Sometiendo a mi nueva puta 2
Mi puta nos cuenta como continúan sus aventuras
¿Así había terminado todo?, ¿Simplemente había sido tratada como un objeto sin haber puesto lo más mínimo de resistencia y ahora me botaban como una perra callejera?, todo sucedió muy rápido, me sentía humillada, enfrentaba una situación desconocida, estaba acostumbrada a ser yo quien tomara las riendas, a que se cumplieran mis caprichos. ¿Por qué había pasado todo esto? las preguntas rondaban en mi cabeza una tras de otra y mi mente se negaba a aceptar lo ocurrido, como si eso sirviera de algo; no sé cuánto tiempo me mantuve así, hasta que me di cuenta de mi situación, estaba en la calle, apestaba a fluidos, y con un collar de perra puesto en mi cuello que había olvidado totalmente. Superando medianamente el letargo en el que me encontraba me quité el collar el cual guardé instintivamente y me dirigí rápidamente hacia mi auto tratando de no llamar mucho la atención. Encendí el auto y conduje a mi casa, coloque la radio para ver si me calmaba un poco, pero todo era inútil, las imágenes de lo ocurrido se proyectaban una y otra vez y no habría manera de sacarlas, el viaje se me hizo eterno, pero al fin llegue a mi hogar, me dirigí inmediatamente a mi cama tratando de terminar un día que parecía interminable, pero mi memoria no estaba de acuerdo con eso, y empezó a repasar toda la película, allí estaba yo sometiéndome a los deseos de él.
Después de dar muchas vueltas en la cama sin lograr y dormir, y con mi cabeza perdida en los recuerdos frescos, estaba consiguiendo excitarme, y olvidando que trataba de recuperar algo de mi dignidad recientemente perdida, sin poder controlarlo fui colocando mi mano en mi cada vez mas húmeda vagina, rememorando mi placer hace poco recibido. Primero comencé a frotarme lentamente, mientras con mi otro mano estrujaba mis senos en los que aparecían unos pezones duros como una piedra, continué el proceso varias veces, mientras me sentía mas satisfecha con lo que había experimentado, y deseando que se repitiera en un corto período de tiempo, fui acelerando el ritmo de mis manos cada vez más, mientras comenzaba a gritar: “soy tu perra, dame duro amo”, tratando de emular la situación que tanto me calentaba, me coloqué a cuatro patas en el piso, sin dejar de manosear mi vagina, a la vez que dirige el meñique de mi otra mano hacía mi recientemente penetrado culo, no sé cuanto tiempo me mantuve en este proceso, solo se que no podía controlar mis gemidos resonantes, y que había dejado un enorme charco de flujos en el piso, al final de todo aquello logré un delicioso orgasmo, el cual se sumaba a los que me había regalado mi amo, y con una sonrisa de satisfacción caí dormida en mi cama, sintiéndome satisfecha por estos nuevos sentimientos que me encontraba viviendo, y comenzando a disipar las dudas que me habían invadido hace un rato atrás.
El día siguiente comenzó tarde para mí, supongo que mi cuerpo necesitaba recuperación por todo lo recibido, me alisté lo mas rápido que pude, y fui a mi clase en la universidad, tratando de prestar la máxima atención posible, aunque obviamente no era una tarea fácil, ya que normalmente volaba hacía fantasías creadas por mí imaginación, en las que mi amo repetía el placer que había encontrado el día anterior.
Al llegar el mediodía me dirigí al restaurante con algunas compañeras, quienes me preguntaban ¿qué me pasaba?, ya que era evidente que no me encontraba con mis cinco sentidos, yo solo decía que estaba algo cansada, y cambiaba la conversación, mientras almorzábamos con normalidad. De repente mi celular comenzó a sonar, y al ver el nombre de mi dueño en la pantalla, mi corazón acelero tanto que parecía que se iba a escapar de mi pecho, disimuladamente camine hacia un lugar más solitario, y luego de contestar comenzamos la conversación.
Hola amo
Hola perrita ¿dónde estás?
En la universidad amo, terminando el almuerzo, para volver a casa.
¿Andas en carro?
Así es, amo.
En 20 minutos estaré frente a la universidad, vas a esperarme en el auto del copiloto, tengo algunos planes para ti hoy. – y colgó.
Empecé a sentir una mezcla de emociones, por un lado, estaba feliz, muy feliz, iba a recibir otra dosis de sexo, por otro lado, estaba nerviosa, no sabía que podría esperarme estando con él. Rápidamente me despedí de mis compañeras y salí hacia el parqueadero, tome mi auto y me dirigí al lugar indicado, me pasé al siento de al lado, y esperé allí, cogí mi bolso para arreglarme un poco, y encontré el collar, pensé que el desearía verme con él así que me lo coloqué, los vidrios de mi auto son polarizados, así que no me preocupaba que nadie me viera, cada segundo se me hacía una eternidad, pero al fin apareció, ingresando en el auto.
-Que bien te ves puta – dijo sacándome una sonrisa
- Gracias amo.
Encendió el auto y me dijo: “ponte a trabajar”, sin ocultar mi deseo, desnudé su pene, y se me hizo agua la boca, y claro, mi coño también, empecé a saborearlo, a lamer todo su tronco, sus bolas, y luego a tragarme lo que más podía, estaba encantada realizando esta tarea, cuando me dijo:
- Ya llegamos, bájate el pantalón.
Sin titubear comencé a bajarlo, sin parar de probar su deliciosa polla, como pude terminé de bajarlo, quedando con una diminuta tanga, repentinamente escuché que el vidrio de mi lado comenzó a bajarse, como un reflejo iba a acomodarme y taparme, pero él me dijo:
- Tranquila perrita, continua que lo haces muy bien. – Mientras me daba una nalgada.
Sus palabras me animaron a continuar con mi labor, y olvidándome del mundo exterior puse toda mi concentración terminar lo que había comenzado, aunque no me decía nada, al verlo y al sentir como manoseaba mi trasero podía darme cuenta que se lo estaba pasando tan bien como yo, lo cual me excitaba más, si es que se podía.
Estaba tan entretenida en mi tarea que no supe que ya había pasado un buen rato y ya nos encontrábamos en nuestro destino, un par de palabras bastaron para darme cuenta de eso, bajamos del auto, obviamente el empezó a caminar mientras yo lo seguía como su perra.
El sitio en el que nos encontrábamos era una bonita casa finca, la cual no conocía y no sabía que tenía que ver él con ese lugar, sin embargo, eso no me importaba mucho, me gustaba el sitio y solo deseaba que su pene estuviera dentro de mí.
Lo seguí a una habitación en la que claramente pensaba usarme, y que tenía una muy bella cama, un sillón del amor, e incluso un tubo de pole dance que en el futuro usaría, también había un nochero del cual saco un consolador y me dijo que me fuera preparando, me dejó sola un momento y por supuesto yo jugué un poco con ese trozo de plástico, lo coloqué en el piso mientras empezaba a comerlo con mi empapada vagina, entró supremamente fácil, y empecé a mover mi trasero una y otra vez de arriba abajo imaginando que era el pene de él el que me estaba penetrando, gritaba como loca, y alcancé a correrme de gran manera justo antes de que ingresará por la puerta, ya estaba desnudo por lo que podía apreciar su cuerpo, y en especial aquel miembro que me ponía loca.
- Parece que la pasas muy bien perrita. – Dijo con una sonrisa
- Así es, pero mejor la paso con el tuyo amo. – Dije gateando hacía él.
- Tráeme el consolador. Inmediatamente lo cogí con la boca y se lo pasé, lo sintió todo mojado y me ordenó que lo limpiara, cosa que hice inmediatamente.
- Buena perra – Me decía mientras me agarraba del collar para que le diera un beso, y luego me tirara en el sillón, quedando agachada apoyándome en la parte alta, y ofreciendo mis dos agujeros a mi dueño.
Sin esperármelo me metió el consolador por mi culo, la verdad me dolió y grité, pero antes de terminar de asimilar el dolor, ya tenía su pene por mi vagina, lo cual me tranquilizó y me hizo sentir muy feliz, ya que estaba deseando desde hace mucho eso, empecé a gritar mientras el bombeaba con fuerza una y otra vez, metiendo su herramienta hasta el fondo de mi y haciendo sentir un gran placer, mientras continuaba con sus arremetidas metía dos dedos en mi boca y yo los lamía como si de otro pene se tratara.
- Parece que a esta puta no le basta con un pene, sino que tiene que tener llenos todos sus agujeros. – Sus palabras me excitaban, y realmente me sentía muy bien en la situación actual.
- Dime quién eres. – Me decía sin parar sus movimientos.
- Soy tu perra – Trataba de decir yo entre gemidos, aunque no creo que haya sonado muy claro.
- ¿Y te encanta estar llena por los tres lados?
- Me encanta, pero lo que mas me encanta es tener dentro tu pene. – Decía con sinceridad.
- ¿Para qué existes?
- Para complacerte amo.
- Me voy a venir. – Me dijo mientras me tiraba al suelo, y yo rápidamente me acomodaba para tragar su leche, sabía que ese era su deseo, y el mío también.
Un chorro cargado de su delicioso néctar se disparó directamente a mi boca, a la vez que decía no lo tragara, orden que obviamente obedecí.
- Juega con él. – Me dijo.
Como una estrella porno empecé a jugar con el y a mostrárselo, unas gotas cayeron al suelo, mientras el resto paso a mi estomago después de escuchar su autorización y de haberlo tenido un buen rato en mi boca, sonreí.
- Buena perra, pero no desperdicies ni una gota, hazlo bien si no quieres que me enoje.
Sabía a que se refería y lamí el semen del piso, dejando todo limpio de esa sustancia.
- Tenemos que irnos perrita, voy a alistarme, tú quédate por ahí mientras tanto, pero no tienes permitido ducharte ni vestirte más de lo que estabas cuando llegamos, si quieres ve a la cocina por algo de comida, Te lo has ganado, cada vez lo estás haciendo mejor, ah y puedes empacar el consolador junto con otro regalo que estaba junto con él.
Después de decir esto se metió a la ducha, y yo fui a ver que era lo que me estaba regalando, y descubrí que era un vibrador que se controlaba a distancia, con una sonrisa lo guardé en mi bolso, sabiendo que sería de gran utilidad en el futuro. Caminé hacia la cocina, y al verme en un espejo vi que lucía como una autentica puta, y me gustaba. Esperé que saliera de la ducha, y aunque estaba triste porque todo había acabado por ahora, estaba muy satisfecha y confiaba con una próxima experiencia pronto.