Sometiendo a un marido celoso (2)

Estela sigue descubriendo cosas para someter a su terrible marido que ya no es tan terrible, (ver 1ra parte)

Esta es la continuación del relato . "Sometiendo a un marido celoso". Debes leer la 1er parte para entender ésta.

Estela fue despertada a la mañana siguiente por Raúl, él había hecho el desayuno y la despertó suavemente y amorosamente para congraciarse con ella y lo perdonara.

A Estela le dio mucho placer y satisfacción que su marido, al que ayer había convertido en cornudo con una cogida monumental, estuviera tratando de conseguir su "perdón" por haberse mostrado celoso sin tener pruebas.

Bajó al comedor y al sentarse sintió ardor en su vagina que le recordó la tarde anterior y descubrió cuanto placer le daba sentir en su cuerpo la evidencia de su infidelidad mientras su marido, ignorante de su aventura se mostraba obsecuente y sumiso.

Nunca pensó que tuviera un componente morboso que le hiciera disfrutar tanto de engañarlo, gozaba sádicamente mientras fingía enojo y no sentía ninguna culpa.

Antes bien placer por estar sometida a sus celos terribles.

Desayunaron en silencio y luego él se despidió con un beso para ir a su trabajo.

Como también tenía un sordo dolor en el vientre producto del empujar de Ricardo para introducir su enorme pene, se puso a pensar que quizás no le convenía como amante.

No se mostró muy romántico y encima su enorme miembro le hizo doler tanto que fue más su goce por lo que había hecho que por el sexo en sí.

A media mañana suena el teléfono y era Ricardo, era común que él llamara a Raúl por cuestiones de trabajo, así que, con cierta frialdad le dijo:

-Hola Ricardo, Raúl está en el trabajo, ¿quieres dejarle un recado?.-

  • No te hagas la desentendida, ya sé que tu marido está en el trabajo, sólo llamé para avisarte que voy a ir para terminar lo de ayer.- le dijo tratando de ser sensual.

-¿Cómo piensas que te voy a recibir en mi casa?- le dijo con indiferencia.

-Mejor es que olvides lo que pasó ayer y no volvamos a vernos, todavía siento dolor de tu "casi violación".-

  • Más dolor sentirás hoy que tenemos tiempo para que te la meta toda aunque grites.- Le dijo groseramente.

Estela colgó, le había excitado su atrevimiento, pero necesitaba unos días para reponerse de la dilatación que el enorme miembro de Ricardo le había hecho y poder tener sexo con su marido sin que sospechara nada.

Al rato sonó el timbre. Pensó en no abrirle, pero al acercarse a la puerta para decirle que se vaya el le dijo:

-¿Que pasa Estela, me tienes miedo?-

Eso ella lo tomó como un desafío y abrió la puerta para decirle que se vaya y no vuelva.

Apenas abrió Ricardo se abalanzó sobre ella dándole un beso en la boca y manoseando sus nalgas a través del short de mezclilla que tenía y luego se puso a morderle los pezones a través de la blusa que ella se había puesto sin sostén para estar en su casa.

Intentó gritarle pero cada vez que empezaba él le tapaba su boca con la suya y Estela ya había comenzado a sentir sobre su vientre el descomunal pene de Ricardo y eso derrumbó sus defensas.

Ricardo al ver que ella se rendía y trenzó su lengua con la de él en un beso, decidió cargarla y llevarla arriba.

-Te quiero penetrar en la misma cama que duermes con tu marido, dijo.-

Ella sintió el placer que le daba ese imagen de estar en la cama con el más odiado competidor de su esposo y se dejó llevar.

Ya en la habitación la arrojo sobre la cama y se bajó el pantalón de un tirón haciendo que su enorme pene saltara como resorte.

Lo puso frente a la cara de Estela.

-¡Lámelo bien, Estelita, como ayer!- Ordenó.

Ella comenzó a pasarle la lengua por el glande, cada vez mas caliente y preguntándose: ¿cómo había podido ayer tener la mitad de todo eso dentro suyo?-

Estuvo varios minutos ensalivando el monstruo y luego él, sin ninguna gentileza, le bajo el short de un tirón. Estaba sin ropa interior y eso hizo que Ricardo se pusiera a mil y, agarrándola de las caderas la levantó y la ensartó en su pene.

Estela gritó de dolor, otra vez sentía que la abrían como un pollo que va a ser trozado por la mitad. Le daban pinchazos de dolor en el borde vaginal y sentía que al empujar para metérsela toda Ricardo empuja sus órganos internos hacia arriba como para sacárselos por la boca.

-¡Detente, detente, sácala ya, por favor, me duele mucho!- decía mientras con ambas manos contenía los embates de la pelvis de Ricardo y empujaba hacia atrás para sacarse eso que le quemaba y dolía.

-Hoy sí te la voy a meter a fondo!¡Cuando sientas mis testículos golpeándote sabrás que ya entró toda!- Dijo tapando los gritos de ella.

Estela empujaba con sus manos hacia atrás, rogaba, gritaba pero Ricardo había conseguido meter las tres cuartas partes de sus 28cm de grueso pene. Estela sentía que le estiraban la vagina como si fuera un globo al que se había introducido un palo. Le dolía muchísimo y era imposible gozar o tener orgasmo.

Finalmente, casi desmayada dejó de luchar y de inmediato sintió los testículos de Ricardo contra su entrepierna. No podía moverse, cualquier movimiento le dolía, estaba empalada.

Ricardo empezó a sacarla para de inmediato penetrarla nuevamente y llegar a fondo. Al principio había empezado suavemente como ayer y estela ya no sentía tanto dolor y estaba empezando a gustarle, pero después fue acelerando cada vez más hasta hacerse un empuje violento y retornar los fuertes dolores.

-¡Basta Ricardo, no soporto más, me duele mucho!- Suplicó Estela.

-Te duele ahora porque recién te calcé. Pero después de la 4ta o 5ta vez tu vagina tendrá mi medida y gozarás muchísimo, ten paciencia.- dijo con cinismo.

Siguió dándole fuerte y rápido mientras Estela semidesmayada sólo gritaba cada vez que llegaba al fondo, ya no suplicaba ni se resistía.

Después de un buen rato, Ricardo eyaculó gritando de placer.

Se tiró sobre la cama diciendo:

-¡Que bueno estuvo, mira si nos hubiese visto Raúl, el celoso!-

Esa referencia a su marido sacó a Estela de su sopor y le excito al pensarla:

"la persona mas odiada metiéndole a su esposa el pene mas grande de la Tierra". No estaba nada mal esa imagen, realmente le gustaba a pesar del dolor físico que acababa de pasar.

Ricardo se puso sobre ella y le dijo:

-Ya puedes chuparla, así dormida te entra en la boca.-

Efectivamente, el pene de Ricardo había perdido la erección y su tamaño era la mitad. Aún así, Estela a duras penas pudo metérselo en la boca y su lengua quedó inmovilizada dentro de su boca porque el pene la llenaba totalmente.

Ricardo agarró su cabeza y brutalmente empujó para meterlo todo y Estela sintió como el fláccido glande doblaba en su garganta hacia el esófago. Le vinieron tremendas arcadas pero ni aún así Ricardo la soltó.

-No te preocupes nena, siempre me pasa eso con las mujeres pero después se acostumbran y ya no le vienen arcadas.-

Finalmente lo sacó de su boca porque sintió que estaba creciendo de nuevo.

Estela dijo:

-Ya basta Ricardo, me duele, no puedo más.-

-Cuanto mas te penetre hoy, antes te dejará de doler y empezarás a gozar.-

Se puso sobre ella y la penetró de una vez a fondo. Estela gritó pero luego el dolor fue haciéndose mas soportable pues su vagina ya estaba dilatada y estirada, pero aún estaba lejos de tener un orgasmo, así que sólo se dedicó a imaginar que su marido la veía para disfrutar este momento.

Luego al terminar y bajarse su erección volvió a meter su pene, con dificultad en la boca de Estela y al sentir que se reponía y volvía a crecer la penetró una tercera vez.

Estela estaba fatigada y ya no se quejaba, sólo gemía al compás de los embates de Ricardo.

En realidad esta vez ya no le dolió, su vagina se había adaptado al tremendo miembro de Ricardo, pero tampoco pudo gozar pues se sentía empalada e inmóvil.

Finalmente, Ricardo se baño y se fue dejándola a ella totalmente agotada en cama.

Estela, con gran dificultad se levantó para ir al baño y al ver el tamaño de su vagina se espantó, podía meter la mano completa dentro de ella y todavía había espacio. Obviamente no podría tener relaciones con Raúl mientras siguiera cogiendo con Ricardo, pues Raúl se daría cuenta de sólo penetrarla cuanto había cambiado su vagina.

¿Cuanto tardaría en estrecharse otra vez?. Pensó. Le había dicho a su marido que estaba con la regla pero dentro de 3 días tendría que inventar otra cosa si esto no volvía a la normalidad. ¿Y si volvía Ricardo?.

Estaba visto que ella no podía decirle no, además la última vez casi gozó y le daba mucho gozoso morbo haber sido penetrada así, de hecho ya estaba pensando en masturbarse con la imagen de esta cogida y tener un delicioso orgasmo.

Decidió llamar a sus amigas para reunirse y contarles todo lo ocurrido en estos dos días. Quizás a alguna de ellas se les ocurriría algo para resolver este problema.

Se reunieron en la casa de Estela, pues Raúl había prometido no hacer mas escándalos al verlas. Cuando estela les habló de lo ocurrido y del tamaño del pene de Ricardo, ellas se echaron a reír pues no le creían. Tuvo que darles detalles de como quedó su vagina y explicarles que tenía un problema grave pues precisaba excusas para ya no tener relaciones con Raúl, sino el escándalo seria terrible.

Silvia, la bisexual le dio una de sus soluciones feministas:

-Dile que tienes molestias y que vas a ir al ginecólogo y luego dile que la inspección del útero te dilató. Es una tontería, pero él se aferrará a creerla para no darse cuenta de una realidad que lo horrorizaría. Los maridos sometidos prefieren creer cualquier mentira antes que tener que ver sus cuernos- dijo con suficiencia de experta.

La conversación siguió entre risas y comentarios graciosos sobre lo ocurrido con Estela y burlas al marido celoso y posesivo que ahora se había convertido en un pobre cornudo.

En un momento vieron aparecer la figura de Raúl con un rostro de tremenda furia contenida y, sin saludar a las amigas le dijo a Estela:

-¡Estela, ven a la habitación que me urge hablarte a solas!- luego dio media vuelta y se fue arriba.

Estela lo siguió sin entender que pasaba. Al llegar él cerró la puerta y le dijo:

-¡Un amigo del trabajo me dijo que ayer en la fiesta tu estuviste encerrada en el baño con Ricardo!-

-¡Eso es una estupidez!-grito ella- ¡Y si te vas creer lo que te diga cualquier idiota, mejor vuelvo con mis amigas!- se dio media vuelta pero él la agarró del brazo y le siguió gritando:

-¡Cómo puedes ser tan puta, justo con quien más odio y me odia!-

Ella respondió con un tremendo bofetón que le dio volteó la cara.

Él, por primera vez le respondió con otro. Ella se llenó de furia y haciéndole una llave de las que conocía en defensa personal le torció el brazo sobre su espalda y lo tiró a la cama montándose sobre él. Luego lo giró en su posición favorita aprisionándole los brazos con sus piernas y sentada sobre su pecho comenzó a abofetearlo una y otra vez sin parar y con toda su fuerza.

La cabeza de Raúl giraba hacia uno y otro lado con cada bofetón.

Después de muchos, Estela estaba exhausta y se detuvo. Vió que Raúl tenía la cara colorada e hinchada y le salía un poco de sangre de sangre de su nariz. Estaba medio aturdido.

En ese momento entraron sus amigas en la habitación:

-Estábamos asustadas y subimos- Dijo Silvia.-Pensamos que él te golpeaba-

-Hizo algo peor, primero me insultó y luego me abofeteó así que necesita un castigo ejemplar- dijo Estela.

-¿No quisieran ayudarme?- continuó con una sonrisa sádica. –Después de varias horas de estar sentadas deben tener la entrepierna transpirada,¿no quieren que mi marido las limpie con su lengua?-sugirió.

La respuesta de Silvia fue inmediata, se quitó su tanga, levantó el vestido por encima de la cintura y se sentó en la cara de Raúl, quedando la nariz de él profundamente sumergida en la vagina de la odiada feminista y su boca apretada por el ano de ella.

Raúl se sacudía tratando de salir de esa situación, entonces Silvia dijo:

-Cintia, ve abajo y busca en mi bolsa unas esposas que vamos a sujetar mejor a este muñeco para poder disfrutar tranquilas de su boca-

Fue y volvió velozmente con 2 juegos de esposas.

-¿Siempre llevas esto en tu bolsa?- Dijo Cintia, sorprendida.

-Las compré hoy para jugar con una amiga, pero va a ser mejor estrenarlas aquí- Respondió. – Quítale los pantalones y la ropa interior y luego asegura las piernas para que ya no las mueva-.

Cintia sacó los pantalones y el bóxer de un sólo tirón y luego puso un par de esposas en los tobillos de Raúl para asegurarlos.

-Ahora las muñecas- dijo Silvia.

Una vez que Raúl ya no se podía mover, Estela se salió de encima de su marido y, disfrutando como sus amigas lo "domaban" metió su mano debajo de su tanga y empezó a masturbarse. – A Raúl le encantará tragarse tu flujo- le dijo a Silvia.

-A mi me está gustando mucho frotar mi clítoris contra su nariz- Respondió Silvia mientras se moví de adelante hacia atrás.

Cuando le empezaron a bajar sus jugos, presionó el mentón de Raúl con su peso y, obligándole a abrir la boca dejó que sus jugos la llenaran

Cuando Raúl empezó a tragar, Silvia tuvo un orgasmo y las demás mujeres se pusieron a aplaudir y lanzar porras.

Isabel que se había excitado muchísimo con todo esto empujaba a Silvia y le pedía que le dejara el lugar a ella. Silvia no quería, le había gustado mucho el primero y quería, al menos un segundo orgasmo.

-¡Saca la lengua y limpiame1- ordenaba Silvia a Raúl. –O no te dejaré respirar. Quiero sentirla-.

Raúl empezó a tener una dura erección y empezó a lamer y limpiar de jugos la vagina de esa odiada mujer.

-¡Así, así, un orgasmo más y dejo a Isabel que ya está muy mojada y necesita limpieza- dijo burlona.

Estela llegó a su primer orgasmo y viendo el pene erecto de su marido y sabiendo que nadie lo iba a tocar en "castigo" por haberla golpeado, continuó frotando su clítoris.

Silvia finalmente llegó a su segundo orgasmo y, después de esperar a que terminaran de bajar sus jugos en la boca de Raúl, le dejo el lugar a Isabel, que estaba tan excitada que se sentó bruscamente sobre la cara de Raúl y éste emitió un gemido de dolor.

-Suavemente, Isabel, que puedes romperle un hueso de la cara si apoyas todo tu peso, además debes levantarte un poco de cuando en cuando para que respire- dijo Estela, alarmada.

-Es que esto está tan rico que ni pensé en todo eso. Humm... ¡que placer!-

Al rato Isabel tuvo un largo e intenso orgasmo y quiso dejarle el turno a Laura, la última de las amigas que ya se estaba acariciando.

-Nnno... yo no- Dijo Laura.

-¿Por qué?!- preguntaron todas.

  • Es que estoy con la regla, y me baja mucho en este día- respondió ruborizándose.

-¡Y eso que!- se apresuró a decir Silvia.-No dices siempre que esos días estas más sensible y disfrutas más, pues prueba el sexo oral.-

A Estela le pareció que esto se le había ido de las manos pero no se animó a defender a su marido después de haber recibido un bofetón, pues eso las mal dispondría con ella y Silvia, sobre todo, se burlaría por verla "blanda".

Laura se ubicó sobre la cara de Raúl y suavemente, como con miedo, empezó a rozar su vulva con su nariz sin apoyarse. Raúl gritaba : -¡por favor noo...!- y giró la cabeza hacia un lado para evitar la humillación. Su erección desapareció mostrando que esa situación realmente le repugnaba y no le daba excitación sino sufrimiento.

-¡Toma la cabeza con tus manos y gírala para apoyarte en su boca, Laura!- ordenó Silvia.

-¡No puedo, hace mucha fuerza!- dijo Laura forcejeando

Silvia la ayudo con sus fuertes brazos y lentamente y con gran esfuerzo fueron poniendo la cabeza de Raúl en posición.

  • Ya está, Laura, siéntate sobre su cara que yo sostengo su cabeza- le dijo Silvia finalmente.

Raúl emitía un fuerte gemido ahogado y suplicante que excitó mucho a su esposa que alcanzó un nuevo e intenso orgasmo.

Laura embarraba la cara y nariz de Raúl con su flujo menstrual y sus jugos, pero le apenaba hacer presión para obligarlo a abrir su boca y tragárselo.

-Ya apóyate sobre su boca de una vez, que me cansa los brazos sostener su cabeza para que no la gire- ordenó Silvia.

Laura, quizás por la excitación que le había dado rozar su vulva y embarrar toda la cara de Raúl, o por la orden de Silvia, se apoyó finalmente en la cara de Raúl y desplazándose suavemente para atrás le forzó la apertura de su boca y su flujo comenzó a entrar. Raúl emitió un terrible gemido ahogado y Estela y Silvia, al escucharlo tuvieron un orgasmo.

Luego de un rato Raúl dejo de resistirse y comenzó a tragar. Todas echaron porras festejándolo, salvo Laura que tuvo un intenso y larguísimo orgasmo.

Estuvieron un rato más jugando con él y luego decidieron volver abajo a seguir hablando.

Laura preguntó si podía montarlo para que él también tuviera un orgasmo y se sintiera mejor pero todas le gritaron que no, que estaba castigado por haberle dado un bofetón a su esposa.

Estela en tanto ya llena de nuevo de ese sentimiento sádico que le hacía gozar enormemente todo esto, se acercó al oído de su marido y le dijo:

-Querido, sé que quisieras ir volando al baño para limpiarte y quizás, vomitar todo lo que tragaste, pero me da mucho placer dejarte esposa e inmóvil un par de horas oliendo y saboreando todo lo que te dejaron mis amigas-.

De inmediato Raúl se puso a sollozar quedamente. Sus amigas ya habían bajado y Estela que nunca había visto llorar a su marido, sintió ese placer y satisfacción intensas que le asaltaba cuando veía sufrir a su esposo.

Se quedaron 3 horas más comentando, riendo y festejando su triunfo sobre Raúl y luego sus amigas se fueron.

Estela subió a la habitación y soltó las esposas esperando alguna reacción agresiva de su marido de la cual tendría que defenderse, pero en cambió él corrió al baño y se quedó allí más de una hora.

Ella, viendo que tardaba tanto le grito a través de la puerta:

-¡Oye, sé que gozaste mucho pero no te masturbes más de tres veces que mañana vas a estar cansado para ir a trabajar- Le encantaba humillarlo un poco más para fijar su sometimiento y pasividad.

Al día siguiente, él preparó el desayuno y le llamó suavemente para bajar a tomarlo con él.

Se comportaba como si nada hubiese pasado y ella aceptó esa consigna tácita y también fingió que todo estaba bien.

Otra vez el dolor en sus genitales al sentarse le recordó su episodio con Ricardo y sonrió pensando que como un método tan gozoso para ella era, además, tan eficaz para domesticar a su marido, realmente todo esto era un hallazgo.