entrado. Intrigado se dirigió a la cocina, y al pasar por el lavadero se quedó estupefacto. Allí, de pie con los ojos cerrados, el muchacho sostenía en la mano unas bragas de su mujer, y cada tanto los olisqueaba, extasiado.

Una ola de sentimientos extraños invadió a Esteban. Por un lado, una enorme satisfacción al comprobar que el muchachito no era la maravilla que tanto alababa su mujer. Por el otro, un morbo terrible al ver a un mocoso babeándose con la ropa interior de su esposa.

" ¿Qué haces?!!! " gritó Esteban.

Luis se sobresaltó al oír la voz, y cuando vio al Sr. Carrillo se puso pálido y retrocedió hasta chocar con la pared. En dos zancadas el indignado hombre estuvo junto a él, y tomándolo del cuello con una mano comenzó a apretar hasta ahogarlo.

" ¡¡¡Eres un sucio pervertido, eh?!!!. Ya me imaginaba yo que no era cierta esa imagen de niñito bueno!! .

Los ojos de Luis estaban vidriosos, y Esteban aflojó la presión en la garganta para dejarlo respirar. El muchacho tosió, y jadeando agitado se deslizó hasta sentarse en el suelo.

" Qué, te gusta mi mujer, eh?!! " prosiguió Esteban. " ¡¡A mí también!!!. ¿Y sabes qué, degeneradito? Está muy bien atendida, con esto!! ".

Mientras hablaba Esteban tomó la nuca de Luis, y con un movimiento brusco apoyó la cara del chico en su entrepierna refregándola sobre su paquete. De repente, en su mente se cruzó la imagen de las nalgas de Luis, y el recuerdo sumado al magreo que le propinaba el rostro del jovencito hicieron que su polla empezase a crecer. En unos segundos la tranca de Esteban estuvo dura, y deliberadamente comenzó a pasarla una y otra vez sobre la boca de Luis.

La erección de Esteban iba en aumento, y el hombre dio cuenta que si seguía así iba a correrse. Entonces se detuvo, y abriendo la mano soltó al chico.

" Estás en problemas, muchachito " dijo Esteban. " Tu madre se va enterar de esto ".

Luis alzó la cabeza, y miró a Esteban con una expresión aterrada.

" No!!! No, por favor!!. Se lo suplico!!. Perdóneme!!. No . . . no sé que me pasó!! Fue una tontería lo que hice, lo sé!!! Si quiere me voy, pero por favor, no diga nada!! ".

Los ojos lagrimosos de Luis, su expresión de miedo ante la posible delación, la angustia de sus súplicas; todo hacía sentir a Esteban que tenía completamente dominado al muchacho . . . y eso lo excitó aún más. Por unos instantes estuvo tentado de sacar su agarrotada polla y obligar al chico a que se la mamase, no sabía si para humillarlo más . . . o por puro gusto. Pero se controló, y apartándose le dijo:

" Está bien, no diré nada. Pero sólo por esta vez!. Si te pesco en una de nuevo . . . ".

" No! No, se lo prometo!!! ".

Esteban miró al lloroso muchacho tirado a sus pies, y de nuevo sintió una ola ardiente encendiendo su entrepierna.

" Mira chico, no eres tonto, y sabes que no me caes muy bien. Así que más vale que de aquí en más te esmeres por agradarme, porque de lo contrario . . . ".

Había un perverso sentido oculto en las palabras de Esteban, que Luis tal vez no llegó a percibir de tan feliz que estaba por la clemencia concedida.

" Sí, sí, señor!! Gracias, gracias!! No tendrá de que quejarse, se lo prometo!! ".

" Veremos ".

Esteban tomó su agenda, y se marchó a la oficina. Estuvo todo el resto del día bastante ocupado pero no podía dejar de pensar en Luis, y cada vez lo que hacía su polla se agitada y comenzaba a hincharse.

Por la noche, hasta la hora de la cena se cruzó varias veces con Luis, y en cada ocasión el muchacho le sonría con amabilidad y le preguntaba si quería algo.

" No, gracias " respondía Esteban cada vez.

Aunque en realidad . . . sí, quería algo . . .

A la hora de costumbre su mujer y los niños se fueron a dormir, y Esteban se quedó trabajando en la computadora. A decir verdad, estaba alerta, esperando . . .

De repente escuchó la puerta del cuarto de servicio, y supo que Luis se había ido a acostar. Con la respiración algo agitada por una creciente excitación se levantó de la silla, y sin hacer ruido llegó hasta la habitación del mucamo y abrió la puerta muy despacio. Como era su costumbre Luis estaba acostado boca abajo, destapado y durmiendo sólo con un boxer. La prenda era blanca, y se veía claramente en la penumbra destacando las redondas nalgas del muchachito.

Esteban entró en el cuarto, cerró lentamente la puerta y puso el cerrojo. Luego se acercó a la cama, y por unos instantes contempló el casi desnudo cuerpo del joven. Era delgado, de líneas agradables, con una cintura estrecha que se elevaba en el nacimiento del perfecto culo.

El Sr. Carrillo se acarició la entrepierna, sintiendo como su verga crecía a paso veloz. Después, con un ágil movimiento se subió a la cama e inmovilizó por completo a Luis con su cuerpo mientras que con una mano le tapaba la boca. Sorprendidísimo el muchacho trató de gritar, pero Esteban aumentó la presión de la mano sofocando sus angustiados quejidos.

" Shhh!! No hagas ruido! ".

Luis no entendía nada, e inútilmente intentaba decir algo. Entonces Esteban sacó su mano de la boca del chico, y lo oyó preguntar entre asustado y sorprendido: " ¿Qué . . . qué pasa, señor?!! ".

" ¿No me preguntaste hoy un montón de veces si quería algo? " dijo Esteban. " Bueno, esto es lo que quiero " agregó mientras acariciaba con lujuria las nalgas del adolescente.

Luis dio un grito que murió sofocado en la mano de Esteban, y trató de sacarse de encima el cuerpo del hombre. Pero sus esfuerzos fueron vanos y su delgado físico nada pudo hacer contra los ochenta y cinco kilos y el metro noventa del Sr. Carrillo.

" Shh . . . quieto, chiquito, quieto! " dijo Esteban mientras bajaba el boxer de Luis dejando al descubierto las blancas y firmes nalgas. "¿Recuerdas lo que te dije sobre agradarme?" murmuró el hombre mientras introducía sus dedos ensalivados en el rosado anillo de carne de Luis.

El jovencito gimoteó, suplicando a media lengua que no lo hiciese. Pero Esteban prosiguió, implacable, y con gran habilidad acomodó la cabeza de su pollón en la entrada del apretado hoyito. La verga babeaba profusamente, y ayudada por el peso del Esteban comenzó a adentrarse en el culo del muchacho.

Luis lanzó un sofocado grito de angustia, y trató nuevamente de zafarse. Pero entonces Esteban le habló al oído, y con un tono amenazador le dijo:

" Quieto de una vez!! ¿O prefieres que le cuente a tu madre . . . ya sabes qué? ".

Luis dejó de moverse, y Esteban comenzó a enterrar su palpitante falo en el culo. El orificio estaba muy cerrado, y eso excitó aún más al hombre. Lenta, muy lentamente, la endurecida polla se abrió paso entre los firmes cachetes del chico dilatando el esfínter, adaptándolo a la forma del tronco grueso y venoso, hasta que finalmente todo el vergajo quedó completamente incrustado en el precioso trasero.

Luis se quejaba y pedía clemencia, pero Esteban tenía otros planes. Cuando sus hinchados huevos rozaron las nalgas del chico le rodeó la cintura con su brazo libre para sostenerlo firmemente, y después empezó a bombear metiendo y sacando su gruesa verga del desflorado culo. Las embestidas eran lentas y acompasadas, y con cada arremetida el cerrado esfínter se abría más y más. La cadera de Esteban golpeaba rítmicamente las nalgas de Luis, arrancándole sordos gemidos de dolor al adolescente.

" Ah! Qué rico estás!. Nunca pensé que tu culo sería tan bueno como la raja de Silvia! ".

Al cabo de unas cuantas estocadas Esteban sintió subir un torrente de leche a su tranca, y pegando sus labios a la oreja de Luis le anunció entre jadeos la inminente acabada.

" Ahora . . . viene lo mejor!! ".

Fueron necesarias sólo un par de clavadas más, y dando roncos gritos de gozo Esteban se descargó abundantemente en el culo de Luis mientras le mordisqueaba la espalda, arrancándole nuevos gemidos.

" Eso. Buen chico. Te has portado muy bien " dijo Esteban mientras sacaba su aún morcillona verga del abierto esfínter. Después se levantó y se acomodó la ropa, y antes de salir del cuarto se volvió hacia Luis. Miró fijamente al joven, y mientras lo apuntaba amenazador con el dedo le dijo:

" Ya sabes . . . más te vale que guardes silencio ".

A la mañana siguiente Luis se comportó normalmente, aunque el muchacho estaba muy callado y trataba de evitar a Esteban, que lo buscaba permanentemente con la mirada. Después de desayunar el Sr. Carrillo se marchó a la oficina, y aunque tenía mucho trabajo cada tanto su mente se poblaba con imágenes de Luis, lo que hacía que su verga se endureciese y babease. Nunca imaginó que con el jovencito iba a gozar tanto o más que con su mucama, y aunque no hallaba una explicación para ello, tampoco se molestaba mucho en encontrarla.

A la hora de costumbre Esteban regresó a su casa, y después de cenar se puso a trabajar en la computadora, supuestamente para terminar algo urgente. En realidad, estaba totalmente pendiente de todos los ruidos, y esperaba ansiosamente uno en particular . . .

Por fin, lo que tanto aguardaba: el sonido de la puerta del cuarto de servicio. Al escucharlo, Esteban sintió como su tranca empezaba a endurecerse, azuzada por la perspectiva de una noche como la anterior.

Se levantó sin hacer ruido y del mismo modo llegó hasta el cuarto de Luis, pero cuando manoteó el picaporte se encontró con que el muchacho había puesto el cerrojo. Una ola de ira lo invadió, y después de mover varias veces la manija pegó su cara a la puerta y habló en un tono bajo pero amedrentador.

" ¿Qué haces, pendejo?!!!" Más te vale que abras!!! ".

Esperó unos segundos, pero el cerrojo seguía puesto. Esteban hubiese querido patear la puerta, tirarla abajo, pero obviamente no podía hacer ningún escándalo. Furioso se acercó de nuevo a la puerta, y dijo con la voz alterada por la bronca:

" Muy bien!!. Tú te lo buscaste!!. Mañana por la mañana hablaré con tu madre!!! ".

Casi al instante, Esteban sintió que se descorría el cerrojo. Enardecido, entró al cuarto y cerró la puerta con llave, y luego le dio un violento empujón al muchacho arrojándolo de espaldas sobre la cama.

" ¿Qué pretendías hacer?!! ".

Los ojos de Esteban llameaban, y asustado Luis abrió los suyos enormemente.

" ¿No quieres cooperar, eh?! ".

Esteban se acercó a la cama, susurrando en tono amenazador mientras se quitaba la camisa.

" ¿Te gusta a la fuerza?!! Bien, a la fuerza será!! ".

De un solo tirón le arrancó el boxer al jovencito, dejando al descubierto ese culo que lo volvía loco de deseo. Luego le alzó las piernas, las puso sobre sus hombros, y después de lubricar sus dedos con saliva comenzó a introducirlos en el esfínter del chico.

" No, por favor!!!· " suplicaba Luis, aunque sin intentar resistirse.

Pero Esteban continuó, fuera de sí. Lo único que lograba el chico con sus ruegos era enardecerlo aún más, y agitado por la tremenda excitación que lo dominaba ubicó la cabezota de su tranca entre las nalgas del mucamo. Luego lo sujetó firmemente de las caderas, y con una mezcla de furia y deseo empezó a meter su agarrotada tranca en el apretado orificio. Bastaron pocos segundos para que la gruesa polla quedara totalmente cobijada en el cuerpo del muchachito, y cuando ello ocurrió Esteban comenzó un lento bombeo, dejando escapar roncos gritos de placer.

Luis gemía, y sus manos se aferraban al colchón para soportar los embates del hombre. Se diría que estaba padeciendo una cruel tortura . . . si no fuera porque su verga también se había endurecido y cabeceaba enhiesta. Mecánicamente se llevó una de las manos a su miembro e intentó masturbarse, pero Esteban se lo impidió de un manotazo.

" ¿Te está gustando, cierto?!! No es verdad, pendejo?!! ".

" No, no!! ".

" Anda, admítelo!! " dijo Esteban mientras daba una estocada brutal en el culo del chico.

" Ahh!! No!! ".

" No mientas, mocoso!! " aulló Esteban por lo bajo repitiendo la feroz hincada de su tranca hasta la raíz.

" Sííí . . . sí, señor!! " susurró con voz entrecortada el chico. " Me gusta . . . me gusta!! ". Entonces bajó sus piernas, y pasándolas entre los brazos de Esteban rodeó la cadera del hombre, atrayéndolo hacia él.

El Sr. Carrillo se sentía desbordado por el deseo y la excitación, y sin dejar de ensartarlo se subió a la cama y se acostó sobre el muchacho. Su boca comenzó a mordisquear los pezones y el cuello de Luis, y mientras sus manos alzaban y separaban las nalgas del chico su verga seguía taladrando rítmicamente el delicioso agujerito. Y Luis, que ahora gemía con una mezcla de dolor y gozo, abrazaba con pasión las anchas espaldas de Esteban al tiempo que sus piernas se abrían cada vez más para facilitar la cogida.

Los dos hombres gemían, ahogando los gritos para no hacer ruido. El enorme cuerpo de Esteban cubría por completo el delgado físico de Luis, hundiéndolo en la cama con cada bombeada.

" Voy a acabar!! " dijo de pronto Esteban. Y uniendo la palabra a la acción, su verga empezó a escupir abundantes trallazos en el culo de Luis, que también se corrió regando con mecos su pecho y el de su cogedor.

Después de la tormenta vino la calma, y Esteban sintió la necesidad de besar el suave cuello del muchachito. El cuerpo menudo de Luis lo enloquecía, y mientras humedecía la oreja del chico le dijo:

" La próxima vez voy a acabarte en la boca, voy a llenártela de leche. Y te la vas a tragar toda! ".

Luis todavía respiraba agitado, y aunque no estaba seguro de lo que decía movió la cabeza afirmativamente y contestó un tímido: " Sí, señor, lo haré ".

A la mañana siguiente, ni el hombre ni el muchacho dieron señal alguna de la furibunda sesión de sexo que habían tenido la noche anterior. Pero antes de irse, Esteban pasó junto a Luis y disimuladamente deslizó sus dedos entre las nalgas del chico, arrancándole un sofocado jadeo al joven mucamo.

Cerca del mediodía, mientras Esteban trabajaba en su oficina con un colega y amigo, su secretaría llamó por el intercomunicador para darle un mensaje.

" Señor, llamó su mucamo. Dijo que usted olvidó unos papeles en su escritorio que tal vez sean importantes, y que si llega a necesitarlos no tiene problema en traérselos ".

" Gracias Teresa " respondió Esteban mientras sonreía ante la sorprendida mirada de su amigo.

" Mucamo!!Cambiaste a Silvia por un mucamo!! No te puedo creer!! ".

" Un chico de diecisiete años. ideas de mi mujer " respondió Esteban encogiéndose de hombros.

" Ja! Seguro que Mónica olfateó algo, verdad? ".

" No, Silvia renunció. Pero no importa. Te digo que en verdad el cambio me convino. Menos problemas . . . y los mismos beneficios ".

" Qué va!. ¿O acaso el chico . . . " dijo el amigo riendo.

Esteban sonrió de manera enigmática, y su amigo dejó de reír sorprendido.

" No hablarás en serio!! ".

" Claro que sí. Es más ¿Te gustaría comprobarlo por ti mismo?. Me animo a preguntarte porque sé que eres un tipo de gustos . . . amplios . . . ".

El amigo enrojeció y se quedó mudo, pero al cabo de unos instantes sonrió nuevamente y exclamó: " Y por qué no? ". Entonces Esteban apretó el botón del intercomunicador para llamar su secretaria y le dijo:

" Teresa, por favor telefonee a Luis, mi mucamo, y dígale que me traiga esos papeles ahora mismo, y que voy a necesitar que me ayude como ayer en casa ".

Mientras hablaba, Esteban sintió como su tranca empezaba a ponerse morcillona de sólo pensar en el cuerpo de su mucamo . . . y en la nueva alternativa de compartirlo en su propia oficina. Nunca había hecho algo así con Silvia, y tampoco hubiese podido intentarlo sin despertar ninguna sospecha. Un mundo de placer se estaba descubriendo ante él, algo que jamás hubiese imaginado la primera vez que vio al muchachito.

Sí; definitivamente, el cambio le había convenido.