Sometiendo a mi cuñada en África

Mi cuñada trabajaba en cooperación en Ruanda. No se si debí de hacer ese viaje...

Conocí a Mari Fe en la facultad de medicina.  Ella era una chica que lo tenía todo para ser un bombón, pero era sosa, recatada, un poco monjil y muy religiosa.

Acabados la carrera yo hice el MIR en oftalmología y ella se decidió por estudiar su especialidad en enfermedades tropicales en Paris.

Me la volví a encontrar de nuevo ante mi sorpresa como novia de mi hermano Juan.  Se habían conocido por amigos comunes.  Mari Fe estaba trabajando para Médicos del Mundo y aunque viajaba mucho tenía su base en Madrid.

MI hermano y yo somos de ondas distintas, él es más calmado y yo soy mucho más activo y social.

Yo a ambos les veía felices, mi hermano estaba encantado, aunque un día de borrachera, de las raras ocasiones en las que lo hacíamos me confesó que no se la tiraba.  Que se reservaban para el matrimonio, viniendo de él, incluso hablando sobre ella no me extrañó.

Llevaban dos años de relación cuando Mari Fe fue destinada a Ruanda para combatir el poleo, que, a pesar de no ser una enfermedad tropical, si estaba azotando el país.  Se iba a ir un año.

Ni volvía pensar en ella por que realmente con mi hermano no tenía una relación muy cercana.  Un día me comentó Juan que le había dicho Mari Fe que les vendría bien un oftalmólogo unas semanas por que había muchas personas con problemas de vista que nadie trataba.

La cosa quedó ahí hasta que en el Hospital me comentaron que el mismo ofrecía la posibilidad de sin cogerse día des vacaciones ausentarse un máximo de seis semanas ampliables para atender acciones de ayuda humanitaria.

Sin decir nada a Juan me enteré donde estaba Mari Fe y que tipo de instalaciones tenía.  La verdad aquello era poco, pero suficiente para intervenciones básicas que a mucha gente le cambiarían la vida.

Pedí un permiso, me compré un billete de avión y en dos días estaba en Kigali, capital del Ruanda buscándome la vida para llegar a Kiyumba, aldea donde ella estaba localizada.

La primera noche la pasé en una pensión donde conocí a una periodista francesa que no solo me sacó de mambo por la noche y me la follé con demasiadas cervezas encimas, sino que además consiguió que el chofer con el que solía contratar sus viajes por el país me hiciese un buen precio para llevarme hasta la aldea.

La verdad es que pasamos una noche muy divertida y pasional.  Por lo visto la amiga Valerie no era muy de follarse negros por lo que me cogió con devoción después de cuatro meses a palo seco.  Follamos en todas las posturas hasta que caímos rendidos en la cama.  Mi sorpresa vino por la mañana cuando yo esperaba levantarme en silencio, coger mis cosas y salir, cuando me desperté me encontré a Valerie acabando de vestirse de exploradora y diciéndome que venia conmigo que quería aprovechar el viaje para ver el tema de atención a la población nativa.

No pude negarme.  Ella me dijo que iría, vería aquello y se volvería.

El viaje fue tremendo.  Yo esperaba que fuesen las tres horas que google maps marcaba, pero como debí haberme esperado fueron más de nueve horas de insufrible viaje por tremendas carreteras, tremendo calor.

Durante el viaje Valerie y yo hicimos de todo sentados en la parte trasera de la van.  Hablamos de nuestro trabajo, de política, de viajes.  Dormí un rato con mi cabeza en sus piernas, le hice un dedo, ella me la chupó con disimulo sin llegar yo a correrme.  No se si el chofer se coscó o no, pero a mi me hizo mucha gracia

Valerie se preocupó cuando vio que nos caía encima la noche.

-       Conducir de noche por África es un peligro.  Los animales tienden a tumbarse en los caminos y puedes tener un problema.

Lo que iba a ser la ultima hora de viaje se convirtieron en tres más por las precauciones que el chofer tuvo que tomar.  Cuando llegamos era de noche cerrada, tanto que no había casi nadie por el pueblo.

Adam, el conductor dio vueltas por allí hasta que vimos lo que obviamente era el centro sanitario un poco alejado de las casas.  Aparcó y nos dijo que él dormiría en la Van y que fuésemos a buscar a Mari Fe para recoger mis bolsas y la bolsita de mi francesa amiga cuando le hubiésemos encontrado.

Abrimos la puerta de la cancela y aquello estaba desierto.  Flipé, aquello estaba desierto y la puerta sin llave.  Íbamos a darnos la vuelta para volver a la furgoneta cuando oí un lamento.  Hice callar a Valerie y oí como un golpe seco y otro lamento.  Agarré de la mano a mi amiga y avanzamos hacía el fondo del ambulatorio.

Me quedé de piedra cuando desde la ventana del ultimo cuarto, casi en la penumbra, en el jardín-patio de detrás de la clínica un hombre negro desnudo azotaba con un látigo corto a una mujer blanca también desnuda atada en cruz con cada mano amarrada a un árbol próximo.

-       Me cago en la hostia, esta violando a esa chica, hay que hacer algo – dije mientras hacía ademan de volver sobre mis pasos para buscar una entrada a ese patio y auxiliar a la chica.

-       Para – me dijo Valerie – de violando nada, esa chica esta en la puta gloria.  El negro la esta sometiendo por gusto de ella.  Fíjate como no rehúye los latigazos, fíjate como no grita a cada golpe, sino que jadea de placer.

No hicimos nada, nos quedamos a mirar.  La chica tenia una especie de palo saliéndole del culo, una suerte de plug anal casero, cada vez que el látigo contactaba con la chica esta aullaba de dolor.

Me estaba poniendo burro y creo que Valerie también, pero más burro me puse cuando el negro sacó un cuchillo con él que rasgo las cuerdas que sujetaban a la rubia y esta caía reñida al suelo rojizo de arena.

El negro no se quedó contento, agarró a la rubia de los pelos, la puso de lado, sin miramientos quitó el plug casero y agarrándose la polla con una mano la sodomizó de golpe.

Me quedé a rombos cuando pude ver que la sodomizada era la novia de mi hermano Mari Fe.

Valeríe y yo nos quedamos más de una hora viendo como el negro reventaba a la novia de mi hermano tanto con su ariete como con distintos elementos de tortura que ella disfrutaba cuando los aplicaba.  Hice bastante video con mi iPhone.  Lo que había empezado con una serie de pequeños lamentos se convirtió en una suerte de alarido de placer cada vez que el negro la sometía con su herramientas o con otros objetos.

Nos retiramos cuando el negro vacío sus cojones en la abierta boca de la doctora.

Íbamos como motos, pero desgraciadamente no pudimos hacer nada por que dormimos en la furgoneta toda la noche.

Por la mañana volvimos al ambulatorio donde nos encontramos de nuevo a Mari Fe, pero en esta ocasión vestida de bata.  Se quedó alucinando.

Le conté lo de la excedencia de seis semanas, mi conversación con Juan, como conocía Valerie, a que se dedicaba etcétera.  Mari Fe puso cara de decepción cuando se enteró que iba a estar seis semanas allí.

-       ¿Pero como no me avisaste – Me dijo mientras nos enseñaba las instalaciones, la aldea y se agenciaba una cabaña cerca de la suya donde podría dormir.

Aquella noche cenamos a la luz de una hoguera los tres.  Cuando nos entró sueño pasamos a nuestra cabaña donde me follé duro a la francesa, debió enterar medio pueblo por que la francesa también era de gritos mientras se la follaban.  La chica estaba muy buena y sabía como contentar a un hombre y mejor aún, a ella misma

Valerie se quedó cuatro días más.  Para cuando se fue yo ya tenia montada mi consulta y estaba trabajando a tope.  No tenía mucho sentido que se quedase, sobre todo teniendo trabajo por hacer en la capital.

La verdad es que además de trabajar en aquella aldea no había demasiado que hacer.  A los diez días de estar allí Mari Luz y yo nos fuimos en un 4x4 a visitar aldeas perdidas por la zona.  Ella haría su trabajo y yo revisaría niños y mayores.  La idea era ver unas 20 en dos días.  Acamparíamos por la noche.

Y dicho y hecho.  Viajamos unas horas, vimos a cientos de personas y por la noche yendo de pueblo en pueblo decidimos parar y acampar allí en una tienda ad-hoc que tenia en 4x4 en el techo.

Hicimos un fuego, Mari Luz sacó unos filetes de antílope y los asamos en las brasas.  Ante mi sorpresa sacó una botella de Ron y puso dos chupitos.

Hablamos de trivialidades hasta que después de un par de horas y con la botella casi acabada me propuso jugar a un juego.

-       A ver Santi.  Vamos a jugar a un juego – me dijo con un importante colofón – vamos a jugar a póker.  El que pierda cada mano alternativamente pierde una prenda y responde a una pregunta

-       Pero si tu no has jugado a póker en tu vida.

-       Te sorprenderás – me dijo con risa tonta.

-       Veremos… ¿tienes cartas?

-       Casualmente si.

Y sacó de su mochila una baraja, la barajó y repartió las cartas sobre el suelo y a cada uno de nosotros.

En la primera mano yo tenía un trio, ella una miserable pareja.  Se quitó una bota.

En la segunda mano, la misma historia, yo otro trio, ella nada.

-       A ver pregunta.

-       ¿Cuál es tu mayor secreto?

-       Ufff, pues no se, ¿haber robado en el Corte ingles?

-       Hay que decir la verdad

-       Esla verdad.

Seguimos jugando y más o menos ella fue perdiendo más que yo.  Estaba en bragas y con sus manos cubriéndose sus pechos.  Viéndose casi desnuda había intentado para aquello un par de veces, pero era jugadora y quería ganar por lo que al final siempre había una ultima mano.

Como era normal perdí la siguiente mano.  Le tocaba preguntar a ella.

-       Bueno, a ver.  Después de no dejar dormir al pueblo entero, ¿Cuánto echas de menos a la francesa?

-       ¿Tanto se no oía?

-       Chico, te podías haber cortado un poco.

-       Bueno, la verdad es que todos necesitamos mojar le churro de vez en cuando, la respuesta es a veces, un poco, vamos.

-       Eres un salido – me dijo la caradura.

Una nueva mano y volví a ganar.  Me tocaba preguntar.

-       Pues bueno, Mari Fe, ahora me toca preguntar a mi.  ¿Cuánto echas de menos al negro que te azotaba?

-       ¿Qué negro?, no se de que me hablas.

-       No sabes de que te hablo, espera – me levanté busque en mi bolsa, saqué mi teléfono, abrí la carpeta de videos y le enseñe una de las múltiples grabaciones que tenia de ella siendo sometida por el negro - hay más – le dije.  No te lo dije, pero no llegamos por la noche, llegamos al anochecer, y buscándote te encontramos de esta guisa.

Ella se me quedó mirando muy seria.

-       ¿lo sabe tu hermano? – parecía que se le había pasado el ciego

-       No – contesté.

-       ¿Y piensas decirle algo?

-       No

-       ¿Y que piensas de eso?

-       Que nos tenias a todos muy engañados

-       Es solo sexo, entiéndelo.

-       Lo se, lo entiendo y por eso no le doy importancia.

-       ¿Solo piensas que os tenía muy engañados?

-       Bueno, eso y que me hubiera gustado estar en el lugar del negro.  Ya sabes, es solo sexo.

-       Es solo sexo efectivamente.  A veces lo necesitamos.

-       Cierto. Quien lo iba a decir de ti.

-       ¿Quieres que te cuente la verdad?

-       Si

-       Bueno, me metí en el mundo de BDSM ya en la facultad, la verdad es que el sexo vainilla nunca me interesó.  lO probé unas veces y me pareció aburrido, sencillamente esto saca de mi la perra que llevo dentro y satisface todas mis necesidades.

-       ¿Y ahora lo necesitas?

-       Estoy cachonda, me pone que lo sepas.  Es una locura, pero me pone mucho que lo sepas.

-       Levántate, apóyate sobre el coche – le dije a modo de orden.

Mari Lu sin quitarse las manos de las tetas se levantó y fue hacia el coche, puso sus manos en el capó como si esperase ser cacheada y espero.  Su grandes tetas colgaban, sus pezones apuntaban al cielo.

Me levanté, me acerqué por detrás, le arranqué las bragas y pasé un dedo por su encharcado coño.

Me agaché cogí una rama de un arbusto, le limpié las hojas y con él azoté su culo.  Mari Lu dio un gemido. Repetí el golpe, la novia de mi hermano gimió y sacó más el culo invitándome con ello a seguir azotándola.

Nunca había azotado a nadie, nunca había tenido la oportunidad, he de reconocer que me estaba gustando.  Desde que vi a Mari Lu sometida había leído bastante en internet sobre le BDSM y la verdad es que aquello me había puesto cardiaco.

Azoté a Mari Lu durante muy cortos 15 minutos.  A la chica le chorreaba el coño, algo que pude comprobar cuando le pasé el dedo por su raja.

La tiré sobre el capó y sacándome la polla se la metí de un golpe hasta el fondo.  Ella empezó a gemir a gritos. Me la follaba a buen ritmo apretándole los pezones desde detrás.  Le di fuerte hasta que descargando mis cojones, regué sus nalgas de mi espesa leche.

Dormimos hasta que salió el sol.  El resto del día lo pasamos atendiendo aldeanos en las distintas aldeas.

Llegamos a Kiyumba casi anocheciendo, ambos estábamos rendidos.  No habíamos hablado en todo el día sobre el polvo.

Cada uno durmió en su cabaña, el día siguiente fue un día duro y largo pues debíamos recuperar los dos días pasados fuera.  La verdad es que no podía dejar de pensar en la novia de mi hermano recibiendo tanto polla como palos.

A la hora de comer salí de la consulta y me encaminé hacía la granja de Abdul en un bicicleta prestada, le pedí prestado un látigo que le había visto un par de días antes con los que azuzaba a su ganado.

Ya anochecido vi que la luz del la consulta de Mari Luz estaba encendida, cogí mi teléfono y le mandé un whatsapp.

-       En cinco minutos te quiero en pelotas en el patio trasero, de rodillas.

Oí como el mensaje le llegaba al teléfono.  No pasó nada en los siguientes segundo, pero no más de 15 segundos después oí como movía su silla, como salí de su consulta y como se dirigía al patío.

Le dí cinco minutos, pasados los cuales la seguí encontrándome desnuda, de rodillas y mirando al suelo.

La agarré del pelo, la llevé a aquellos dos arboles donde le até con los brazos en cruz y separándome unos metros le di un primer latigazo.  Ella gimió.

Le di un nuevo latigazo, ella volvió a gemir.

Para cuando me empezó a doler la mano el culo de mi futura cuñada parecía un poema.  Ella respiraba agitadamente.  La desaté y dejé que cayese al suelo casi convulsionado.

Tal y como estaba levanté una de sus piernas y le metí mi polla de golpe en su estrecho, bueno no tan estrecho culo.

Me la follé por todos sus agujeros durante horas.

Me estuve follando y sometiendo a Mari Lu cada noche desde entonces.  A veces me ayudaba René, el negro con quien la vi la primera noche en sesiones a dos manos, a veces yo solo.  A Mari Lu le encantaba ser empalada por nuestras dos pollas a la vez, estaba claro que no era la primera vez que probaba dos rabos en sus agujeros en el mismo momento.

Me tuve que ir una mañana temprano.  Follé duro con Mari Fe hasta el amanecer después de darle un ultimo repaso con el látigo prestado, que por cierto devolví por la mañana.  Fue lo ultimo que hice.

Pasaron los meses y realmente aunque me acordé mucho de las semanas de ella, nuevas relaciones entraron en mi vida y poco a poco fui quitándole importancia a lo muy puta que era la novia de mi hermano.

Mari Lu volvió para unas vacaciones.  La tía era la misma que se había ido a Ruanda, ni rastro de putón verbenero que había dejado en Kiyumba.  La chica volvía ser una cursi, una remilgada, una mojigata en el vestir, y segun mi hermano seguía siendo virginal.

En una comida familiar, la pareja nos anunció que se casaban.  Yo flipaba, pero bueno.  Mi hermano era mayorcito.

En teoría Mari Lu se iría de vuelta a África, esta vez a Zambia.  Iba a ser un viaje corto, de no más de tres meses.  La chica volvería para preparar la boda.

La boda fue increíble, la verdad es que fue todo lujo y diversión.  A mi hermano se le veía la mar de feliz.  A Mari Lu también.

Se fueron de luna de miel a Cancún, deduje que mi hermano se la tiraría.  A la vuelta pasarían una semana en Madrid y ella volvería a África.  La idea de la ONG era enviarle a África seis semanas y tenerla en Madrid seis semanas.

El día antes de la partida de mi ya cuñada, estando yo en casa en mi día libre sonó la puerta de casa.  Me puse una camiseta y abrí la abrí.

Aprovechando que mi hermano Juan trabajaba todo el día, allí tenía a mi cuñada Mari Lu en medio del descansillo de las escaleras, desnuda, de rodillas, con la mirada hacía el suelo con sus manos en su nuca.

Giré sobre mis pasos, entré en la casa, abrí un armario y salí con una vara de cáñamo.  Con ella en mi mano, puse la vara en su mentón.

-       Entra a gatas zorra – le dije como única frase.

Y mi cuñada entró mirándome fijamente y a gatas se introdujo en mi casa.

Até sus muñecas en su espalda con el cinturón de mi albornoz, su culo quedó en pompa.

Le apliqué un varazo en sus nalgas.  Ella gimió.

Salí hacía la cocina y volví con un cucharon de madera de cocina, luego me metí en la habitación de la plancha y salí con pinzas las cuales usé para poner alrededor de la preciosas tetas de la chica y en sus empitonados pezones.

Le hice levantase y de pie en medio del salón le volví a azotarla con la vara, se lo volví a hacer y volví a repetir.  Cogí la cuchara de madera y le di un golpe seco en el coño, ella pareció disfrutarlo, volví a darle y así hasta 10 veces.

Mari Lu temblaba de placer y de dolor empezando a gritar, no tuve más remedio que buscar un rollo de cinta americana y taparle la boca.

En el centro del salón tengo una argolla donde cuelgo un saco de boxeo, pasé una cuerda por la argolla y até cada una de sus muñeca y tirando de la cuerda dejé sus manos en suspensión.

Volví a la habitación y cogí dos vibradores que usaba con alguna amiga que se dejaba caer por casa.  Le metí uno en el culo y otro lo encendí y empecé a pasarlo por su abultada pepitilla.  Mari Lu se retorcía de placer.  Le clavé el segundo en el coño.  Quite la cinta americana, quería oírla.

Volví a coger la vara y empecé a sacudirle las nalgas.  A cada golpe Mari Lu gemía de placer, al principio en voz baja, al final de una manera vergonzosa.

Siempre le he dicho que antes de usar las putas llaves que en su día le deje, llame.  Allí estaba mi madre con la boca abierta, sin haber atinado a soltar las bolsas que traía viendo como su hijo había colgado y azotaba a su angelical nuera, la cual estaba en estado de éxtasis.  Me quedé yo también de piedra.

Se montó una tremenda.  No solo se enteró mi hermano sino mi padre, los padres de ella y hasta en su ONG lo supieron.

Podemos decir que perdí a un hermano, pero gané a una zorra que sometía cada tres meses que volvía a España, siempre con el culo y espalda marcados por varazos que le habían dado algún afortunado en su lugar de trabajo.